En la actual situación enmascarada por mor de razones higiénico sanitarias que merecerían discusión de expertos más que imposición, hemos perdido en parte el modo de transmitir y recibir las emociones de nuestros semejantes. Cuando se dice "la cara es el espejo del alma" no es solo una frase hecha, obvia y sin gracia. Silvan Tomkins y Paul Elman, profesor y discípulo, son los minuciosos investigadores del rostro humano, de sus mínimos gestos que han dado fundamento científico al trillado dicho.
La cara es una fuente de información acerca de las emociones de una riqueza inigualable. A través de ella podemos leer el pensamiento, la información que hay en nuestra rostro no es solo una señal de lo que pasa en el interior de nuestra mente, podemos casi decir que es lo que pasa en el interior de nuestra mente.
Tomkins nació en Filadelfia, era hijo de rusos y enseñó psicología en Princeton, autor de "Afecto, imágeenes, conciencia" densa obra en 4 volúmenes de no fácil lectura. Gran conversador y conferenciante, era capaz de embelesar a las masas con cualquier tema, ya fuera una serie de televisión, los tebeos, las dietas o Kant.
En los años de la Gran Depresión (1929 en adelante) trabajó en una organización dedicada a las carreras de caballos. Pasaba horas en el hipódromo observando con prismáticos. Era capaz de predecir lo que haría un caballo en función de su relación emocinal con él.
Tomkins creía que las caras, también las de los caballos, ofrecen claves inestimables de las emociones y motivaciones interiores. Podía entrar en una oficina de correos y sólo con mirar las fotografías de los prófugos de la ley deducir qué delitos habían cometido. En un programa de televisión llamado To tell the truth era capaz de saber qué pensonas mentían. Durante la convencion nacional demócrata de 1988 asombró a una colega leyendo las caras de los candidatos que subían al estrado y emitía sus predicciones sobre lo que iba a suceder.
Ekman fue un aventajado alumno de Tomkins que ya en los años 60 del pasado siglo se preguntaba ¿Las expresiones faciales de los seres humanos se rigen por una serie de rasgos comunes? La mayoría de los psicólogos opinaba que no. En aquellos años se tenía como establecido que las expresiones estaban determinadas por la cultura, usamos la cara según convenciones sociales aprendidas.
Paul Ekman (1934) estudioso de las emociones y su expresión
Ekman no sabía a qué carta quedarse y viajó por el mundo con fotografías de caras con expresiones características. En Japón, Brasil, Argentina...la gente coincidía con el significado de las expresiones.
El siguiente evento determinante de esta historia consistió en el visionado de 3000 metros de película realizada en Papúa Nueva Guinea, algunas secuencias eran de la tribu pacífica y amable de los fore. El resto eran de los kukukuku, tribu hostil en la que se estilaba un ritual homosexual de los niños preadolescentes con los patriarcas. Ekman pasó meses ordenando el material y cortando las escenas superfluas para comparar las expresiones faciales de ambos grupos.
Tomkins que no sabía nada de esto fue capaz de interpretar las caras de los fore "estas son gentes dulces, pacíficas, indulgentes" y de los otros "este grupo es violento y hay indicios que indican homosexualidad." Mientras pasaban la película a cámara lenta Tomkins iba señalando los pliegues en los que se había fijado para interpretar las emociones. Ekman se dió cuenta entonces de que si Tomkins podía descomponer la cara en sus partes e interpretar también los demás podrían hacerlo.
Así fue como decidieron elaborar una taxonomía de las expresiones faciales. Repasaron los músculos del rostro que describe la anantomía e identificaron cada uno de los movimientos musculares específicos que podía hacer una cara. Eran 43, los denominaron unidades de acción.
Se pasaron días sentados frente a frente, manipulando cada unidad de acción, ubicando el músculo mentalmente y concentrándose en aislar unas de otras, sin perder detalle de lo que el otro hacía, comprobando los movimientos en un espejo, tomando notas de cómo cambiaba el patrón de las arrugas con cada movimiento muscular, grabando en vídeo. Si no podían hacer un movimiento concreto, un cirujano de la universidad de San Francisco se ofrecía a estimular con aguja y electricidad dicho músculo.
Dominadas las unidades de acción, se pasaron 7 años combinando y superponiendo movimientos. Llegaron a la conclusión de que hay 300 combinaciones de 2 músculos, si se añade un tercero son más de 400. Ellos consideraron hasta 5 músculos de los que salen más de 10.000 configuraciones visibles. La mayoría no tienen significado. Son muecas. Al trabajar con cada una de las combinaciones averigüaron que más de 3000 podrían significar.
En una entrevista para el libro Inteligencia intuitiva de M. Gladwell se sentó en su despacho frente al entrevistador y habló de esta guisa:
"La unidad de acción número 4 puede hacerla todo el mundo" bajó el ceño valiéndose del músculo depresor del entrecejo y el superciliar. "La número 9 casi todo el mundo", arrugó la nariz mediante el elevador común del ala de la nariz y del labio superior. "Cualquiera puede hacer la 5", contrajo el elevador del párpado superior, levantándolo.
El investigador trataba de imitarle "hace ud muy bien la 5, cuano más hundidos se tienen los ojos más difícil es hacerla. Y luego está la 7", entrecerró los ojos. "La 12" sonrió activando el cigomático mayor. Disparó hacia arriba la parte interna de las cejas: "es la unidad número 1, aflicción, angustia". Elevando la porción lateral del frontal, elevó la mitad exterior de las cejas: "es la 2, es difícil pero no forma parte de nada, salvo del teatro Kabuki. Una de mis favoritas es la 23, consiste en apretar los labios, una muestra de ira que no falla, es muy difícil hacerla involuntariamente".
Después Ekman comenzó a superponer unidades de acción a fin de componer las expresiones faciales más complicadas que son las que reconocemos en general como emociones.
La expresión de felicidad es básicamente la suma de las unidades de acción 6 y 12: contracción de los músculos que levantan el carrillo (el orbicular de los ojos y la porción orbitaria del nervio óptico) en combinación con el cigomático mayor que sube las comisuras de los labios.
La expresión de miedo se forma con las unidades de acción 1, 2 y 4, también la 5, la 20 pueden formar parte, así como la25, 26 y 27. El músculo que levanta la parte interna de la frente más el que levanta la parte externa, más el que hace que baje la ceja, más el que sube la parte superior del párpado, más el que estira los labios, más el que suelta la mandíbula.
Ekman y Friesen organizaron todas estas combinaciones, así como las reglas para leerlas e interpretarlas en el Sistema de Codificación de las Acciones Faciales (FACS). En esta obra de 500 páginas se dan detalles de lo que se puede hacer con los labios (alargarlos, acortarlos, estrecharlos, ensancharlos, aplanarlos, abultarlos, apretarlos y estirarlos), los 4 cambios de la piel que hay entre los ojos y las mejillas (protuberancias, ojeras, bolsas y arrugas).
Los principios del FACS se han usado para analizar los estados emocionales de las parejas que piden ayuda, o para otras invesgitaciones desde la esquizofrenia a las cardiopatías. También las han usado los animadores de Pixar en Toy Story y Dream Works en la película Shrek.
Dominar por completo el FACS lleva mucho tiempo y esfuerzo y solo unos cientos de personas en el mundo tienen certificación para usarlo en investigación. Quienes la obtienen adquieren un nivel descomunal en la percepción de los mensajes que nos enviamos mutuamente con los aparentemente imperceptibles cambios en los músculos de nuestro rostro.
Famoso es el análisis de que hizo Ekman cuando Bill Clinton se presentó a las primarias en 1992: "Le vi una expresión que es una de mis favoritas, es una mirada que parece decir: Mamá aquí me tienes con las manos en el tarro de mermelada, quiéreme porque soy un pillo. Se trata de las unidades de acción 12, 15, 17 y 22 con la mirada hacia arriba. Clinton había contraido el cigomático mayor, la unidad 12, formando una sonrisa clásica, y a continuación había bajado la comisura de los labios con el triangular de los labios, la número 15, había doblado el mentoniano, la número 17, que eleva la barbilla, luego había apretado ligeramente los labios para formar la 24 y por último había elevado la mirada".