¿Qué es una
mujer? ¿Qué es un hombre? ¿Varón o hembra? Distinciones “naturales”..., pero, ¿vivimos los
humanos en un mundo natural? ¿No será “lo natural” aquello que precisamente
abandonamos expulsados por nuestra soberbia curiosidad o por nuestro infinito deseo de supervivencia y dominio?
Se nos obligó tal vez a que pusiéramos nombre a las cosas
para mejor controlar su futuro. Nos lo hemos tomado muy en serio. “Mujer”, “homosexual”,
“heterosexual”, “bisexual”, “lesbiana”, “gay”, “transexual”, “travesti”, “drag queen”, “macho”, “hembra”… A pesar de la inflación de términos
para referirse a la orientación sexual, seguimos pensando en dos colores. Puede
que en tres o en cinco, pero ¿no tendrá el arco iris infinitos colores,
incluidos aquellos que no pueden todavía ser vistos, que todavía no han sido
creados? Nuestra capacidad para el matiz es muy limitada.
Mark Nelissen, famoso etobiólogo belga, experto en
psicología evolutiva, vaticina que en el futuro describiremos nuestras opciones
sexuales menos categóricamente que en la actualidad. Limitaremos nuestro afán
de etiquetar y dar nombres. Diremos algo así como “soy un 75 % heterosexual y
un 25 % homosexual”. Aunque mucha gente sea marcadamente heterosexual, o se crea
tal, su orientación no se manifiesta esencialmente en blanco y en negro. Pienso
que depende más de las circunstancias históricas y socioculturales de lo que en
general creemos.
Entre los estereotipos “puros” del heterosexual y del
homosexual las personas vivimos en estados dinámicos e intermedios. Un famoso
psicólogo lanzó una encuesta por Internet. Quien desee comprobar su grado de
heterosexualidad u homosexualidad puede todavía hacerlo en:
Decenas de miles de personas han contestado a las preguntas
de la encuesta, como “¿cuántas veces ha soñado que tiene contacto sexual con
alguien de su mismo sexo?". A partir de los datos obtenidos se ha elaborado una
escala de trece grados de orientación sexual, desde la más netamente
heterosexual en un extremo, hasta la más homosexual en el otro. Podríamos
esperar que la mayoría de los encuestados se apiñasen en torno al valor 0 ó 13.
Pero no es el caso. La tasa máxima se sitúa en el valor 1 y a partir de ahí el
número de heterosexuales desciende gradualmente.
Comienza a aumentar a partir del valor 7 y alcanza su punto culminante entre el
11 y el 12. En medio estarían los bisexuales.
Conclusiones: La mayoría de la gente “pierde más o menos
aceite”, o sea, que posee una orientación sexual mixta. Esto explica porqué
alguien heterosexual puede adoptar eventualmente (en un campamento, en
una cárcel) una conducta homosexual, y viceversa.