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08 enero 2025

El fantasma que opera en tu casa cuando tú estás de vacaciones

No, no culpo al fantasma de esto

Hoy vengo a escribir un haiku y ya. En serio: hoy solo vengo a por una explicación ante un tema, a ser posible mejor que la de Mini ("es el fantasma") o los Jekes ("claramente, un fenómeno paranormal"). No es la primera vez: ya acudí al oráculo de los divagantes cuando ruidos raros se oían en casa; entonces, mi hipótesis era que Rose tenía un tarado á la Pulp Fiction en el subterráneo, y todos no pudieron más que darme la razón. Hoy, el tema es "por qué siempre pasan fenómenos extraños en casa JUSTAMENTE cuando estamos de vacaciones". 

Ayer (cuando empecé el divague), Noche de Reyes, volaba muy tarde desde la península, con gran dolor de mi corazón al no poder ir con el sobrinísimo a la cabalgata, que dicen en la Ciudad Condal nada tiene que ver con aquella de Vetusta en la que hacía siempre tanto frío (lo de pintar a un señor con betún pasaba en todos los sitios). Volvía fastidiada, aparte de por lo de todo el mundo, porque hacía un par de días había escrito la odiosa dueña del piso de abajo, que las nuevas inquilinas habían tenido una gotera de mi "bay window" (envolvería un preparatorio en arquitectura georgiana explicar esto, no insistan). Pues bien, al llegar descubro que el culpable de esa gotera tal vez no sea la "bay window" sino el tejado del edificio al haber un par de "humedades" en mi pared, justo encima de lo suyo. Nota: tejado que cambiamos con gran estrés la primavera pasada. 

Llena de malos augurios, al salir de casa, decido pasar a ver al pobre Wolfy que está aparcado en una calle lateral. Una vez, tras un viaje a Malta, algún oligofrénico había saltado sobre el techo y estaba hundido. Hoy, qué me encuentro? Alguien ha arrancado el retrovisor del copiloto, o bien sin querer con un patinete por la acera o con un tortazo, en cuyo caso, la persona merece otro. Cabe anotar que el otro retrovisor ya lo tengo sujeto con cinta aislante, porque también, oh destino, lo encontré en el suelo un buen día (o mejor dicho, me di cuenta que no lo llevaba cuando ya estaba conduciendo e intenté mirar por él). 

Por qué ocurren todas estas cosas cuando estás de vacaciones? (bueno, el primer espejo no). Esto puede parecer una mala suerte casual tras más de una quincena fuera, pero no es la primera vez: el verano pasado, tras Vietnam, nos encontramos una gotera misteriosa que manchó la pared del cuarto abuhardillado, pero nunca más apareció. Aún tengo ahí la mancha en la que seguro algún vidente verá al Sagrado Corazón, y lo que te rondaré morena porque en esta casa, ya lo he dicho, las cosas de palacio van despacio. Y, ¿alguien recuerda aquel entrañable viaje a Cornwall el otoño pasado? (sí, el de las 12 horas de tren gracias a "Great" Western Railways). A la vuelta, lo que había goteado sobre nuestras almohadas había sido el balconete (ahí aún no habíamos cambiado el tejado). 

O-y esto no lo he contado porque intentaba enterrarlo en la memoria por mi ornitofobia secular- la vez que, estando nosotros en Turquía (por qué recordaré los destinos?), entró un pájaro por la chimenea? Odio esta historia pero intentar ocultarla no funciona: desisto, a la gente le encanta y dicen "oh, ah".  Básicamente, entró ese bicho por la chimenea y menos mal que vino Mónica a regar y se lo encontró y le abrió la ventana y tuvo que hacer danzas tribales para que se fuese, porque me llega a pasar a mí y soy yo la que se tira por  la ventana. Dice Fashion: "los animales notan la quietud de las casas". Vamos a ver, sí, los ratones lo entiendo (más sobre ratones en mi casa en este divague: "De ratones y de hombres") pero hay cuatro chimeneas en mi edificio: cómo sabe el puto pájaro qué piso está vacío? 

Y no solo me ha pasado a mí, claro que en el resto de casos hay indudables culpables: un compa mío tuvo que volver de Lanzarote enmedio de sus vacaciones porque se inundó su casa [él había instalado los tubos] o los jekes recibieron una llamada de su casero a las 3 am diciendo que el piso de abajo se estaba inundando [JAL, el kuñado universal dejó un "sistema de riego por goteo programado" que claramente se desprogramó]. Eso sí, estos eran jóvenes e indocumentados y no volvieron: "estamos durmiendo, estamos en Tailandia", le dijeron al casero. Pero no es mi caso: yo cierro el agua, dejo una patata y un par de zanahorias en la nevera y apago el wifi y varios enchufes clave. Por qué, Señor, me ocurre esto?

Es el fantasma de las vacaciones, dice Mini (o la ira de Dios ante gente disfrutando, pienso yo, de más clara educación judeocristiana). Porque todo esto podría ocurrir cuando estoy en casa, pongamos en la cocina haciendo una cena deliciosa (vale, no cuela) o el salón haciendo meditación (tampoco), y cuando se pone a llover ves, delante de tus propios ojos, cómo empieza a chorrear agua por la pared. O puedo estar limpiando la plata y entrar el pájaro (es oficial: me muero). Sin embargo, el fantasma aprieta, pero no ahoga: lo del pájaro hubiera sido pasarse. Fantasma, si estás ahí, ¡manifiéstate! O si alguien tiene una explicación más plausible, la necesito. Gracias. 

Y termino con unas imágenes que tomé estas pasadas vacaciones en la España profunda que contaré en los siguientes días, porque todas son fantasmagóricas. La primera no requiere mucha explicación, es la versión más pirata del espectro que nos ocupa. Luego viene la primera versión de Jesucristo trans que he visto y por último, de nuevo nuestro Señor sorprendiéndonos haciendo "una dominada" (he tenido que buscar la palabra, no piensen que han secuestrado el blog).





Estas fotos son solo los preliminares de unos divagues en preparación en los que se elucubrará sobre retornar a los sitios de la infancia, sobre investigaciones genealógicas amateurs, sobre meter un dedito en el Camino de Santiago, sobre cual es el punto de la niebla, y por supuesto, cómo va el desarrollo del sobrinísimo, que ya tiene dos años y 8 meses y con el que tengo que ir a la cabalgata, un año de estos

04 diciembre 2024

"La vegetariana" de Han Kang: tu cuerpo como arma

Algo me dice que hoy me va a salir un divague raro: va sobre "La vegetariana" de Han Kang, la coreana que solo tiene un año más que yo y ya acaba de hacerse con el premio Nobel de literatura, la muy odiosa. Lo presiento raro no porque la novela sea rara y esto un homenaje, sino porque rehúso contarla [ohmygot cuántas críticas, hasta en el Guardian que he dejado en el segundo párrafo porque veía que la resumían: críticos, get a grip, una review no es un resumen]. Intento no hacerlo nunca -y si se me escapa, aviso-, pero es que en este caso ni siquiera puedo hablar de sus temas [tal vez se entenderá luego].  Aspiro a que esto sea una anotación para recordar que leí "La vegetariana" -serlo es algo a lo que también aspiro, pero oh, la carne es débil- aunque me encantaría que me saliera algo oscuro y extraño, como le salió a Han Kang. Pero para eso hay que valer, me falta tormento y tontería: veremos. 

Antes, una cosa: toda la familia de Kang está relacionada con la literatura: son escritores su padre y sus hermanos, crítico su ex, con su hijo tenía una librería en Seúl. Esto solo lo digo por la ilusión que les habrá hecho a todos este premio, apuesto a que no lo esperaban, aunque este libro ya había ganado el Booker Internacional 2016. Y debe ser muy merecido, a tenor de lo exaltada que está la crítica [aunque generalmente solo resuman], pero yo solo digo que no me ha pasado como con Olga Tokarczuk (Nobel 2019) y "Los errantes": con este inmediatamente entendí. Y me reafirmé con "Sobre los huesos de los muertos". Aquí, no sé, pero no voy a ser tan ingenua de pensar que estas cosas se deben a razones únicamente literarias. 

Y ya por sacarme esto de encima cuanto antes: la traducción es a killer. En serio: es insportable leer traducciones y no me cansaré de decirlo y me podéis llamar loquesea y trolearme en vuestras mentes. Un ejemplo: "trasero". ¿En serio? O sea, es un libro lleno de drama, bilis, oscuridad, simas, color violeta, cuerpos, y para describir donde la espalda pierde su nombre se dice "trasero"? No voy a hacer yo de traductora, pero es que hasta culo hubiera quedado mejor, por no hablar de nalgas y hasta glúteos: ¿no sabe el traductor que "trasero" es irónico en castellano?

Sensación "otro planeta" me pasa con los orientales, tal vez por eso he leído pocos. No me gustó Murakami, y en el divague de "El templo del pabellón dorado" de Yukio Mishima lanzo la hipótesis de por qué tengo buenos recuerdos de otro libro suyo (resumen=la edad, estaba en mi veintena) y con el del pabellón se vuelve al estado natural de las cosas: me ha vuelto a parecer una jirafa cuadrada. Pues bien, Kang es marciana, como se esperaba. 

No voy a hablar de temas subyacentes porque serían muy manidos, casi da verguenza [que si patriarcado feroz, que si capitalismo extremo, que si Greg Samsa, que si Bartleby]. La percha que usa es para mí extra dolorosa, porque leer el tratamiento de la enfermedad mental en literatura lo tiende a ser, aunque esta frase me gusta: "irse sola al otro lado de los límites tras haber hundido su vida en un lodazal.". Hay gente que lo hace bien, no sé, Plath, Franzen, o Foster Wallace -el pobre, tan en primera persona, y también Sylvia, pero no es fácil. Y me exaspera lo del trauma: debe ser terrible tener una enfermedad mental hoy en día y que no te hayan abusado de niño, porque parece que todo se explica por esa palabra, "el trauma". Es perezoso hacerlo y da mucha pereza leerlo -o verlo en el cine, ay, pobrecito Joker. Dejad de hacerlo, ya hay suficientes: escribid de alguien neurótico hasta la médula nacido en una familia que se quiere, de un psicópata más frío que el pescado cuyos padres eran buena gente, de alguien con depresión clínica al que todo le fue bien. Existen, de verdad. Y sí, da mucho más vértigo asomarse a esas mentes, porque plantean dudas mucho más incómodas. Pero va, dejad el trauma, que ya aburre. 



No ha sido todo el rato así: tiene tres partes y en la primera [채식주의자] leo intentando abrazar la marcianidad con algo parecido al interés. Un personaje -sorpresa, un señoro- es desagradable, y se le enseña, como corresponde, el dedo corazón: bien hecho, aplaudo, hay que sacar más ese dedo a pasear sobre todo metafóricamente.  Y sí, lo compro: el propio cuerpo puede ser un campo donde luchar ciertas batallas, lo saben muy bien las anoréxicas que ya existían antes de Instagram y la tele: antes eran monjas iluminadas. Mi cuerpo contra__________ (añádase aquí lo que convenga). En esa parte frases como estas me animan a seguir leyendo: "¿Qué es lo que cortaré con mi cuerpo que me estoy poniendo tan afilada?" o "Tu propio cuerpo es lo único a lo que le puedes hacer daño. Es lo único con lo que puedes hacer lo que quieres. Pero ni eso te dejan hacer". 

En la segunda [몽고반점] ha sido algo mucho más visual ["Más que despertar deseo, era un cuerpo que apetecía quedarse contemplando"], un recreo de imágenes que he construido en mi cabeza con las pinceladas que da Kang y me ha quedado bastante bien. Igual estaba aún bajo el influjo de Garro y sus  "lianas y hojas carnosas", pero ha sido un festival, algo así como el invernadero de nenúfares que hay en Kew Gardens mezclado con chocolate que se derrite sobre una fresa. Debo estar muy mal porque el sexo descrito, supongo que con intenciones de asquear y sentir rechazo, medio me ha puesto. 

La tercera parte, [나무 불꽃],ya con el tema sanatorio á la Cucko's nest se encuentra con "La mujer habitada" de Gioconda Belli, como que no, claro que hay perlas como el psiquiatra que se enoja con los pacientes que no evolucionan como él querría: me he reído y es que hay pacientes que solo van a fastidiar. 

Con esta frase, que no sé de qué parte es termino: "El tiempo, que es un torrente ecuánime hasta la crueldad, se llevó en sus aguas su vida". Y con su título: es tan bonita esta grafía que estoy considerando leerlo en coreano...


 채식주의자 

14 enero 2024

¿En qué era estás?

Resulta que el "vibe" (*) del año pasado fue "eras" (**).

(*) ¿Cómo traducir "vibe"? Ambiente, sensación, rollo, onda, vibración...

(**) ¿Cómo explicar "eras"? (si no tienes adolescentes en casa). A ver, "eras" era la onda (vibe) de 2023 por el "Eras Tour" (la gira musical) de "la persona del año" que es Taylor Swift. 


Get it boy:
"We are never ever going back together"
El otro día me escuché todo un podcast del Newyorker para entender de qué va todo el fuss con Swift, porque mi única referencia es Mini que no sé si llega a "swifty" (sus superfans), pero que se sabe todas sus canciones, lee lo que se publica sobre ella y está muy triste porque ya no hay entradas para los conciertos del verano en esta isla. La tía me quería hacer ir a un cine a mirar "el documental" que es ver el concierto, ahí sentadas (sin bailar? Por quién me has tomado?). Mini, la misma persona que no mostró ningún interés para el planazo del mes: una sesión en Fabric -el club del que hablé el otro día tras mi exhaustiva investigación-, que organiza su colegio en el que van a pinchar sus compas que hacen la asignatura de DJ-ing (en serio, hay gente que hace flauta travesera, y otros DJ-ing: en tu época, pinchadiscos).  Me indigné tanto (estaba boicoteando mis "estudios desde el centro de la noticia" para este blog) que le dije que iba sin ella, ya buscaría una víctima por ahí. Tristemente cuando le di a comprar ya estaba todo vendido (recordemos, es Londinium).

Pero divago: volvamos a lo que me dice Mini de Swift.  Que el secreto es que en sus conciertos tiene un gran poder para "conectar emocionalmente con la gente" (flashback de Mark Knopfler cuando vino a Vetusta: no dijo ni "Good night, Vetusta!". Nada: él llegó, tocó, y se fue, hierático) pero sobre todo, que sus letras son buenísimas: cuentan historias, tienen profundidad y la gente se identifica con ellas. 

Vale, hago "el test de las letras" con una así al azar, "Blank Space", y solo con este verso, ya me ha ganado: 
"Cause, darling, I'm a nightmare dressed like a daydream" ("Porque, cariño, soy una pesadilla disfrazada de sueño"). 
Parece que la escribió en 2014 como una sátira hacia la prensa rosa que le puso la etiqueta de "femme fatale" (de todas ellas somos muy fans en el divlog, y esperen que el siguiente divague es sobre una novela negra donde sale una que "looked like a million"). Me he leído toda la canción y se sale de una letra-tonta-del-pop (claro que en Ejpaña venimos de "No hay marcha en Nueva York / y los jamones son de York"). Pero no sigo con toda su discografía, a  porque no venía hoy a hacer análisis de texto de letras del pop.

Hoy he venido a hablar de mi libro, digo a profundizar en el concepto "eras". No solo estapas culturales, históricas, o incluso dentro de la vida de artistas (etapa azul picassiana, etapa negra goyesca) que habrán definido los sociólogos, historiadores y demás. Más bien etapas vitales nuestras, personales, caracterizadas por algo distintivo como un estado emocional, una relación, un interés especial, un logro. Por ejemplo, Mini dice que la hermana mayor de una de sus amigas era mala estudiante y un día, de repente, "switched on" (se enchufó la luz) y a partir de ahí, empezó lo que a efectos de este divague llamaremos "su era estudiosa/responsable". Y se me ocurren mil más.

He leído por ahí que el concepto de ver tu vida en "eras" te "empodera" (me ha salido una cita?) porque te permite definir y redefinir tus etapas personales, terminar algunas, comenzar otras, identificar la actual.... Al final, lo más importante no es lo que pasa, sino lo que nos contamos a nosotros mism@s que nos pasa: la narrativa, el relato. Una historia que alguien se cuente como fracaso puede fastidiarle la vida, mientras que otra persona con esa misma experiencia y una nueva historia, puede cambiarlo todo -hablamos siempre dentro de unos límites, que no me salga alguien con los subsuelos de Maslow, que sí, que sin lo básico no se puede. Ya decía Harari en "Sapiens" que el secreto de nuestra especie no es otro que la habilidad de contarnos historias. 

Así que he estado pensado en mis propias eras y me iba a lanzar a esa piscina -frecuentemente sin agua- del divague interactivo en el que preguntaba a ese unicornio, el divagante, que me diera las suyas. Pero claro, me he puesto con las mías (con puntos de enumeración y todo), y cuando he llegado al final estaba casi al borde de las lágrimas: sí, claro, las eras iniciales son comunes entre la mayoría de nosotr@s -y aburridas (infancia, adolescencia...) pero a medida que avanzaba he terminado navegando los picos y valles de eras-de-la-vida-adulta que van desde  la-vida-me-sonríe hasta crisis-vitales-estoy-muy-perdida, y peor. El caso es que me ha dado todo mucho pudor -particularmente los momentos de encantada-de-haberme-conocido, desde los que no sé escribir. Así que lo he borrado: muy liberador para mí, y no te cuento para vosotr@s que me ha quedado por fin un divague corto.

Tal vez este divague inicia la nueva era de los divagues sucintos? 

Marshall St: una piscina art deco
en el centro de Londinium
a la que por fin no me he lanzado


06 enero 2024

El vino de mi padre: magia mediada por la luna?

Hace cosa de un año di mi primera (y, quién lo iba a decir, última) receta en el divlog: la kombucha. No era estrictamente una receta, sino la descripción de un proceso que no quería que se me olvidara. Estamos en un momento en el que ya no se sabe bien qué es esto del blog, se ha metamorfoseado en un ente que va por libre y lalala, pero ahora estoy pensando en una de sus funciones, que ni de lejos era buscada hace catorce a
ños: se está tornando en uno de mis discos duros externos, porque [gran, arghh] parte de mi memoria está externalizada aquí (de esto ya hablé a propósito del libro de Egan en un divague que no leyó nadie aparte de Muiñovello -graciñas-: "el blog es una manera primitiva de externalizar tu mente de manera anónima"). Total, que divago: lo de la kombucha no funcionó, claro que igual a alguien que lo esté buscando le sirva algún día, quién sabe, y este párrafo intro era para indicar que el de hoy es uno de esos escritos-mementos, para que no se me olvide algo.

Hace un par de meses mi padre dejó caer que tenía que ir a Vetustilla de la Torre (ese pueblo a una hora Vetusta donde pasé veranos de la adolescencia-haber tenido blog en la época lo hubiera hecho infinitamente más llevadero) a "echar vino a la pipa*".

(*)Nota: "pipa", en la tercera acepción de la RAE significa "Tonel o candiota que sirve para transportar o guardar vino u otros licores". Lo digo porque hay expresiones que no sé si son regionales y mi barómetro de esto es el Peda, que no sabía lo que era. 

Alguna vez le había escuchado describir el proceso y estas Navidades le pedí que me lo contara de nuevo para anotarlo y no olvidarme. Resulta que mi padre tiene una pipa que transforma vino mediocre en vino bueno, tal cual - o eso dice mi suegra, su mayor fan. Para mí es muy fuerte, claro que yo qué entiendo de vino -solo que cuando es caro, sin saberlo, digo que está bien (según el Peda, llevo "a natural" dentro de mí: estoy desaprovechada). Pero volvamos: el secreto está, claro, en el barril donde lo guarda y las condiciones de la bodega, que está excavada en la roca. 

No hace el proceso desde el principio (no tiene viñas), pero ya que estoy tomando notas me lo cuenta todo:

  • Se cortan los racimos, se llevan en remolques al lagar y allí se pisaban en el pasado- hoy se hace con estrujadoras, aunque habrá sitios que las pisan como  tradición, folklore o tontería.
  • Se mete esa masa en un trujal hermético donde se tiene fermentando unos dìas (hierve)
  • Se saca entonces por un grifo que tiene y se mete en una prensa.
  • La brisa es el hollejo (piel fina) de la uva, después de exprimida y sacada toda la sustancia. También las pepitas y todo lo que queda cuando se ha exprimido todo el líquido. En internet he encontrado que se les daba a los animales. 
  • El exprimido se mete en la pipa y se deja el tiempo que quieras siempre que no se vuelva vinagre.
La pipa de mi padre:
añeja ella misma
Las pipas mejores son las de madera de roble (o también de castaño), en contraposición a las metálicas. A mi padre la suya se la regaló un amigo. Las de madera se van "bebiendo" parte del vino con el tiempo. Los posos que quedan en el fondo se llaman "la madre".  Hay que desinfectarla y limpiarla por dentro (no recuerdo frecuencia) y aquí ya entran lo que me fascina: las lunas. Has de vaciarla en menguante, lavarla y meterle por el agujero superior unas pastillas de azufre con un alambre (que has encendido) para que suelten humo, y lo dejas unos días, tapado con yeso 

La pipa de mi padre es de 110 litros. Cada año, compra vino (unos 20 litros) en una cooperativa y rellena el barril cuando la luna está en menguante en diciembre o enero. Uno de estos días, irá a rellenar. 

Por supuesto, he de investigar cual es la base científica de la influencia lunar en el mundo del vino (ahora viene cuando Richard Ford dice que soy una insoportable "factualista", "anti-misterio", siempre diseccionando). 

Un tal Rudolf Steiner (que empezó de científico y filósofo y preocupante, terminó de ocultista) es el precursor de la biodinámica (agricultura que se preocupa por salud del suelo y de las plantas y da gran importancia a los ritmos de la naturaleza), y sostenía que la luna juega un papel importante en la biodinámica a través de estas diferentes fases (antes de él, Plinio el Viejo, claro). Reconozco que no he pasado mucho rato en el tema, pero no he podido encontrar nada parecido el Método Científico para explicar esto: que si durante la luna creciente la savia asciende en los vasos de las plantas (como intensifica la vida microbiana es buen período para sembrar) y durante la luna menguante, la savia desciende a las raíces (entonces, fertilizar la tierra), y cosas así. Nada. 

Todo lo que tenga que ver con la luna es mágico y romántico y querría creémelo. No le voy a calentar la cabeza a mi padre sobre la falta de estudios randomizados sobre el tema, pero la magia que ocurre en su pipa se llama Química Orgánica -la que se está estudiando la pobre Mini para sus GCSE mocks que empiezan el lunes. Pero por las noches, y especialmente tras la segunda copa,  es chulo quitarse un rato la capa de "factualista", mirar a la luna y exclamar: "va por ti!".



04 enero 2024

Fiestas burguesas, Clubbing para tigres: alcohol pasado, MDMA y palmeras de coco


Tipo "Burdeos":
tampoco te salvaste
¿Cuántas copas has roto en lo que va de Navidades? Como aquí en UK ya se han terminado las fiestas, yo puedo confirmar mi cifra final: dos. E
n Nochebuena, una de "las flautas" (no lo puedo evitar: me entra la risa con este nombre)  y aquí, en Año Nuevo, una de vino. El Peda, visionario, dejó caer cuando las sacábamos un "asume que alguna se va a romper" y cuando se fueron nuestros amigos "no las toquemos hasta mañana". Pero una no puede luchar consigo misma: el día 1, toda sobria -pero tal vez mis reflejos no en su momento álgido- rompí una con el grifo. El problema es que siempre se rompen las mejores; las feas -que no sé cómo llegaron aquí- me sobrevivirán y serán heredadas por las siguientes generaciones. 


Mi actitud para empezar el año
El día 1, cuando el Peda me preguntó a mediodía si quería algo de la calle, desde el lecho pude hilar solo una palabra compleja: "parihuelas". Esto da una idea de mi estado mental y físico del día, aunque no fue ni remotamente la madre de todas las resacas: simplemente, me hago mayor. Ni siquiera  recuerdo haber bebido tanto: la cosa fue de cava y el punto de creatividad lo di intentando lo del Limoncello Spritz (Receta, no anoten= 1/2 de Prosecco-en nuestro caso, Cava, 1/3 de Limoncello, 1/6 de gaseosa, hielo, decorar con limón, menta los pros). Como voy por libre, en lugar de gaseosa le puse agua con gas, y bueno, para qué dar rodeos: mal. Más presuntos culpables: 
el cava (tengo prohibido decir que prefiero el Prosecco en público pero aquí ya se sabe que soy una ridícula -como diría la Yaya- a la que no gusta el champán) y ese Limoncello, que llevaba años ahí, pero que yo sepa los licores no caducan- y espero que así sea porque lo que tengo en ese armario es "la parada de los monstruos". 

Llévenselos
Aparte de compartir mi creatividad, uno de mi objetivos de la noche era que se bebieran esos restos de "gente del pasado" (ginebra, martini, un vino coreano) que no hay manera -atención que ni aspiraba a sacar las infames "bebidas de jóvenes", que consisten en (imagen abajo) tequila, mezcal, 
cachaça que trajimos de Brasil en 1994 (puramente valor-sentimental), ron de Cuba (ditto) y anís (que trajeron mis padres en 2014 para hacer rosquillas).  Corolario: voy a necesitar a ingleses de pro para limpiar esta bodega, y estoy pensando en Ben y Amy,  esa pareja de Norwich que conocimos viajando y que se cepillaron una botella de Pisco Sour en una comida en un antro del norte de Chile y años más tarde, aquí en casa fueron los únicos que pudieron terminarse el infame "aguardiente antioqueño" que habían traído antes unos colombianos. Este fin de año, aparte de Ejpaña, teníamos representantes de Sudáfrica, Francia, Inglaterra, pero nadie dio la talla. 


Ronda de reconocimiento:
Todos eran culpables

Van a pensar que mareo la perdiz para evitar lo de la cena, que resumiré en dos palabras: "boda gallega". Se pusieron dos mesas en ángulo recto pegadas a la pared con una suerte de varieté de canapés y crudités (divagante, admítelo, estás salivando). Sobre esas mesas, perfectamente decoradas con fina mantelería de ocasión se unía montaña y mar, lo rural y lo urbano, lo continental y lo isleñ
Limoncello: me fallaste
o. Tristemente no cuento con una imagen que haga justicia al exceso de ingredientes, color y fantasía porque el Peda estableció que había cosas que "irían saliendo de cocina" a medida que progresaba la noche como las croquetas de boletus que adquirió en una conocida distribuidora, tienda y restaurante ejpa
ñol, o bien el surtido de gambas festivas en todas sus acepciones gentileza de Tesco (tempura, con chile, inspiración Thai, gabardina, gabán, loquequieran), un festival del ultraprocesado que desaprueba el talibán-nutricional que llevo dentro (aún no se ha pasado por el blog). Tal fue el exceso del cocktail que no pudimos ni empezar el famoso cordero de Mónica. Para postres, fina macedonia con helado y tiramisú casero (de Mónica). Y como toda Nochevieja en la isla, se tomaron las uvas a las 11 con algún canal peninsular en un móvil (nota: calculamos mal y vamos a estar comiendo hasta febrero) y se contó para atrás a las 12 con el Big Ben. Hay que anotar que aún no se había terminado la demasía de opciones para las 11 así que las uvas se tomaron como cuando vas a un bodorrio y te dan "sorbete de limón" a mitad "para bajar": tras las uvas, se siguió con "la cena". 

Y yo debería ahora terminar aquí si cumpliera mi resolución de año nuevo de escribir menos, pero me declaro incapaz: un tema me encontró el otro día en el vuelo de vuelta de Vetusta. Y se preguntarán, qué tiene que ver la fiesta "electrónica" con las burguesas flautas y su espumoso de turno? 

~~

Salíamos con retraso: dos horas en el asiento por las "alas congeladas", o similar. A mi derecha un chico (o como llamarlo, hombre?) de 41 años con el que intercambiamos las amabilidades justas al sentarnos. Pero una llevó a otra y en un punto supe que aquí había tema para la vampira de historias. Fue cuando paró, y me preguntó: 

-Oye, ¿tú no serás de la policía, no?

Estooo, no exactamente, pero si te contara. No es que mis técnicas de succionado de yugulares (aka obtener información, que no interrogación) se den un aire a las de La Madera, sino que el compañero temía bajar de la nave esposado por sus actividades ilegales en el mundo del consumo de drogas recreacionales. Nada más lejos de mi intención: yo solo quiero historias y cuando sale el sol me vuelvo a la -y soy una- tumba. 



Estas narraciones me interesan particularmente dado que en mi vida he sido una pardilla y solo me queda vivirlas vicariamente. Podría haber tenido mi oportunidad: cuando tenía 29 trabajé seis meses en el departamento de adicciones. Esta fue una época tumultuosa en mi vida, me encontré en "la encrucijada de los 30", -acababa de pasar todos los exámenes profesionales tras cuatro años estudiando y no estaba lista para la maternidad- no sabía hacia dónde ir. La fiesta nocturna fue un vendaje temporal y de día, escuchando historias de los pacientes, pensaba que necesitaba probar todas esas sustancias para saber de lo que hablaban: qué original, de esto casi no se ha escrito.... Drogas que habían llevado a mis pacientes a problemas severos, a la psicosis, a la depresión, a la indigencia, me daba cuenta. Obviamente nada de esto ocurrió, no solo porque había conocido de primera mano a todos esos psicóticos, deprimidos e indigentes, sino también porque nunca he tenido amigos que tomaran drogas. Así que la crisis se surfeó como se pudo con algunas "bebidas de jóvenes" del primer párrafo en civilizadas fiestas de profesionales y la decisión de abandonar Nottingham. Y también escribí un relato intenso y patético titulado "El hielo que nos separa" y que ahora me da rubor recordar. 


Pero lo de este chico, 
al que llamaremos X por lo de la poli, alumno de uno de los coles más pijos de Vetusta, comenzó con su afición a la "música tecno" de adolescente [os cuento: "la tecno es a la electrónica lo que Bach es a la barroca", o viceversa, ya no recuerdo]. Debía haber una escena de la tecno en Vetusta que yo no conocí -como mucho una disco llamada "Torreluna"- a mí solo me suena "La ruta del bakalao" del Levante, pero obviamente Chimo Bayo es Lo Peor para un pureta. Ffwd 30 años y ahora, me dice, "está todo fatal", ya no hay discos, apenas bares, tú por dónde salías, porque el Rollo ya no existe, la Zona nada, algo queda en el Casco y poco más. 


X lleva en Londinium desde 2014 y es directivo de una tecnológica (como no podía ser de otra manera). Su mujer, dos filas más adelante, también está en ese mundo del tecno. Me habla de los clubs a los que va en Londinium: "Fold" (en un polígono industrial del noreste, Newham), o uno que tristemente ha cerrado porque van a gentrificar la zona (ya se sabe "pisos de lujo") pero que es muy chulo, "Printworks" en Bermondsey y era la antigua rotativa de un par de periódicos. 

El avión sigue parado: saco mi bocata de jamón y X comenta que tiene una palmera de coco, que me tiene fantaseando el resto del vuelo. Clubbing en Londinium está mucho mejor que en el continente, sigue, porque aquí hacen "turnos": "Fold" tiene licencia las 24 horas, con lo cual, él va al de la 1 de la tarde (!!!) hasta la noche, y luego a casa y el domingo aún te queda el día para hacer kickboxing (literal). Yo pensé en ir al segundo turno y salir a las 6 am e irme con la bici, que habría dejado atada a la entrada. Todo muy conveniente. Le cuento mi historia en un "after" en Ibiza, apareciendo ahí sin estar drogada a las 6 am. X opina que con 20 "éramos muy jóvenes". Me intereso por la media de edad en estos saraos: casi todos entre los 25-45, luego siempre quedan tigres de más de 50. Y cómo son estos, y resume: "te lo diré en una frase: no hay ni uno gordo". También hay un grupo de universitarios que están por la fiesta, pero no por la "música" y no encaja bien. Hay una mayoría de asistentes continentales: españoles, italianos, alemanes, menos ingleses. Hay que tener en cuenta que hay gente que viene a este tipo de turismo y tod@s van a "Fabric" (ahora cerrada) o a "Ministry of Sound". No le gustan nada esos sitios porque hay un tipo de asistentes que son indios o bangladesíes (no es racista, pero tú ya sabes) que van trajeados y con el "peluco llamativo" que va a babear a las universitarias aquellas no comprometidas con la música, sino ya comatosas a esas horas. Tengo una hija y me da verdadero asco el mundo.

Printworks

En un punto -seguimos en tierra- he de preguntarle si es posible soportar esa "música" y esas luces estroboscópicas (es sabido que pueden desencadenar una crisis epiléptica) sin drogas (recordemos mi situación en Ibiza, que ni el holandés logró hacer más llevadera). Me abre su corazón: no. Eso sí, ellos van muy seguros: si a dosis mínima de MDMA es 0.10 mg, ellos toman 0.11. No hace falta que saquéis los apuntes de química, ya os avanzo que el MDMA es 3,4-Methyl​enedioxy​methamphetamine, conocida como "ecstasy" o "mandy". Tiene efectos euforizantes, psicodélicos, energizantes y sensoriales (por esta propaganda quería yo probar para empatizar con mis pacientes, una Conan Doyle de fin de siglo XX). Sin embargo, está claro que la mayoría de las pastis están adulteradas (metanfetamina, cafeína, dextrometorfano-sí, eso que tomas para la tos, efedrina...). Para ello, X compra unos tests online que le avisan (como un test de covid, pero de maldades). Hay mucho personal con linternas cuidando que no se trapichee con drogas -que se consume lo tienen asumido, pero "tratan que la cosa no se les vaya de las manos" porque, por ejemplo, "Fabric" está cerrada porque se les murieron un par ahí dentro.


La compra es por Telegram a "un (misterioso) contacto". Ese es el verdadero tema: cómo se hacen estos contactos? Porque nunca he tenido potenciales contactos (aparte del marido de una amiga, anestesista, al que echaron del Colegio de Anestesistas, pero cuando cené con él no sabíamos nada). X dice que igual mis amigos están en el tema, pero como conocen mi panfilez, no me ofrecen. En serio? Hago un repaso mental de los Sospechosos Habituales y no lo veo.

Fold: 24 hour party people
No parece el almacén de "Reservoir Dogs"?

X ya está lanzado: la noche que vayas, has de ir preparada, imprescindible los tapones de los oídos (30 euros mínimo, no de esos amarillos) y gafas de sol (X también elige los clubs por el "espectáculo estroboscópico" ese). Obviamente no puedes hablar con tus amigos, pero cada hora sales a la calle unos diez minutos, te quitas los tapones, compartes ideas, y vuelta para adentro. Me imagino quitándome los "aislantes", diez minutos de John Updike o "Saltburn" , y vuelta al mundo de los zombies.



Cuando el avión despega, recompongo mi lista: tapones, gafas y disfraz de tigre, que ya superamos los 50, no voy a ir toda mona con mi petite-robe-noire: que se vea que he maltratado a la vida. Lo de "mandy" lo veo más complicado: ni siquiera tengo Telegram, pero es que, afrontémoslo: soy demasiado miedosa para meterme nada. X saca una especie de consola -que no la palmera de coco-, se ajusta unos cascos inmensos y se pone a jugar y yo abro mi libro, un clásico de novela negra de 1953. Nacimos en el mismo sitio, fuimos a similares colegios, nos llevamos diez anios, vivimos en la misma ciudad y somos dos aliens el uno para la otra. En cuatro noches yo iba a estar perpetrando Limoncello con Cava y él bailando con gafas de sol al son de un ruido que necesita amortiguar. Pasamos unas horas por la misma órbita y él me dejó esta historia. Nunca nos volveremos a ver.

Feliz 2024: va por todos los X que aún nos quedan por venir, por todos los amigos que con alegría se enfrentan a mis bebedizos y por el divagante que haya llegado hasta aquí, esperemos, sin necesidad de metilfenidato.

27 agosto 2023

Energía negativa en el Levante

Hará cosa de un año se narraron aquí los días de visita familiar a un destino playero del Levante de cuyo nombre no quiero acordarme. El divague se titulaba "Vacaciones playeras: instrucciones de uso" : acabo de leerlo y ya estoy cansada; esos días pasaron muchas cosas. Sin embargo, este año en esa misma visita casi no ocurrió nada, por lo menos los días que estuve allí sola con  mis padres y mi hija, hasta que llegaron Roc y sus padres los Jekes. Espero que se valore que no pase nada no es fácil, hay que currárselo: si una se despista, puede de repente encontrarse enmedio de una cena con los vecinos de arriba, un festival o incluso un supermercado. Pero tranquis, una tiene tablas (aunque al super tuve que ir de sherpa). Y claro, que no pase nada debería ser también un impedimento para escribir sobre esos días, pero esto se llama "divagando" por algo. Ahí vamos.

Medusas, medusas
La única actividad -por llamarla de alguna manera, en realidad me refiero a "salir de los metros cuadrados de la piscina de la comunidad"- de estos días consistía en caminar 200 metros a la playa a las ocho de la mañana a ver peces. Dejar en la orilla las chanclas, las gafas de sol, el sombrero y un pequeño pareo que me ato a la cintura, colocarme las gafas de bucear y nadar hacia dentro. Al rato hay una parte en la que a la roca le sale "un precipicio" y ahí viven un montón de peces. Entonces giro noventa grados y nado en paralelo a la pared, encontrando peces enormes, chiquititos, algunos plateados, otros grupos negros, alguno de múltiples colores. Hay muy poca gente a esta hora y me encanta. 

Pero, oh, uno de los días, descubro una cosa rarísima bastante grande de color rojizo: ¿una bolsa de naranjas con pequeños mejillones dentro? En un nanosegundo, la región alerta de mi cerebro a tope (alarmas, luces rojas): ¿es eso una medusa? Argh! Cuando lo pienso ahora, es cómico, porque me pongo a nadar en la otra dirección como si fuera un tiburón (atención a la situación de "una medusa persiguiéndome"). 

Este es el primer incidente "medusa" y aunque (spoiler alert) este verano no me ha picado ninguna (el año pasado, dos), han sido una amenaza constante. En el pasado no pensaba en medusas cuando me metía al agua y este es uno de los componentes que han contribuido a mi sensación (tan de primer mundo) de "ya no hay donde ir" (bueno, tal vez al Mar del Norte, con sus 14 grados).

Motivaciones para llamar a tu hijo Domingo
Al volver a casa, me hacía fuerte en una hamaca en un rincón de la piscina donde daba la sombra toda la mañana. Ahí estaba el portero -que se llama nada menos que Domingo: por qué?- pasando la manguera, que seguro no entendía nada: esta guiri se planta aquí a las diez a la sombra con su libro. Guiri de la peor clase porque habla castellano perfectamente y aún así lleva sombrero, gafas de sol y cuando entra al edificio parece la mujer invisible. Ah, que no he contado que cuando llegué aún estuve covid + durante unos días, así que había que sumar a la ecuación la mascarilla en interiores. La imagen que me devolvía el espejo del ascensor era dantesca.

Hacia el sur,
empezando a Richard Ford
Mis conversaciones con Domingo eran breves por mi motto  
de la semana "dejadme en paz", pero podrían haber dado para una serie. Domingo (necesito repetir su nombre) debe tener como 40, no es muy alto, juerguista de festivales y habla muy deprisa, como cuando pones los audios a 1.5, tal vez dos (siempre pensé que JAL o Mini lo imitarían bien). Dicen que los ricos hablan despacio porque tienen tanta sensación de privilegio ("entitlement"), que creen que todo el mundo tiene tiempo para escuchar todo lo interesante que tienen que decir. Los pobres, sin embargo, somos más de hablar rápido porque tenemos menos posibilidades en la vida, tenemos que meter nuestro mensaje en el poco hueco que nos queda. Una variante del "no quiero molestar" de Bryce Echenique. Pues bien, Domingo debe ser MUY pobre, aunque su status de whatsapp me revela que, como viene siendo ya una triste moda, posiblemente sea votante de la derecha. Y la razón por la que tengo su teléfono es la están pensado: un día llegaba un paquete y nosequé, pero podría haber sido otra. Un día me pregunta "por el que falta aquí" (aka El Peda) y yo, "que no ha podido venir, que si trabajo, que si fémur roto, que si la tía Sisebuta". Domingo, recogiendo la manguera dictamina: "Pues ya sabes, hay que aprovechar". Y yo, un ja-ja y un "totalmente", sin tener muy claro qué sugiere. Como diría Richard Ford (libro que estoy leyendo), "qué maravilla es el misterio". Todos los males vienen de querer aclarar las cosas. 

Exhibicionismo siestil

Después de comer, cambio de localización porque el sol ha girado y la única zona de sombra es al otro lado, bajo las palmeras. A esa hora tampoco hay nadie porque "la-ola-de-calor". Yo tengo que bajarme porque no me queda otra: no quiero estar en casa con la mascarilla (nota: conseguí no transmitir el covid a nadie, que en un apartamento de dos habitaciones tiene su mérito). Además, mis padres duermen la siesta en la Antártida: todas las persianas abajo, y un frío de esos por los que en invierno pones la calefacción. En fin, que soy una sin-techo a las horas que Salud e Higiene recomienda estar dentro. 

Pero eso sí, ese rato sin nadie -como pronto por la ma ñana- está genial (oh Señor, ¿qué será tener una piscina privada!?): me baño para refrescarme y me quedo frita en la hamaca, donde sueño cosas extrañas (¿bailo con Domingo a ritmo de Juan Manuel Soto en un festival?). Cuando me despierto a veces ya hay gente que me han debido encontrar en posición fetal, tal vez tapada, como si estuviera en mi camita. O sea: las antípodas de los elementos piscineros profesionales que toman vitamina D en decubito supino, tal vez prono, embadurnados de aceite y una cosa para cubrirse los párpados. A mí solo me falta el osito de peluche. Igual domir así en exteriores debería ser delito.

Dinamizadora reluctante
A partir de las cuatro, empiezan a bajar los sospechosos habituales de los que, según mi madre, me he hecho La Jefa (por lo menos desde su ventana). Vamos, que la piscina estaba de luto cuando me fui (mamá, ¿no será porque llovía?). De nuevo tiene mérito porque me he esforzado también en evitar toda relación social tanto 2.0 como vía el éter (luego hablaremos del drama del wifi): nadie más reacio a la dinamización grupal que yo. 

Aún así, imposible no rendirse ante Willy, el holandés que baja con un taca-taca y su mujer. Willy debe tener como 80, vive allí todo el año y no habla castellano. Su inglés nos permite comunicarnos con aguna confusión divertida y mejor así porque algo en su discurso me hace intuir cierto vestigio del discurso de sus políticos tan "frugales". Tiene esa típica cara de todo holandés y es simpatiquísimo: quiere hablar todo el rato pero se da cuenta que tengo un libro entre manos y sospecha que tal vez, no sé, quiera leer. 

Un rato más tarde baja un hombre argelino con su mujer que va en burkini. A esta gente la recuerdo del verano pasado cuando la Pool Police (unas mujeres que imponían la Ley-de-la-piscina) le llamaban la atención por meterse al agua vestida. A mí no me ilusiona que se meta con tanta tela, he de admitirlo, pero no le digo nada. Igual está más sucio el bañador-bermuda-larga de cualquier adolescente que el sayo de esta mujer. 

Su marido -por supuesto, con cómodo bañador occidental- es un pesado integral que la ha tomado con Willy: se sientan a su lado y montan "un corrinche". Un día me encuentro -por falta de planificación- trágicamente enmedio de ellos dos y rápidamente me ofrezco a cambiarme. Willy el pobre no quiere, pero el argelino ya está moviendo hamacas. Ni por la munición para divagues me quedo yo ahí. 

El otro "Viejo de los Alpes"
Luego están "los de arriba", una pareja de profes de secundaria de un lugar de la Mancha (y esto no es cliché, de cuyo nombre no puedo acordarme) que tienen dos hijas de la edad de Mini. Otros que solo quieren hablar y besar: los primeros días, cuando les digo que "tengo catarro" (da cierto palo dar la variante de la que estoy infectada) afirman "da igual, eso son los aires acondicionados". [Nota: la variante covid de agosto era la "Eris" pero he leído que ahora funciona la "Pirola" y no puedo expresar cuánto me gusta este nombre: para los vetústicos tiene grandes connotaciones porque "hacer pirola" es no ir a clase. Con el tiempo aprendí que cada zona de la piel-de-toro tiene su acepción: "borota" (Pamplona), "toros" (Soria), "campana" (viejuno), "pellas" (no sé dónde)]. Con estos vecinos hay que tener particular cuidado porque son muy fiesteros y tienen amigos y siempre están dispuestos a que te unas a sus festejos, restaurantes mexicanos y conciertos de Raphael. Pero "La vieja de los Alpes" se las sabe todas, especialmente avezada en esquivar, con grácil movimiento de cintura, esos avances. 

Necesidades básicas no cubiertas: Wifi
Del verano pasado rescatemos también al "ángel del infierno" argentino. Es otro residente de todo el año y también simpatiquísimo. Tiene una Harley y un día viene todo disfrazado tras su paseo matinal: Che, menos hablar y más invitarme a una vuelta. Le hace gracia que me baje a la piscina con un vaso de plástico donde llevo té frío y mi status de indigente digital. 

Más de esto en
"La pirámide de Maslow, tan actual"
Porque mis padres tiran de datos, luego no han contratado ningún paquete de wifi para hacer más soportable esta distopía. Eso sí, me presentan a su vecina que es una jubilada de Madrid muy estilosa que se pasa todo el día en la playa. Su hijo Néstor, que vive en Tampa, EE.UU., es que el maneja esto de la informática, y le aconseja por teléfono, en riguroso directo, que no nos dé la contrase
ña porque tiene "poca velicidad" contratada: "yo solo lo tengo para ver el tenis". Le agradezco de todas maneras pero no será tan fácil huir: como todos en este edificio, quiere hablar. Me cuenta que va bastante a América a ver a Néstor pero que "volar ya no es como antes, que las azafatas te ayudaban" (entra un flashback de esas azafatas de los 70, todas ex-modelos profesionales, con gorrito y guantes, que asistían a los señoros ejecutivos a reclinar su asiento, y que te traían Bloody Marys a discreción: cierto, those were the days, desde que las clases populares tienen acceso a estas cosas, todo ha decaído, se ñora vecina). También me habla de su Audi deportivo automático "que no sé el número, pero mis hijos dicen que no me pega nada". A Fashion le pregunta cuando llega "en cuántos idiomas hablan a Roc", porque su ex era americano y tal). 

Cuando ya casi he tirado la toalla del Wifi, Domingo me rescata: le pide la contra al café de al lado. Como da el sol casi todo el día en la esquinita a la que llega, solo puedo de vez en cuando, bajar lo que sea contra-reloj, tirarme al agua y volver bajo la palmera. Es la triste vida de la emigrante sin datos. Y pensar que hay gente que paga por una detox digital. 

No a los "days-out"
No se enganien:
esta foto no fue fácil  
Por fin doy negativa en covid y puede venir Roc. En estos días con gente juvenil y dinámica, se me obliga a salir de mi agujero en busca de "playas mejores" (not really), helados de yogur, compras de regalos, compras de tartas y otros horrores. Claro que ninguno tan mayúculo como "el day-out" que se dice en inglés (dudo si traducirlo como excursión, es más bien una "visita turística"). Cuando viajas, aunque vayas independiente, siempre hay esos sitios a los que hay que ir con una "excursión turística". Hasta en el pueblo más remoto de Bolivia o Turquía tienen montado un chiringuito, por no hablar de los "parque naturales" sudafricanos y demás.  Nos sentimos mal porque no podemos ya ser aventureros -de incluso antes de que las azafatas buenorras te llevaran daikiris- á la Paul Bowles, cuando solo viajaabn los ricos y podías ser tú el único en la cascada de ensueño. Porque sí, la visita aquí fue instigada por Mini y al cauce de un río lleno de cataratas de ensueño, pero debido a la masificación fueron más bien cataratas de malsueño. Corolario: si se puede, hay que evitar estos días. Nunca mais. 

Abajo había hordas

Aquí se colaron un par


Finale
Entonar un mea culpa por lo gruñón del divague: creo que no me picaron las medusas porque ellas huían de mí. El último día no hubo tiempo para despedidas porque se puso a granizar y además no solo tocaba empacar para el día siguiente, sino rezar lo que se supiera para que todo entrase en el Mini de los Jekes. Los pobres tuvieron que comprar una caja de esas que se ponen en la baca (aún se llama así?) para acomodar nuestro equipaje y, por supuesto, el de Roc, que me río yo de la Reina de Inglaterra. Al día siguiente había que levantarse de noche para embarcarnos desde Dénia a otro destino Mediterráneo, pero eso lo contaremos mañana, comenzando con un "como decíamos ayer... granizaba".