Esta tarde he ido a la biblioteca a devolver unos libros. He pasado un rato leyendo "Escribir y Publicar", una revista que edita Silvia Adela Kohan dirigida a aspirantes a escritores. Lo que gusta el rollo metaliterario cuando uno está empezando: que si Hemingway comía mandarinas, que si Auster compró un cargamento de cintas para su máquina de escribir cuando se enteró de que iban a dejar de fabricarlas. He estado leyendo un texto de Steinbeck sobre sus costumbres literarias. No te dirijas a una masa anónima de lectores, dice; eso da miedo. Escribe en segunda persona o para alguien en concreto: alguien que conozcas, alguien que te quiera.
Desde que escribo de manera casi furibunda, la metaliteratura cada vez me da más igual. Cada vez pienso más que el proceso trata básicamente de escribir y que te lean, punto. Escribir no tiene mucho más misterio que ir poniendo una palabra delante de la otra con valor y cierto tiento. Que te lean te la medida de tus palabras y te proporciona un otro que hace que la comunicación sea posible. Aun así, me gusta imaginar a Steinbeck buscando lápices con la consistencia y la oscuridad perfecta, holgazaneando mientras mira por la ventana, lijando el barniz de su escritorio para crear una superficie de escritura novedosa.
Después he salido a la calle. Atardecía en el cielo despejado, surcado sólo por unas cuantas nubes azuladas y lila. Cádiz es brutalmente bonito. Brutal, brutalmente bonito. Ahora que trabajo en Puerto Real cruzo todos los días la bahía en autobús, y todos los días me sorprenden la amplitud del agua, el amanecer asomando detrás del puente y las barquitas solitarias meciéndose en el frío. Y a la vuelta, la luz blanca del sol calentando el autobús a través de los cristales, los destellos hirientes sobre la superficie del mar y un cielo tan ancho que te parece mentira que quepa en el mundo.
Vago por el centro sin hacer nada en concreto. Me pruebo pintaúñas en el KIKO y compro uno de color vino mortal de precioso. Después entro en un bar a tomarme un café, y por no se qué mecanismo misterioso de mi mente, el café se convierte en chocolate y el chocolate en chocolate con churros. Pero bueno. Quién se va a resistir a unos churros cuando te los ofrece un camarero diciéndote algo como "anda, muhé, tómate unoh shurritoh, que son shicoh".
Abro mi nuevo libro. He terminado hoy "Amores en fuga", con la pena que da cuando se acaban las cosas bellas. Ayer compré "Libertad", de Jonathan Franzen, un tío del que no había oído hablar en mi vida, sólo porque es gruesa y parece entretenida. Los churros con chocolate son perfectos para tomarlos leyendo, porque no necesitas cubiertos ni las dos manos. Con la izquierda, que está limpia, sujetas el libro; con el pulgar, índice y corazón de la derecha coges los churros y los mojas en chocolate, y con el meñique limpio de la derecha pasas las páginas.
¿Cómo empezáis vosotros los libros? Yo miro la foto del autor sin leerme su biografía, porque me gusta imaginar la cara a la que pertenecen esas palabras. Después busco el título de la versión original, para ver si lo han traducido literalmente o se lo han inventado, y si es diferente al castellano lo retengo para poder relacionarlo con el contenido. Luego miro la dedicatoria. Me pregunto quiénes serán esos nombres que se merecen que otra persona ofrezca un libro entero. Hace poco volví a dejar una novela en la estantería de la librería cuando leí la dedicatoria: "Para Melody, Summer y Phoenix, mis tesoros". Si les pones esos nombres a tus hijos, qué no harás con tus pobres personajes.
Después leo la cita del principio. La de "Libertad" dice así:
Id juntos, ilustres y felices ganadores, mientras lo sois. Cambiad vuestros regocijos con compañía. Yo, vieja tórtola, iré a suspenderme de alguna rama seca y allí lamentaré hasta el fin de mis días la pérdida de mi compañero, que nunca será hallado.
Lo encuentro críptico y claro, terrible y precioso. Luego leo las cuarenta primeras páginas mientras mojo los churros en el chocolate. A ratos observo el bar. Hay gente, pero está tranquilo y no hay televisor. Una de las paredes esté cubierta con un panel enorme modernista y feo, y en otra cuelga una maceta de geranios rojos de plástico. Estoy calentita y resguardada en una esquina mientras fuera brillan en la noche las farolas y los puestos de flores.
Escribir es escribir y punto, no es pasarse la vida dándole vueltas al tema, afilando lápices, preguntándose cómo lo hacían Steinbeck y Hemingway, planeando a qué concursos va a presentar uno sus relatos. Igual que vivir. Vivir es vivir y punto, no plantearse todo el rato de qué va la vida, porque lo más seguro es que la vida no vaya de nada. Va de estar aquí por cojones, porque no tenemos elección, esperando una muerte segura y un futuro incierto. Y entretanto va de no hacerse tantas preguntas, no buscar tantas respuestas y tomarse unos churritos de vez en cuando. Porque estás vivo y, si tienes el suficiente estómago, a todo este asunto le puedes encontrar hasta la gracia. Y porque es maravilloso poder merendar dulce cuando fuera está oscuro y hace frío.
Me gusta mucho como escribes,preciosa!
ResponderEliminarMarina, cuando hagas otra recapitulación de post deluxe, empieza por éste. Maravillosa, el cocktail de detalles cotidianos (ahora mismo te escribo viendo de refilón mis uñas fucsia made in Kiko-Cadi) y de sabiduría. El segundo párrafo es una delicia, y el tercero, bueno, me pone los pelos de punta leerlo y comprobar de qué manera rima con mis propios recuerdos.
ResponderEliminarMmmmm, a ver si a alguien se le ocurre hacer una antología de estampas gaditanas!!
Me encanta tu capacidad para describir. De verdad :)
ResponderEliminarInteresante post, como siempre. O leo rápido o se acaban demasiado pronto. Respecto al comentario que haces en el mío me ha hecho gracia lo de “no voy a mantener relaciones turbias con un blogero NUNCA más” es decir, que ya lo has hecho anteriormente…xD
ResponderEliminarUna de estas noches de insomnio me dedicaré a investigar en los entresijos de tu pasado sentimental vía post antiguos. Seguro que resulta edificante…xD
Besos guapa.
Anónimo: muchas gracias :)
ResponderEliminarSilvia: ayer me probé todos los rosa de KIKO y son realmente wonderfulios. Me alegro mucho de que te haya gustado el post. En estampas gaditanas también colaría un post tuyo que yo me sé.
Marta: muchas gracias también. Lo dices por lo de leer y comer churros, ¿verdad? ;)
Rorschach: gracias por lo de que se acaban demasiado pronto. Especialmente porque la mayoría de las veces me parece que escribo demasiado.
Sobre el otro tema... Si yo te contara. Podría escribir un manual sobre conocer carnalmente a tus lectores, que se resumiría en una frase: no lo hagas. Nunca. Never.
Investigue ud., investigue y muérase de risa-pena :)
Un abrazo para todos (tocáis cada uno a un cuarto de abrazo).