Lo del cuerpo es un rollo raro. Tener un cuerpo y que sea nuestro vehículo desde que nacemos hasta que nos morimos. Ser hombre, mujer, blanco, negro, alto, bajito y serlo para siempre.
A mí no me disgusta mi cuerpo. Sobre todo desde que estoy fuerte como un limón y tal, que me siento como si lo tuviera todo más en su sitio. Si me preguntaran qué cambiaría, supongo que al final lo dejaría como está (excepto en la piel de princesa: pediría una piel de princesa sin pensármelo dos veces). Pero sí que hay rasgos físicos que me llaman la atención y que me gustaría probar, aunque sólo fuera por un rato.
Por ejemplo: ser alta. Siempre me acuerdo de una chavala a la que conocí en Barcelona que era muy pequeñita, más que yo, y que siempre decía "Si jo fós alta... quantes coses faria...". No os equivoquéis: ser bajita está guay. Es cómodo para casi todo, excepto para colocar objetos en estantes altos. Pero cabes mejor en todas partes, te acurrucas en cualquier rinconcillo, te valen los tíos de cualquier tamaño y si estás desproporcionada no se nota tanto. Pero teniendo en cuenta que mi ego es del tamaño de Manhattan, creo que necesitaría unos centímetros más para proyectar la imagen de pedazo de tía segura de mí misma que anida en mi interior.
También querría ser flaca. Flaca de ésas que se atiborran a comer y siguen flacas porque es su complexión, o que sencillamente no aman la comida como yo la amo. Yo no soy flaca ni gorda: soy normal. Pero sé que hay una gorda dentro de mí que lucha por salir, y la tengo que mantener a raya a base de ensaladas y yogures vitalínea. Me gustaría poder comer desaforadamente y seguir divina. Aunque a lo mejor eso no es un rasgo físico, sino metabólico; quién sabe.
Otra cosa que me haría un montón de ilusión es tener la piel morena. Ir a la playa dos días y ponerme negraca. O, por lo menos, no repeler el sol en lugar de absorberlo, como me pasa ahora. Me gustan las pieles morenas. Me parecen sanas, bonitas y que quedan bien con todos los colores. Lo que pasa, por otra parte, es que me encanta ser rubia y estoy superapegada a mi color de pelo, y los dos rasgos mezclados quedarían un poco en un plan Leticia Sabater del que paso.
Por último, me gustaría probar durante unos días a ser perturbadoramente guapa. De esas tías que te caen mal en cuanto las conoces porque piensas: qué asquerosa, qué guapa es. De las que no tienen amigas porque siempre se llevan a los tíos y las demás se sienten un callo malayo a su lado. De las que reciben mensajes en plan "no sabes quién soy, pero te vi el otro día en la fiesta de Pepito y me encantaría conocerte". Pero sólo querría ser perturbadoramente guapa un tiempecito, en plan ver lo que se siente al causar ese efecto en la gente. Tiene que ser agotador y malísimo para el karma. Debes de sentirte en la obligación de demostrar vete a saber qué por ser tan guapa. Yo prefiero ser agradable a la vista y que después se me aprecie por mi interior.
Vaya post raro que me ha quedado. Estoy que me caigo de sueño. En realidad sé que ya había escrito hoy, pero es que me estoy volviendo una yonqui de sentarme aquí al final del día y soltar estupideces.
Hale, a dormir, que estar de vacaciones también cansa.