massobreloslunes: 04/26/07

jueves, 26 de abril de 2007

Dibujando, que es gerundio

Como me sobra tiempo (!) y quiero ser una mujer del renacimiento (!!) me he apuntado a dos talleres: uno de dibujo y otro de escritura. Ayer fui al de dibujo. Tendríais que verme, temblando como un escolar el primer día de clase. No me importa escribir y leer lo que escribo en un taller, porque sé que, más o menos, me defiendo… pero dibujando, qué queréis que os diga: la última vez que lo hice fue allá por los dorados valles de la ESO y, desde entonces, apenas he vuelto a coger un lápiz. Así que ayer llegué al taller toda nerviosa, con mi carpeta tamaño A3 recién comprada y mi lápiz 2B, imaginando dantescas escenas donde toda la clase se reía de mí por no saber guiñar el ojo y medir con el lápiz.
Saqué varias conclusiones. Primera, dibujar es divertido. Relajante. Se trata únicamente de reproducir, de observar… si no tienes, como yo, aspiraciones de originalidad, se convierte en una tarea minuciosa pero relativamente objetiva. Nada de blablabla soy escritor y tengo que demostrar mi profunda sensibilidad y mi amplia cultura. Qué descanso.
Segunda: los dibujantes son aún más raros que los escritores. Mi esquina de la clase se componía de: un chaval con algún tipo de retraso mental que emborronaba la hoja con alevosía; una señora mayor con trastorno de personalidad múltiple que, o bien se mostraba encantadora y comentaba lo que estaba haciendo, o se encerraba en un mutismo huraño y respondía a mis intentos por entablar conversación con un silencio elocuente; una china y una japonesa (no sé cuál era cuál) que se habían sentado juntas, imagino, por el factor asiático, pero que no se entendían en absoluto (una de ellas no hablaba español, ni inglés, ni nada que no fueran sus ideogramas, supongo); y, por último, yo, que había traído folios de fotocopiadora por error y le tuve que pedir a la señora esquizo que me prestara alguno de su bloc (dios mío, había puesto blog en lugar de bloc, esto es gravísimo).
En el otro extremo de la clase, la adaptación de la gente a la sociedad seguía más o menos el mismo camino. No me pude fijar mucho, porque estaban lejos y eran autistas, pero de vez en cuando llegaba hasta mí el estremecedor sonido de una risa histérica que emitía una de las alumnas cada vez que la profe comentaba su dibujo. La profesora, por cierto, una chica un poco seria y bastante agradable, se presentó con un “hola, me llamo Alhambra, como la Alhambra” y confirmó mi idea de que, definitivamente, la gente que dibuja está un poco pallá.
Lógico. Imagínate. Yo escribo, vale, y paso (o debería pasar) mucho tiempo sola, tecleando como una idiota. Pero al menos intento retratar a personas, a seres humanos. Cuando estás, como estuve yo ayer, tres horas entablando relación con una figura de escayola o con tu mano, es normal que se te vaya un poco la olla. Hoy he terminado, por cierto, el dibujo de mi mano, y al final me daba casi grima, ahí toda muerta en el papel, lacia y cortada por la muñeca, con las falanges redondeándose torpemente en los nudillos.
En cualquier caso, me gusta… es relajante no aspirar a nada, trabajar con un material distinto, observar cómo una sola línea puede arreglar (o destrozar) un dibujo entero. Le echo paciencia y dosis diminutas de perfeccionismo e intento disfrutar, que es de lo que trata.
Mañana os cuento sobre mi segundo taller, el de escritura, que no quiero saturar y empieza anatomía de Grey.