Llevo unos días escuchando "Un buen día", la canción de los Planetas. Me gusta. La letra, la estructura sin estribillo, la forma en que vuelve a esos momentos de tristeza que se cuelan entre los días mejor pensados.
J. siempre decía que la última parte, la de las rayas que se mete el pavo con su colega, estropeaban el resto de la canción. Yo creo que sólo estropean el final. Porque el tipo dice "y no he podido dormir, como siempre me pasa", y en lugar de pensar uno que es porque muere de desamor, no te queda más remedio que decirle: claro que no has podido dormir, inútil, si vas super drogado; ahora te aguantas y comes techo.
Lo que quiero decir es que hay días, como hoy, que son buenos, y en los que una hace todo lo que se supone que tiene que hacer: trabaja duro, se ríe bastante, lee, queda con un colega couchsurfero que pasaba por la ciudad, escala en el roco y se sienta aquí a escribir, pensando que va a ser la ostia, que todo eso que está haciendo y sintiendo y pensando se va a escurrir hasta sus dedos y se plasmará en forma de belleza inefable. Pero no es así.
Me siento rara hoy. A veces es muy extraño estar poniendo tanto esfuerzo en algo sin saber si va a llegar a alguna parte. No me refiero a Psicosupervivencia, que al fin y al cabo es un proyecto que está todavía en pañales, sino a escribir en general. ¿Sabéis que llevo ya 941 entradas publicadas? En dos o tres meses llegamos a las mil, chavales. Mil entradas. Suponiendo un promedio de una hora por entrada, son mil horas aquí sentada como una capulla, teclea que te teclea. Hay días en que escribir te salva y lo ves clarísimo, y otros en los que, como hoy, escribes porque crees que el hábito debe ser más fuerte que el desánimo, pero tampoco firmarías ningún papel jurando que así es como hay que hacer las cosas.
Sin más, me despido. No os equivoquéis; estoy contenta. Sólo un poco desconcertada.
Sed felices.