No sé muy bien cómo empezar este post. Más que nada, porque tengo la impresión de que lo que he aprendido escribiendo mi novela solo me puede servir a mí. Probablemente esa sea la primera lección: que no podemos aprender en zapatos ajenos, y que si vas a escribir una novela tienes que estar dispuesto a atravesar tu propio proceso, tu habitación 101 particular.
En mi caso, he escrito esta novela a lo largo de tres años muy difíciles. Solo ahora me estoy dando cuenta de lo difíciles que han sido. Creo, de hecho, que si he dejado el blog de lado en este tiempo ha sido, en parte, porque no quería enfrentarme a algunas partes de mi vida.
No quería enfrentarme a que al final del PIR estaba prácticamente deprimida. Hace un tiempo, Pablo me preguntó de qué estaba más orgullosa en mi vida, y le dije que de haber sacado y completado el PIR. Lo que es curioso, porque he hecho cosas mucho más difíciles en este tiempo, incluyendo terminar la novela, crear y vender varios cursos online y escalar 7a+. Pero el PIR fue una larga prueba de resistencia emocional de la que no podía escapar.
Por supuesto, los que me leíais entonces sabréis que también fue una época intensa y luminosa. Quizá eso fue parte de la dureza. Me pasé cuatro años con la impresión de que andaba por ahí sin piel. Vi literalmente a cientos de pacientes contándome cientos de desgracias. A gente que quería matarse, a gente que se murió y a gente que quizá habría estado mejor muerta.
Después de eso, no quería enfrentarme a que en realidad mi vida en Margalef no me gustaba, ni a las cosas que iban mal con Pablo, ni a lo jodidamente duro que es emprender. No quería enfrentarme a que me he pasado los últimos años sin tomarme vacaciones y a que todavía no tengo una fuente de ingresos medianamente estable. No quería sentarme aquí y poner todo eso por escrito.
Y en medio de eso, estaba mi novela. Estaba mi Proyecto Grande y Loco que no quería abandonar pero que nunca encontraba el tiempo para abordar. La capacidad de organizarse el propio tiempo es uno de los aspectos más complicados y neurotizantes de trabajar para ti.
Así que terminar la novela en medio de estos últimos años ha sido un acto heroico de resistencia emocional, comparable al Ironman que se está preparando Joan, el protagonista, al principio de la historia. Y ojalá alguien me lo hubiera dicho. Que estaría tan desesperada después de todo este tiempo. Que tendría ganas de llorar cuando pienso en lo cansada que estoy.
Por supuesto, todo esto depende. Depende de cómo te lo montes, de lo perfeccionista que seas y de la capacidad de concentración y productividad que tengas. Depende de lo importante que sea para ti que tu historia cierre bien y que todas las comas estén en su sitio.
Yo he aprendido de mí que soy más perfeccionista de lo que pensaba, que mi historia me importa y que se me da bastante mal ser productiva y trabajar lo bastante rápido como para no acabar quemándome.
Así que, por resumir. ¿Qué me gustaría que algún alma amable me hubiera dicho antes? Aquí va una lista de diecisiete consejos aleatorios.
Así que, por resumir. ¿Qué me gustaría que algún alma amable me hubiera dicho antes? Aquí va una lista de diecisiete consejos aleatorios.
- No escribas por escribir. Planea primero, escribe después (más sobre esto en el futuro post sobre pantsing que quiero escribir).
- Léete Wired for story antes de tocar una sola tecla.
- Esto va a ser duro. Asúmelo ya.
- Planea y respeta tiempos para trabajar en la novela. Practica el foco y trabaja de modo más intensivo. Nada de «ya lo haré en algún momento». «En algún momento» no aparece en el calendario.
- Contrata a una correctora ortotipográfica más barata.
- Tus personajes te van a caer mejor que muchas personas reales.
- Al final resolverás la historia. Tranqui.
- El mundo no se acaba porque muchos capítulos no te salgan bien a la primera.
- No puedes escribir veinticinco escenas que tienen lugar en cafeterías o bares, por mucho que la novela tenga lugar en España.
- Esta no es la historia de por qué la gente se desencuentra. Es la historia de por qué la gente se encuentra. Los desencuentros no tienen interés.
- Si las pelis de Hollywood cometen errores, tú también te lo puedes permitir.
- No te dejes atascar por tu propio perfeccionismo. Concéntrate en contar la historia.
- Vale que no te guste escribir sobre sexo, pero tampoco puedes saltártelo y esperar a que la gente lo averigüe.
- Siempre estás a tiempo de borrar. Pero para que eso te sirva, tienes que borrar en algún momento.
- Trata de depender de otras personas lo menos posible.
- No esperes tanto. Las ideas se decoloran cuando esperas.
- Si acabas esperando, no te machaques. Tiene sus ventajas.
Por supuesto, no sé cómo podría haber sabido todo esto de antemano, a no ser que esta noche se abra una ventana en el espacio-tiempo y pueda contarle estas diecisiete cosas a la Marina del pasado. Pero como me ponga a hablar con ella, no sé dónde podemos acabar.
Al final, como dice Joan, no hay carreras perfectas.
Y sí, voy a seguir citando a mis propios personajes. Probablemente durante mucho tiempo.