massobreloslunes: 06/16/21

miércoles, 16 de junio de 2021

Doña Norma


Una vez por semana viene a limpiar nuestro apartamento Norma, una mujer de Nicaragua sonriente y plácida que tarda tres veranos pero lo deja todo reluciente.

Me gusta Norma porque el primer día que llegó iba a cobrarnos una cifra y luego vio cómo estaba la casa y dijo con su voz tranquila que iba a ser un 30% más porque estaba muy sucio.

Me gusta también que se llama a sí misma «Doña Norma».

—Ayer me avisó un señor de los condominios que estaba de viaje —me cuenta hoy, mientras yo me preparo la comida y ella barre despacio como Beppo el de Momo—. Le cancelaron el vuelo a su esposa y a él. Tiene dos gatitas, así que me llamó. «Doña Norma, ¿podría usted ir a limpiar el condominio y a vigilar que las dos gatitas estén bien?». Me preguntó si me dan miedo los gatos. A mí me gustan los niños y los animales. Así que fui. Estaban las dos gatitas un poco tristes, pero bien. Le mandé un vídeo al señor. «Ay, qué bueno, Doña Norma», me dijo él.

Historias como esta me cuenta muchas. De un cliente suyo que ya no necesitaba que limpiara una casa porque la vendía, pero se la llevó al apartamento siguiente. De que otra mujer que vive en EEUU le deja las llaves porque solo se fía de ella.

Lo que me gusta, me doy cuenta ahora escribiéndolo, es que está orgullosa de sí misma y del papel que ocupa en el mundo. Contrasta con mi neurosis recurrente de no ser lo suficientemente relevante, de no tener impacto y pasar por la vida sin pena ni gloria. Norma sabe que ayer, concretamente, alguien necesitaba que una persona de confianza fuera a ver que sus gatitas estaban bien. Eso era lo más importante. Y esa persona de confianza era ella. Doña Norma.

Ojalá yo tuviera los pies plantados en la tierra con la misma firmeza.