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09 enero 2022

Vuelta a Londinium, vuelta a mi bici. Y, aunque no lo sepas, todos esos corazones.

 Tras el accidentado fin y comienzo de año que me disteis en la península, logré escapar como una Indiana Jones moderna que salta cuando se va a cerrar la última puerta levadiza.  El día anterior al vuelo (el 4 de enero, volamos el 5) aún estaba dando positivo, y ya habiendo tirado la toalla, el bicho tuvo a bien, la misma mañana del vuelo -afortunadamente vespertino- dejar este pobre cuerpo ajado. Cuerpo que, eso sí, como dice Cesita, "ha demostrado gran incompetencia como transmisor" (eso, o tengo a mi alrededor a esos seres que ahora busca la ciencia, los no-contagiables o "terminator" del virus). El exorcismo por fin funcionó y, aún en el estado de la "jove decadent" del otro día (pero sin joven) llegué a la isla desde donde me he arrastrado los últimos días. 

Lo que sigue no lo he contado en el divlog y ahora me pregunto por qué. Podríá fácilmente haberle hasta dedicado una etiqueta y haberos frito con el tema pero, por lo que sea, no lo hice. Hasta hoy. Sí que he hablado de las cosas que me han salvado de esta pandemiajaputa que tal vez son más importances y merecedoras, pero no de una cosita pequeña que ha contribuído a muchos momentos de felicidad: mi bici. 

Cuando llegué a Londinium, conocí la ciudad en metro. Un día, descubrí los autobuses y de repente, las piezas del puzzle empezaron a encajar: esto es lo que hay por encima de esta parada y aquella? Esto y esto está mucho más cerca de lo que pensaba! Me encontré con otra ciudad y recomiendo esto a cualquiera que venga por aquí.  No están las cosas tan lejos, ni en este monstruo, y lo que hay por arriba es un festival. Pero con la pandemia, he descubrierto Londinium en bici.

En el pasado fui en bici pero no como ahora: pedaleaba al trabajo -nunca demasiado lejos de casa, siempre sur del río- cuando el trayecto era "amable", pero cuando cambié a otra zona, y un día me vi encajonada entre buses de dos pisos y camiones, lo dejé. En aquella época, la ciudad no estaba preparada para el pedaleo. Siempre me ha gustado ir en bici -decir "es uno de mis deportes favoritos" sería una chorrada, porque todos los deportes me aburren inmensamente, pero este -y nadar- me encanta. La bici es un objeto que asocio a la libertad (esos veranos de la infancia con los que he dado la turra bastante) y además, en Londinium, es una fiesta: con ella llego en quince minutos a sitios donde aún, tras más de veinte años, me pellizco para creerme que semejante maravilla, esté justo aquí.

Tengo muchísimas fotos que he ido tomando durante mis paseos, que en verano fueron diarios y ahora, como anochece pronto, se limitan al finde. Podría haber colgado algunas y haber escrito sobre mis aventuras: en bici canto (sí, no debería, escucho una lista de spotify impresionante, grandes subidones), bailo (semáforos), me cabreo con los coches (soy una de ellos, la tribu de los ciclistas dignos), nos sonreímos con otros ciclistas, me pierdo, paso miedo (palomas), me pego tortazos (uno), ligo (mucho). No he escrito ni colgado fotos,  pero hoy va a ser el día. 


Todo porque si la bici me suele poner algo hiperactiva y maníaca de normal, hoy ha sido un rato tan lleno de emociones montaña rusa, que he llegado con la necesidad de contar(me)lo. Para que se entienda, contexto:  esta ha sido la primera vez que pedaleo en un mes, tras el covid puñetero que me había dejado exhausta. Cuando me he subido al sillín, no sabía hasta dónde iba a llegar, ni siquiera si lograría acercarme al río y cumplir mi objetivo, lo de los test. Sí, simbólicamente, llevaba en mi mochila los test que has de hacerte a los dos días de aterrizar y la idea era llegar a Waterloo, donde hay unos buzones para dejarlos. 

Era un día perfecto de invierno: frío con un sol fantástico. Esto ya es para mí la vida, y entre eso, y la música, y ver que realmente llegaba al río y mucho más, me han dado un chute de adrenalina, de esos de "amo a la humanidad". Entonces, nada má dejar los test, lo he visto: el Big Ben, que llevaba años cubierto por las obras, estaba por primera vez parcialmente descubierto. En el puente de Westminster le he hecho fotos al reloj, que parecía que me saludaba desde el año nuevo. No recuerdo qué canción sonaba en ese momento: a veces me planteo si hay un algoritmo que relaciona mi lista aleatoria con mis pensamientos. No podría poner un ejemplo, pero a veces da miedo cómo puede sonar esa canción justo ahí. 

Una pareja me ha pedido que les hiciera una foto: el chico me ofrecía la cámara (una verdadera cámara, de ponértela en la cara, con las que de verdad me gusta hacer fotos) y, sin pensar, me ha salido un "lo siento, no". El pobre se ha quedado azorado, y yo me he ido sintiéndome mal. No le he dado ninguna explicación, porque no la tenía articulada en mi cabeza: no sabía si era por protegerme a mí o más bien a ellos, pero no me apetecía hacerla. 

En lugar de subirme a la bici y tirar hacia el oeste del río por la calle paralela, me la he colgado del hombro y he bajado las escaleras que conducen a un paseo peatonal que tiene a la izquierda una pared detrás de la cual está el hospital de St. Thomas y a la derecha, el Támesis, con las Casas del Parlamento al otro lado. Esa imagen que estáis cansados de ver en cada reportaje o noticia de Londinium. Este trocito lo he hecho andando, venía mucha gente. Y entonces ha pasado. 


El hospital de St. Thomas tiene gran carga emocional para mí: aquí nació Mini. Cualquiera que haya leído o visto "Atonement" ("Expiación", de Ian McEwan) lo tendrá también grabado a fuego. Era un maravilloso hospital victoriano, que fue bombardeado durante el Blitz, pero aún queda parte antigua, por detrás, para soñar y robar ideas y pasillos largos para Banderleys de uso propio. Pero divago: yo estaba caminando tranquilamente, aún pensando en los turistas a los que he dejado con la cámara en la mano y la palabra en la boca cuando, de repente, me he encontrado con el muro. Lleno de corazones. Corazones con nombres y fechas dentro. Marzo 2020, Abril 2020, Enero 2021, papá, mamá, abuela, abuelo, John, Tracy. Cientos. 

"The National Covid Memorial Wall". Nunca te olvidaremos, te quiero, eres la mejor madre, estás conmigo cada día, y fechas, y nombres y corazones y más corazones que no terminaban nunca. Mi aleatorio musical no ha ayudado: probablemente la canción más triste que tengo, y de las más bonitas, ha saltado: "Aunque tú no lo sepas", y me he puesto a llorar sin consuelo posible. Me han caído estos casi dos años, las ausencias, el miedo, el cansancio, y las últimas horribles semanas encima, pero sobre todo me han caído todas esas historias metidas ahí en corazones, toda esa gente que, aunque yo no lo sepa, están ahora sentados en su casa, mirando por la ventana, con el corazón roto. 

Aunque tú no lo sepas
(...) Y al llegar la mañana
No me di ni cuenta
De que ya nunca estabas

Y como esto es una ventana abierta donde cualquiera, también los que sufren por un corazón con nombre y fecha dentro, puede tropezar, si así fuera... solo decir que, aunque no haya consuelo posible, y aunque yo no lo sepa, lo siento. 

Hacia el otro lado me saludaba otra vez, soleado, sonriente, el Big Ben. He seguido caminando mucho rato, sin separame del río. En un punto, me he subido a la bici y ha saltado una canción alegre. Y he girado a la izquierda, al sur, y he vuelto a casa. 

https://chng.it/dpFkr5r9Fj


31 diciembre 2021

"La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose": Va por 2022

"Jove decadent", de Ramón Casas i Carbó, 1899

Nos gusta esta paradoja imagen - título, pero es que así me tenéis, decadente, aunque sin el glamour: no hay resumen más acertado de estos días de omicron y rosas.  Pero no os preocupéis, como dijo aquel, "hemos pasado resacas peores que el covid".

Incluso desde mi diván-del-dolor me debo a los divagantes y hoy, lo que quiero es desearos lo mejor para 2022 con un trocito de Rayuela que me ha encontrado en mi deambular por subrayados de libros viejos. Va sobre la esperanza (esa cosa con alas, digo con plumas - gracias, Emily Dickinson):  tod@s necesitamos esperanza desesperadamente.

Esperanza de abrazar a los nuevos encuentros, firmes como rocas, y a los de antes, que no hemos abrazado suficiente. Esperanza de ser mejor, de escribir mejor, de que sigáis leyendo. 

Un beso,

Di

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Bueno -dijo Etienne con voz soñolienta-, no es que haya que intentar vivir, puesto que la vida nos es fatalmente dada. Hace rato que mucha gente sospecha que la vida y los seres vivientes son dos cosas aparte. La vida se vive a sí misma, nos guste o no. Guy ha tratado hoy de dar un mentís a esta teoría, pero estadísticamente hablando es incontrovertible. Que lo digan los campos de concentración y las torturas. Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose. Etcétera. Y con esto yo me iría a dormir, porque los líos de Guy me han hecho polvo. Ronald, tenés que venir al taller mañana por la mañana, acabé una naturaleza muerta que te va a dejar como loco.
~~~~~~

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28 diciembre 2021

Día de los Inocentes y dos rayas: O embarazo de la tercera edad u ómicron psicosomática.

 Día de los Inocentes, 2021*.  Abro un ojo: son las 10 de la maniana. Qué manera de dormir, yo que en la uka pongo las calles. El Peda ya vuelve de correr. Y yo ya voy tarde. Pero soleado en Vetusta, qué bien. 

Me duele un poco la garganta, menos que ayer. Estoy un poco cansada, menos que ayer. Lo de ayer, muy fuerte: tuve que chequear quién era y dónde estaba, y si la noche anterior había sido un combo de mojitos en la Terraza Libertad y vodka+naranja en el Vivalavida hasta las 5 am con el Naufrago Ro, los Jekes y los sospechosos habituales. Ah no, que no están ninguno en Vetusta, que hay pandemia, y a saber si existe siquiera el Vivalavida (aka El Prior, noches épicas en el Pleistoceno). Este cansancio será la contractura de espalda que empezó hace un par de días, porque 22 kms en bici va a ser que no (está pinchada). Hoy tengo lo que parece un leve catarro. 

Se confirma: la parejita
Como por la tarde nos vamos a la vestusta-del-norte, la ciudadana ejemplar se hace un antígenos. Os preguntaréis, de dónde lo he sacado, con qué oscuras mafias tengo contactos, hasta dónde llega mi poder. Esto daría para otro divague, pero por no alargar: logré escapar de la isla justo antes del lío de la ómicron, armada de cajas de test que allí eran distribuídas a tutiplén (por lo menos entonces, ahora creo que también escasean). Te las mandaban por correo, o se las metían a Mini en la mochila en el cole, o te las daban en las farmacias cuando pasabas por allí ("otro éxito de la administración Boris", que diría la inefable Fashion).

Pero divago: me hago el test (que en mi caso supone un estornudar continuo y severo, a alguien más le pasa?), lo dejo ahí medio olvidado, pero al ratito: espera, esto son DOS líneas? Flashbacks de otras épocas: estoy embarazada? es un pájaro? es un avión? Es un fukin POSITIVO!


Tras el azoro inicial, y un segundo test (son gemelos), pasamos a los convivientes: como Mini y el Peda son vascos, los dos están negativos. Mis padres (yo convencida que de ellos venía El Mal), también. Esto solo confirma que soy una florecilla delicada y que me tenéis que cuidar. 

Querido Santa: Define "buena"
Luego, eso tan edificante de buscar culpables: muy complicado porque, con gran dolor de mi corazón, no he visto a ninguno de mis amigos estos días. Sin embargo, tengo serias sospechas -que voy a confirmar en un próximo estudio- que la transmisibilidad del virus pasa por vía telefónica, o incluso whastapp. Hoy mismo, muy verídico: un amigo y una amiga con los que hablé por teléfono largo y tendido antesdeayer han dado positivos (y nos lo decimos por whatsapp, aumentando el riesgo). Luego extenderé el estudio a email e incluso a tarjeta postal (que también envié un xmas a una amiga tradicional que vive en Bahía de Pasaia -emboscada criminal-. Nota: pareado random, sin planear). También incluiré canales seguros de no- transmisión: ni por comer, ni por dormir, ni abrazos, ni besos, ni por compartir helado.  Esto podéis seguir haciéndolo. 

La poesía: un virus de juventut?

El problema ahora son las logísticas. Esto ya lo llevamos viviendo desde que aterrizamos: tuvimos que irnos con cajas destempladas de Barcelona cuando Tom, un compa del Peda dio positivo (asegura que no compartió con él helado -besos no he querido saber-, pero sí le hizo un appraisal en la misma mesa y sin mascarilla - para mi estudio: ahora se ha demostrado tampoco es práctica de riesgo). Al llegar a Vetusta estuvimos confinados por este Tom (eso sí, con diarios antígenos negativos) en lo que yo llamé con cierta nostalgia "el maquis": nos dejaban la comida en una bandeja y básicamente me dedicaba a leer, escribir (cómo olvidar los sucintos divagues de la época) y a contribuir a la propagación del virus vía telefónica. Salíamos a tirarnos por la tirolina del parque, que siempre está desierta, y más esos días con niebla. Ahora: qui lo sá? De nuevo he de confinarme, no veré a mis suegros (ni croquetas ni brownies) ni a los iratis (ni arroz brillante) ni a tiovin (ni su legendario árbol de navidad, que presiento es otro fómite).  Y largo plazo, cuándo podré volver a la isla? Suspiro: habrá que cambiar el vuelo. 

Pero, dejemos los temas luctuosos, miremos el presente: como por lo visto he sido muy buena, Santa me trajo unas cuantas novelas (en imagen), con las que os freiré en breve. Además, en Vetusta tengo todos mis libros "de juventuz" (divino tesoro, he encontrado poesía que ni recordaba, que me quiero llevar de vuelta a la isla), e incluso muchos no leídos de otra gente (e.g. la Biblioteca Clásica Gredos al completo de Fashion, que alguien tendrá algún día que leer). 

La Gredos de Fashion me espera

Así que ya sabéis, me tenéis aquí para lo que queráis: leer, escribir y hacer mi estudio. Que me acabo de dar cuenta puede tener otro brazo: comprobar si el virus también se transmite por esto del divagar. Me vais contando. :)

Love

di

(*)No, este divague no es una inocentada. 

28 julio 2021

Viajando vía librerías: Mercenarias, escherianas, paradisíacas.


Librero que selecciona estas dos tapas,
librero que respeto (Cálamo)
En este segundo extraño verano pandémico hay muchas cosas que no he podido hacer, pero sí un obligado de todo viaje que se precie: visitar librerías. Sin embargo, la otra mañana, en dos del centro de Vetusta me escandalicé: mesas y mesas de libros de tapas duras enormes -cuando los abres descubres que con fuente 16-, colores brillantes, plena actualidad. Una de ellas ha cambiado de local: antiguamente, era un lugar poco funcional, con pasillos enrevesados, mezzanine estrecha, libros en cada esquina y varios pisos subterráneos de difícil acceso, pero en ese laberinto, aparte de esta sección de "mesas de actualidad" también había colecciones enteras por editorial. Ahora, esto no existe: hay una sección "clásicos" donde están Homero, Calderón y "La Celestina" (me planteo si en las librerías españolas no han oído nunca hablar de una sección que en las librerías inglesas llaman "Modern Classics" donde están todos esos libros que nos encanta leer, desde "El cuento de la criada" hasta "La conjura de los necios" pasando por "Matar a un ruiseñor"). Hay la obligada sección "alfabetizada" donde no encuentro na-da. Digamos que la "s", por ejemplo (donde yo buscaba una recomendación del Náufrago Ro, Juan José Saer) se extendía en una estantería sin llegar a la largura de mi brazo. Por supuesto, no estaba Saer. En fin, que salí muy cabreada de estos dos sitios que me parecieron un templete del consumo más.

Como otra manera de viajar, empecé a recordar librerías donde fui feliz y se me ocurrió abrir un nuevo distintivo en el divlog, "bibliofilia", y seguir con esta misión mía plasta de recopilar librerías, así que he viajado por el divlog -onanismus máximum- creando el distintivo. No es nada original (lo de las librerías): todos estamos hartos de ver en diferentes webs o semanales de periódicos "las diez librerías que no te puedes perder": siempre hay una en Oporto que creo que será la razón que algún día me llevará a la ciudad que desemboca el Duero. Luego hay otras en las que he estado, pero era pre-blog, luego no tienen entrada, y hacerlas de memoria desde el 2008, por ejemplo, igual me cueste: aquí estoy pensando en una de las más monas que he estado nunca, Atlantis, en Oia en Santorini. Si no fuera por la gente, sería mi número uno, con Mini de 4 meses colgada el baby-bjork. Haciendo una búsqueda de la palabra "librería" en el blog salen muchas entradas: Dominicanen en Maastrich, Left Bank Books en Seatle, Powell's en Portland, City Lights en San Francisco, la Henry Miller Library en Big Sur, La Central en Barcelona
Cálamo, en Vetusta
, Podpisnie Izdaniya en San Petersburgo, Barter Books en Alnwick, Northumberland (donde encontraron el famoso "Keep Calm & Carry on") en la que no he estado, como tampoco en la mítica 84 Charing Cross Road que da nombre al libro, porque ya no existe. Hay muchas maravillosas en Londinium, y es imperdonable no haberles dedicado divagues a algunas de ellas como John Sandoe Books, o Word on the water, la librería en un barco de canal (la última vez que estuve fue con la divaganta Marisa), o la librería más grande de Europa, la maravillosa Waterstone's Picadilly. De la que sí he divagado es de una de mis favoritas, Waterstone's Gower Street- pese a ser una cadena, siento debilidad por Waterstone's-o la independiente Librería en Spitafields.


Pero por fin pasados unos días me reconcilié un poco con Vetusta en Cálamo, una librería llena de los libros que querría leer, en contraposición a todos esos libros de famosuelos televisivos y bestsellers escritos con la caja registradora en mente. Hubo que salir a meter la cabeza debajo de una fuente en la plaza (el único método para soportar los rigores africanos vestústicos) pero fue uno de esos ratos chulos que también la pandemia nos había quitado.

Dujiangyan Zhongshuge en Chengdu

M.C. Escher
Casi a la vez, Arturito, uno de los neoconfus, me llevó de la mano de viaje a otra librería, esta en China (nota: en el grupo "neoconfucianismo" somos todos peninsulares pero Arturo y JA hablan chino). Está en Chengdu, donde JA vivió varios años. Se llama Dujiangyan Zhongshuge y, aunque solo tiene dos pisos, parece una catedral: tiene el techo de espejo y el suelo de baldosas negras, luego los reflejos junto con que las estanterías tienen forma de "C", crea una ilusión como de un cuadro de M.C. Escher.





Librería china: Blade-runner?

Quiero ir

Me recuerda al relato de Borges "La biblioteca de Babel" que está en "Ficciones" y que yo pensaba que tenía aquí en Vetusta, junto a "El Aleph". Sin embargo, oh destino! no lo he encontrado en mi sección "alfabetizada". Sí, yo ordeno por idioma, ensayo/novela, y dentro de ello, alfabetizada (aún no tengo "modern classics", pero no soy una librería, os recuerdo). Hay otro tema, otro dolor del emigrante, que es tener tus libros desperdigados por las Vetustas y Londinium: dónde estarán mis Borges? (autor con el q no he conectado en mi juventud, ya lo he dicho, pero que le querría dar otra oportunidad ahora que voy tirando a tortuga sabia). Solo encuentro uno de poesía suya que no recuerdo haber comprado. En todo caso, incluyo la tapa de Erik Desmaziéres, solo porque me encanta:



Y para cerrar el círculo de este divague escándalo-deleite-de vuelta al horror, me encuentro con un artículo titulado "Libros para presumir que no hace falta leer"sobre un nuevo concepto llamado la "bookishness", que en su lado positivo consiste en esa bibliofilia que compartimos y en su lado cutre, en mostrar mentiras, esta vez sobre libros. 

Segundo verano pandémico: viajando con librerías y libros a modo de piedras pasalera en río de montaña que espero, finalmente, poder pisar este finde...

28 junio 2021

El UK, país de la pandereta y los estadios morales de Kohlberg.

En los años 50, el psicólogo Lawrence Kohlberg empezó a formular su teoría de los distintos estadios del desarrollo moral. Concluyó que "el juicio moral era un proceso cognitivo, construido a partir de razonamiento cada vez más complejo a medida que los niños maduraban". En este divague, voy a usar los estadios de Kohlberg para hablar de un tema de rabiosa actualidad, aunque el modelo haya tenido críticas y no sea perfecto. Como todos los modelos con estadios tiene sus problemas (hay excepciones, las transiciones no están claramente delimitadas, puede ser dependientes del contexto), Kohlberg estudió principalmete americanos, no mujeres ni otras culturas (donde se sabe que los juicios morales difieren), y su conclusión de que era un proceso enteramente cognitivo no ha sido validado, ya que bebés y otras especies demuestran un rudimentario sentido de la justicia (basado en esto los "social intuitionists" hablan de "intuición moral", que interacciona con el "razonamienzo moral" de Kohlberg). Pero aún así, esta teoría ha tenido mucha influencia y nos puede servir para ilustrar las distintas actitudes durante la pandemia-incluyendo a Ministros de Sanidad, ya ex. 

               Ejemplo 1: A un niño le han dicho que no se coma esa galleta que hay en la caja. Estadios de razonamiento en esa decisión:

Nivel 1: Razonamiento pre-convencional (hasta los 9-10 años)
Fase 1. ¿Me la como? Depende de cuán probable es que me castiguen.
Fase 2: ¿Cuán probable es que me den un premio si no me la como?

Ambas fases están orientadas hacia el yo.

Nivel 2: Razonamiento convencional (adolescentes, muchos adultos)
Fase 3: Si me la como, ¿quién se quedara sin galleta? ¿Que pensarán de mí si lo hago?

               Ejemplo 2: Heinz tiene a su mujer enferma y un farmaceútico tiene una medicación que puede salvarla, pero no le quiere bajar el precio, y Heinz no puede pagar. 

Fase 4: ¿Robo la medicación? ¿Qué dice la ley al respecto? ¿Son las leyes sacrosantas? ¿Qué pasa si todo el mundo rompe la ley?

Estas fases 3 y 4 son relacionales. Los adolescentes y muchos adultos se quedan en este nivel, no llegan nunca al Nivel 3.

Nivel 3: Razonamiento Post-convencional
Fase 5: ¿Robo la medicación? ¿Qué circunstancias me han llevado aquí? ¿Alguien se ve perjudicado porque yo lo haga?

             Ejemplo 3:  Estoy en contra de todos los ejércitos y me obligan a hacer el servicio militar. 

Fase 6. ¿Me declaro insumiso? ¿Es mi posicionamiento moral a este respecto más vital que la ley, es un posicionamiento por el que pagaría el precio más alto?

En este nivel las normas viene de uno mismo y reflejan tu conciencia. Reconoce que ser bueno y cumplir la ley no es lo mismo. Estos estadios suelen ser pasajeros y no se está siempre en ellos con todos los temas. Tus ideas políticas te llevan a desobedecer una ley, pero estás dispuesto a asumir el castigo con respecto a unos temas, pero no todos.

Hay evidencia científica de que en política, conservadores y liberales razonan a distintos niveles de Kohlberg. Pero en esto no nos vamos a meter (como dije el otro día, el blog ya no está en fase adolescente de enganchadas políticas-estamos todos ya mayores y sabemos, en nuestro fuero interno, que nunca se convence a nadie debatiendo ni razonando; ahora, qué risa son los escanners cerebrales del tema).



Ahora vamos al lío: la pandemia.  Ha quedado claro que mucha gente ha operado no ya en el nivel convencional, sino en el pre-convencional. Seguían las normas para evitar el castigo en forma de multa o sanción. Luego estaban los de la fase convencional, que estaban esperando como colegiales a que sonara el timbre y hacían cosas "cuando les dejaban". Seguían las regulaciones, pero porque eran buenos ciudadanos, cumplidores de la ley. No valoraban por sí mismos los riesgos- el hecho de que un gobierno, con presiones por todos los lados, permita hacer una cosa no quiere decir que tengas garantía completa de no contagiarte o contagiar haciendo eso. En el estadio post-convencional están aquellos que entendieron la manera de transmisión del virus, hicieron una evaluación de riesgo sopesando lo que era para ellos absolutamente necesario (y esto variaba, no todo el mundo tuvo la suerte de trabajar en casa), y actuaron segun les dictaba su conciencia, porque esto era lo que creían que había que hacer para su salud, la de los suyos y el bien común. 

En estos últimos días, en el UK, el país de la pandereta en el que vivo hemos asistido -ya sin perplejidad- a un espectáculo que supera ya los estadios estos, que al fin y al cabo son psicológicos, no psicopatológicos - nivel en el que se mueve este gobierno. Ya hice un divague al principio de la pandemia horrorizada por ser gobernados por psicópatas, y no sabía lo que quedaba por venir. 

Matt Hancock, ya ex-Ministro de Sanidad, fue grabado en su oficina en las Casas del Parlamento enrollándose con una consejera del Ministerio de Sanidad, con la que parece que estaba teniendo un affair, ambos casados y con hijos. Lo primero: quiero apartar el hecho del affair de lo que escriba hoy. Eso es su vida privada y cada uno sabrá lo que hace en su casa. Me parece terrible la prensa que hace carnaza con eso, fotografiando a las pobres parejas cuando salen con el perro. Además, si los affaires extramatrimoniales incapacitasen para un cargo público, cómo habría podido llegar a ser Primer Ministro Boris Johnson, con su historial de líos, amantes, cuernos, hijos, exes etc (en serio, qué país es este, Francia?).


Trataremos el tema como si ambos fueran solteros, porque aquí aflora lo importante: de hecho Hancock, el viernes, cuando aún no iba a dimitir se disculpó "por haber roto la distancia de seguridad". Ese era el problema, porque ha habido mucha gente que no ha podido abrazar a su familiar mientras moría, abuelos que aún no han conocido a sus nietos, y gente que no ve a su familia desde Navidades 2019. Todo por buenas razones, y con lógica científica, pero entonces el Ministro de Sanidad, el tío que sale todos los días tras un atril diciendo "manos, cara y 2 ms de distancia" no puede salir al día siguiente con este mismo discurso. Es evidente. Hay gente anónima que se lo ha saltado y que no pierden su trabajo porque no son Ministros de Sanidad que salen detrás del atril. Luego hay gente anónima de los que están en la fase pre-convencional, o incluso convencional que van a tener una rabieta de "para eso estoy sin hacer esto y aquello, ahora lo hago". A los post, se la suda, van a seguir actuando según su conciencia.  

Bien, quedamos en que Hancock tiene que irse desde el minuto uno por lo de arriba. Pero no, él dice que no (y eso que aplaudió cuando Neil Ferguson, el epidemiólogo de SAGE dimitió por ver a su novia hará un anio), y obviamente, el payaso Johnson le dice a la reina que Hancock está "full of beans" y que da el caso por "cerrado". Con qué cara lo echa, con su historial, pero sobre todo con su sistema de valores y creencias: él y sus amiguitos de Oxford son los guays que pueden hacer lo que les pase por el arco del triunfo en esta república bananera que es el UK bajo los tories.


Y aquí llegamos al problemón, por lo que Hancock debería haber dimitido ya hace tiempo (qué es este país, España?): pierdo la cuenta, que si es accionista de una empresa proveedora del NHS en Gales que dirige su hermana, que si hubo un contrato para el hermano de su amante, que si la amante era una amiga de los tiempos de Oxford, donde ambos participaban en la Radio La Granja oxoniense. Ahora están investigando cómo llegó ella a su trabajo (cuyo objetivo era monitorizar las decisiones del ministerio, imaginen, un rol que los tories han llenado desde que están de amiguetes, simpatizantes y donantes). 

Johnson, Hancock y todos los demás en este putrefacto gobierno se creen que siguen en Eton y en Oxbridge, donde el "old boys" club sigue vigente y pueden hacer lo que les dé la gana. Son gente mala y tonta, que siguen parados en la fase pre-convencional de los niños de 7 años: si nadie mira, van a coger la galleta. Y si les pillan, echarán la culpa a su hermano o  mejor, al hijo de la limpiadora emigrante que pasaba por allí. 

24 marzo 2021

El último año: The director's cut

Ayer fue el aniversario del confinamiento británico, día en el que yo aún fui a trabajar, y hoy hace un año nos mandaron
 a (trabajar desde) casa.  Y aquí sigo. 

A veces, vivir en el extranjero te da la oportunidad de vivir el mismo acontecimiento -que luego igual será histórico- desde las dos perspectivas, y acabas siendo un poco la reportera del lado de allá para los del lado de acá (gracias, Julio) y viceversa. Ejemplo 1, el 11M: cuando en España todavía se estaba insistiendo que todo el que dijera que el atentado no era obra de ETA eran unos "miserables", aquí la prensa ya era un clamor en otra dirección. Ejemplo que nos ocupa, la pandemia: al principio en Reino Unido íbamos con "dos semanas de retraso" en todo, familia y amigos ya estaban trabajando en casa, pero a pesar de la evidencia de que nos iba a caer la misma plaga de langostas (si no mayor: isla superpoblada), al igual que en el resto del mundo, no se hacía nada. Hasta salió el inefable Johnson a hablar de "inmunidad de rebaño" unos días antes-luego tuvo que envainársela y dar marcha atrás. 

Esas semanas en las que fuimos desacompasados, yo seguía yendo al trabajo, en realidad a escribir informes, porque nadie quería ya venir. El último día me encontré en el pasillo con una de esas gerentes que me preguntó "si estaba bien", tal era mi palidez. Solté mi arenga, independientemente de la cual al día siguiente ya no volvimos. 

Creo que la primavera pasada escribí en el blog abiertamente sobre lo mal que lo pasé al principio: el maldito concepto de "medicina de guerra" hasta en sueños. Dos conversaciones  me serán dificiles de olvidar: la primera, aquel último día de trabajo presencial, conversación con un colega griego que me presentó su versión del armageddon: nos iban a llamar para ir a las plantas. Pero qué dices, eso no es posible: si yo solo he usado un laringoscopio en dummies, cómo voy yo a intubar a nadie. En dos días aprendes, "medicina de guerra". La segunda, casi peor, con otro colega jubilado que me llamó para escribir nosequé de ayuda del gremio en una web. Para tranquilizarme sobre el concepto "Di-cogió-su-fusil-digo-laringoscopio"  dijo: "no te preocupes; si lo pienso, en mi primer año de House Officer-mírese el divague de "La casa de Dios", maté a varias personas". Y no contento con eso: "Pero además, no creo que te llamen para eso, más bien para comités de bioética: decidir quién vive o quién muere. Es medicina de guerra".

En serio: estas conversaciones y las reuniones diarias los primeros meses no ayudaron. Por lo que sea.  La sensación de no tener las habilidades necesarias para un trabajo es siempre horrorosa (la vivo ocasionalmente en la cocina), pero cuando tienes vidas en tus manos, eso es otro nivel. Afortunadamente, para alivio de los británicos, nada de esto pasó  y pude seguir trabajando desde casa, desarrollando de hecho métodos remotos que han funcionado muy bien y que yo querría por supuesto extender a una isla griega. Pero qué frivolidad pensar esto cuando "medicina.de.guerra". Teniendo salud se hacía imposible quejarse de nada y además, el sol brilló espectacularmente sobre Londinium durante todos esos meses. Pasé horas y horas leyendo en mi balconete de un metro cuadrado,  acabando más morena que algunos veranos (siempre factor 50, nos quemamos mucho en casa). 

En aquella época, yo aún pensaba en el futuro: mi foco estaba en el verano:  ¿Qué íbamos a hacer? Cada nuevo día existía la posibilidad de que cambiasen las cosas. Pero de repente, en un punto ya se vio claro que, aunque algun@s fueran a seguir sus planes como si nada, algo estaba pasando. No planeé nada y la semana que al final pasamos en Yorkshire fue reservada dos noches antes de salir. La siguiente meta era el half-term de Octubre, y con esta simpática sinestesia mía con la que me represento el tiempo visualmente, ahí al fondo estaba Diciembre, con sus luces de Navidad,  como la siguiente esperanza. Pero nada.


Cuando por fin se constató esa "nada",  noté que algo profundo le había pasado a mi cerebro en estos meses:  dejé de pensar en el futuro. Esto es algo inaudito, nuevo, extrañísimo en mí.  Empecé a ver una nebulosa blanquecina, una niebla que está ahí físicamente en mi mapa mental del tiempo, y se ha quedado. Ya no me atrevo a pensar en con quién estaremos en los cumples o lo que haremos en el verano-aunque según las noticias de ayer, estamos atrapados en la isla: no se puede salir, de momento.  Gracias a las vacunas, me he empezado a atrever a considerar que tal vez, quién sabe, si todo el mundo está vacunado, podamos ir a casa por Navidad. Pero tampoco me sorprendería un giro de guión, que es a lo que me he acostrumbrado. A no tener el control - cosa que los control-freaks no llevamos bien.   "Take back control" es el maldito lema con el que ganaron el Brexit. "Give up control" es lo que nos hemos visto obligados a hacer, y me he sorprendido a mí misma en esta especie de "dejar que fluya". ¿Qué será lo siguiente, el budismo?
Atrapados en la isla-Mini está nadando

Cosas que no pensaba que echaría tanto en falta: 1. Cortarme el pelo. Desde Navidades del 2019 ("the end of the world as we know it") solo he estado en la pelu un día de agosto.  Pocahontas, nivel leyenda- y que yo lo diga os debería preocupar. 2. Salir de fiesta. El viernes un amigo que ya no vive en Londinium escribía en insta: "¿quién se anima a una noche de karaoke de David Bowie?". Buf, yo, dónde hay que apuntarse (potenciales víctimas que me leen desde lejos, manisfestaos). Dance the night away.

Y por fin, tres cosas que me han salvado este año, las tres primeras son las de todo el mundo, lugares comunes: familia, amig@s, libros. Aunque solo he podido abrazar a una (Mini) y medio (el Peda de tanto correr está desapareciendo), el resto por teléfono, por email, por whatsapp, por videollamada, por señales de humo, por palomas mensajeras (gracias a tod@s). Y algo que tal vez sea menos común: a mí me ha salvado este blog. Escribir ha sido como siempre ser feliz, y leeros y contestaros, aún más.

 Jeffrey Eugenides dijo que "la vida real no puede competir con escribir sobre ella" (real life doesn't live up to writing about it) y yo matizo, "si no puedes escribir sobre ella, la vida es sin duda peor". Sigo viendo una nebulosa en el futuro (y más desde que estamos oficialmente atrapados en la isla), pero lo que hago es no mirar mucho y centrame en el aquí ahora. Y entonces me veo escribiendo y solo algún rato soñando con ese divague que terminaré con  la mayor resaca de la historia, con una melena presentable, y frente a una cala cualquiera del Mediterráneo . Un día. 


15 febrero 2021

Soy una nerd: bienvenid@s a mi podcast!

Se inicia una nueva semana de esta nueva variedad (iba a escribir cepa) de vacaciones: unos días libres, en medio de dos olas -una de frío polar y otra de pandemia- y siendo madre de Mini. Esto último no es baladí -de hecho, se podría definir como otra ola, esta personal, que ya lleva aquí 12 años-, porque si yo me tuviera que coger una semana de vacaciones en estas circunstancias sola, sería fácil. No saldría de mi sofá (o  cama),  7 días con sus 7 noches leyendo, escribiendo, viendo pelis y hablando por teléfono, sustentada solo por un bucle de té, muesli con fresas y bombones Lindt que nos regalaron los vecinos. 

Mini, de día

Pero no es posible: tengo al gremlin. Que no es una palabra de esas cariñosas con las que llamamos a los hijos "el moztruo", "la enana", vacías de contenido. No, yo tengo un gremlin,  inverso: en lugar de disfrutar de un ser amoroso durante el día y un macarra  de noche, está programado al revés. Cuando llega la hora de dormir, la de leer la historia (que ahora se ha tornado en cuéntame una historia), entonces quiere todos los mimos y besos y abrazos del mundo, de los que pasa ampliamente durante el día. Por la mañana,  es ese delincuente que no se apunta a nada de lo que nosotros sugerimos. 

Escena de "Clueless"
Estoy leyendo una novela (descrita como el "Holden Caufield de los 90") en la que la protagonista, de 17,  describe a otra chica de su clase con todos los atributos de perfección que quieren las universidades, los chicos, los padres:
"una "motivada", que participa en todo, editora del periódico escolar, representante del libro del año, papel principal en todas las obras teatrales, voluntaria en el reparto de sopa en beneficio de los pobres, que toca la guitarra, es guapa y encima, no es arrogante". Al terminar el párrafo, una sola palabra: "odiosa". Y automáticamente: entonces, ¿por qué como la oreja a Mini para que sea más así? 

Porque en la lectura de "The falconer" (divague en breve), con quien te identificas es con la protagonista, una chica algo chicazo que no encaja demasiado y que está algo perdida. Pero así somos las madres y los padres, todo este angst nos mola en la literatura, en incluso en nosotros mismos, mirando atrás, pero no queremos que los nuestros lo sufran. Nos damos cuenta de que si fuera la cheerleader motivada, la vida le iba a ir mejor. O no, quién sabe: igual ya no se está en el mismo terreno de juego que antes. 

Toda esta introducción es un ponerme la tirita antes de la herida, porque preveo una semana de broncas continuas para cualquier tarea, por ínfima que sea: intentar salir en bici, ir al parque aquel... y ya: no hay nada más que hacer ahí afuera . Dentro, la batalla será a matar, con las pantallas.   

¿Qué hace Mini con las pantallas? Remontémonos a hace un tiempo, cuando Mini aún no tenía teléfono, y el Peda le introdujo una app llamada "musical-ly". Estaba divertido, porque  hacías vídeos en playback de un par de segundos sobre canciones o la voz de un señor. Esto se transformó en una app llamada TikTok, que si no conoces, divagante, me quito el sombrero. Se trata de adolescentes haciendo bailes de unos pocos segundos: el mayor aburrimiento del mundo. Mini abrió una cuenta para sus amigas y, bueno, no hay que dramatizar: por lo menos baila, imagina (sus montajes están muy bien), y en definitiva, es otra manera de ser creativa.

Lo extraño vino cuando, hará un mes, inició una cuenta abierta (en la que nunca sale ella, claro, escribe con un fondo musical) en la que "da consejo". Atención: una niña de 12 años da consejos al mundo. A mí me entra la risa solo de pensarlo, y cuando leo sus "consejos" (que claramente ha sacado de internet) me doy cuenta de que ya soy demasiado vieja para este mundo. El caso es que esta cuenta tiene 15,400 seguidores y su post más visto ha tenido 700,000 visitas. Siguen conversaciones incómodas:

-"Mummy, cuánta gente dices que comenta en tu blog?"  

No queda ahí: un día fue "live" y otros críos "le preguntaban cosas" (estuve allí, no hubiera tío con bigote pero no,  todo bobadas). 

-"Mummy, puedes hacer explotar ("blow") tu blog?" 

-"A qué te refieres?"

-"Bueno, pues como yo, cuando explotó mi TikTok con todos esos seguidores". 

-"No, Mini, claramente, no puedo hacer explotar mi blog".  

-"Mummy, eres una nerd" 

Intento clarificar la diferencia entre nerd, geek, dork... todas esas palabras que describen a alguien con gafas de pasta obsesionado con algo. Y me encuentro hasta diagramas de Venn:




Dos nerds de las que divagamos aquí
Parece ser que un geek (traductor a español dice "friki") es un obsesionado con un área, generalmente raruna. Un dork (traductor dice "idiota"), según diagrama, un idiota con una obsesión. Un dweeb (traducir dice "cerebrito" o "petardo"). Y por fin un nerd (traductor dice "empollón, ratón de biblioteca"), es alguien obsesionado con aprender, leer, academia y cierto grado de ineptitud social.

-"Sí, mummy, una nerd con amigos: no lo entiendo". 

Parece ser que entre el "capital social" de los 12 años no se encuentra valorado el nerdismo. Me gustaría que entendiera que esto se arregla, o que tal vez de adultos nos rodeamos de otros nerdos y así somos felices. 


Pero en fin, todo esto no soluciona el tema vacaciones: encontrar esa intersección feliz en un hipotético diagrama de Venn Mini-Di en el que podamos convivir (queda claro que lo que está fuera de la intersección ofende a la otra). Pero hace un par de días, entra el Peda con lo siguiente:

-"Oye, estaba escuchando un podcast sobre podcasts y me pregunto, por qué no te abres un podcast?" 

-"¿Yo? Ya tengo el blog"

-"Ya, pero ahora lo más son los podcast"

-"Y?" 

Empiezo a pensar en alto... ¿Cómo se prepara una un podcast? ¿Escribes una entrada de blog y la lees? Y le cuento que, en mis tiempos en Radio La Granja, había una chica que se preparaba unos textos muy trabajados y los leía salpicados por jazz. Entonces, una luz se hace en mi cabeza: esto ya está hecho, Mini puede leer los episodios de "Serial!! Y será nuestro proyecto de semana vacacional! Mini pasa por allí, desprevenida y acepta. No le cuento mi agenda, que todo son ventajas: la alejaré de sus pantallas un rato, leerá en alto en castellano y, a falta de ser la madre que hornea magdalenas con sus hijas, puedo ser la madre que hacer podcasts con su hija. Voilá.

Madre mía,  ya sueno como la alumna aquella motivada a la que odié. 

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Y, si quieres escuchar la primera entrega de nuestro podcast, click aquí: "Retorno a Banderley"

Y aquí ya la entrega dos! Aquí! Sí, sí, aquí!


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Nota: Días después, le enseño a Mini los diagramas de Venn del nerdismo-frikismo etc y dice: "Mummy, no te das cuenta que ese diagrama en sí mismo es algo típicamente nerd?  Touché.

04 febrero 2021

La interpretación de los sueños (Dream Analysis)

 Pasa tan poco que generar "contenido", incluso para mantener el interés de nuestras relaciones diarias, empieza a ser un reto. Y de ahí al "dream analysis" solo hay un paso desesperado. 

Pongamos las conversaciones diarias con las "troncales". Inciso: qué son las "troncales" (*), otro concepto de Fashion. 

* En algunos estudios universitarios parece ser que existía el concepto "asignaturas de libre elección", aparte de las obligatorias o "troncales". En medicina no, tal vez consideraban que era importante que todos hubiéramos examinado de ojos (puag, cómo odié ese atlas), caso que se acabase de médica en Alaska y apareciese el del ojo con espuma del atlas. O de urología, y fueras testigo de una de las seis malformaciones descritas en todo el planeta. Todo olvidado, tranquis, solo los detalles traumáticos como lo que cuento, recuerdo. Volviendo al tema troncales, que divago: un día le cuento a  Fashion mi reciente agradable conversación con una persona con la que hablo muy poco y, aún en plena exaltación de la amistad, concluyo "igual debería llamarle más", a lo que Fashion espeta: "ni hablar, ya tienes suficientes troncales, no te vayas a coger asignaturas de libre elección". Mis troncales son mis llamadas telefónicas diarias que comenzaron con la pandemia e incluyen mis padres, mi amiga M, mi suegra (que ya se está descolgando y solo pide whastapp) y ella, que habla por los codos, y da igual que nada pase (ya se hizo un divague de los múltiples temas comunes, ayer por ejemplo entró uno nuevo, "El gancho"- una zona nocturna de Vetusta solo para los muy cafeteros, a partir de las 4 am, pero no puedo engancharme-ji-en esto). 

Así que las conversaciones diarias con las troncales empiezan a ser un reto: mi madre ya hasta me dice los minutos de bici estática que ha hecho (quién puede culparla: a mí esta semana me han dado juego las terribles agujetas tras hacer un "entrenamiento de remo" con Mini via zoom; ha sido horroroso, la puta ranita),  mi suegra (que se ha bajado en marcha) y con M hemos tocado fondo: estamos ya compartiendo recetas veganas (sus hamburguesas de garbanzo, a mí que no me gustan los garbanzos, pero con bien de comino, un éxito-afortunadamente Mini no me lee) o del anciano aquel que caminó nosecuánto para la Seguridad Social al que hemos cogido manía por sus galones militares y porque se lo apropiaron los brexiteros, fallecido ayer; como dijo otro amigo "nos ha dejado huérfanos, lo era todo". Ahora están pidiendo funeral de estado... señor cuando muera la reina, lo que nos tendremos que ver. Perdón, si muere la reina. Yo creo que esa nos entierra a todos. 

A ver, que no pase absolutamente nada,  en situación de pandemia ("no news is good news") es un éxito, no me quejo. Si miro atrás en el blog, antes a veces escribía de exposiciones, de viajes (ah, los mejores, ya lo sé), de paseos por la ciudad (el pasear, cosa de peripatéticos, te lleva a "discurrir", a imaginar más, a pensar mejor). Ahora eso no está y lo que se me ocurre en cautividad podría, o bien llevar a los divagantes al suicidio, o a mí entre rejas. 


Tan desesperada es la cosa que con un amigo con el que nos llamamos de vez en cuando, hemos recurrido al "dream analysis". Esto no ha sido premeditado, pero empezó un día en el que me puso un mensaje que me tenía que contar un sueño. Resulta que:

-Íbamos los dos paseando por "ese sitio de la exaltación de Franco que nunca he visto, pero que lo visualizo como el obelisco de Mussolini, a la entrada del "Foro Italico"", dice

-El valle de los caídos? Yo no he estado nunca-contesto, no veo por dónde va. Su hermano hizo erasmus en Fachadolid y cree que todos somos así. Claro que Fashion llama a MIni "fachaleca británica" porque hizo un stories en Insta con el anciano fallecido, pero tomándoselo en serio. 

-Sí, eso... pero en el sueño paseábamos por ahí, e íbamos saludando a mucha gente que nos conocía... no es raro? 

Sí, muy raro: imagino a fascistas de los años 30 con botas altas asintiendo con respeto al vernos pasar. Bizarro. Otro día me cuenta que ha soñado con un colega, ya jubilado, que vuelve todo moreno y muy atractivo. No hace falta ser un lince para hacerle "interpretación" de este sueño. 

Yo le cuento mi sueño con el perro Timi: resulta que los jekes se han hecho con un perro abandonado al que llaman Timi (sí, no Timmy como el de los Cinco, yo ya lo veo impreso y es Timi, y no me gusta mucho, pero hey, es su perro y así son las reglas de los sueños). Timi tiene cuerpo delgado de perro pero un poco de lana de oveja, no mucha. Es como Norit, el corderito, pero en perro. Le explico que siempre me ha gustado cuando los perros de la familia me muerden en la mano pero no aprietan (soy muy sensorial, lo sé,  rayo el autismo). Así que en el sueño, el perro Timi me muerde en el antebrazo, dando saltos, y yo elevando el brazo así en plan cetrería. Se hace el silencio: mi amigo reflexiona. Ja, veo con ilusión que esta narrativa plantea más retos a la hora de la interpretación que el jubilado feliz y saludable. Otros sueños míos son, como siempre, fragmentados y extraños, y los recuerdo un segundo tras abrir los ojos, y luego, atados como están por hilos de noche, desaparecen. Si hago un esfuerzo, podría atraparlos, pero para qué, si como el otro día el actor principal es el limitador eléctrico. 

Hacía tiempo que no catalogaba un divague con el di-stintivo "desvaríos". Muero pensando en esa persona despistada que llega aquí tras una búsqueda para que alguien le explique su sueño y se encuentre con ojos con espuma, gusto por los mordisquitos y severa irreverencia al tío Sigmund. 

17 enero 2021

Vacunada!

 

Pasillo exposición temporal
Es exactamente lo del título: hoy me han puesto la primera dosis de la vacuna del covid-19, la de Pfizer. Como decían los primeros memes, "ya sabíamos que solo Pfizer iba a poder levantar este año" (nota: Pfizer es la farmaceútica que comercializa la Viagra). El proceso: un sistema muy organizado de una sola dirección, espera de breves minutos sobre una pegatina en aquel pasillo-galería de arte del que alguna vez he hablado (en imagen), porque es tan largo, tan blanco, con tanto eco, que parece sacado de Serial, pero no: existe. Por fin he conocido a la enfermera Tracey, simpatiquísima, que tras las preguntas de rigor me ha inoculado. Antes de salir me ha dado mi tarjeta (en imagen, yo quería una pegatina, pero me ha dado cosa pedir), un botellín de agua y un paquetito-tan inglés-de galletas. Por el pasillo, uno de los que organizaba el tráfico-o tal vez un animador sociocultural-  me ha dicho "Congratulations!", como si hubiera pasado un examen, o me hubiese tocado algo (nota: en Diciembre me tocó el premio por rellenar la anual encuesta del trabajo, los que piensan que te inyecta un microchip con la vacuna pensarán que este hombre me tenía localizada). Al final he llegado a la "sala de recuperación", donde había que esperar 15 minutos para asegurar que a nadie le salieran escamas (o para que se nos bajase la erección-sigue la broma Pzifer, vale ya lo dejo). Los efectos secundarios pueden ser como los de la vacuna de la gripe: dolor de brazo, cansancio, tal vez febrícula. Yo he sentido leves molestias de brazo y 37.2. Nada. 


A falta de pegatina, tarjeta


Al salir, he pasado por delante del hospital de King's. Es un lugar que me causaría flashbacks del trauma si no lo frecuentara a diario (en épocas normales), dadas las desventuras que sufrió allí Ju-di hace, madre mía, ya diez años. Pero eso es lo que tiene la continua exposición, y por eso cura los traumas: al final, te des-sensitizas. Sin embargo hoy, al ver a las ambulancias, gente en sillas de ruedas esperando, pósters con fotos del personal y frases dándoles las gracias, he sentido una gran emoción. ¿Es este un efecto secundario de la vacuna que no me han contado? ¿Labilidad emocional? ¿Volverme moñas? ¿O solo nos pasa a gente como yo, para los que la salud pública es una religión?  Entonces me he acordado del que me ha felicitado nada más salir, y he sentido profundad gratitud y a la vez deseo de que el fin de esta pesadilla esté cerca, para todos. Esto ha sido un regalo.

Y es que esta semana ha estado llena de regalos y en mi casa, aún ha sido Navidad. Lunes: un paquete de mis suegros, con jamón y turrón, hace por fin su aparición (y sin haberlo deseado, me ha salido un pareado). Nadie ya tenía esperanzas de que este paquete -enviado a principios de Diciembre- estuviera en otro lugar que en la despensa de un gendarme. Pero hey, no hay que desesperar, han llegado dos de tres. El tercero, no pudo ser, porque la caja de los Queridos Jekes Magos (Fashion y JAL) había quedado atrapada en la frontera, con todo ese lío de covid o brexit o fila de camiones. La compañía, ante la situación, se declaró sobrepasada y, en un ejercicio de déjenme en paz, les devolvía la caja. Fashion estuvo llorando un par de días, tras el fin de semana que pasaron "agotados de envolver" y porque todas las empresas de paquetería reputadas se llamaron andana: nadie quiso aceptar su caja perdida. 

Pero ah, los duendes. El martes por la mañana, aquí todos frente a una pantalla, cada uno a lo suyo, suena el timbre de abajo. Cuando estoy a mitad de escalera oigo que Glenn, el lovely australiano de; piso 2, está hablando con alguien, supongo el correo. [Nota: para quien se esté preguntando qué fue de Rose, la del subsuelo, decir que no la había visto desde Marzo. Hasta el otro día: aclaró que su callada por respuesta a mi mensaje sobre el intercom roto es porque las cartas o papeles los tiene en cuarentena 15 días antes de tocarlos. Aparte, no está interesada en cambiar el intercom porque ella jamás abre la puerta]. Espero en mi rellano por si hay algo para nosotros y ahí tengo a Glenn con una caja inmensa, que pienso que será para ellos, que tienen un bebé. Pero no, es nuestra, será el pedido de cardo en bote... espera: es la letra de Fashion. ES LA CAJA!!!! El ser taimado me ha estado engañando todo el tiempo! Menuda historia la de que "no habían dejado pasar la caja". Como hoy en día todo es inmediato, bombardeo de whastapp, lleno de abuso, me la metiste doblada, cabrona. La pobre no entiende nada: "Pero Di, de qué hablas? Es algo malo?". Entonces le cuento que tenemos La Caja, y dice: "no puede ser, si justo tengo un email esta maniana de la empresa diciendo que ya tienen la caja de vuelta, y que me la traen a casa mañana". Pero si está aquí!! Estás segura? Confirmaciones y todo eso y la pobre Fashion, preocupada: "qué me pensaban traer a casa mañana". 


Tarjetitas explicativas de paquetes

Personalmente, no hubiera dicho nada, por esto de lo que me gusta una historia para luego poder divagarla, a ver qué contenía la nueva caja. Pero Fashion es buena (aunque propone un cuerpo descuartizado como posibilidad en esa caja), llamó, les dió las buenas noticias, y finitto. Increíble el mundo del tracking de paquetería. Por la noche pasamos más de una hora abriendo paquetes via videollamada... cada uno tenía un pequeño poema dedicado, Fashion confirmó que "Mini no sabe leer en castellano" y contamos alrededor de 30 paquetes, casi todos para Mini, que fue la persona más feliz e histérica del momento. A mí lo que me hizo feliz fue reciclar los envoltorios posibles, porque siempre regalo con papeles usados. Y no, no es solo el scrooge que me late dentro, esto ya es cambio climático, babies. Que si no Greta llora.  


Pero no se vayan todavía, que aún hay más. Por fin, hoy, unos cuatro meses después de pedirlo, ha llegado mi nuevo móvil del trabajo! (y único, no tengo móvil personal). El anterior ni cargaba ni admitía ninguna aplicación ni casi fotos, con 8 Gb, el pobre. Tuve que ir desinstalando cosas: si alguien llora mi ausencia en Instagram )eooo hay alguien ahí?), hete ahí la razón, aunque la verdad es que empiezo a preferir un móvil que no hace "nada". He recibido abuso por parte de toda mi familia y amigos sobre mi Samsung Galaxy J3 y cuando vieron que el "cómprate un iPhone" no daba resultado (odio Apple, y su maldito Safari, y que toda mi maldita familia esté dispuesta a pagar el gusto y las ganas por ese estúpido teléfono), lo intentaron por "pide un nuevo teléfono en el trabajo". En Septiembre. Y hoy está aquí, para poner broche a la semana de las festividades del consumo. 

Y tantas cosas están aquí! Por ejemplo, Semana Santa. Dice el Peda que ya hay Huevos de Pascua de chocolate en el supermercado. Cómo es posible? Se han saltado "San Calentín"? Como dijo el otro día el Naufrago Ro citando a un compañero, de esos pobres que se están comiendo toda la mierda del covid, "ahora hay que salvar San Valentín". En fin. Es muy básico, aquí vamos para los 100,000, pero hay gente que se niega a entender nada. Eso, o son idiotas. Al final de telediario de la noche en la BBC el otro día se vieron obligados a mostrar la imagen del estadio olímpico de 2012 para ilustrar que esa es la gente que ha fallecido en esta isla. Venga majetes, venga Bunbury, vosotros podéis...





Yo había venido a escribir de mi vacuna, pero me lío. Solo constatar que si las Navidades no terminan hasta que se acaba el turrón, nos quedan aún unas horas.