massobreloslunes: 10/05/15

lunes, 5 de octubre de 2015

Cambios

Una de las cosas extrañísimas del paso del tiempo es la forma en que sientes continuidad con una etapa de tu vida, te sientes exactamente igual que la tú del pasado y, de repente, ocurre un cisma silencioso, una ruptura irremediable, y tú ya eres otra persona que no se reconoce en la de antes.

A mí me ha pasado ya dos veces desde que empecé este blog. La primera ruptura fue con la yo universitaria. Cuando llegué a Cádiz, la Marina de Granada, que faltaba a clase cada dos por tres o daba vueltas en bici por la ciudad dormida, era la yo de hacía dos días. Me sentía identificada con ella, podía volver a ser ella cuando quisiera. Pero de repente cambié, y ahora los problemas y preocupaciones de esa Marina me parecen alienígenas.

Hace un par de días, por ejemplo, veía Gilmore Girls con Pablo. La protagonista, Rory Gilmore, acaba de empezar la universidad y es una chica tranquila y rarita a la que le gusta leer. Cuando hay una fiesta en los dormitorios, ella se encierra en su habitación mientras escucha las risas al otro lado, y yo recuerdo lo sola que me sentía cuando me quería quedar leyendo en vez de penar en algún bar del centro hasta que se hacía lo bastante tarde para irme. Y ahora pienso: qué gilipollez. Tendría que haber dicho: "no salgo porque no me apetece", y no salir, punto. Es fácil verlo así desde donde estoy ahora.

La segunda etapa que se ha acabado es la de la yo soltera. Llevo ya dos años y medio con El Hombre, y creo que todavía no he asumido del todo el cambio enorme que ha supuesto tenerle en mi vida. Solo me doy cuenta cuando otras personas me cuentan sus problemas amorosos, las relaciones confusas en las que están metidos, el flirteo o los jueguecitos de poder, y entonces me doy cuenta de lo rarísimo que es contar con una persona en la que confías al cien por cien, con la que puedes contar, que no juega  ni tiene miedo.

Eso es bueno y también es difícil. La yo soltera estaba desesperada por comunicarse, y se comunicaba con más gente. Escribía más (qué os voy a decir que no sepáis) y encontraba cierto placer perverso en la intensidad de sus enamoramientos y desenamoramientos. A la yo del presente a veces le cuesta encontrarse en esta calma. Me da miedo haber perdido lo que me hacía conectar con los demás y no volver a encontrar temas sobre los que escribir aquí nunca.

Pero bueno, es lo que tiene crecer y cambiar. No es fácil, incluso cuando llevas mucho tiempo deseando el cambio. La parte buena es que sigues teniendo oportunidades y partidas de repuesto, que sigo teniendo ganas de probar cosas nuevas y de experimentar. Así que le digo adiós a esa Marina enamoradiza y charlatana, y espero a que la de ahora tenga ganas de contarme cuál es la forma que elige para relacionarse con el mundo.