massobreloslunes: junio 2016

miércoles, 8 de junio de 2016

Todo es mejor en Granada


Estoy en la terraza de mi casa de las afueras de Granada, y miro cómo cae despacio la oscuridad mientras la fresquita se mezcla con el calor que desprenden las paredes. Esta tarde la he pasado en la biblioteca de mi pueblo, dejando que el aire acondicionado me empapara los huesos. Salgo contenta, caminando entre el aire espeso, con el sol de media tarde rebotando en mis gafas, pensando que las bibliotecas son lugares esencialmente buenos.

En las bibliotecas del mundo está mi hogar, oh-ah-uh.

Estoy leyendo Skagboys, la precuela de Trainspotting. ¿Cómo yo, que soy dulce, y sensible, y casi rubia, he acabado leyéndome entera esta trilogía tan sórdida? Los personajes se dan palizas, se chutan y se prostituyen. Hace un par de semanas estuvo mi padre en casa, y cuando vio el libro sacudió la cabeza. "¿Está bien?", le pregunté yo. "Bueno... bien, bien, no es la palabra", contestó él, y se estremeció un poco.

Salgo de la biblioteca, entonces, con Skagboys pesándome en el bolso. Me he prometido que si escribía lo suficiente, me iría a tomar un batido al centro comercial del Serrallo. Resulta que hay un puesto de batidos de frutas, que es obviamente impersonal y que está en mitad del edificio, hecho de plástico, infestado de capitalismo satánico y tal, pero los batidos están riquísimos, y se está fresquito, y entra la luz por el techo, así que Pablo y yo vamos mucho.

Pero mientras camino hacia el coche me entra la duda: ¿y si cierran pronto? Así que me voy a casa y saludo a la gata, que se revuelca entusiasta contra el suelo de mármol, y abro las ventanas para que empiece a correr el aire: hay que aprovechar cuando cae el sol, como en una especie de Ramadán de la temperatura. Y me hago el batido que me pensaba pedir en el Serrallo: leche con plátano, miel y cacao en polvo.

Me tumbo en el sofá, batido en mano, con Skagboys sobre los muslos. Recuerdo que una compañera de piso traductora me dijo una vez que habían usado Trainspotting como proyecto de clase, y que era muy complejo. La edición de Anagrama está llena de notas al pie, muchas de ellas de argot rimado: utilizar una referencia que rima como sustituto de la palabra. Por ejemplo, "echar un Nat King" es echar un polvo (Nat King Cole = hole = polvo). Todo el libro está salpicado de oscuras expresiones escocesas, y pienso en que el traductor debe de tener un conocimiento muy profundo del dialecto y de la cultura  escocesa, y que resulta bonito cuando alguien conoce algo en profundidad. Y también que es un arte sutil traducir toda la jerga de Leith que vomita Welsh y convertirla en algo que no suene a Leticia Sabater puesta de coca. "Los traductores españoles son mejores que los escritores españoles", me dijo una vez mi madre. Quizá tenga razón. No leo a los suficientes autores españoles como para saberlo.

Después me levanto, doy un par de vueltas por la casa, saco el ordenador, contesto mails y finalmente decido salir a la terraza. No tengo claro que haga más fresco fuera que dentro, pero me da igual: se está bien aquí, con la mesa de plástico cubierta con un hule violeta, observando cómo se apaga el cielo y se encienden las farolas.

Estoy tan catetamente feliz de estar de vuelta en Andalucía que me da hasta vergüenza no querer vivir en otro sitio ni ser una nómada digital. Estoy feliz bajo este calor desenfrenado. Me gusta huir de él en las bibliotecas que pisaba cuando estudiaba aquí, y al salir de allí, en chanclas, con un libro bajo el brazo, me siento igual que entonces, cuando me iba a estudiar con una novela de Henning Mankell debajo de los apuntes.

Hoy hablaba con Warren, un amigo de EEUU que vive en Almería. "The problem with Andalucía", me decía él, consternado, "es que durante tres meses no puedes hacer básicamente nada durante el día en el exterior". Ah, my friend, pero es que esa es la cuestión. That's the deal. Tienes que aprender a echar siesta y salir por la noche con la fresquita a la terraza de casa, a darte palmadas en los muslos para ahuyentar los mosquitos. Así te adaptas, como andaluz, igual que se adapta el resto de la humanidad a los rincones de este raro planeta.

Pero it's fucking worth it, man. O como se diga eso en argot rimado.