Enmedio de todo, la pandemia
Ah sí, pandemia: esto es uno de los pequeños eventos que tuvieron lugar desde que empecé con esto. Crisis que se podía también ver como oportunidad: corría la primavera de 2020, cuando creíamos que íbamos a hacer todas esas cosas pendientes tipo ordenar fotos o volver a aquel instrumento. Pero nada, no ocurrió -tampoco el instrumento o el hornear (bien). Varias razones, pero una clara es que seguí escribiendo el blog (lo que pasaba tenía tal urgencia que no podía dejarlo de lado para contar una historia ambientada hace 25 años) e iba intercalando Serial. Tampoco ocurrió en la primavera de 2021. Por fin, a finales de la de 2022, el 27 de Junio en concreto, le di al último “publicar”. Casi 4 años y 130.000 palabras después (más de esto luego).
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Ni una pandemia pudo acortar el proceso |
Parones: pedir demasiado al lector
A veces hubo épocas de parón... creo que incluso una de varios meses. No fue nunca por bloqueo o similar, simplemente no me sentaba: la vida se imponía y no encontraba momento. Retomarlo tras los paréntesis largos era duro, yo misma no me acordaba y era mucho pedir que alguien lo hiciera, me hago cargo. Si siempre Serial tuvo menos lectores que las entradas del día-a-día del blog (que ya es decir), cada vez fue quedándose con menos. Esto me pareció del todo comprensible, pero yo no solo disfrutaba escribiendo, es que creía en esta historia - o mejor dicho, en esta no-historia, porque hasta el final no pasa mucho. Entonces pensaba que esos capítulos casi solo de "ideas" o pacientes puntuales tal vez se podrían leer como entradas independientes, porque la trama era lo de menos. Lo de más era mostrar un ambiente y que en él se propiciaran ideas: no me interesa la acción, aunque al final hubo bastante-para mi gusto.
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Serial: Pura adrenalina |
Las musas
Creo que ya he contado alguna vez qué me dio la idea de Serial: leí "
The secret history" de Donna Tartt, una historia de estudiantes de clásicas en un campus universitario. Siempre me han gustado las "
novelas de campus" como género- aquí hay
una lista-, un grupo de gente que vive en una institución apartada de la sociedad -generalmente una universidad-, y lo que allí pasa. Pero esta era muy mejorable: demasiada acción y muy poco "mundo clásico". Para mí, hubiera mejorado si en lugar de describir el tiempo que pasaban subiendo y bajando a la cabina (era esa época) hubiera incluido largas conversaciones entre los estudiantes y algún profesor sobre literatura y filosofía de Grecia y Roma.
Las obsesiones propias
Entonces surgió la idea: yo en una novela de otros querría leer sobre el mundo clásico, pero si yo pusiera a hablar a personajes míos, de qué temas hablarían? Dicen que todos llevamos al menos una novela /nivola dentro, y la mía tendríá personajes que hablan de la mente y del comportamiento, de literatura, de qué es naturaleza y qué es adquirido, de la experiencia de salir de tu casa a un país extranjero, del género humano, de qué significa la maldad, de cómo hemos de abrirnos paso las mujeres. Mis temas.
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Sus temas |
El lugar: Banderley, otro personaje
Luego, dónde estarían mis personajes? En un sitio que me gustase, donde quisiera yo pasar muchas horas. Ese lugar podría ser Yorkshire, en concreto un edificio victoriano fantasmagórico al que podría llamar Banderley (homenaje espero obvio a Manderley), que sería un personaje más de la nivola. Había vuelto al principio: iba a ser una novela de campus -en la que el campus era un hospital enmedio de la nada.
Escritura de mapa o de brújula?
Así que con esas mimbres, me lancé. Sin saber nada de lo que iba a ocurrir ni siquiera en el siguiente capítulo, sin conocer a la prota -ni saber al principio su nombre- ni que iba a evolucionar como lo hizo. O sea, hice una "escritura de brújula", partiendo solo de las ideas de arriba, sin conocer la historia.
Me encanta escribir el blog pero esto era aún mejor - aunque más duro. Al no haber escrito nunca ficción de cierta extensión, lo que no sabía es lo que me iba a divertir no saber cómo iba a terminar el capítulo (en este caso, la entrada). Que me sentaba al teclado sin saber qué, y partía de una imagen, o una canción, o una idea, y de repente, me salía todo de corrido. Por ejemplo, a veces estaba leyendo un ensayo o un artículo y aprendía cosas, y en lugar de hacer una entrada fría de blog, lo digería y convertía en una conversación entre dos personajes.
¿Ha funcionado eso? No lo sé: para mí sí, porque he leído el ensayo y me apasiona el tema, pero no sé cómo funciona con los potenciales lectores para los que los neurotransmisores no sea su interés especial. También he tenido que cuidar con las dis-cronías, porque hay cosas que se saben hoy que a finales de los 90, no.
De todas formas, tal vez no sea objetiva, pero lo que firmemente creo es que no hay otra disciplina más apasionante que el intentar entendernos y entender al otro, luego mientras escribía, tenía claro que a mucha gente eso le iba a interesar. No sé si lo he transmitido bien, pero espero que se haya sentido con la vehemencia que creo esto. Siempre he pensado que, en las manos de un@ gran escritor@, el potencial de Serial hubiera sido enorme.
El gran tema: la voz
No le di vueltas a encontrar una voz, eso sí que sabía que iba a ser la mía, la del blog, tal vez un poco más cuidada. A ratos con humor, a ratos intensa, a ratos didáctica. Iba a ser en primera persona porque me resultaba más fácil, aunque sabía que corría el riego de que se me identificara con la protagonista. Si Madame Bovary c'est moi, que decía aquel, era yo Mariona Calleja? Evidentemente, todo lo que le pasa a ella no me ha pasado a mí, pero su voz, sí, c'est moi.
Cómo manejar el río de montaña loco que son mis ideas
Mi técnica para escribir es diferente de esos escritores que dicen que "no ponen la palabra adecuada hasta que la encuentran". Yo escribo la entrada super rápidamente, de corrido, sin tener en cuenta el estilo. Las ideas me vienen todas de repente, y las tengo que atrapar, que no se me escapen. Después de esa versión, la empiezo a trabajar, una y otra vez. Es terrible pero la versión final siempre tiene más palabras, porque se han extendido ideas como con tentáculos. Soy así, una rollera.
Habrá que ir terminando, que esta gente se querrá ir
Mientas escribía, iba pegando las entradas en un docu de word. Cuando llegué a las 80.000 palabras pensé que tal vez debería pensar en ir terminando (se aconseja que una primera novela debe tener entre 80 y 120 mil palabras). Entonces no estaba ni de lejos cerca del final porque, no olvidemos, tenía que "resolver un misterio", que había dejado sugerido por ahí y que ni yo misma sabía exactamente cual iba a ser.
Entiendo ahora a los escritores que hacen trilogías o sagas, o cuyos personajes salen en varias de sus novelas porque yo podría haber seguido escribiendo sobre la vida en Banderley indefinidamente: simplemente integraba en la vida de ese grupo de personas -a los que cada vez iba conociendo más yo misma- cosas que me interesaban a mí, lo que yo escuchaba, leía o veía.
A partir de ese momento, perdí la libertad del principio, en el que me ponía a escribir y a ver qué salía. Sé que es lo que dicen todos pero (atención, esto tiene un tortazo, pero es que fue así), entonces las historias se empezaron a cerrar casi ellas solas.
También sentí cierta preocupación sobre la sensación de vacío que iba a tener al terminar: ya no iba a pasar más tiempo con esos personajes y en Banderley (esto me ha pasado alguna vez con libros leídos).
La poda: ese dolorosísimo proceso Serial tiene 129,000 palabras. Según
Stephen King en "On writing", hay que quitarle 12.900 (10%). Ese es mi trabajo ahora, y me va a costar un dolor. No sé bien para qué. Y aquí enlazo con el futuro de Serial, que tampoco sé cual es. De momento, que lo tengo que leer del tirón, a ver si se sostiene. En esa lectura, tendré que "podar" y encarar algunos temas como los tiempos verbales que desde hace mucho sé he cambiado (de escribir en al pasado pasé sin darme cuenta al presente, y me gusta más). Dejar pasar un tiempo y luego... no sé.
"Voluntarios"
Aparte del par de divagantes que han ido leyendo (os quiero), tengo a algunos amigos que "se ofrecieron". Dos de ellos no me han dicho nada. Otro es psicólogo y está leyendo una traducción informática al inglés (pobre): la parte "ensayo" de Serial es su profesión, luego no es un buen termómetro sobre si esa parte es aburrida para lector de fuera del ramo. Hace poco empezó un amigo del Peda que tiene tres novelas publicadas y cuando llegan sus emails los abro con la emoción de una niña a la que le dan las notas.
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Serial: solo para iniciados? |
Y al final... donde empieza todo
La sensación de vacío no llegó tal vez porque desde que le di a "publicar" al Serial 50, he tenido un largo verano de por medio con mucho que escribir. Pero antes de irme comencé esta entrada, para aclararme yo misma sobre qué era eso que me había ocupado tanto tiempo físico y mental. Hoy la termino, más de dos meses después sin haber llegado yo a una respuesta racional clara -como me gustan a mí las cosas.
La respuesta -nada racional, pero muy clara- me encontró a mí una noche de agosto. Por la huelga de trenes tuvimos que coger un autobus desde el aeropuerto. Cuando llegamos a Londres me di cuenta de que el bus paraba allí, en Victoria Coach Station, el lugar donde llega Mariona Calleja al comienzo de Serial. Esta estación es también a la que llegué yo hace 25 años, y he pasado muchas veces sin ni siquiera considerarlo. Esa noche al ver el rótulo y salir por el pasillo hacia la calle descubrí que la idea de mí misma allí, recién llegada, nunca me causó -ni ahora tampoco, claro- ni una fracción de la emoción que me estaba provocando pensar en Mariona con sus maletas en Victoria Coach Station donde, como siempre, llovía.