massobreloslunes: 11/07/11

lunes, 7 de noviembre de 2011

Momentos

Es sábado por la noche, y aunque aún es temprano ellos tres ya van borrachos. O drogados, a saber, que la juventud está fatal. No tendrán más de dieciocho años: una chica no muy guapa, con el pelo largo y castaño y el culo un poco gordo. Dos chicos: uno guapo, alto, con greñas cuidadas alrededor de una mandíbula cubierta de barba suave. Otro más normalito, con el pelo tieso de gomina, un poco de acné y los hombros demasiado estrechos.

Yo camino a unos metros, y aunque intento ir despacio para quedarme sola con mis pensamientos profundos sobre el amor, la vida y la escalada, ellos dan rodeos o se paran, y al final acabo teniéndoles enfrente todo el rato, mientras rodeo el perímetro de la ciudad en dirección a mi casa. Caminan alegres y desordenados. El chico guapo coge a ratos de la mano a la chica no muy guapa mientras el otro revolotea delante y detrás.

Al rato la chica está andando sola delante y los chicos charlan entre sí en voz baja. Ella parece distraída, se acerca a la barandilla, mira al mar y de vez en cuando les apresura a voces sin girar la cabeza. Ellos hablan, se ríen y se suben jugando a los pies de las farolas.

De pronto los dos chicos ralentizan la marcha, siguen riéndose, se miran. El chico no muy guapo agarra de la nuca al otro, que enarca las cejas, alarmado, pero sigue sonriendo. La presión en la nuca se hace más fuerte y el guapo señala con la coronilla a la chica, que camina sola y ajena a todo. El no guapo se encoge de hombros y abre las mandíbulas como en un gruñido del león de la Metro, pero no llega a tocar al guapo; simplemente juntan las frentes casi con violencia durante un momento breve, tan breve que no sé si me lo he inventado, y después el guapo se despega y tuerce un poco la cabeza, como excusándose, y se va hacia la chica, que sigue andando, dando tumbos y bebiendo despacio de la cerveza que tiene en la mano.

Y mientras caminamos los cuatro en dirección a la Viña y el viento norte nos congela las esquinas de la cara, sólo puedo pensar que es curioso cómo algunos momentos contienen dentro de sí toda la extraña complejidad de la vida.