Comunismo religioso y comunismo ateo.
El comunismo y el mesianismo de la
tradición judeo-cristiana comparten una
tesis fundamental: la propiedad privada es un robo, y el comercio su
instrumento. No son lo mimso, claro, el comunismo milenarista y el comunismo científico, pero nada justifica ignorar lo que comparten. Por ejemplo, Marx
afirma en el Manifiesto comunista que el rasgo distintivo del
comunismo es la abolición de la propiedad privada y que, por tanto, los
comunistas pueden resumir su teoría y su programa de acción en una fórmula
única: abolición de la propiedad privada. Esta tesis sobre la perversidad
intrínseca de la propiedad privada y el libre comercio es común en los distintos comunismos, también lo son el odio hacia propietarios y
comerciantes y el desprecio por quienes no comparten esa misma emoción. El
movimiento comunista contemporáneo y el fanatismo religioso de siempre
participan del mismo ethos dogmático e intransigente.