PECADOS Y ENFERMEDADES
A fines de la Edad Media se consideraba que muchas
enfermedades eran causadas por el azote de Dios o del diablo y que no podían curarse
sin confesión ni penitencia. Tal afirma el teólogo inglés Thomas de Chobham en
su Summa Confessorum de 1216. Hacia
1414, en la famosa Disputa de Tortosa ante el Papa Luna, el cabalista Profiat
Durán, discípulo del rabino de Barcelona
Hasdai Crescas (1340-1411) afirmaba que la pura práctica religiosa era
suficiente para sanar al enfermo, el mago o el sanador vinculaba al doliente
directamente con Dios, y la sanación ocurría por su intermedio. Desde esta
perspectiva, los mandamientos funcionaban como medicinas y la curación ocurría
“en virtud de la acción sacramental”.