"Todo en el mundo es extraño y es maravilloso para unas pupilas bien abiertas"
Ortega y Gasset
Ortega y Gasset
Quisiera hablar en este post acerca de Ortega y Gasset. Y aunque no conozco bien su obra, si me permito hablar de ella es porque no tengo otra pretensión que la de compartir, como en una charla entre amigos, algunas ideas orteguianas que me han resultado particularmente interesantes.
Sin duda don Ortega y Gasset era un pensador lúcido y un observador penetrante. Además escribía en un español claro y elegante que proporciona una satisfacción accesoria al leerlo. Preocupado ante todo por el mundo, y no mucho por el "más allá" del cual sin embargo da muestras de tener una vislumbre, se interesaba no sólo por los grandes temas de su tiempo sino también por lo cotidiano y lo aparentemente trivial.
Yo no lo leía desde hacía muchísimo tiempo, décadas, y de hecho no recordaba casi nada de sus ideas. Esta vez, entre otras cosas, me sorprendió su capacidad para extraer significados de lo más nimio que resultan tan interesantes como sus análisis de los temas importantes.
Así, por ejemplo, en cierto momento plantea la siguiente pregunta: "¿Qué color vemos cuando vemos un color desteñido?". Y enseguida contesta: "El azul que tenemos delante lo vemos como habiendo sido otro azul más intenso y este mirar el color actual con el pasado, a través del que fue, es una visión activa que no existe para un espejo, es una idea."
De ese modo, a partir de un asunto en apariencia irrisorio, Ortega pone al lector frente a una cuestión de suma importancia: la idealidad de nuestra percepción inmediata de las cosas. Si percibimos el azul que fue en el azul desteñido que tenemos delante, es porque lo que percibimos está atravesado por el sentido. El pensar, el lenguaje, la cultura, y nuestra propia historia, mediatizan y configuran lo que percibimos con nuestros sentidos físicos. Y lo mismo sucede con todo lo que experimentamos a diario aunque no medie ninguna toma de conciencia ni reflexión sobre ello.
Sin duda don Ortega y Gasset era un pensador lúcido y un observador penetrante. Además escribía en un español claro y elegante que proporciona una satisfacción accesoria al leerlo. Preocupado ante todo por el mundo, y no mucho por el "más allá" del cual sin embargo da muestras de tener una vislumbre, se interesaba no sólo por los grandes temas de su tiempo sino también por lo cotidiano y lo aparentemente trivial.
Yo no lo leía desde hacía muchísimo tiempo, décadas, y de hecho no recordaba casi nada de sus ideas. Esta vez, entre otras cosas, me sorprendió su capacidad para extraer significados de lo más nimio que resultan tan interesantes como sus análisis de los temas importantes.
Así, por ejemplo, en cierto momento plantea la siguiente pregunta: "¿Qué color vemos cuando vemos un color desteñido?". Y enseguida contesta: "El azul que tenemos delante lo vemos como habiendo sido otro azul más intenso y este mirar el color actual con el pasado, a través del que fue, es una visión activa que no existe para un espejo, es una idea."
De ese modo, a partir de un asunto en apariencia irrisorio, Ortega pone al lector frente a una cuestión de suma importancia: la idealidad de nuestra percepción inmediata de las cosas. Si percibimos el azul que fue en el azul desteñido que tenemos delante, es porque lo que percibimos está atravesado por el sentido. El pensar, el lenguaje, la cultura, y nuestra propia historia, mediatizan y configuran lo que percibimos con nuestros sentidos físicos. Y lo mismo sucede con todo lo que experimentamos a diario aunque no medie ninguna toma de conciencia ni reflexión sobre ello.