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04 julio 2024

Divagar sobre "Chums" ("Amigocracia") de Simon Kuper en esta jornada histórica

El autor de "Chums" (que no se traduce literalmente como "amigocracia" como lo han hecho en la edición en castellano, sino más bien como "amigotes"), Simon Kuper, estudiaba en Oxford en los 80. Un momento, espera: ¿quién estaba en Oxford en aquellos maravillosos años? Daré una pista con el resto del título: "Amigocracia: Cómo una pequeña casta de tories de Oxford se apoderó del Reino Unido". Ahá, esos que están pensando: sí, ese, y sí, ese, y aquel. Los que nos llevaron al Brexit, y a otros desastres. De esta panda de amigotes habla este libro.

Este es Kuper
El autor escribe desde la posición del que observa desde fuera: Kuper era en Oxford un "outsider", alguien que no pertenecía al ecosistema de la clase alta educada en colegios privados, era un hijo de sudafricanos de clase media de colegio público, que había nacido en Uganda y vivido en Holanda. La mirada del outsider ha dado tanto juego en literatura: prácticamente en todas las novelas de campus hay uno que nos cuenta la historia: desde las mellizas O'Sullivan en Santa Clara, pasando por el nuevo de "El club de los poetas muertos", el pobre de "The secret history" y la mítica Mariona Calleja en Banderley, hasta el más reciente, Oliver de "Saltburn" -que justamente también está ambientado en Oxford, pero esta vez en los 90.

De los 17 Primeros Ministros que ha tenido el Reino Unido desde 1940, 13 fueron a Oxford. De las excepciones, hay tres que no fueron a la universidad (Winston Churchill, James Callaghan y John Major) y Gordon Brown fue a Edimburgo. Casi todos los 13 estudiaron una carrera llamada PPE (Política, Filosofía y Económicas) - si existen carreras separadas de cada una de estas tres disciplinas, lo de esta licenciatura es patinar por la superficie-, y muchos de ellos fueron miembros de un grupo llamado la "Oxford Union", la sociedad de debate de la uni, de la que hablaremos luego. Keir Starmer, nuestro flamante primer ministro, llegó a Oxford en 1985 después de haber estudiado derecho en Leeds para hacer un curso de postgrado de Derecho Civil. Kuper lo describe como “genuinamente clase trabajadora, guapo, carismático y bastante de izquierdas”. Será el cuarto que no hizo su grado en Oxford.

No deja de ser curioso que vaya a publicar este divague de libro justo hoy, el día histórico en el que les vamos a dar la patada a esa casta de tories en las Elecciones Generales. No ha sido planeado, empecé el libro antes de que se anunciaran. Mi plan inicial no era celebrar, sino resumir el análisis del autor sobre la clase dominante de este país, y para ello habrá que entender un poco de dónde venían (o sea, la historia), habrá que ver lo que era la cultura de Oxford cuando ellos se estaban formando (seguramente no lo que el divagante piensa, “una buenísima universidad”) y lo que es ahora. Si no hubiera tenido este divague de libro tan a mano, probablemente habría escrito uno mirando al futuro, no al pasado, como ha hecho la gran Zadie Smith hoy en el Guardian: “Here comes the sun”, lo ha titulado. Ojalá salga el sol metafórico, aunque sea, en esta isla; llevamos demasiados años bajo las nubes. Ahí vamos.

~~UN POCO DE HISTORIA~~

A las grandes guerras del Siglo XX también fueron los alumnos de Oxford: en la Primera Guerra Mundial murieron siete ex-presidentes de la Oxford Union. De 1940 a 1963, los Primeros Ministros que tuvo el Reino Unido habían todos luchado en la Primera Guerra Mundial. Uno de mis libros favoritos de los últimos años, “El domingo de las madres” de Graham Swift, narra la inmensa tristeza que se respira en las casas de la clase alta en el periodo de entreguerras donde “las habitaciones de los chicos se han quedado como las dejaron”, pero están todos muertos. Tres ex-presidentes de la Oxford Union cayeron posteriormente en la Segunda Guerra Mundial.

La clase alta se vio muy afectada, como se puede ver, por las guerras. No es casualidad que la era en la que los Primeros Ministros eran veteranos de la guerra coincidió con la época de la socialdemocracia británica. De 1945 a 1979 se dieron “aquellos maravillosos años”: en 1945 Clement Attlee, ganó las elecciones por goleada para los laboristas y formó el primer gobierno de estos en mayoría, hasta 1951. Ya hemos hablado mucho en este blog de avances sociales de esos años, incluyendo la creación del NHS (Seguridad Social) y el Welfare State (Estado del Bienestar), la independencia de la India, nacionalización de múltiples industrias y keynesianismo (aprobado por tanto laboristas como conservadores!), entre otros.

Tras años de austeridad de la posguerra, la prosperidad económica llegó en los 50, aunque el UK ya no era una potencia mundial. Analicemos esto último: el ligero cambio de puntuación e imperativo cambia el significado del himno patriótico “Rule Britannia”. De “Rule Britannia, Britannia rule the waves!” [inicialmente exhortando a los británicos a mandar sobre las olas-qué bonito-, sobre el imperio], a “Rule Britannia, Britannia ruleS the waves” [afirmación: de hecho, mandaban]. Pues entonces estaban de vuelta al casillero de salida, ya no mandaban sobre las olas, y eso no molaba. Oxford incitó a sus alumnos a preocuparse por el pasado, a asumir que hay ciertas instituciones y costumbres que son intocables. Dice Kuper que esto llevó a algunos de sus alumnos a crear fantasías atemporales como “Alicia en el el país de las maravillas”, “El hobbit”, “Narnia” y… el Brexit (de esto hablaremos luego).

El Primer Ministro conservador Ted Heath había estado en el Desembarco de Normandía y concluyó que “no se podía permitir que los europeos volvieran a matarse entre ellos”. Fue el que en 1973 hizo posible que este país entrase en la entonces Comunidad Económica Europea (CEE).

En 1979, “la desigualdad salarial alcanzó el punto más bajo de la historia”. Pero también en ese año llegó Margaret Thatcher (ding dong the witch…) al poder, y empezó por celebrar de nuevo el privilegio y el acento adecuado, restableciendo las desigualdades. Hasta finales de los 80, Thatcher no se quejó de la CEE: había obtenido el reembolso que quería y aquí preocupaban otros temas, como la huelga de la minería, el apartheid etc. Pero cuando se empezó a hablar de la moneda única, Thatcher se volvió euroescéptica.

Incentivados por Thatcher, en los 80 las clases altas estaban empezando a recuperar un poco de la confianza que habían perdido desde la Segunda Guerra Mundial con toda esa revolución social. Durante el divague veremos cómo la combinación de thatcherismo y Oxford dio lugar a este interesante tipo humano que lleva dirigiendo el país casi 15 largos años.

En 1992, con John Major como Primer Ministro, se aprobó el Tratado de Maastricht y ahí empezaron a preocuparse por aquello de no poder ejercer el autogobierno, el ser una provincia más del imperio europeo, cuando ellos habían sido siempre el centro de su imperio: iban a ser la aldea gala de resistencia. Además, con los sindicatos y la URSS vencidos, la derecha británica necesitaba un nuevo enemigo. El evidente era la CEE.

Running out of ideas...


~~OXFORD EN LOS 80~~

Acceder a Oxford
Cuenta Kuper que en su época, las buenas notas en A levels (~selectividad) no eran suficientes: para entrar en Oxford tenías que pasar ese ritual tan británico que es la entrevista personal. Allí se buscaba gente que “pudiera hablar desinformada de cualquier tema y que fuera ingeniosa y divertida luego en las tutorías”.

¿A alguien le viene a la cabeza un tal Boris Johnson? Ah claro, porque otra faceta que te daba puntos era ser alt@, rubi@ y de colegio privado. Pongo la @ pero las mujeres eran entonces solo el 30%. Los coles privados dedicaban tres meses solo para prepararte para la entrevista y, si aún así no lo conseguías, siempre estaba el telefonazo de papi (esto lo dijo el director de un cole privado en Westminster; si en este divague hago bromas o exageraciones, lo avisaré, todo el resto es factual).

En esa preparación, sabían que el lenguaje corporal de la entrevista lo era todo: los chicos de la escuela privada se sentaban como si fueran los dueños del mundo, como sus abuelos y padres con el whisky en la mano en el club, mientras que los de las "grammar schools", en la punta de la silla, como a punto de salir corriendo. Eso nunca da puntos.

De dónde venían los alumnos
Ah, las “grammar schools”: algún alumno venía de aquí. Era un tipo de cole público que existía aquí hasta que se los prohibió, en el que se seleccionaba alumnos en base a sus méritos académicos (Keir Starmer fue a una). De este sistema selectivo salían los pocos de la escuela pública que nutrían a la muy selectiva Oxford. Pero era muy difícil competir con los de la privada -aparte de las obvias, veremos las razones más abajo-, en particular con el principal productor de futuros oxonians (como llaman a los alumnos de Oxford), Eton, el famoso colegio de chicos, aquel en el que los chavales van de chaqué por las calles. Esos colegios que poseen "38.000 acres de terreno", para deporte, claro. No hay más preguntas.

Casualmente, el otro día caí en un trozo de una entrevista que dió Paul McCartney a Julia Otero en 1989 en el que ella le preguntaba por qué, con la pasta que tenía, llevaba a sus hijos a la escuela pública. Y Paul: "La escuela privada en Inglaterra produce un tipo de gente diferente, de clase alta y a mí eso no me gusta. Me gusta la gente normal, yo vengo de gente normal, trabajadora y no quería que mis hijos vinieran a decirme, hola papi" (y pone un acento pijo). Me encanta esta anécdota, pero tal vez a Paul uno de sus nietos, hijo de Stella, le diga “hola granpapi” con ese acento pijo [tal vez Stella haya llevado a su hijo con la nariz tapada, como yo, al mismo cole que va Mini].

Oxford o no dar palo al agua
Cuando Kuper llegó a la universidad, se dio cuenta que estaba mal visto estudiar mucho. Ya escribió Marías en “Todas las almas” eso de que “Oxford, sin ninguna duda, es una de las ciudades del mundo donde menos trabajo se hace”. Graham Greene escribió que “estaba borracho de la mañana a la noche, solo necesitaba estar sobrio una hora a la semana cuando se reunía con su tutor” y Stephen Hawkins que “estudiar era lo peor, el signo de ser un hombre gris; o eras brillante por naturaleza o había que aceptar tus limitaciones y tener un grado cuarta clase”. Lo que se venía a hacer a Oxford era otra cosa: relaciones. Crecer, beber, hacer deporte, hacer amigos, tal vez echarte novia.

Con ese enloquecido “programa de festejos”, no daba la vida para estudiar, claro. Pero no importaba: los tutores valoraban más la capacidad de producir un ensayo con prisas la noche de antes (Kuper que es periodista del Financial Times dice esas noches le prepararon precisamente para ese trabajo), poder defender un argumento en el que no se creía necesariamente, echar faroles en las tutorías y hace exhibición de aquello tan británico como es el “wit” y el “charm” (el ingenio y el encanto).

Y no es que no importara, es que si habías estudiado, te miraban mal. ?Alguien recuerda la escena de “Saltburn”, cuando el chico pobre dice que se ha leído todos los libros de la lista del verano y se le ríen? Claro que había empollones, gente seria a la que interesaban la complejidad y los matices, pero no era lo normal.

En el primer grupo, el de los faroleros vagos de la improvisación, tenemos como ejemplo claro a Boris Johnson, que combina “nature” (nació con ese tipo de personalidad) más “nurture” (Eton, Oxford). Estudió Clásicas y fue periodista de los que escribían sin mucho conocimiento (le echaron un par de veces por mentir), y luego político de los que hablaban sin saber nada. En sus antípodas, en el segundo grupo, el empollón que tenía muchas mejores notas, Dominique Cummings (el que movía los hilos de las marionetas) que además de tener los datos era consciente de sus limitaciones: “no se me da la retórica”. Hay gente que es mejor escribiendo que hablando, y es bueno conocerse a una misma.

Lo de las ciencias
Aunque el libro está lleno de perlas, aquí va lo que más me ha impactado: las ciencias era algo que no se estimulaba en los toffs (aprendan esta palabra, la versión británica del pijo). La idea era que los científicos “se quedaran en la sala de máquinas” haciendo sus cosas mientras que los retóricos “llevaran el barco” [este desprecio por la ciencia me recuerda el nacional unamuniano “que inventen otros!”... aún estamos pagando esa ideología en España]. Lo de Oxford era especializarse en producir tres tipos de profesionales: los políticos y funcionarios que administrarían el estado, los abogados y economistas que servirían a la economía y los periodistas que contarían la historia, que narrarían el espectáculo a las masas.

Esto quiere decir que la mayoría de estos licenciados en PPE (recordemos, Politics Philosophy Economy) habían dejado de estudiar matemáticas o ciencias a los 16, lo que quedó más que claro cuando llegó el covid y no sabían leer una gráfica. Nota: el 95% de los Miembros de Parlamento (MPs) que habían estudiado PPE votaron “Remain” (quedarse) en el referéndum del Brexit, incluyendo a David Cameron, Liz Truss, los Millibands, Jeremy Hunt… entre el 5% que votaron “Leave” (si me queréis, irse!) estuvieron Rishi Sunak y Rupert Murdoch (quién iba a decir que en sus tiempos en Oxford tenía un busto de Lenin en su cuarto y fue miembro del Partido Laborista de la uni). En contraste con los de PPE, los tories brexiteros habían estudiado clásicas (6 de los 8 clasicistas de la cámara votaron “Leave”).

Lo del latín
El latín implica mucho prestigio en este país porque solo un pequeño grupo de colegios privados lo enseña. Tal era su estatus que hasta 1960, haber estudiado latín era un requerimiento para entrar en Oxford.

Probablemente mi anécdota favorita de todo el libro es esta: Francis Crick, que no sabía latín, no fue aceptado por ello ni en Oxford ni en Cambridge, así que terminó en UCL (University College London). Y de ahí su carrera hasta el Nobel tras descubrir nada más y nada menos -con Watson- que la doble hélice del ADN. Me parto. Nota de menos risa: Watson, Crick y Rosalind Franklin, que se debería también llevado el Nobel-en el enlace explico por qué. 

Kuper dice que cuanto menos “útil” tu grado era, más chic se consideraba. Tiene mucha lógica: la gente que tiene la espalda cubierta puede permitirse estudiar algo de lo que luego no tendrá que vivir.

Más mitología: Retorno a Brideshead
No olvidemos al osito de Sebastian
Junto con el thatcherismo, algo más contribuyó a que la clase alta empezara a salir de sus madrigueras. En 1981 se estrenó la serie adaptación de la novela de 1945 de Evelyn Waugh “Brideshead revisited” (“Retorno a Brideshead”), toda llena de nostalgia (esa palabra, de nuevo) por la época aristocrática británica. Como en las mejores ficciones, la protagonista es la mansión, que aquí es un símbolo de la amenaza existencial de la modernidad. La serie inspiró una nueva forma de cultura juvenil en esta isla, comparable al punk o la música indie, liderada por los toffs.

El “Bullingdon Club”
Así que ahí los tenemos, ya desatados. Si has visto alguna vez las imágenes de Cameron, Johnson y amiguitos de chaqué en unas escaleras en los 80, no la habrás olvidado: eran los miembros del Bullingdon Dining Club (Labour la quiso usar alguna vez en su campaña, para lo mismo que yo querría usar este divague). 

Este grupo selecto de niños-bien-nivel-leyenda se reunían para cenas a lo grande que solían terminar con desfases varios, como destrozar el restaurante (total, ya pagaría luego papi), vandalizar la calle, humillar a las prostitutas que contrataban, bajar los pantalones a los “plebs” (así llamaban a los de “clase baja”), a los que luego daban dinero en compensación. 

El lema del Bullingdon era “Las normas no aplican a nuestra clase” (con toda la razón porque de hecho, podían hacer todas esas burradas: aunque les arrestaran, les soltaban al día siguiente sin cargos). Johnson se avergonzó más adelante públicamente de haber pertenecido a este club - quién sabe si lo pensaba, o fue otra lavada de cara.

La “Oxford Union”
También perteneció Boris a la “Oxford Union”, una sociedad de debate fundada en 1823 que hasta 1963 no aceptó a mujeres, a la que Kuper llama “una House of Commons para niños”. Físicamente, como la real, parecía un club de gentlemen inglés: biblioteca, salas de escritura, bar, jardín y la sala de debates, con bustos de Primeros MInistros que habían sido miembros de la sociedad. El tono era de ironía y juego verbal (banter) y se prefería la retórica a entrar en el detalle de las leyes o el tema que fuera. Allí se oían también con los característicos “ayes” y “noes” de la House of Commons, la de los mayores. No quiero hacer listas, pero todos estuvieron allí: desde Theresa May hasta Netanyahu pasando por Benazir Bhutto y Viktor Orbán. Era el lugar donde “aprender el juego de la política”.

La Oxford Union estaba llena de conservadores, que había aprendido las reglas de cómo debatir en sus colegios privados (Point of Order! Point of Information!) y aunque había tradición de laboristas allí también, nunca fue tan central como para los tories (ni Clement Atlee ni Toni Blair se molestaron en ser parte). Pero en general, se cree que la retórica de los conservadores, salidos de estas sociedades de debate de Oxford, es mucho mejor que las de los laboristas, que lo que hacían era “torturarse en debates de post-marxismo en seminarios”.

Kuper concluye que toda esta panda son “habladores” (los mejores, como ha quedado claro), pero no “hacedores” (“talkers, not doers”). Por tanto, tras una campaña de Brexit llena de palabras que eran aire, se dieron cuenta que no habían  hecho algo fundamental: leerse la letra pequeña. Y luego vino la pandemia, otro claro ejemplo del triunfo de la retórica versus los hechos o la experiencia: el cuarto desastre del Reino Unido en los últimos 20 años, tras Irak, la crisis financiera y el Brexit.

Generación sin tragedia
Otra de las hipótesis de Kuper para explicar la última crisis, la de Brexit, es que esta panda de políticos fue la “generación sin tragedia”: Cameron, Johnson et al era la generación que más suerte había tenido por no haber vivido ningún drama generacional en un país que durante 300 años había evitado revoluciones, dictadores, hambrunas, guerras civiles, invasiones. Ellos además, eran los miembros más privilegiados de esta sociedad, que transformaron la muerte de algún antepasado en estas guerras en viejas glorias familiares y personales. Pero algunos querían su propio proyecto heroico… y este fue el Brexit, del que hoy no voy a escribir porque hay hasta una etiqueta en el divlog.

"Me preocupa que nos está llevando a la batalla
una persona que lleva pajarita"


~~EL FUTURO~~

¿Hay justificación para la educación de élite?
Visto donde estamos y a dónde nos ha llevado este grupo de toffs, hay que preguntarse: para qué los Oxford de turno? Kuper estudió también en universidades europeas -ni selectivas ni de élite, como sabemos los que venimos de la pública. Allí había muchos alumnos por clase (olvídate de las tutorías en asientos de cuero) y muchos estudiantes trabajando en bares por la noche, gente que le costaba 10 años terminar la carrera. Oxford era mejor que esas universidades, pero si te lo planteas, las sociedades de Holanda o Alemania eran más ricas, más justas y más igualitarias que la británica. En estos países los niños no tenían que estar siendo instruidos desde una escuela privada para saltar una valla a los 18. En esos países se saltan las vallas como adultos, en la vida laboral. De esta manera se evitan muchas de las injusticias británicas.

¿El futuro para Oxford? 
Qui lo sá… de entrada Kuper afirma que ha cambiado: el proceso de admisión es más transparente, tienen algoritmos para entender los obstáculos que han tenido que superar los alumnos de la clase trabajadora, y muchos tutores no los excluirán solo porque se queden en blanco de terror en las entrevistas, teniendo más en cuenta los resultados que la familia y el acento. La mayor parte de los tutores ya no toleran las retóricas vacías de los de antes -de hecho, hay cierto examen de conciencia del rol que Oxford tuvo en el Brexit. Eso sí, no idealicemos, hoy Oxford se ha globalizado, está lleno de estudiantes extranjeros que traen muy pasta -según bajas del tren está la escuela de negocios Said, que lleva el nombre del que lo pagó, un traficante de armas.

~~HOY~~

Sí, me ha quedado largo y aún así me he dejado muchísimos factores que explican cómo hemos llegado hasta aquí. Pero hoy es un día histórico, hoy en las Elecciones Generales se espera un “landslide” (victoria por goleada) del laborismo. Tal vez como la de mayo de 1997 con Tony Blair, y yo llegué a la isla justo un mes después. Cuando entró Cameron, en mayo de 2010 estaba muriéndome en un hospital (tal vez no tanto, pero no dejemos que la verdad empañe una buena historia). Unos meses antes había empezado este blog, y aquí he ido contando todos estos años de montaña rusa. 



Muchas cosas han pasado, muchas cosas son diferentes… pero un dato relevante para maniana es que a consecuencia de este gobierno y el Brexit al que nos llevaron, con la nariz tapada (la segunda vez que me tapo la nariz en este divague, lo sé, nobody’s perfect, ni siquiera Maléfica) me tuve que hacer el pasaporte británico, “azul como las olas del mar”, que decían los brexiteros. Pasaporte que me va a permitir, por primera vez, votar en las Generales, y contribuir a botarles a ellos.

Mi casa: una zona libre de tories
No me hacía falta leer este libro para saber que jamás apoyaré a una “pequeña casta de tories de Oxford que tomaron -y destruyeron- el Reino Unido”, pero creo que "Chums" debería ser de obligada lectura para los británicos antes de ir a las urnas. Hasta los que votan por sus intereses antes que por los de la mayoría, deberían tras la lectura mostrarles el dedo anular, por pura dignidad. 

No es que el poder corrompa, es que los que aspiran a él suelen ser en gran medida un cierto tipo de personas -como contamos aquí. Pero si esas personas además nunca han caminado por el mundo real, los problemas se tornan aún más graves, y las consecuencias... las que hemos sufrido en esta islita, como decía José Donoso, con forma de conejo.


Bye bye, babies. Hasta nunca. Here comes the sun. 

07 julio 2022

Bye Bye Boris

 El ínclito Johnson, por fin, se va. Sayonara, baby. Si un blog personal es un diario, no puedo dejar de hacer un divague hoy -como hice el día que "the witch was dead"  en el que se me acusó de insensible. 

Por supuesto, elige un día loco para mí (me voy mañana!) y no voy a poder explayarme sobre este hombre. Incluyo una foto que resume tal vez lo que menos me disgustaba de él: su faceta payaso. Claro que no olvido que esta venía de su sentimiento de "entitlement" ("porque yo lo valgo") que se forja en ciertas personalidades y se asienta en Eton, Oxford, y Classical Studies -lo más elitista que puedes hacer en este país (saludos, Fashion). Ayer leí "hay que dedicar la primera mitad de la vida a crear un ego fuerte, y la segunda mitad a ir deshaciéndose de él", de Pániker-Boris aplícatelo.  Foto de 2012, cuando era alcalde, y los Olympics, y todo era risa y juerga y bicis (aún llama la gente a las bicis de alquiler londinenses las borisbikes, aunque hoy las patrocina Santander). Bueno, para él todo siguió siendo juerga, mentiras y más bastante tiempo después, pero esa es otra historia y ya he dicho que no tengo tiempo de escribir. 

Pero como estoy positiva, otra cosa que me gustaba de él es su voz: prueben a escucharle sin imágenes. Y sin contenido. 

Bye bye Boris. Good riddance. 




01 enero 2022

Al cuerno con vuestras nostalgias

Vetusta: La Magia

 Soy parte de un grupo enorme de whatsapp en el que estoy por motivos meramenta antropológicos. Esto es, para estudiar desde dentro el sentir de una franja sociológica del país y de rebote, confirmar mi sospecha de que jamás podré volver a trabajar en esta península.

En casa tengo prohibido hablar de lo que pasa en este grupo. Más bien es auto-censura porque, en el pasado, cada vez que comentaba con cierta agitación en la cena algo que habían subido, el Peda me instaba a "entrar a incendiar".  Yo me negaba, alegando mi papel de simple observadora internacional, y mi convicción de que nunca se hace cambiar de idea a nadie. Y entonces se liaba parda.  Total que como estas cosas no se las puede quedar una adentro y alguien tendrá que pagar,  quién mejor que los divagantes en época de tontuna post-pandrial y post-navideña.


Filtro niebla: no hace falta aquí
No quiero crear más drama del necesario: el grupo sueler estar inactivo y principalmente se piden favores personales o mandan artículos de la profesión. Artículos y PDFs de respetables libros de texto pirateados al completo, que yo alucino: esto es algo que, os aseguro, en el Reino Unido supondría un lío muy gordo si te pillan. Los británicos se fían de ti generalmente: tú les llamas por teléfono,  les dices lo que has pagado de suscripciones, te las desgravan, no chequean nada and here peace and then glory. Ahora, pillan por casualidad a alguien de una profesión que ellos consideran debería ser modélica conduciendo borracho o mintiendo, y se le cae el pelo. Carrera kaput. Pero divago: decía que no era para tanto, salvo en épocas de festividades: Halloween, La Hispanidad, Navidades, cuando el grupo resucita y sus más activos miembros se vienen arriba en un festival del meme y la felicitación. Hemos visto cosas que no creeríais: alegatos en contra de Halloween (ha de ser "Todos los Muertos", nuestra verdadera tradición) y a favor del Día de la Hispanidad (o era raza?), con imágenes de tipos con armadura clavando la roja y gualda en el corazón de los indios a los que se va a expoliar-digo, cristianizar. Ahí es cuando la estudiosa se pone las botas con nueva data.  

El nivel es ínfimo:
mandan estas mierdas

 En general, lo que comparten suele ser inocuo pero aburrido, muy aburrido. El nivel es ínfimo (sí, soy una snob, si no serlo es esto): humor sofisticado tipo Cruz-y-Raya (hasta Los Morancos han puesto), chistes malos-malos, tarjetas de ositos (quién sabe si pierrots), ese rollo soso y gris. A veces es peor: los chistes son abiertamente machistas, racistas e incluso he llegado a ver alguno mofándose de gente con discapacidad física y/o mental. Esto último choca en un grupo profesional que en teoría debería estar para ayudar a los vulnerables, pero bueno, el problema de todo chiste no es ser cruel, sino no tener gracia. Y no respetar la norma básica de toda broma: jamás disparar hacia abajo, pero todo lo que quieras para arriba. Nota: de los Borbones no ponen chistes nunca. 




Sleepy Hollow? No, Vetusta

Luego está el tema política, liderado por un miembro al que tengo diagnosticadísimo como en el espectro autista. Porque cualquiera con un mínimo de reciprocidad entiende que el contexto importa y que hay cosas que no se pueden enviar a un grupo de más de doscientas personas, cada un@ de su padre y de su madre. Una puede meter subrepticiamente su agitación y propaganda marxista -á la Sally Rooney- en su blog, un espacio donde lee quien quiere y si no le gusta, se viste y se va. Pero un grupo de más de doscientos pavos no es el foro para meter tus soflamas patrióticas y tu programa ideológico. Y no es solo que se pongan la banderita en el nombre (culpable), es que hemos asistido a idioteces como izadas de bandera con el himno nacional sin venir a cuento  o a vídeos en los que se recitan versos vergonzantes sobre la supuesta -según sus parámetros- grandeza de  Ejpania (arrr). 

Como decía nuestro querido Wilde:
“It is the uncertainty that charms one.
mist makes things wonderful.”
 

Pero en el fondo, cuando veo estas cosas me repito el mantra de que el autista es inofensivo.  Y lo es. Sin embargo, el otro día alguien envió un video en el que se cantaban los méritos de los "años viejos", en contraposición con el presente. Aquí no había banderas, ni menciones explícitas a partidos políticos. Era la clase de panfleto destinado a vender su moto a una franja de la población sin muchas luces. Era sentimentaloide y básicamente, mentira. Me lo tragué con sentimiento de dejá-vu, porque es la clase de bazofia que escuchamos en la isla y cuyo proceso  culminó con el Brexit. 

Según esta gente en la isla, resulta que todo tiempo pasado fue mejor, oh, aquellas glorias cuando éramos imperio, cuando podíamos tener el color de pasaporte que queríamos, azul como la solas del mar, cuando ataban los perros con longanizas - lo contó muy bien Jonathan Coe en "El corazón de Inglaterra". Aquí, suenan similar a sus paralelos británicos: en el video-alegato por el "Año Viejo" se hablaba de "aquellos maravillosos años" en los que la gente charlaba animadamente en lugar de via las redes sociales, en la que se tocaba la zambomba, y se ponía un pobre a su mesa. Navidades de Años Viejos de esos sin facturas de la luz, sin gobiernos filocomunistas, sin restricciones, con la Libertad de los de siempre, Años Viejos en los que, según ellos "lo teníamos todo". Para qué buscar lo nuevo, para qué progresar, te deseamos "Feliz Año Viejo". O viejuno. O caspa. 

Un asco. Y esto lo escribe alguien a la que a ratos le da pena que Mini no va a tener una adolescencia tan libre como la que yo tuve (nos íbamos y nadie nos podía localizar), que si no necesita el dinero no venderá la casa donde nació (desde donde escribo), que considera que el consumo desaforado es el Mal (era mejor comprarte una cámara que te duraría siglos que cambiarte de teléfono cada año), que piensa que hay que comer fruta local y de temporada, y que el "lo-quiero-ahora-y-lo-quiero-ya" solo debería aplicar al sexo y no a Glovo o Deliveroo

Corolario: no soy nada cool, como opina Mini - o como ha dicho hoy "solo estás tratando de crear drama con eso" ("eso" daría para otro divague), pero estas historias del Anio Viejo, leídas por una voz que podría ser de novicia en antidepresivos me tiran para atrás. A la porrra con vuestras nostalgias caducas de viejo imperio, viejos privilegios, viejas uniformidades. Hasta con la niebla de Vetusta se os ve el plumero.



31 diciembre 2020

Mensaje en una botella desde la cada-vez-más-isla: John Donne ("Doblan por ti"). Guardadme la estrella. And all that.

 Sí, todo el mundo está hablando del final de este Annus Horribilis, de la barrera simbólica de la cifra. Para los habitantes de esta isla, además, sumamos esa cosa llamada Brexit. 

Hay una sección en este divlog llamada "poemoterapia" que existe para cubrir varias necesidades, por ejemplo cuando mis palabras no estarían a la altura, simplemente para compartir belleza o  como terapia cuando todo se derrumba. 

Hoy va de lo último, así que incluyo como final de anyo y de muchas cosas, la famosa Meditación XVII de John Donne (Devotions upon Emergent Occasions, 1624). Aunque en esta isla, pese al título, lleven cinco anyos machacando para que nos creamos que no solo somos isla física, sino también metafórica. Todos y cada uno de nosotros. 

'No Man is an Island'

No man is an island
entire of itself;
every man is a piece of the continent,
a part of the main.

If a clod be washed away by the sea,
Europe is the less,
as well as if a promontory were,
as well as any manner of thy friend's
or of thine own were; 

Any man's death diminishes me,
because I am involved in mankind.
And therefore never send to know for whom the bell tolls;
it tolls for thee.


Ningún hombre es una isla
Ningún hombre es una isla
entero por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente,
una parte del todo.

Si el mar se lleva una porción de tierra,
toda Europa queda disminuida,
como si fuera un promontorio,
o la casa de uno de tus amigos, 
o la tuya propia.

La muerte de cualquiera me afecta,
porque me encuentro unido a toda la humanidad;
por eso, nunca preguntes
por quién doblan las campanas;
doblan por ti.

~~~

Hace unos días, alguien envió una foto de aquella proyección en los acantilados blancos de Dover, con una estrella europea solitaria, la del Reino Unido. Y el lema: "esta es nuestra estrella, cuidadla por nosotros". 


Guardadme la estrella, o lo que sea. 

22 diciembre 2020

El continente, aislado (otra vez)

Niebla en el canal:
el continente aislado

Hace mucho tiempo, en el Pleistoceno del divlog, ya 
se publicó aquí un divague titulado, "El continente, aislado". Ah, entonces eran "causas naturales":  no dejaban volar aviones por las cenizas volcánicas islandesas. Aquello pasó en 2010 (y ya estábamos divagando aquí!) y esa entrada yo aludía al clásico (tristemente apócrifo, pero no dejemos que la realidad nos fastidie una buena historia) de los anios 30, "Fog in Channel: Continent Cut Off" . Nuevamente, causas naturales, niebla (Y no, no hay divague de eso: en los anios 30 todavía no estábamos aquí. Gracios@s). Causas naturales y una actitud: querid@s, 
entiéndanme, el continente, o sea, vosotros, estabáis aislados. 

Total, que por tercera vez me veo obligada a escribir este titular e informaros: de nuevo estáis aislados. Una vez más, causas naturales: esta vez porque tenemos la cepa más transmisible, la B117, siempre todo lo más. Vale, habéis sido vosotros los que habéis cerrado los vuelos que llegan de aquí, pero igual da: sois vosotros los que estáis perdidos, sin el faro y guía que es la Pérfida Albión.  Ah y esta vez, causas naturales? ja! Los brexiteros saben muy  bien que nos estáis castigando. Las ideas delirantes de un imperio glorioso no quedan en el pasado, como se puede ver.  

El otro día, sin embargo, me encontré con este meme de Clement Attlee, el Primer Ministro Laborista bajo cuyo mandato se fundó la Seguridad Social (NHS) en 1948. El y el Ministro de Sanidad Aneurin Bevan lo hicieron posible, justo después de la Segunda Guerra Mundial (y se celebró en la inauguración de los JJ.OO, hace nada). La frase, que por supuesto comparto totalmente, me parece en estos momentos como de otro planeta: "Nuestra gente debería ser ciudadana del mundo antes que ser ciudadana de este país"
"Nuestra gente debería ser ciudadana del mundo
antes que ser ciudadana de este país"

Mientras tanto, en el fondo de algún camión al final de una fila en alguna carretera de Francia están las cajas enviadas por suegros, padres (la de Fashion ya no la han admitido, snif) llenas de turrón, regalos y el rodillo de la Yaya, esperando que abran la frontera.  Por salud mental, decido creer que es por "causas naturales", porque si por un momento me planteo lo que dice Farage et al, que no voy a poder leer mi libro o comer jamón por la gloria imperial de cuatro viejos cantando "Rule Britannia", igual uso el rodillo de la Yaya. 



Di, reportera destacada en la isla, en su primer día "vacacional"
Seguiremos informando

31 mayo 2020

"Middle England" ("El corazón de Inglaterra") de Jonathan Coe: De polvos, lodos e Ilustración

El 20 de Abril de 1968, Birmingham: el diputado conservador Enoch Powell daba su famoso discurso de los "Ríos de Sangre" ("Rivers of Blood"). Venía inspirado en los siguientes versos de la Eneida (que me veo obligada a insertar también en latín, porque las penas de traducir a Virgilio -vía la estudiante de clásicas Fashion- fueron una parte de mi vida hace 20 años):

Bella, horrida bella,
el Thybrim multo spumantem sanguine cerno.

(He visto guerras, horrible guerras
Y el río Tíber teñido con la espuma de tanta sangre).

?Fue ahí, una tarde de primavera en Birmingham, unos días antes del parisino Mayo de 68,  donde empezó todo? 

Precisamente esto, y los años que siguieron hasta culminar en el Brexit, es lo que intenta explicar Jonathan Coe en su novela "Middle England" ("El corazón de Inglaterra"), donde esa Middle England es precisamente Birmingham. También dicen que es en lo que se inspiró Tolkien para crear su "Middle Earth" (Tierra Media), pero desconocedora del universo Tolkien, no puedo comentar sobre esta posible representación en sus novelas. Lo que sí conozco un poco es esa Middle England, esa Inglaterra Profunda en la que viví unos pocos años antes de venir a Londinium,-pero, ay, entonces, si algo se estaba cocinando, aún ni lo olíamos. Dentro de unos días hará 23 años que vivo en este país, así que si alguna vez he hecho un divague de libro con más conocimiento de causa, debe ser este. Porque incluso uno en el que divagaba sobre un libro situado en la Vetusta de los 80... quién sabe, dentro de nada habré vivido más tiempo en esta isla que en Vetusta. Vértigo. 

Los ríos, metafóricos y reales, recorren y discurren por la novela. A un molino antiguo en las orillas del río Severn se va a vivir el personaje principal, Benjamin Trotter, tras los años obligados en Londinium. Benjamin vuelve al corazón de Inglaterra, donde nació, a huir de la velocidad de la city y a intentar escribir su novela. El fluir del Severn está en el fondo de la narración, y es un sonido, el de los ríos enfurecidos, con el que también me encantaría vivir-el Segre, por ejemplo-, y poder decir que fue fuente de inspiración. 

El autor nos va introduciendo a la familia, los amigos, y la gente que Benjamin se va encontrando durante un periodo que comienza en Abril de 2010 (Mini tenía 2 años, así es como mido la vida yo ahora) y que termina en Septiembre de 2018.  Vía la nostalgia ("la enfermedad del inglés", dicen en un punto) de algunos personajes, también viajamos al pasado, no solo al discurso anti-emigración de Powell, que aún está tristemente vivo en parte de esa Inglaterra profunda, sino a 1979, la elección de Margaret Thatcher, que fue el comienzo del fin. Allí se empezó a destruir todo lo que se había construido en este país tras la Segunda Guerra Mundial: el NHS (La Seguridad Social), el Estado de Bienestar... todo aquello que protegía a los vulnerables e intentaba crear una sociedad más justa. 1979 fue el pistoletazo de salida, y dentro de poco, de todo eso, no quedará nada. 

Benjamin y sus amigos fueron directos beneficiarios de los últimos coletazos de aquella sociedad más justa: chicos de clase trabajadora que, por ser listos, tuvieron acceso a las Grammar Schools (institutos selectivos según las notas) y algunos de ellos, lograron así llegar a Oxford. Allí es donde Benjamin se cruza brevemente con Boris Johnson, pero jamás cruzan una palabra porque los "etonians" (los que han ido al colegio de la élite que siempre ha gobernado en este país, Eton) no se mezclaban con los chicos de las Grammar Schools. Ellos estaban en la burbuja del Bullingdon Club (Johnson, varios ministros del gobierno actual, y  el pirómano, David Cameron), y para ilustrar, una de sus diversiones era destrozar el restaurante donde tenían las cenas, que ya pagarían los papás luego. Esta panda de colegiales pijos es la que está gobernando el país: a quién extraña entonces el divague titulado "gobernados por psicópatas".

Para mí, la lectura ha sido un proceso re-traumatizante de estos últimos años (particularmente el asesinato de Jo Cox se me ha hecho tristísimo de leer). Es divertida (tampoco la comedia desternillante que dicen por ahí), pero al revisitar todas esas emociones, me he dado cuenta que en gran parte eran las de un país, y a la vez las mías propias. Me he subido en una montaña rusa en la que al principio estábamos nosotros, con veintitantos, empezando nuestra vida de adultos. No solo me estaba dando esta isla una oportunidad, es que nunca encontramos ningún problema por ser extranjeros, más bien al contrario: con la famosa auto-mofa inglesa, la gente en general nos decía: "que hacéis en este país de mierda, venís de España!"

Así que hasta el Brexit, pasaron muchos años y nos encantaba este país. No vivimos al principio en "la burbuja" que pueda ser Londinium, metropolitana y liberal (al llegar un año en Grimsby, en North-East Lincolnshire y casi tres en Nottingham, plenas Midlands), sino en la Inglaterra Profunda pero simplemente esos personajes o no se cruzaron en nuestra vida, o nadie saltaba por todo como ahora; aún no se había producido el incendio. En aquella época, al Peda le decía una de su trabajo, cuando pronunciaba mal "Speak English!" (Habla inglés!) y se reían. El otro día me contaron de un español que entró en un taxi con su mujer inglesa, y cuando le taxista le preguntó-tal vez para hacer conversación, inocentemente-"de dónde eres", su mujer contestó "None of your fucking business!" (No es asunto tuyo, joder!). Nos hemos vuelto locos?


Cómo hemos llegado hasta aquí?  Coe habla de razones distales como la desindustrialización del país y la pésima gestión de la crisis del 2008, pero también de intereses de una minoría a la que le interesa el Brexit, para sus acuerdos globales de negocio con quien sea. Para ello, han de potenciar este cabreo global  antes, y una vez ganado, conviene que haya calendarios cerrados para consumar este despropósito, no vaya a ser que la ola de descontento que han agitado aún más durante la campaña se desinfle.  Este referendum que era "advisory" (no vinculante, sino informativo), como si a Los de Siempre les interesase saber lo que El Pueblo piensa o quiere. Referendum que ganaron por los pelos, apelando a los sentimientos más bajos: el miedo, el odio al de fuera, y usando mentiras. 

Pero esto es el final de la historia, y primero Coe nos lleva por los cinco primeros años de gobierno de coalición Tories-Lib Dems, desde el 2010, en los que solo los muy ricos se benefician, mientras que la austeridad machaca a los más desfavorecidos. Durante esos años, el autor nos introduce en la vida de mucha de esta gente, sus historias personales, cómo han llegado a terminar durmiendo en un coche, o cómo ha terminado convencidos de que la causa por la que las cosas no les van bien son "esos burócratas europeos" y sus leyes. 

En 2012 tuvimos los Juegos Olímpicos, y a cómo viven los distintos personajes la ceremonia de inauguración dedica Coe un capítulo. Para mí leerlo ha sido como volver a aquella tarde paseando por Tower Bridge, y la pantalla aquella cutre donde, con mucha otra gente, vimos gran parte de la ceremonia. Y la emoción por aquella performance que ponía como centro los grandes logros de este país en política social (cómo olvidar a las enfermeras de Great Ormond St. Hospital bailando entre las camas) y la música que ha dado al mundo esta pequeña isla (hasta hace poco, yo asociaba la Union Jack, la bandera británica precisamente a eso, a los Swinging Sixties y ahora...) la dejé plasmada en un divague estusiasmado. 

Pero luego, como el río Severn no para de discurrir, igual van corriendo los años, y las decepciones de Benjamin son las mías: la aplastante victoria tory en 2015 que, libres ya de loa coalición con los Lib Dems podían campar a sus anchas. El candidato Laborista, Ed Milliband, toda la prensa facha diciendo cosas como que "su padre era marxista"  (bolivarianos! comunistas! suena de algo?), y que tendría que pactar con los escoceses (esos nacionalismo periféricos!!, suena de algo?), pese a un programa transformador no tuvo nada que hacer.  Y Cameron, que llevaba en su programa electoral el referendum del Brexit para callar a los cuatro de siempre de su partido, cuando gana absolutamente en 2015, tira para adelante. El mismo Cameron llama en petit comité a los del ínclito UKIP, Farage & Co.  "una panda de enloquecidos y racistas-aún-sin-salir-del-armario", pero esta panda, que solo tienen un diputado por el sistema electoral británico de "el primero que pasa" de cada territorio electoral es el miembro de parlamento de ese territorio. Pero un referendum, donde todos los votos valen lo mismo... ahí se van a desplegar a sus anchas. Como hicieron. 

Me está quedando un divague muy político, porque desde luego, la novela tiene esta trasfondo, pero también hay historias personales con algunas de las cuales el lector tal vez pueda identificarse. Los padres que se hacen mayores, y que piensan muy distinto a los hijos, y dicen cosas que consideran tonterías, y por supuesto votan en el referendum lo contrario,  fastidiando el futuro de sus nietos. La pregunta de si es posible estar en una relación donde ambos tienen valores y maneras de ver el mundo distintas (o sea, que votan a partidos diferentes, y en este caso, uno es pro y el otro anti Brexit). El momento en el que alguien se da cuenta de que está pasando los años haciendo cosas que no le interesan con gente con la que no tiene nada que ver, por su pareja. Las reflexiones metaliterarias sobre si un escritor debe estar implicado con lo social ("engagés") o escribir mirando a su ombligo, su mundo interior. El paso de la vida, y cómo a partir de cierta edad se ve la vida en décadas, y si vivieras 70 y cada día de la semana fuera una... yo estaría en el viernes por la tarde (buaaa... y no es consuelo pensar que el finde es lo mejor). 

Y por los meandros del río que nos ha llevado Coe, terminamos en otro, igualmente cantarín y encantador, lejos de la isla,  en el sur de Francia. Alrededor de una mesa diez europeos de diversas nacionalidades, intentan celebrar lo que nos une (como dijo Jo Cox), y olvidar el desastre de país, bajo las nubes grises, que se ha dejado atrás. Hablan de la luz de allí, de esta luz que solo se valora tanto cuando se pierde. Luz y Enlightment (así se dice en inglés la Ilustración) que parece que se ha perdido aquí, o es en todas las partes?  Aunque no es Kardamili, la escena me recuerda a aquella de "Antes de la medianoche", donde un grupo similar cena rodeados de parras, tomateras y el mar griego ahí de fondo. El que no haya pensado algunas veces, en escaparse de todo en busca de la luz, que tire la primera piedra. 




31 enero 2020

31 de Enero de 2020: Miedo y Asco en Londinium

El sábado, con el acto consumado, tengo una fiesta "irónica" post-brexit. Vamos a llevar tortilla de patata y champán francés, y chocolate belga y Gorgonzola y loquesea.  Los que la dan son el típico perfil de "Remoaners" (así llaman a los partidarios del "Remain", del "Quedarse", con el juego de palabra que supone el "moan", quejarse: los quejicas que se querían quedar en la Unión Europea): abogados, progresistas, viajados, leídos, en fin. 

En el pasado, en la universidad, yo también hablé de la "Europa de los Mercaderes", con carpeta del Che Guevara. Me hago cargo de que Europa ha sido un campo de batalla, sangre en lanzas y ametralladoras durante casi toda su historia. Sé de sobra que el Mediterráneo es ahora un cementerio de ahogados, que como peces muertos nos miran con los ojos abiertos. Pero ahora, pese a que aún tengo todo eso muy presente, Europa me parece hoy El Mal Menor. El último residuo de una manera de entender las sociedades que demuestra un mínimo de compasión por sus más vulnerables, con los (decrecientes) estados del bienestar. Me considero privilegiada de haber nacido aquí. 

Al frente, está el resto del mundo: capitalismo aún más salvaje,  individualismo aún más rampante,  seguros privados o muérase usted, pagarse seguridad privada y poner alambradas eléctricas alrededor de tu casa, porque al otro lado están Ellos. De injusticias sociales aun más abismales. Ese mundo es América, es Asia, en Africa ni entremos. De desigualdades obscenas, que averguenzan. 

También soy privilegiada porque trabajo en el sistema público únicamente y desde siempre he pensado que, a menos que no me den otra opción, seguiré porque no concibo mi profesión de otra manera. Luego, no me interesa ir a vivir a ningún sitio fuera de Europa donde tenga que trabajar para los que tienen seguro. Una compa siguió a esos cantos de sirena, cómo ha terminado la cosa... pero eso es otra historia. Poder elegir seguir en lo público, me pregunto por cuántos años. 

Cuando llegué aquí, tenía que trabajar por la noche, por si pasaba algo, una de cada cuatro. Y fines de semana enteros, uno de cada cuatro. Y al día siguiente de esas noches, a menudo en blanco o con pocas horas de sueño, ir a trabajar mis ocho horas. Una directiva europea cambió eso: ahora no esta permitido. Pero ahora los brexiteros se quieren ver libres de esto, entre otras cosas, quieren "take back control" ("retomar el control"), maldito Dominic Cummings.  Los brexiteros creen que es mejor que los profesionales estén agotados, que así seguro llevarán mejor los aviones, los trenes, operarán las emergencias, apagarán los fuegos... todo mucho mejor. Por qué Europa nos tiene que decir las horas de descanso de un profesional? Por qué tienen que inmiscuirse con los derechos de los trabajadores? Venga ya, queremos ser libres! Pobres idiotas: eso si, abrazados, como todo buen idiota, a su bandera. 

En estos años, no me ha dado para salir de mi espanto: desde el divague pre-votación, aún con  la música energética de The Clash (Should I stay or should I go), hasta el despertarme aquella aciaga mañana del 24 de Junio de 2016 con el careto del oligofrénico Farage llamando a la fecha "Independence Day", pasando por leer, ir a charlas, ir a manis, ver docus, rellenar encuestas... Pero hoy es diferente. 

Porque luego llegó Diciembre y sus elecciones, y ahí me me cayó verdaderamente el alma a los pies: no había nada que hacer. Les habían mentido, habían votado bajo falsas promesas, se probaron,  pero aún así, siguieron apoyando este proyecto abismo. 

Uno de los divagues que colgué en un momento bajo incluía una frase del poeta Michael Rosen que es lo que no me deja dormir ahora por las noches, o más bien, lo que me despierta a as 5:30 cada madrugada: "Algunas veces temo que la gente cree que el fascismo llega como gente grotesca o monstruos que llevan disfraces, como han sido representados infinitas veces los nazis en el imaginario colectivo. EL FASCISMO LLEGA COMO TU AMIGO". 

El brexit es la punta de un iceberg que me aterra. En toda Europa están creciendo los nacionalismos, y hay gente aplaudiendo lo que dicen los de Vox, de las mujeres, de los gays, de los inmigrantes. Estoy leyendo un libro ambientado en la Segunda Guerra Mundial (en las paginas del Blitz, lloré), el otro día fueron los 75 años de la liberación de Auswitch (escuché un podcast y lloré), hoy he visto el ""Auld Lang Syne" del Parlamento Europeo, y he vuelto a llorar.

Hazte el pasaporte, Di, por lo que pueda pasar. Mira, es que si eso-lo que sea que estés pensando- llegara a  pasar, no quiero estar aquí. Tampoco quiero saber nada mañana de los fuegos artificiales, ni el desfile liderado por Farage ni las proyecciones de la puta (excuse my french, hoy merezco jurar) Union Jack sobre las Casas del Parlamento.  Pero, JA! por lo menos no será sobre el Big Ben que se va a pasar 5 años de obras: parece como si el mayor símbolo de este país se hubiera puesto una sábana encima para no ver. 

Como yo. No quiero ver. God fuck the queen.

22 mayo 2019

Elecciones Europeas en el Reino Unido: VOTA mañana

En el Reino Unido votamos mañana para las Elecciones Europeas. No sé cuántos divagantes hay en eta isla, pero por si acaso pasa uno por aquí, es importante que vayamos todos a votar mañana, por cualquier partido que apoye el People's Vote

Aquí puedes mirar, metiendo tu código postal, como votar "estratégico" para que ganen seats partidos que apoyan el segundo referendum en tu zona. 

Aún no sé a quien votar, supongo que a los verdes, porque Labour, con su actitud tibia, ha decepcionado. Pero el otro dia me encantó el cartel del Women's Equality Party (WEP), el Partido de la Igualdad de las Mujeres, usando aquel viejo panfleto xenófobo de Farage para el Brexit, que tan buenos resultados le dió. Se titulaba "Breaking Point", porque según él estábamos al límite, a punto de colapsar por todos esos inmigrantes de malas pintas que venían al país. El WEP ha usado el mismo eslógan, "Breaking Point", es una situación desesperada, pero la que tenemos ya con personal sanitario yéndose de la isla. 

Qué es para ti el "Breaking Point"? Cual es tu situación desesperada particular? 

Mañana, VOTA. El domingo, VOTA. 

Que viene el pobre! Decían los brexiteros

Que se nos van los enfermeros y las médicas!

30 marzo 2019

Life in the FUCKING UK (Vida en el puto Reino Unido)

Nota: El tono soez de este divague puede herir la sensibilidad de ciertas almas. 

~~~ 

Hoy era el Gran Día para la fauna brexitera: hoy, 29 de Marzo de 2019, el Reino Unido se salía de la Unión Europea. Mientras escribo esto, una representación de esa fauna está montando jarana en Westminster porque, oh, no han tenido su juguete. Todavía. 

Pero es que su juguete no era de esos que venden los chinos: una muñeca que berrea mientras mueve la cabeza, con luces a ser posible, un esperpento que lo miras y ya. El juguete es un lego o un puzzle o una partida de ajedrez complejísima, seguramente sin solución, y que sus representantes no saben, evidentemente montar, hacer, resolver. 

Pero no solo por las imágenes de esa panda de oligofréncios estoy hoy cabreadísima y espantada. En las últimas semanas he tenido la oportunidad de adentrarme un poquito en sus cabezas, y lo que he visto es incluso peor de lo esperado. Estas últimas semanas he tenido que estudiarme uno de sus argumentos:  la jodida historia de este jodidamente "ilustre país" (así se autodefinen en el capítulo segundo de ese engendro, el libro "Life in the UK", que hay que estudiarse para el examen de ciudadanía. Libro, por otro lado y como indica su contratapa, subvencionado por la Unión Europea-surreal). Su puta historia que me ha sacado erupciones a medida que avanzaba: estos gilipollas viven "glorias" (si se puede llamar gloria a la explotación sistemática de países pobres), de cuando eran El Imperio. 

Yo no quería. Odio los países, los pasaportes, las identidades nacionales, los nacionalismos, no me siento española ni de ningún sitio. Soy de la gente que quiero. Así que yo no quería, pero el Peda insistió que deberíamos hacerlo, que con tanta inseguridad quién sabe lo que iba a pasar, y que por lo menos así podríamos decidir nosotros, sin depender de visas ni historias, que Mini podría ir a la universidad (ya una extorsión si eres británico, pero si eres internacional atraco  a mano armada-siguen siendo piratas) sin tener que empeñar un riñón, y que si nos teníamos que ir del país por un tiempo, luego podríamos volver. Con la nariz tapada, acepté, y me empecé a estudiar el maldito panfleto.

El Peda, como queda claro Master Mind o Capitán América de la Operación, eligió la fecha: dijo que hacerlo precisamente hoy, 29 de Marzo de 2019, podría estar bien, metáfora curiosa; el día que estos se iban, nosotros intentábamos quedarnos. Yo elegí el lugar del crimen: Lewisham, un barrio del sur de Londinium a tomar por culo cuya calle principal tiene lo peor del tercer mundo y ninguno de sus encantos. La gente que espera que abran la Oficina de Correos o la casa de apuestas son todos tróspidos (a falta de otra palabra más científica- una sabe que allí la endogamia insular ha alcanzado el máximo exponente, los desórdenes genéticos rampan a sus anchas). Las palomas hacen su festín por el suelo de la tristísima calle peatonal, que huele a aceite de churrería reusado aunque el carrito expenda "comida tai" o "pollo caribeño". El atasco de autobuses y furgonetas blancas con bandera llenas de brexiteros es permanente, y todas las calles tienen una flecha que te obliga a girar hacia el lado que la intuición pensaría que no, que por el otro sería todo más fluido. Esto también es Londinium. Y apesta.

Así que llevando la metáfora al extremo, esta mañana el Peda y yo hemos llegado a este fin del mundo a examinarnos sobre importantes cuestiones como cuándo fue la batalla de Bosworth Field, por qué ejecutaron a Catherine Howard (tenía amantes!) y si era prima de Ana Bolena (tenía amantes!), cual era la población en 1851, cuantos Miembros de Parlamento hay en Gales, cual es el santo patrón de cada uno de sus países, con su bandera, su flor (el cardo borriquero es la de Escocia, en serio), su fecha, su plato nacional (me quedo con curiosidad sobre el llamado "Fritanga del Ulster", Ulster Fry) y su canesú. Sin olvidar cuándo se anexionaron los distintos países, con qué reyes, en qué año, única satisfacción cada vez que los escoceses les daban por ahí a los ingleses (Batalla de Bannockburn, Go King Robert The Bruce!).

Para preparar esta bazofia he perdido tiempo de divagar (lo sé, lo sé), he hecho miles de tests y mala leche, y me he tragado pelis históricas. La última "Elizabeth La edad dorada" con Mini (a la que, preocupante, le encanta esta morralla, el proceso de lavado de cerebro por la propaganda escolar ya ha comenzado) sobre Elizabeth I, la reina virgen, la de la Armada Invencible, o la más reciente "Mary Queen of Scotts" sobre la vida de María Estuardo,  reina de Escocia, prima de Elizabeth, que fue acusada de matar al marido (con el que se casa tras un cunnilinguus parece que épico-always a winner), pero que luego -el marido- se lía con el bufón de la corte. En fin: que ha sido horrible.

Pero la escena de hoy en Lewisham ha logrado superar mis expectativas del horror. Palomas, tick, gente fea, tick, grasa ambiental, tick... pero con lo que no contaba es con que nos iban a echar del examen; mejor dicho no nos han dejado ni entrar. 

Como todo divagante de pro sabrá, aunque mi nombre para vosotros, en confianza, es Di, mi nombre de pila completo, el que figura en mi pasaporte no es otro que "Di de Todos los Santos Patrones incluso el del Cardo Borriquero". Uno de mis documentos identificativos es el pasaporte. Primero me hacen pasar a una oficina con un tipo regordete, con camisa "blanca", pendiente y corte de pelo tipo castaña (como Beckham, pero en Lewisham) que me hace quitar el reloj, el pañuelo del cuello, y entonces añade, "ah, pero no vas a poder hacer el examen". Ja, va de broma.  No, que va en serio, y recita como un loro: "el nombre registrado no es el EXACTO de tu pasaporte, tu nombre registrado es "Di Todos los Santos Patrones incluso el del Cardo Borriquero", sin "de". Ya, pero es que ese "de" es castellano no significa nada y de hecho se quita y se pone, y tengo viejos pasaportes sin ello, y ... Le da igual. Mire, tengo el DNI, no hay "de". No quiere verlo. Llamo al consulado, que se lo explican. No quiere hablar. Por favor. No escucha. Oigo voces de fondo. Me cabreo. Las voces se hacen más altas: es el Peda. Que tampoco puede pasar, también hay una irregularidad con el orden de sus apellidos o algo. No hay nada que hacer: hablamos de la importantísima Home Office (Ministerio del Interior), esto ha de ser todo nítido y no se acepta ni una coma cambiada. Me dan ganas de referirle a los periódicos para indicar la nitidez y el saber hacer de este país en general. Llama a su jefe, que nos lleva a otra oficina para reiterar la misma rigidez, que raya el autismo.  La metáfora de ir a hacerse inglés a este agujero para que este par, un redneck de la Inglatera profunda y un descendiente de esclavos explotados por los antepasados del otro ("Acta de Emacipacíon", 1833, abolición de la esclavitud en el imperio, veis que bien me lo sé?), nos manden de nuevo a la calle grasienta que representa todo lo que es el declive de este país me parece casi poético.

Conduzco hacia el oeste con una ira que no debe ser saludable. El Peda es mi copiloto, pero aún así nos logramos meter en unas cuantas calles que no te dejan girar, atrapados en un loop de tráfico e ideas kafkianas. El que no conoce su pasado está condenado a repetirlo, aquella famosa frase de Santayana con la que nos animábamos a estudiar la historia, para que las cosas no volvieran a pasar jamás. Pero en estos días, hay gente que se mira por encima la historia para sacar conclusiones que enardezcan su nacionalismo, y no hace falta irse a Elizabeth I, miremos el Siglo XX y lo que ocurrió por la escalada de los nacionalismos. Es todo mentira: en el UK te dicen que Sir Francis Drake venció a la Armada Invencible de Felipe II en 1588, y que los españoles eran La Inquisición, y así empieza la Leyenda Negra. Recuerdo que en mi cole de Vetusta estudiábamos que la armada se hundió por una gran tormenta ("No he venido a luchar contra los elementos"), y Francis Drake era un pirata. Ni una versión ni la otra, trazos gruesos donde los haya, pero nos movemos en un mundo de trazo grotescamente grueso, y la gente vota así: quieren que no se vuelva a poner el sol en nuestro imperio, o bien usan la Leyenda Negra para explicar porqué el otro ens roba, o se les pone dura cuando hablan de Waterloo o Trafalgar. 

Llego al oeste sin haber chocado el mini con ninguna furgoneta ni dado de hostias a nadie. Se puede considerar el éxito del día.