massobreloslunes: noviembre 2013

viernes, 29 de noviembre de 2013

Reflexiones tras ganar el NaNoWriMo

Acabo de validar mi protonovela en la página web de NaNoWriMo. Acto seguido, he buscado en Youtube la canción "Lo hicimos - We did it!" De Dora Exploradora y me he dedicado un pequeño baile de la victoria.

¿Un mes para eso? ¿En serio?

Sobre la novela.

Como ya dije, creo que es un primer borrador bastante decente. Las últimas escenas no están escritas, sólo bocetadas, pero como el argumento está cerrado y he pasado de sobra las 50000 palabras, me voy a considerar ganadora. Ahora queda parar unos días, asimilar la resaca y decidir qué hago ahora con todas esas palabras.

(¿Qué hago con todas estas palabras? He ahí la historia de mi vida)

¿Primeras conclusiones?

Escribir una novela en un mes no es tan difícil. Lo difícil es pensar una novela en un mes. Si tienes un buen hábito de escritura y sabes lo que va a ocurrir en cada escena, tipografiar cincuenta mil palabras en un mes te requerirá menos de dos horas al día. No es para tanto.

Insisto: el problema es pensar. Ha sido averiguar qué iba a pasar con mis personajes queridos lo que me ha costado verdadero trabajo. Además, cada decisión iba acompañada por dudas existenciales sobre si eso era realmente lo que debía pasar o si estaba pensando idioteces bajo presión.

A pesar de eso, surgen cosas. Tú piensas que estás tomando decisiones al azar y después, cuando relees lo que has escrito, te das cuenta de que has alcanzado un sentido más profundo. El escritor sabe más de lo que piensa sobre su obra, decía mi primer profesor de escritura. Eliges nombres, ciudades, personajes y situaciones y, de repente, entiendes las cosas como cuando un paciente te cuenta algo de su pasado y tú atas cabos y dices: "ahora sí".

Me espera un trabajo arduo de reescritura, edición y post-producción. No creo que tarde menos de un año en completar algo decente que pueda vender para empezar mi camino al bestsellerismo. Sin embargo, estoy segura de que voy a seguir trabajando en esta novela. Y cuando ese duro año termine, la Marina del futuro tendrá, atentos, Una Novela Escrita.

Cuando terminé de escribir lo que ya sabía de la novela aproximadamente una semana después de empezar, me pregunté "¿y ahora qué carajo hago?". Como un depredador del conocimiento, leí cuatro libros seguidos acerca de construir argumentos para novelas. En realidad, los libros estaban más dirigidos a autores de fantasía o de ficción comercial facilona, pero muchas de las instrucciones me sirvieron. Construye los personajes, crea conflicto, aclara motivaciones y metas. Utilicé algo de eso y también algo de "esto se me acaba de ocurrir y lo voy a meter, porque yo lo valgo", y poco a poco construí algo parecido a una trama.

Así he descubierto que yo también puedo imaginarme cosas. Antes pensaba que los argumentos se entregan enteros y perfectos a los autores, como las Tablas de la Ley a Moisés, y que a mí nadie me había dado esa imaginación y, por tanto, estaba condenada al ostracismo literario. Ahora me he dado cuenta de que los argumentos se construyen poco a poco, con mucho sudor, muchas lágrimas, mucha asociación libre y mucha sensación de "esto que estoy escribiendo es una gilipollez como un piano". Pero se construyen. Mi historia será buena, mala o regular pero Es Una Historia.

Descubrir que puedo contar historias largas o, lo que es lo mismo: descubrir que puedo escribir una novela si me lo propongo, es como descubrir que soy capaz de volar.

Por último, me he dado cuenta de una cosa:

Yo siempre he querido escribir. Además, yo siempre he querido escribir novelas Me gusta el blog. Me gusta Psicosupervivencia. Me gustan los ensayos y los cuentos. Pero lo que lleva salvándome la vida desde pequeña, lo que siempre ha marcado la diferencia entre un buen día y un día de mierda, son las novelas. Ese me parece mi destino más digno. Eso es lo que querría hacer toda mi vida si sólo me dieran una opción.

(Lo que es un tema, claro está, porque soy psicóloga)

Tampoco se trata de pensar en blanco y negro. No son profesiones incompatibles. Pero creo que debo empezar a tratar la ficción como mi prioridad. Yo sé que cambio a menudo de opinión, como un pobre barquito a merced de los elementos y que, de hecho, hace unos meses anuncié que dejaba este blog para dedicarme de lleno a Psicosupervivencia. Pero la pura verdad es que desde que no escribo aquí y, en general, desde que no escribo nada que no tenga que ver con la psicología, se me ha secado el alma.

Esa ha sido la otra cosa importante que he recuperado con el NaNoWriMo: la alegría de escribir. De repente, mi trabajo y toda la desmotivación que sentía sobre él, la sensación de pérdida, la tristeza y el cansancio se han desvanecido. Me sentía contenta porque estaba escribiendo otra vez. He pasado bastantes horas delante del ordenador, con la mirada perdida y sin saber qué carajo poner en el siguiente capítulo. También he tenido momentos de odiar mi historia, a los personajes y a los concursos de Internet. Pero ha habido momentos grandiosos, divertidos, en los que miraba a la pantalla y pensaba, como Truman Capote, que soy tan buena que no puedo ni respirar.

(Ninguno de los dos extremos es cierto. No soy una basura. Tampoco soy Truman Capote, obvio)

Resumiendo...

Me ha gustado mucho ganar el NaNoWriMo. Ha sido fuckin' divertidísimo. Me ha sacado a patadas de mi zona de confort. He aprendido cosas nuevas. Estaba vacía y me he llenado de nuevo. De palabras, de significados y de la magia insana de inventar un mundo que es sólo tuyo y al que únicamente tú tienes acceso. Es un vicio. Mi vocación es esa. Yo quiero contar historias y es lo que he querido siempre. No sé en qué se traduce eso en términos de realidad, o de cambios conductuales a corto plazo, pero tampoco creo que eso sea lo más importante. Lo más importante es ese conocimiento íntimo, que se queda conmigo ahora y para siempre, pase lo que pase.

En Estados Unidos conocí a un chico que llevaba la pequeña pieza metálica de un fisurero colgada del cuello. Me gustó el adorno y le pregunté qué quería decir para él. "Esto se queda conmigo - explicó -. Es mi forma de recordar que, pase lo que pase, siempre seré un escalador. Aunque no volviese a escalar una pared en mi vida. Soy un escalador, y eso no va a cambiar". De la misma forma, aunque no vuelva a escribir una palabra en mi vida, soy una escritora. Eso no va a cambiar. Lo sabía antes del NaNo, pero, ¿qué puedo decir? Ojalá los humanos pudiéramos aprender las lecciones de la vida una sola vez.

A todas aquellas almas benévolas que se han apuntado a la lista de correo: no habéis recibido nada porque aún no he mandado nada. Dije que sólo información relevante y nada de spam. Todo llegará.

Se os quiere, siempre.

martes, 26 de noviembre de 2013

Siete mil palabras

Eso es lo que me queda para terminar el NaNoWriMo, oh, ciruelos y ciruelas. Parece que quizá este año, por fin, llegue al final de esta aventura de otoño.

Ya haré una reflexión profunda sobre escribir una novela en treinta días, pero he de admitir que la experiencia es, cómo decirlo... desigual. Hoy estás en la cima del mundo y mañana te quieres tirar a la basura. La web tiene un foro donde las nanovíctimas se consuelan unas a otras; uno de los subforos se llama "NaNoWriMo ate my soul" (NaNoWriMo se comió mi alma), y en él la gente se queja de lo hartos que están de escribir. Hace unos días, alguien comenzó un hilo titulado "My novel is so bad", en el que había que terminar la frase con cómo de mala crees que es tu novela. Había algunos muy buenos, como "mi novela es tan mala que una editorial para autopublicación la ha rechazado", o "mi novela es tan mala que el gato caminando por el teclado, de hecho, la mejoró".

Hoy yo tenía uno de esos días de querer tener un gato para que caminara por el teclado. Me parecía todo de lo más unidimensional. Estaba asqueada de los personajes, de mi estúpida historia, de los agujeros enormes que deja en tu argumento escribir a este ritmo y, en fin, de no escribir nada importante ni sesudo que legar a la Humanidad. Así que he decidido leer todo lo que llevaba escrito hasta ahora, y de paso ajustar el recuento de palabras. He tardado tres horas, y al final de esas tres horas puedo decir sin pudor que MI NOVELA MOLA.

Ya lo he dicho. Para haberlo escrito en menos de un mes, está muy bien. Es una novela que yo querría leer si la hubiera escrito otra persona. Sigue teniendo agujeros de tipo tunel de tren en la trama, y algunas frases escritas con prisa me dan ganas de sacarme los ojos pero, en general, no es un primer borrador del que avergonzarse. Para nada.

Además de cierto orgullo, otra emoción me ha inundado a medida que leía del tirón toda mi sarta de despropósitos. No sé bien cómo definirla. Estaba entusiasma, o conmovida, o una mezcla de ambos. Me acordaba de un post que leí el otro día en el foro. En él, Adhara mencionaba este post y hablaba de cómo cada vez que abandonas una idea por pensar que todavía no está lo suficiente madura o que no es lo suficientemente seria, Dios mata a una novela. Y es verdad.

Sé que en unos días, cuando se me pasen la Dignidad y el Entusiasmo que sentía hoy al releer lo que he escrito, volverá la Vergüenza. Y la Vergüenza me dirá que nadie en su sano juicio escribiría algo tan intrascendente y trivialmente contemporáneo como lo que he escrito hoy. Cuando la pura verdad es que sólo ahora puedo escribir de lo que escribo ahora. Sólo si supero esa Vergüenza y escribo de lo que quiero escribir ahora, verán la luz mis pobres personajes, esas criaturas tiernas y perdidas que tienen una historia que contar. Quizá no sea la historia con más trascendencia del mundo, pero es la suya, y a ellos les importa. A mí también.

Para los que tienen curiosidad: en la novela hay blogs, y viajes, y ciudades, y amor. Hay diálogos campechanos y párrafos no muy largos, para que nadie se agote. No hay nada experimental ni innovador, del tipo no utilizar la letra E. Hay referencias a mi culturilla cutre de chica despistada. No hay sesudas reflexiones filosóficas. Hay sexo. Hay trucos sucios para enganchar vuestro interés. Hay neologismos absurdos, chistes malos y siglas. Muchas siglas.

Mi novela es lo más.

Me quedan siete mil palabras y (lo más difícil) todo un arco argumental que cerrar antes de declararme oficialmente ganadora. Yes, baby. Después os contaré cuáles son mis planes para su (auto)publicación y distribución. Si pasas por aquí, querido lector, y no puedes soportar la idea de no ser el primero en enterarte el día que la publique, por favor: apúntate a la lista de correo hecha para la ocasión. Soy demasiado vaga como para spamearte.

Emocionada me hallo.

Besos para todos.

sábado, 9 de noviembre de 2013

NaNoWriMo 2013

Estoy sentada en mi salón con el culo entumecido. Cada vez que hable de mi salón, por cierto, tenéis que imaginar las olas del mar sonando suavemente de fondo. Yo pensaba que me gustaba el sonido del silencio, pero todavía no sabía lo que es tener el mar encendido todo el día.

Pablito está aterrizando en Filadelfia ahora mismo, y yo le echo de menos tanto que estoy escribiendo una novela para distraerme. Viva y bravo por mí. En efecto: este año he vuelto a apuntarme al NaNoWriMo. Pero esta vez tengo fe. Llevo 12503 palabras, y teniendo en cuenta que empecé el día cuatro, no voy demasiado retrasada sobre el horario previsto. Estoy participando en los foros, he donado veinticinco dólares y he comprado el libro del jipi que empezó toda la movida hace algunos años. Cien por cien compromiso y automecanismos psicológicos para evitar el abandono.

¿Qué puedo decir sobre la novela? Ahora mismo es un engendro y no tiene ningún tipo de sentido, pero le tengo fe. Al menos, tengo fe en el proceso. SÉ que este año voy a terminar, aunque no sé si el resultado será digno de ser publicado. Iré actualizando. Por cierto: recuerdo que creé una lista de correo para dar información sobre mi posible futuro libro con artículos del blog, y asumo que los que querían saber de ese libro, también querrán saber de la novela. Los que se apuntaron y aún no han recibido NADA, sencillamente porque no he escrito NADA digno de ser publicado, os pueden asegurar que es una lista 100% spam-free. En algún momento escribiré un libro de algo, así que si te interesa recibir información cuando eso suceda, tú también puedes apuntarte aquí.

Hoy he escrito unas siete mil palabras además de estas, así que me temo que lo voy a dejar. La buena noticia es que quizá la ausencia y lejanía de mi Pablo (oh, dolor y destrucción) me dejen el cerebro libre para actualizar con más frecuencia.

Os quiero, ciruelos y ciruelas.