Vuelvo a Granada después de un fin de semana cuánto menos estrambótico en Málaga. Tras darle muchas vueltas (muchas lluvias a destiempo, muchas nubes incordiantes) parece que el calor se ha decidido a entrar en Granada, así que la gata y yo tratamos de mantener una temperatura constante bajando las persianas del salón y no moviéndonos más que lo justo. Así, en la penumbra, intentando no sudar demasiado, ignoro el calor que da el portátil sobre las piernas y termino un cuento que tengo que presentar esta tarde en el taller. Va sobre mi abuela y no me ha quedado muy conseguido, pero no está mal. El sábado pasé el día en Torre del Mar, preguntándole y apuntando en mi libreta de cumpleaños (gracias) con cara de escritora seria. He escrito sobre su época en el Sahara, cuando vivía allí con mi abuelo el militar. Supongo que no me termina de convencer el resultado porque no he sabido hacer mías las circunstancias, porque necesitaría averiguar mucho más, ver más fotos y hablar más con mi abuela para saber qué pasó realmente bajo la jaima en la que transcurre mi cuento. Pero bueno. Como primer paso no está mal.
Cuando termino el relato, cierro el ordenador y me dispongo a matar el tiempo hasta las seis tumbada, quizás leyendo, quizás sólo pensando. Mientras, me digo que estoy justo en ese momento de antes de los exámenes, cuando aún tienes algo de tiempo que perder y espacio en el cerebro para pensar en otras cosas. Pienso en el calor, y en cómo anuncia inequívocamente que el curso se nos está acabando. Pienso en que el curso se acaba, y en que sólo nos quedarán unos cuantos momentos, puntuales y limitados, para acabar de exprimir Granada por lo que queda de año.
Entonces me acuerdo de las amapolas, y de que quería escribir un post sobre ellas. Sonaba más o menos así:
Razones por las que me gustan las amapolas:
- Porque su color es tan vivo que hiere.
- Porque, si las miras de lejos, son hermosas.
- Porque, si las miras de cerca, son siniestras.
- Porque crecen donde quieren.
- Porque sólo crecen durante una breve temporada cada año.
- Porque tienes que mirar con atención si quieres verlas.
- Porque si las arrancas e intentas conservarlas, se mustian.
Pienso que quiero escribirlo, me incorporo, abro el portátil y lo escribo. Y después de hacerlo, me reconcilio con el calor, con los exámenes cada vez más próximos y con la idea de que estamos a 15 de mayo, y mañana será 16, y al siguiente 17, y no hay nada que podamos hacer para remediarlo.