Zubiri siempre pensó que una teoría de la realidad y una teoría de la intelección no
eran sino perspectivas diferentes y necesarias del problema metafísico nuclear:
la realidad como fundamento de todo. Encontró profundamente erróneo el
principio fundamental de la filosofía moderna, esto es, que no es
posible dar cuenta de lo real sin antes justificar la posibilidad del
conocimiento, pero tampoco aceptó el llamado realismo ingenuo, que concede prioridad
a la realidad sobre el saber. Idealismo y realismo ingenuo habían sido los dos
errores entre los que había oscilado la historia de la filosofía. Zubiri
pretendió corregirlos abriendo una nueva vía cimentada en un principio básico:
no hay prioridad intrínseca del saber sobre la realidad ni de la realidad sobre
el saber. “El saber y la realidad son en su misma raíz estricta y rigurosamente
congéneres” (IRE. 10). La relación entre realidad e inteligencia es
constitutiva porque no hay realidad independiente de la
intelección humana (realidad como formalidad, en el sentido que expuse aquí), ni el hombre puede constituirse como tal aislado de la
realidad: lo exterior al sujeto no es un “añadido” suyo, sino que es
constitutivo de su estructura ontológica.
El futuro hunde sus raíces en una historia natural (antropología) y en una historia del espíritu (psicología). En este blog reflexionamos sobre los vínculos y los desencuentros entre esos dos polos, en dirección a una anhelada armonía que unifique felizmente lo que somos. No sólo aquello de que estamos hechos, sino aquello a lo que aspiramos soñando y obrando.
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domingo, 17 de diciembre de 2017
lunes, 14 de marzo de 2016
lunes, 25 de marzo de 2013
LO REAL Y LO ILUSORIO
Viajar es muy útil, hace
trabajar la imaginación. El resto no son sino decepciones y fatigas. Nuestro viaje
es por entero imaginario. A eso debe su fuerza. Va de la vida a la muerte.
Hombres, animales, ciudades y cosas, todo es imaginado. Es una novela, una
simple historia ficticia. Lo dice Littré, que nunca se equivoca. Y además, que
todo el mundo puede hacer igual. Basta con cerrar los ojos. Está al otro lado
de la vida.
Louis Fedinand
Céline
En un condensado texto Julián Marías reflexiona
sobre el significado de la palabra ilusión en la lengua español. En
él plantea diferentes sentidos del término, extraídos tanto de la tradición
filosófica como de la literaria: El término ilusión presenta varios significados, nos dice, pero el que acaba dominando es el de engaño.
En nuestra lengua hay un añadido lingüístico que enriquece el concepto al
vincularlo a un sentido positivo: entusiasmo, víspera de gozo (por
utilizar la expresión poética de Pedro Salinas). Hay igualmente una perspectiva de futuro en
el sentido de ligarlo a un proyecto, que es lo genuinamente humano. En la
anticipación hay siempre una recreación.La ilusión se presenta también como
una realización proyectiva del deseo, en la que se presenta una sucesión
temporal en la que la ilusión es siempre posterior al deseo. Podríamos definir
entonces la ilusión como un deseo con argumento. Siempre hay que
tener en cuenta que deseo e ilusión
pertenecen a diferentes planos y que el desenlace de la relación entre
ambos puede llevar a la desilusión. La
ilusión también se vive como referida a una ausencia: es una incitación
a que se manifieste algo que está ausente y por lo tanto exige como resultado
satisfactorio la presencia del objeto. Julián Marías presenta además como ejemplificación de esta proceso la
obra de Pedro Calderón de la Barca La vida es sueño, donde los dos
términos (vida/sueño) no se presentan como antagónicos, tal cómo lo aparecerían
en sus significados más convencionales. Más bien hay que entenderlos como una
paradoja que apunta al enigma de la
condición humana.
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