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07 diciembre 2024

"Mañana y tarde" de Jon Fosse: Una voz que es llovizna, pienso, y que es luz y que es, al cabo, arco iris, pienso.

"Mañana y tarde" de Jon Fosse -Nobel 2023- es una "novella", que es como llaman en inglés a las novelas cortas, de la que es imperativo hablar sin contar un punto clave de la trama. Y no es porque hacerlo sería un "spoiler" tipo "el asesino era Jack El Forastero", no: sería mucho peor que eso. Hay algunas novelas en las que hay sorpresa más allá de la mera lectura, por ejemplo pasa con "La mancha humana" de Philip Roth o "El camino de Ida" de Ricardo Piglia. Con este párrafo lo que vengo a decir es eso tan de moda de "la experiencia": tienes que vivirla. Yo no te la voy a chafar- pero cuidado con las críticas, que en una he leído el spoiler en el titular.

Jon Fosse es noruego y me lo imagino viviendo en una cabaña como la que encontraron a Ted Kaczynski, el Unabomber [si no has visto la serie "Manhunt: Unabomber", ya tardas], ahí perdida en un bosque de abetos. O en "la casa más solitaria del mundo", esa que yo pensaba que estaba en las Islas Faroe, pero buscándola acabo de descubrir que está en una islandesa llamada Elliday. Acabo de averiguar cosas sobre ella, pero eso sería irme aún más de tema, pero tengo que poner las fotos:




Pero dice la wiki que Fosse tiene una casa en Bergen, ese no-lugar donde atracan los horribles "cruceros por los fiordos escadinavos" y donde te atracan £15 por una birra [la birra más cara ever, y hace diez años]. No sé si escribe allí, entre gaviotas y turistas españoles, pero mientras leía me imaginaba al prota de esta novela, Johannes, en este pueblo, este sí, de las Islas Faroe.


Una parte que no encajaba entre la concepción del escenario y lo que Fosse me contaba es que el protagonista y narrador es un pescador jubilado que sale de su casa, baja al muelle, un rato va en barca... y como se puede apreciar en la foto, el pueblo está rodeado de acantilados y difícil será para un anciano el bajar al agua, pero así son los mundos que nos construimos cuando leemos. Y en el resto del divague voy a incluir fotos de las Faroe, porque son maravillosas -una amiga estuvo allí hace poco, lo confirma- y porque imaginarme a los personajes en esos enclaves aún hace que la novela me guste más.


A las afueras de este pueblo vive nuestro protagonista al que, por cierto, hemos visto nacer en las primeras páginas en las que su padre, Olai, le pone el nombre de su abuelo, Johannes. Y poco más, esta parte es breve, pero habla de llegar a este mundo, de nacer: "y este probablemente sea uno de los mayores esfuerzos que tiene que hacer una persona en su vida, el de salir de su origen en el vientre de su madre y entrar en su propia vida". No recordamos nuestro parto -aunque conozco a una persona que asegura que sí- pero debe ser un proceso, si no tan duro como para la madre, también intenso para el bebé: ese navegar el canal del parto sin cuaderno de bicátora para salir al mundo frío y clínico que es el quirófano, y luego ya solo frío, que es la vida. De repente, en una ffwd bestial, nos reecontarmos con Johannes, el anciano pescador que ocupa la segunda parte de la novella. 



Antes de nada, una novedad para quien me haya leído sobre libros antes: es de los pocos en los que la traducción no me ha chirriado. Su estilo es tan especial, tan corriente de conciencia y pensamiento circular, que se asume bien desde el principio ["¿no está pinchada una de las ruedas? pues sí que lo está, piensa, mira qué mala pata, piensa"]. Hay poca frase bonita formal [e.g. "una felicidad recorre todo lo suyo y se le sale por los ojos en forma de lágrimas"], pero es más el tono, el hacerte sentir verdaderamente dentro de la cabeza de ese anciano lo que hace la magia. 

Utiliza mucho -porque supongo que es así como pensamos- la repetición de una frase a modo de letanía, que recorre toda la novela. ¿Alguien recuerda el divague del libro de consejos de escritura de Chuck Palahniuk? Palahniuk sugiere insertar un coro (griego) que repite una máxima durante el libro, acorde al personaje. En su famoso y maravilloso Fight Club la frase es “La primera regla de Fight Club es que no se habla de Fight Club”. Pues aquí hay muchas, desde referirse siempre a personajes con todos sus adjetivos: "la vieja matrona Anna", "la vieja señorita Pettersen, ya sabes, la vieja señorita Pettersen", hasta frases simples como "la hija le salió buena", o "eso no hay quien lo niegue".

Al no desvelar el tema principal, voy a escribir de otros también importantes. Uno de los que me ha tocado particularmente es envejecer ["Qué pena da envejecer, dice entonces Johannes"]. Me voy dando cuenta de que, desde hace unos pocos años, con los amigos de mi edad comenzamos a hablar de esto con cierto tono jocoso: "yo ya no aguanto una noche de fiesta como antes", "claro, con 20 hoy no tiene resaca y nosotros estamos muertos". De momento estamos aún en esa fase: solo la fiesta, ni siquiera hemos entrado a deporte, porque ciertos hitos deportivos, quien los quiere, los hace [el otro día estuve con un amigo del Peda que se hace 25 mil kms al año en bici, e hizo una carrera de montaña más de 300 kms en un día]. A veces bromeamos con la "gente joven" del equipo o nuestros hijos para que hagan algo en el ordenador porque ya saben más de tecnología, pero no nos lo tomamos demasiado en serio: no somos aún como la generación de mis padres que solo se defienden, la mayoría. Pero a veces el Náufrago Ro habla de "la primera segada" de la de la hoz, que se lleva así como quien no quiere la cosa a alguien de nuestra edad, o nos da un susto de salud. Por supuesto, y dado mi historial, no soy hipocondríaca pero el tema salud me da particular miedo: menos mal que se va a legislar aquí en UK sobre la muerte digna, yo no quiero vivir a cualquier precio [el que quiera, adelante, que se lo ofrezca a Dios Vuestro Señor, pero a mí me dejen en paz].

Siguiendo con Dios, parece que Fosse se convirtió al catolicismo en 2012 y asegura que le ayudó a combatir sus problemas de adicción al alcohol. Antes era ateo, y siempre me parece curiosísimo que alguien que un día no creyó, de repente cambie [estoy calentita, que ayer vi "Cónclave" de Berger]. Sé que esa regresión puede pasar con los ancianos, a medida que se acerca el momento, así que estad atentos a este blog a ver si me ocurre, pero ahora me parece imposible que alguien con dos dedos de frente pueda llegar ahí. Los personajes de Fosse hablan bastante del tema y piensan cosas como "en este mundo manda Satanás tanto como manda el buen Dios" pero también como "pero que Dios lo decida todo y que todo lo que ocurre tenga un sentido divino, eso no se lo traga". Me hizo gracia esto del "tragar", porque ni con los niños a veces este pensamiento mágico cuela: el Peda, poco antes de la primera comunión, cuando su madre le explicó que en la consagración, “el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Jesucristo", él hizo un corte de mangas a la vez que un "y yo que me lo creo!". Es curiosa esta "religión a-la-carta", como la de la Yaya: no entiendo por qué no se dan de baja de todo el club, aunque a nuestro protagonista le sirve, ante todo, de consuelo:
"poco a poco se fueron haciendo a la idea de que no tendrían más hijos, así es la cosa, es lo que nos ha tocado, se decían, y daban gracias a Dios nuestro Señor por haberles dado a Magda, porque sin ella la vida habría resultado algo triste allí en el Islote al que se fueron a vivir".


 Pero el pensamiento recurrente de Johannes que más me ha dado que pensar es su viudedad. Su mujer, Erna, ha muerto hace poco y por sorpresa, él siempre pensaba que le tocaría primero y ni se había planteado lo que iba a ser la vida en soledad. Todas estas partes, que están narrada con esas mismas letanías circulares son tremendamente nostálgicas. Y a la mitad del mundo que siga en pareja le va a tocar ajustarse a eso,  un día. Observo cómo reacciona alguna gente a mi alrededor, "no me acostumbro", "nunca me acostumbraré". Cuando roté seis meses de residente por psicogeriatría escuché muchas historias: un hombre may mayor, que había vivido una vida entera, viajado por el mundo y esas cosas con su mujer que había fallecido unos meses antes, que decía "no veo la razón de seguir", y cómo no entenderle. Aquí Johannes dice cosas que parten el corazón porque, lejos de ser una pareja de Disney -como todo ciclo de relaciones, ya estaban aburridos, y a veces se peleaban- cuando vuelve de su paseo piensa cosas como "si Enna viviera, sería un verdadero gusto llegar a casa". Esto es bonito y debería ser un aviso para lo que damos por hecho. 

Porque Johannes se ha de forzar a salir pues, "ay qué pena, piensa Johannes, qué lástima da quedarse solo, es una verdadera lástima, piensa Johannes, será mejor que vuelva a salir enseguida, piensa, en casa ya no hay quien pare, piensa Johannes".

"solo que ahora ella se ha ido
para siempre
Así es la cosa, dice Johannes"
La sensación de vacío, que no se llena con todos los kilowatios del mundo-pongamos que tengas suerte y no estés en pobreza energética, como muchas familias y ancianos hoy en día:
"pero por mucho que calentara la casa nunca llegaba a calentarse del todo, y por muchas luces que encendiera tampoco llegaba a iluminarse del todo, de modo que si por eso fuera, podía quedarse en la cama holgazaneando tanto como aguantara, solo que tampoco podía darse por vencido (...) En fin, dice. Así es la cosa, dice. Tengo que ponerme en marcha, dice".
Y ver su fantasma.
"Y Johannes piensa en lo bien que estuvieron los últimos años que vivió Erna, sin apuros de dinero, sin trajines ni fatigas de ningún tipo, vivieron en paz y tranquilidad, pero de pronto un día Erna amaneció muerta en su cama ahí arriba en la guardilla, piensa Johannes, y mira hacia la ventana de la cocina donde solía apostarse Erna y ahí no hay Erna ninguna, no hay más que suelo vacío, piensa Johannes" .


Y la de "de he hacer algo", "he salir de esta cama aunque no quiera". Porque lo que de verdad quiere es morirse. Porque total, ya nadie le necesita
"pero será lo que tenga que ser, tampoco tiene mayor importancia, ahora que Erna está muerta y los chicos ya hace tiempo son mayores, no sería un drama que acabara alimentando a los cangrejos, piensa Johannes"
Esto es tristísimo y he estado en conversaciones en las que las personas mayores dicen algo de este estilo, "ya no sirvo para nada". Y qué? Las personas no estamos para servir para nada. La muerte digna nada tiene que ver con "no ser productivo", "no ser un estorbo", a la que se referían en el debate del parlamento los oponentes a la ley. No han entendido nada. 

A veces pienso en las cosas que nos sobrevivirán, en los objetos. Tengo a ratos problemas para deshacerme de ciertas cosas -no me gusta comprar y este es un factor contributivo- que considero con "valor sentimental". Esto me está llevando a acumular algunos trastos en el desván y a menudo, cuando subo, me pregunto, "quién tirará todo esto, a qué contenedor irá". Fosse también lo toca:
"basta con pensar en todas las veces que Erna usó esos barreños, cuántas coladas no haría en esos barreños antes de tener su lavadora, pues unas cuantas, y ahora Erna ya no está, mientras que los barreños siguen aquí, así es la cosa, las personas desaparecen mientras que las cosas permanecen" 

Supongo que ese pensamiento de dónde irán mis cosas es también envejecer, aunque me haga 30 kms en bici y el cuerpo más o menos aguante. Pero no hace falta tener cierta edad para leer esta novela, aunque leerla con 20, cuando se es inmortal, no debe ser lo mismo. Aún así lo recomiendo porque aunque llueva, a ratitos sale el sol: solo hay que saber encontrar el arco iris...






31 diciembre 2021

"La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose": Va por 2022

"Jove decadent", de Ramón Casas i Carbó, 1899

Nos gusta esta paradoja imagen - título, pero es que así me tenéis, decadente, aunque sin el glamour: no hay resumen más acertado de estos días de omicron y rosas.  Pero no os preocupéis, como dijo aquel, "hemos pasado resacas peores que el covid".

Incluso desde mi diván-del-dolor me debo a los divagantes y hoy, lo que quiero es desearos lo mejor para 2022 con un trocito de Rayuela que me ha encontrado en mi deambular por subrayados de libros viejos. Va sobre la esperanza (esa cosa con alas, digo con plumas - gracias, Emily Dickinson):  tod@s necesitamos esperanza desesperadamente.

Esperanza de abrazar a los nuevos encuentros, firmes como rocas, y a los de antes, que no hemos abrazado suficiente. Esperanza de ser mejor, de escribir mejor, de que sigáis leyendo. 

Un beso,

Di

~~~~~~
Bueno -dijo Etienne con voz soñolienta-, no es que haya que intentar vivir, puesto que la vida nos es fatalmente dada. Hace rato que mucha gente sospecha que la vida y los seres vivientes son dos cosas aparte. La vida se vive a sí misma, nos guste o no. Guy ha tratado hoy de dar un mentís a esta teoría, pero estadísticamente hablando es incontrovertible. Que lo digan los campos de concentración y las torturas. Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose. Etcétera. Y con esto yo me iría a dormir, porque los líos de Guy me han hecho polvo. Ronald, tenés que venir al taller mañana por la mañana, acabé una naturaleza muerta que te va a dejar como loco.
~~~~~~

.

04 marzo 2021

How I Wish You Were Here

Para ti, tú ya sabes. How I wish you were here...

 


So, so you think you can tell
Heaven from hell?
Blue skies from pain?
Can you tell a green field
From a cold steel rail?
A smile from a veil?
Do you think you can tell?
Did they get you to trade
Your heroes for ghosts?
Hot ashes for trees?
Hot air for a cool breeze?
Cold comfort for change?
Did you exchange
A walk-on part in the war
For a leading role in a cage?
How I wish, how I wish you were here
We're just two lost souls
Swimming in a fish bowl
Year after year
Running over the same old ground
What have we found?
The same old fears
Wish you were here

04 junio 2020

Misterio, conflictos, fotos quemadas


Puede parecer el comienzo de un relato, el que te llegue un libro de repente, abandonado en el felpudo de la puerta; así son las entregas hoy en día. Uno de esos paquetes de cartón que nos hemos cansado de ver sobre todo en el confinamiento (los vecinos de una amiga, tres entregas al día). Cuando lo abres descubres que no está aquel papel pegatina del pedido, con tu nombre, dirección: no hay nada. Solo  un libro, desde su contratapa me mira una autora de la que no he oído en la vida. En casa, nadie sabe nada. Les da igual. Un par de amigos: lo mismo. Lo aparco en la columna que estoy creando en una estantería provisional. Allí está la ficción en inglés, y los "por leer". No es su lugar definitivo, están allí de tránsito, porque pensábamos hacer más estanterías en otro rincón pero el covid. 

Lo olvido y la vida sigue remota, remotamente, con sus conflictos de temporada, que a veces parecen reproducirse y te preguntas si el problema serás tú. No han escapado a esta época: ni un respiro, qué va. La semana pasada volvió un malentendido soporífero de hace semanas, renovadas disculpas, disculpas no aceptadas. Reproches en "postmodernista", un lenguaje lleno de pompa y auto-referencia, él es el mensaje. Solo amplía la crevasse, el crack del glaciar. Nombrar el problema no ayuda porque cierta oscuridad da alas a la retórica vacía. Hay que dejarlo, retomar, si eso, cuando la vida resuma. Enorme pereza. 

Buscar una nueva casa. Nuevos planteamientos, ahora que teletrabajo etc. Vivir en las afueras? La gente me cuenta esas dudas: yo solo pienso en mi chamizo griego, nunca irme a brexit-land. Vivir en el centro vibrante de Barcelona o en una montaña hacia el norte, con vistas al mar? Resulta que es la casa de un antiguo mago de éxito, con zona para los conejos de la chistera, y chisteras. De nuevo no estamos en el relato del principio: como en este divague, la realidad supera la ficción.

Ya llevo casi cien páginas del libro anónimo. Durante semanas lo había logrado olvidar, pero ahora, cada vez que lo tengo entre mis manos: quién lo mandaría. Es una novela que me lleva a un viaje que querría hacer, algún día. No hoy, desde luego, con América ardiendo, no tuviera la tentación de unirme a ellos y ponerme a quemar cajeros. Ojalá algún día, porque la frontera de los EE.UU y México siempre me parece un sitio de una película: sus moteles de carretera, sus calles desoladas, sus camareras rellenando tu taza de café, "cielo". Qué me ha querido decir quién me lo manda. Una novela que rompe el corazón. Querrá esa persona que escriba un divague. Imagina: le digo al Peda, hay alguien ahí que quiso que yo escribiera sobre este libro.  Probablemente no. Hay unas polaroid de la autora al final, son tan chulas, todas desenfocadas y quemadas y llenas de fealdad. Un poco sobreesfuerzo de lo cool. 

Demasiado trabajado: justo lo opuesto de mí, hoy. Una trenza a medias, sin fuerza de ser terminada. Poner los shorts a lavar, hoy toca pantalones largos.  El color de Noviembre. Tal vez una Polaroid quemada pudiera solucionarlo. Quién, por qué, mandó ese libro. 

18 noviembre 2019

El camino del exceso conduce a la sabiduría

"El camino del exceso conduce a la sabiduría": esta frase fue mi primer contacto con William Blake en aquella película de béisbol ochentera, "Los búfalos de Durham" (Ron Shelton, 1988). Se la dice el personaje de Susan Sarandon, una profe de literatura que chorrea citas célebres a Kevin Costner, "El Perdedor" sabio y también leído. 

"The road of excess leads to the palace of wisdom...
You never know what is enough 
until you know what is more than enough." 
(Proverbs of Hell)

Decir que esta frase fue mi primer contacto es un poco pretencioso, porque desde entonces no es que haya leído nada de Blake (aunque aseguro haber sacado la frase de mi chistera varias veces-si las recordara, seguro que haría un divague más interesante que este). Más bien me he limitado a admirarme de alguna de sus otras citas y poco más. 

"He who desires, but acts not, breeds pestilence".

Ghost of a Flea
Sin embargo, ayer me adentré a la exposición que sobre él ha montado la Tate Britain, ya que además de poeta, Blake era pintor e impresor. En todos los panfletos, guías, revistas describen a Blake como "visionario", y como no tengo educación artística no conozco exactamente de qué manera lo ha sido. Lo que sí queda claro es que Blake sufría de algún tipo de trastorno mental, manifestado por síntomas como alucinaciones, que él llamaba visiones: empezó a ver algún fantasma en su casa de Hercules Road, en Lambeth, y este en concreto ("The Ghost of a Flea") da muchísimo miedo.

Art can never exist without naked beauty displayed.


La exposición está llena de alegorías y temática religiosa perturbadora; mucha serpiente rodeando a Eva, tentando, arrastrándose. Una no puede dejar de pensar en cómo el status quo imperante afecta a la enfermedad mental, y en épocas de profunda religiosidad era el tema pecado, culpa, infierno, paraíso, lo imperante en las ideas delirantes y alucinaciones, o en épocas de guerra fría lo eran los espías y los microfilms, y ahora lo serán los algoritmos, los microchips insertados para robar ideas del cerebro.

Without Contraries is no progression. Attraction and Repulsion,
Reason and Energy, Love and Hate are necessary to Human existence. 
From these contraries spring what the religious call Good & Evil.
Good is the passive that obeys Reason. Evil is the active springing
from Energy. Good is Heaven. Evil is Hell.

Hay muchísima gente en las salas: para algunos cuadros hay que hacer casi fila. Me pregunto lo que estarán pensando los asistentes. Salgo con la sensación de que tengo que leer más sobre Blake, de su contexto (la Revolución Francesa iba a pasar durante su vida), de su relación con Catherine, su mujer (al final de la guía hablan de su "extraordinaria colaboración", que "ella le terminaba algunos cuadros", y me planteo si será otro de esos casos de los que ya estamos aburridos en el arte, la literatura y todos los ámbitos, en los que ellas ocupan un segundo plano, inmerecido), de su irreverencia ("La pregunta en Inglaterra no es is hombre tiene talento y genio-sino si es pasivo y amable y un asno virtuoso") y de las hipótesis sobre su enfermedad mental (esquizofrenia? depresión?).

 Newton: Personification of Man Limited by Reason (1975)

Al salir, camino por la orilla norte del río hasta el puente de Lambeth, que termina a la izquierda en el Palacio del mismo nombre, y a la izquierda aquel edificio donde vivían los protas de "Mach point", la peli de Woody Allen. Ese edificio siempre me pone los pelos de punta porque en él hace anios un pobre hombre que sufrió un episodio psicótico mató sin ser él: nada más leerlo en la prensa supe que ese hombre estaba enfermo. Tal vez como Blake. Paso por los "Old Paradise Gardens" (Jardines del Viejo Paraíso) que están detrás, y me parece que la temática blakeiana me persigue. Este espacio de césped y algún árbol fue donados por el arzobispo del Palacio de Lambeth, como cementerio para la Iglesia de St Mary, que está al lado. Todavía están las lápidas en hilera alrededor. Va a anochecer pronto, y como soy una drama queen, -y voy un poco pronto para recoger a Mini-, me siento en una de piedras con nombres irreconocibles, que hoy parece un banco. Está húmeda, y todo el parque es musgo, silencio y soledad. Solo falta un cuervo que se pose en alguna de las tumbas.

Al llamar a la casa de la amiga de Mini, me abre su abuela, Judy, una seniora encantadora que, cuando le digo que vengo de la exposición de Blake, me pregunta si soy artista. Ella me cuenta su vida en diez minutos: creció de Uganda porque su padre era cirujano, ha vivido ya casada en Nairobi, trabajó como maestra. Y cuando vienen las ninias, les recita de memoria un poema de Blake, que inmediatamente les pasa a explicar: "significa que, en la vida...". Yo no puedo parar de sonreír y cuando termina le pido a su nieta que me lo escriba más tarde y se lo mande a Mini. Mientras nos ponemos los abrigos, Judy se ha ido al salón y ha estado escribiendo algo. Cuando nos despide, me da la poesía (Eternity, se titula) escrita de su punio y letra, preciosa por cierto. Gracias, Judy. Por las pequenias cosas de la vida.

 



Eternidad
Quien se encadena a una alegría
malogrará la vida elevada
Pero quien besa la alegría en su efímero aleteo
vive en el alba de la eternidad.



30 octubre 2019

Para siempre recordar

Era Agosto del 98 cuando aterrizamos en nuestro segundo asalto a la Inglaterra Profunda, Derby, tras aquel puerto pesquero decadente en el que habíamos pasado un año. Como en todos los peores lugares, el trabajo ofrecía alojamiento barato y nos puso en la planta baja de una casa de dos plantas; tú vivías en la de arriba, desde hacía un tiempo. La colina del molino de viento. Cuando te conocimos, tuviste que enseñarnos el pasaporte para que creyésemos tu edad. 38 años? Eso era toda una persona mayor para nosotros, que estábamos en la mitad de los 20 y éramos unos indocumentados. Tú, con casi 40 no eras el senior de bigote de mi imaginario-cuarentón, sino "uno de nosotros" ("he's one of us, he's one of us"). Un Dorian Gray de esos con los que todos nos hemos cruzado alguna vez en la vida.

Tenías que pasar por nuestro recibidor para subir a tu piso, y no había ninguna puerta que independizara las dos estancias. Ello implicaba, por ejemplo, que cuando saltaba tu contestador automático, nosotros oíamos tu saludo, icónico, que jugaba con la onomatopeya de tu nombre: "auuuuuuu auuuuu. Soy el lobo. Deja tu mensaje". Y aullidos, regodeándote. También que compartíamos temperatura-ambiente, pero el termostato de la casa estaba al comienzo de la escalera, luego era mi territorio. Tú, como buen alemán, no comprendías mis temperaturas extremas, y como buen alemán, lo solucionaste enseguida. La calefacción, a partir del minuto tres,  sí fue separada. 

Los españoles (o "gente joven" como nos llamabas) supusimos aún más inconveniencias en tu  ordenada vida germánica. En la planta baja había vivido antes que nosotros un chico irlandés carne de takeaway,  nunca tocó la cocina. Cuando llegó nuestro bacon y salchichas, fue un pequeño choque cultural para ti, vegetariano de los piii. Además, el irlandés parece que solo usaba el salón, y te había dejado hacer lo que quisieras con lo que en su día debió ser el dormitorio. Resultado: un pequeño cuarto insonorizado con corcho por todas las paredes, y en el centro, tu batería. Cuando llegamos nosotros, tuviste que sacarla, pero dejamos los corchos, así que solo usábamos ese cuartucho para estrictamente dormir, en un colchón individual de aquellos de hospital recubierto de hule, en el suelo. Como sabes, allí dormimos el Peda y yo durante los seis meses que vivimos contigo en Derby. Lo que es el amor con 25, no nos importó nada apretarnos en ese zulo, ni ducharnos en el baño infame, que ante nuestras quejas por las arañas, encalaron: los ladrillos victorianos cubiertos de blanco-hospital, los grifos de Armitage Shanks, el baño con cadena.

Tú estabas en una fase de "aprendiz de brujo" más avanzada que yo. Yo me preparaba para el primer Gran Examen, y tú, durante aquellos seis meses, aprobaste el segundo Gran Examen, lo que te transformó en una semi-deidad a mis ojos. Recuerdo el día que llegó  tu nota: nos habías dejado una sartén de hierro especial que te había costado un ojo de la cara, que luego resultó que no se podía lavar.  Cuando viniste aquel día y nos habíamos cargado la sartén -obviamente tras lavarla a fondo con fairy-, simplemente te reíste, todo daba igual, tal es siempre la alegría de los aprendices de brujo al pasar esas tontas carreras de obstáculos.

Durante esos meses, llevaste al Peda a Nottingham en coche, donde tú estabas rotando en un trabajo por el que luego pasaría yo un tiempo después, y todo el mundo te recordaría con carinio por tu sentido del humor. Recuerdo contarle a la secretaria que te habías subido al tejado y "quitado la chimenea tú mismo" y ella pensó que era típico. El Peda había empezado un trabajo cutre a ver si se ponía las pilas con el inglés. A la vuelta de Navidad te trajo vino y siempre le recordabas que era de lo mejor que habías bebido. Imagina!

En aquel Noviembre de 1998, nosotros volábamos por primera vez a Nueva York. Tú habías viajado mucho más que nosotros, tenías una vida interesante: habías sido taxista tal vez en Frankurt, tenías un doctorado en neurociencia, habías vivido en Italia (y hablabas, además de inglés y alemán, italiano) y en Nueva York. Recuerdo las pinceladas que nos diste de América, el lugar donde habías visto "cosas como en ningún otro sitio... un mendigo que va por ahí con un carrito de la compra decorado con luces navideñas". Aunque nunca vi al mítico mendigo, esa siempre será para mí una de las imágenes de Nueva York.

Pasados los seis meses, nosotros nos fuimos a Nottingham, y tú encontraste trabajo, de Ultima-fase-de-Aprendiz-de-Brujo en Londinium. Cuántas veces nos decías que teníamos que venir, porque era "maravilloso, cines, teatros,  restaurantes de todo tipo".  El mito de Londinium.  Al final te hicimos caso, y fue verdad, y el primer recuerdo que tengo de mi barrio es desde tu coche: gente corriendo en el parque enfrente del que hoy vivo. 

Cuando en 2004 nosotros terminábamos nuestro viaje a Latinoamérica, tú lo empezaste. En Buenos Aires coincidimos tres semanas, también con el Naufrago Ro. Tú aprendías español en clases particulares, y luego lo refinaste durante el siguiente año, haciendo nuestro mismo viaje, pero en dirección opuesta. A la vuelta, nos trajiste la camiseta de Inca Cola de Perú,  aún la tengo por ahí, y en Panamá te cogiste el dengue, según tú en el hotelucho que te recomendamos.  Pero la última noche nuestra en el viaje aquel iniciático, la pasamos contigo sin dormir en bares extraños bonaerenses. Nos fuimos, qué brutos, al aeropuerto a las 4 am, a emprender un vuelo a Madrid que pasaba antes por Santiago de Chile y Bogotá. 

Ya no volvimos a vivir en la misma ciudad, porque a la vuelta de las Américas tú dejaste Londinium, y tiraste hacia el norte. Pasaron los años, y siempre querías hablar con nosotros en castellano, con aquel acento argentino-alemán tan maravilloso ("má o meno"). Tenías varios amigos españoles, no sé si ellos te regalaron las figuritas del penitente y del guardil que tenías en tu piso en Derby, o bien las habías comprado tú en tu perplejidad cartesiana por nuestro extranio país. Aún así, no podías entender qué hacíamos en el Reino Unido, un lugar que acabaste odiando-te he acabado dando un poco la razón, tras el Brexit. Cuando te volviste al continente, en busca de montañas y pistas de esquí,  me quedé con tu coche, que hoy es mi mini, y sigue siendo un poco tuyo. 

 Tus emails siempre eran un regalo: nos reíamos tanto con tus ocurrencias. A veces se los mandaba al Naufrago Ro o a mi hermana, y todos los adoraban. "Qué país mas paupérrimo, qué lugar más escuálido!", escribiste para describir esta maldita isla. Te dimos el título de Naufrago de Honor. Todo esto te lo conté por teléfono, cuánto nos hacías reír, y que te queríamos. 

Aunque nunca olvidaste el castellano, sé que no leerás esto. Pero eso no me preocupa;  lo que temo es olvidarme yo de estos recuerdos que hoy están tan vivos en mí. Auuuuuuu. Por eso los he escrito, por lo de siempre: un plantarle cara al olvido y a los años y a la costumbre. Para siempre recordarte, aquí dentro, en mi corazón. 

27 julio 2019

Viviendo la vida "Friends"

Finales de Julio. Mis padres, que vinieron a principios, se han ido (dejando algo de comida en tapers), y llevándose con ellos a Mini, que ahora pasará una quincena con sus aitonas en Donosti haciendo "multisurf". 

Desde el miércoles, El Peda y yo hemos quedado solos. 

Recuerdo vagamente que hubo una ola de calor en Londinium (siempre breve, ya se ha ido). El jueves fue el día que mayor calor he pasado nunca en este país, y en la vida: culpo a la humedad y a la falta de preparación. Este país colapsa ante el frío y el calor, pero ni siquiera extremos: no es ni Córdoba ni Moscú esto, pero igualmente no lo pueden sobrellevar. En la Seguridad Social solo tenemos ventiladores. Fue horroroso. Acabé usando mi método de emergencia veranos estudiantes en Vetustas: meter la cabeza bajo la ducha fría, todo el pelo mojado, monio. Uno en el pasillo debió pensar que estaba sudada, o bien se ofuscó porque llevaba un top blanco. Fiesta de camisetas mojadas en el NHS. En serio: era la guerra. 

Tras las comidas perfectamente regimentadas de los días con mis padres, nos hemos tirado en brazos de la apatía (piensen "Body Heat", pero sin el hielo). Dirán que exagero, que 37 o 39 grados. Igual, pero no sola yo: hubo grescas en los lidos (piscinas públicas). En el del parque de Brockwell, 500 acalorados pedían paso. Tuvieron que llamar a la policía. Era "The Road". Mi gran idea fue ir a Hampstead Heath, a los lagos. Tres horas de fila, leí: operación abortada. Odio esta ciudad: no se han ido todos de vacaciones? Vetusta era de verdad una ciudad de Rodriguez en Agosto... pero esto? Filas?

Pero divago, hablaba de la apatía del comer, pero es que el taper es de lentejas. Mi madre nos odia: está claro. Perpetramos a duras penas una media ensalada. A los 10 minutos tenemos hambre. El Peda ha comprado cacahuetes rodeados de picante pakistaní, que tal vez me ayude con mis senos frontales bloqueados. Ah, no he comentado que con este calor tengo catarro. Hace una semana perdí la voz, pensé que Freud tendría mucho que decir (afonía histérica), pero ha evolucionado a un catarro con tos seca nocturna que está haciendo mis delicias y las del Peda. Catarro psicosomático. O algo. 

Y no termina todo ahí: el Peda me informa que las dos tabletas de chocolate que ha comprado están en el frigo, que si no se derriten. Madre mía, esto es jauja. Mis padres han dejado polos. Hace anios que no me como un polo, y no es un Colajet, mis favoritos de los ochenta, pero hey, me como un polo. Hay que refrescarse, quitarse esa tontuna catarral estufa. El Peda se va (de nuevo) a Tesco con alguna excusa (probablemente leche para su hongo, para su kefir fantasma, pero yo creo es para pasar un rato en la sección congeladores) y vuelve con medio litro de helado de caramelo salado. Venga, sea.  Mientras vemos una peli de Linklater-no hace falta decir que aderezada de algún snack insaludable- que "decrece en mí". Pero al ir a la cama nos sentimos fenomenal porque "hemos cenado una ensalada pequenia".

Ha habido un problema con la cerradura de la puerta comunal, y Rose, la anciana del piso de abajo, azoradísima. La idea de ser robados es ya ansiogénica en sí misma pero, sin quererlo, introduzco un nuevo fantasma, tras mi llamada al cerrajero: la nueva cerradura tiene que ser probada anti-incendios (no olvidemos que se quemó la ciudad en 1666). Rose se viene abajo con los conceptos "fuego" y "cerradura" en la misma frase y está subiendo cada 3-4 horas -excluyendo las noches, God Bless Her, porque seguro que las pasa en vela- para hablar del tema. Intentando extinguir el comportamiento, hemos optado por salir en bragas a la puerta (que es por otra parte nuestro atuendo, he dicho algo de la ola de calor?). Empezó el jueves el Peda, saliendo en calzones. Rose hizo un ruidito y afirmó que subiría cuando yo llegase (el pii del Peda es el polimalo). Al rato, sí, salí en bragas y tirantes, aclaré su duda, se fue, pero ha seguido subiendo. Qué será lo siguiente? Salir en bolas con una máscara africana?

Hoy hay que hacer la compra, es sábado. El Peda: vamos a comprar algo en serio o pasamos estas dos semanas como adolescentes? Mi Kuniado el JAL cuando se queda solo vive de "navajuelas chilenas". Cuando se mudaron aquí y estuvieron unos días solos con el Peda (ni idea de dónde estábamos Mini y yo, probablemente haciendo algo respetable), tuvieron lo que ha pasado a ser conocido como "los días de "Friends", como en la serie, no que fueran amigos. O sea, esa vida que todos soniamos, jóvenes guapos e ingeniosos en Nueva York. Y eso que no he visto la serie, pero sí el capítulo en el que camea Brad Pitt, y yo también quiero ser de Friends. 

Así que el Peda y yo estamos siendo una versión fea de Friends, comiendo insano, viendo pelis con snacks criminales y sopesando si ir a pegarnos con chusma a la puerta de un lido local. Y así dos semanas. Justo ahora llama una amiga con la que me había enfadado para pedirme que si iré en estas dos semanas a alimentar a sus (putos) peces. Aún me queda el enfado, pero cómo negarme. Los peces no tienen la culpa de que su duenia sea una hiena. Pero he sopesado envenenarlos, es fácil, solo ponerles mucha comida de esa pestilente. 

Estos son mis planes para estas dos semanas. Y escribir Serial, en el que, dado mi talante, aparecerá un Serial Killer. Como yo: estoy killer. Pero no importa, porque nadie lee. Si no, para días me delato con lo de los peces. 

Como en los viejos tiempos, le pondré banda sonora a este divague tan cuerdo que me ha salido. Una vez -maremía hace  9 anios-ya divagué sobre el verano en la ciudad, con el obvio Joe Cocker, y un divague mucho más centrado y amable. No sé, esa era yo? Nueve anios después estoy comiendo tiramisú viendo "Agonía y éxtasis" de Almodóvar, y con esta canción tan macarra como yo pegada toda la tarde, "Cum on feel the noize", la versión de Quiet Riot de la original de Slade. El video parece hecho para nosotros estos días: We get wild wild wild... 

So come on, feel the noise
Girls, grab your boys

We get wild, wild, wild
We get wild, wild, wild


13 febrero 2019

Sabático

Viernes 9:00 am. Cada tres meses me reuno con tres o cuatro colegas para CPD,  "Continuos Professional Development" (pretender que se está al día en nuestros negociados). Además de hablar de eso, lloramos en los hombros de los demás. La moral está tan baja, que no sabría explicar los themes:  el estado del Servicio Nacional de Salud, en el que todos creemos con más o menos fervor; el de los equipos que lideramos (liderar quiere decir que de cualquier riesgo/ marrón, seremos los responsables); el Brexit, o a qué acantilado se despeña esta país; la madre de una, siciliana, que se ha roto la pierna, y está cada vez más frágil, y tan lejos; el hijo de otra, autista, por si la vida no fuera lo suficientemente complicada con hijos neurotípicos. La charla deriva poco a poco de lo macro a lo micro, a nuestras vidas, asuntos personales, desazones varias. 

Entonces una dice, "lo que de verdad recomendaría a todo el mundo es un sabático". Esta compa, de segunda generación (padres jamaicanos), se fue un año de "sabático" a Nueva Zelanda. En realidad, seguía trabajando pero la vida es mucho más lenta allá. "Trabajan para vivir, no viven para trabajar, como aquí", donde la sensación de aceleración da vértigo. Yo digo que mi sabático sería para viajar, la italiana me dice que me calle, que yo ya hice un sabático en Latinoamérica (por cierto, una de las mejores decisiones de mi vida). La que tiene el hijo autista piensa en alto: "si necesito dos semanas para decirle a mi hijo que nos vamos de fin de semana al campo...".
Estoy leyendo un par de libros a la vez, y en los dos hay académicos que están de sabático. En uno de ellos, el pobre ha de volver y se plantea que le esperan "otros siete años de cursos completos antes de otro sabático". Así ve la vida, de siete en siete. Me parece entender su angustia: cuando tuvimos que volver de Latinoamérica no me hizo ninguna gracia. Ya estaba con el chip viajero y hubiera hecho otros seis meses, sin ningún problema. Pero pensar la vida así.... yo que veo solo una línea inmensa, una especie de carretera que termina en una niebla espesa, la jubilación. 

Mento la imagen de arriba. No es normal en los 40 y pico estar pensando en la jubilación, fantaseando con ella. Mis compas ponen mirada soñadora: todas pensamos en qué maravilla sería poder cerrar la puerta de nuestra oficina y que les den. Y eso que tenemos "la profesión más bonita del mundo", que suele ser (por lo menos al principio) vocacional. La palabra "burntout" viene a mi mente. Tengo un amigo en Vetusta que investiga este tema. Creo que debe partir de su propia experiencia, porque siempre que le veo, me parece que sufre su objeto de estudio. La semana que viene, que voy a Vetusta, le veré. Y también a mi amigo JA, el neoconfuciano, que es académico en el DF y está precisamente... de sabático! 
El sábado tengo una cena con un grupo totalmente diferente: cuatro madres del cole de Mini. Una, española y amiga, es profe de mates y la podríamos invitar al grupo existencial del CPD. Otra, abogada top. La tercera, trabajaba en algo de PR, nunca me queda claro el qué, llamémoslo venta-de-humo. La última, no trabaja. Les cuento mis planes de jubilación y me miran extrañadas. El ama de casa, porque ella ya está jubilada, en el fondo. Eso sí, cuenta que está muy metida en la iglesia, haciendo por ellos trabajos de caridad, y que los domingos le encanta ir a misa porque "es el único espacio a la semana en el que tengo una hora para mí, para que me dejen todos en paz". Me planteo qué hace de 8:30 a 4 cuando los niños están en el cole, porque ese ratito las de mi grupo de CPD estamos llevando esta pequeña cosa lateral llamada "trabajo de riesgo a tiempo completo". Y esta necesita una hora el domingo para que la dejen en paz. Misa, su mini-sabático semanal.

Voy a Tesco y mientras empaco, la mirada triste de la cajera. No está mi amiga Amrita, de Mauritius, que es tan cariñosa. Amrita trabaja los findes porque se gana marginalmente un poquito más, para ahorrar para su vuelo a las islas, seguro que a la parte chunga, no donde los hoteles. Pienso que ni la cajera de hoy, ni Amrita se habrán planteado en su vida semejante problema de la clase media: un sabático. 

Ni tampoco la familia que vi el jueves pasado, para la evaluación de su hija. Tienen seis, y hay uno, aparte de la que vi, que está muy mal. Por fallo de los sistemas locales, pagan medicina privada para que le lleven la medicación por un tema, y están ahorrando poquito a poco para que le evalúen para lo mismo que la hermana pues, por cosas del destino, no quieren referirlo. El padre es celador de cocina de hospital, la madre da clases de natación. Se me rompe el corazón de que esta gente tenga que ahorrar para esto. Decido escribir al que maneja la pasta para lograr que lo refieran, bajo la seguridad social. Aún no sé la respuesta, pero ha sido el momento más alto de la semana. En el que no he querido estar de sabático, ni retirada, en el que he creído que esta es aún la profesión más bonita del mundo (entran violines).  

O por lo menos lo que tal vez me salva de tener que ir a misa a que me dejen en paz y encontrarme a mí misma los domingos.  Se lo diré en tres meses a las del CPD.

12 noviembre 2018

"Leer mejor para escribir mejor" de Elena Rius

Después del enloquecido fin de semana donde hubo todas las estaciones del año y del Via Crucis diabético, el martes tocaba disfrutar de Barcelona por sus calles y librerías. Pero además, había quedado con Elena Rius en el Ateneu! Hacía mucho tiempo que no quedaba con blogueros desconocidos en persona... la primera vez en Madrid, allá por 2011, cuando conocí a NáN y a Mo, en aquella cena de boquerones (puede ser?), luego la emboscada a Txelos organizada por No y Viveiró en Vetusta esas mismas Navidades... o sea, el Pleistoceno. 

Elena ha escrito varios libros, se lo ha leído todo y da clases de escritura creativa en el Ateneu, que tuvo la amabilidad de enseñarnos. Cuando esperábamos a la una en el hall debimos estar como un par de minutos sin identificarnos, porque ella suponía una pareja con niña [Mini, pudiéndose quedar con su tía (en casa, tocada por el virus que gentilmente me pasó para el fin de semana) y su perra, de qué va a venir con nosotros?!]. De repente, nos miramos, y estuvo claro: eres Elena? eres Di? creo que dijimos, o quizás usamos los nombres "de día"? Porque aunque resulte difícil de creer, detrás de mi yo "de noche", Di, hay una ciudadana ejemplar. Batman vs. Superman. Maléfica vs. Aurora. Gremlin punky vs. Gremlin osito. La macarra Di es una señora que nada con bolsa del super como gorro sin meter la cabeza y que ordena el contenido de su bolso como la madre de Amelie. (...) Venga, vale, ya lo dejo.

Ateneu
Elena nos enseñó el edificio: sus salas de lectura con suelo tablero de ajedrez, la cafetería, la maravillosa biblioteca en la que nos pretendimos miembros (ojalá) y por fin terminamos tomando algo en el patio encantador con palmeras, pajaritos y hasta estanque con peces de colores. La conversación, que no fue solo de literatura, fue como la que se tendría con alguien a quien se conoce de hace mucho; es curioso lo que pasa cuando, click, se conecta. 

Cuando hablamos de los cursos que da (a gente que aprende a escribir ficción), fue clara: lo primero que se necesita para escribir es estructura. Pero-intenté, así como de puntillas-no sería posible empezar así un poco a lo loco, y ver lo que pasa? (yo, que nunca he escrito en ficción nada más largo que relatos). No, me sonreía Elena, y me parecía que iba a decir, "estructura, estructura, estructura". Yo estaba, divagantes, en secreto pensando en "Serial", del que no tengo nada que se parezca una bitácora, ninguna idea de adónde va. Estructura. Con lo diver que es sentarte a escribir así como un divague, y ver qué pasa. Estructura. Y si luego quiero cambiarlo todo? No pasa nada, una estructura puede ser alterada. Y yo, que en general soy la persona más estructurada del mundo, aquí estaba revolviéndome porque quería ser anárquica. "Todos los que empiezan sin estructura se atascan a la página 40". Estructura. En fin, que igual me tengo que sentar un día con papel y boli. 

Dedicatoria
Entonces Elena me regaló su libro "El síndrome del lector", basado en su blog "Notas para lectores curiosos" que va precisamente de esa gente que no podemos concebir salir de casa sin un libro, o vivir sin paredes forradas de libros, o sin oler y tocar los libros. Y este regalo me llevó a otro suyo que encontré por la tarde en La Central de C/Mallorca (donde Nara casi nos mete en un lío por cariñosa con una Miss Trunchbull que pasaba por allí), "Leer mejor para escribir mejor".

El libro va exactamente de lo que nos cuenta el título, aunque tiene una parte inicial en la que ayuda simplemente a leer mejor, sin importar si se tiene interés de escribir ficción. A cualquier amante de la literatura, esta especie de onanismo literario (llamémoslo metaliteratura) nos apasiona. Os aseguro que he disfrutado muchísimo, primero constatando que ya había muchas cosas que hacía bien, y además aprendiendo otras. 

"Aprender a leer" (De qué hablamos cuando hablamos de leer) es la primera parte que comienza con una cita de Borges maravillosa:



"Una biblioteca es una especie de caverna mágica llena de difuntos. Y pueden ser devueltos a la vida cuando abrimos sus páginas"



Qué apropiado para estos días de muertos y cementerios, pensé el 30 de Octubre, el día que lo compré. En la misma Central me trasladé al de Vetusta-que visitaría unos días después-, donde hay algunos panteones familiares con estatuas terroríficas y maravillosas (mi favorita, una mujer con un velo que la cubre toda, cabeza mirando al cielo, viento)... solo con leer su historia, o casi solo con imaginarla, la estatua se quita el velo y camina.



Todos somos lectores, en el sentido literal de la palabra. Podemos leer un prospecto, una noticia, un periódico, una noticia. Pero la autora nos explica lo que es un buen lector: aquel que no se queda en comprender, sino que analiza, y que, importantísimo, interactúa con el texto. La manera más típica de hacerlo es leyendo con lápiz, subrayando, anotando, o con un cuaderno de notas. Supongo que habrá algunos que interactuarán solo con su cabeza-yo no puedo. Quién no se ha quedado alguna vez con el libro cerrado sobre el pecho, mirando un punto indeterminado de la pared? Pensando. Yo esto a veces me he descubierto haciéndolo mirando la foto del/@ autor@ en la contratapa. 


Yo recuerdo perfectamente el momento en el que comencé a subrayar. Fue en COU, con "El retrato de Dorian Gray". Es un libro con tantas frases épicas-ya se sabe, el ingenio de Wilde- que llegó un punto en el que había que "capturarlas" para hacer eso que a los lectores nos gusta tanto: volver al libro y mirar los subrayados. No recuerdo cuándo comencé a anotar, pero ahora es una parte indispensable de mi lectura. Tengo algunos amigos que insisten en que su libros "han de estar limpios". Yo ahora mismo estoy leyendo un libro de segunda mano anotado por un@ desconocid@ y me está encantando, así que no veo que incoveniente puede tener un libro con rayas, flechas, signos de exclamación.


La lectura no solo tiene el poder de hacernos felices, sino que ha cambiado el mundo. La ficción no solo informa, sino que transforma. Todo esto son frases de Elena, tan verdad. Porque al final lo que hace mejor un libro es que te interpele (aunque sea desde una experiencia en las antípodas a la tuya): quién no ha pensado, esto lo escribió esta persona para mí, y yo aún no había nacido? Virginia Woolf, George Elliot, Julio Cortázar... todos pensaban en mí, y seguramente en ti también-eso los hace grandes. pero al final, para qué se escribe, sino para atar al lector,que dice Vila-Matas.


Hay que hacer lectura atenta, y lectura crítica, y además, tenemos que hacernos preguntas mientras leemos, sobre distintos temas: 


    La estructura:
Por qué usa esa estructura? (estructura, estructura, estructura-volvía la intrusión de Elena en el Ateneu mientras leía esto ya en el sofá de Fashion). Por qué el autor empieza en el lugar físico que lo hace, por ejemplo en la heroica ciudad que dormía la siesta? Por qué en ese momento vital del protagonista, los 23 años de Hans Castorp (que no se me olvidan porque yo tenía esa edad al leer "La Montaña Magica") o los 27 de Ana Ozores (yo tenía 33)? O en qué momento de la historia, en un pasado remoto, en el rabioso presente como los de Jonathan Franzen o en un futuro distópico, como el de Ray Bradbury en "Farenheit 451" o Margaret Atwood en "The handmaid's tale"? Es el uso de los tiempos continuo o a saltos como el de Egan en "A visit from the goon squad"?

    El narrador:

Usa el omnisciente, tercera o primera persona o, uno de mis favoritos, el narrador no-confiable como McEwan en "Nutshell" o Coetzee en "Disgrace"? 

    El estilo: 
Qué estilo tenemos: seco, descarnado como el de Cormac McCarthy en "The Road", intimista como Joan Didion, o John Williams, periodístico, como Orwell


    Pistas y claves
Que piedrecitas nos deja el autor en el camino para que vayamos construyendo la historia? Hay palabras clave que nos pueden orientar? Aunque en mi opinión, hoy en día muchas pistas resultarán manidas (por ejemplo, Rius habla del arsénico en las botellas del farmaceútico de Madame Bovary, que todos sabemos como termina. No resultará esto un poco naive en 2018?)


    Motivos y simbología
Aquí es donde Freud ha podido aportar algo al mundo: el agua, la fertilidad y suma y sigue. Se me ocurre "2666" de Bolaño, que nunca explicó su título, pero nos mueve a todos algo, y no precisamente positivo. 


    El tema
Cuando divago sobre libros, siempre digo que no quitaré ningún interés sobre la trama porque no suelo contar argumentos, sino temas. Hay gente, como NáN, que lo primero que hace es enterarse del final para poder leer tranquilo, como buen lector atento y crítico que se fija en esas otras cosas. Lo cierto es que no hay nada como tener las dos cosas a la vez, pero que a veces la ansiedad de saber que pasa te hace leer demasiado rápido: como ejemplo de un libro muy bien escrito con el que me pasó eso tengo "Hoy, Júpiter" de Luis Landero. 


    El contexto

Si no se conoce la época, o tal vez la cultura a la que se refiere una novela, podemos perdernos parte de su contenido, aunque no es el fin del mundo. Yo a veces cuando leo a Zadie Smith, que es tan Londinium pienso... esto alguien que no viva aquí no lo puede entender igual, o alguien que no haya trabajado de cerca o tenido amigos negros podrá captar los matices que nos cuenta Chimamanda Ngozi Adichie o Paul Beatty. Haber viajado por California tambien te ayuda a entender a Didion o a Lucia Berlin, o por lo menos a situarte en ese escenario. 


Como decía, la segunda parte nos enseña a leer como un escritor, qué hace un buen principio (este tema tambien me fascina; en serio que me exalto con  mis favoritos, algunos dickensianos, pero el mejor sigue siendo... "Call me Ishmael"), un buen final, cómo crear un personaje, cómo darles voz (como Albert Cohen en "Bella del Señor"), cómo usar los diálogos, qué los hace memorable, cómo jugar con el tiempo, cómo construir un universo...

Un libro indispensable para cualquiera que ame la literatura, para aprender cosas nuevas y para encontrarte. Porque, si has llegado hasta aquí, estoy segura que eres un lector atento y, como todos los buenos libros, este te interpelará.