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21 septiembre 2024

Festival de la casualidad: Mr F. y "Balcón en Hanoi"

Ya lo decía Ernesto Sábato "las casualidades no existen", y anteayer fue un día de ellas: dos. 

Hacia las 4, entraba con Mini en casa cuando veo justo enfrente a un hombre en el suelo: se ha caído de la bici. Se agarra una mano, claramente tiene mucho dolor. Hay tres personas que le están ayudando: una corredora que viene de hacerle la foto al coche que le ha tirado (como compa ciclista, estas cosas me afectan mucho) y se ha ido (no sabemos si a la fuga o porque no se ha enterado) y una pareja de australianos. Nos acercamos, le pregunto el "are you all-right?", cuando es más que obvio que no, y el hombre -unos treintayalgo, con barba, licra- mirando al suelo dice algo como que cree que se ha roto la muñeca. Levanta la vista y entonces dice: "Mini, what the hell!", a lo que Mini responde: "Mr. Fitzgerald!". Los tres atendientes y yo nos miramos y Mini aclara con cara de terror: "Mr. Fitzgerald era mi profesor de económicas el año pasado".

Luego todo ocurre muy deprisa, desestimamos llamar una ambulancia porque le costará tres semanas (empiezo a tener flashbacks de cuando el Peda se rompió el fémur en una caída de bici provocada por otro coche el año pasado: la ambulancia tardó una hora).  Los australianos ayudan a meter la bici en mi casa, le cuentan a Mini que acaban de aterrizar de las antípodas. Tocaba Sabina en el Royal Albert Hall, era el 19 de mayo de 2023, el día del Peda. Le pido a Mini que baje agua. Mr. F dice que se marea, que siente que se desmaya y nos pide chocolate o barritas energéticas [Mini se ríe por la noche: "iluso, en esta casa, le iba a decir -no chocolate, but can I interest you in some nuts?"]. Le bajamos lo que encontramos: unas barritas de fruta comprimida sin aniadidos que dejan mucho que desear y variedad de nueces. No pudimos ir al concierto, claro: más tristes que un torero, al otro lado del telón de acero. Voy a por el coche, le ayudan a subir, ni el cinturón se puede atar. Vamos al hospital de St. George. Allí también llevaron al Peda. La calle principal lleva de obras nosecuánto tiempo, me desespero. Le doy paracetamol. A ratos grita de dolor. No se desmaya. El Peda estaba en una camilla dentro de la ambulancia cuando llegué: según cuenta, nunca en la vida se había alegrado tanto de verme. Le voy hablando a Mr F: es irlandés. Tiene dos niños pequenios. Ya no trabaja en el cole de Mini. Se fueron a vivir a la campiña hace un tiempo pero no les gustó y volvieron. El imán que es Londinium. Mini ha tenido buena nota en económicas, me dice. Al Peda le dieron ketamina y le encajaron el hueso ahí mismo: yo me salí de la ambulancia ese momento - soy impresionable. Y otra barrita. Llama a su mujer que dice que viene a urgencias: suena muy tranquila, casi seca. Yo soy una drama queen, me recuerdo corriendo por las calles.  Tengo el depósito en rojo, la raya está en la línea. Me chorrea la adrenalina. Viene una ambulancia de frente, me tengo que retirar a un lado, marcha atrás. Mr. F.: muy agradecido. Nunca se había roto nada antes. Quiere las nueces. Por fin: urgencias, se lo dejo a su mujer. Las horas que pasé en esas urgencias, presionando a enfermería para más analgesia. Me vuelvo por otras calles para evitar el atasco, me persiguen las imágenes del 19 de mayo de hace un año. Voy en piloto automático y me pierdo. Si lo que quieres es vivir cien años, no vivas como vivo yo, canta Sabina. Doy unas cuantas vueltas, me llama Fashion e incide de la importancia de que ponga gasolina YA. Llego a casa. Prueba conseguida. Mini, que se ha quedado en casa porque haber venido hubiera sido "awkward" y considera inaceptable que le haya tenido que meter el paracetamol y las barritas en la boca a Mr. F. Y que esto es una señal del destino: cómo ha podido Mr. F caerse en la puerta de mi propia casa, se pregunta. Me confiesa que ella se ha bloqueado ante la situación y sobre todo, ha sufrido la verguenza de que fuera su profe: adolescentes. Qué historia. 

Por la noche, qué bien, por fin este momento de paz para escribir el blog. Estoy en Hanoi, voy al ordenador grande a buscar alguna foto. Antes, bajo unos archivos del g-drive de Mini al disco duro para que pese menos y entonces, espera, qué es este documento titulado "Balcón en Hanoi". Lo abro: es un poema de una escritora que no conozco, Alison Jesson, y que Mini analizó en literatura, por lo visto, el curso pasado. Qué probabilidad hay que yo me encuentre este poema justo hoy, el día que estoy escribiendo sobre la ciudad? Qué historia, de nuevo.

El poema resume muy bien lo que estoy tratando de describir cuando hablo de Hanoi -menos poéticamente y con la ayuda de fotos- en estos últimos divagues: espero que os guste. Debajo del poema está el análisis de Mini y como un blog es un diario, lo voy a incluir también. Las traducciones al final. 

Mr. F y el balcón en Hanoi el 19 de septiembre: las casualidades no existen. 

Balcony in Hanoi
Whether it is the slap-slap of sandalled feet
of women who bear baskets of dragon fruit,

or the creak of bicycles carrying bundles
of greens and limes to market,

the road outside my window never sleeps.
Pale apricot sun diffuses morning mist

as motor cycles weave through blaring horns,
laden with chickens or pigs, dried fish or fridges.

Rickshaw-drivers lounge, waiting to pedal
tourists down other dusty streets.

In noon heat, a dog pants in the shadows
and laughing schoolgirls ride past like slender storks.

At dusk, families gather round pavement cook pots,
share noodle soup, and talk

of dollars, Hondas, mobile phones,
farmers who sell paddy fields for factories.

by Alison Jesson

Balcón en Hanoi
Ya sea el clap-clap de las sandalias
de las mujeres que llevan en sus cestas Fruta del dragón,

o el pedaleo de bicicletas con fardos
de verduras y lima  hacia el mercado,

la calle al otro lado de mi ventana nunca duerme.
Un sol pálido de albaricoque difumina la niebla matutina

mientras las motos se entrelazan entre bocinas gritonas,
cargadas con gallinas o cerdos, pescado seco o neveras.

Los de los rickshaw descansan, esperando 
al siguiente turista que llevar por las calles polvorientas.

En el calor del mediodía, un perro jadea en las sombras
y por ahí pasan, como cigueñas. niñas risueñas de uniforme.

Al atardecer, las familias se reúnen en las aceras alrededor de ollas,
comparten sopa de noodles, y hablan

de dólares, Hondas, teléfonos móviles,
y campesinos que venden sus campos de arroz para fábricas.


~~
Y el análisis de Mini:
"Alison Jesson uses enjambment throughout this poem frequently. She uses this technique to show the movement of the busy day in the street, from morning until night. In stanza two, when Jesson describes the street with bicycles ‘carrying bundles of greens and limes to the market’, enjambment is applied in the middle of this sentence to convey the motion of the bicycles making their way through the bustling street. Another effective use of enjambment is close to the end of the poem, when families gather together and ‘share noodle soup, and talk of dollars, Hondas, mobile phones…’. I believe the use of enjambment is to communicate to the reader that conversation is also movement, and it is showing the discussion between families in the city of Hanoi.

Additionally, I believe Jesson utilizes onomatopoeia admirably as the words she has chosen create a loud atmosphere, to try to transport the reader to the manic street. Immediately in the poem you get the sound of ‘slap-slap’ which instantly reminds you of a holiday, as it is common to use flip flops or any other kinds of sandal during hot weather. The letter ‘S’ and ‘P’ almost has quite an aggressive tone to it which could be Jesson attempting to display the intensity of the loud street. In the 6th stanza, the use of the word ‘pants’ can make the reader feel quite exasperated, as it almost feel as if your panting as you are saying the world aloud".

Y así lo tradujo la IA:
"Alison Jesson utiliza el encabalgamiento frecuentemente a lo largo de este poema. Emplea esta técnica para mostrar el movimiento del ajetreado día en la calle, desde la mañana hasta la noche. En la segunda estrofa, cuando Jesson describe la calle con bicicletas que ‘llevan fardos de verduras y limones al mercado’, el encabalgamiento se aplica en medio de esta oración para transmitir el movimiento de las bicicletas atravesando la bulliciosa calle. Otro uso efectivo del encabalgamiento se encuentra cerca del final del poema, cuando las familias se reúnen y ‘comparten sopa de fideos, y hablan de dólares, Hondas, teléfonos móviles...’. Creo que el uso del encabalgamiento tiene como propósito comunicar al lector que la conversación también es movimiento, y está mostrando la discusión entre las familias en la ciudad de Hanói.

Además, creo que Jesson utiliza la onomatopeya de manera admirable, ya que las palabras que ha elegido crean una atmósfera ruidosa, tratando de transportar al lector a la frenética calle. Desde el comienzo del poema, se escucha el sonido de ‘clap-clap’, que instantáneamente te recuerda a unas vacaciones, ya que es común usar chanclas u otros tipos de sandalias en los climas cálidos. Las letras ‘S’ y ‘P’ casi tienen un tono agresivo, lo que podría ser un intento de Jesson por mostrar la intensidad del jaleo de la calle. En la sexta estrofa, el uso de la palabra ‘jadea’ del perro puede hacer que el lector se sienta exasperado, como si casi estuviera jadeando al pronunciar la palabra en voz alta".

15 agosto 2024

Hoy es el Día del Watusi

 Hoy es 15 de agosto, El Día del Watusi en Barcelona, pero yo estoy a más de mil kms de allí. Desde que leí la novela, me persiguen las "Ws" por las paredes de las ciudades, y esto no ha sido diferente en mi reciente periplo por la Cochinchina. 

Hoy vengo a colgar algunas de estas, y como todavía estoy mentalmente en Saigón, van a ser las que me encontraron en esta ciudad demencial que estoy intentando explicarme: qué apropiada la cita del Watusi que me encuentro al abrir el tocho al azar: "Lector quiero contar las dos vertientes del caso: lo sucedido real y lo sucedido hiperreal. Las mentiras también, Lector, las bromas, los engaños, los trucos y las alucinaciones".

 Iré añadiendo otras que vagamente recuerdo me han increpado por otros lugares, así que este divague no terminará hasta que termine la serie. Nota: quien no sepa de qué hablo, aquí está el culpable: "Hoy es Bloomsday en Dublín y el 15 de agosto es "El día del Watusi" en Barcelona [Buscando "Ws" de la mano de Francisco Casavella]"

Feliz Día del Watusi. 









Posavasos en hotel de Can Tho...



07 agosto 2024

Un país en diez piscinas: adiós Vietnam

 Y ahora sí, hoy termina la serie del viaje de Vietnam: dos meses exactamente tras la vuelta. Y tras una idea de la divaganta Elena Rius, voy a hacer un paquetito con todo este casi mes y ponerle un lazo con una de las cosas que más me gustan-el agua. Como este año ha sido poco de mar, lo de bañarse ha tenido lugar en piscinas, y me doy cuenta que en ese "swimming-pool hoping" (saltando de una a otra) podría resumir las vacaciones. 

Me encantaría saber hacer un mapa con fotos de las piscinas en los lugares, pero ni para lograr que googlemaps me deje combinar vuelos con carretera (con lo que parece que la tirada Saigón - Hoi An la hicimos por tierra!) me da. Así que me he limitado a poner las ciudades en el mapa y luego ahí van las piscinas por separado.


Cuando hablé de un libro de relatos de John Cheever, por supuesto hablé de "The swimmer" ("El Nadador") y colgué el famoso anuncio de Levi's de los 90 inspirado seguro en él. Luego, un día de calor extremo en Barcelona en julio de 2023 "homenajeé" a Cheever con un párrrafo titulado "La nadadora", en el que yo me iba tirando de piscina en piscina en Pedralbes, exactamente igual que el prota de su relato. Eso mismo hago hoy aquí, con imágenes. 

Cuando se termina el diario, se terminan las vacaciones. Algo me dice que este último divague, el de swimming-pool hoping- será el que más veces visite. Hasta la próxima playa, piscina, lago, tal vez río de montaña... hasta las próximas vacaciones.

Saigón
Banda sonora: "Murder on the dancefloor"

Hoi An
Banda sonora: "Romeo & Julieta"


Hue
Banda sonora: "Here comes the sun"


Khe Dau Ha (Ninh Binh)
Banda sonora: "Out of Africa"


Lan Ha Bay
Banda sonora: "Sailing"


Hanoi
Banda sonora: "Confutatis, maledictis"


Ban Vi Mountain Retreat
Banda sonora: "La Misión"


Delta del Mekong


Phu Quoc
Banda sonora: "1492"


Saigón, de nuevo

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Qué importa saber quién soy, ni de dónde vengo ni por dónde voy (V28)

Miércoles 07.08.24: Saigón-Dubai-Londinium

Y ya estamos en el vuelo de vuelta. Este divague, que físicamente se va a pasar todo en aviones y aeropuertos, va a generar una cierta confusión temporal. Ni yo misma aún sé a qué hora de qué huso horario llegamos a un sitio o a otro, pero me ayudaré de una Inteligencia Artificial (esa que pronto va a escribir el blog-más de esto en un par de días). Durante estas horas, cómo no sentirse identificada con la canción de Los Panchos que da título al divague...


Pero empecemos por una cosa cierta: el martes a las 23:55 se despega de Saigón y son unas 7-8 horas lo que le cuesta llegar a Dubai. Esta vez nos toca en los peores asientos, los de en medio. Nos hacen esa misma foto que cuando vinimos, y la diferencia principal es Doraemon -ya un miembro más de la familia- y nuestro moreno, pese al factor 50. 

Enfrentada a la pantalla con el mismo pobre "entretenimiento a bordo"  (ahhh cuánto han de aprender de Balearia!) de la ida, intento ver la peli que tanto disfrutó el Peda, la de Wim Wenders. "Perfect Days". Algo me decía que "no iba a ser para mí" porque soy persona verbosa y tirando a poco contemplativa: a mí dame una peli dirigida por alguien que padezca de cierto neuroticismo y que se hable mucho, con ingenio y si es posible humor, mucho más que grandes silencios. Por ejemplo, prefiero "La importancia de llamarse Ernesto" (Oscar Wilde, toda la obra para subrayar - que tengo reciente porque Mini la está estudiando para literatura) a "El árbol de la vida" (Malick monstránonos el nacimiento del universo en imágenes a través de un drama familiar). Pues bien, "Perfect days" va sobre un limpiador de baños en Tokio que exhibe, para mi gusto, algo más que el sano amor por su trabajo (porque usar un espejito a ver si todo ángulo del sanitario público que abrillantas está perfecto me parece que podría rozar lo patológico-pero igual soy yo y mi deformación profesional). Repite sus rutinas desde la maniana, una y otra vez. En fin: que aguanto tal vez veinte minutos, en paralelo al Peda que... las está viendo otra vez! Del resto de vuelo no recuerdo nada, solo que dormimos durante casi todo él. 

Se aterriza en Dubai a las 6:30 am (hora Vietnam), que según me informa la IA eran las 3:30 am hora local. De nuevo tenemos 7 horas de espera, pero esta vez no hay ganitas de irse a la ciudad como a la venida. Yo tenía localizada una zona con asientos medio reclinados y dirijo a mis compas allá. Estas zonas suelen estar siempre super-pilladas pero dadas las horas, encontramos tres seguidas, y ahí que nos apalancamos. En imagen se puede apreciar la actitud vital de la gente aquí: "dejadme todos en paz".


Mini es la que más duerme de todos. Yo monto mi pequenia base de operaciones, a saber: localizo un enchufe de esos de los limpiadores para cargar el móvil. Localizo el banio para mis abluciones matinales (o nocturnas, quién sabe): lavarse los dientes, limpieza facial y posterior hidratación, cepillado de pelo. Localizo un grifo que expende agua hirviendo (qué gran facility para los que tomamos té, debe ser por país árabe pero insto al resto a que lo adopten) y como llevo bolsitas y sobrecitos de leche en polvo de algún hotel, paso la espera felizmente en un chorreo continuo de tés y croissants y demás restos del vuelo. Con todo este jaleo casi no me queda tiempo de leer (sigo con "Y sus hijos después de ellos" de Mathieu) y dormir. Mini y el Peda se van en un punto cuando amanece y comienza a "despertar" el aeropuerto a por una milanesa y ya se hace la hora de embarcar al segundo vuelo. 

Son las 14:00 de los cuerpos (o sea, hora Vietnam) cuando cogemos el segundo vuelo (11:00 en Dubai). Esta imagen no tengo ni idea desde dónde está tomada:


Otra vez son siete horas de vuelo, pero esta vez "de día" con lo que el ambiente a bordo es distinto: hay más movimiento, más vibración, aunque seguimos en asientos malos del centro. Esta vez el Peda ve un documental titulado "Copa 71" sobre el mundial femenino de fútbol en México aquel anio, porque un amigo nuestro es el compositor de la banda sonora. Yo empiezo con la segunda temporada de "White Lotus", tal vez para compensar mi falta de Mediterráneo este verano. Había visto la primera temporada, rodada en Hawai y esta tocaba los mismos temas -crítica social en un hotel de lujo- esta vez en Sicilia. Fashion la había recomendado mucho y es cierto, los paisajes son de infarto pero la trama, a medida que voy avanzando me va interesando menos, y acabo pasándola con el ffwd. Cuando termino me planteo: qué perdida de tiempo, aunque Fashion me dice luego que, debido a mi provecta edad, "no la he entendido". Nótese que este arma generacional es usada con cierta frecuencia tanto por mi hija como por mi hermana para explicarse nuestras diferencias en gustos.

Y ya sobrevolamos Londinium: son aquí las 15:15 cuando aterrizamos (insisto: las 19:15 en Dubai y las 22:15 en Vietnam). Como tras la salida de Heathrow y Elizabeth + Northern Line nos cuesta aún un rato llegar a casa (17:00), se calcula que hemos estado viajando 26.5 horas en total. Guau.



Y ahora la frase ritual: "un viaje no termina hasta que no se revelan las fotos" que hoy se ha transformado en "un viaje no termina hasta que no se bajan y ordenan las fotos" y en mi caso, "un viaje no termina hasta que no se escribe el diario". Con lo cual, es hoy, justo dos meses después (de ahí las prisas con estos últimos) cuando se va a terminar el viaje. No quiero hacerlo con este frío divague de aeropuertos y aburrimiento frente a la pantalla del asiento delantero, así que aquí va otro mucho más chulo, inspirado por la divaganta Elena Rius y en uno de sus autores fetiche John Cheever que resumirá la parte más hedonista de estas vacaciones...

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06 agosto 2024

El "museo de los restos de la guerra": un tour de force. Vagabundeando por Saigón todo el día hasta la medianoche (V27)

Martes 06.08.24: Todo el día vagando por Saigon hasta medianoche

Cuando abro los ojos a las 7 am pienso que la próxima cama en la que duerma será la mía, pero no esta noche, la del martes, sino la del miércoles, y sumándole las horas extra del desfase horario. Hoy volamos a medianoche, así que toca uno de esos días vagando por las calles, llegar ya desfasados -antes del desfase horario- al aeropuerto, y rezar lo que se sepa. 

Para todo mal,  chapuzón, así que subimos a la terraza y nos damos no necesariamente el último baño -aunque luego resulta que sí- porque los del hotel son tan amables que, aunque tenemos que check out a las 11:00, nos guardan las maletas y nos dejan usar el resto del hotel todo lo que queramos, desde la piscina, el gimnasio (ja!), las duchas y ... el afternoon tea! Esto sí que no nos lo esperábamos. 

Tras desayunar y ya cerrar las maletas nos vamos caminando hacia el Museo de los Restos de la Guerra, que está al lado del hotel que nos quedamos el primer día. Es media hora de "vuelta a Ho Chi Minh City" con todas sus motos, su calor, su ruido, sus influencers en cada esquina:


El War Remnants Museum ("Museo de los Restos de la Guerra de Vietnam") ha cambiado de nombre durante los años desde su fundación en 1975 que era la "Exposición de los crímenes de EEUU y los estados títeres" hasta la "Exposición de crímenes de guerra y agresiones" en 1990. El actual es mucho más neutro, aunque el horror de dentro sigue siendo el mismo. Visitarlo es un "tour de force" y es imposible que no se te salten las lágrimas por lo que pasó y porque sigue pasando: es insoportable. 


No puedo verlo todo: hay algunas salas de las que nada más entrar me salgo, destrozada. Por ejemplo las del Agente Naranja (una forma de guerra química que causa malformaciones, en este país a medio millón de criaturas) que me lleva al segundo día de nuestro viaje (parece que hace una vida), cuando después de visitar los túneles nos llevaron a comprar artesanía a un taller donde trabajaban personas afectadas por este Agente Naranja. O la recreación de las celdas, pura tortura: es todo espantoso.

Lo que sí disfruto son los carteles de apoyo que recibió Vietnam de todo el mundo, algunos bien chulos, y esto es lo que quiero colgar hoy aquí. Este viaje ha sido muy bonito pero la guerra está de alguna manera siempre presente. Es como ir a Berlín, o me cuentan que a Polonia o a Normandía: pasará un siglo, y seguirá ese fantasma sobrevolando. Es como pasar por la carretera del esqueleto del pueblo bombardeado de Belchite. Son fantasmas incómodos, una diría necesarios para no olvidar, pero parece que esto solo nos importa a alguna gente de la calle. 

Estos primeros murales no sé de dónde son:



Estos son de la República Democrática Alemana:




El partido comunista de la India:


Por supuesto Cuba, hasta la victoria siempre:




El Comité de Estudiantes Argentinos:


El Partido Comunista francés:


El comité médico vietnamita-holandés:


Y aquí un misceláneo. Ni que decir tiene que no había nada de nuestra querida piel de toro...








También hay exposiciones de fotografías de distintos autores, aquí tenéis a Robert Capa que murió tras pisar una mina en Thái Bình, al norte, en el delta del Río Rojo. Por lo visto, tenía planeado fotografiar el contraste entre los tanques y los campesinos en los campos de arroz. 




A un fotógrafo japonés la cámara le salvó la vida, no solo metafóricamente: 


Manis por el mundo

y en Londinium


Este hombre se llamaba Michael Heck y se negó a bombardear más en 1972:


Esto me dejó en shock: dos jóvenes americanos se quemaron a lo bonzo en EEUU para protestar por la guerra:



Tras basntante rato salimos a la calle donde nos espera el mundo apacible y sencillo del turista, siempre que no abras un periódico y te encuentres exactamente lo mismo en la portada, solo que en otros lugares. Escribo esto del 6 de octubre, justo dos meses después de ese día, y nada ha cambiado a ese respecto, solo ha empeorado. El género humano, no tenemos remedio. Una foto cualquiera -una anciana cuenta đồngs de su puesto callejero- para desengrasar:


Lo hemos visto muchas veces desde la calle, pero ha llegado el momento de entrar en el "Cafe Apartment", aquel edificio que parece de apartamentos pero que está lleno de cafés. Subimos todos los pisos por las escaleras, que están llenas de encanto por lo mugrientas. 


Cada esquina te dice "fotografíame", desde un tanque de algo, hasta pegatinas en puertas. Como esta: "si nunca lo pruebas, nunca lo sabrás".




Empiezo a entender el humor vietnamita, igual que en Hanoi en una tienda de vapes te decían que "era malo, debes dejarlo", en esta te dicen que "son los responsables de la preparación refinada de donuts y de necesidades relativas a la sed". Y concluyen: "este es un mal sitio para dietas. Los críticos no son bienvenidos".  


Cada piso tiene pasillos como estos por los que accedes a los cafés:

Por fin entramos en uno a tomar unos smoothies: lo intentamos en la terraza pero terminamos dentro por el calor. Se está bien poque está vacío y tiene una sección elevada con cojines, donde nos sentamos, que me recuerda mucho a Japón.




 A las 1430 volvemos al afternoon tea al hotel donde, pese a no tener hambre lo damos todo. El hall del hotel tiene unos sofás tipo chester y unas estanterías con libros hasta el cielo: estamos un rato leyendo allí y cuando subimos a la piscina se pone a llover como llueve en Vietnam: parece que el país no quiere que olvidemos esta faceta suya de cambiar un plan de repente por sus micro-huracanes (en todo caso, no nos podemos quejar porque nos escapamos de uno bueno por los pelos). Nos quedamos en el gimnasio vacío jugando al futbolín (soy mala con avaricia) y al Uno sentados sobre la cinta de correr.


Pasadas las 6 nos decidimos a salir con paraguas para paseo nocturno y despedida de Saigón. Subimos a la terraza del Hotel Caravelle, el que más historia tiene de la ciudad. Fue construido en 1958 y dicen que desde arriba se podía ver el frente y que muchos periodistas occidentales escribieron sus informes de guerra desde su rooftop bar abrazados a bebidas de alta graduación. Al entrar nos encontramos una sala de fiestas tirando a cutre, vacía y oscura y algún parroquiano sentado fuera, en la estrecha terraza en forma de "u" que rodea esta despropósito. Salimos a mirar a ver desde qué ángulo de la u hay mejores vistas: a un lado está la ópera, aquel es nuestro hotel, aquello de allá el ayuntamiento con el Tío Ho, y esa terraza la del Hotel Rex que estuvimos hace casi un mes. Hay un ejército de camareros que nos persiguen ya queriéndonos sentar en cualquier sitio desde que salimos del ascensor y decidimos irnos porque al final las vistas no son mejores que en nuestro hotel y son mucho menos simpáticos. Paramos en un Katinat de varios pisos para un último smoothie de fresa, eso sí. Otra salamandra que sale a nuestro encuentro:



Volvemos al hotel por el río, y aunque querríamos haber cruzado a hacer fotos al puente iluminado, es hora punta y lo de las motos es más demencial si cabe que durante el resto del día. Ni siquiera gente entrenada como nosotros a estas alturas puede meterse en ese lío, y cuando llegue a Londinium y vea a coches y motos parados en los semáforos va a ser un shock. Aquí un poco de Saigón-la-nuit:






Al llegar al hotel, anunciamos nuestra partida hacia el aeropuerto. Toda recepción hace sonidos de decepción porque ya somos unas piezas de mobiliario más en ese hall: llevamos entrando y saliendo más de 24 horas, las últimas 8 sin tener habitación. Algunos de los ratos leyendo en esos chester hemos asistido a interacciones de clientes -un grupo de españoles que había reservado una sesión de turismo en moto- que darían para divagues en sí mismos, pero tengo, de verdad, que terminar ya esta serie. Mañana hará dos meses que llegamos y hay que bajar la persiana y divagar-divagar. 

Así que nos despedimos con grandes efusiones y nos vamos al aeropuerto con lo que creemos es demasiado tiempo (tres horas). Sin embargo, al llegar allí es tal el caos y las filas que nos empezamos a agobiar dudando si estaremos en la puerta de embarque a las 23:30. Primero, hay que hacer una fila que generalmente evitamos que es la de coger las tarjetas de embarque en papel -no todos los aeropuertos están digitalizados, y este es uno de ellos. Intentan que facturemos las maletas y les consigo persuadir (con lo que me gano el respeto momentáneo de Mini): tenemos 7 horas de espera en Dubai y quiero tener todo conmigo, una nunca sabe. Luego seguridad, una auténtica pesadilla y por fin llegamos a la puerta de embarque de Emirates cuando ya han empezado a embarcar porque a las 23:55 sale el vuelo. El caso es que no sé bien cuándo terminar este divague porque si "el día no termina hasta que una se acuesta" la cosa está complicada. Como entre que despegamos  y no, cuando estemos en el aire ya técnicamente será miércoles (en Vietnam), contaré esto como "el día siguiente". Queda un divague para el último nochedíadíatarde de viaje... y os dejo en paz.


Pub 06/10