Prometo no mandar más cartas
(ni más mails)
y no pasar por aquí
(aunque no paso yo, es tu imagen la que viene).
Prometo no llamarte más
(ni mandarte mensajes al móvil)
y no inventar ni mentir
(ni manipular, ni buscar razones o pretextos donde no los hay).
Prometo no seguir viviendo así
(con esta tristeza aleatoria y persistente)
prometo no pensar en ti
(ni en Ishiguro, ni en los parques, ni en la miel con vinagre balsámico).
Prometo dedicarme solamente a mí
(a mi meditación, mis libros, mis pacientes).
Prometo que a partir de ahora lucharé por cambiar
(por ser más buena y sensata, más callada y coherente).
Prometo que no me verás, que no voy a molestar
(seré una santa).
Y sabes que lo digo de verdad
(esta vez sí, te lo juro),
que no voy a fallarte en nada
(te dejaré tranquilo de una vez).
Tengo mucha fuerza de voluntad
(estudié mañana y tarde durante meses, saqué el número 12 del PIR),
no te fallaré en nada
(tampoco me dejas).
Prometo no seguir así
(porque es patético),
prometo que no voy a pensar en ti
(y yo lo que prometo lo culpo),
prometo dedicarme solamente a mí
(qué remedio).
Y el aire que me sobra alrededor
(me sobra aire vacío, no sólo de ti, vacío de muchas cosas)
y el tiempo que se queda en nada
(se me disuelven los días y no tengo ni idea de a dónde van).
Nunca más escucharé tu voz
(y, de hecho, no la recuerdo),
energía nunca liberada
(que se queda conmigo y me consume los huesos).
Palabras que se perderán entre estas cuatro paredes
(¿dónde van las palabras cuando no las escucha nadie?),
como lágrimas en la lluvia se irán
(y pasará el tiempo, y nos cubrirán los años, y nos haremos viejos...).
Se irán, se perderán, se irán, se perderán, se irán, se perderán,
se irán, se perderán, se irán, se perderán...
Como lágrimas en la lluvia...
¿Dónde estabas entonces?