viernes, 3 de octubre de 2014
Por qué me ha encantado "Open" (las memorias de Agassi)
¿Por qué alguien como yo, que ha visto tres partidos de tenis en su vida, que dio clases durante un mes con resultados nefastos y que puede nombrar como mucho a una docena de tenistas, se interesaría por la biografía de Agassi?
Está claro: por culpa de Internet. Porque leí aquí que era una lectura recomendable para todos los públicos, así que me descargué el fragmento de prueba de Amazon, y cuando llegué al final, ya estaba vendida.
"Open" es una muestra clara del poder de ofrecer intimidad. Después de un verano mediocre en lo que a lecturas se refiere, Agassi (y su colaborador, el Pulitzer Moehringer) me han tenido pegada al Kindle durante tres días seguidos. Todo por el oscuro encanto de mirar dentro de las tripas de alguien.
Me cae bien Andre, o la imagen de Andre que da el libro. Me da la impresión de que pertenece al club de los imperfectos: a las albahacas existenciales. Es de los que no llega a las cosas por el camino recto, y eso me gusta. Me recuerda a mí misma, que siento que voy por la vida como si esquiara: quizá vaya en la dirección correcta, pero me desvío hacia los lados constantemente.
El estilo es directo, sencillo, pulido. Consigue resumir partidos y más partidos, temporadas enteras de tenis, en unos cuantos párrafos que no aburren. Cuando describe un partido más despacio, lo hace dándole el peso de una épica batalla de gladiadores.
Lo que más me gusta de la buena escritura es su capacidad para convertir algo que te importa un carajo (el tenis) en una emoción universal con la que se puede identificar cualquiera. No importa que yo en mi vida haya jugado un partido profesional, me haya codeado con estrellas de Hollywood o haya oído a miles de personas corear mi nombre. Agassi habla de amor, de pérdida, de victorias y derrotas. Convierte una afición friki en un lenguaje universal. Consigue importarte y que quieras que todo le vaya bien. Cuando Pablo, que jugó mucho al tenis en su adolescencia, me contó que su favorito era Sampras, le dije: "¿Sampras? ¿En serio? ¡Pero si es el malo!"
Gracias, Agassi, por compartir tu verdad con tanta crudeza. Me has hecho sentir que vamos todos en el mismo barco, y que como leí una vez en un libro sobre meditación, la vida es una sucesión de sensaciones agrables, desagradables y neutras para todos: para ti, para mí, para Brad Pitt y para Obama. ¿Sabes qué pienso, de hecho? Que lo más importante ha sido que sacaras el coraje de escribirlo todo. Porque ahora tu vida no es solo ese conjunto de sensaciones. Ahora es una historia. Las historias son tristes, alegres o estremecedoras, pero sobre todo son buenas o malas. Y la tuya es buena.
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