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14 abril 2022

"Ese coche merece ser beatificado" (Isle of Wight 1)

 Jueves (de Dolores). Día de la República, Cumple de Tiovin, 14 de Abril de 2022

El contraste entre Londinium y el resto del país se ha tocado ad nauseaum en este blog, así que me salto ese párrafo y vayamos al lío. Eso sí, remito al divagante que no lo recuerde por ejemplo al divague "Crónicas de ese país extranjero, Inglaterra" , cuando en medio de la pandemia y atrapados en la isla subimos una semana a Yorkshire (un viaje maravilloso, a pesar de lo que diga Mini) a enfrentarnos con esa realidad. Esta vez, a modo de introducción, solo comentaré que hay una razón por la que los habitantes de la City salimos tan poco "de fin de semana": salir (y luego entrar) de la urbe es un horror, que se replicó por supuesto el jueves cuando salíamos de mini-vacaciones, con la añadida extra diversión de tener que estar a una hora en un sitio para coger un barco. Pero no nos adelantemos. 


Antes de eso: Wolfy, mi sufrido corcel, un Mini Cooper que me vendió mi amigo Wolf (de ahí el nombre), lleva más o menos parado desde que comenzó la pandemia. Sí, hay que tomar una decisión sobre él, pero en esta casa esas cosas toman su tiempo y mientras tanto ahí está el pobre, triste en su trocito de calle de "permiso de residentes", esperando que se requieran sus servicios. El Peda, que es el que lleva la cuenta de estas cosas, me dice que en 2021 se le puso gasolina dos veces y que desde Septiembre 2021 ha hecho 140 kms. Por qué tiene estos datos en su cabeza, yo tampoco lo sé. 


Antes de partir a estas "vacaciones nacionales", a Fashion (entendida del motor, dice) se le ocurre recordarme que mire cosas como "el aceite". Buf, ese drama otra vez. Le digo al Peda que deberíamos bajar, un par de días antes, a ver si "está todo en orden". Por supuesto, esto nunca pasa y la misma mañana  de salir, me pone un mensaje desde abajo, que "necesita una mujer, no se le abre el capó". Este es el nivel al que nos enfrentamos. Es lo que tiene el feminismo: bajo, y abro el capó sin ningún problema. Ja. Claro que ya dicen que en el país de los ciegos el tuerto es el rey. 


Entranias de Wolfy, así las vio JAL

 Ahora: lo de dentro. Jesús, José y María. En primer lugar, de dónde sale esta cantidad de polvo, que casi no deja leer los iconos. Será por eso que hay dudas sobre qué es cada cosa. El Peda localiza lo del aceite y hace eso de sacar la varilla y todo en orden. Pero, alerta: hay un depósito transparente que está sin líquido, con un símbolo (esto se lee, no está tan guarro) que indica lo que podría ser "no limpiaparabrisas" (eso sé dónde echarlo). No sabemos qué es, luego mensaje -con foto- a Fashion: “¿Puede ser el anticongelante?” Y la experta, que no sabe!!! Que su Mini es nuevo y es diferente, dice la tía. Timadora.  Llamo a mi padre, él apuesta por el anticongelante, pero claro, no lo puede garantizar, con esa foto. Todo esto en la calle. Subo a casa a un tutorial de Youtube y entonces entra en el chat JAL, cuñado en el más amplio sentido de la palabra y además futuro bombero, que acaba de pasar el examen de "camión bomba" (esos rojos con mangueras), credenciales no le faltan. Pues bien: que tal vez sea el "líquido de frenos", que si no va a rosca no será el anticongelante por la presión. Ahí me hunde en la miseria, porque lo del anticongelante ya lo he hecho otras veces. Pero varios tutoriales más tarde se retracta, es el anticongelante (que su Mini es nuevo, ni ni ni, dice; yo diría, que le quiten el carnet de bombero!). Pero le perdono porque nos manda este valioso documento (¿se aprecia el París-Dakar del tema?) que yo cuelgo aquí como función “divulgación” tan conocida de este blog y también porque otra de sus múltiples utilidades es la de diario o cuaderno de notas. En el futuro, siempre podré siempre recurrir a esta entrada cuando se me vuelva a olvidar la anatomía del motor.


Desde el ferry,
de fondo el observatorio de Portsmouth

Todo esto significa que se sale de la ciudad con más de media hora de retraso sobre la hora prevista, y aquí entra el "jueves de dolores". No sé si el gobierno decide hacer obras justo siempre en festividades, pero el caso es que en el barrio de Tooting nos encontramos con un atasco del horror (vamos a perder el barco), por fin nos metemos en la A3, hay que hacer parada técnica porque uno de los miembros del equipo (y no soy yo) "no aguanta" (vamos a perder el barco), y llegamos a Portsmouth donde hay el ritual de perdernos en destino (vamos a perder el barco), aunque ya se había factorizado esto en el cómputo de tiempo inicial y de hecho nos perdemos "pero poco". Entramos en la terminal del ferry en el minuto en el que aseguran "cierra el check-in", y la app no funciona. Quiero bajar a contarle nuestra vida al señor de la casita, pero me paran los pies (el Peda odia cuando le cuento mi vida a la gente, él simplemente no da nunca explicaciones). Por fin, sin necesidad de contarle lo de Tooting e incluso lo del anticongelante y mi cuniado, embarcamos, subimos a cubierta, y la Isla de Wight está ahí, a 30 minutos frente a Portsmouth (ciudad natal de Dickens y sí, si hubiéramos planeado mejor tal vez podríamos haber visitado su casa, pero más de Dickens otro día).



Detalles del hotel: "Qué bonitos",
dijo la cabrona de Fashion

Al llegar a la isla, nuestro destino es un pueblo costero en el sureste llamado Shanklin. Tras las disensiones habituales en esta familia para reservar alojamiento (yo apostaba por una granja, se me olvida que Mini va a hacer 14), ganó el “con vistas al mar, por si llueve”. Así se acabó en "Villa Mentone", con fotos de grandes balcones al océano, claro que un colega mío que se vino a jubilar aquí dejó caer en un email "no es particularmente lujoso". Que un inglés te diga esto, no puede significar otra cosa que palabras mayores, pero opté por reírme -en claro estado de negación. Cuando llegamos: en primer lugar, lo calificaremos como un sitio "con mucho carácter". En recepción hay flores frescas y lo que la dirección entiende como detalles de glamour, a saber:  pavos reales de oro y zafiros (en imagen), y sofá decorativo con cartel que dice "para mostrarse solo, no sentarse". ¿Alguien da más en cuanto a fantasía? ¿Un sofá para mirar? La que maneja el cotarro, una tal Salma, podría ser la explicación de todo esto: ella misma es como sacada de las mil y una noches. Y no solo el establecimiento está regentado por indo pakistaníes, sino que la clientela está formada en su mayoría por minorías étnicas-entre las que nos incluimos. 


"For display only: no sentarse"
Quién podríá querer sentarse
en una recepción?

Cuando subes a las habitaciones el lujo asiático desaparece y vuelves a UK. Estamos en un caserón victoriano, con moquetas de cuadros a lo Burberry's por todo. Eso sí, nuestra habitación tiene un ventanal enorme por el que entra el mar, con una mesita y sillas para tomar el té delante (por supuesto, como buen hotel inglés hay "tea facilities", tu tetera con todos los sacramentos-os reiréis pero yo esto lo echo en falta cuando viajo "overseas"-más allá de los mares, me encanta esta palabara). Los cabezales de las camas son como de Henry VIII, estoy por dormir sentada. 

Shanklin, bajando a la promenade

Como ya quedó claro en la serie de Yorkshire, muchos de los pueblos costeros aquí tienen dos partes: a pie de playa hay una "promenade", que es un paseo aderezado con una serie de establecimientos del horror, e.g. restaurantes que cierran pronto, tiendas "El ma
ñico" (ie. recuerdos del lugar) y el concepto "arcade" (salas inmundas con máquinas de marcianos, o de pescar patitos). En las playas suele haber casitas de madera (en algunos sitios pintadas de colores, oportunidad fotográfica) para guardar tu parafernalia playera. Siempre huele a Fish & Chips y a algodón de feria y es, por definición, la deprimencia máxima. Fuera de temporada, se podría ir a filmar una peli de terror, por ejemplo. Esta promenade está unida con el resto del pueblo por unas escaleras interminables, porque aquí entra la segunda parte: hay acantilados. En Shanklin (y en Yorkshire también lo vi) hay incluso un ascensor para los vagos o jubilados, que hay muchos. Observación de Mini: "yo nunca veo ancianos en Londinium y ahora lo entiendo, están todos aquí". Por situarnos, Villa Mentone está arriba del acantilado y bajamos a cenar a la promenade (en las dos imágenes las fotos están tomadas desde arriba, no tuve valor para sacar la playa desde abajo). 

Esa mole es el ascensor "art deco"

Bajando a cenar

La cena es en el Steamer, recomendación de Salma, un lugar con decoración marinera que me hace sentir un poco Queequeg, así que genial. El Peda se atreve con un "chowder" que es una sopa de pescado que se hace con nata y vino blanco y que me trae recuerdos de otros viajes. Esto suele ser un tema de conversación, por alguna razón, cuando estamos cenando de viaje: ?os acordáis de tal sitio donde pasó esto? Me encanta cuando Mini recuerda cosas de hace un montón de tiempo, por ejemplo de 2014, cuando tenía solo seis anios. "?Os acordáis cuando cogí un loro?" (hoy lo cogería "por dinero", dice. Su padre le ha tenido que abrir los ojos sobre que "no funciona así", que fue él quien tuvo que pagar porque sujetase a aquel espantoso loro -aún hiperventilo de recordarlo).  Vuelta por las escaleras, que definitavamente ayudan a bajar la cena. 

Corolario: un día lleno de éxitos, estamos aquí, tras estar en un tris de perder el ferry y con un coche cuyo motor no hemos quemado. Hip hip hurrah por Wolfy que nos ha traído sin pestanear. Igual va a tener razón Fashion con lo que dijo el otro día: "ese coche merecería ser beatificado".

Techo del Steamer

30 octubre 2019

Para siempre recordar

Era Agosto del 98 cuando aterrizamos en nuestro segundo asalto a la Inglaterra Profunda, Derby, tras aquel puerto pesquero decadente en el que habíamos pasado un año. Como en todos los peores lugares, el trabajo ofrecía alojamiento barato y nos puso en la planta baja de una casa de dos plantas; tú vivías en la de arriba, desde hacía un tiempo. La colina del molino de viento. Cuando te conocimos, tuviste que enseñarnos el pasaporte para que creyésemos tu edad. 38 años? Eso era toda una persona mayor para nosotros, que estábamos en la mitad de los 20 y éramos unos indocumentados. Tú, con casi 40 no eras el senior de bigote de mi imaginario-cuarentón, sino "uno de nosotros" ("he's one of us, he's one of us"). Un Dorian Gray de esos con los que todos nos hemos cruzado alguna vez en la vida.

Tenías que pasar por nuestro recibidor para subir a tu piso, y no había ninguna puerta que independizara las dos estancias. Ello implicaba, por ejemplo, que cuando saltaba tu contestador automático, nosotros oíamos tu saludo, icónico, que jugaba con la onomatopeya de tu nombre: "auuuuuuu auuuuu. Soy el lobo. Deja tu mensaje". Y aullidos, regodeándote. También que compartíamos temperatura-ambiente, pero el termostato de la casa estaba al comienzo de la escalera, luego era mi territorio. Tú, como buen alemán, no comprendías mis temperaturas extremas, y como buen alemán, lo solucionaste enseguida. La calefacción, a partir del minuto tres,  sí fue separada. 

Los españoles (o "gente joven" como nos llamabas) supusimos aún más inconveniencias en tu  ordenada vida germánica. En la planta baja había vivido antes que nosotros un chico irlandés carne de takeaway,  nunca tocó la cocina. Cuando llegó nuestro bacon y salchichas, fue un pequeño choque cultural para ti, vegetariano de los piii. Además, el irlandés parece que solo usaba el salón, y te había dejado hacer lo que quisieras con lo que en su día debió ser el dormitorio. Resultado: un pequeño cuarto insonorizado con corcho por todas las paredes, y en el centro, tu batería. Cuando llegamos nosotros, tuviste que sacarla, pero dejamos los corchos, así que solo usábamos ese cuartucho para estrictamente dormir, en un colchón individual de aquellos de hospital recubierto de hule, en el suelo. Como sabes, allí dormimos el Peda y yo durante los seis meses que vivimos contigo en Derby. Lo que es el amor con 25, no nos importó nada apretarnos en ese zulo, ni ducharnos en el baño infame, que ante nuestras quejas por las arañas, encalaron: los ladrillos victorianos cubiertos de blanco-hospital, los grifos de Armitage Shanks, el baño con cadena.

Tú estabas en una fase de "aprendiz de brujo" más avanzada que yo. Yo me preparaba para el primer Gran Examen, y tú, durante aquellos seis meses, aprobaste el segundo Gran Examen, lo que te transformó en una semi-deidad a mis ojos. Recuerdo el día que llegó  tu nota: nos habías dejado una sartén de hierro especial que te había costado un ojo de la cara, que luego resultó que no se podía lavar.  Cuando viniste aquel día y nos habíamos cargado la sartén -obviamente tras lavarla a fondo con fairy-, simplemente te reíste, todo daba igual, tal es siempre la alegría de los aprendices de brujo al pasar esas tontas carreras de obstáculos.

Durante esos meses, llevaste al Peda a Nottingham en coche, donde tú estabas rotando en un trabajo por el que luego pasaría yo un tiempo después, y todo el mundo te recordaría con carinio por tu sentido del humor. Recuerdo contarle a la secretaria que te habías subido al tejado y "quitado la chimenea tú mismo" y ella pensó que era típico. El Peda había empezado un trabajo cutre a ver si se ponía las pilas con el inglés. A la vuelta de Navidad te trajo vino y siempre le recordabas que era de lo mejor que habías bebido. Imagina!

En aquel Noviembre de 1998, nosotros volábamos por primera vez a Nueva York. Tú habías viajado mucho más que nosotros, tenías una vida interesante: habías sido taxista tal vez en Frankurt, tenías un doctorado en neurociencia, habías vivido en Italia (y hablabas, además de inglés y alemán, italiano) y en Nueva York. Recuerdo las pinceladas que nos diste de América, el lugar donde habías visto "cosas como en ningún otro sitio... un mendigo que va por ahí con un carrito de la compra decorado con luces navideñas". Aunque nunca vi al mítico mendigo, esa siempre será para mí una de las imágenes de Nueva York.

Pasados los seis meses, nosotros nos fuimos a Nottingham, y tú encontraste trabajo, de Ultima-fase-de-Aprendiz-de-Brujo en Londinium. Cuántas veces nos decías que teníamos que venir, porque era "maravilloso, cines, teatros,  restaurantes de todo tipo".  El mito de Londinium.  Al final te hicimos caso, y fue verdad, y el primer recuerdo que tengo de mi barrio es desde tu coche: gente corriendo en el parque enfrente del que hoy vivo. 

Cuando en 2004 nosotros terminábamos nuestro viaje a Latinoamérica, tú lo empezaste. En Buenos Aires coincidimos tres semanas, también con el Naufrago Ro. Tú aprendías español en clases particulares, y luego lo refinaste durante el siguiente año, haciendo nuestro mismo viaje, pero en dirección opuesta. A la vuelta, nos trajiste la camiseta de Inca Cola de Perú,  aún la tengo por ahí, y en Panamá te cogiste el dengue, según tú en el hotelucho que te recomendamos.  Pero la última noche nuestra en el viaje aquel iniciático, la pasamos contigo sin dormir en bares extraños bonaerenses. Nos fuimos, qué brutos, al aeropuerto a las 4 am, a emprender un vuelo a Madrid que pasaba antes por Santiago de Chile y Bogotá. 

Ya no volvimos a vivir en la misma ciudad, porque a la vuelta de las Américas tú dejaste Londinium, y tiraste hacia el norte. Pasaron los años, y siempre querías hablar con nosotros en castellano, con aquel acento argentino-alemán tan maravilloso ("má o meno"). Tenías varios amigos españoles, no sé si ellos te regalaron las figuritas del penitente y del guardil que tenías en tu piso en Derby, o bien las habías comprado tú en tu perplejidad cartesiana por nuestro extranio país. Aún así, no podías entender qué hacíamos en el Reino Unido, un lugar que acabaste odiando-te he acabado dando un poco la razón, tras el Brexit. Cuando te volviste al continente, en busca de montañas y pistas de esquí,  me quedé con tu coche, que hoy es mi mini, y sigue siendo un poco tuyo. 

 Tus emails siempre eran un regalo: nos reíamos tanto con tus ocurrencias. A veces se los mandaba al Naufrago Ro o a mi hermana, y todos los adoraban. "Qué país mas paupérrimo, qué lugar más escuálido!", escribiste para describir esta maldita isla. Te dimos el título de Naufrago de Honor. Todo esto te lo conté por teléfono, cuánto nos hacías reír, y que te queríamos. 

Aunque nunca olvidaste el castellano, sé que no leerás esto. Pero eso no me preocupa;  lo que temo es olvidarme yo de estos recuerdos que hoy están tan vivos en mí. Auuuuuuu. Por eso los he escrito, por lo de siempre: un plantarle cara al olvido y a los años y a la costumbre. Para siempre recordarte, aquí dentro, en mi corazón. 

08 marzo 2017

Piensa en tu madre

Nota: Qué casualidad, hoy es el 8 de Marzo, Día de la Mujer Trabajadora. Este divague lo escribí hace una semana del tirón tras "acontecimientos" del día. Había otras cosas sobre las que divagar, así que, casualmente, se publica hoy. Pónganse cómod@s....



Para ti, que eres Mujer Trabajadora


Un martes cualquiera, en la City of Londinium, plena hora punta. Ha dejado a Mini en el cole y Di, nuestra ídolo de masas se desliza con su mugriento Mini, Wolfy,  por las calles hacia su trabajo. Ha tomado un desvío porque en Brixton, justo delante del Dogstar (para el potencial turista, una de las "venues" mas tardíocanallas de la ciudad) han puesto uno de esos semáforos de obra. Nuestra heroína se mete por una calle llamada Shakespeare: sí, en serio, esto no es para dar ambiente british- eso, en estos tiempos de Brexit, me sobra. 

Shakespeare Road es, pobre bardo, inmunda. Es larguísima y en un punto hace una curva. Al principio no lo parece: estrecha calle residencial con coches aparcados a ambos lados y, típicamente londiniumense, de doble dirección. Oh sí, lo sé, pero así en conducir en Londinium: has de estar parándote cada nanosegundo a hacer sitio a otro, o levantar el dedito en agradecimiento si te han dejado pasar. Los flashes de luz también son aceptados, pero a mí a veces, aún me sale darle al limpiaparabrisas, con chorrito de agua y todo: no merece la pena este exceso mental; mejor seguir los consejos de Bill Bryson y solo dedito. 

Cuando entro a esta parte inicial de Shakespeare veo que, allá en la lontananza- pero tristemente antes de la primera calle que la cruza- hay un camión descargando. No hay ninguna señal de calle cortada temporalmente, así que me acerco a ver si es cosa de 5 minutos. Hay un grupo de tíos blancos (y hago esta anotación porque si llegan a haber sido de otro grupo étnico esto habría sido anotado) monitorizando el cotarro: el camión tiene una de esas manos metálicas que agarra los tableros y los baja. 

Tras unos minutos prudenciales decido bajarme del coche a ver cuánto tiempo van a estar. Mientras camino hacia ellos, noto una actitud que, pensándolo luego, no es nada nueva. Por lo menos en España ha sido el pan nuestro de cada día: pasar delante de un grupo de tíos en según qué circunstancia es, a falta de mejor palabra "desagradable". No sé si hace falta que describa porqué, o todos (todas) sabemos de lo que hablamos. Aquí, mientras camino hacia ellos, con gafas de sol, los tíos se van riendo, cuchichean, codazos, "mate", ese rollo. Al llegar, toda amabilidad y con mi tono de ingenuidad más blanco (ya lo hacía bien antes de Stanislaski, guapos) les increpo: "Buenos días, me podrían decir para cuánto tienen aquí por favor?" 

Entonces las risitas ya pasan a descojono abierto- y no hay otro verbo mejor, lo siento. Uno de ellos, el más joven, está a mandíbula batiente (sí, pobre) y suelta: "Una hora!!"". Todos ríen. 

Si ya venía mosqueada, aquí ya veo en rojo. Porque llueve sobre mojado: porque toda su actitud sucks, que dicen por aquí. Pero es que además,  estos imbéciles se creen que pueden cortar una calle por tanto tiempo sin ningún permiso, sin un mal cartel?  Se lo digo, ya bastante cabreada. "No haber entrado! No has visto las luces del camión?", "Date la vuelta!!" Y más risas. 

Me voy toda cabreada, y he de reconocer que, en mi camino al pobre Wolfy se me levanta la mano con el anular extendido. Murmuro "fuckers". 

Como se ha montado fila, les digo a los de atrás que den la vuelta, que los fulanos estarán aún una hora. La gente, pacientemente, comienza a dar la vuelta en ese horror de calle (concepto "maniobra" nivel leyenda). Cuando voy a mitad de la mía, el de la furgoneta de reparto de Ocado de atrás me señala para que mire: los oligofrénicos están recogiendo; el camión, de hecho se va. 

O sea: me han mentido, solo por el cachondeo. Alucino. Ideas no-reproducibles pasan por mi cabeza. 

Y en estas estoy, cuando ya enderezada y dispuesta a seguir por la parte "industrial" de Shakespeare le veo. El joven, el imbécil que más se reía y que me ha mentido se planta en medio de la calle, justo delante del capó de mi coche, bloqueándome. Todo serio y me mira. Tengo un flashback de "Nocturnal animals", la peli de Tom Ford en la que hay una escena de auténtico terror que incluye gente con coches intimidándose. Pienso: no, Di, estás en Londinium, no en la mitad de West Texas por la noche, son las 830 am, y tienes la furgoneta de Ocado detrás. La calle está desierta, por eso, el de Ocado tal vez se haya dormido. 

Y entonces el tío que me bloquea el paso eleva sus dos dedos centrales (más o menos como hice yo, vale, soy o no una líder?) y sigue ahí parado, mirándome con odio, sin dejarme pasar. En un punto empieza a hacer ese movimiento de la mano que sugiere "masturbación". Es repulsivo. Y en estas circunstancias, siempre intento fingir un bostezo, es siempre bien acogido, pero esta vez solo puedo gritar "LOSER". Finalmente se va, y yo acelero, metiéndome en las profundidades de Shakespeare Road. 


La primera fase consiste en pasar bajo las vías del tren, y aquí aún estoy temblando de ira. Avanzo un poco y estás prácticamente en una zona semi-industrial, donde hay un cole gigante del que nunca sale nadie (serán las traseras? me pregunto en un alarde), y casas de la beneficencia en calles con nombres tan bonitos como "Pablo Neruda Close" (de verdad creéis que hay un theme aquí con los nombres de las calles?) Todo contribuye a que parezca que estoy en un sueño, en una película de Guillermo del Toro, en un episodio de depersonalización. Al llegar a Loughborough, saliendo de este backstage que es Shakespeare Road, dejo de ser un Nocturnal Animal y en solo ese punto empiezo a pensar algo más claro: y me doy cuenta que no he copiado la matrícula -al fin y al cabo, el camión se fue antes de la performance de este patán-, y desde atrás no se veía la compañía.

Aún así, cuando llego al trabajo, lo único que me aplaca es escribir todo esto en la página de la policía, sección de "asuntos que no son emergencia".  Solo pido que una uniformada fuera a visitar a este tío, a darle una pequeña charlita, nada terrible, noooo, algo tranquilo y amable, algo que le hiciera pensar, en la línea: 


"?Qué te parecería que le hicieran esto a tu  madre?"


~~~~~

Epílogo: hace unos días vi este video de una ciclista a la que los tíos de una furgoneta están asqueando. No supe si era un montaje o de verdad había ocurrido. Vi un pequeño debate sobre si lo que hace la chica era o no acertado. Cada uno opinará lo que sea.  Yo solo digo que la misma pregunta que he sugerido le haga la agente a mi payaso particular, yo se la haría igual a él, o a estos de la furgoneta, o a tantos otros, añadiendo solo una minima palabra:

"?Qué te parecería que le hicieran esto a tu puta madre?"





20 diciembre 2012

"Some nights" (Fun): Disculpen las inconveniencias, dicen "f&ck"

Mini fue a un cumple de un ninio de su clase, y aparte de la "party bag" de rigor, apareció con un CD-por la extensión del correo de la madre, deduje que trabaja en una productora musical. Como la vejez ha llegado de la mano de una desconexión parcial en esto de la música, nunca había oído hablar del grupo en cuestión. La nueva música siempre me llega a través de amigos, hermana, blogs o cine...  La radio no ayuda, porque suelo escuchar BBC4, sin música ni anuncios (rabia, rabia!!! va con maldad, tras unos días duchándome en la península con las más atroces emisoras). Otras veces porque el Peda ha leído algo nosédónde (así llegó el Gangmanstyle a nuestra casa, no hay más preguntas). Hubo una muy graciosa a la que llegué poniendo "eh eh eh eh ah ah ah ah" en google. En serio: siempre me preguntaba qué oligofrénico ponía en google "canción que empieza con la la ra ra li"... y les mandaba al divlog. Bien, fui una de esas, y... funciona! 

Pero divago. Decía que ponemos el CD que ha traído Mini de su cumple. Y, vaya, la primera canción no está mal.... pero, un momento, a ratos no sé porqué vienen aquellos impresentables críos metrosexuales que cantaban y hacían coreografías con taburetes de bar en los 80 (Backstreet boys?). Cuando logro sacar esa intrusión de mi cabeza, entonces vuelvo a la canción y dicen:

Some nights, I say "fuck it all" and stare at the calendar". Oh dear, y siguen: "Lately, I've been fucking crazy".

Fuck! Ha dicho fuck!!!

Hey, que no cunda el pánico: estamos en UK. A los pocos días, un email general: "Queridos padres, disculpas porque la primera canción del CD no es apropiada para los ninios. Nuevas disculpas por cualquier inconveniencia que haya podido causar". 

Pero ya es tarde: estamos enganchadas. "Fun" es nuestra banda sonora matinal cuando Mini y yo, en nuestro nuevo viejo mini, navegamos la City.  

Cómo, nunca he divagado sobre Wolfy, nuestro nuevo viejo mini?