La “explosión creativa”
del Paleolítico superior.
Hace alrededor de 40.000 años ocurrieron en una serie de
cambios tecnológicos, nuevas conductas sociales y la aparición de una cultura
simbólica cuya manifestación más espectacular es el arte paleolítico. Estos
cambios están asociados a poblaciones de Homo
sapiens que convivieron en Europa occidental con el Homo neanderthalensis en la transición del Paleolítico medio al
superior. “Explosión creativa”, “explosión cultural”, “revolución del
Paleolítico superior” o “revolución humana”, ha sido denominado este estallido
de creatividad, esta profunda transformación cuyos productos nos caracterizan
como especie.
Respecto del origen de lo específicamente humano nos movemos,
inevitablemente, en el rango de las conjeturas más que en el de las firmes
conclusiones científicas. Hasta ahora no se ha podido determinar con exactitud
cuándo, cómo y dónde se originaron los diversos componentes que constituyen eso
que llamamos cultura. No obstante, un registro arqueológico cada vez mejor
estudiado y el actual desarrollo de las ciencias cognitivas permiten realizar
conjeturas que nos acercan a la comprensión de los problemas relacionados con
el origen de la mente humana y sus productos culturales. Las preguntas a las
que tratan de responder las disciplinas susceptibles de ofrecer respuestas
sobre el origen de la mente de los humanos modernos son: ¿qué ocurrió en la
mente del Homo sapiens para provocar
la “explosión creativa” en ese momento y ese lugar?, ¿surgieron entonces –y lo
hicieron de manera repentina- las características específicas que nos definen
como especie humana?, ¿cómo evolucionó la mente humana?, ¿cuáles fueron las
bases sobre las que surgió?, ¿cuál es la relación entre la conciencia, el
lenguaje, la religión o el arte?, ¿son estas cosas las que nos definen como
humanos?, ¿es posible trazar una línea entre lo que es humano y lo que no lo
es?, ¿separa esa línea dos espacios diferenciados cualitativa o
cuantitativamente?
La cuestión, entonces, es determinar qué características
posee la mente del hombre moderno que la diferencia de la de sus parientes
homínidos extinguidos, y si es cierto que éstos no produjeron la cultura
simbólica que nos caracteriza como especie.