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Mid-century glam en Amalfi: qué puede ir mal? |
Atención, el párrafo que sigue es un
spoiler del final, pero no de la trama (no resumo novelas pero en este caso además sería particularmente aburrido por razones que se verán luego). Intento explicar mis elevadas pulsaciones: cuando leía no recordaba el final de la peli de Minghella (que es el del libro); de ella, solo recordaba a los actores, que se puso de moda aquel verano la ropa de los 1950s (como dictan las revistas de moda periódicamente cuando sale una peli - hasta de la "María Antonieta" de Coppola y todes nos compramos una peluca) y la maravillosa Costiera Amalfitana, donde fuí con Fashion dos años depués (no duden: con similar nivel de glamour, con ella ya se sabe). Sin embargo, recordaba perfectamente el final de "
A pleno sol" que vi de niña o adolescente tal vez en "Sábado Cine": aquí a Ripley le pillan. Es interpretado por el guapérrimo Alain Delon y, aunque igual que en el libro mata a su amigo rico Dickie en un barco, aquí el cuerpo se enreda con la hélice y sale al final. Sé que me impactó porque aún recuerdo la imagen, la escena, tengo el fotograma del bulto envuelto bajo el barco aún en mi cabeza. Durante mi lectura no sabía que el director francés no quiso dejar la peli con un final tan sin enseñanza como hizo Highsmith, pero sí que hay más novelas de Ripley, luego se pueden sacar conclusiones. Será por estos recuerdos o por mi ambivalencia con Ripley, el final fue para mí algo de montaña rusa.
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Psicópata y guapo= desaconsejo |
Como digo, lo que más me ha atrapado del libro no es su trama, que en muchos momentos me ha parecido
"maletines" ("
entonces Fulanito va a nosedónde y le dice algo a nosequién y el pasaporte y el salvoconducto nosequé pasa con ellos"): una serie de hechos encadenados (cine de acción) que a mí personalmente me aburren, aunque me hago cargo que son el esqueleto de la novela, la percha donde se cuelga algo más. Si ese algo más no me interesa o es inexistente, entonces la novela no es para mí. Prefiero una novela en la que no pase absolutamente nada, pero que formalmente me atrape, o bien que esos temas de fondo me toquen, antes que una que me cuente una series de hechos, una historia, sin más. El otro día leí un trozo de una carta de Evelyn Waugh a su mujer -tirando a brutal, pero qué cierta- que resume este principio:
"Darling (...), do try to write me better letters. Your last, dated 19 December received today, so eagerly expected, was a bitter disappointment. Do realise that a letter need not be a bald chronicle of events; I know you lead a dull life now, my heart bleeds for it, though I believe you could make it more interesting if you had the will. But that is no reason to make your letters as dull as your life. I simply am not interested in Bridget’s children. Do grasp that.
Pero divago. Decía que esta novela tiene algún punto "maletines", pero se ha salvado por observaciones como estas: los contrastes entre Europa y América, porque según Highsmith, en el viejo continente el que haga frío en las casas se considera chic, no nos preocupa que el tapizado del sofá esté devorado por los gatos y nadie te ayuda por la calle. La panoràmica de la vida de los expatriados allì, el evidente servilismo y deferencia para con los americanos, los ingleses qe vestìan con ropa italiana mientras que los italianos presumìan de tweed inglés (que Ripley sospecha aún fabrican en la isla solo para vender a los extranjeros). Mientras avanzo en la lectura me planteo, ¿qué debía ser no ya solo viajar, sino irte a vivir a Italia en los 50? (o aún mejor, a una isla del Dodecaneso, como el libro que estoy leyendo ahora- divague próximamente en su quiosco). Hoy está todo masificado de gente molesta, chusma en el fondo como nosotras, porque de haber nacido en los 50 no habríamos tenido dinero para viajar. Tal vez por eso, los que lo hacían exudaban glamour, eran la élite. Hoy, con todo democratizado, nada tiene interés.
(Una escena de la peli de Minghella, porque me encanta esta canción
Decía que se ha salvado por lo de arriba, por hacerme viajar a la Costiera Amalfinata de la época -que ya me pareció de las más bonitas del mundo en 2001, pero sobre todo por las descripciones de cómo opera un psicópata vintage. No he podido evitar leer la novela como si fuera una historia clínica y es en la psicología de Ripley donde mejor me lo he pasado. Tal vez esto no sea normal, pero es así: yo iba poniendo una "p" dentro de un círculo en los márgenes cada vez que me encontraba con la descripción de un rasgo o un comportamiento psicopático en Ripley. Tengo infinidad de ejemplos y es un tributo para Highsmith porque este libro se publicó en 1955, cuando vale, Hervey Cleckley ya había publicado su clásico "
La máscara de la cordura" ("
The mask of sanity: An Attempt to Clarify Some Issues About the So-Called Psychopathic Personality") en 1941, pero el conocimiento que se tiene hoy en día del comportamiento psicopático está años luz de aquella época -sobre todo si eres divagante y groupie de la sección con el distintivo
"psicopatía".
Highsmith describe muy bien la
naturaleza "errante" del psicópata en Ripley, su oportunismo (
"Mr Greenleaf was such a decent fellow himself, he took it for granted that everybody else in the world was decent, too. Tom had almost forgotten such people existed") a la vez que casi patológicamente optimista ("
algo saldrá, siempre surge algo"), su aburrimiento vital ("
todo tan simple que le aburría"), su habilidad para mentir y fabular (y se obliga a representar la mentira para que creyéndosela él mismo, se haga más verosímil), el hecho de que no puede relacionarse
profundamente con nadie, la continua búqueda de excitación (la anticipación mejor que la experiencia), su encanto superficial que usa para divertir a los demás. Hay un déficit de los psicópatas que se ve muy claro: en contraposición al resto de los mortales, no se arrepienten, no se lamentan por decisiones equivocadas. La mayoría tomamos decisiones basadas en el
"anticipated regret" (o sea, anticipamos las consecuencias emocionales a futuro de una decisión que tomamos ahora, por tanto solemos tomar las decisiones de menor riesgo). Pero los psicópatas son incapaces de simular potentiales futuros y cómo se pueden sentir en esos futuros, por eso Ripley toma esas decisiones tan locas y en apariencia "valientes". En un punto dice "
el riesgo es lo que lo hace divertido". Describe también muy bien un síntoma que los psiquiatras conocen bien, la desperzonalización (
"se vio a él mismo como si estuviera fuera de sí mismo, viendo la escena") o un principio que la neurociencia está hoy en día demostrando con sus experimentos (eso de que si sonríes te sientes mejor): "
If you wanted to be cheerful, or melancholic, or wistful , or thoughtful, or courteous, you simply had to act those things with every gesture".
Pero no es un psicópata de libro: algunas veces experimenta ansiedad (aunque, en contraste con lo que se creía, hay nuevas investigaciones que están demostrando que algunos la sufren), y otras muchas no lo describe con la grandiosidad típica de la personalidad psicopática, sino más bien como un ser acomplejado y con sentimiento de inferioridad, aunque todo el tema de la clase social a la que él intenta aspirar no es utilizado por Highsmith en ningún momento como crítica social - que nadie espere encontrar ningún comentario político en la novela. Al principio, cuando está embarcado cruzando el Atlántico hacia Italia Ripley llora, se siente culpable y con miedo. En otros puntos, Highmisth dice que "se siente inseguro, se odia a sí mismo". De hecho, cuando después de haber hecho el papel de Dickie -su amigo rico al que se ha cargado y ha suplantado- , tiene que volver a hacer de Tom Ripley, lo odia: otra vez ser ese mediocre que no anda erguido y carece la confianza de Dickie, otra vez ese patético arribista.
Todo esto me ha dado que pensar si a Highsmith, pese a haber intentado un retrato psicológico que es un cuadro al óleo, al final no le ha salido perfecto - o tal vez quería hablar de un tipo que no es psicópata pero que simplemente se quiere poco a él mismo y una cosa lleva a la otra? O un tipo que quiere la buena vida, y mata -sin acritud, no es nada personal- a quien se le pone de delante?
"He hated becoming Thomas Ripley again, hated being nobody, hated putting on his old set of habits again, and feeling that people looked down on him and were bored with him unless he put on an act for them like a clown, feeling incompetent and incapable of doing anything with himself except entertaining people for minutes at a time. He hated going back to himself as he would have hated putting on a shabby suit of clothes that had not been very good even when it was new. His tears fell..."
Esta descripción de Ripley que a ratos se cancelaba a sí misma me ha desconcertado y no solo por sus contradicciones, sino también porque Highsmith en ningún momento trata de reflexionar sobre sus motivos, la etiología de su comportamiento, sus sentimientos más profundos: ella describe lo que hace, y ya. Mientras leo, quiero sucumbir un poco en ese viejo placer culpable de pensar que la autora se ha inspirado en sí misma para escribir a Ripley. Los psicoanalistas lo llaman "sublimación".
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Ahí donde la veis, Highsmith lleva unos cuantos caracoles en el sujetador |
No he llegado a leerme el volumen de los diarios de Highsmith editado por Anna Von Planta en 2021 [se leyó más de ocho mil páginas y le ha quedado un resumen de más de mil, para que os quejéis de este blog], pero ya había oído anécdotas personales de la autora que involucraban caracoles -sus animales top de companía-, había visto "
Carol" de Todd Haynes -basada en un relato suyo autobiográfico titulado "
The price of salt". Highsmith era lesbiana, lo tuvo que publicar bajo seudónimo-, y me sonaba que era racista, antisemita, e incluso anti-feminista (que para una mujer gay no deja de ser una broma).
Von Planta se encontró los diarios y notas en un armario y en ese texto se muestra cómo "la vida se filtró en su ficción". Para muchas de nosotras, leer "cómo se filtra la vida en la ficción" de alguien que te apasiona sería un sueño. Si ya enloquecemos con tener delante -detrás de un cristal de seguridad- un manuscrito de George Elliott... (más de esto otro día). Festival del fetichismo.
Para muestra de su estado mental, en sus diarios escribe cosas como “I don’t really want perspective, except my own” o en 1954, "me estoy volviendo un poco rara, personalmente". Con esta me identifico plenamente: “One of those days when I made dinner. And I will say here and now: it’s not worth the trouble.” Durante los años tuvo hordas de amantes [hacía ránkings en una tabla: qué hubiera hecho hoy con excel] pero muchas luego se casaron y odiaba a las mujeres que buscaban marido (se ve claramente su desdén por Marge, una de las protas de esta novela). Tampoco le gustaban los tipos diletantes, hijos de papá como Dickie, pero sentía debilidad por los antihéroes, los que vivían en los márgenes de la sociedad [“People dancing around the fringes of the law, living purely by skulduggery, are my delight!”], los seres confundidos sexualmente (el mar de fondo homosexual en Ripley es un clamor), los solitarios, los outsiders: o sea, ella misma.
Muy atrapada por el tándem Highsmith-Ripley, caigo en el error que odiamos los que escribimos -que nos pregunten quién es quién-, el de pasar demasiado rato en internet mirando imàgenes de Amalfi y Positano, y el de encontrar algunas fotos de le sorelle sulle costiera de hace tannnto que podían bien ser los 50...
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Fashion et moi en Positano circa 1954 |