El contraste entre Londinium y el resto del país se ha tocado ad nauseaum en este blog, así que me salto ese párrafo y vayamos al lío. Eso sí, remito al divagante que no lo recuerde por ejemplo al divague "Crónicas de ese país extranjero, Inglaterra" , cuando en medio de la pandemia y atrapados en la isla subimos una semana a Yorkshire (un viaje maravilloso, a pesar de lo que diga Mini) a enfrentarnos con esa realidad. Esta vez, a modo de introducción, solo comentaré que hay una razón por la que los habitantes de la City salimos tan poco "de fin de semana": salir (y luego entrar) de la urbe es un horror, que se replicó por supuesto el jueves cuando salíamos de mini-vacaciones, con la añadida extra diversión de tener que estar a una hora en un sitio para coger un barco. Pero no nos adelantemos.
Antes de eso: Wolfy, mi sufrido corcel, un Mini Cooper que me vendió mi amigo Wolf (de ahí el nombre), lleva más o menos parado desde que comenzó la pandemia. Sí, hay que tomar una decisión sobre él, pero en esta casa esas cosas toman su tiempo y mientras tanto ahí está el pobre, triste en su trocito de calle de "permiso de residentes", esperando que se requieran sus servicios. El Peda, que es el que lleva la cuenta de estas cosas, me dice que en 2021 se le puso gasolina dos veces y que desde Septiembre 2021 ha hecho 140 kms. Por qué tiene estos datos en su cabeza, yo tampoco lo sé.
Antes de partir a estas "vacaciones nacionales", a Fashion (entendida del motor, dice) se le ocurre recordarme que mire cosas como "el aceite". Buf, ese drama otra vez. Le digo al Peda que deberíamos bajar, un par de días antes, a ver si "está todo en orden". Por supuesto, esto nunca pasa y la misma mañana de salir, me pone un mensaje desde abajo, que "necesita una mujer, no se le abre el capó". Este es el nivel al que nos enfrentamos. Es lo que tiene el feminismo: bajo, y abro el capó sin ningún problema. Ja. Claro que ya dicen que en el país de los ciegos el tuerto es el rey.
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Entranias de Wolfy, así las vio JAL |
Ahora: lo de dentro. Jesús, José y María. En primer lugar, de dónde sale esta cantidad de polvo, que casi no deja leer los iconos. Será por eso que hay dudas sobre qué es cada cosa. El Peda localiza lo del aceite y hace eso de sacar la varilla y todo en orden. Pero, alerta: hay un depósito transparente que está sin líquido, con un símbolo (esto se lee, no está tan guarro) que indica lo que podría ser "no limpiaparabrisas" (eso sé dónde echarlo). No sabemos qué es, luego mensaje -con foto- a Fashion: “¿Puede ser el anticongelante?” Y la experta, que no sabe!!! Que su Mini es nuevo y es diferente, dice la tía. Timadora. Llamo a mi padre, él apuesta por el anticongelante, pero claro, no lo puede garantizar, con esa foto. Todo esto en la calle. Subo a casa a un tutorial de Youtube y entonces entra en el chat JAL, cuñado en el más amplio sentido de la palabra y además futuro bombero, que acaba de pasar el examen de "camión bomba" (esos rojos con mangueras), credenciales no le faltan. Pues bien: que tal vez sea el "líquido de frenos", que si no va a rosca no será el anticongelante por la presión. Ahí me hunde en la miseria, porque lo del anticongelante ya lo he hecho otras veces. Pero varios tutoriales más tarde se retracta, es el anticongelante (que su Mini es nuevo, ni ni ni, dice; yo diría, que le quiten el carnet de bombero!). Pero le perdono porque nos manda este valioso documento (¿se aprecia el París-Dakar del tema?) que yo cuelgo aquí como función “divulgación” tan conocida de este blog y también porque otra de sus múltiples utilidades es la de diario o cuaderno de notas. En el futuro, siempre podré siempre recurrir a esta entrada cuando se me vuelva a olvidar la anatomía del motor.
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Desde el ferry, de fondo el observatorio de Portsmouth |
Todo esto significa que se sale de la ciudad con más de media hora de retraso sobre la hora prevista, y aquí entra el "jueves de dolores". No sé si el gobierno decide hacer obras justo siempre en festividades, pero el caso es que en el barrio de Tooting nos encontramos con un atasco del horror (vamos a perder el barco), por fin nos metemos en la A3, hay que hacer parada técnica porque uno de los miembros del equipo (y no soy yo) "no aguanta" (vamos a perder el barco), y llegamos a Portsmouth donde hay el ritual de perdernos en destino (vamos a perder el barco), aunque ya se había factorizado esto en el cómputo de tiempo inicial y de hecho nos perdemos "pero poco". Entramos en la terminal del ferry en el minuto en el que aseguran "cierra el check-in", y la app no funciona. Quiero bajar a contarle nuestra vida al señor de la casita, pero me paran los pies (el Peda odia cuando le cuento mi vida a la gente, él simplemente no da nunca explicaciones). Por fin, sin necesidad de contarle lo de Tooting e incluso lo del anticongelante y mi cuniado, embarcamos, subimos a cubierta, y la Isla de Wight está ahí, a 30 minutos frente a Portsmouth (ciudad natal de Dickens y sí, si hubiéramos planeado mejor tal vez podríamos haber visitado su casa, pero más de Dickens otro día).
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Detalles del hotel: "Qué bonitos", dijo la cabrona de Fashion |
Al llegar a la isla, nuestro destino es un pueblo costero en el sureste llamado Shanklin. Tras las disensiones habituales en esta familia para reservar alojamiento (yo apostaba por una granja, se me olvida que Mini va a hacer 14), ganó el “con vistas al mar, por si llueve”. Así se acabó en "Villa Mentone", con fotos de grandes balcones al océano, claro que un colega mío que se vino a jubilar aquí dejó caer en un email "no es particularmente lujoso". Que un inglés te diga esto, no puede significar otra cosa que palabras mayores, pero opté por reírme -en claro estado de negación. Cuando llegamos: en primer lugar, lo calificaremos como un sitio "con mucho carácter". En recepción hay flores frescas y lo que la dirección entiende como detalles de glamour, a saber: pavos reales de oro y zafiros (en imagen), y sofá decorativo con cartel que dice "para mostrarse solo, no sentarse". ¿Alguien da más en cuanto a fantasía? ¿Un sofá para mirar? La que maneja el cotarro, una tal Salma, podría ser la explicación de todo esto: ella misma es como sacada de las mil y una noches. Y no solo el establecimiento está regentado por indo pakistaníes, sino que la clientela está formada en su mayoría por minorías étnicas-entre las que nos incluimos.
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Shanklin, bajando a la promenade |
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Esa mole es el ascensor "art deco" |