Pasé en el limbo preconcepcional exactamente un mes. Al mes siguiente, cuando los primeros tests de embarazo dieron negativo, empecé a lamentarme y literalmente a llorar pensando que por mi edad, iba a tener que enfrentarme a la infertilidad como siempre había sospechado.
Porque no sé si eso lo he contado aquí, pero yo he sufrido durante años de infertilidad imaginaria.
Tendría unos veinte (¡veinte!) cuando empecé a seguir blogs de mujeres que no podían tener hijos. Más adelante, leí libros sobre el tema y todo el rato, os lo juro, me imaginaba en sus zapatos y creía que yo iba a ser una de ellas. A veces todavía me pregunto si no lo habré soñado, porque en mi mente yo he sido infértil y he vivido el miedo a no poder tener hijos nunca.
La realidad, sin embargo, es que las dos veces que he intentado quedarme embarazada ha sucedido muy, muy rápido; el segundo mes de limbo, cuando ya había dado la oportunidad por perdida, apareció una sombra en uno de mis tests de embarazo baratos de Amazon.
Mi paranoia era tal que, a pesar de tener positivos cada vez más fuertes los siguientes días y un análisis de sangre con buenos niveles de hormona del embarazo, pasé las primeras cuatro semanas (las semanas 4-8, de hecho, si una sigue el calendario tradicional) considerándome «pre-embarazada».
El pre-embarazo era mi estrategia emocional para no desilusionarme cuando la ecografía confirmara lo que ya sabía: que nunca había estado embarazada o que, si lo había estado, el embrión había muerto a los pocos días. Según yo, si la ecografía salía bien, ahí ya podría empezar a considerarme embarazada «de verdad».
La eco salió bien, pero por supuesto yo no me quedé tranquila porque el embrión medía un poquito menos de lo esperado y eso CLARAMENTE quería decir que dos semanas después me haría otra eco y esta vez sí: no habría bebé.
Salvo que la siguiente eco también salió perfecta, así que esa era la oportunidad perfecta para obsesionarme con... ¡las malformaciones genéticas! Literalmente entraba en el foro de la Asociación Española de Síndrome de Down para leer los testimonios de las madres y preguntarme qué haría yo si me tocaba.
A todo esto, estábamos en Tailandia esperando los resultados del Test Prenatal No Invasivo, y yo ya me había montado mi película, que iba más o menos así:
- Algo iba a salir mal en el test genético.
- Pero como solo era un cribado, tendría que hacerme una amniocentesis.
- Que confirmaría que algo estaba fatal con mi bebé, así que tendría que interrumpir mi embarazo...
- ... pero seguro que en Tailandia la ley no me lo permitía (esta era mi movida mental sin haber consultado siguiera la ley) y tendría que ir a España.
- Y para entonces ya estaría de un montón y sería algo mega-traumático que me dejaría destrozada.