massobreloslunes: 03/13/06

lunes, 13 de marzo de 2006

Fantasmas

Ella está desnuda, con la gata en brazos, de pie frente a la cama, esperando en silencio a que él se despierte. Como si su mirada tuviera alguna suerte de poder telepático, se restriega los ojos y se incorpora un poco.
- La gata ve cosas – dice ella.

Él gruñe algo ininteligible.
- En serio – se sienta en la cama y deja al animal sobre el edredón. Fiona camina despacio, estirando el lomo, y comienza a amasar con las patas delanteras el pecho desnudo de él.
- Pero ¿cómo que cosas? – pregunta él, apartando al animal de encima, sin saber si aún sigue dormido -. ¿Qué cosas?
- Yo qué sé – contesta ella, y tirita un poco.
- Anda, ven, que te vas a resfriar – alza la manta invitándola a entrar al calor de la cama.
- La he oído maullar y me he levantado a ver qué pasaba – ella se desliza junto a su cuerpo cálido y restriega los pies contra el vello de sus piernas -, y me la he encontrado de pie en el salón, mirando muy fijamente delante de sí, con los pelos erizados.
- Ya ves tú - gruñe él -. Es una gata, por Dios, ve cosas por todas partes. Se queda mirando el humo, la comida, su reflejo en la ventana… Anda, vamos a dormirnos otra vez.
- Sí, pero hazme un hueco.

Aún no se ha acostumbrado a dormir acompañado y, sin darse cuenta, se ha desplazado al centro de la cama y apenas le ha dejado una esquina libre. Rueda hasta su lado y ella se estira, mientras la gata se acomoda a los pies de ambos. Durante unos minutos, permanecen en silencio.
- Pero…
- Qué – él mira disimuladamente la hora en el despertador de la mesilla y piensa en cuánto odia ir a trabajar sin haber dormido lo suficiente. A ella no parece importarle, ella y sus historias de gatos y fantasmas.
- Pues que estaba temblando. Temblaba, te lo juro, como cuando la bañamos y acaba de salir de la ducha.
- Tendría frío.
- Es una gata. No puede tener frío, porque tiene todo el cuerpo cubierto de… ¿cómo se llamaba? Ah, sí, pelo.

Él resopla, fastidiado por su intento de ser sarcástica. No podría callarse, dejarse de historias y dormirse, ahí, tan mona, acurrucadita en su hombro, dulce y silenciosa.
- Puedes no creerme, si quieres, pero esa gata ve algo. Ve cosas.

Se da la vuelta, le pega un tirón a la manta y cierra los ojos. Desde el otro lado de la cama, él es capaz de imaginar sus párpados apretados, y no puede evitar sonreír.
- Claro, cariño – se acurruca en torno a su espalda, la abraza, le besa la nuca sudorosa -. No me extrañaría que viera algo. Los animales tienen un sexto sentido.
“Mmmhh”, hace ella.

- Que sí, cielo – y de repente ya le dan igual los fantasmas y los gatos, porque está ahí, encogida y preciosa, y él sólo quiere que se de la vuelta y le abrace, tan desnuda y tan suave, y que vuelvan a dormirse juntos con la gata ronroneando feliz a los pies de la cama -. Esta casa es muy antigua. Igual hay algún espíritu o algo.
- Yo no creo en los espíritus – su voz emerge de nuevo entre las sábanas, con un destello desafiante -. Pero no sé. Igual hay presencias, o algo.
- Claro, mi amor. Presencias. Pero no pasa nada, mira a la gata: está ahí toda feliz a los pies de la cama. Anda, vamos a dormir.

Ella gruñe un poco, se da la vuelta y le abraza, ajustando su cuerpo para tocar la mayor superficie de piel posible. A él le encanta esa manera de abrazar. Nunca ha conocido a una mujer que haga eso, ese desplazarse como un movimiento de placas tectónicas y encajar los bultos en los huecos con precisión de ingeniera.

Vuelve el silencio, y la sostiene en sus brazos esperando a que se sobresalte un par de veces, como siempre hace justo antes de dormirse, inquieta por vete a saber qué sueños.
- Entonces me crees, ¿no? – murmura, medio dormida ya.
- Claro que te creo, cariño. Claro.

blablablablabla

Bien, joder, bien, por fin he pillado un ordenador en esta puñetera biblioteca. Que tampoco es que tenga muchas ganas de dar vueltas por Internet como una subnormal, pero qué queréis, si tengo una hora libre y la gente de mi clase que está en la cafetería no me cae bien, y me he dejado el libro en casa. A ver si escribo, que no puede ser, que tengo el blog abandonado... y no es que no tenga ideas, que alguna tengo, qué queréis que os diga, no soy boba, pero es como si me hubiera hartado ya de escucharme a mí misma perorar sobre la vida y la muerte en este rincón dejado de la mano de dios. Aunque claro, tiene razón Golfo cuando dice que a los lectores hay que "darles de leer", que si no se aburren y se van a otro sitio que actualice con más frecuencia. Que cansa eso de ver siempre el mismo post en la cabecera de la página: "todo tiene una explicación". Pues claro que la tiene, Marina, ya nos hemos enterado todos, pesada: ahora haz el favor de poner tus deditos a trabajar y dejarnos algo que, al menos, nos entretenga.
Que ya lo he dicho, que no es que no tenga ideas, sino que me ha cogido la astenia primaveral por banda y me ha tenido dos días físicamente inválida y otros dos emocionalmente inútil. Y entre unas cosas y otras yo, que soy delicadita, lo confieso, no tenía ganas de acercarme a la maldita página de blogger ni de cerca. Aunque el otro día escribí, que no os creáis que me dedico sólo a irme de fiesta y dormir siestas resacosas (que también). Qué va: el otro día escribí un montón, página y media de desvaríos pseudoreligiosos. Lo tengo que corregir, ya os lo enseñaré... el resultado no me gustó mucho, pero lo importante es la idea, que no es mala.
A ver cuánto tiempo me queda para entrar a clase... diez minutos largos. Qué le cuento yo a esta gente en diez minutos largos. Pues nada, qué os digo, que también leo, que escritora que no lee chungo, porque se enreda en su propio berenjenal de palabras y no sale nunca de ahí, de mirarse y remirarse el ombligo. Así que estoy con "El guardián entre el centeno" y con la biografía de Frida Kalho (qué progre). Y también blogueo, porque qué queréis que os diga, si por ahí hay gente cojonuda, mucho mejor que los columnistas de los periódicos, ya lo he dicho muchas veces: gente más original, menos cansada de sí misma, más viva.
(La chica de al lado me mira teclear frenéticamente y piensa "qué interesante tiene que ser el mail que está escribiendo esa chica).
Así que eso, busco blogs y me encuentro a gente cojonuda, como este señor o este otro (que, por cierto, son muy amiguetes) y pienso: vaya gente estupenda que hay por ahí, cuánta creatividad, cuanto pensamiento chiflado bullendo por cabecitas ajenas. No como tú, Marina, hija, que por no tener no tienes ni nombre para el blog, que te pones aquí a soltar chorradas porque, admítelo, NO SE TE OCURRE NADA MEJOR y pretendes que la gente lo lea y te comente y te diga: ¡qué bien, tía, me ha encantado! Que no, chavala, que
no es eso lo que estábamos buscando. Qué astenia ni qué ocho cuartos. Céntrate ya y ponte a escribir.
(Y me voy, que tengo que entrar a clase)