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04 julio 2024

Divagar sobre "Chums" ("Amigocracia") de Simon Kuper en esta jornada histórica

El autor de "Chums" (que no se traduce literalmente como "amigocracia" como lo han hecho en la edición en castellano, sino más bien como "amigotes"), Simon Kuper, estudiaba en Oxford en los 80. Un momento, espera: ¿quién estaba en Oxford en aquellos maravillosos años? Daré una pista con el resto del título: "Amigocracia: Cómo una pequeña casta de tories de Oxford se apoderó del Reino Unido". Ahá, esos que están pensando: sí, ese, y sí, ese, y aquel. Los que nos llevaron al Brexit, y a otros desastres. De esta panda de amigotes habla este libro.

Este es Kuper
El autor escribe desde la posición del que observa desde fuera: Kuper era en Oxford un "outsider", alguien que no pertenecía al ecosistema de la clase alta educada en colegios privados, era un hijo de sudafricanos de clase media de colegio público, que había nacido en Uganda y vivido en Holanda. La mirada del outsider ha dado tanto juego en literatura: prácticamente en todas las novelas de campus hay uno que nos cuenta la historia: desde las mellizas O'Sullivan en Santa Clara, pasando por el nuevo de "El club de los poetas muertos", el pobre de "The secret history" y la mítica Mariona Calleja en Banderley, hasta el más reciente, Oliver de "Saltburn" -que justamente también está ambientado en Oxford, pero esta vez en los 90.

De los 17 Primeros Ministros que ha tenido el Reino Unido desde 1940, 13 fueron a Oxford. De las excepciones, hay tres que no fueron a la universidad (Winston Churchill, James Callaghan y John Major) y Gordon Brown fue a Edimburgo. Casi todos los 13 estudiaron una carrera llamada PPE (Política, Filosofía y Económicas) - si existen carreras separadas de cada una de estas tres disciplinas, lo de esta licenciatura es patinar por la superficie-, y muchos de ellos fueron miembros de un grupo llamado la "Oxford Union", la sociedad de debate de la uni, de la que hablaremos luego. Keir Starmer, nuestro flamante primer ministro, llegó a Oxford en 1985 después de haber estudiado derecho en Leeds para hacer un curso de postgrado de Derecho Civil. Kuper lo describe como “genuinamente clase trabajadora, guapo, carismático y bastante de izquierdas”. Será el cuarto que no hizo su grado en Oxford.

No deja de ser curioso que vaya a publicar este divague de libro justo hoy, el día histórico en el que les vamos a dar la patada a esa casta de tories en las Elecciones Generales. No ha sido planeado, empecé el libro antes de que se anunciaran. Mi plan inicial no era celebrar, sino resumir el análisis del autor sobre la clase dominante de este país, y para ello habrá que entender un poco de dónde venían (o sea, la historia), habrá que ver lo que era la cultura de Oxford cuando ellos se estaban formando (seguramente no lo que el divagante piensa, “una buenísima universidad”) y lo que es ahora. Si no hubiera tenido este divague de libro tan a mano, probablemente habría escrito uno mirando al futuro, no al pasado, como ha hecho la gran Zadie Smith hoy en el Guardian: “Here comes the sun”, lo ha titulado. Ojalá salga el sol metafórico, aunque sea, en esta isla; llevamos demasiados años bajo las nubes. Ahí vamos.

~~UN POCO DE HISTORIA~~

A las grandes guerras del Siglo XX también fueron los alumnos de Oxford: en la Primera Guerra Mundial murieron siete ex-presidentes de la Oxford Union. De 1940 a 1963, los Primeros Ministros que tuvo el Reino Unido habían todos luchado en la Primera Guerra Mundial. Uno de mis libros favoritos de los últimos años, “El domingo de las madres” de Graham Swift, narra la inmensa tristeza que se respira en las casas de la clase alta en el periodo de entreguerras donde “las habitaciones de los chicos se han quedado como las dejaron”, pero están todos muertos. Tres ex-presidentes de la Oxford Union cayeron posteriormente en la Segunda Guerra Mundial.

La clase alta se vio muy afectada, como se puede ver, por las guerras. No es casualidad que la era en la que los Primeros Ministros eran veteranos de la guerra coincidió con la época de la socialdemocracia británica. De 1945 a 1979 se dieron “aquellos maravillosos años”: en 1945 Clement Attlee, ganó las elecciones por goleada para los laboristas y formó el primer gobierno de estos en mayoría, hasta 1951. Ya hemos hablado mucho en este blog de avances sociales de esos años, incluyendo la creación del NHS (Seguridad Social) y el Welfare State (Estado del Bienestar), la independencia de la India, nacionalización de múltiples industrias y keynesianismo (aprobado por tanto laboristas como conservadores!), entre otros.

Tras años de austeridad de la posguerra, la prosperidad económica llegó en los 50, aunque el UK ya no era una potencia mundial. Analicemos esto último: el ligero cambio de puntuación e imperativo cambia el significado del himno patriótico “Rule Britannia”. De “Rule Britannia, Britannia rule the waves!” [inicialmente exhortando a los británicos a mandar sobre las olas-qué bonito-, sobre el imperio], a “Rule Britannia, Britannia ruleS the waves” [afirmación: de hecho, mandaban]. Pues entonces estaban de vuelta al casillero de salida, ya no mandaban sobre las olas, y eso no molaba. Oxford incitó a sus alumnos a preocuparse por el pasado, a asumir que hay ciertas instituciones y costumbres que son intocables. Dice Kuper que esto llevó a algunos de sus alumnos a crear fantasías atemporales como “Alicia en el el país de las maravillas”, “El hobbit”, “Narnia” y… el Brexit (de esto hablaremos luego).

El Primer Ministro conservador Ted Heath había estado en el Desembarco de Normandía y concluyó que “no se podía permitir que los europeos volvieran a matarse entre ellos”. Fue el que en 1973 hizo posible que este país entrase en la entonces Comunidad Económica Europea (CEE).

En 1979, “la desigualdad salarial alcanzó el punto más bajo de la historia”. Pero también en ese año llegó Margaret Thatcher (ding dong the witch…) al poder, y empezó por celebrar de nuevo el privilegio y el acento adecuado, restableciendo las desigualdades. Hasta finales de los 80, Thatcher no se quejó de la CEE: había obtenido el reembolso que quería y aquí preocupaban otros temas, como la huelga de la minería, el apartheid etc. Pero cuando se empezó a hablar de la moneda única, Thatcher se volvió euroescéptica.

Incentivados por Thatcher, en los 80 las clases altas estaban empezando a recuperar un poco de la confianza que habían perdido desde la Segunda Guerra Mundial con toda esa revolución social. Durante el divague veremos cómo la combinación de thatcherismo y Oxford dio lugar a este interesante tipo humano que lleva dirigiendo el país casi 15 largos años.

En 1992, con John Major como Primer Ministro, se aprobó el Tratado de Maastricht y ahí empezaron a preocuparse por aquello de no poder ejercer el autogobierno, el ser una provincia más del imperio europeo, cuando ellos habían sido siempre el centro de su imperio: iban a ser la aldea gala de resistencia. Además, con los sindicatos y la URSS vencidos, la derecha británica necesitaba un nuevo enemigo. El evidente era la CEE.

Running out of ideas...


~~OXFORD EN LOS 80~~

Acceder a Oxford
Cuenta Kuper que en su época, las buenas notas en A levels (~selectividad) no eran suficientes: para entrar en Oxford tenías que pasar ese ritual tan británico que es la entrevista personal. Allí se buscaba gente que “pudiera hablar desinformada de cualquier tema y que fuera ingeniosa y divertida luego en las tutorías”.

¿A alguien le viene a la cabeza un tal Boris Johnson? Ah claro, porque otra faceta que te daba puntos era ser alt@, rubi@ y de colegio privado. Pongo la @ pero las mujeres eran entonces solo el 30%. Los coles privados dedicaban tres meses solo para prepararte para la entrevista y, si aún así no lo conseguías, siempre estaba el telefonazo de papi (esto lo dijo el director de un cole privado en Westminster; si en este divague hago bromas o exageraciones, lo avisaré, todo el resto es factual).

En esa preparación, sabían que el lenguaje corporal de la entrevista lo era todo: los chicos de la escuela privada se sentaban como si fueran los dueños del mundo, como sus abuelos y padres con el whisky en la mano en el club, mientras que los de las "grammar schools", en la punta de la silla, como a punto de salir corriendo. Eso nunca da puntos.

De dónde venían los alumnos
Ah, las “grammar schools”: algún alumno venía de aquí. Era un tipo de cole público que existía aquí hasta que se los prohibió, en el que se seleccionaba alumnos en base a sus méritos académicos (Keir Starmer fue a una). De este sistema selectivo salían los pocos de la escuela pública que nutrían a la muy selectiva Oxford. Pero era muy difícil competir con los de la privada -aparte de las obvias, veremos las razones más abajo-, en particular con el principal productor de futuros oxonians (como llaman a los alumnos de Oxford), Eton, el famoso colegio de chicos, aquel en el que los chavales van de chaqué por las calles. Esos colegios que poseen "38.000 acres de terreno", para deporte, claro. No hay más preguntas.

Casualmente, el otro día caí en un trozo de una entrevista que dió Paul McCartney a Julia Otero en 1989 en el que ella le preguntaba por qué, con la pasta que tenía, llevaba a sus hijos a la escuela pública. Y Paul: "La escuela privada en Inglaterra produce un tipo de gente diferente, de clase alta y a mí eso no me gusta. Me gusta la gente normal, yo vengo de gente normal, trabajadora y no quería que mis hijos vinieran a decirme, hola papi" (y pone un acento pijo). Me encanta esta anécdota, pero tal vez a Paul uno de sus nietos, hijo de Stella, le diga “hola granpapi” con ese acento pijo [tal vez Stella haya llevado a su hijo con la nariz tapada, como yo, al mismo cole que va Mini].

Oxford o no dar palo al agua
Cuando Kuper llegó a la universidad, se dio cuenta que estaba mal visto estudiar mucho. Ya escribió Marías en “Todas las almas” eso de que “Oxford, sin ninguna duda, es una de las ciudades del mundo donde menos trabajo se hace”. Graham Greene escribió que “estaba borracho de la mañana a la noche, solo necesitaba estar sobrio una hora a la semana cuando se reunía con su tutor” y Stephen Hawkins que “estudiar era lo peor, el signo de ser un hombre gris; o eras brillante por naturaleza o había que aceptar tus limitaciones y tener un grado cuarta clase”. Lo que se venía a hacer a Oxford era otra cosa: relaciones. Crecer, beber, hacer deporte, hacer amigos, tal vez echarte novia.

Con ese enloquecido “programa de festejos”, no daba la vida para estudiar, claro. Pero no importaba: los tutores valoraban más la capacidad de producir un ensayo con prisas la noche de antes (Kuper que es periodista del Financial Times dice esas noches le prepararon precisamente para ese trabajo), poder defender un argumento en el que no se creía necesariamente, echar faroles en las tutorías y hace exhibición de aquello tan británico como es el “wit” y el “charm” (el ingenio y el encanto).

Y no es que no importara, es que si habías estudiado, te miraban mal. ?Alguien recuerda la escena de “Saltburn”, cuando el chico pobre dice que se ha leído todos los libros de la lista del verano y se le ríen? Claro que había empollones, gente seria a la que interesaban la complejidad y los matices, pero no era lo normal.

En el primer grupo, el de los faroleros vagos de la improvisación, tenemos como ejemplo claro a Boris Johnson, que combina “nature” (nació con ese tipo de personalidad) más “nurture” (Eton, Oxford). Estudió Clásicas y fue periodista de los que escribían sin mucho conocimiento (le echaron un par de veces por mentir), y luego político de los que hablaban sin saber nada. En sus antípodas, en el segundo grupo, el empollón que tenía muchas mejores notas, Dominique Cummings (el que movía los hilos de las marionetas) que además de tener los datos era consciente de sus limitaciones: “no se me da la retórica”. Hay gente que es mejor escribiendo que hablando, y es bueno conocerse a una misma.

Lo de las ciencias
Aunque el libro está lleno de perlas, aquí va lo que más me ha impactado: las ciencias era algo que no se estimulaba en los toffs (aprendan esta palabra, la versión británica del pijo). La idea era que los científicos “se quedaran en la sala de máquinas” haciendo sus cosas mientras que los retóricos “llevaran el barco” [este desprecio por la ciencia me recuerda el nacional unamuniano “que inventen otros!”... aún estamos pagando esa ideología en España]. Lo de Oxford era especializarse en producir tres tipos de profesionales: los políticos y funcionarios que administrarían el estado, los abogados y economistas que servirían a la economía y los periodistas que contarían la historia, que narrarían el espectáculo a las masas.

Esto quiere decir que la mayoría de estos licenciados en PPE (recordemos, Politics Philosophy Economy) habían dejado de estudiar matemáticas o ciencias a los 16, lo que quedó más que claro cuando llegó el covid y no sabían leer una gráfica. Nota: el 95% de los Miembros de Parlamento (MPs) que habían estudiado PPE votaron “Remain” (quedarse) en el referéndum del Brexit, incluyendo a David Cameron, Liz Truss, los Millibands, Jeremy Hunt… entre el 5% que votaron “Leave” (si me queréis, irse!) estuvieron Rishi Sunak y Rupert Murdoch (quién iba a decir que en sus tiempos en Oxford tenía un busto de Lenin en su cuarto y fue miembro del Partido Laborista de la uni). En contraste con los de PPE, los tories brexiteros habían estudiado clásicas (6 de los 8 clasicistas de la cámara votaron “Leave”).

Lo del latín
El latín implica mucho prestigio en este país porque solo un pequeño grupo de colegios privados lo enseña. Tal era su estatus que hasta 1960, haber estudiado latín era un requerimiento para entrar en Oxford.

Probablemente mi anécdota favorita de todo el libro es esta: Francis Crick, que no sabía latín, no fue aceptado por ello ni en Oxford ni en Cambridge, así que terminó en UCL (University College London). Y de ahí su carrera hasta el Nobel tras descubrir nada más y nada menos -con Watson- que la doble hélice del ADN. Me parto. Nota de menos risa: Watson, Crick y Rosalind Franklin, que se debería también llevado el Nobel-en el enlace explico por qué. 

Kuper dice que cuanto menos “útil” tu grado era, más chic se consideraba. Tiene mucha lógica: la gente que tiene la espalda cubierta puede permitirse estudiar algo de lo que luego no tendrá que vivir.

Más mitología: Retorno a Brideshead
No olvidemos al osito de Sebastian
Junto con el thatcherismo, algo más contribuyó a que la clase alta empezara a salir de sus madrigueras. En 1981 se estrenó la serie adaptación de la novela de 1945 de Evelyn Waugh “Brideshead revisited” (“Retorno a Brideshead”), toda llena de nostalgia (esa palabra, de nuevo) por la época aristocrática británica. Como en las mejores ficciones, la protagonista es la mansión, que aquí es un símbolo de la amenaza existencial de la modernidad. La serie inspiró una nueva forma de cultura juvenil en esta isla, comparable al punk o la música indie, liderada por los toffs.

El “Bullingdon Club”
Así que ahí los tenemos, ya desatados. Si has visto alguna vez las imágenes de Cameron, Johnson y amiguitos de chaqué en unas escaleras en los 80, no la habrás olvidado: eran los miembros del Bullingdon Dining Club (Labour la quiso usar alguna vez en su campaña, para lo mismo que yo querría usar este divague). 

Este grupo selecto de niños-bien-nivel-leyenda se reunían para cenas a lo grande que solían terminar con desfases varios, como destrozar el restaurante (total, ya pagaría luego papi), vandalizar la calle, humillar a las prostitutas que contrataban, bajar los pantalones a los “plebs” (así llamaban a los de “clase baja”), a los que luego daban dinero en compensación. 

El lema del Bullingdon era “Las normas no aplican a nuestra clase” (con toda la razón porque de hecho, podían hacer todas esas burradas: aunque les arrestaran, les soltaban al día siguiente sin cargos). Johnson se avergonzó más adelante públicamente de haber pertenecido a este club - quién sabe si lo pensaba, o fue otra lavada de cara.

La “Oxford Union”
También perteneció Boris a la “Oxford Union”, una sociedad de debate fundada en 1823 que hasta 1963 no aceptó a mujeres, a la que Kuper llama “una House of Commons para niños”. Físicamente, como la real, parecía un club de gentlemen inglés: biblioteca, salas de escritura, bar, jardín y la sala de debates, con bustos de Primeros MInistros que habían sido miembros de la sociedad. El tono era de ironía y juego verbal (banter) y se prefería la retórica a entrar en el detalle de las leyes o el tema que fuera. Allí se oían también con los característicos “ayes” y “noes” de la House of Commons, la de los mayores. No quiero hacer listas, pero todos estuvieron allí: desde Theresa May hasta Netanyahu pasando por Benazir Bhutto y Viktor Orbán. Era el lugar donde “aprender el juego de la política”.

La Oxford Union estaba llena de conservadores, que había aprendido las reglas de cómo debatir en sus colegios privados (Point of Order! Point of Information!) y aunque había tradición de laboristas allí también, nunca fue tan central como para los tories (ni Clement Atlee ni Toni Blair se molestaron en ser parte). Pero en general, se cree que la retórica de los conservadores, salidos de estas sociedades de debate de Oxford, es mucho mejor que las de los laboristas, que lo que hacían era “torturarse en debates de post-marxismo en seminarios”.

Kuper concluye que toda esta panda son “habladores” (los mejores, como ha quedado claro), pero no “hacedores” (“talkers, not doers”). Por tanto, tras una campaña de Brexit llena de palabras que eran aire, se dieron cuenta que no habían  hecho algo fundamental: leerse la letra pequeña. Y luego vino la pandemia, otro claro ejemplo del triunfo de la retórica versus los hechos o la experiencia: el cuarto desastre del Reino Unido en los últimos 20 años, tras Irak, la crisis financiera y el Brexit.

Generación sin tragedia
Otra de las hipótesis de Kuper para explicar la última crisis, la de Brexit, es que esta panda de políticos fue la “generación sin tragedia”: Cameron, Johnson et al era la generación que más suerte había tenido por no haber vivido ningún drama generacional en un país que durante 300 años había evitado revoluciones, dictadores, hambrunas, guerras civiles, invasiones. Ellos además, eran los miembros más privilegiados de esta sociedad, que transformaron la muerte de algún antepasado en estas guerras en viejas glorias familiares y personales. Pero algunos querían su propio proyecto heroico… y este fue el Brexit, del que hoy no voy a escribir porque hay hasta una etiqueta en el divlog.

"Me preocupa que nos está llevando a la batalla
una persona que lleva pajarita"


~~EL FUTURO~~

¿Hay justificación para la educación de élite?
Visto donde estamos y a dónde nos ha llevado este grupo de toffs, hay que preguntarse: para qué los Oxford de turno? Kuper estudió también en universidades europeas -ni selectivas ni de élite, como sabemos los que venimos de la pública. Allí había muchos alumnos por clase (olvídate de las tutorías en asientos de cuero) y muchos estudiantes trabajando en bares por la noche, gente que le costaba 10 años terminar la carrera. Oxford era mejor que esas universidades, pero si te lo planteas, las sociedades de Holanda o Alemania eran más ricas, más justas y más igualitarias que la británica. En estos países los niños no tenían que estar siendo instruidos desde una escuela privada para saltar una valla a los 18. En esos países se saltan las vallas como adultos, en la vida laboral. De esta manera se evitan muchas de las injusticias británicas.

¿El futuro para Oxford? 
Qui lo sá… de entrada Kuper afirma que ha cambiado: el proceso de admisión es más transparente, tienen algoritmos para entender los obstáculos que han tenido que superar los alumnos de la clase trabajadora, y muchos tutores no los excluirán solo porque se queden en blanco de terror en las entrevistas, teniendo más en cuenta los resultados que la familia y el acento. La mayor parte de los tutores ya no toleran las retóricas vacías de los de antes -de hecho, hay cierto examen de conciencia del rol que Oxford tuvo en el Brexit. Eso sí, no idealicemos, hoy Oxford se ha globalizado, está lleno de estudiantes extranjeros que traen muy pasta -según bajas del tren está la escuela de negocios Said, que lleva el nombre del que lo pagó, un traficante de armas.

~~HOY~~

Sí, me ha quedado largo y aún así me he dejado muchísimos factores que explican cómo hemos llegado hasta aquí. Pero hoy es un día histórico, hoy en las Elecciones Generales se espera un “landslide” (victoria por goleada) del laborismo. Tal vez como la de mayo de 1997 con Tony Blair, y yo llegué a la isla justo un mes después. Cuando entró Cameron, en mayo de 2010 estaba muriéndome en un hospital (tal vez no tanto, pero no dejemos que la verdad empañe una buena historia). Unos meses antes había empezado este blog, y aquí he ido contando todos estos años de montaña rusa. 



Muchas cosas han pasado, muchas cosas son diferentes… pero un dato relevante para maniana es que a consecuencia de este gobierno y el Brexit al que nos llevaron, con la nariz tapada (la segunda vez que me tapo la nariz en este divague, lo sé, nobody’s perfect, ni siquiera Maléfica) me tuve que hacer el pasaporte británico, “azul como las olas del mar”, que decían los brexiteros. Pasaporte que me va a permitir, por primera vez, votar en las Generales, y contribuir a botarles a ellos.

Mi casa: una zona libre de tories
No me hacía falta leer este libro para saber que jamás apoyaré a una “pequeña casta de tories de Oxford que tomaron -y destruyeron- el Reino Unido”, pero creo que "Chums" debería ser de obligada lectura para los británicos antes de ir a las urnas. Hasta los que votan por sus intereses antes que por los de la mayoría, deberían tras la lectura mostrarles el dedo anular, por pura dignidad. 

No es que el poder corrompa, es que los que aspiran a él suelen ser en gran medida un cierto tipo de personas -como contamos aquí. Pero si esas personas además nunca han caminado por el mundo real, los problemas se tornan aún más graves, y las consecuencias... las que hemos sufrido en esta islita, como decía José Donoso, con forma de conejo.


Bye bye, babies. Hasta nunca. Here comes the sun. 

08 junio 2024

75 años de la publicación de "1984": No les dejemos que pasen

 El 8 de junio de 1949 -o sea hoy hace 75 años- se publicaba por primera vez una de las grandes novelas del Siglo XX: "1984". Me enteré porque hay un artista en Escocia que, para conmemorarlo, ha pedido que la gente le envíe su ejemplar y se ha juntado con 1200 copias en 20 idiomas y va a hacer una "instalación" en la isla de Jura (en las Hébridas Interiores). Aunque no llegaré para esta exposición que se titula "The Winston Smith Library Of Victory and Truth" ("La biblioteca de la victoria y la verdad de Winston Smith"), desde ya, quiero visitar Jura: podéis hacer una búsqueda de imágenes y me entenderéis.



Orwell vivió en esa isla, en concreto en Barnhill, en un cottage sin electricidad ni agua, de 1946 a 1948 y allí escribió "1984" [la casa sigue siendo de la misma familia que se la alquiló a Orwell, y parece que aún la puedes alquilar]. Envió el manuscrito a su editor, Secker and Warburg, el 4 de diciembre del 1948 y en seis meses se lo publicaron. En 1949 se fue de allí enfermo de tuberculosis y murió en el "Cruciform building" de University College Hospital en Londinium en  1950, con 46 años

El cottage donde Orwell escribió "1984"

Por qué se le llamará "cruciform"?
(otro precioso ejemplo de arquitectura gótica en la city)


Orwell se inspiró en sus experiencias en la Guerra Civil espaniola [ya se sabe que luchó con el POUM trotskista en lugar de las Brigadas Internacionales Marxistas- hay que revisitar, "Tierra & Libertad" de Ken Loach], o en el Blitz de Londinium, y a su vez inspiró a otros clásicos como "El cuento de la criada" de Atwood, o "V de Vendetta de Alan Moore. Y su influencia ha sido enorme en nuestra cultura, hay muchos conceptos que están en la conversación del día-a-día: "el Gran Hermano" (que te está observando) ya era algo antes del reality, la "policía del pensamiento", el "doublethink" o el "newspeak". Leo por ahí que cuando ganó Trump las elecciones, las ventas de la novela aumentaron un 9500%.  

Orwell describió esa sociedad distópica de un estado totalitario que en su día a todas nos alucinó y que hoy seguro que se lee de distinta forma que en el pasado, cuando nos parecía solo prácticamente ciencia ficción (el mismo Orwell dijo que la novela era un "aviso", no una "profecía"). El hecho de que existan las "fake news" (la mentira como arma) o que mañana, en las elecciones europeas, vaya a subir tanto como suponen la extrema derecha, me indica que mucha gente no ha leído este libro.

Yo leí "1984" después de "Animal Farm" pero todavía en Vetusta (serían los finales 80, primeros 90) y ya en la isla -pero aún pre-divlog- "Homenaje a Cataluña" (enlace aquí: n). Por tanto, no puedo acceder a mis subrayados para poner alguna cita y celebrar a mi manera este aniversario. Así que he recurrido a internet, y la búsqueda me ha llevado a unas cuantas reflexiones, a cual de más rabiosa actualidad. 

"Los que controlan el pasado, controlan el futuro. Los que controlan el presente, controlan el pasado" (“Who controls the past controls the future. Who controls the present controls the past”).
"Le sorprendía que lo más característico de la vida moderna no fuera su crueldad ni su inseguridad, sino sencillamente su vaciedad, su absoluta falta de contenido. La vida no se parecía, no sólo a las mentiras lanzadas por las telepantallas, sino ni siquiera a los ideales que el Partido trataba de lograr".
"Era un hábito adquirido por instinto ocultar los sentimientos, y además cuando ocurrió aquello se hallaban exactamente delante de una telepantalla".
“La ignorancia es fuerza" (Ignorance is strength)
"La guerra contra un país extranjero solo sirve para mantener el poder dentro del propio país (...) La guerra no es para ganarla, es para que sea continuada (...) Casi con toda seguridad, las bombas cohete que caían diariamente sobre Londres eran lanzadas por el mismo Gobierno de Oceanía sólo para que la gente estuviera siempre asustada".
"Si quieres una imagen del futuro, imagina una bota aplastando un rostro humano, para siempre" (“If you want a picture of the future, imagine a boot stamping on a human face—for ever”).

 Orwell vivió en muchas casas de la ciudad, así que hay múltiples "placas azules" distribuídas por ahí -yo siempre acabo haciendo fotos a la que hay justo a la subida de Hampstead Heath-, pero hoy termino el divague con un par de edificios de Londinium que le inspiraron para dos iconos de la novela: el "Ministerio de la Verdad" (lo que es hoy "Senate House", parte de la universidad) y la terrorífica "Habitación 101" (en 55 Portland Place). 

"El Ministerio de la Verdad"
(Senate House)


La puerta parece del todo inofensivamente burguesa, es bonita y amigable, y esa idea me recuerda a la frase del poeta Michael Rosen que ya colgamos aquí: cuidado, porque "el fascismo llega como tu amigo (...) restaurará tu honor, te hará sentir orgulloso, protegerá tu casa, te dará un trabajo, limpiará el vecindario, te recordará lo magníficos que un día fuimos, terminará con lo sobornable y corrupto, quitará todo lo que parece que no es como tú."


No les dejemos que pasen. 
La Habitación 101 te observa
(55 Portland Place)



09 abril 2024

"Kill your darlings" (o edita con machete, escritorzuela!). Vuelta al medievo un domingo en Oxford.

Arthur Quiller-Couch, en su libro "El arte de la escritura" (1916)  se inventó la frase del título. La cita entera: 

"Mata a tus chiquitines, incluso cuando rompa
tu egocéntrico corazoncito de escritorzuela"
"Si quieres un consejo práctico mío, una regla, aquí está: Cuandoquiera que sientas un impulso de perpetrar una pieza de escritura excepcional, obedécelo - con entusiasmo - y luego bórralo antes de enviar tu manuscrito a  la prensa. Asesina a tus  pequeñines"

Me gusta la frase por lo que tiene de cachondeo: tú pensando que tienes algo buenísimo que has de escribir y, en fin, en tu cabeza será espectacular, pero solo ahí. Pero lo de la revisión de lo escrito -por lo menos en momentos de alta emoción- me lleva a mi época adolescente, cuando todo era tan intenso y dramático (sí, Mini, no has inventado nada). Por la noche, con el adagio de Albinoni de fondo describías con sumo detalle cómo el mundo se desplomaba por cualquier razón de peso -e.g. el chico que te gustaba se había enrollado con otra. A la mañana siguiente, cuando ya brillaba el sol y sonaba de fondo tal vez Queen o Status Quo te ruborizabas leyendo tamaña idiotez, e iba a la basura, donde pertenecía. Estos fueron mis primeros -y pocos- pinitos en esto del "Kill your darlings" voluntarios. Luego, en la vida, hay demasiadas ocasiones en las que hay que escribir con corsé, o bien usando una jerga-gremial de la que no te puedes zafar, o bien por el límite en el número de palabras, o por lo que sea, como para cuando escribes únicamente por diversión andarte con esos debates.
 
El otro día estuve en una exposición titulada "Escribir, cortar, re-escribir" que iba precisamente de eso. Fue en Oxford, en una de sus 26 Bodleian Libraries donde tienen un archivo con cantidades industriales de manuscritos - y había algunos tras el cristal dignos de reverencia (recordemos hace unas semanas similar experiencia en la British Library). Así que hoy solo voy a poner alguna mala foto que tomé de las vitrinas, siempre con un señor uniformado respirándome en la nuca, que desde el principio dejó claro que las que tenían un icono con lo que parecía una cámara de principios de siglo tachada no eran fotografiables. En serio? No lo hubiera pillado si no me lo dice- aún así se dedicó a perseguirme y repetírmelo a intervalos regulares.




Por liaros, este es de otra exposición
sobre Chaucer que estaba al lado

Aquí empieza la de la edición con un manuscrito
de John Le Carré: no era metafórico aquí el cortar!!!


Los manuscritos de Jane Austen no se  conservan porque no era
costumbre en la época guardar los borradores. Lo que ha sobrevivido 
son material abandonado, como lo de arriba ("The Watsons")


Raymond Chandler -del que divagamos hace poco- tenía una lista
de símiles y si las usaba, apuntaba en qué novela


Atención a esta maravilla: el cuaderno de notas de
George Elliott cuando viajó por España en 1867. 
Los llamaba "sus minas". A la vuelta escribió 
el poema "La gitana española".



Esto es uno de los famosos moleskines de 
Bruce Chatwin -el de "In Patagonia"


Nada menos que "Frankenstein":
Mary Shelley tenía 18 cuando empezó la novela y
le hacía de editor Percy su marido. Aquí le sugiere
cambiar "handsome" por "beautiful" cuando
describe al monstruo


En la segunda edición del "Retrato del artista adolescente",
 Joyce hizo varios cambios, incluyendo quitar una coma
(que como sabemos puede cambiar todo el sentido a una frase)


Y como hace tanto que no salgo de la city -malditos GCSEs-, termino con unas fotos de la ciudad en la que por una vez no fui una más de las hordas de turistas (o eso me hice creer): fui invitada a una comida en uno de los colleges. Un college es el equivalente a un colegio mayor, donde no solo se alojan los estudiantes, sino que viven en una especie comunidad donde tienen tutores adscritos al centro (hablé con uno,  profe de latín, que me contó cómo él no vive en campus pero  al menos un día a la semana va a cenar allí con los estudiantes) y un programa lleno de actividades culturales y deportivas. Esto me recordó cuando en la uni iba al Pedro Cerbuna, el colegio mayor de Vetusta, a ver pelis, a conferencias o a tener conversaciones que me impactaron como aquella con un compa que tenía a su familia engañada sobre cuántas asignaturas tenía colgando y para pagar re-matrículas se alimentaba solo de lentejas. Las habitaciones tenían un armario de doble puerta que contenía un lavabo (esto me fascinó), el resto era comunitario. No estuve en el comedor, que seguro no tenía nada que ver con este (imágenes abajo): algunos de los colleges en Oxford datan del siglo XIII y son espectaculares. Casualmente, estaba yo releyendo "El nombre de la rosa" y podía ver a Guillermo de Baskerville -que se había formado aquí, como Guillermo de Ockham, el filósofo franciscano real en el que Eco inspiró- paseando por los claustros. 

Tenía muchas más fotos, pero aquí sí que he tenido -como siempre, con dolor- que "Kill my darlings": ahí van. 

Pequeño drama: Pret ha cerrado el grifo de la suscripción,
ya no vale el pantallazo del QR.


Alguien ya inventó llamar a un pub como un neurotransmisor;
aquí a una pastelería llaman "Endorfinas" (les pido derechos?)


El menú de este café está en guineas

Esto es el patio de un college


Y otro


Oxford in the bloom

Pongamos que monísimos diablillos
custodian tu casa


Todo puertas así, de todas tus asignaturas favoritas


Refectorio donde comimos y
comen los malditos alumnos a diario


Capilla del college donde estuvimos

Un poco más, y creo

Me pregunto qué pensará Vox sobre
que esta bandera presida una iglesia


Esta es la más famosa de las Bodleian libraries,
a la que no nos dio tiempo a entrar-volveré solo por esto


Termino con imágenes de un Pret cualquiera...

Sí, hasta los Prets son de época...

El sauce llorón, muy de ciudad universitaria,
ya de camino a la estación


17 noviembre 2023

Barbara Hepworth: piedra, bronce, madera

En Battersea Park
 Cuando escribí sobre "Winter", el libro de Ali Smith, empecé a planear este divague sobre Barbara Hepworth -uno de sus dibujos cierran la novela. Hay unas pocas esculturas suyas en Londinium (una cerca, en Battersea Park*), pero soy tan motivada que me fui hasta St. Ives en Cornwall para visitar el estudio que estableció allí. Lo que me pareció St. Ives está aquíun lugar "arty" en un precioso enclave natural. De todo lo "arty", lo que más me gustó fueron precisamente sus esculturas y su estudio (algunas fotos abajo).

(*) La escultura de Battersea Park es una versión pequenia de "Single form", la enorme escultura que hizo para el edificio de las Naciones Unidas en Nueva York en 1964. La foto es mía. Hay pocas más en Londinium: una en la fachada de John Lewis en Oxford St y un par más. La cuarta, en Dulwich Park, la robaron en 2011.

Hepworth con el modelo en escayola 
de "Curved form" (St. Ives, 1961)

Barbara Hepworth nació en 1903 en una familia de clase media Wakefield, Yorkshire. En 1920 le dieron una beca para estudiar en el Leeds School of Arts y allí conoció a otro yorkie, un hijo de minero de Castleford llamado Henry Moore con el que mantuvo una "amistad competitiva" el resto de su vida. Hay en estos momentos una exposición de ambos en su ciudad titulada "Magic in this Country: Hepworth, Moore and the Land", que explora la relación de ambos escultores con esa parte del país que a mí tanto me gusta. 



El de la escultura era un mundo de hombres, pero aún así le dieron otra beca para estudiar en el London College of Art, y más tarde viajó a Florencia, a París (donde conoció a Picasso). Se casó dos veces con dos escultores, tuvo varios hijos (incluyendo trillizos). En 1939, cuando empezó la Segunda Guerra Mundial, como otros tantos artistas se fue St. Ives, al Trewyn estudio que visitamos.  En la parte de arriba del jardín está el invernadero:

Me encanta - en inglés se llama "conservatory"

Escultura a la entrada (no anoté títulos)

Además de plantas, qué lujo, tiene  unas piezas dentro

Durante mucho tiempo se le dió el crédito de haber inventado las perforaciones en las esculturas a Henry Moore, pero el poner un agujero lo introdujo Hepworth en 1931, y esto ha tenido gran influencia en la escultura abstracta desde entonces. 

No es el museo sino la calle, delante del ayuntamiento. 
Había una boda y me encantó la novia con deportivas

Al lado de la parada de bus a Penzance,
con el mar de fondo

Durante la guerra Moore se quedó cerca de Londinium y sus dibujo de figuras que buscan refugio durante los bombardeos contrastan con las formas naturales de la costa de Hepworth. El estilo de ambos es similar, cada vez más abstracto, con un "balance entre concavidades y convexidades", ambos inpirados por artistas europeos vanguardista como Picasso y Giacometti - pero según algún crítico nunca llegando ni de lejos a su nivel. 

A partir de 1951 Hepworth pasó de trabajar con madera y piedra a bronce y arcilla. Todas esas obras están en el jardín de su estudio:





Pasear por el jardín con la torre de la iglesia al fondo me gustó mucho. Había poca gente y ni siquiera cuando llegó una clase de un cole de primaria de Truro (aquel sitio), logró rompé la atmósfera del lugar... 

De fondo, St. Ia's Church



En 1952 su hijo Paul murió en un accidente aéreo. Desconcertada viajó a Grecia con una amiga y a la vuelta, algunas de sus piezas fueron inspiradas por sus paseos por allí: Atenas, Delfi y muchas de las islas del Egeo. Su "Diario griego", además de las esculturas, es una maravilla...

"Patmos: un bonito puerto feliz, una cima sublime sobre la que se
erige el monasterio sobre la isla y el agua (...) Subí en burro
-un ascenso que reveló un panorama increíble de mar azul índigo
e islas esculpidas-con Turquía lejos en el horizonte en la niebla-
lila y marrón con pequenias coronas de nubes rodenado las cumbres"


"Al amanecer llegamos a la base de Santorini (...)
 la increíble luz brillante de Phira allá arriba al final
del camino zigzagueante fue casi una visión".

Hepworth murió en 1975 -con 72 anios- por un incendio precisamente en su estudio de St. Ives.  Termino con fotos del taller en su estudio, que hablan por sí solas: sus materiales, sus delantales, sus herramientas... 






Nota. Después de este divague, como con el de Smith, otro plan: cuando pase por alguna de sus pocas esculturas en Londinium, les haré fotos y las colgaré. Y haré lo propio con Henry Moore, que este sí que tiene un montón. Tal vez descubra, como con St. Ives, que tengo que volver a Leeds...