El poeta siempre había querido ser insomne. Quedaba tan bien... Qué glamour. "Yo es que soy insomne", diría. Se quedaría delgado, por supuesto, demacrado como un romántico enfermo de tuberculosis. La gente le preguntaría: "¿Y esas ojeras?". "Es que tengo insomnio", respondería él, curvando los labios hacia abajo. Sonaba tan interesante. "Escribo de noche - continuaría la explicación -, y el proceso creativo me excita tanto que luego no puedo dormir. Cuento ovejitas, me pongo un vaso de leche, pero nada". "¿Has probado a escribir a otra hora?", le preguntaría su bienintencionado interlocutor". Entonces él sacudiría la cabeza con determinación: "No, no puedo, no hay manera, las musas no me visitan de noche". Y se encogería de hombros, resignado a su triste destino, y seguiría caminando tambaleándose de sueño.
Pero la pura verdad es que el poeta no era insomne. Dormía como un bendito. A eso de las once le empezaba a entrar sueño, y para las doce ya estaba que se caía. Intentaba aguantar, que conste. Su mujer se metía en la cama y él, con su batín y su paquete de tabaco, se iba a su estudio y cerraba la puerta. Sacaba su cuaderno y revisaba lo último que había escrito, o trabajaba alguna idea surgida a lo largo del día. A los dos minutos, empezaban a cerrársele los ojos. Medio dormido, apoyaba la cabeza en una mano y empezaban a cruzar por su cabeza imágenes extrañas y frases inconexas. Entonces refunfuñaba y se metía en la cama, y nada más apoyar la cabeza en la almohada dormía toda la noche el sueño de los justos.
El poeta escribía más bien poco, entonces. Ocho horas de sueño, ocho de trabajo, su mujer, sus hijas, ayudar en casa, jugar al tenis con su cuñado, y al poeta apenas le quedaba tiempo para garabatear un par de frases en el autobús. Miraba su vida y le parecía muy poco poética. A veces se sorprendía imaginando que su mujer y sus hijos morían en un trágico accidente de tráfico. Adiós obligaciones, adiós sueño tranquilo, sólo él en su casa con largas horas de desesperación que llenar escribiendo. Después publicaría el libro de poemas que le haría famoso (aunque el poeta no se engañaba, sabía que es muy difícil que un libro de poemas te haga famoso... pero acababa de imaginar la muerte de su mujer y su hija, ¿qué importancia tenía llevar la fantasía un poco más lejos?). En una entrevista para algún suplemento cultural, el periodista le preguntaría de dónde había sacado esa colección de poemas tristes pero hermosísimos. "De mi dolor - contestaría él, apesadumbrado -. Después del accidente (y todo el mundo sabría a qué accidente se refería), sentí que tenía dos opciones: escribir o suicidarme". Y el entrevistado asentiría, comprensivo.
Normalmente, el poeta no podía avanzar más en esa fantasía, poorque su mujer o sus hijas le interrumpían, irritantemente vivas, y le pedían ayuda con los deberes, o que sacara la basura, o "a ver cuándo hacemos algo especial, que desde que nacieron las niñas no nos dedicamos a nosotros ni un segundo". El poeta resoplaba, fastidiado. "Insomnio - se repetía -. Si al menos tuviera insomnio...".
jueves, 26 de febrero de 2009
domingo, 22 de febrero de 2009
Nietzsche in the night
Salgo a tomar algo con César y Dunya. Después de las dos primeras, César se va a casa a terminar nosequé solicitud para una subvención de la junta, y Dunya y yo nos quedamos en el Bellakurva a tomar la penúltima. Bendito, hermoso Bellakurva, con su decoración roja y negra y sus ramas de árbol colgadas del techo y llenas de pequeñas bombillas. Es tarde y se les ha acabado el sushi, pero pedimos fideos de soja y también están buenos :se escurren tenedor abajo y gotean salsa de soja por mi barbilla mientras escucho hablar a Dunya. Apunto mentalmente no pedir fideos de soja si un día quiero impresionar a alguien.
"Dice Nietzsche que hay que saber lo que uno quiere y saber que lo quiere", dice Dunya al cabo de un rato. "¿Entiendes la diferencia?". Asiento, pero ahora que estoy en mi casa y vuelvo a reflexionar sobre la frase, pienso que no, que no entiendo la diferencia. Si uno sabe lo que quiere, por definición, ya sabe que lo quiere. Cualquiera de mis amigos filósofos podría confirmarme esto: es pura lógica. Así que pienso que tal vez lo que Nietzsche quería decir es que hay que saber lo que uno quiere y reconocer que lo quiere. La diferencia está ahí, en ese ser capaz de admitir lo que queremos y lo que no.
Hay tanto que escribir a estas horas de la noche, y tan pocas ganas de hacerlo...
"Dice Nietzsche que hay que saber lo que uno quiere y saber que lo quiere", dice Dunya al cabo de un rato. "¿Entiendes la diferencia?". Asiento, pero ahora que estoy en mi casa y vuelvo a reflexionar sobre la frase, pienso que no, que no entiendo la diferencia. Si uno sabe lo que quiere, por definición, ya sabe que lo quiere. Cualquiera de mis amigos filósofos podría confirmarme esto: es pura lógica. Así que pienso que tal vez lo que Nietzsche quería decir es que hay que saber lo que uno quiere y reconocer que lo quiere. La diferencia está ahí, en ese ser capaz de admitir lo que queremos y lo que no.
Hay tanto que escribir a estas horas de la noche, y tan pocas ganas de hacerlo...
miércoles, 18 de febrero de 2009
La muerte por la mañana
A veces, cuando voy en el autobús, me da por pensar que es curioso que todos los que vamos en él estemos vivos. En el ser humano hay dos estados posibles: vivo y muerto, y curiosamente coincide que la mayoría de las personas que vemos a nuestro alrededor están vivas. Nos parece lo normal. Con lo complicado que es seguir vivo; que se lo digan a nuestras pobres células, trabajando como negras todo el día sólo para evitarnos el vacío inconcebible de morirnos. Pienso qué pasaría si alguien se muriera de repente en el autobús. Sería un shock. Y eso que hay muchos más muertos que vivos, descomponiéndose bajo la superficie de nuestro mundo.
Por otra parte, el Húngaro me enseñó hace poco la evolución del número de habitantes de la Tierra a los largo de la historia. No recuerdo exactamente las cifras (soy terrible para los números) pero sí sé que, en comparación con los que somos ahora, el número de habitantes en la Edad Media era ridículo. Esto quiere decir que, por mucho que haya muerto muchísima gente desde el principio de los tiempos, ahora mismo somos un montón de vivos pisoteando el suelo. Vivos que también moriremos, un día, y que ni siquiera nos lo creemos.
Miro a mi alrededor. Vamos a morir, todos. Miro al chico que está de pie junto a mí. Tiene buen aspecto, pero si ahora muriera (vete a saber por qué), empezaría a pudrirse, a desteñirse, a hincharse. Y lo hará, de hecho, algún día. Todos lo haremos. Míranos aquí, los vivos, paseándonos como si fuéramos los reyes del mambo durante nuestros patéticos setenta y pico años de vida media.
Luego he empezado a elucubrar dónde vamos a meter los cadáveres a medida que aumente la población, y después han venido a mi mente el efecto invernadero y las catástrofes nucleares, y por último he pensado: "Maldito Chuck Palahniuk".
Y ahí ya he tenido que parar, porque llegaba mi parada y tenía que bajarme.
Por otra parte, el Húngaro me enseñó hace poco la evolución del número de habitantes de la Tierra a los largo de la historia. No recuerdo exactamente las cifras (soy terrible para los números) pero sí sé que, en comparación con los que somos ahora, el número de habitantes en la Edad Media era ridículo. Esto quiere decir que, por mucho que haya muerto muchísima gente desde el principio de los tiempos, ahora mismo somos un montón de vivos pisoteando el suelo. Vivos que también moriremos, un día, y que ni siquiera nos lo creemos.
Miro a mi alrededor. Vamos a morir, todos. Miro al chico que está de pie junto a mí. Tiene buen aspecto, pero si ahora muriera (vete a saber por qué), empezaría a pudrirse, a desteñirse, a hincharse. Y lo hará, de hecho, algún día. Todos lo haremos. Míranos aquí, los vivos, paseándonos como si fuéramos los reyes del mambo durante nuestros patéticos setenta y pico años de vida media.
Luego he empezado a elucubrar dónde vamos a meter los cadáveres a medida que aumente la población, y después han venido a mi mente el efecto invernadero y las catástrofes nucleares, y por último he pensado: "Maldito Chuck Palahniuk".
Y ahí ya he tenido que parar, porque llegaba mi parada y tenía que bajarme.
martes, 10 de febrero de 2009
Para Paz (I)
(NOTA: Post coñazo sólo apto para personas con problemas en el estudio. Absténganse Martins)
Bueno, por fin tengo algo de qué hablar en época de exámenes: de estudiar.
Este post viene a que Paz, una lectora, me ha preguntado cómo lo hago yo para estudiar, porque se ve con problemillas por su edad y sus circunstancias. Podéis leer el comentario en la entrada anterior (no hay ganas de linkar).
Así que, en primer lugar, voy a contar CÓMO ESTUDIO YO.
Consideraciones previas: lo primero, y lo más importante, es que yo estudio para exámenes tipo test, que no es en absoluto lo mismo que estudiar para exámenes a desarrollar. Si eso, publicaré en un par de días otro post con técnicas que puedan servir también para los exámenes a desarrollar. Lo segundo es que yo saco notas bastante buenas, pero no soy de todo matrícula. Creo que sacarlo todo matrícula significaría cambiar mis hábitos y mi vida en función de ese objetivo, y de momento no es mi intención. Así que lo que yo pretendo es sacar buenos resultados con un esfuerzo mediano.
Hábitos de estudio.
Yo no estudio durante el cuatrimestre. NADA. Me parece que no se compensa el esfuerzo que se invierte con el beneficio que se obtiene. Yo estudio exclusivamente en época de exámenes. Eso sí; en esa época, lo hago de forma intensiva: de nueve de la mañana a dos de la tarde y de tres y media a ocho, más o menos (con sus correspondientes descansos, como hora y media en total).
Estudio en biblioteca. Para mí, esto marca la diferencia. Soy absolutamente INCAPAZ de sentarme a estudiar en mi casa más de media hora seguida. Además, ir a la biblioteca tiene la ventaja de que conviertes el estudio en una especie de trabajo delimitado en el tiempo y en el espacio, y te es más sencillo desconectar cuando llegas a casa.
No planifico los temas ni lo que tengo que estudiar. Lo voy haciendo más o menos sobre la marcha, en función de los ánimos que tengo cada día y de lo que me apetece o no estudiar. Utilizo el método de la hormiga: voy haciendo, voy haciendo, y cuando llega el día del examen, en general, voy con lo que tengo. No suelo quedarme estudiando la noche de antes, a no ser que lo lleve preocupantemente mal. Esto también lo hago porque en los exámenes tipo test el porcentaje de preguntas de cada tema suele ser proporcional al peso del tema, es decir: si no me estudio un 25% del temario, no me sabré un 25% de preguntas del examen; no corro el riesgo de que me pregunten sólo ese 25% que no me sé. Supongo que si no fuera así intentaría llevar más o menos sabido todo el temario. En tipo test es más importante tener muy clarito lo que se sabe que llevar todo el temario con alfileres.
Como más o menos lo mismo que el resto del año. Últimamente he suprimido la siesta (me estresaba encontrar el tiempo para echármela xD) así que procuro almorzar ligero y sin hidratos de carbono para que no me dé sueño (hoy, por ejemplo, he comido pisto con huevo y ensalada). No tomo suplementos vitamínicos (excepto un año, que estuve tomando uno que venden en el Mercadona... pero tampoco noté mucho la diferencia).
No descanso prácticamente ningún día en todo el período de exámenes. Como mucho, la tarde después de un examen, si tengo tiempo para el siguiente. Si por lo que sea pierdo una mañana o una tarde, intento recuperarla estudiando esa noche un par de horas. La PK y yo hemos descubierto lo que llamamos "el síndrome de descansar un día", que consiste en que si descansas un día, te cuesta otros dos coger otra vez el ritmo, y a la que te das cuenta desaprovechas media semana.
Duermo bien (en general, nunca tengo problemas de sueño, ni siquiera cuando estoy preocupada o nerviosa. Me meto en la cama y me quedo frita), unas siete u ocho horas diarias.
Medito de vez en cuando (últimamente con muy poca frecuencia, la verdad).
Creo que lo más importante es mantener la motivación y mentalizarse de que estás en época de exámenes y no tienes tiempo para nada más. Si tengo que compaginar estudiar con otra cosa (por ejemplo, este año con los talleres, o el año pasado que estaba de becaria) intento sacar más horas el resto de los días o un par de horas ese día en otro horario.
Especial hijos: yo no sé mucho de esto, porque no los tengo, pero mi amiga Andrea tiene una hija pequeña y ha estudiado la carrera a la vez que yo. Lo que hace ella es estudiar cuando estudia y estar con su hija cuando está con su hija, y apoyarse mucho en el entorno familiar (algunos años mandaba un par de semanas a la hija con los abuelos). También suele irse a bibliotecas, porque si se queda en casa, aunque su marido se ocupe de la niña no puede evitar estar pendiente (y su hija la llama todo el rato, claro). Ha sido duro para ella (lloraba cuando mandaba a la niña con los abuelos, qué pobre) pero ha sacado la carrera en su tiempo y con muy buenas notas.
Técnicas de estudio propiamente dichas.
Para exámenes de tipo test hay que tener en cuenta que el objetivo no es ser capaz de recuperar la materia, sino dominarla lo suficientemente bien como para reconocer la información correcta y no confundirla con otra. Esto es difícil de pillar si vienes de hacer sólo exámenes a desarrollar, porque estás acostumbrado a memorizarlo todo para ser capaz de recuperarlo desde cero. En los exámenes tipo test es mucho más importante fijarse en los detalles, así que recomiendo NO hacer esquemas, o hacerlos si se quiere para estructurar la información, pero volver siempre a la fuente original.
Es importante recordar que lo que tú consideras importante no es necesariamente lo que el profesor considera importante, así que cuidado al subrayar. Yo subrayo en dos colores: uno para la información importante y otro para la MUY importante, pero al repasar suelo volver a leerlo todo por si se me escapa algún detallito que pueda caer en alguna pregunta.
En este tipo de exámenes, la elaboración es muy importante. Es decir, que hay que entender muy bien las relaciones que hay entre los distintos conceptos y temas: lo que es igual que algo, lo que es diferente a algo, lo que se puede confundir con algo. Es muy importante, por tanto, ser consciente del propio proceso de estudio a medida que se va desarrollando. Yo lo hago más o menos así:
1. Leo el tema y lo subrayo.
2. Releo el tema:
- Las partes que creo que debo memorizar, las repito mentalmente o las escribo en otra hoja. Esto es muy importante para fijar bien los conceptos. Si se lee muchas veces, pero no se recupera, no se memoriza bien. Después, marco de alguna forma lo que he olvidado al repetir.
- Las partes que creo que no debo memorizar, las leo asegurándome de que lo entiendo todo bien y que no leo nada de corrido sin enterarme de lo que dice, y subrayo la información que creo que sí debo memorizar (lo de no memorizar y memorizar lo explicaré después más detenidamente).
- A medida que voy leyendo, intento imaginar preguntas que podrían hacerme e identificar otros conceptos del temario con los que podrían confundirse o relacionarse los que estoy leyendo ahora. Apunto y marco también eso en los apuntes.
- Utilizo otras técnicas, como sacar al margen información muy importante en pequeños esquemitas o poner junto a los párrafos los puntos más importantes que contiene.
3. Repaso el tema, fijándome con más detenimiento en lo que he marcado como "especial".
En un examen tipo test es muy importante memorizar sólo lo necesario. Es decir, que hay información que no tienes que perder el tiempo en almacenar, porque es de lógica y sabrás reconocer la respuesta verdadera caundo te la pongan, pero hay otra que es incongruente o extraña y que sí merece una atención especial.
Por ejemplo, pongamos que estoy estudiándome los efectos del tabaco en la salud. Memorizar que da cáncer, que causa enfermedades cardiovasculares o que disminuye la fertilidad en la mujer es una pérdida de tiempo, porque son consecuencias de lógica y puedo sacarlas sin esfuerzo si me las piden. Sin embargo, el tabaco disminuye el riesgo de Parkinson. Esto sí me lo apuntaría, porque va en contra de mi lógica (que el tabaco es malo para la salud) y podría llevarme a error en el examen.
En ese sentido, también hay información redundante que es necesario identificar. Por ejemplo, el café contiene cafeína, el té teofilina y el cacao teobromina. La cafeína es más excitante que la teofilina, y ésta a su vez más que la teobromina. Esta segunda información es redundante, porque yo ya sé que el café excita más que el té, y el té más que el cacao; aprendérmela es perder tiempo y recursos cognitivos. Así dicho, parece una chorrada, pero si se hace siempre que se puede, se aprovecha mejor el tiempo y el esfuerzo.
También voy alternando unas tareas con otras. Por ejemplo, sé que puedo pasar mucho más tiempo leyendo un tema nuevo (porque es nuevo e interesante) que repasando un tema antiguo, que es mucho más cansado y demandante, así que cuando me canso de repasar, voy a temas nuevos o a lecturas de ampliación que aún no he mirado, y luego vuelvo a repasar.
Intento no estudiar seguida información que pueda ser confusa. Por ejemplo, esta mañana me he estudiado las catecolaminas. Si sigo con los neuropéptidos y los aminoácidos, es muy probable que me haga un lío con los agonistas y antagonistas de todos, así que probablemente esta tarde me estudie los neuropéptidos y mañana los aminoácidos, porque la separación en el tiempo ayuda a diferenciar la información similar y a archivarla en la mente.
Sobre todo, es muy importante el trabajo metacognitivo, es decir: ser muy consciente de cómo se está estudiando, de lo que nos cuesta más trabajo entender, de cómo se relaciona una información con otra y de cómo puedo utilizar lo que ya sé para anclar conocimientos nuevos. Y también es importante el esfuerzo congnitivo propiamente dicho, es decir: no conformarse con repasar de forma pasiva, sino machacar y machacar de forma activa y asegurarnos de que cada cosa está en su sitio en el archivo de nuestra mente.
De momento, lo dejo aquí, que me tengo que ir a la biblioteca y se me descuadran los horarios (jijiji).
Bueno, por fin tengo algo de qué hablar en época de exámenes: de estudiar.
Este post viene a que Paz, una lectora, me ha preguntado cómo lo hago yo para estudiar, porque se ve con problemillas por su edad y sus circunstancias. Podéis leer el comentario en la entrada anterior (no hay ganas de linkar).
Así que, en primer lugar, voy a contar CÓMO ESTUDIO YO.
Consideraciones previas: lo primero, y lo más importante, es que yo estudio para exámenes tipo test, que no es en absoluto lo mismo que estudiar para exámenes a desarrollar. Si eso, publicaré en un par de días otro post con técnicas que puedan servir también para los exámenes a desarrollar. Lo segundo es que yo saco notas bastante buenas, pero no soy de todo matrícula. Creo que sacarlo todo matrícula significaría cambiar mis hábitos y mi vida en función de ese objetivo, y de momento no es mi intención. Así que lo que yo pretendo es sacar buenos resultados con un esfuerzo mediano.
Hábitos de estudio.
Yo no estudio durante el cuatrimestre. NADA. Me parece que no se compensa el esfuerzo que se invierte con el beneficio que se obtiene. Yo estudio exclusivamente en época de exámenes. Eso sí; en esa época, lo hago de forma intensiva: de nueve de la mañana a dos de la tarde y de tres y media a ocho, más o menos (con sus correspondientes descansos, como hora y media en total).
Estudio en biblioteca. Para mí, esto marca la diferencia. Soy absolutamente INCAPAZ de sentarme a estudiar en mi casa más de media hora seguida. Además, ir a la biblioteca tiene la ventaja de que conviertes el estudio en una especie de trabajo delimitado en el tiempo y en el espacio, y te es más sencillo desconectar cuando llegas a casa.
No planifico los temas ni lo que tengo que estudiar. Lo voy haciendo más o menos sobre la marcha, en función de los ánimos que tengo cada día y de lo que me apetece o no estudiar. Utilizo el método de la hormiga: voy haciendo, voy haciendo, y cuando llega el día del examen, en general, voy con lo que tengo. No suelo quedarme estudiando la noche de antes, a no ser que lo lleve preocupantemente mal. Esto también lo hago porque en los exámenes tipo test el porcentaje de preguntas de cada tema suele ser proporcional al peso del tema, es decir: si no me estudio un 25% del temario, no me sabré un 25% de preguntas del examen; no corro el riesgo de que me pregunten sólo ese 25% que no me sé. Supongo que si no fuera así intentaría llevar más o menos sabido todo el temario. En tipo test es más importante tener muy clarito lo que se sabe que llevar todo el temario con alfileres.
Como más o menos lo mismo que el resto del año. Últimamente he suprimido la siesta (me estresaba encontrar el tiempo para echármela xD) así que procuro almorzar ligero y sin hidratos de carbono para que no me dé sueño (hoy, por ejemplo, he comido pisto con huevo y ensalada). No tomo suplementos vitamínicos (excepto un año, que estuve tomando uno que venden en el Mercadona... pero tampoco noté mucho la diferencia).
No descanso prácticamente ningún día en todo el período de exámenes. Como mucho, la tarde después de un examen, si tengo tiempo para el siguiente. Si por lo que sea pierdo una mañana o una tarde, intento recuperarla estudiando esa noche un par de horas. La PK y yo hemos descubierto lo que llamamos "el síndrome de descansar un día", que consiste en que si descansas un día, te cuesta otros dos coger otra vez el ritmo, y a la que te das cuenta desaprovechas media semana.
Duermo bien (en general, nunca tengo problemas de sueño, ni siquiera cuando estoy preocupada o nerviosa. Me meto en la cama y me quedo frita), unas siete u ocho horas diarias.
Medito de vez en cuando (últimamente con muy poca frecuencia, la verdad).
Creo que lo más importante es mantener la motivación y mentalizarse de que estás en época de exámenes y no tienes tiempo para nada más. Si tengo que compaginar estudiar con otra cosa (por ejemplo, este año con los talleres, o el año pasado que estaba de becaria) intento sacar más horas el resto de los días o un par de horas ese día en otro horario.
Especial hijos: yo no sé mucho de esto, porque no los tengo, pero mi amiga Andrea tiene una hija pequeña y ha estudiado la carrera a la vez que yo. Lo que hace ella es estudiar cuando estudia y estar con su hija cuando está con su hija, y apoyarse mucho en el entorno familiar (algunos años mandaba un par de semanas a la hija con los abuelos). También suele irse a bibliotecas, porque si se queda en casa, aunque su marido se ocupe de la niña no puede evitar estar pendiente (y su hija la llama todo el rato, claro). Ha sido duro para ella (lloraba cuando mandaba a la niña con los abuelos, qué pobre) pero ha sacado la carrera en su tiempo y con muy buenas notas.
Técnicas de estudio propiamente dichas.
Para exámenes de tipo test hay que tener en cuenta que el objetivo no es ser capaz de recuperar la materia, sino dominarla lo suficientemente bien como para reconocer la información correcta y no confundirla con otra. Esto es difícil de pillar si vienes de hacer sólo exámenes a desarrollar, porque estás acostumbrado a memorizarlo todo para ser capaz de recuperarlo desde cero. En los exámenes tipo test es mucho más importante fijarse en los detalles, así que recomiendo NO hacer esquemas, o hacerlos si se quiere para estructurar la información, pero volver siempre a la fuente original.
Es importante recordar que lo que tú consideras importante no es necesariamente lo que el profesor considera importante, así que cuidado al subrayar. Yo subrayo en dos colores: uno para la información importante y otro para la MUY importante, pero al repasar suelo volver a leerlo todo por si se me escapa algún detallito que pueda caer en alguna pregunta.
En este tipo de exámenes, la elaboración es muy importante. Es decir, que hay que entender muy bien las relaciones que hay entre los distintos conceptos y temas: lo que es igual que algo, lo que es diferente a algo, lo que se puede confundir con algo. Es muy importante, por tanto, ser consciente del propio proceso de estudio a medida que se va desarrollando. Yo lo hago más o menos así:
1. Leo el tema y lo subrayo.
2. Releo el tema:
- Las partes que creo que debo memorizar, las repito mentalmente o las escribo en otra hoja. Esto es muy importante para fijar bien los conceptos. Si se lee muchas veces, pero no se recupera, no se memoriza bien. Después, marco de alguna forma lo que he olvidado al repetir.
- Las partes que creo que no debo memorizar, las leo asegurándome de que lo entiendo todo bien y que no leo nada de corrido sin enterarme de lo que dice, y subrayo la información que creo que sí debo memorizar (lo de no memorizar y memorizar lo explicaré después más detenidamente).
- A medida que voy leyendo, intento imaginar preguntas que podrían hacerme e identificar otros conceptos del temario con los que podrían confundirse o relacionarse los que estoy leyendo ahora. Apunto y marco también eso en los apuntes.
- Utilizo otras técnicas, como sacar al margen información muy importante en pequeños esquemitas o poner junto a los párrafos los puntos más importantes que contiene.
3. Repaso el tema, fijándome con más detenimiento en lo que he marcado como "especial".
En un examen tipo test es muy importante memorizar sólo lo necesario. Es decir, que hay información que no tienes que perder el tiempo en almacenar, porque es de lógica y sabrás reconocer la respuesta verdadera caundo te la pongan, pero hay otra que es incongruente o extraña y que sí merece una atención especial.
Por ejemplo, pongamos que estoy estudiándome los efectos del tabaco en la salud. Memorizar que da cáncer, que causa enfermedades cardiovasculares o que disminuye la fertilidad en la mujer es una pérdida de tiempo, porque son consecuencias de lógica y puedo sacarlas sin esfuerzo si me las piden. Sin embargo, el tabaco disminuye el riesgo de Parkinson. Esto sí me lo apuntaría, porque va en contra de mi lógica (que el tabaco es malo para la salud) y podría llevarme a error en el examen.
En ese sentido, también hay información redundante que es necesario identificar. Por ejemplo, el café contiene cafeína, el té teofilina y el cacao teobromina. La cafeína es más excitante que la teofilina, y ésta a su vez más que la teobromina. Esta segunda información es redundante, porque yo ya sé que el café excita más que el té, y el té más que el cacao; aprendérmela es perder tiempo y recursos cognitivos. Así dicho, parece una chorrada, pero si se hace siempre que se puede, se aprovecha mejor el tiempo y el esfuerzo.
También voy alternando unas tareas con otras. Por ejemplo, sé que puedo pasar mucho más tiempo leyendo un tema nuevo (porque es nuevo e interesante) que repasando un tema antiguo, que es mucho más cansado y demandante, así que cuando me canso de repasar, voy a temas nuevos o a lecturas de ampliación que aún no he mirado, y luego vuelvo a repasar.
Intento no estudiar seguida información que pueda ser confusa. Por ejemplo, esta mañana me he estudiado las catecolaminas. Si sigo con los neuropéptidos y los aminoácidos, es muy probable que me haga un lío con los agonistas y antagonistas de todos, así que probablemente esta tarde me estudie los neuropéptidos y mañana los aminoácidos, porque la separación en el tiempo ayuda a diferenciar la información similar y a archivarla en la mente.
Sobre todo, es muy importante el trabajo metacognitivo, es decir: ser muy consciente de cómo se está estudiando, de lo que nos cuesta más trabajo entender, de cómo se relaciona una información con otra y de cómo puedo utilizar lo que ya sé para anclar conocimientos nuevos. Y también es importante el esfuerzo congnitivo propiamente dicho, es decir: no conformarse con repasar de forma pasiva, sino machacar y machacar de forma activa y asegurarnos de que cada cosa está en su sitio en el archivo de nuestra mente.
De momento, lo dejo aquí, que me tengo que ir a la biblioteca y se me descuadran los horarios (jijiji).
domingo, 8 de febrero de 2009
A punto de terminar los exámenes
No me gusta estar tanto tiempo sin actualizar. Lo digo en serio. Odio los blogs que no actualizan a menudo y que me tienen semanas con el mismo puñetero post en la portada. No quiero ser de ésas.
Hoy estoy en Aparejadores, mi biblioteca de fin de semana favorita del mundo mundial. Tiene grandes mesas blancas de dibujo y taburetes que parecen molestar a todo el mundo excepto a mí. En las enormes mesas puede uno hacerse fuerte: colocar los apuntes en varios montones, el abrigo, la bufanda, la botella de agua y el portátil. Estoy contenta de estar aquí. Es la primera vez que vengo en estos exámenes de febrero, porque al parecer la abrieron más tarde y pensaba que no iban a hacerlo este año, hasta que hoy, de camino a Ciencias (the worst sala de estudio ever, por cierto) he encontrado abierta la puertecita lateral. Así que estoy muy contenta. Le tengo mucho cariño a estas aulas de dibujo. Llevo viniendo aquí en época de exámenes cuatro años, y la mayoría de las cosas importantes o bonitas que me han pasado en Granada se han relacionado con ellas en algún momento.
(Inciso releyendo el post: no quiero decir que las aulas de dibujo tengan que ver con todas las cosas que me pasan; lo que quiero decir es que en ellas he pensado en muchas cosas que me han pasado, o he estado con gente que me ha importado... las épocas de exámenes son épocas intensas, en las que piensas en la vida y en la muerte y tienes un montón de ganas de sexo. Así que estas paredes, y estas mesas, han visto todo eso... o me han visto a mí pensando en eso... bueno, lo que sea)
Al final de la época de exámenes siempre hay un momento en que me parece que me han metido la cabeza el algodón y no puedo respirar. Esto, unido a la presión que estoy experimentando últimamente con el tema pseudolaboral (bueno, de pseudo nada, que tengo contrato y todo, ya os daré detalles), me ha tenido estos días con la ansiedad saliéndome por las orejas, que diría mi madre. Hoy, sin embargo, me encuentro bastante bien. Voy a ir a casa, a dejar allí el portátil y volveré a estudiar un par de horas más. En cinco días seré libre.
Hoy pensaba en la memoria a corto plazo, que es un pensamiento muy friki incluso para alguien que está estudiando psicología. La memoria a corto plazo tiene una duración breve y sirve como buffer para ir almacenando la información que necesitamos para movernos en el presente. Si esa información es lo suficientemente interesante, la pasamos a la memoria a largo plazo y se queda ahí por un tiempo indefinido. La corta duración de la MCP es la razón, por ejemplo, de que se estamos pensando en qué decir y nos interrumpen, se nos olvide y parezca imposible recordar de qué íbamos a hablar.
La MCP es también la razón por la que la mayoría de la gente dice que es "malísima para los nombres". Nos presentan a alguien y, como realmente su nombre nos importa más bien poco, permanece unos segundos en nuestra MCP y luego vuela. Así que cuando alguien os diga que no se acuerda de vuestro nombre, es que en el momento es que os presentaron no os estaba prestando ninguna atención. A mí no me pasa, porque a mí me gusta saber cómo se llama la gente. Los nombres me parecen interesantes. De hecho, a veces estoy en algún sitio rodeada de gente que no conozco (por ejemplo, ahora, en la biblioteca) y me parece raro no saber cómo se llaman y que, de hecho, sus nombres sean una información totalmente inaccesible para mí (paranoia paranoia).
Lo voy a dejar aquí, que la farma me espera, con todos sus neurotransmisores, agonistas, antagonistas y etcétera esperando para hacerme la puñeta.
Hoy estoy en Aparejadores, mi biblioteca de fin de semana favorita del mundo mundial. Tiene grandes mesas blancas de dibujo y taburetes que parecen molestar a todo el mundo excepto a mí. En las enormes mesas puede uno hacerse fuerte: colocar los apuntes en varios montones, el abrigo, la bufanda, la botella de agua y el portátil. Estoy contenta de estar aquí. Es la primera vez que vengo en estos exámenes de febrero, porque al parecer la abrieron más tarde y pensaba que no iban a hacerlo este año, hasta que hoy, de camino a Ciencias (the worst sala de estudio ever, por cierto) he encontrado abierta la puertecita lateral. Así que estoy muy contenta. Le tengo mucho cariño a estas aulas de dibujo. Llevo viniendo aquí en época de exámenes cuatro años, y la mayoría de las cosas importantes o bonitas que me han pasado en Granada se han relacionado con ellas en algún momento.
(Inciso releyendo el post: no quiero decir que las aulas de dibujo tengan que ver con todas las cosas que me pasan; lo que quiero decir es que en ellas he pensado en muchas cosas que me han pasado, o he estado con gente que me ha importado... las épocas de exámenes son épocas intensas, en las que piensas en la vida y en la muerte y tienes un montón de ganas de sexo. Así que estas paredes, y estas mesas, han visto todo eso... o me han visto a mí pensando en eso... bueno, lo que sea)
Al final de la época de exámenes siempre hay un momento en que me parece que me han metido la cabeza el algodón y no puedo respirar. Esto, unido a la presión que estoy experimentando últimamente con el tema pseudolaboral (bueno, de pseudo nada, que tengo contrato y todo, ya os daré detalles), me ha tenido estos días con la ansiedad saliéndome por las orejas, que diría mi madre. Hoy, sin embargo, me encuentro bastante bien. Voy a ir a casa, a dejar allí el portátil y volveré a estudiar un par de horas más. En cinco días seré libre.
Hoy pensaba en la memoria a corto plazo, que es un pensamiento muy friki incluso para alguien que está estudiando psicología. La memoria a corto plazo tiene una duración breve y sirve como buffer para ir almacenando la información que necesitamos para movernos en el presente. Si esa información es lo suficientemente interesante, la pasamos a la memoria a largo plazo y se queda ahí por un tiempo indefinido. La corta duración de la MCP es la razón, por ejemplo, de que se estamos pensando en qué decir y nos interrumpen, se nos olvide y parezca imposible recordar de qué íbamos a hablar.
La MCP es también la razón por la que la mayoría de la gente dice que es "malísima para los nombres". Nos presentan a alguien y, como realmente su nombre nos importa más bien poco, permanece unos segundos en nuestra MCP y luego vuela. Así que cuando alguien os diga que no se acuerda de vuestro nombre, es que en el momento es que os presentaron no os estaba prestando ninguna atención. A mí no me pasa, porque a mí me gusta saber cómo se llama la gente. Los nombres me parecen interesantes. De hecho, a veces estoy en algún sitio rodeada de gente que no conozco (por ejemplo, ahora, en la biblioteca) y me parece raro no saber cómo se llaman y que, de hecho, sus nombres sean una información totalmente inaccesible para mí (paranoia paranoia).
Lo voy a dejar aquí, que la farma me espera, con todos sus neurotransmisores, agonistas, antagonistas y etcétera esperando para hacerme la puñeta.
Etiquetas:
Bendita Rutina,
De la facu a la biblio,
Psicología
Suscribirse a:
Entradas (Atom)