Durmiente, JBL, óleo (detalle) |
Los asiáticos, con el fin de "lavar el cerebro" de sus prisioneros convirtiéndoles a su causa ideológica, inventaron una tortura nueva: Impedían al torturado que durmiese profundamente y con ello ¡mucho peor! evitaban que soñase. Cada vez que la víctima caía en las profundidades de la fase REM (movimientos rápidos oculares), síntoma de que empezaba en su intimidad mental "el cine de las sábanas blancas" llamado por los psicólogos sueño paradójico(1), le despertaban. El resultado era que a los pocos días el torturado deliraba, soñaba despierto, sus alucinaciones tomaban la intensidad subjetiva de realidades, de verdaderos perceptos... Entonces el insomne resultaba más fácil de "convertir" "reeducar" y manipular.
Los animales también sueñan. Necesitamos soñar, nuestra mente requiere esos estados en que se ocupa, entretiene y desahoga, con un fantástico juego de escenas cuyo simbolismo ha tratado de desentrañar el psicoanálisis, aunque tal vez dichas vivencias sean refractarias a cualquier desmenuzamiento lógico y sus llamadas de atención sólo puedan ser interpretadas activamente por el soñador, tal vez como avisos.