massobreloslunes: 08/20/11

sábado, 20 de agosto de 2011

36. El amor en los tiempos del levante

Llevo un día rarísimo. Desde ayer hace un levante del Averno asqueroso que me ha dejado toda la noche sin dormir, tirada en el sofá y encendiendo el aire acondicionado a intervalos de media hora. Esta mañana he ido a mirar más vestidos para el bodorrio, con un resultado que podríamos calificar suavemente de escasito. Al final me he metido en la librería y me he sentado en una esquinita a ojear novedades caras. Estaba enfadada con la existencia, no sé si por la falta de sueño o por el levante molesto.

Entonces ha sonado el teléfono. Era mi primo Sergio, que está en Málaga unos días para las vacaciones y quería saber si nos veríamos. Le he dicho que no, que me quedo en Cádiz hasta el lunes, que viajaré a Santiago a ver a una amiga y a su Corte Inglés con ventanas, pero que en cualquier caso nos vemos prontito en el bodorrio. Me ha contestado que guay, y que a ver si le envío el texto a nosequé amigo que va a hacer un cuaderno conmemorativo con todo lo que se lea en la ceremonia.
- ¿Lo tienes ya listo?
- Mshssí, algo tengo ya medio preparado - lo que, traducido al castellano, quiere decir: he pensado vagamente sobre el tema y lo he comentado en mi blog, pero sigo sin tener ni puta idea de qué decir.
- Pues envíalo ya, anda, que tiene que estar diecisiete días antes.

¿Diecisiete? What the fuck! Si la boda es el diez eso quiere decir básicamente que tenía que estar para antesdeayer, como quien dice

Pero hablar con mi primo me pone de buen humor, y al fin y al cabo está nublado con un calor del copón y un levante de 34 km/h que hace que donde mejor se esté hoy en Cádiz sea en casa de uno con el aire puesto. Así que me he ido a casa, sin vestido pero toda llena de buenas intenciones. Me he hecho una jarra de limonada con hierbabuena y un tazón de helado de chocolate hecho en casa con receta inventada y me he puesto a escribir.

Ciclo de la escritura frustrante: escribo diez minutos, doy vueltas por mi casa hablando sola, escucho Vetusta Morla en bucle. Me grabo en el ordenador leyendo un texto antiguo para ver cómo suena mi voz y calibrar si haré el ridículo en la ceremonia con mi acento andaluz. Escribo veinte minutos. Pienso que todo es una basura, lo borro, saco el helado de chocolate homemade del congelador y le doy un pegue. Me pregunto por qué no sabe como el de las heladerías, obviando el hecho de que me he inventado la receta y me he dedicado a mezclar derivados de la leche con un montón de cacao puro y un chorro de sacarina líquida (antes muerta que tomar azúcar). Saco la guitarra y toco Vetusta Morla en bucle. Abro el blog y me pongo a contaros mis penas.

¿Qué escribiría yo sobre el amor? Yo creo en el amor a tope. En el amor y en el matrimonio, tócate los pies, que estaría guay decir que soy una jipy que piensa que no existe el amor para toda la vida y que, como decía Woody Allen en Manhattan, somos como las palomas y estamos destinados a ir cambiando de pareja every now and then. Que los bodorrios son un paripé y un invento absurdo del Corte Inglés para sacarnos dinero a todos y plegarnos a las convenciones establecidas.

Bueno, pues no. A mí me gustan los bodorrios. Me parece muy admirable que alguien sea capaz de afrontar ese compromiso. Joder, ojalá a mí me pase. Ojalá alguien confíe tanto en mí y piense que soy tan guay que me va a aguantar para siempre, aunque me vaya haciendo progresivamente más gruñona y maniática, aunque engorde y se blanquee mi maravilloso pelazo rubio. Ya os dije que yo creo en un amor inocuo, incondicional y para siempre, y que alguien tenga los huevos de unirse a otro para poner en práctica ese difícil ejercicio del corazón me parece como para hacerle la ola.

Qué queréis que os diga. Yo creo que el amor es la respuesta. El fin último de todo. Y, de hecho, cuando uno es capaz de mirar así la vida, se vuelve mucho más fácil y enriquecedora. Se empieza a pensar en los demás en vez de pasarse todo el día manoseándose metafóricamente el ombligo y todo cobra más sentido.

El amor es el sentido de mi trabajo. Hace unos meses tuve un paciente un tanto personaje que me decía que "el aerobic era su gran pasión". Se trataba de un tío grande como un camión, con una melena rubia y rizada hasta los hombros y un poco de cara de empanamiento. Me lo imaginaba haciendo aerobic con una cintita en la cabeza y tenía que hacer grandes esfuerzos para no desconojarme en su cara. Le di el alta cuando me fui del equipo y llevo unos cuantos días seguidos encontrándomelo a la salida de la piscina municipal, porque va a correr por ahí. Pues ayer lo vi en la clase de aerobic, supermotivado, siguiendo la música perfectamente y con cara de felicidad jadeante. Y sentí amor, verídico, amor por mi paciente y porque estuviera lo suficientemente bien como para estar haciendo lo que le gusta.

El amor me ha salvado esta mañana, cuando estaba hasta el culo de levantes, de vestidos azul petróleo y de las luces indignas de los probadores. Me ha llamado mi primo y me he alegrado tanto de oír su voz que he recordado que lo del vestido es secundario, que lo que importa es ir a su boda y compartir su felicidad unas horas, hacerle la ola por tener los huevos de casarse y, de paso, escribir algo precioso precioso que no olvide nunca.

El amor le da sentido a escribir y hasta a meditar. A escribir porque al final la escritura acaba siendo un regalo, para mi primo este caso, pero también para Elsa, para MQEN, para IA y en general para todos vosotros, que estáis disfrutando de esto. A meditar porque uno no medita sólo para sí mismo, sino para los demás: para ser capaz de distribuir su alegría y de querer mejor.

Tengo mucho que decir del amor, y casi todo son ideas cursis y estúpidas que me hacen quedar como una naive medio colocada. A pesar de ser atea, me repito la última parte de la "Oración simple", de San Francisco, que siempre me ha gustado. "Señor, haz que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar. Ser comprendido, sino comprender. Ser amado, sino amar." Hazme fuerte y generosa. Hazme inocua y unidireccional. Y, por lo que más quieras, dame inspiración para escribir el texto. Y búscame un vestido bonito, que voy a tener que ir en vaqueros.