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10 marzo 2024

"Cantos de sirena" de Charmian Clift, o mis hercúleos esfuerzos luchando con la Hidra

La mano es de Mini, 
intendando interceptar mi foto
Una periodista australiana que vivía en Londinium en los años 50 con su marido -también periodista, también australiano- y sus dos hijos pequeños, decidió dejar esa vida para irse a una isla griega, y escribió un libro, "Mermaid singing" ("Cantos de sirena"). 

Inspiro. 

No es de extrañar que la divaganta Elena Rius me lo recomendara (y también en su blog, aquí); lo que es más curioso son las coincidencias con la otra divaganta Mo: sin haberlo hablado lo empezamos a la vez, lo terminamos el mismo día y,  por lo que veo hoy mientras finalizo esto, vamos a publicar la crónica también, bang, justo hoy. Elena también me envió hace poco una entrevista a otra periodista, Dolores Payás, que se fue a vivir a Kardamily, siguiendo la estela de Patrick Leigh Fermor (y hasta vivió en su casa), y Mo me envía de vez en cuando casas "viejas y baratas" (el enlace es conia, pero puedo explicarlo todo-sigan leyendo) en cualquier punto de Grecia a ver si me animo a hacer lo que la prota del libro. O sea, todo esto deben ser los hados. 

Yo, en bolas, frente a la Hidra
En relectura me doy cuenta de que este divague no me ha quedado, seamos sinceras, precisamente sucinto. En mi defensa invocaré (más adelante se verá por qué) a la Hidra de Lerna, serpiente policéfala con cabezas humanas, que regeneraba dos por cada una que perdía o le era amputada. En algún punto he intentado amputar, y todo lo que conseguía era que le saliera otra; eso sí, me lo he pasado en grande escribiéndolo - y espero que eso se transmita. El caso es que más que crónica de libro, me ha quedado una especie de saga-cultural-y-familiar donde el Tema Subyacente Principal es aquel viejo -pero no por ello menos apreciado- vivir sin miedo, salvajemente, lo que dure. La frase de Humphrey Bogart en “Llamad a cualquier puerta”,  “Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver” parece hecha para estos personajes, que en realidad son personas. Para mí ha sido imposible no pensar en el final de los protagonistas durante su lectura- aunque yo no lo supe hasta la mitad. 

Porque Charmian Cliff, la periodista australiana, era muy guapa y hasta trabajó de modelo en su país natal durante su época de estudiante. Había nacido en 1923 y a los 19 se quedó embarazada por primera vez sin planearlo, dando a su hijo en adopción. Trabajó como periodista en Melbourne, estuvo un tiempo en el ejército y en 1947 se casó con el periodista y escritor George Johnston. Él había sido corresponsal de la Segunda Guerra Mundial y es autor de uno de los mayores clásicos australianos que yo desconocía, una trilogía autobiográfica (the “Meredith trilogy, el más famoso  "My brother Jack") que ayuda a entender el continente en nuestras antípodas -donde el 20% de la población desciende de convictos-, pero en el que es, según cuentan, particularmente duro con las infidelidades de Charmian. Pero no nos adelantemos.

En 1949 la pareja deja Australia por Londinium y aquí pasan unos años corriendo en la rueda como el hámster (esta palabra me hacer indefectiblemente reír cuando recuerdo que la Yaya los llamaba "gángsters"). Un día deciden lo que todos ansiamos pero que parece en aquella época era solo un sueño generalizado de periodistas ("I married into the island persuassion of journalists"): dejarlo todo e irse a una isla griega. Porque se dieron cuenta que, cuando llegaban de trabajar de la máquina trituradora que era Fleet St. y por fin tenían este ratito mágico que yo uso para escribir el blog y ellos para hacer escritura creativa decente, estaban "demasiado cansados o borrachos" para nada. Esto, mezclado con ideas existenciales como que “cuando cumplías 40, se podía calcular tu futuro y estabas clavando una barra más a tu jaula, y ahora las barras estaban tan juntas y eran tan numerosas que no podías ver fuera de ella más,  o recordar cómo era el cielo o si quedaba alguien en el mundo que aún pudiera andar libre", hicieron el resto. .

Eligen Kálimnos, una de las islas del Dodecaneso norte (enfrente de la costa turca: "el amanecer que sale dorado por detrás de Turquía", describe) porque tiene una historia que puede merecer la pena contar: aquí el motor de la economía son los buceadores que buscan esponjas. Cada año, estos “hombres locos” se embarcan por siete meses y se van allende los mares -tan lejos como el norte de África- a tirarse a pulmón y nadar, nadar, nadar hacia abajo, con todas sus consecuencias. De hecho, la isla está llena de hombres discapacitados por este trabajo de altísimo riesgo. Yo pasé fugazmente por Kálimnos hace dos veranos: venía en un ferry guagua que paraba por todas las islas del Dodecaneso, desde Kos de camino a Léros. [Nota: buscando el enlace me he colgado mirando ese divague -en particular las fotos- y ahí cuento el criterio para elegir islas, a veces basado meramente en el horario de "Dodecanesan Seaways"]. Ahora creo que si hubiera leído este libro, habría seguro parado en Kálimnos (¿No os pasa que cuando disfrutáis de un libro el lugar donde ocurre -ese otro personaje- suele apetecer muchísimo?), soy así de mitómana, aunque Léros me encantó.

Hay dos aspectos que me han encantado de la novela: el primero,  cuando la autora cuenta ramificaciones de su decisión, qué supone romper con todo y seguir tu sueño,
 "sois un par de románticos - les dice un amigo- pero aunque viviréis para arrepentirnos de esta locura, creo que aunque las sirenas están mudas, es necesario para todo el mundo, una vez en la vida, bajar al mar y esperar y escuchar", 
lo que significa el verdadero nomadismo, el no pertenecer, el no tener más raíces que su propia curiosidad y su valentía, porque ellos no tienen casa en ningún lugar del mundo, algo que los griegos en Kálimnos no pueden entender, 
"nuestras posesiones portables, nuestro alojamiento pasajero. No es para nosotros el registro civil, los muebles de la abuela, el panteón familiar"
el vértigo, el vacío de una vida de autómatas,
"Cómo explicarle que estábamos hartos de la civilización, hartos del asfalto y la televisión, que habíamos perdido el norte y sentíamos una especie de vacío que no habíamos podido llenar con bienes materiales. Habíamos acudido a Kálimnos en busca de una fuente, una maravilla o una señal que nos reafirmara en nuestra humanidad"
Pero aún así, la dificultad, por mucho que lo desees, de parar. En la cita siguiente se puede entender el nivel de la prosa de Clift -que reconoce que ciertos rasgos de la personalidad de una no se pueden dejar nunca atrás, e.g. ella se preocupaba por todo, y se sigue preocupando,
"all the nervous years of pace without rest, of struggle without fulfillment, of taxicabs and telephones and the inexorably circling fingers of a thousand clocks spinning our lives away"
Eso sí, una no puede evitar pensar que todas estas reflexiones se hacen desde el privilegio. Y no hablo solo del económico, no es que tuvieran mucho dinero, pero sí contaban con un “capital cultural” que te permite lanzarte a esas aventuras y no salir demasiado malparado. Los trabajadores de las fábricas, de los callcenters, de la limpieza, nunca han podido seguir “los sueños de periodista” que describe Clift. A ratos me parece injusta su descripción de Londinium: en varios momentos en la novela recuerda la ciudad -reciben una factura impagada del gas que les gusta porque es el recordatorio regular de lo que dejaron atrás- que sí, es una máquina trituradora de carne, pero también es maravillosa a partes iguales, incluso si no tienes mucho dinero. Siempre me choca la gente que dice lo contrario, que para ser feliz aquí hay que estar continuamente consumiendo las miles de ofertas que te da la ciudad. Qué pena quien no sabe valorar un día frío y soleado de Marzo,  a rebosar de árboles en flor de todo tipo y color, por calles que nunca terminan de casita en casita maravillosa - si tienes bici, música y un libro en tu mochila, ya es apoteosis, no hace falta más.

Una última nota sobre la experiencia del emigrante: cuando una llega a un país extranjero, se pone un mapa enorme del país en la pared. No pregunten por qué, habrá mil razones, pero todo el mundo lo hace, durante un tiempo. Clift también: un mapa de azul y amarillo brillante, lo imagino con los deditos del Peloponeso y sus seis mil islas -de las cuales solo 227 están habitadas. Miro el googlemaps de la zona por enésima vez: yo habré estado como en 15 (ya que preguntan: mi favorita? no podría decir, aparte de que tiene que ser Itaca) . Así que hay cinco mil y pico islas o islotes desiertos esperándote.

Y soy predecible pero, por supuesto, el otro factor que me ha atrapado han sido las descripciones físicas de la isla, que te transporta directamente a Grecia, tan necesario mentalmente en esta época tan negra:
"las pequeñas islas flotando mágicamente sobre un océano índigo, los cipreses tiesos en contra del cielo temprano de las mañanas, las cúpulas rosas, los ejes de azafrán por las columnas, los tres burros en la colina un mediodía, vadeando por flores encarnadas...",

"conventos sobre los olivos en las montañas",

"nos despertábamos cada mañana con los sonidos y el olor a mar, y fotos enmarcadas en blanco de barcos y montañas y nubes y cielo". 

los azules, de los que yo he escrito tanto, nada que ver con su descripción espectacular:
"Chorio, like Pothia, is mostly blue, with a few houses painted yellow ochre, a few white. The touches on window-shutters and doors of pink and lime and cinnamon and grey are nothing short of miraculous. The blues range from the merest brightening of stark white, like a blue-rinsed sheet, to a thick, rich ultramarine. The variations on this one colour seem to be infinite, and combined with the subtle differences of wall textures, shapes, levels and the weathering effect of the sun, the blue sometimes produces fantastic optical illusions, particularly as the streets as well as the houses are covered with a thick coating of paint. Stairs melt into walls, corners curve, pavements swell into domed ovens. Sometimes there is no line of demarcation between house and sky, and walls soar up and thin out into pure atmosphere or the sky sweeps down to your feet, solidified with two pink windows and a pot of red carnations drawn on.  The black-clad women are exclamation points against the blue (...)"
Kálimnos desde arriba

Habla de una experiencia siempre maravillosa que es subir cuanto puedas y ver el mar desde arriba. Esto es así en todo lugar pero como la costa griega es tan escarpada y con tantas montañas alrededor, es muy fácil ver el mar a vista de dron, ser cartógrafa un rato. Clift sube a través de campos de limoneros, por un camino casi vertical en zig-zag y alucina de la paz que se vive allá arriba, el silencio. Siempre me parece que las personas ahí abajo se vuelven para el que está arriba hormiguitas y te preguntas, algo así como cuando miras las estrellas: ¿por qué se afanan tanto? qué más da todo? Luego, bajas, y eres una de ellas. 


Todas soniamos con esta foto
Por supuesto, hay pulpos colgados secándose, mujeres (yayás) de negro, curas ortodoxos de atrezzo, laderas con olivares, estrellitas que brillan en el mar a mediodía. En un punto, mirando un paisaje un personaje dice "Esto es lo que debería ser la vida", y todos sabemos a lo que se refiere: de esos momentos va la vida. 

Shane y Martin, los hijos
Además de todas las observaciones de la isla y de su vida familiar, tenemos unos fogonazos de lo que debe ser sacar a tus hijos de “una vida normal”, para que pasen su infancia allí. Por ejemplo, si hace buen día, se paraba el colegio y se iban todos a bañar o a hacer un picnic, porque sí, hay que aprender, pero sobre todo aprender a ser feliz, a saber apreciar que este es un momento especial, tal vez único, y hay que bebérselo tal que así. En otro momento, los niños quieren un conejo y un vecino se pregunta, “¿para qué quieren un conejo? ¿No tienen unas vistas que ni Rockefeller podría comprar?” (también hay disquisiciones culturales sobre este animal que los anglosajones no conciben comer, pero… no sigo). La libertad de esa vida: “¿dónde está Shane?” y un paisano dice que “volvía de nadar hace media hora...estará en casa de quiensea”. No es tan lejano esto para los que “teníamos pueblo” de niños: en Vetustilla, ese lugar, te podías perder por horas, y nadie se preocupaba enfermizamente como ahora, que tenemos que saber dónde están los niños en cada momento. Siempre digo que me da mucha pena las infancias actuales, que ven y experimentan el mundo por primera vez a través de sus pantallas y por ellas, el resto les vamos observando. Influyó esta vida en la sensibilidad de sus hijos? Las fotos que incluyo de los ni
ños las he sacado de la web dedicada a Martin, que terminó siendo poeta, y que tuvo una vida casi tan “al filo” como sus padres. Merece la pena entrar a ver las fotos, o incluso la cronología de sus viajes -físicos y mentales- si al terminar este divague te has quedado con más ganas de vivir-fuera-de-la-norma. 

Cole en isla griega-
uno de ellos es Martin


Luego están las descripciones más antropológicas, las que hablan de una filosofía de vida como el "den peirázeii" (δεν πειράζει) o "avrio", que viene a ser, “no pasa nada!” o "mañana" -epicureismo en vena. [Nota: tras tantos años de ir a Grecia he aprendido, gracias a este libro que “barakaló”, la palabra que más uso cuando estoy allí (significa un número de cosas desde por favor, gracias hasta de nada o lo que se dice cuando se contesta el teléfono) realmente es parakaló (Παρακαλώ!). Traidoras las oclusivas]. Habla de la “falta de privacidad” de los griegos: siempre está su casa llena de gente, o se les unen en sus paseos. Su conclusión es que este es un concepto imposible en Grecia, porque igual que en la antigua Roma tenían sus villas privadas, en la antigua Grecia era todo lugares comunitarios, como los templos o los teatros. 

Durante la novela cuenta muchas más tradiciones, como la "koliva" -lo que se hace ritualmente durante un tiempo cuando muere gente- pero también queda claro que, como sociedad tradicional, el machismo es terrible. Muchas mujeres se bañan en lo que hoy conocemos como burkini ("un camisón de cuello cuadrado") o si una chica se queda embarazada sin casarse, el padre se desentiende porque "los hombres de Kálimnos no quieren objetos dañados, aunque hayan hecho ellos el daño".

El tema de la dote ("prika") me ha parecido espeluznante.  Es un drama que nazca una niña, porque es la mujer quien tiene que traer al matrimonio la casa, los muebles, la ropa de cama y manteles, menaje y frecuentemente una cantidad de dinero también. La cantidad de la prika  depende de “cuánto juzga que vale su virilidad” el novio. Y “su virilidad es lo único que tienen que traer al matrimonio”, dice Clift. Este párrafo me indigna tanto que no sé por dónde tirar sin caer en el exabrupto.  Supongo que en la propia España en la que crecí he visto reductos de esto: en Vetustilla de la Torre, ese lugar, había una costumbre en la que supe nunca participaría llamada "la manta", que consistía en que si una chica del pueblo (o veraneanta) salía con un "forastero", este tenía que dar una cantidad a “la peña” (el grupo de jóvenes), que luego se bebían. Recuerdo era en esa época de “forma irónica”, pero se hacía- así que con un sonrisa también irónica, no queda otra que rechazar las tradiciones sin sentido, aunque te hagan impopular. Otro ejemplo: una amiga tuvo a su madre bordándole sábanas y a ella "le hacía ilusión". En casa teníamos sábanas bordadas por generaciones, yendo tan atrás como aquella con las iniciales de la madre de la Yaya, pero afortunadamente el ciclo no llegó a nosotras.

Pero con el pago de la dote,  las cosas no habían hecho más que empezar para las pobres chicas: la sociedad de Kálimnos a mediados del SXX era similar en su trato a las mujeres con muchas sociedades que tristemente conocemos aún hoy en día. Tras la noche de bodas, la madre del novio miraba la sábana y podía pedir al "despotis" (obispo, me encanta esta palabra en griego) la anulación del matrimonio. Desde ahí comenzaba una carrera reproductora en la que la pobre tendrá un hijo por año tanto tiempo como pueda, "esclavizada a su especie". Tras el parto, la mujer no puede ir a la iglesia en 40 días, porque es impura, y nadie debe elogiar al bebé o le pasará el mal de ojo, todo racional y edificante. Una se plantea la fuerza de la biología, la esclavitud de la especie de la que habla Clift porque, cual es la razón para seguir perpetuamente este ciclo de embarazo-parto-puerperio y vuelta a empezar, algunas superando los diez hijos, cuando con tu pareja no compartes nada más que la cama y la mesa? Porque así son las relaciones allí. Luego, cuando ellos emigran, ellas no les siguen, ni al principio ni más tarde. Los hijos, sí, ellos tendrán también que emigrar, pero las hijas permanecerán en esa roca que es Kálimnos. 

Pero hay una esperanza: la menopausia, eso que nos preocupa ahora y levantamos pesas para no perder masa muscular. La mujer griega que ya está sin dientes ni forma, “emerge liberada del fardo de su cuerpo y su sexualidad como la bruja sabia”, con vara y todo: la gorgona (que en mitología eran tres: Stheno, Eurylae y Medusa). Uno de sus amigos le dice en la taberna, "no te engañes, ellas, las gorgonas, son las que mandan aquí, a nosotros solo nos quieren para que les hagamos hijos y que salgamos a trabajar" (pobrecitos). Porque Clift es  la primera mujer en pisar la taberna en Kálimnos y es un alien. Clift describe estas fases de las vidas de estas mujeres como si fuera una viajera en el tiempo: ella está en otra época, o tal vez en otro planeta.

Se puede decir que aquí acaba mi crónica de “Mermaid Singing” y que debería dejar la siguiente parte del divague para cuando lea el próximo libro de Clift, “Peel me a lotus”, basado en su vida en la isla de Hidra. Esto es lo que haría una bloguera razonable, o alguien con un mínimo sentido de la edición y la mesura. En mi equipo del trabajo tenemos una máxima para reírnos que es “Less is more”, pero no sé si habían notado que yo tiendo a ser del tipo de persona “More is more” en esto de la escritura, y para qué luchar contra la propia naturaleza. Total que, quien quiera tomarse un té o un Lorazepam ahora, que lo haga, pero que vuelva, porque la historia que sigue cierra el párrafo dramático del principio sobre “la vida que vivimos peligrosamente” y mucho más. 

Al final de la flechita roja, Hidra;
al final de la amarilla, Kálimnos

Tras ese año en Kálimnos y la escritura conjunta de Clift y Johnston de “The Sponge Divers” (“Los buceadores de esponjas”) (1955), la familia se pasa a vivir a  Hidra. He incluido este peque
ño mapa casero para que se vea la localización: Hidra (flechita roja) está a 90 minutos en barco de Atenas, al final de la península de la Argólida, una isla naturalmente más "civilizada" y menos remota que Kálimnos (flechita amarilla). En nuestro verano en el Peloponeso en 2015 estuvimos en una islita de al lado de Hidra mucho más pequeña llamada Spetses que no nos gustó particularmente porque, aunque no se permiten coches, estaba llena de motos ruidosas que no paraban un momento.. En Hidra, desde una ley de 1950 no se permite nada que tenga ruedas (solo las bicis en menores de 12 años y en invierno) por aquello de "preservar el espíritu tradicional de la isla", y solo les quedan los pobres burritos que cargan con lo que les echen. A mí el burro es un animal que me causa mucha ternura y pena: es el hermano pobre y feo del caballo y su vida ("burro de carga") ha sido siempre terrible. Me imagino que hoy en día en Hidra cargarán con maletas Samsonite de los turistas, y no puedo esperar a que los de los derechos de los animales les digan que vale ya de la broma. Claro, Hidra es un sitio silencioso y lleno de paz, que nos encanta (pero lo de los burros y las no-bicis no) y ha atraído desde hace mucho a escritores y artistas. Así que no es de extrañar que aquí acabara el tándem Clift-Johnston, su hijo Martin y su hija Shaun,  y el tercero Jason que nació aquí. En Hidra pasan otros nueve años antes de volver a Australia en 1964 (en su década en Grecia, Clift y Jonhston publicaron 14 libros entre los dos). 

Charmian y Leonard en Hidra

En Hidra conocen a Leonard Cohen que describió a la pareja como "inspiracional". Cohen había dejado Montreal con una beca de escritura, y mientras lo intentaba (lo del escribir) en Hampstead -no es mala plaza, con Londinium ahí a sus pies desde la Heath- conoció a la mujer de un artista griego que tenía una casa de 40 habitaciones donde te podías encontrar a los sospechosos habituales de la Grecia de mitad de siglo, Lawrence Durrell y Patrick Leigh Fermor y también Henry Miller o Cyril Connolly. Por lo visto cuando llegó Cohen con sus 25 años, el ama de llaves no le dejó entrar ("no queremos más judíos aquí") pero el entonces poeta le echó un maleficio porque la casa se quemó hasta sus cenizas el añio siguiente. Con rechazos a Leonard.
"The house by the well",
donde vivieron en Hidra


Los que le "adoptan" para que escriba en su terraza son Clift y su marido, que se compraron "la casa enfrente del pozo". Llevaban la típica vida bohemia llena de intensidad, de picos y valles, de escritura, de alcohol. Dijo Leonard: “They drank more than other people, they wrote more, they got sick more, they got well more, they cursed more, they blessed more, and they helped a great deal more. They were an inspiration.” 

Esta es la cocina de la casa de Hidra

... y aquí con amigos


Y la canción que le inspiró Hidra a Cohen es "Bird on a wire". Polly Sansom que en 2020 publicó una ficción literaria sobre este grupo de artistas en Hidra ("A theatre for dreamers") se pregunta en este artículo (de donde he sacado parte de este divague) si Clift y Cohen tuvieron un affair. Este y otros fueron relatados tal vez “de manera determinada pero también  cruel” (dice Paul Daley, en otro artículo más de mi documentación, yo no he leído la trilogía) por Johnston en su trilogía-autoficción. Parece que Johnston había quedado incapaz de tener erecciones por una tuberculosis, andaría por los 50 y Clift,  que había sufrido que él se liara con su secretaria en Londinium, tenía once menos. Así que se puede especular sobre esa relación, pero no olvidemos quién estaba también en los 60 en Hidra: ¿a alguien le suena una tal Marianne? 

Charmian Clift, George Johnstone, Marianne Ilhsen y Leonard Cohen

Marianne Ilhsen era una noruega guapísima a la que había dejado su marido, Axel Jensen "el Jack Kerouac noruego" por una pintora, con el bebé de ambos. La vida de Jensen daría para otro divague, un rico viva-la-vida que usaba a Marianne precisamente como burro de carga - recordemos, la vida en Hidra era idílica pero no fácil-, y que seguramente no estará muy contento desde el infierno viendo que ha pasado a la historia no por sus libros y su desfase vital, sino por ser el marido de Marianne, la musa de Cohen, que cuando terminaron le escribió la famosa "So long Marianne". Ahora, una nueva cabeza de la hidra se me podría ir aquí contando historias de esos dos, pero la voy a cortar de cuajo, tranquilidad.

 Clift y Martin en Hidra

Pero vamos a por la última cabeza. Sin embargo, fue cuando los Clift-Johnston volvieron a Sydney cuando el drama griego comenzó de verdad (“Bohemian tragedy” es el título del artículo de Polly Samson, que ojalá se me hubiera ocurrido a mí). Clift siguió escribiendo con mucho éxito en el "Sydney Morning Herald" y es descrita como "radical y proto-feminista". Sin embargo, llena de ansiedad ante la publicación del libro de su marido ("Clean straw for nothing")  en el que relataba sus infidelidades tal vez (repito, no lo he leído) con excesivo celo por el detalle, Clift se suicidó. Era 1969 y tenía sólo 46 años. Johnston murió de esa tuberculosis un año después y sus dos hijos mayores, con los que he pasado tantos ratos en "Mermaid singing" tampoco tuvieron mejor suerte: Shaun siguió los pasos de su madre en lo del suicidio.  Martin, el poeta, murió alcoholizado a los 42. De aquella familia luminosa buscando aún más luz en islas del Egeo solo queda Jason, el que nació allí. 

Días de vino, Grecia y rosas


So long, Charmian, 
qué bonita foto
La guarida de la Hidra era el lago de Lerna en el golfo de la Argólida, y bajo sus aguas había una entrada al Inframundo que la Hidra guardaba. Hércules la mató y aquí estoy, con un esfuerzo hercúleo, intentando matar/terminar este divague que me ha hecho conocer más a este país que tengo en mi corazón a través de los ojos de una mujer que lo tenía también. Espero que Charmian esté, desde el inframundo, observando estas líneas mías con las que espero dar ganas a cualquier divagante que por aquí pase a no atarse al mástil y escuchar y seguir esos cantos de sirena porque "es necesario para todo el mundo, una vez en la vida, bajar al mar y esperar y escuchar".

So long, Charmian...





27 julio 2022

Grecia, Turquía: El poderoso erotismo del viaje (CT & D20)

 Miércoles, 27 de Julio de 2022:  Rodas - Londinium (CT & D20)


Vuelta a casa: RHO-LGW

Hace un par de días terminé una selección de relatos de John Cheevers (de la que escribiré en breve, ahora que termina esta serie), pero en otro sitio leí una cita suya que decía así:

"the powerful eroticism of travel (...) one travels with a hard-on" 
...o sea...
"el poderoso erotismo del viaje (...) uno viaja empalmado"

Me hace sonreír Cheevers... y me hizo recordar una frase de un amigo de un amigo cuando yo  tenía como 20 años. El debía tener como 25, había viajado algo y me dijo: "Italia es romántica, Grecia es erótica". A este chico le perdí la pista y no recuerdo ni su nombre, solo esta frase- que seguro he contado ya alguna vez aquí. Por aquel entonces yo no había estado en ninguno de los dos países ni tenía particular interés -y es normal a los 20 pensar que Europa se te queda pequeña, y que ya harás eso "cuando te jubiles" (yo aún pienso así de España). En el fondo es verdad: haz Bolivia y la India cuando eres joven, porque luego van a ser mucho más duras, y déjate el Mediterráneo para cuando tengas hijos, que siempre estará allí, esperándote. 

Así empecé yo con Grecia, hace ahora 14 años, con una Mini de 4 meses. Y algo me pasó que definitivamente tuvo que ver con el erotismo. Si tomamos las dos acepciones del diccionario, dejemos de un lado la primera que este es un blog familiar (1. m. Lo que excita el placer sexual) y nos centramos en la segunda (2. m. Cualidad de ciertos hechos y situaciones que estimulan la sensualidad): bingo, eso es. 

Así que sí, amigo de mi amigo al que perdí la pista: ahora entiendo por qué Grecia es erótica y espero haber podido transmitir aunque sea una fracción de lo que es aquí. Otra escritora mejor hubiera logrado pararse en los colores, los sabores, los sonidos, los olores, las texturas... si alguien ha leído habrá echado de menos esas descripciones y en su lugar encontrado aventuretas de la persona atolondrada que a menudo soy, observaciones socioculturales que tal vez solo a mí interesan. Da igual: me quedan muchos viajes para mejorar.

...Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felizmente
arribes a bahías nunca vistas;


Hasta pronto, Grecia, y hasta pronto, Turquía, el otro descubrimiento del verano. Volveremos. 


26 julio 2022

Como despedida, la Ciudad de Rodas (CT & D19)

  Martes, 26 de Julio de 2022:  Rodas  (CT & D19)

Último día para repasar los favoritos y visitar la Ciudad de Rodas que, así como quien no quiere la cosa, la habíamos ido dejando, porque da pereza pelearse con los de tu género (molestos turistas). Pero nadie dijo que esto de las vacaciones fuera fácil.  

Último día


Igual que el asesino vuelve al lugar del crimen o el cartero siempre llama dos veces, volvemos a Agathi, la mejor playa de toda la isla. Pero en lugar de ir a la playa-playa, logro convencerles para bajar a aquella cala previa donde solo hay un intrigante mini-muelle de tablas de madera con sombrilla. Creo que esto se lo debe haber montando algún habitante de un pueblo cercano, determinado a pasar horas y horas de felicidad allá. Hoy, que es el primer y único día que vamos a repetir playas, me planteo qué haría yo si me quedara en Sunset un mes y creo que, además de la piscina y su jardín, esta cala sería una de mis visitas habituales. 

Tenemos que rodear por un camino escarpado, donde te pinchan los cardos y has de cuidar para no resbalarte cuando hay tierra,  luego escurrirte entre dos macrorrocas, cuidando que no se te enganche el bikini y por fin, llegar a una roca que pincha que da al mar. Pero eso sí: cuando entras en el agua es de los mejores baños del viaje. Estamos solos (al final llega un barco de turistas como fuimos nosotros en Kekova, hace ahora un siglo) pero pasamos más de una hora nadando, mirando peces, mis compas jugando a coger cosas del suelo profundo, haciendo el muerto... Veo multitud de peces cada uno de su padre y de su madre (mi manera de indicar "de variadas especies") y algunos son, en serio, de colores. A ver, no colores nivel Tailandia, pero uno como de rayas de arco iris (un pez LGTBI+?)  . 

Cala antes de Agathi: peces más o menos de colores

La siguiente es aquella larga de piedras blancas del otro día, Afantou. Después del baño, Mini tiene hambre y terminamos en un auténtico "chillout". No como aquel de Kos, con el pirata y sin agua corriente, sino un chillout chillout, con su música electrónica y camas con cortinas y daiquiris y mucha gente. Hay un tipo calvo, tirando a sobrepesado, tatuado, con unos speedos al límite y que parece recién salido de Milton Keynes que es un prototipo tan perfecto del lugar que no puede ser más que un extra contratado. No me puedo resistir hacerle una foto furtiva, "carne de blog", debo pensar. Pero semanas después y con la serenidad de un díá de lluvia, pobre hombre: no da ni para media historia.  A veces por la noche se te ocurren buenísimas historias que luego por la mañana no se sostienen: pues lo mismo. 

Chillout donde lo que menos haces es chill out

Me baño sola (quién sabe ya cómo va el marcador del concurso) solo porque he descubierto que el lugar tiene duchas y así no tengo que ir a nuestro siguiente destino, la Ciudad de Rodas, llena de sal. 

Por orientarnos, de Sunset a la Ciudad de Rodas hay 30 kms, así que esto es algo menos. Aparcamos fuera de la parte amurallada al lado de la heladería-panadería Stani, que según la guía-de-14-años, "siempre tiene colas". Entramos a la parte medieval y ahora viene el reportaje. En resumen: nos encanta, ni siquiera todos los turistas logran hacerle perder belleza. Además, como suele pasar, cuando sales de las cuatro calles comerciales hay callejuelas sin gente. Calles comerciales que hemos de recorrer porque el único regalo que voy a traer es una camiseta para Roc. 

Las murallas de Rodas Town
en la antiguedad
tenían un perímetro de 15 kms

Fue diseniada por Hipoddamus de Mileto
en un patrón cuadriculado
con barrios residenciales y comerciales



En la antiguedad llegaron a vivir
100.000 personas (la mitad en 2011)



Casas de arenisca color ocre



Preciosidad

Estos arcos son para resistir los terremotos
 

Esta solo la incluyo para Fashion:
?es la calle de Tucídides?
(cuántas noches sin dormir por su culpa entonces...)
Tucídides vs. Roc

Suelo de piedrecitas: "votsalotó"

Ni idea de si son más
"maravillodas fuentes otomanas"

 Esto me recuerda a Marruecos

 Solo por la grafía


Esto me recuerda a Malta

Quedan 11 puertas 

Salimos de la parte amurallada hacia la parte exterior que data de la ocupación otomana, donde vivían los griegos ortodoxos a los que se les prohibió vivir en la parte amurallada. AHí nos está esperando Stani, la heladería con su fila, que hacemos religiosamente, y nos marcamos unos helados. Yogur (mi favorito) y la otra bola no recuerdo. 


Volviendo a Sunset...


 ... donde es la última noche


Total que esto se acaba y cómo mejor que con el último banio nocturno en Sunset, con batalla de ramonas, carreras y el juego de la sirena y el tiburón...







25 julio 2022

Afortunadamente, esto no es el oeste de Texas (CT & D18)

 Lunes, 25 de Julio de 2022:  Rodas  (CT & D18)


 Sunset: no han reparado
en gastos en tema ramonas

Hoy de nuevo un divague fotográfico con más clásicos griegos del divlog: hinchables, playas, castillos y pequeña aventura que queda en nada. Antes de empezar, anécdota vintage que me ha venido a la memoria- se verá por qué: cuando se empezaron a casar los del grupo de Vetustilla de la Torre y cometías la imprudencia de pasarte por su piso cuando volvían del viaje de novios, parece que te ponían un albumaco de fotos sobre las rodillas y tú pasabas páginas con fibrilaciones en el párpado a lo Millán Salcedo mientras ellos comentaban. Yo nunca me vi en una de estas, pero un incauto me contó que aprovechó el momento en que se fueron a traer algo de la cocina para pasar como treinta páginas de golpe. Así que si se ha cometido la imprudencia de llegar hasta aquí, yo me voy a la cocina a controlar mi asado (quién me cree) y entonces, divagantes, hagan el equivalente actual de aquello, el "scroll down" hasta el final de la página porque hoy sí, hoy realmente no hay narrativa que acompañe. Y como decía Fermín, un asturiano que conocí en Banderley -digo en Grimsby- "and here peace, and then glory".  

Ruta de hoy

Vamos allá. Tras el uso y abuso de las ramonas de Sunset, salimos hacia el oeste en la dirección opuesta a las agujas del reloj. Primer baño en una playa muy rara (tiene detrás mucho césped mantenido tal vez por un sospechoso restaurante) cerca de Fanes. 

Llegando a la costa oeste

Paramos a comer algo en una taverna en Kamiros Skala. Es un sitio curioso por la decoración interior, un señor mayor desenredando redes (parte del atrezzo? miren que hoy le sacaría la punta a todo) y una zona a la derecha con un montón de hamacas. Esto sería el paraíso del influencer, por su colorismo, el mar de fondo y porque, está claro, unas hamacas gritan vacaciones como pocas otras cosas. 


Taverna bajo emparrado.
Turista que buscas "lo auténtico": esto es un sí

Riezu, que seguro considera
ese hule involuntariamente elegante

Ejemplo de la decoración ecléctica de la taverna:
a mí todo lo que tenga ballena ya me va bien

Paraíso fotográfico del influencer: así sí.


Castillo de Kritinía, visita cultural en su horario habitual de las 15:30. Este castillo es el mayor fuerte rural en la isla de los Caballeros de la Orden de Malta, que usaron Rodas como su base principal de 1309 a 1522. Solo quedan las paredes exteriores, pero está chulo subir (Mini difiere). Leí algo de Caravaggio y la Orden de Malta hará un anio y ya no recuerdo nada. Luego que por qué el blog. 

Desde el castillo se ven Alimniá, Tylos y Nissyros


Parecía una buena idea en esos momentos meternos en una carretera en zigzag hacia el mar, enmedio de un espeso bosque de pinos, esperando encontrar una de esas playas-premio. No nos cruzamos con nadie en todo el camino de bajada -no debería haber dado que pensar?- y al llegar a Paralia Glifada, nos encontramos con una playa mediocre donde hay que tirarse por un muelle abandonado y que está bastante alto - las risas son al salir. Parece un pueblo fantasma, tal vez lo sea. Llegan par de turistas cuando nos estamos yendo, tan desorientados como nosotros: no les contamos la verdad.

Glifada: not worth it


Monolithos es un pueblo de nuevo arriba en la montaña donde nos paramos a tomar algo: un frappé con vistas...

Monolithos

.... antes de bajar al último baño del día en la Playa de Fourni, de nuevo en el culo del mundo, de nuevo bajadas no recomendables para los que tengan vértigo, pero está muy divertida (olas de las buenas):

Bajando a Fourni...

y más...

... y esta es la playa


... con sus accidentes geográficos y todo


... y a la subida, esto es muy Grecia

Arriba está el castillo de Monolithos, donde se va a ver la puesta de sol. Hay alguna gente sentada por ahí esperando cuando llegamos y me encanta que no hayan hecho de esto un Zia (en Kos), el "pueblo del atardecer" convertido en bazar. Bueno, no lo han hecho porque es complicado, el capitalismo siempre está ahí dispuesto a destrozar lo que sea si le salen las cuentas, pero esto es mucho más remoto e inaccesible... con todo lo bueno y lo malo que ello conlleva. Y después de la turra de fotos que llamaremos "Dios existe" contaré lo malo-y a veces terrorífico-de estar en un sitio remoto e inaccesible. Mientras tanto:

 En la explanada arriba del castillo, pequeña iglesia

dentro de la iglesia

Dios existe-1


Madre Sagrario habría hecho virguerías con esta foto


Si no crees, es porque no quieres



Ahora, como dijo Mini una vez cuando llegamos a la parte de un problema de nosequé asignatura que no sabía resolver, "ahora viene donde la matan". Tras la "experiencia religiosa" (pasa, Enrique), volvemos al coche que está aparcado en cuesta y al que creíamos quedaban 83 kms antes de tener que poner gasolina, pero entonces el indicador dice de repente 50. No pasa nada, es la cuesta. Salimos, avanzamos y el indicador va bajando, 30, 20... Nos disponemos a cruzar la isla transversalmente (para llegar a la costa este y de ahí subir a Sunset) y a saber si tenemos gasolina. Decidimos volver a Monolithos, y con la broma hemos perdido unos kms. Una vez allí, unas senioras de negro nos indican que no hay gasolinera, que la más cercana está en Apolakkia a 10 kms. Maremía, sigamos. Por supuesto, la gasolinera de Apolakkia está cerrada: intentamos ver si hay una autoservicio nocturno, pero qué dices. Desde la plaza de este pueblo, donde la gente está cenando en las terrazas, llamamos al oskarrentacar de Rodas. Pienso en lo que tiene que ser estar de guardia en ese trabajo, ser el Senior Lobo de todos esos turistas cabezarrotas. Nuestro predicamento "estamos en medio de la nada" no le afecta al pobre de guardia: que sigamos hasta Gennadi, en la costa y si eso que les llamemos. 

Los 17 kms de carretera interior, noche cerrada y lleno de carteles de "peligro-ciervos" son interesantes. Verdaderamente hay muchos ciervos gigantes -o tal vez sean búfalos?- por ahí, que se cruzan en la carretera. Vamos en silencio. Nadie tiene hambre. Como buena drama-queen catastrophiser estoy en bucle pensando en aquella peli de Tom Ford, "Nocturnal animals". Pienso en Jake Gyllenhaal conduciendo con su mujer e hija en una noche tan oscura como esta por las carreteras del oeste de Texas. Pero esas cosas solo pasan en Texas, Di, me digo. Seguimos avanzando y, por fin, luces de una población, la que sea... cuando llenamos en Gennari comprobamos la sospecha de que el indicador estaba roto, no estábamos tan mal, pero lo mal que lo hemos pasado. 

Ya en la seguridad de la carretera de la costa, de vuelta al norte, me atrevo a nombrarlo:
        -No podía quitarme de la cabeza aquella peli... "Nocturnal animals".
        -Yo tampoco. 

Y eso que el Peda no suele recordar los títulos ni los directores y he de contarle siempre un trozo para que caiga. Pero esa peli, a todo el que ha viajado de noche con su familia hacia el fin del mundo, de alguna manera se le hace inolvidable. 

Entonces, nos entra a todos hambre y el resto de la noche transcurre intentando que nos den de comer algo.  Entramos en Lindos donde nos encontramos con hordas de turistas ingleses o alemanes -claro, ellos ya han cenado- esperando taxis para volver a sus resorts, un atasco monumental. Ya decían que Lindos era hoy un decorado, nos vamos. Por fin terminamos en Stegna, el pueblo costero al lado de Sunset, con su Yayá limpiando ajos, pero a estos aprendices de vampiro esto no nos afecta (descubrimos luego que la guía opina "es el lugar donde van los locales" así que, turista de la experiencia: es tu sitio). Nos sentamos a la mesa a las 23:00 y nadie nos mira mal: esto es Grecia y no UK.  De vuelta a Sunset, Mini y yo nos baniamos: todos están durmiendo y no hay luces en el jardín. Es una maravilla mirar el cielo desde el agua, inventarme constelaciones y alegrarme infinitamente de que esto no es ni UK, ni Transilvania ni el oeste de Texas. 

La yayá pelando ajos a medianoche -
y no es un rito antivampiríco