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12 diciembre 2017

La Dra S. en Canción de Navidad

La doctora S. mira por la ventana: el cielo está de nevar, que decía su madre: blanco y denso y pesado. De repente, el silencio que precede a la caída de los primeros copos. Vaya... fastidiada considera que, cuando dentro de muchas horas salga de la estúpida consulta vespertina (hasta las 9 de la noche aquí, sin estar de guardia, con eso de que "el cliente-ya no paciente-siempre tiene la razón), va a ser imposible encontrar un taxi, que el suelo resbalará, o bien se habrá convertido en un gran charco donde chapotear. Le viene una imagen de ella misma, con 6 anios y aquellas (que entonces consideraba) preciosas botas de agua saltando en uno de esos charcos que ahora la horrorizan. Aparta esa idea de un plumazo. 

Mr. Scrooge
Le da al botón que llamará al siguiente enfermo. Pase Sr Y, siéntese: cómo puedo ayudarle hoy? (de eso va su trabajo, de ayudar, se supone). Todo con su mejor sonrisa; con su mejor careta de sonrisa, quiere decir. Pero ella al menos no se autoengania al respecto, y se pregunta si el paciente lo intuye. En todo caso, no le importa un pepino. A ver, qué tiene, un ganglio en la mano? "Golpéelo con una biblia", que decían en la universidad, piensa. Ahora que la Seguridad Social se está jibarizando y lo que crece son organizaciones de diversas fes supliendo sus servicios, igual podría tener su predicamento. No se lo dice al Sr. Y, simplemente anota que la Seguridad Social no cubre el quitar los ganglios. Se siente. 

Vuelve a mirar por la ventana cuando se cierra la puerta. Hay gente arrastrando su árbol de Navidad. La doctora S. se suelta la coleta y mientras piensa por qué se afana toda esa gente. Un anio más, comprar un nuevo árbol, que deja toda la casa llena de agujas, ponerle bolas.... exactamente para qué? Otro anio más. Ella "cant be bothered" que dicen los ingleses. De dónde saca la gente la energía, la ilusión. Le da al botón, se vuelve a hacer la coleta y se pone la máscara.

Cómo puedo ayudarle? Y otro listado de dolores, bultos, picores, tristezas, ansiedades. Así un paciente tras otro, un día tras otro, un anio tras otro.

La doctora S. llega a su apartamento: es tardísimo, la nieve, en efecto, no ha cuajado, así que se ha mojado los pies, qué frío. Y no había taxis. El metro está de huelga y el autobus, lleno de chusma, ha sido una pesadilla. Abre el frigorífico y, literalmente, no hay nada: cuatro limones. Saca del congelador algo precocinado, eso que siempre prohíbe a sus pacientes, lo mete al micro, pip, pip, pip, y se echa en el sofá a esperar.

Mira por los ventanales desde su nueva posición, ahí están las imbéciles luces navideñas, que encima tienen este anio forma de ángel... de la guarda, dulce compania, no me desampares ni de noche ni... Plink, llama el horno, y a la vez brilla el teléfono. Oh es Laura, qué querrá.

Laura y la Dra S. no comparten nada, aparte de que sus apellidos comienzan por las mismas dos letras. Así se conocieron en la facultad: los ordenaban por apellidos en los exámenes, en las mesas de disección, en las prácticas alrededor de los microscopios. La Dra S. está ya aburrida de Laura, pero es una inercia lo suyo, o así lo siente ahora. Laura quiere hablar del último caso que ha agitado a la profesión: aquella pobre companiera trabajando bajo terrible presión un fin de semana sola en la planta de pediatría de ese hospital comarcal, a la que se le murió un ninio. Ha salido el juicio: homicidio. Irá a la cárcel. 

La Dra S. empieza a escuchar a Laura como en sordina: no puede ser. El horror, no ya como profesional, sino como persona, de que se te muera un paciente. El dolor. Pero además, no quedan contentos con borrarte del registro, con que tu vida laboral (muchas veces la única) para la que te formaste anio tras anio, termine. Además han de llamarte homicida, y mandarte a prisión. Oye, y qué haces estas fiestas? Vuelves a casa? Ya sabes que no me gustan las navidades y los días que tengo libres ya tengo un viaje al Caribe para olvidarme de que es época de paz y amor obligatorios. Suena mal? Estas son mis navidades presentes. 

Ya es de día... cree vagamente recordar una conversación la noche pasada, y en el suelo está el resto de los noodles de microondas. Una vez más, se ha vuelto a dormir en el sofá. El cielo está de nevar, que diría su madre, y las calles, un asco. Por lo menos han apagado al maldito angel de la guarda que consume tropecientos kws al minuto. Toda esa energía: en las bombillas, en la gente... de dónde la sacan, a qué agujero sin fondo va. 

Llega a la consulta y se pone la capa de superwoman. Nadie sospecharía la grieta que lleva dentro, un corte sagital que la atraviesa y es puro ácido. A media maniana va a la cocina a hacerse un té: se sienta tras el biombo, no que se esconda, pero no le apetece hablar si entra cualquiera. Se esconde: no decía que no se enganiaba? Enseguida se abre la puerta, y dos voces de chicas jóvenes llenan la habitación. Son las estudiantes de medicina que rotan por la consulta, la Dra S. las reconoce, pero sigue en su escondite. Una de ellas lleva rastas y tatuajes, muchos colgantes y su entusiasmo desarma. Ahora, le dice a su companiera que es hija única de una madre soltera. Que creció en un piso de la beneficencia y que su madre limpiaba casas. Y que cuando supo que entraba en la facultad de Medicina, su madre lloró. Las dos se abrazaron llorando, era mucho más de lo que su madre nunca se atrevió a soniar. 

La Dra S. siente algo parecido a una emoción, algo que no había tenido en mucho tiempo. La otra chica está diciendo: "yo cuando estuve haciendo voluntariado en la planta de geriatría, y aquella mujer apretó mi mano, tan fuerte, como agradeciéndome que estuviera allí, supe que quería estudiar medicina". A la Dra S. se le cae una lágrima, silenciosa, gorda, y le sigue otra. Y entonces se ve a sí misma: exactamente esa era ella, quería ayudar, quería curar, quería paliar, quería salvar! Tenía más ganas que un batallón junto, más fuerza que doce caballos salvajes. Así era ella en cualquiera de las Navidades pasadas: qué dulce y a la vez qué amargo su fantasma.

Le ha tocado ventana en este vuelo hacia el sol, la playa, y la nada-mental. La azafata sonriente le ofrece una bebida (llevará también una máscara, como ella, se pregunta). Desconectar una semana meramente, porque nunca ha creído en eso de "encontrarse a una misma". Si tuviera arrestos, lo que toca es una huida, pero hacia adelante, como aquellas mitológicas Thelma y Louise. Sube la ventanilla para ver anochecer y se da cuenta que solo algo así podrá hacer que merezca la pena vivir para sus navidades futuras. 

10 octubre 2016

Dos tipos en un pub hablan de la reunión de ex-alumnos

Dos tipos de unos 50 en un pub. Cada uno se agarra a su pinta de cerveza bitter. El más alto es delgado y nervioso, de vez en cuando parpadea fuerte, y otras carraspea. El otro, más bajo y rechoncho, juega con el posavasos.

-Te perdiste una buena fiesta, tío

-Ya, van a hacer más de estas, tú crees?

-Buf, no sé si les quedarán ganas...

-Sí? Qué pasó?

-Buf ahora te cuento cómo acabó, pero estaba todo el mundo... buah, cómo han pasado los años desde aquella época, tío...

-Desde luego, y yo hay gente a la que no veo desde el colegio...

-Sí... lo mismo... aparte de nuestro grupo, yo es que había perdido la pista a tanta gente... algunos ni los reconocía... Brooke, te acuerdas de Brooke?

-El que se fue antes de acabar el curso?

-Sí, ese... está hecho una piltrafa... se fue del cole, ya sabes, tuvieron que volver a aquel pueblo de Gales de donde era su familia tras la muerte de la madre...

-Eran mineros, es cierto, pero su padre trabajaba aquí de fontanero, no?

-Sí... joer con Brooke, nos echamos unas risas hablando de nuestra bonita "grammar school", un colegio selectivo según los logros academicos... has oído a Theresa May con su vuelta de las "Grammar"? -Da un sorbo a su pinta- Tío, no te puedes imaginar cómo ha cambiado el colegio... 

-Buah! En nuestra época hijos de mineros o albañiles accedimos a las grammar, hoy lo veo impensable. De ahí salimos nosotros, con padres trabajadores que logramos ir a Oxford! eso sí, a un precio... nunca nos quitamos la inseguridad de la clase trabajadora...

-Sí, tío, nos huelen de lejos...-Nuevo trago a la pinta, y gesto al camarero- Ahora el colegio es un nido de niños de papá... bueno, como sabes la cena fue en el Refectory del colegio, ex-alumnos solo, no parejas, fuimos todos de pajarita...

-La etiqueta me tiraba un poco para atrás... 

-Ya, pero es que lo querían hacer así, muy formal, porque además estaban los chavales de último curso...

-Ah, ya entiendo, una ocasión para ver en lo que se van a convertir...

-Chavales, y chavalas... ya sabrás que en nuestro cole ahora van tías!-Brindan con las nuevas pintas

-Buf, no me lo puedo creer... chicas en esos pasillos!-ríen

-Sí, sí... pues lo que te quería contar: hicieron una presentación... y son TAN distintos de nosotros, -niega con al cabeza, se rasca en la entrepierna-muchos son hijos de gente de nuestro curso y aún así... pero vamos, la mayoría son snobs, la zona alrededor del colegio se ha puesto imposible para comprar casa, así que solo viven gente de mucha pasta que va y viene a la City... banqueros, ese rollo.


-Ya, viven en la campiña y tienen lo mejor de los dos mundos... -parpadea- De qué iba la presentación? -carraspea

-Bufff... resulta que tienen como un sistema político dentro del mismo colegio... y se montan partidos, y tienen líderes, y hay campañas electorales, votaciones...

-En serio? Y qué llevan en el programa? Qué comida debe servirse en la cantina escolar?

Pantalla del móvil 1
-No, qué va... política real tío, yo me asusté... y lo peor es que había un partido muy muy a la derecha, anti-inmigración y eso.. y ganó un montón de votos! En general los partidos de derechas ganaron las elecciones... Mira-saca el móvil para enseñarle un par de fotos-el JPA se definen como "ultra-conservadores" y les votaron el 52%!!! Al partido "Idealista", "socialistas, de izquierdas", el 9%!!

-Qué asco... eso es lo que hemos transmitido a nuestros hijos?

-Buf, yo que sé... Otras dos-le dice al camarero, señalando los vasos-tío, te acuerdas de Stone?

-El que tocaba en la banda aquella?

-Sí, ese mismo... era un chulo, siempre ligando... majo tío, no creas

-Joer,  y tanto, uno de los "boys", y anda que no se ha tirado a tías con la historia de la banda...

-Bueno, pues estaba allí. A que no le pega nada?

-No, joer... era un rebelde-aprieta los ojos.
Pantalla móvil 2

-Eso, vale, rebelde. Pues escucha, te acuerdas de Olver, aquel que jugaba al rugby? -Trago largo a su pinta- Ha hecho más pasta que el resto de la clase juntos, algo de propiedades, no me preguntes... tendrías que ver su historia.. resulta que tuvo una hija con su primera mujer... la hija está tremenda, y es alumna de último curso, estaba allí!!

-Pero cómo que está tremenda, cuántos anios tiene?-más carraspeo

-Err, no sé, 17 o así tienen todos estos...

-Y qué ha hecho Olver con tanta pasta?

-El cabrón no ha perdido el tiempo: se ha divorciado dos veces y ahora está con una tía de 23! Sí, me lo contaba emocionado, es que me enseñaba fotos del móvil como hacen los abuelos con sus nietos, tío. Y luego haciendo el ridículo diciendo cosas como "nunca me he sentido así antes"

-Madre mía... 23, no me jodas! Casi como su hija... que estaba ahí!
-Ahí viene lo bueno... y con varias copas de más, qué te crees que pasa? -deja la boca abierta tres segundos- La hija de Olver le entra a Stone, que aún tiene aires de viejo rockero, ya sabes... el que tuvo, retuvo...

-... y guardó para la vejez...-más tics

- ...y el rockero que pasa millas, te lo aseguro, tío, yo estaba con él... pero la hija de Olver dale que dale. Está buena, tío, pero joer, que era evidente que el rockero pasaba...

-El rockero es mucho rockero, con niñatas a él...

-Y la pequeña Olver, ya sabes, que con la confianza de la pasta de papá se cree Dios...

-... sí, la confianza que te decía de la "clase media"... esta actitud de "porque yo lo valgo" que no tendremos nunca los que, por muy bien que nos haya ido, hechos crecido en una familia sin pasta...

- Equilicuá! esa... bueno, pero ahí ya alcanza cotas subterráneas en el departamento dignidad, porque el rockero impertérrito. Total que de tan pesada, estaba pegada a nosotros, e igual parecía otra cosa de lejos... porque de repente veo venir a Olver dando zancadas, bastante pedo, la cara roja, a punto de explotar y...

-Qué?..

- Qué? Que le rompe un vaso en la cabeza al rockero...

-No! No me jodas!  Por qué?

-Gritando "aléjate de mi hija! Eres 30 años mayor que ella!"

-Pero...

-Tuvimos que llamar a seguridad...

-Pero...

-Sí, fue muy desagradable... el rockero terminó en urgencias con un par de puntos...

-Y llegó la policía?

-No, los organizadores intentaron aplacar la cosa... no quisieron montar jaleo... hubiera sido malo para el colegio... alguien llamó a la novia de Olver para que le viniera a buscar... llegó en 20 minutos...

-Y?

-Joer tío, está tremenda

-Pero cuántos anios dices que tiene?

-Pues unos 30 menos que Olver.

08 junio 2016

La secretaria ideal, de Benedetti, década más, década menos

Año 1967, en un confesionario
-Padre, confieso que he vuelto a pecar...
-Hija, otra vez, cuéntame... ya sabes, con detalles
-Padre, es que yo le quiero, él me dice que me quiere también... y lo veo en sus ojos: no miente
-Pero cuántos hijos dices que tiene?
-Cinco, padre, pero ya están creciditos, el mayor va a venir a trabajar a la empresa...
-Pero hija mía, tienes que dejar esa relación! Te estás interponiendo en una buena familia cristiana!
-Padre, lo sé, pero él... no es feliz con su mujer, me lo dice constantemente...
-Pero te das cuenta de que eres la serpiente que tentó a Eva, eres la misma serpiente reencarnada!
-Padre, por favor, no me diga eso... él sufre mucho, tiene toda la responsabilidad de la fábrica, estamos más de cien trabajadores... sin mí dice que no podría continuar... da gusto verle dar el discurso anual en la fiesta de los empleados, que mecanografié yo,  tan guapo con su corbata de seda, que le escogí yo, y...
-Estás tentando a un hombre de pro! A un padre de familia! Pobre Director General, cómo resistirse a una chica de 20 o 30 años-cuántos tienes?- menos que él!?
-Pero él me dice que me quiere... que va a dejar a su mujer...
-(se santigua negando): Un Padrenuestro, Tres Avemarías y un Gloria...

Año 1986, un programa de radio nocturno
- Hola, felicidades por el programa, llamo de Pontevedra... soy Acuario
- Hola Acuario, cómo estás? Qué quieres contarnos sobre el tema que tocamos hoy?
- Bueno, no sé por dónde empezar porque esto os parecerá muy manido pero...
- No, tranquila, Acuario, estamos entre amigas y amigos... son las 2 am-la locutora pone una voz como en susurro
- Bien, pues estoy de turno de noche aquí en el hospital, y siempre os escucho... terminé hará unos cinco años enfermería, me fui a Inglaterra un par y luego... volví a ermmm... Pontevedra -risa nerviosa- bueno, no Pontevedra, pero necesito estar en el anonimato
- Sí, por supuesto Acuario... todo es confidencial, volviste a España de un país extranjero y?
- Bien, pues soy enfermera de cirugía cardiovascular y... al poco de empezar pues... cómo decirlo que no suene tonta... me enamoré como una bestia del cirujano con más renombre del hospital, es el jefe de servicio y...
-Y déjame adivinar, fuiste correspondida...
- Sí, bueno, claro...-risa nerviosa- soy bastante mona y pasamos muchas horas juntos.. él tiene tanta responsabilidad, tanto estrés en su trabajo... yo le ayudo mucho, me dice, soy su bastón...  me repite... gracias a mí tira para adelante en este mundo tan competitivo... porque también publica.. y... sobre el tema que estáis tocando hoy...
- Sí- afirma la locutora-: está casado. 
- Eso... y no me ha podido llevar a los congresos aún, pero me llevará... hace poco se fue a los Estados Unidos, con su mujer, y me fastidia porque, en serio, no tienen nada que ver... ella ya no le conoce, ni él la conoce a ella... no comparten nada... y...
-Y él que dice?
-No, que me quiere, que espere, que la va a dejar, que ahora es mal momento, que los ninios aún son pequenios, que le dé unos meses, que tiene que atar muchas cosas pero que enseguida...
-Acuario, te diré esto una sola vez: Nunca dejan a sus mujeres. Sagitario, Elche?

Año 2014, en el psiquiatra
- Soy una mujer de éxito: con 24 años y estoy en un puesto de gran responsabilidad en Goldman Sachs. Estoy buenísima. Viajo, tengo amigos. La vida me sonríe. Doctor, estoy harta de esta ansiedad terrible por las mañanas.
- Cuénteme algo de su padre...
- En serio? Oiga, perdone, yo pensaba que usted era psiquiatra, de los que dan pastillas, no analista, que no veo ningún diván... necesito un "quick fix" para esto mío... no duermo, no como, no vivo...
- Sí, soy de esos, le puedo dar pastillas, pero simplemente necesito integrar su historia familiar para intentar entender de dónde viene...
- Mi padre... bueno, por acortar la historia, dejémoslo en que tuve un Complejo de Electra a lo Big Bang...
- Wow, Complejo de Electra? Hace tiempo que nadie sacaba a Jung de la chistera en la consulta...
- Sí, Electra o como se llame hoy... mi padre era superman: rico, guapo, poderoso, protector...
- Establece alguna relación entre su padre y el CEO de su compañía?
- Por favor... no le estoy pagando para eso: sería demasiado simple,  está al nivel de lo que dicen mis amigas...
- Pero según mis cálculos, sus niveles de ansiedad se han disparado desde que inició esa relación, cómo la llamó usted? suicida?
- Insisto en que no he venido para este tipo de análisis...
- Pero usted, que se ha definido como feminista e independiente, cómo lleva la disonancia cognitiva de perseguir a un hombre poderoso, ermmm... como dijo, un momento que miro-busca en su ipad-, tan "patéticamente"?
- Me da una receta o me marcho.
- Le puedo recetar ejercicio? Vaya a correr.

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LA SECRETARIA IDEAL
Yo soy la secretaria
ideal.

Mi jefe es elegante,
mi jefe es tan discreto,
es alto, es distinguido,
es un jefe completo.

Cuando viene y me ordena:
«una copia textual»,
yo soy la secretaria
ideal.

Mi jefe tiene esposa,
dos hijos y tres criadas.
La esposa por lo menos
no lo comprende nada.

Cuando él viene y me dice:
«somos tal para cual»,
yo soy la secretaria
ideal

Mi jefe tiene un mustang
y algún departamento
donde vamos a veces
yo y su remordimiento.

Entonces lo conformo:
«es pecado venial»,
yo soy la secretaria
ideal.

Mi jefe se comporta
como un tipo maduro,
la panza disimula
cuando viste de oscuro.

Y si bosteza y dice:
«hoy no, me siento mal»,
yo soy la secretaria
ideal.

Cuando se va mi jefe,
mi jefe ese hombre viejo
yo me desarmo y quedo
sola frente al espejo.

Y a mí misma me digo
el cansado ritual:
«Yo soy la secretaria
ideal».
autógrafo 
Mario Benedetti

31 marzo 2015

I Dicertamen Sinestésico Internacional: De Amores Que No Fueron Aunque Bien Pudieron.

Relato Sinestésico I-IRE
La primera vez que le vi olí los colores de las canciones de los sesenta...

Relato Sinestésico II-DRIVER
Ella era hidrodinamicamente perfecta.
Atravesaba las olas con el sonido de una balada, y reflejaba la luz en una banda de frecuencias mezcla de olores a azahar y caricias dulces con la punta del meñique.
La confundía con un angel.
...
Tal vez lo fuese.

Relato Sinestésico III-LUXINDEX
 «La conocí secándose los azules sobre la arena dorada de Zahara de los Atunes. Fue saboreando un pasodoble en compás de cuatro por cuatro, un lejano rojo verano que aún hoy me late».

(Se me contagian esas manos al viento, alegremente entregadas al compás, y el ridículo y simpático a modo de pasacalle de La Canalla. «No se pescan por deporte atunes en el paraíso…». Aunque puede que no lo parezca, la letra tiene mucha enjundia).

Relato Sinestésico IV-DI
Se conocieron en la única reunión de Sinestetas Temporoespaciales Anónimos. El pensó que ella pertenecía a la tribu urbana de los góticos, porque iba toda de negro y un poco pasada de eyeliner. Ella creyó que él jugaba al rugby, porque empezando por el diámetro de su cuello, todo era excesivo. 

El estúpido animador -o terapeuta o lo que fuera -de grupo lo dejó claro: esto era autoayuda en estado puro, no un speedating ni una agencia de contactos. Solo irían a una sesión, y luego volverían a estar solos en el mundo de los que perciben "normal". Era vital que los sinestetas no se emparejaran aunque ante las extraordinarias historias sinestésicas los participantes se enamoraran. Pasaba frecuentemente, pero quedaba terminantemente prohibido comenzar una relación, o la policía sinesteta tomaría cartas en el asunto. Habían firmado un documento. Y empezó la ronda.

Cuando llegó el turno de la gótica describió, como todos, su concepción del tiempo. Habló de una ensaimada que se retuerce sobre ella misma, y explicó cómo junio estaba bajo una guinda y diciembre tenía una cantidad excesiva de azúcar glasé. Miró al jugador de rugby, y luego al suelo. 

Eran esas pestanias reales? pensó el jugador por unos segundos, porque ya era su turno. Carraspeó... su imagen temporal era la de... un balón de rugby (lo sabía, pensó ella). En el lado de la costura superior está enero... aquí, en esta otra marca (lo iba senialando en el balón) es Septiembre y, justo aquí, el el extremo, está Julio. 

Hubo una pausa. Sus miradas se cruzaron, y ella supo que le decía algo. El puso el dedo en lo que estaba claro era principios de octubre y dijo:

-"El Puente de los Tres Arcos"

Nadie entendió nada y así terminó la sesión. ~~~~
El 1 de octubre una chica vestida de negro con demasiado eyeliner esperaba en el Puente de los Tres Arcos. La gente iba y venía con prisa, pero él nunca llegó. 

El 31 de marzo un chico cuadrado, que parecía un jugador de rugby, esperaba en el Puente de los Tres Arcos. Miró su reloj por enésima vez y por primera se fijó en la dirección de las agujas: justo al contrario que los meses en su balón de rugby. Entonces entendió: llegaba seis meses tarde.

17 marzo 2015

De cómo Di Bloom llegó a donde llegó

Muchos años después, frente a un pelotón de fusilamiento filipino, Di Bloom había de recordar aquella tarde remota en que su tía Férula le llevó a conocer su bonito pueblo en Vetusta, de cuyo nombre no quiero acordarme.

Pero eso, como digo, fue muchos años después. Antes fue lo que a continuación relataré.

Cuando Di tenía seis años vio en un libro sobre la selva virgen, que se titulaba Histoires Vécues, una magnífica lámina ... que a pesar de tener una grandiosa ilustración de una cacatúa que le recordaba mucho al portero de su casa, Belarmino, acabó arrancada de cuajo y echada a la chimenea donde fue pasto de las llamas. Continuó, una a una, con las páginas de Histories Vécues hasta que sólo quedaron las tapas.

Fue en ese momento, a la tierna edad de seis años, con sus coletas y sus zapatos de pulserita cuando comenzó a dar los primeros pasos en una adicción (que no afición) que la acompañaría toda su vida: la piromanía.


…la piromanía, la pólvora y armas varias. Pues en aquel pueblo, no solo se aficionó a ser niña; sino que también a “la fábrica” y lo que allí se cocinaba. Fábrica en franquicia con ® S.A.G.A, cuyo su negocio se centra en la elaboración de cartuchos, balas y balines para todo tipo de armas y armamentos.

Le encantaba visitar esa fábrica, y todos los años lo hacía. Conocía hasta los secretos de la escopeta de feria, de los calibres, pesos, medidas, distancias y puntos de mira. Incluso podía diferenciar si un arma estaba cargada de plomo, o bien si la munición era de fogueo. De niña y de no tan niña Di Bloom se pasaba tardes jugando solitarios de la ruleta rusa en aquel entrañable lugar…

Otra de las cosas que solía hacer era trucar balas y balines con una pasta especial que ella misma junto su tía Vetusta inventaron y llamaron Muxussugus. Quien fuera víctima de un disparo de esa munición quedaría fulminantemente enamorado. fuera o no fuera viernes y/ó 13 .


En todo pensaba Di Bloom mientras miraba distraída las bocas de los cañones de fusil que le apuntaban. “Nunca imaginé que sucedería en Filipinas. Al menos, espero ser la última”. Oía vagamente la voz del capitán recitando los cargos y la sentencia. Sonrió cuando anunciaron el nombre que aparecía en la orden de ejecución. Y recordó el día en que, muy seria, comunicó a sus allegados que no volvería a responder al nombre de Di Bloom. “¿Cómo debemos llamarte?” ...“Llamadme Ismael”


Di Bloom despertó con un fuerte dolor de cabeza y algo de náuseas, echada en un sofá, tapada con una sábana ligera. Era una sala muy grande y en la mesa baja cercana vio restos de copas, varias pipas de kif y libros abiertos, puestos boca abajo. Enseguida recordó que el grupo Bartleby se había reunido, por fin, en persona. No era un palacio marroquí, eso resultaba ya peligroso, sino un lugar apartado del sur de Andalucía que, por su estado mental, le resultaba difícil precisar. Terminaron la noche leyendo cada uno unas páginas de su libro preferido, mientras bebían y, algunos, fumaban pipas de kif. Ella no debería haber fumado, no estaba acostumbrada, pero los sueños densos en los que había revivido las historias, habían merecido la pena. Supuso que todos habrían bajado a la playa. ¿le habrían dejado café en la cocina? Lo tomaría, se ducharía y bajaría ese kilómetro, eso sí lo recordaba, que le separaba del mar y los amigos.


Mientras se preparaba el desayuno, tan sólo un vaso de agua con una ramita pocha de menta, los malditos no se habían acordado de ella, no dejaba de pensar una y otra vez en un extraño hombre que sin tener ningún atractivo especial le fascinaba por la fuerza de su mirada, y en un niño...un niño de unos seis años cuyos rasgos le recordaban vagamente a los de ella misma.
¿Quienes eran?, estaba segura de que no los había visto en la vida, y menos en aquel grupo de Bartleby que tan descuidadamente habían arrasado con todas las viandas de la cocina.
Pero su imágen era mucho más fuerte que una ensoñación de hachis.
Entonces acudió a su mente la frase que marcó el resto de su vida.
El tiempo, en realidad, tiene dos dimensiones.


El tiempo no es lineal; como el espacio, tiene varias dimensiones y a ella le gustaba pensar que por lo menos existía el tiempo vivido y el tiempo soñado. Por ejemplo, en el plano de lo soñado se preguntaba ¿encontraría a la Maga?, y en el de lo vivido se daba cuenta que aunque estuviera preparando el desayuno era un día de abril luminoso y frío, y los relojes marcaban la una.

Para cuando salió la heroica ciudad dormía la siesta.


Aquella siesta fue diferente a cuantas antes disfrutó, y completamente distinta de todas las siestas que le siguieron.
¿Estaba despierta o dormitaba ?
¿ Era un sueño o su imaginación en estado puro ?
Estas preguntas carecían de importancia, pues todo el mundo conoce que los sueños de las siestas van por libre.
...
Soñó que colocaba una mosquitera individual sobre un lecho de hojas de laurel.
Di Blomm se veía entrando en el tálamo y acomodándose entre la hojarasca.
Allí dentro se respiraba un ambiente muy sano, pues la mosquitera impedía que llegara la señal del wifi y la de cualquier otro aparato de base electromagnética.
¡ Era la auténtica y tan soñada mosquitera universal !
...
Tantos años buscándola y ahora era dueña y señora de su uso y disfrute.
Así que cerró los ojos bajo la luz tenue que se dejaba columpiar a través del tejido de algodón y...
Decidió tomar las riendas de aquel oasis de paz.
...
Lo primero que ocurrió fue aquello que más le gustaba de todo lo que le gustaba.
Al fin y al cabo estamos hablando de la auténtica mosquitera universal.
...
Empezó a sonar Moonlight Shadow, interpretada por un jovencísimo Mike Oldfield en estado puro.
...
Di Bloom viajó de forma espontánea a sus doce años, cuando la música se escuchaba debajo de una mosquitera de algodón y los sueños eran tan reales que se podían tocae con la punta de los dedos.
Tan sólo había que estirar un poco la mano.
...
En aquel estado de pureza absoluta estaba, cuando de pronto sus ideas se ordenaron de forma natural y se le ocurrió un ardid para hacer de su futuro una aventura sin fin.
Lo primero que se te viene a la cabeza, la primera luz que atraviesa las neuronas suele ser la mejor de todas las ideas posibles.
...
En este caso se trataba simplemente de...
seguir soñando. Dejar atrás para siempre el fuego, las Histoires Vécues, el grupo Bartleby, la Maga y todo aquello que en su vida le ataba al pasado. El tiempo tiene dos dimensiones y ella quería permanecer para siempre en la segunda, en la oscura, en la lejana. Ella solo quería soñar que dejaba atrás el territorio hostil de su vida cotidiana, en el que todo su horizonte le era conocido y en el que, al salir al balcón, bancos, gentes y árboles le llamaban por su nombre. Nunca más despertar, esa fue su decisión. Ella sólo quería entrar de lleno en el territorio de los sueños, territorio que era ya su única patria.



... su única patria, su única patria... Di Bloom abrió los ojos. Estaba en una habitación blanca, de esas con las que representan el cielo en las películas.

-En fin, ya solo le queda firmar aquí...

Di Bloom miró al hombre, un tipo extraño con gran fuerza en la  mirada, y al niño de unos seis años a su izquierda.

-Firmar.. el qué?

-Sí, firmar... sobre la líneas de puntos. Nos han gustado sus sueños, queremos comprárselos... usted aceptó antes de someterse a Onírika.

-Qué es Onírika?

El niño ni parpadea. Da miedo.

-Es nuestro programa de análisis de sueños. Onírika decide si... serán rentables para nuestra empresa...

-Y?

-Entonces los compramos. 

-Quieren mis sueños? Por qué?

-Oh, los suyos son muy rentables. Mezcla Cortázar, mil y una noches en Ryads marroquíes (ha aproximado a Andalucía), Melville (hasta nombra con un relato suyo a un grupo de amigos que, siento decirle, no tiene), de fondo suena The Cure y un Mike Oldfield cansado (esto irá muy bien para el mercado de ochenteros), usa neologismos tipo tubalé (lo cual nos indica, así de entrada, una patología de moderada a severa, muy atractiva para cierto consumidor perturbado), Orwell (se ha quedado muy al principio de la novela, le da miedo la 101?). 

El hombre se va paseando por la habitación . El niño permanece inmóvil.

-...muestra una confusión típica del que solo ha llegado hasta física de COU con el concepto tiempo y sus dimensiones (aquí entran los amantes de la ciencia ficción, porque su lío es inmenso), los cetáceos otro de sus temas recurrentes (no nos interesa explotar aquí a Ishmael, esta es sección para los de "Jara & Sedal"), a ratos aparecen fijaciones freudianas con el fuego y las armas (esto es uno de nuestros Top 10 best sellers, cualquier neurosis lo es, y más si apela al mundo S&M, con el que le veo a usted potencial: ya sabe disparar y el éxtasis)... en fin, todo de libro de texto...

-Pero espere.. qué es todo lo que dice? Quién es Mike Oldfield? Qué es la 101?

-No se preocupe por eso, esos sueños ahora son de Onírika... pero usted tiene muchos más...

-Y cuándo se me acaben?

-Escuche, no está usted en posición de negociar... fuera de sus sueños, no le queda nada. No hay nada, rien, ziltch, nothing ahí afuera, todo lo que queda es Onírika: compradores y vendedores.

-Ellos están ahí fuera... el grupo Bartleby.

-Eso mismo dijo usted la última vez, y tras pasar dos días en la nieve sin encontrarlos, volvió... no pierda el tiempo... El Grupo Bartley es uno de sus sueños...

- Igualmente, lo iré a buscar...


10 marzo 2015

Primer Certamen Internacional de Relato Corto Colectivo Di´s 2015

Querid@s,

Notaréis que no estoy divagando, ni para los comentarios le da, dicen algunas voces. Podría poner excusas, pero esta vez hay buenas razones.

He estado considerando cómo soltar las noticias. Ya me costó lo mío a la familia, en el trabajo, algunos amigos... todos me odiaron. Por distintas razones. Por seguridad, unos, porque a ver quién se lee los informes, otros.

Puede ser que vosotros también. 

Este año nos vamos tres semanas de vacaciones a finales de Marzo. Esto quiere decir que en verano estaré en el dique seco. Pero ahora... hay mucho que preparar. Hay que leer la guía. Hay que mirar vuelos. Hay que mirar hoteles, moteles, chamizos. Cosas de viajar con niña.

Pero la risa va por barrios: no es todo tan bonito como parece. Hace unos días toqué fondo: me parecía todo tan complicado. Pero bueno... ya no había marcha atrás. 

Así que mis tardes-noches las paso leyendo The Rough Guide to The Philippines. Y volviéndome loca con las conexiones, con los horarios, y con las terrazas de arroz. 

Las terrazas de arroz fueron el momento existencial máximo: todos los que han estado dicen que no te las puedes perder, pero a mí no me salía la ecuación: 6 horas en bus de ida y 6 vuelta. No con Mini. Así que desde esta maravilla UNESCO no podré retransmitir, lovely divagantes. Pero espero que desde otros sitios, sí. 

Mientras tanto, nuestro divagante-sereno, el que nos cuenta todos por la noche a ver si estamos (no hablamos aquí una vez de los serenos? -"Still Di", próximante en su cartelera), ha tenido la amabilidad de adelantarse y montar el ***FANFARRIA****  Primer Certamen Internacional de Relato Corto Colectivo Di´s 2015 ***FANFARRIA**** 

Así que os dejo con las instrucciones y una foto de las impresionantes terrazas de arroz que no vamos a visitar. 

Continuará****





Borrador de las bases para el Primer Certamen Internacional de Relato Corto Colectivo Di´s 2015

Para la consideración del respetable, se proponen las siguientes condiciones:

1. Abrir un plazo de tres días para que se apunte quien quiera participar en la redacción de este relato colectivo. Para la adscripción bastará manifestar la voluntad de participar a través de un comentario.

2. Agotado este plazo, sabiéndose ya el número de participantes y a falta de una mano inocente, será nuestra Di quien por sorteo (no vale hacer trampas, o muchas trampas) establezca el orden de participación.

3. Dicho orden es fundamental, como veremos a continuación. El primer participante tendrá que iniciar el relato escribiendo con una extensión mínima de una palabra y máxima de quince líneas; el segundo lo continuará (también con el mismo rango de extensión –de una palabra a quince líneas-) pero con su estilo, y así sucesivamente.

4. Desde la fecha de publicación del texto del primer participante, el segundo dispondrá de una semana, como máximo, para entregar su parte y así hasta llegar al último. Sabemos que con estos plazos la cosa se puede hacer larga, pero la creatividad, ¡decídmelo a mí!, requiere su tiempo y, además, Zamora no se tomó en una hora.

4. En los textos que se entreguen, el uso de la eñe (naturalmente, en las palabras que la contengan) será preceptivo. Por tanto, nada de ninios, ¡cono!

5. Finalmente, hechas públicas todas las entregas, si Di da su OK y hubiese quórum (mínimo de ocho participantes), se unirá todo el relato y se publicará en un post de Di de forma unitaria. Lo sabemos, lo sabemos: será la sensación de la Internet.

6. Y entonces, amigos, será el momento de ensalzarnos y tirarnos flores entre los colaboradores y el regurgitar de dientes y castañear (¿o era crujir?) de nalgas de los cobardes o perezosos que se abstuvieron.

7. A los participantes se les obsequiará con las obras completas de Javier Marías y una foto, tamaño natural, de Landelino Lavilla semidesnudo (bajo ningún concepto se aceptarán renuncias o devoluciones de los regalos). La intendencia de estos presentes correrá por cuenta de quien se encargue.

¿Hace?

04 marzo 2015

Mensaje hallado en un bolso vintage. Un relato.

Se pasó tres días viajando hasta que llegó al pueblo. Podría haberlo hecho en menos tiempo, está claro, pero no hubiera sido lo mismo. Así resultaba casi un viaje de aquellos antiguos, de los que le contaba la Tía Férula que se hacían en barco para venir de la Argentina. Ella lo sabía de primera mano porque su marido, con su gran familia, habían cruzado el Atlántico varias veces, hasta por fin establecerse de nuevo en España. Y dicen que al pisar tierra se caminaba de lado a lado, como si siguieran sobre las olas, borrachos de mar al igual que los 30 días anteriores. O eran quince: ya no se acordaba.

Por qué no escribió las historias de la Tía Férula cuando se las contaba? Historias de sus múltiples vidas (no porque fuera una agente doble, pese a que una vez en pasaportes le dijeran que haría la perfecta espía por el cambiante color de sus ojos) sino porque, mientras que ella había nacido, crecido y probablemente moriría en una ciudad -con sus comodidades y sus incovenientes- la Tía Ferula se había movido en muy distintos escenarios.  

Historias de la Tíá Férula sin escribir. Historias de su infancia, el colegio de las monjas donde llevaba uniforme con capa, y una de ellas le decía "sé buena pero no te vayas monja". Historias de su primera adolescencia aún en el colegio pero metiendo el dedito en la vida de esa ciudad mágica con lagartos de colores y catedral-castillo-encantado, la más europea de la península. Historias de la guerra, que estalló exactamente un año después de su quince cumpleaños ya en "la montaña", aquel pueblo fronterizo donde fueron a buscar el aire limpio para salvar a su madre de un mal del corazón. Historias de los que pasaban al otro lado, que un día fue La Ilustración y entonces era la salvación. Historias de cómo un apuesto joven que decía "cheee" continuamente, llegó al pueblo con sombrero y poncho dirigiendo la tala de todos los árboles de "una montaña que su familia había comprado". De cómo conoció al misterioso bonaerense, hijo de españoles que, tras haber hecho fortuna, decidieron "volver a morir a España". De cómo el padre de Tía Férula "contrató a una espía" para comprobar que era de buena familia, y no un impostor de allende los mares. 

Historias de su vida que a partir de su boda, con 25 años, "no te cases antes, a mí me dio tiempo a todo" en una parte de la piel de toro que se hablaba otro idioma, el mismo que en el pueblo fronterizo y en la ciudad mágica les obligaban a hablar por la calle. Historias de "la finca", donde iba a llevar las riendas, las cuentas, la organización y todo,  por muchos años.  Historias de la vida de la gente pobre de los pueblos cercanos que trabajaba para ellos, y de la gente bien de la ciudad de provincias, donde eran invitados a cenar cuando venía Evita Perón o similar. 

Y por fin, los útimos anios en una casa en las afueras de la ciudad de provincias, a la que los muebles de la finca le quedaban grandes. Pero la Tía Férula no era de las de tirar. En los cajones de sus armarios, de sus cómodas, de la alacena, había ido cuidadosamente guardando una vida, quién conoce las razones de los que almacenan. Recordar, agarrarse a las cosas que simbolizan tanto, a los momentos en los que con ellas fuimos felices. Dejarlas como miguitas de pan, como piezas de puzzle para que alguien lo recomponga. Algún día. Ahora ella volvía para recordar, para volvérsela a encontrar. Pero no se imaginaba hasta qué punto.

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Llueve a cántaros y ya es de noche cuando la deja el taxi en la puerta de la casa de la ciudad de provincias, en las afueras. Marina, la vecina de siempre, ya está en la ventana y sale corriendo con la llave.
-De verdad que no quieres venir a dormir a mi casa?
-No, gracias Marina, estaré bien aquí...
-Yo te he puesto la calefacción ya por la mañana, así que frío no pasarás... te he dejado yogures en la nevera... y en el horno tienes tortilla de patata... como me acuerdo que te gusta fría...
Ella sonríe y asiente. En realidad el tiemblan las mejillas y no sabe si con la sonrisa, acabará sollozando. Pero no.
-Bueno, que estás muy cambiada... ya comes? Te veo muy delgada. Mañana hablamos más tranquilas. Te he hecho tu cama, la de al lado de tu hermana. Ah, y te he dejado también una toalla. Cualquier cosa, llama, que estamos al lado... ay! si te conozco desde niña! Hija... cómo sentí lo de Tía Férula... la calle no es lo mismo sin ella. Con lo que la queríais tú y tu hermana... Venga, me voy...

Ella sube las escaleras y da la luz de su antiguo cuarto: deja allí la maleta y el abrigo. Se descalza, el suelo está helado. Huele un poco a cerrado: ha pasado más de un año. Casi de puntillas entra en la habitación de la Tía Férula: está exactamente igual que la dejó. Pone la mano en el tocador (el tubalé, como ella lo llamaba) que aún tiene las fotos suyas y de su hermana, una virgen de algo, la foto de boda con el Tío Che: Tía Férula va de negro. De esa historia sí que se acuerda: Tía Férula, desoyendo los consejos de su madre que opinaba que "todas las que se casan en Mayo son desgraciadas", siguió adelante con los preparativos. De poco le sirvió, se casó en Septiembre porque su madre murió aquella primavera, para salvarla de la superstición de Mayo. 

 Sus ojos recorren la habitación de nogal, la que le hicieron a medida cuando se casó en 1945: la cama, las mesillas talladas, el armario con la luna central, los sillones bajos, la sillita para el tubalé. Todo tapizado en un terciopelo verde gastado. Todo esperándole para reencontrarse. 


~~~~~~~~~~~~~~~~

A la mañana siguiente se despierta y aún es de noche. No ha podido casi dormir, tanta es la emoción. El espíritu de la Tía Férula no vaga por la casa: ojalá esto fuera una novela de Isabel Allende y se la hubiera encontrado por la noche. Pasan las horas y un sol que es pura alegría se mete por los laterales de la persiana. Cuando la levanta y quita los cerrojos de las contraventanas se encuentra con el cielo más azul que ha visto en meses, y árboles, y los sonidos del pueblo: los pájaros, una sierrra mecánica que debe estar podando, un timbre de bici. 

-Hola???? Estás arriba?
-Sí, sube Marina
-Qué tal has dormido? te has comido la tortilla?- la voz se acerca mientras sube las escaleras
-Sí, estaba muy rica, gracias.... me he guardado algo para luego
-Te traigo pan.. pero qué lío tienes aquí!

Ella está de pie al lado de la cómoda: lleva el pelo recogido con una pinza, una camiseta blanca y vaqueros viejos. La cama está llena de cajas abiertas, las tres puertas del armario abiertas, la del centro de par en par, los cajones de la cómoda colgando.

-Sí, bueno, he venido a ordenar todo lo de Tía Férula... lo que no sirva lo daré a alguna organización y lo otro...
-Lo otro? A qué te refieres?
-Tía Férula lo guardaba todo.. me estoy encontrando aquí objetos del Siglo XIX, para que te hagas una idea...
-Y eso para que lo quieres, hija mía? Vale algo?
-Para mí, no tiene precio...

Marina se va, sin entender nada. Durante los siete días que ella pasa en la casa, prácticamente sin salir, se encarga de dar vuelta para asegurarse de que ella come. Pero eso no es en este momento una prioridad: con lo que ha llegado ella a comer en esta casa. Tía Férula cocinaba como nunca nadie volverá a hacerlo para ella: nada puede competir con los sabores de la niñez. Se hace tostadas con aceite y azúcar con ese pan tan rico y bocatas de jamón, de queso... come puramente para poder seguir en ese viaje que va a hacer sin salir de esa habitación. 

La maniana soleada inicial abre la cómoda. En el cajón superior izquierdo hay papeles y muchas cajas y cajitas. Y aún más en el izquierdo. En los cajones inferiores hay mil papeles sueltos, clasificados en sobres, en carpetitas azules de gomas. Tambien hay ropa interior y medias, algunas verdadera antiguedad, de aquellas que se llevaban con liguero pero aún no existía la silicona que llevamos ahora. Hay muchas carteras de piel, en total 10 o 15. Dentro de ellas hay dinero antiguo, tarjetas de visita, fotos de carnet. En las múltiples cajas de madera hay un misceláneo, un maremagnum, un campo de Agramante (expresión que usaba la Tía Férula para referirse a las habitaciones adolescentes) de distintos elementos: anillos, pendientes, navajas, botones, colgantes, cadenas, hilos, agujas de coser y una auténtica colección de agujas de poner en la blusa o el abrigo- algunas preciosas, con toques orientales. En ese momento decide comenzar a clasificar: una cajita para cada obsesión, que ahora pasa a heredar y a hacer propia. 

Encuentra estampitas religiosas, rosarios, y aunque no le extraña, ella sabe que la Tía Férula no era ninguna beata. Había recibido información de una de dentro (aquella monja) y lo suyo era "hay que creer en algo, en Dios o en el Diablo", pero sin mucha convicción. Hay también alguna revista y periódico antiguo: por mucho que busca no logra encontrar una publicación que recuerda de su infancia de cuando el anterior papa visitó España en 1982. Hay unas navajas de nácar con forma de pez y de zapato de tacón, respectivamente. Mecheros de aquellos de gasolina. Llaveros y... un pin del Barca! (esto no parece tener valor histórico). 

El dinero antiguo comienza a apilarse, sale de todos los sobres, billetereas, y cajas. La Tía Férula era toda una coleccionista desorganizada! Muchos tendrán menos material pero bien ordenado y sistematizado... ella no. Billetes de cien pesetas, uno del anio 1937. Moneda extranjera (era entonces agente doble? ella sonríe con la idea... seguramente son sobras de nuestros viajes posteriores). Monedas de cartón de la República. 

Hay pañuelos de esos que ya no se usan con las iniciales bordadas de los padres de Tía Férula. Ella encuentra un documento de identidad de su padre, nacido en 1872. C.O. y J.S. Algunas piezas del puzzle empiezan a encajar, alguna cosa a tener sentido. Pero, aquel pañuelito gris oscuro, muy usado, que parece más bien de miliciano... por qué está guardado? Quién llevó ese pañuelo? Tal vez su padre cuando hizo la mili en Africa? Porque también encuentra un documento que acredita que el padre de la Tíá Férula había recibido buenas referencias tras Africa, "sabe leer, escribir y tiene buena higiene personal". Esas cosas se escribían hace 100 años. Y  encuentra muchos más pañuelos de cuello, bufandas, fulares: algunos hasta los recuerda en la Tíá Férula, de otros le viene la imagen del mercado de Bangkok donde los compró ella misma.

La parte central del armario, escondida tras la luna donde ella tantas veces se miró en el pasado (el mejor espejo de la casa), esconde un tesoro tras otro. Las mujeres del pasado bordaban juegos de cama maravillosos, y manteles, y hacían puntillas, y muchas más cosas de las que ella no sabe ni el nombre. Las sábanas de hilo con las iniciales de la Tía Férula y las de su madre son piezas de museo. Pasa las yemas de sus dedos por encima y piensa en el vuelco que ha dado el mundo, en esta parte del mundo, para algunas mujeres afortunadas, como ella. Sigue el bordado y lo que daría por fotos de la Tía Férula y su madre bordando aquel ajuar. 

Pero encuentra mil fotos de carnet. Qué mirada la de Tía Férula. Pero por qué se peinaban así? Se asusta con una foto en la que tienen ambas la misma edad. Qué pronto envejecían entonces.

En las estanterías, bien envueltos están los bolsos. Hay algunos tan bonitos, los modernos los llamarían vintage. Jacky Kennedy, Coco Chanel... todas desfilan en su cabeza a medida que saca los bolsos. Dentro de ellos hay muchas de esas cosas que está clasificando en las cajas de madera: dinero, tarjetas de visita, una cajita metálica de Pastillas Juanola... y en casi todos, un espejito con su peine. Ay Tía Férula, presumida. 

En algún punto decide empezar a hacerse selfies: aquel sombrerito de terciopelo con redecilla hacia la cara no puede desaprovecharse. Y... un momento, qué es esto? Pensaba la gente que Jean Paul Gaultier había inventado algo con el corsé de Madonna? Tíá Férula lo tenía ya, de seda blanca. Sube la música de fondo y, entre risas se lo prueba. Risas porque ni de lejos lo llena, pero en los selfies trabajados, con juego de espejos que le envía a su hermana, parece que sí. 

Y cajas dentro de cajas, como un juego de muñecas rusas: en una de ellas encuentra un camisón de algodón blanco de la madre de Tía Férula. Se emociona de pensar que tiene Historia entre sus manos. Y entonces, la última, allá en el fondo, esconde una sorpresa más: Tíá Ferula, que se casó de negro porque su madre no quiso que lo hiciera en Mayo, llevó un camisón blanco de noche de bodas que cualquiera hubiera usado feliz para casarse. En el selfie de turno se aprecia el vuelo, la caída de la seda, las puntillas del pecho. 

Ella da vueltas sobre sí misma para que vuele el vuelo, reflejándose en la luna del armario que se mira en la de la cómoda. El espíritu -de otra clase de los de Allende- de Tía Férula, después de los días que ha pasado abriendo cajones, cajitas, sobres y puertas, está por fin con ella. Pensaba reencontrarse, pero esto ha sido mucho más: abrir un regalo tras otro, a cada cual mejor. Se siente afortunada por haber podido hacer este viaje, y por haber sido la sobrina de Férula. Qué hora será, se está haciendo de día...

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-Se puede????
(No hay contestación)
-Que subo, eh???

Marina sube pesadamente las escaleras, ay esas rodillas. Se oye la radio muy bajita de fondo, las luces laterales están encedidas. A Marina se le cae de la mano el correo cuando se la encuentra, vestida de novia, profundamente dormida sobre la cama de Férula. 

31 marzo 2014

Una historia de miedo

Bea y Jorge llevaban apenas unos meses de relación. Les separaban unos 200 kms entre sus Vetustas particulares, que eran vividos como una especie de tortura laica del enamorado, inflingida por los dioses paganos Eros y Sarturno. Entre semana, Saturno devoraba las horas en cámara lenta, y los fines de semana que se veían, pasaban volando. Oh, l´amour! Y así todo el rato. 

Todo había empezado en verano -como siempre han de empezar estas cosas, sanjuaneando- y andaban ya en el finde de Todos los Santos. Ahora eso ya no existe, ahora es Halloween, que no da ni la mitad de miedo que los Santos, que en realidad son muertos, todo el mundo sabe. Pero nuestra parejita de enamorados, ajena al calendario (y con ello, a la posible Ira de Dios) decidió irse de "acampada libre" a la montaña. 

Ninguno de los dos tenía demasiada experiencia en esto de acampar, porque sí, ella había sido jefa de patrulla en las Cabuyeras de las Teresianas, pero siempre estaba aquella monja de gemelos gordos que sabía lo que se hace. Bea recordaba a las monjas de Cabuyeras con su hábito y chirucas, una imagen que no ha conseguido quitarse a la retina, pero había olvidado todos aquellos nudos que repitió hasta el infinito: el margarita, el pescador, el ballestrinque, el as de guía... Jorge solo había hecho una etapa del Camino de Santiago con su cuadrilla, en la que terminaron durmiendo bajo un puente dado el grado de intoxicación etílica de los peregrinos: no dio ni para sacar la tienda de la bolsa.

Uno de esos amigos, ese amigo que todos tenemos que siempre tiene una tienda, reincidió, y allí que Jorge apareció con ella el finde de Todos los Santos. El coche fue gentileza de la que se convertiría en la suegra de Bea, que ya tenía el Corsa, pero aún mantenía un viejo Seat Fura para emergencias como esta. El "Infimo" fue bautizado tras esta aventura, porque a Jorge le venía definitivamente pequeño: todo un espectáculo verlo aparecer conduciéndolo, con la cabeza tocando el techo. Bea se derritió de amor con esta imagen, y esto indica un poco por qué esta historia es una de terror.

El tío pastelero (fan de Mari Trini) les dió una caja de croissants-brevas espectacular, con la que sobrevivieron todo el finde: eso y el Amor. De qué viven si no los enamorados? Y no sean prosaicos, más bien retrocedan a los primeros 90, sitúen la trama en la reserva espiritual de la reserva espiritual de occidente, y volvamos a invocar a las Madres Teresianas. Un cocktail molotov.

Infimo les condujo a un rincón absolutamente delicioso: un río de montaña, con su sonido cautivador, arbolitos, hiedras, césped y... bueno, habrá que plantar la tienda y... oh, maldito-amigo-de-la-tienda, se ha olvidado de incluír los vientos (Bea anunció que se llaman vientos algunos de los "clavos" con los q se sujeta la sobretienda). Embelesado quedó Jorge ante esta importante información: cuánto sabía Bea! Y era su novia! No importa nada, dijo Jorge inundado de la seguridad del desinformado, dormiremos sin sobretienda! Oh, qué arrojo el de Jorge, pensó Bea. Y era su novio! (No dijo nada, solo dio saltitos a la vez que aplaudía). Así (de plastas) son los enamorados.

Una vez plantada la tienda, qué hacer? Meterse en ella, no hay otra: no hay tiempo que perder! El río cantarín, el monte espectacular, algún pájaro exótico... a tomar por... Los enamorados y la caja de croissantes se metieron en la tienda hacia el final de la mañana y pasaron-verídico-17 horas sin salir de la misma. Y el miedo comienza aquí (almas pusilánimes, se abstengan).

Había tannto que hablar retrasado! Y mirarse a los ojos!! Algún traguito de agua, croissantes.. más mirarse a los ojos! Y describir los ojos del amado! Y abrazos! Y besos! Y hablar... había tanto retrasado!

Se hizo de noche. Con la linterna es que... jo, tus ojos adquieren un tono que...(nuevas posibilidades para hablar más de la pupila del otro!) Quedan croissantes? Cualquier cuerpo humano ya hubiera desarrollado un reflejo condicionado para aborrecer no ya a los croissantes-brevas, sino al concepto Pastelería para el resto de sus vidas. Un traguito de agua. Más besos... y se duermen.

De repente, un ruido ahí afuera. Se despiertan. A ver, no es un ruido ahí lejos... es... espera, pero qué es eso? Un jabalí? Un duende el bosque? Un oso? el Basajaun! No es "ahí fuera", ayyy qué miedo... es, es, es... digo, suena suena suena como una mano con uñas rasgando el cielo de la tienda. De arriba abajo. Nosferatura: Bea ve las imágenes de la peli de Murnau. Freddie Kruger: Jorge ve los dedos navajas corriendo sobre la tienda. Se abrazan, se quieren meter dentro del saco y no salir. Morirán juntos: Romeo y Julieta, palideced.

El ruido, con el fondo del río continúa: alguien o algo rasga la tienda, de arriba abajo. No hay sobretienda, así que alguien o algo está pasando una mano con uñas sobre sus cabezas y no da el paso de acercarse a la puerta de la tienda. Por qué los tiene así? En los principios de los 90 aún no se había filmado "The Blair Witch Project", pero la imaginación de Bea y Jorge supera cualquier bobada de footage encontrado. Por qué ese alguien o algo los tiene así?

Entonces, en un arrebato Jorge abre la cremallera y enfoca hacia el río. Una de las imágenes más bellas que ambos recordarán toda su vida fue el espectáculo que tienen delante: nieve. Está nevando unos copos inmensos, locos, como de peli de Navidad, que se acumulan en el tejado de la tienda y cuando la gravedad estima suficiente, se escurren hasta el suelo, haciendo un ruido que ríete Oso Universal.

Aún les quedaban un par de croissantes y la alegría de que, muchos años depués, lo podrían contar "en lo de Di". A la mañana siguiente ahí les esperaba, con una media sonrisa, el gran Infimo, que también vivió sus minutos de gloria al llegar a la ciudad: los viandantes le señalaban,  por una vez, no porque su conductor tocaba con la cabeza el techo, sino por el medio metro de nieve que llevaba encima