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sábado, 14 de mayo de 2022

IRIS MURDOCH Y EL PSICOANÁLISIS

 

La filósofa "wittgensteniana neoplátonica"
Iris Murdoch (1919-1999)
 

Iris Murdoch no tuvo reparo en usar la simbología del psicoanálisis en sus novelas. Se sirvió con provecho de los conceptos del “mundo encantado y sugestivo, curiosamente autodeterminante de la teoría psicoanalítica”. En el que las distintas escuelas son “otros tantos mágicos jardines, cada uno dotado de su propia flora y configuración, y cada uno rodeado de su propia muralla” –eso escribe en La máquina del amor... Sin embargo, en un simposio sobre sus obras que tuvo lugar en la Universidad de Caen en 1978 mostró sin tapujos su desconfianza hacia el psicoanálisis y en general respecto a las teorías “profundas” de la mente. Lo definió como una empresa de salvación, es decir, como una soteriología. Si bien justificaba su práctica en casos de emergencia, como estrategia terapéutica, pero a ella misma no le hubiera gustado nada ser psicoanalizada.

jueves, 22 de mayo de 2014

LA FUNCIÓN COGNOSCITIVA DEL SUEÑO EN LA EDAD MODERNA

Ya nos hemos acostumbrado, por  influencia del psicoanálisis y las neurociencias, a ver los sueños como un reelaboración de los procesos mentales de nuestra vida diurna o como resultado de la actividad eléctrica del cerebro. Pero a lo largo de la historia, los seres humanos han dado al sueño un valor más elevado, como vía de comunicación directa con el más allá, como medio de anticipar el futuro y hasta como una expresiva metáfora de nuestra andadura por la vida. José Biedma centró su estupenda entrada Luz en las tinieblas. Historia y terapia onírica, en este mismo blog (http://esprituycuerpo.blogspot.com.es/2013/11/luz-en-las-tinieblas-historia-y-terapia.html),
 en el sueño en la antigüedad. Aquí nos vamos a ocupar de otra etapa en la historia cultural del sueño, la Edad Moderna, en ámbitos tales como el arte, la literatura y la filosofía, con especial referencia a su importante función cognoscitiva.
1. La vía artística


Con la plena confianza en las capacidades del ser humano, tan característica del humanismo renacentista, los pintores del s.XV afrontaron con entusiasmo el enorme reto artístico de representar el sueño. Era la ocasión perfecta para demostrar su destreza en captar la laxitud del cuerpo en el reposo absoluto. La Venus dormida de Giorgione (1507-1510) nos muestra desnuda a la bellísima diosa, sensual y armónicamente integrada en un paisaje que replica sus suaves curvas. Se trata de una obra revolucionaria, por su técnica y su temática, que inauguró una nueva etapa en la historia de la pintura y que sería imitada por Tiziano y por Velázquez en la Venus del espejo. Pero aún más difícil que reflejar las particularidades anatómicas del cuerpo dormido, los pintores renacentistas se atrevieron a plasmar el complejo contenido de los sueños, con sus símbolos y su narración de acontecimientos. Es evidente que ello no puede observarse ni copiarse de la realidad, por lo que resultaba imposible la mímesis. Para solucionar el problema recurrieron a argumentos conocidos, con referencias bíblicas, como El sueño de Jacob de José de Ribera; políticas, como  el enigmático Sueño de Felipe II de El Greco (1579); o mitológicas, como Venus dormida y Cupido de Paris Bordone o Eros y Psique, de J. Zucchi.