Pero la Madre Naturaleza es sabia y no quiere que los padres se suiciden en masa, así que nos ha regalado las Siestas Unicornio.
Una Siesta Unicornio es aquella que, por su duración, se distingue de las demás que suele echarse tu hijo.
Es decir, que si tienes una pequeña marmota que duerme por sistema más de hora y media, tu Siesta Unicornio será la que pase de las dos horas y media o tres.
Si, como a mí, te ha tocado un bebé que a los cuarenta y cinco minutos abre el ojo, todo lo que se pase de dos horas es Siesta Unicornio.
(Entre los cuarenta y cinco minutos y las dos horas es Siesta Especial, que se agradece pero no es tan rara como para recibir la Denominación de Origen Unicorneal.
La SU es como ver un partido de fútbol en el que tu equipo va ganando: te gustaría disfrutarlo, pero te puede la tensión.
Esta tensión va cambiando de forma y motivo y se desarrolla de la siguiente manera:
- Fase 1: dura lo que duran una siesta media de tu hijo. Aquí te pones a hacer las cosas que habías planeado de forma eficiente porque sabes que en breve se te acaba el rollo. Tu nivel de bienestar es el esperable: tienes un respiro, puedes mover los brazos sin que se te caiga nadie y te oyes pensar.
- Fase 2: es la primera extensión de la siesta hasta, digamos, una hora extra. Hasta aquí entra en la categoría de Siesta Especial.
Tú te sientes un poco desorientada porque no habías querido planear por encima de tus posibilidades, pero encuentras algo que hacer y te pones a ello ultra tensa porque no quieres disfrutar demasiado, no vaya a ser que se despierte el bebé y te lo fastidie.
Aclaración: aunque sea una tarea de la casa, tú la disfrutas, porque casi cualquier cosa (lavar platos con un podcast, cocinar, tender tranquilamente mientras te da el aire) es mejor que cuidar de un niño pequeño.
Por eso no cuela cuando, por ejemplo, estoy con nuestros dos hijos y Pablo se va a fregar platos con los auriculares en los oídos. Eso es básicamente un spa. Que se lo agradezco y alguien tiene que hacerlo, pero sé perfectamente que la que se está comiendo el marrón soy yo.
- Fase 3: aquí la siesta llega ya a límites apenas explorados en la capacidad de dormir de tu bebé. Cuando se cruza la barrera de las dos horas y media, ya te das cuenta de que estás frente a una Siesta Unicornio y aquí ya sí que no sabes qué hacer.
¿Es el momento de tomarte un momento para ti? Pero ¿y si cuando te hayas servido tu té y abierto tu libro se despierta el niño? Es cruel para la parte de ti que lleva anulada desde que el bebé nació. Le has mostrado un fragmento de libertad, un bocado del delicioso pastel del placer, y ahora te lo llevas.
Y además, si eres como yo y vives en el drama, empezarás a considerar la posibilidad de que le haya pasado algo al niño.
Y ahí, ¿qué haces?
¿Entras a ver si respira, sabiendo que hay un 99% de posibilidades de que se despierte?
¿Te pones a ver Netflix y a relajarte sabiendo que es posible que TU HIJO HAYA MUERTO?
Al final, te convences a ti misma de que el niño está bien y tratas de hacer algo interesante/divertido.
Por fin, tu bebé se despierta y tú suspiras, aliviada. Pues sí que era una Siesta Unicornio y no la muerte. Pero claro, ahora ya ha terminado. Esas tres gloriosas horas de tiempo libre se han marchado para siempre. Si hubieras sabido que las tenías, te habrías organizado. Lo que pasa es que entonces la maternidad no sería el proceso desquiciante que es.
Y sí: estoy escribiendo este post en una Siesta Unicornio, rezando para que el niño aguante hasta que lo publique y con los dedos agarrotados de tensión.
Mejor lo termino aquí, por lo que pueda pasar.