Esta mañana me he levantado contenta. Sin motivo, pero contenta. Es lo que tiene la ciclotimia: cada día es una sorpresa. Y eso que he puesto el despertador una hora antes para hacer un ejercicio de clase que tenía que haber entregado hace una semana.
Después de hacer mi ejercicio con máxima eficiencia espídica, me he ido a la cocina a tomarme un colacao complet, que me lo he ganado. Y cuál no sería mi sorpresa al ver que alguien había fregado todos los platos que dejamos (sobre todo yo) sucios ayer.
Qué buen rollo, he pensado. Cómo molan las guiris. Y más eso de que sean poco asertivas y no me echen la bronca por no limpiar.
Luego he visto una nota encima del fregadero. “Chicas, tenemos que hablar de la situación en la cocina. Dejar la vajilla sucia un día está bien, pero toda la semana!?! Hablamos el fin de semana.”
Entonces dos vocecitas se han desatado en mi acelerada mente matutina. La vocecita uno es mi parte nazi-perfeccionista, enganchada a las matrículas de honor y al reconocimiento ajeno. La parte dos se ha ido criando poco a base de libros de autoayuda, e intenta amortiguar el trauma de la parte uno para que no me dé (demasiada) ansiedad.
V1: Hay que ver, Marinapordiós, qué vergüenza, tu compañera de piso teniendo que echarte la bronca. Con lo que te has quejado tú de compañeras de piso sucias.
V2: No le digas eso, angelito mío, que ayer intentó fregar y se le caían los platos de las manos de sueño. Tú di que no, Marina. Fortalece tu autoestima. Has sacado matrícula en Ténicas de Intervención. Que no se diga.
V1: La estás malcriando ¿Cuánto le va a durar la excusa de la matrícula?. A ver, Marina, veintidós años e incapaz de hacer cosas básicas como tener la colada al día o no dejar platos sucios. Mucha buena nota, pero después, vaya tela. ¿Y te quieres ir a vivir sola? Tendría que ir una excavadora a sacarte por las mañanas.
V2: Pues cuándo quieres que limpie, la pobre, si se pasa doce horas al día en la facultad.
V1: Once.
V2: Las que sean.
V1: Pues para escribir posts y autocompadecerse sí que tiene tiempo, y energía.
V2: No es que utilice la energía para escribir posts, es que es de ahí donde la saca.
V1: Pues dirás lo que quieras, pero yo veo la nota esta y se me cae la cara de vergüenza.
Las he dejado discutiendo y he ido a vestirme. He pensado en dejar alguna nota en plan “mi vida se desmorona, no me pidas que friegue platos” o algo en plan “no tiempo, no ánimos, lo siento”, pero al final me he limitado a un: “Lo siento. No volverá a pasar”. Mi padre siempre dice que las excusas son como el culo: que todo el mundo tiene una.
Y ahora son las doce de la noche. He ido a dos clases, he estudiado cinco horitas, he leído mi nuevo y genial libro en inglés (The Secret Diary of Adrian Mole), he bailado danza de la panza, he discutido con J., he aconsejado a Andrea sobre su método de estudio y he hecho una transferencia telefónica para pagar el alquiler (día 26, lo sé. No me juzguéis, ¿vale?). Y ahora, aunque no pueda con mi alma, voy a LEVANTARME de aquí y a FREGAR mi olla, mi plato y mi vaso, y el fregadero que, como me dijo una amiga, es siempre el último plato, y que no se diga.
Que no es por convivencia. Ni por higiene.
Es porque lo de no tener razón lo llevo fatal.