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06 octubre 2018

Si lo escribiera con pluma y en papel, sería esto el divlog?

Es una de esas épocas en las que estoy terminando un artículo profesional (en el divlog conocido cariñosamente como "paper"), por tanto por las noches, cuando todo está tranquilo y normalmente  me dedico a divagar, ahora me peleo con el susodicho.

Ayer me pasó algo curioso: como ya está casi casi terminado, lo imprimí para leerlo en papel y así tal vez ver mejor tildes que faltan, puntuaciones de más (comas suspensivas y otros demonios), erratas varias. Y sí, todo esto lo vi pero además, oh, ocurrió un extraño proceso.

De repente, me encontré con un paper diferente de lo que había visto y revisto, por el que habia pasado y repasado tantas veces en la pantalla. De repente, la situación de ese párrafo no tenía allí mucho sentido, tenía que moverlo a la página siete, donde encajaría con aquello otro. De repente, aquella idea estaba repetida, de otra manera, en la página tres, luego tachar con el boli rojo (hubiera sido un "delete" en mi teclado). De repente, este párrafo necesitaba un título, y aquel otro título sobraba. Y así, sin parar, mi boli rojo hizo la Masacre de Texas en todos aquellos folios, ahora llenos de flechas, rayas en diagonal, cajas que rodean párrafos que se mueven... y el paper será, estoy segura, algo mucho mejor cuando me ponga a hacer los cambios en algún punto del finde.

Qué hizo el papel, el hecho de tener un montón de folios a los que había que dar la vuelta (en lugar de un papiro que rueda y rueda hasta el infinito que es word) en mi cerebro? Me hizo ver otras cosas, yo creo que con mucha mayor claridad. Entonces entendí porqué no quiero nunca dejar de leer libros de papel: si leyera en kindle, me perdería muchas cosas, como me las perdía del paper.

Al terminar la Masacre, también escribí el abstracto con el boli rojo. Mi letra comienza a ser "la gran desconocida" porque hasta en el trabajo cuando tomo notas lo hago muy brevemente, palabras sueltas que luego desarrollaré en el teclado. Me esforcé en hacer medianamente buena letra; mi letra de estudiante me gustaba, pero en la Uni degeneró. Intenté escribir como les enseñan a los ingleses, con "joined-up writing" sin levantar el boli del papel (que encuentro la traduccion es "cursiva", mmm dudo). A mí nunca me enseñaron a escribir así, pero aquí lo hacen en los colegios, y además con pluma.  Hoy Mini estaba escribiendo y me ha dicho: "me he olvidado la pluma en el cole, y esta no funciona... qué diferencia escribir con boli, no me gusta nada". Entonces le he sacado la pluma antigua que le regaló su amona, y se ha puesto a escribir de esa manera, uniendo las palabras, sin prisas, y con cuidado, y he pensado que podría estar mirándola como ejercicio (muy necesario) de relajación.

Mientras escribo esto en un café, esperando a que Mini salga de su curso de Escritura Creativa de los sábados, con el Peda aquí enfrente leyendo su periódico (en papel!) me pregunto cómo sería el blog si escribiera todas las entradas antes en papel grueso, con pluma de tinta azul, y con todo el tiempo del mundo. Sería, en conclusión, otro blog? 

04 febrero 2016

"I will come with great pleasure"

 Hay veces que una hace entradas de blog, como la presente, para que no se le olvide una frase lapidaria. La que titula este divague me dio tanto placer y risas la semana pasada (a mí y a tantos otros, ha corrido como reguero de pólvora) que quiero que permanezca entre nosotros. Pero antes, un aviso legal: el divagante en niveles inferiores de la lengua bárbara tal vez no pueda entender la versatilidad de la frase. Tal vez lo desvelaré al final, cuando os haya puesto en antecedentes, y los más sensibles hayan dejado de leer (esos, y mi suegra).

En el colegio de Mini, las mummys de la clase que en su mayoría se dedican al moderno Sus Labores (ir al gimnasio, compra online, cafés de media mañana y meterse en webs de hard-core porn a media tarde) organizan salidas para cenar de vez en cuando. Yo entiendo que asistir a estas cenas me daría carnaza para el blog, pero la vida es breve. Hay tanto por hacer, amigos, que sinceramente descongelar el frigorífico se me hace una idea por momentos atractiva antes que asistir a las susodichas cenas. 

En la ultima propuesta se han excedido: en lugar de salir a un restaurante, una amable ofrece su casa para hace una "night-in", o sea, cada una lleva un plato y allí se charla, en mi imaginacion,  sobre cómo hacer cupcakes o dónde obtener el mejor precio para las vacaciones de esquí. Leo los emais con palpitaciones: una noche IN??? están hablando de una "fiesta de pijamas"? Llevamos nuestro propio osito? Creo que comería mi propia cara antes de someterme a esa noche de autos (qué noche, me derrano en metáforas). 

Dónde quedaron las "fiestas de camisetas mojadas" con los chicos? Hay otra madre, trabajadora y de Móstoles para más señas, que es la única que creo me entiende y también pasa de ir. Conversación de esquina: "Mira-le digo- yo es que no puedo con esas quedadas de solo chicas o solo chicos... " (a que tengo tacto? no hablo de las camisetas mojadas... se habrá dado cuenta que en alguna fiesta del cole mixta he acabado con el Peda en un grupo de chicos?) . Y me dice: "Ya, te entiendo, prefieres Cenas de matrimonios"

ARGHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH

"Cenas de Matrimonios"??? Atención al concepto. Se me cae el alma a los pies: cómo empezar a explicar el pavor que me causa esa imagen: "Cena de Matrimonios"? Trastabilo hasta casa, y se lo cuento al Peda que, como siempre, me intenta tranquilizar con su terrorismo de estar por casa: 

-Ah, sí, quien sabe a lo que se refiere... te acuerdas de Fulanito?
-Fulanito El Pequeño? 
(Nota: demasiada gente del círculo Peda es conocida como Su Nombre + El Pequeño. Al Peda le carga que yo bautice a un par de sus colegas así: "para ti todos son Pequeños, joer!" Divagantes: No todos, dejemos 3-4)
-SI, Fulanito El Pequeño (suspira)
-Qué pasa con Fulanito El Pequeño?
-Pues que se fue con su mujer a una cena de los padres del cole de sus hijos, y al final echaban las llaves del coche a un frutero, y luego las cogían y...
-En serio?
-
-Una swingers party? Como la de los padres de Dudley?
-Ya, pero esos eran los locos años 30
-Qué va, serían los 80! Oye, intercambio de parejas...
-Igual a eso es a lo que se refieren con "Cenas de matrimonios"
-Arghhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh


~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

 Pero divago. Volvamos a las mummys del cole de Mini y sus actividades extraescolares. La siguiente son las  "coffeee mornings" mensuales. Quedan una mañana tras dejar a los niños en una casa para "catch up" (ponerse al día) de sus trepidantes vidas. La hora y venue de quedada es acordada en multitud de emails donde todas le dan al "reply to all" frenéticamente, así que tengo oportunidad de deleitarme con las perlas que escriben. 

Pero la de esta semana ha excedido  hasta mis más salvajes sueños. Una francesa nueva, que recién se incorpora y anda despistada, confirma su asistencia:

"What a nice idea. I will come with great pleasure"

 Yo estoy en mi oficina y sufro lo que viene siendo una convulsión tónico-clónica generalizada: claramente la pobre gala no se ha dado cuenta de que el verbo "come" no solo es "venir", sino algo mucho más interesante que, unido al chic de lo francés y al GREAT PLEASURE... me están haciendo replantearme si debo ir a esas malditas reuniones!!!!

29 septiembre 2012

10 septiembre 2012

El carrilano

Hay palabras que me han marcado, por su significado, por cómo se usan, por su etimología o porque me parecen acertadísimas, imprescindibles. La última que he incorporado a mi vocabulario vino de mano de mi madre. Es raro que después de los años que hace que nos "conocemos" nunca se la hubiera oído antes.

Resulta que cuando en noviembre incorporamos al último miembro de mi familia, un maltés, mi madre me dijo:

- ¿Te han enseñado a los padres?
- No, sólo he visto a la madre
- ¿Era grande o pequeña?- me preguntaba por temor a que el perro de aspecto pequeño acabara convertido en un mastín.
- Era pequeña mamá.
- ¿Y su padre? ¿No te lo han enseñado?
- No, no lo he visto.
- Ya debe ser hijo de algún carrilano...

Tanto me gustó la palabra en cuestión, que aunque el can tiene nombre propio, automáticamente fue investido con el sobrenombre de "El carrilano".

Más tarde descubrí un libro que definía a la perfección todo lo que un carrilano puede ser y que transcribo aquí:

Carrilano es el joven alocado, el más lanzado de todos los mozos del pueblo y al que no se le ven perspectivas de estabilidad social precisamente porque, consciente o inconscientemente, está en contra de ella.  

El Carrilano forma parte de la sociedad altoaragonesa pero, aunque no está visto como persona mala ni con malas ideas, no es el individuo al que se le encomienden responsabilidades sean éstas familiares o aquellas que afecten a la sociedad local. 

Existe otro Carrilano y es aquel que no pertenece al pueblo: va y viene de un lugar para otro buscando el trabajo e instalándose temporalmente donde lo encuentra. Seguramente en su región de origen no tuvo la oportunidad de hallarlo. 

En la sociedad del alto Aragón donde la honradez del hombre como de la mujer era la gran virtud que todos deseaban que sus hijos e hijas poseyeran, el carrilano no era una persona lo suficientemente honrada como para integrarse en una sociedad virtuosa y rígidamente jerarquizada como la del alto Aragón y ser plenamente considerado dentro de ella. 

El Carrilano del país era el alocado y el que solía mostrar la cara del riesgo y también una actitud diferente hacia la vida - precisamente por su despreocupación -, al mismo tiempo que mostraba la otra alternativa, la otra visión del mundo. 

El Carrilano local así como el temporero eran respetados porque el respeto era su gran virtud y la que todos le reconocían. Mi bautizo de Carrilano se produjo en el pueblo del Pueyo de Jaca; mi padrino fue Rafael pero al hacerlo nunca me preguntó si aceptaba ese nombre - que después hice muy mío -, ni si realmente coincidíamos al dar y aceptar ese calificativo que define a los personajes un poco desordenados y muy vagabundos. ¿Encarnaría yo alguno de los significados que él pretendía asignarme? A su modo de ver seguro que sí... ¿Coincidiríamos en reconocer el mismo sentimiento por el que fui nombrado carrilano? Seguramente que no. Tampoco importa mucho. Después el tiempo definiría mi propia personalidad carrilana... 

Yo acepté el nombre de carrilano porque llamándome así o llamándome de alguna otra manera, seguiría paseando por esos lugares maravillosos donde vivía Rafael, y deambularía por esas montañas que guardaban de los vientos el bucólico caserío donde nació mi “padrino”. 

El Carrilano es todo lo referido a él anteriormente y además aquel eterno viajero enamorado del mundo, enamorado de la vida. Aquel hombre melancólico que vibra con todo y todo lo desea; aquel que todo lo da y nada guarda salvo el amor que por la vida ha ido acumulando en su peregrinar... 

El Carrilano de Benifons
Ignacio Aldea

02 septiembre 2012

How many?

Vale que llevo un tiempo sin escribir. Vale que mi cobloguera haya llevado las riendas del chamizo bloguero. Vale que lo haya hecho tan bien que incluso nos pasee por destinos internacionales. Vale que no me hayáis echado de menos. Vale todo eso y mucho más.

Pero lo que no vale es que en este blog ahora seamos cuatro; para ser más exactos tres y una, que soy yo. Ese destriplicamiento de la personalidad, querida Di, te lo tienes que hacer mirar (tecnológicamente hablando of course, de lo otro que te voy a contar yo).

No entiendo nada, pero me siento claramente inferior en número y eso sin contar a NáN. Y claro empezar así... cuesta. No dais ninguna facilidad. ¿Seremos ahora como D´Artagnan y los tres mosqueteros? 

Empieza septiembre. Vuelta a la normalidad. I am back.

13 abril 2012

Definición de hijo

No sé como llegó hasta mi esta definición de Saramago pero me encantó. La quise retener y no pude. Tampoco la guardé, ni la copié. Nada. Hoy de casualidad ha vuelto a aparecer y he decidido divagarla para que no vuelva a perderse.


Un hijo es un ser que nos prestan para un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos, de cómo cambiar nuestro peores defectos para darles los mejores ejemplos y de nosotros aprender a tener coraje.

Sí, es eso. Ser padre o madre es el mayor acto de coraje que alguien puede tener, porque es exponerse a todo tipo de dolor, principalmente al de la incertidumbre de estar actuando correctamente y del miedo a perder algo tan amado. ¿Perder? ¿Cómo?

No es nuestro, ¿recuerdan?. Fue apenas un préstamo.



29 septiembre 2011

Regando

Siempre me ha gustado ver regar. Que bien huele la tierra mojada... Recuerdo, de pequeña, los huertos con sus hileras de caballones y como el hortelano se las ingeniaba para hacer llegar el agua por los laberintos hasta donde él quería. El agua transcurría tranquila impregnando la tierra y expulsando su olor. Creaba unos charquitos marrones con bordes de espuma que eran ideales para jugar. En ellos te podías pasar horas.

Ahora, debido a las restricciones y con las modernas instalaciones de gotero, pivots, el regar ha perdido parte de su magia. Está tan controlado, tan medido, que ese desbordar del agua o el correr de la misma tan apenas se produce. Cae y desaparece. 

Los aspersores aún conservan algo de magia. Será el ritmo acompasado con el que sueltan el agua, será la altura con la que la lanzan y el arco que produce al caer o el inesperado chorro que te alcanza. No sé, me gustan. Es genial meterse en un campo con aspersores en pleno verano y jugar con el agua. Si no lo has hecho aún, vale la pena.

Sin embargo lo que más me gusta es ver regar a manta. Es menos ecológico, ya lo sé, pero me gusta. El agua discurre por las acequias y es dirigida a través de tajaderas por donde el labrador quiere. Para liberarla levanta una de esas tajaderas y el agua entra o cae a borbotones en el campo y comienza a inundarlo todo. Poco a poco, sin prisa va calando. La tierra burbujea, los bichos salen de sus moradas y las cigüeñas y otros pájaros hacen su agosto y se refrescan las patas. Los campos quedan cubiertos con un manto de agua.


11 marzo 2011

Comienzan las vacaciones: El Momento Opá

Creo que va quedando claro que soy urbanita hasta la médula. Me gustan las ciudades porque me apasiona todo lo que pasa en elllas: el cine, los bares, los mercados, los edificios, la gente. Muchas de mis vacaciones cortas han sido lo que los ingleses llaman "city breaks", y esa mezcla de sobredosis de fotos, con sentarte en los cafés a, como dicen las guías, "ver la vida pasar", es parte de mi idea de pasarlo bien.

Sin embargo, a veces siento una estrania llamada de la naturaleza en lo que, hace un tiempo, comenzamos en casa a llamar "el momento opá". Estos momentos sólo ocurren en pleno monte, pradera, preferentemente en un acantilado o a cierta altura. Por definición, no tiene que haber nadie a kilómetros-o millas-a la redonda (se entenderá aquí:). Por definición, has de abrir los brazos como Sor María en "Sonrisas y lágrimas" cuando empieza la peli y va corriendo a lo Heidi y por fin canta: "THE HILLS ARE ALIVE.... WITH THE SOUND OF MUSICCCCCCCC". Si hace vientecito, el opá ya es perfecto. Si en algún momento, cierras los ojos con sonrisa boba, ya estás de cum laude.
Para el que, a pesar de mi descripción, nunca haya hecho un opá, un ejemplo muy ilustrativo ocurre en el minuto 5:08 de este comienzo increible de película. Se trata de "La Bella y la Bestia" de Disney, cuando Bella va paseando por su Vetustilla particular con su libro, y repitiendo: "THERE MUST BE MORE THAN THIS PROVINCIAL LIFEEEEEEEEEE". Al final de la escena, la cámara hace un travelling totalmente opá, va subiendo por encima de un árbol centenario y... aquí está (5:08):



Y para el que aún se pregunte por el origen etimológico del "opá", la respuesta está en el minuto 1:16 de este vídeo. El Koala, del que sólo conozco esta canción y, sí, me gusta, es caniera, hace el avión con sus brazos sintiendo el campo (lo suyo demuestra más compromiso que lo mío) cuando cambia la música. El hombre hace un momento opá, sin saberlo.




En mis ultimas vacaciones hubo mucho opá, hubo noches con estrellas y otras cosas. Las vacaciones que comienzan maniana por 11 días van a ser calles empedradas, chocolate, arquitectura, chips, amigos, 800 tipos de cerveza-anota el Peda- y, entre ciudad y ciudad, no sé si tendremos ocasión de hacer opá.
Por lo menos, cuando entre el tren debajo del mar, abriremos nuestros brazos y haremos la ola.
Hasta la vuelta, divagantes!

08 febrero 2011

Ser o gustar: esa es la cuestión

Hay un grupo de gente que parece no conocer algunos verbos del diccionario de la RAE, a saber: gustar, atraer, fascinar, apasionar, encantar, entusiasmar, cautivar, amar, interesar. Ellos conocen sólo el verbo SER. Cuando han de definir algo que les gusta, atrae, fascina, etc, referido a -atención- cualquier orden de la vida, ellos dicen que ese algo "ES BUENO". O buenísimo. En mi época tambien es usaba el "estar" y los tíos estaban buenísimos. O buenismos.

A menudo, he de controlarme para no ser fagocitada por esta práctica. A menudo, cuando hablo, o, lo que es peor, cuando escribo, hay algunas máximas que considero TAN verdad, que se me rebela la lengua o el teclado y digo "Rachmanivov es increíble", "Casablanca es buenísima" o "Cortázar es el mejor escritor de su generación". Alguna gente esto lo usa para ligar. Y es que ya lo decía Nick Hornby en su "HighFidelity": "It is what you like, not what you are like, what matters".

El tema es más complicado de lo que parece: no sólo hablamos de obras artísticas, sino incluso de temas que parecen tan personales como los que afectan a los sentidos. Porque, en contra de lo que dice la sabiduría popular, "sobre gustos, hay mucho escrito".

Gusto, olfato, tacto
La cosa es particularmente interesante cuando se habla de temas puramente sensoriales. Sobre gustos hay muuucho escrito. Pongamos solomillo versus "tajo bajo" (Diva sabrá mejor las tecnicalidades al respecto), pongamos jabugo versus jamón del básico. Sobre esto último me aventuro a hipotetizar que lo que lo hace "mejor" es que el cerdo ha sido alimentado con bellotas y que-esto lo estudié en algun curso de química- la carne está atravesada por vetas de grasita muy fina. Parece ser que la grasa se disuelve bien en la saliva, luego el sabor de todo producto con este punto será potenciado, y estara más sabroso. Aquí hay una explicación más o menos racional (de las que me gustan a mí). Pero luego, qué es mejor, una pera o una manzana? Las acelgas o las borrajas? La nata o el chocolate? (ah el gran dilema!) La sandía o el melón? (ah, el otro gran dilema!)

Aparte de la racionalidad de lo tierno, lo bien que se disuelva un producto, o la jaqueca que cause su excesiva ingesta el día después, hay gustos que se han ido educando culturalmente. Por ejemplo, algunos indican una determinada clase social, y hay gente tan triste que dice que prefiere el solomillo a las salchichas porque éstas no tienen nada de glamour. Mejor no entremos en el champán, los vinos y demás objetos de consumo que le cuentan al mundo la pasta que tenemos para gastar en ellos.

Las siete artes
Las tres obras que he puesto de ejemplo arriba a mí me gustan, es más, me fascinan, me atrapan, pero... estoy en La Verdad? Hay arte bueno y malo? Quién lo establece? En el tema de la pintura, ya se debatió con el tema Banksy que en el lado babor del divlog nos rebelábamos contra esos pocos que, desde una sala de tasación elitista establecían lo que "es arte y lo que no". Se supone que quien establece que una muestra es artística es un "entendido o experto" que, siguiendo unos parametros "sólo para iniciados" puede decir lo que sigue esos parámetros satisfactoriamente o no. Pero es que yo no entiendo nada de nada de pintura, aparte de quedarme embobada y con cierta carne de gallina viendo los Goyas del Prado-es que ni siquiera pude hacer arte en COU.

Sin embargo, con un libro que aspire a literario empiezo a atisbar la diferencia entre cositas escritas sin cuidado, sin corazón, sin sentir que es lo último que uno escribe (a eso que yo llamo mal escrito y que Nan llama "otra historia", pero que en el fondo hablamos de lo mismo). O en una peli, supongo que un crítico de cine podrá establecer si la cinta ES buena o mala (cinematografía, mise-en-scene, guión, producción...) pero incluso una amateur como la que firma puede, tras haberse tragado unas cuantas horas de metraje, en casos bastante obvios, decir "esto ES un bodrio" o "esto Es la pasada", en lugar de ME LO PARECE. Pero parte de que tal vez se haya dejado de apreciar muchas cosas que alguien que conozca la historia del cine, la teoría del cine, y demás principios pueda usar para determinar si la peli cuenta una historia de una manera admirable, o por el contrario, es un sainete sin interés. Por eso dice "me parece".

Pro versus aficionadaY es que en todo lo escrito arriba, como es evidente, soy una mera aficionada. En estos casos, quiero seguir diciendo que las cosas "me gustan" en lugar de "son". Pero si pienso en la actividad por la que me pagan, en la que llevo profundidanzo durante más de 10 años, puedo decir con confianza que un informe ES "bueno o malo". Conozco las reglas del juego que sesud@s han establecido tras años de investigación, las hago mías, y las uso para ver si el que habla del tema lo hace como lo haría uno que pasaba por ahí. Que es lo que yo soy hablando de todo lo de arriba.

Sigo hecha un lío. Al final, esto es una cuestión de formas (ya que hablábamos el otro día de la dicotomía forma-fondo, o la no dicotomía). Decir que algo "te parece" o decir que algo "es", al final de lo que habla es de tí. Y no porque los que te escuchan vayan a pensar "qué culto es este tío" sino porque pensarán, como yo: cuánto están perdiendo las universidades del mundo sin darle la cátedra a este tío. Claro que: cátedra de qué, a los que de todo hablan ex-cátedra?

18 noviembre 2010

Mi guitarrista® fetiche

Quién no desea tener un animador sociocultural en el seno de la familia. Ese tipo simpático, que suele venir con una guitarra, te la planta en la cara, te afina la tuya, e insiste en cantar a voces "Victoria y Soledad" (él con perfecto acento porteño). Ese ser dinamizador al que se odia intensamente en la adolescencia, pero que da muy bien a partir de los 30. Quién no recuerda estar sentada-amuermada, posición basal del teenager, en cualquier situación y entonces entrar los "guitarristas"® (® porque es un concepto de la Di teenager y sus amigas: no hace falta tener guitarra para ser guitarrista, pero ayuda) y: "venga, animaros!". A la mierda!-pensabas, desde tu inundación hormonal cerebral.

Pero, pero, pero. Los guitarristas® han pasado a ser estos seres amables con los que quieres, por ejemplo, celebrar el cumple de tu hija para que animen, o que formen parte de tu familia para las Nochebuenas familiares vetustianas. En la mía no lo hemos tenido siempre: fue adoptado. El pobre pasaba por allí, y tras un par de aleteos de la Fashion ya no pudo escapar (así de nocivas somos las hermanas Vagando). Pero descubrió que todo merecía la pena cuando, por fin, una Nochebuena pudo sacar el showman que lleva dentro. Se trata, lo han adivinado, del Joven Artista Local, hombre multifunción, que igual le da a la batería (alguien oyó hablar de "Los impecables"? Yo tampoco), a las profundidades abisales del buceo, al diseño de secadores disfuncionales, al snowboard-límite, al panegírico continuo del Mac, a las camisetas extrañas, al cine de terror, al fantaseo con la cuñada buenorra, al conductismo con Golden Retrievers, a los docus de excel, al bricolage, al abuelico-con-pistolicas-de-agua.

Lo que pasa -el sinsentido- en esas Nochebuenas es difícil de describir. Llenamos unos sacos toda la familia (para ser justos, la parte masculina-qué morro-se suele inhibir) de todo tipo de cachivaches que se hacen pasar por regalos. A ver, la gente se suele esforzar, incluso yo (lo negarán, me echarán en cara el "pantalón de bajar a por el pan" de cuadritos Vichy de Calvin), pero también hay mucha tramolla. Porque lo más divertido es el show de abrirlos.

Cada año el Joven Artista Local y yo preparamos una performance enloquecida. Por ejemplo, hay pistas en verso sobre quién va a ser la siguiente persona en meter la mano en el saco, hay números musicales (nos curramos unas letras que son lo más), y hay mucho derroche de dramaqueenismo pues cada vez que sale un regalo (y puede ser un magneto para el frigo) se oyen grandes fanfarrias acompañadas incluso de efectos especiales. En fin, ese rollo. En este contexto anuncié a la familia que Mini iba a ser niña. La casa se vino abajo.

El resto de miembros de la familia adopta diversas actitudes, a cual más divertida para una observadora con su punto sádico como la que firma. Están los que disfrutan como indios porque les encantan los regalos. Están los que no saben dónde meterse y siguen con el champán o lo que se tercie (mojitos el año pasado). Están los que deben pensar "esta gente está fatal, cuanto falta?

El otro día fue el de su chica. Hoy, el Joven Artista Local, artista del diseño cool de día, presentador de varietés de noche, cumple los 30. Mil besos guapo.


28 octubre 2010

¿Te Comprometes o Colaboras?

Aunque parece lo mismo, no lo es, no. Hay una notable diferencia y es necesario que ambos interlocutores la sepan para evitar males mayores a posteriori derivados de un malentendido.

A mi, desde que me explicaron la diferencia, no se me ha olvidado.

Veamos:


Un plato de huevos fritos con bacon.




Pues bien en ese plato la gallina COLABORA, pero el cerdo se COMPROMETE.



Clarísimo.





07 octubre 2010

Les Misérables

Les Misérables son un tipo de gente concreto. Siempre que pienso en un miserable me acuerdo de Mr Bean sin su versión cómica o de Mr Burns de los Simpson.

Son rastreros, mezquinos, tacaños... Son individuos que crean mal rollo en cuanto los descubres y ya siempre los ves en ese rol.

¿Que los hace tan especiales? ¿Quieres saber cómo diferenciarlos? He aquí unas cuantas características que cumplen algunos de ellos. Como siempre no están todas las que son, pero sí son todas las que están.

Seguro que se os ocurre alguna más.

- Un miserable aprovecha a celebrar su cumple con las sobras de otra cena de amigos.

- Un miserable cuenta los vasos de plástico en las celebraciones y los pone justos.

- Un miserable siempre se olvida de llevar la merienda para su hij@ y así comparte la de los tuyos.

- Un miserable queda en traer macarrones para los niños en una comida de amigos y aparece con el paquete  de 500 gr.

- Un miserable trae los helados contados y nadie puede repetir.

- Un miserable no se compra tabaco porque así no fuma. Pero después se fuma medio paquete del tuyo.

- Un miserable no saca cosas para que no las gastemos y luego poder volver al punto 1.

- Un miserable dice que en tu coche se va muy bien y así no gasta el suyo.

- Un miserable siempre dice que lo suyo está más bueno, es más rápido, más tierno, más auténtico. Vamos siempre mejor que lo tuyo.

- Un miserable es capaz de preguntarte el precio de algo nada más conocerte.

- Un miserable se lleva rollos de papel higiénico de los restaurantes o las tiendas a su casa.

- Un miserable te cuenta una historia y hace hincapié en que cada uno se pagó lo suyo, con independencia de lo bien que se lo pasó o de lo que suceda en la historia.

- Un miserable se va de vacaciones en invierno y piensa lo que se está ahorrando de calefacción y agua caliente mientras está en el hotel a pensión completa.

- Un miserable va a ducharse al gimnasio aunque no haya hecho deporte porque está pagando una cuota.

- Un miserable coge un hotel barato a una hora de Bruselas aunque tenga que dejarse el día cogiendo autobuses.

- Un miserable se lleva ropa de una tienda y la estrena con la etiqueta puesta. Luego la devuelve.

- Un miserable es capaz de hacer un análisis DAFO para comprar una almohada.

- Un miserable compra sólo las marcas blancas cuando hace una comida para los amigos aunque para él nunca lo haga.

- Un miserable siempre escoge lo más caro en una cena a escote.

- Un miserable te hace siempre una llamada perdida para que le rellames tu y así no gastar teléfono.



Aclaración: Cuando digo "Un" quiero decir también "Una". Quelosepas...

04 octubre 2010

Única e irrepetible

Comienzo subdivagando a "Hoy necesito un poco de poesía" y acabo aquí, en un divague completo, lleno de vida y que pide paso en plan Prima Donna. No se me puede dejar un teclado, se me rebelan las letras. Un montón de ideas salieron a flote a tenor de "A galopar", el individuo, no me clasifiques, no quepo en una caja, ni en una encuesta. Esto último ya lo decía Aníbal Lecter, en la famosa secuencia: "Uno del censo intentó hacerme una encuesta. Me comí su hígado acompañado de habas y un buen Chianti". ("El silencio de los corderos", Jonathamn Demme, 1991). Ah, qué grande. Pero claro, no todos somos Aníbal.

Con esto del "soy inclasificable, un día soy de unos, otro de otros", estamos hablando de muchos temas, pero el primero que viene a la mente es el de la "percepción interpesonal". Todos intentamos explicar, predecir y de alguna manera controlar el comportamiento de los que nos rodean. Hipotetizamos sobre lo que los otros piensan y esto implica selección, organización e inferencia. En el mundo del bloguerío esto se reduce a las ideas, no al comportamiento. Intentamos entender "de dónde viene cada uno", si es posible evitando uno de los errores cognitivos mas frecuentes de los humanos: estereotipar.

El tema que nos ocupa hoy sería el del "espectro político", que ordena grupo ideológicos de acuerdo a ciertos conceptos como el de seguridad y libertad. Uno de los más extendidos es izquierda-derecha. Bien, por ejemplo, en los asuntos económicos, la tendencia hacia la seguridad es típica de la izquierda (luego el gobierno tiene que ser intervencionista, altos impuestos para garantizar sanidad, educación, pensiones)  y la libertad (o liberalismo económico) de la derecha (gobierno deja al mercado a sus anchas, responsabilidad individual en sanidad, etc). Sin embargo,  en los aspectos de "cintura para abajo" (ética), la izquierda aboga por la libertad del individuo (divorcio, aborto, homosexualidad) y la derecha por la intervención. Creo que este último punto está cambiando (lo que queda es "la derechona") y ahora hay mucha gente de derechas que sigue estando donde sus abuelos en lo importante, lo económico, pero oye, dejad a los gays que se casen y que adopten niños, y dejad que se divorcie Polola, que su marido le está poniendo unos cuernos que no entra por la puerta.  Se han intentado aportar nuevos puntos en el espectro izquierda-derecha, pero  lo cierto es que los estudios demuestran que hay una correlación más que notable en la manera de ver el mundo de la gente.

Y sí, el hombre, desde que nace, es único e irrepetible (aunque algunos mas únicos que otros). Pero para entender el mundo y entenderse, recurrre a clasificar, y no todo el "meter  en cajas" es malo. ¿A quién no le gusta que le den la penicilina adecuada para una infección?  Porque la medicina, lo que lleva haciendo durante su historia es observar una serie de síntomas y signos repetidos de la misma manera, y acabar clasificando a esa presentación como X. Y gracias a ese listado de síntomas, otros médicos a lo largo del planeta han podido estudiarlos más a fondo, investigar y encontrar la manera de solucionar el problema. ¡Ah! ¡Pero es que es distinto! me dirán, no comparen mi mente, mi complejo mundo interior con unas burdas bacterias. Lo siento, pero no hay mucha diferencia con las ciencias sociales: hoy en día hay tests que han demostrado alta validez y confianza para predecir comportamientos y actitudes (¿cooperación o competitividad? ¿individualismo o cohesión? etc).

Esto es difícil de digerir, porque desde peques somos los reyezuelos de la casa, y luego te lo confirma tu novia, eres mi única media naranja. Pero dale tiempo. Lo que verdaderamente fastidia no es la clasificación, sino que te metan en el grupo que tú crees equivocado. Como decía un divagante, a algunos por matar a gran escala les ponen medallitas, imaginen su cara si alguien se agrupa con otros asesinos de menos ambición. Y por poner un ejemplo personal, cierto sector de divagantes me imaginaban hecha un adefesio: uniformada de lila, pantalones indios holgados de rayas y palestino. Pero si me hubieran clasificado entre "esa gente que escribe tan bien", por ejemplo, me habría parecido de mil amores (tras sonrojarme claro, aceptar piropos tampoco es fácil). Así que es cuando alguien nos mete en un grupo que nos chirría cuando fastidia.

Pero el clasificar (bacterias) de otros me salvó la vida cuando tuve septicemia, y ese sentimiento de grupo de unos cuantos hace un montón de años, y de unas cuantas que se ataban con cadenas en protesta no muy lejos de mi casa, es lo que ha hecho posible que muchos podamos estar aquí cómodos en nuestro sofá divagando. Si no, la mayoría seguiríamos esperando a ver qué se le ofrecía al señorito. 

Pues no se vivía mal cuando mi bisabuelo era el amo del latifundio, los criados no tenían queja, mucha seguridad, no como ahora, que está lleno de inmigrantes y nos atracan a impuestos total para que los roben los cuatro de siempre, los holgazanes esos y la panda de madres solteras y los maricones, ¿has visto cuántos hay en la tele? Ahora, eso sí, no me clasifiques, no me pongas en una caja, porque yo, es que soy tan tan especial, es que tengo una filosofía tan ecléctica, compleja y personal que es injusto que me pongas una etiqueta, soy políticamente incorrecto, soy novedoso, soy impredecible. Las etiquetas son simplificadoras: atención a la mente que tienes delante, es que nunca en tu vida has vista nada similar, ¡te lo aseguro!

25 agosto 2010

El ajuar

Cuando tenía 16-17 años, había una amiga a la que su madre le estaba preparando "el ajuar". Por supuesto, la joven Di había oído hablar de tal concepto refieriéndose a otro mundo, en otra galaxia. Si hubiera supuesto una mínima amenaza para ella, la joven Di habría convenientemente catalogado la idea como "conmigo no haréis esto", pero no era el caso. La amiga, mucho más madura, lo veía como una muestra de cariño de su madre, que le estaba bordando sábanas con sus iniciales y pajarillos.

Nunca me casé, luego nunca viví lo que supongo es ese periodo de preparativos cuando uno se compra las sábanas, los tenedores y las copas para su nueva casa. Y los platitos de plata para poner el pan, en las parejas "conforme", que diría la Yaya. El Pedalista y yo nos fuimos de casa sin firmar nada, con dos maletas, dos mochilas y un billete de ida de Iberia. En el aeropuerto, la madre del Peda lloraba y la mía reía histéricamente (que viene a ser igual que llorar, créanme). Dentro de las maletas no llevábamos nada para empezar una casa: mi madre, la Yaya y la madre del Peda tuvieron a bien no meternos de extranjis un mantel a juego con el delantal y los trapos de cocina (aunque sí algo de fuet y maza de jamón). Tal vez subconscientemente (si el subconsciente existiera), todos esperaban que la aventura saliera mal (bien), y a los tres meses regresáramos.

Dentro de mi maleta, yo llevaba principalmente libros y ansiedad: todo aquello que debería saber al terminar una carrera y que nunca me atreví a preguntar. Fatal pero a la vez ansiadamente, se avecinaba la hora de la verdad: ahora la gente se iba a sentar delante mía preguntando un par de cosas y yo debía hacer como que las sabía. La impostora se empezaba a gestar, y encima, sin ajuar.

Nuestra primera casa improvisada y base por 15 días (mientras yo hacía entrevistas de trabajo) a las afueras de Londinium fue la de Steve, un amigo que trabaja como cámara de cine, y que estaba entonces rodando un docu en el Himalaya. Una vez conseguido el puesto (sí, fue así de rápido), pasamos a vivir en una ciudad del norte en el alojamiento que proporcionaba mi trabajo para todos los que empezábamos en este gremio. Al entrar, olía tanto a curry que tuvimos que deshacernos de las cortinas y pedir ayuda a dirección (vivan los Pedas multiculturales). Después, abrimos los cajones y allí estaba todo, ¡plink! Incluso plancha: yo recordaba aquella peli de Icíar Bollaín ("Hola, ¿estás sola?") en la que Candela Peña decía que "una verdadera casa tenía que tener plancha". Ah, y sobre la encimera, el objeto tótem con el que nunca más podremos vivir sin: la tetera.

Un sábado fuimos a House of Fraser y compramos un duvet (edredón nórdico). Trece años después aún lo conservamos. Fantaseo con que nos acompañará siempre: simboliza todos nuestros años de "matrimonio" sin papeles. También compramos el cobertor que, para tranquilidad del lector, anotaré sí ha cambiado. En aquella casa no había lavaplatos y la lavandería se compartía con el resto de la comunidad (no, no había encuentros tan interesantes como en las pelis). También hacíamos barbacoas en la pradera cuando el tiempo acompañaba (o sea, pocas) y chili con carne y otras delicias de comidas del mundo (Pedalistas en proceso de inmersión) en los distintos apartamentos, y todos teníamos siempre el mismo juego de platos, vasos, y tenedores. Igual que la sábanas, tenían el membrete de la empresa que nos ingresaba la nómina a final de mes, la más grande del país, el mejor invento de los ingleses. Que tristemente se está yendo al garete. Snif.

Cuando los "sin papeles" se cambiaron a su propia casa en otra ciudad un poco menos al norte, las cosas del ajuar no mejoraron. Resulta que Lili, una amiga de Margarito, se volvía a España y vendía un piso a toda prisa. Los Pedas, impulsivos y Cronopios ellos, fueron, vieron y compraron. Estaba tirado de precio, en el centro, cerca del trabajo. Se podía ir andando al cine y, muy importante, volver trastabillando de los bares. Luego descubrimos porqué era tan barata, pero cuando eres (aún más) joven, indocumentado y pre-Mini-zado esas cosas te dan igual. El caso es que Lili se volvió en coche a Barcelona y no pudo llevarse su ajuar. Así que los Pedalistas, una vez más, usaron los platos, los vasos y las sartenes que otros habían elegido, haciendo tal vez algún pequeño añadido como un juego horroroso de copas que parecían diseñadas para beber vino cabezón, alguna sartén con eso que no se pega (el Peda tiene algo con el menaje, no pregunten qué pues nos metemos en arenas diagnósticas), ensaladera presentable para las cenas, y tal. El Peda se obsesionó con una cucharilla y nos la tuvimos que llevar, pese a que yo lleve fatal mangar de esta santa institución pública. Aún nos acompaña, quiero decir, a él.

Las madres, la Yaya y la entidat han ido proveyéndonos de pequeños electrodomésticos a lo largo de los años. Sí, ya tenemos plancha propia y secador. Incluso yogurtera (el Peda y Mini prefieren los industriales a los que esta máquina produce). Y una colección de ollas a presión, tema fetiche del Peda, que siempre duran poco: empezamos con una de la entidat por ingresar el oro y el moro, luego la regalada que no quería mi madre pues la otra le explotó, y así. El otro día se compró una que parece salida de una peli de la Segunda Guerra Mundial. Debería estar prohibido tener esa olla, por su potencial Hiroshima.

Ahora veo claro que nunca tendré una casa como los dioses mandan, pues nunca seré "gente conforme". La mía se ha ido construyendo, como las familias estas nuevas reconstituídas, con pedazos de aquí y de allá. Así como los amigos que vienen a vernos han de dejarnos una receta (y sí, hay un excel, y sí, los platos tienen el nombre de su originario, pueden intentar entrar los lectores), también han de acostumbrarse a que de los platos amarillos modelnos gigantes (no entran en lavaplatos que es de media carga) sólo hay cuatro, y los perdedores acaban con los blancos con ribete verde de Lili. Y las copas son cada una de su padre y de su madre, si bien aquellas malditas ya no están. Por no hablar de los tenedores.

Creo que voy a hacer algo a tenor de esa olla express.


23 agosto 2010

The Stepford wives

El divague de ayer de Diva "Flipando en colores" me recordó a la película "The Stepford wives" (Las esposas de Stepford) (Brian Forbes, 1975), basada en la novela del mismo título de Ira Levin. Y hablo de la de 1975, no de la repetición que protagonizó recientemente Nicole Kidman de la que sólo he visto el tráiler y se me han quitado las ganas de más.

La peli de los 70 está protagonizada por Katherine Ross, la chica buena y contrapunto de Anne Bancroft en "El graduado", de la que divagué la semana pasada. Siguiendo una norma básica de la narrativa, la peli comienza introduciéndonos al personaje que interpreta la Ross, Joanna, y nos lleva de su mano el resto de la cinta. Joanna es una aspirante a fotógrafa en Nueva York que se va a vivir a una casa grande con jardín en el pueblo de Stepford, Connecticutt. A su marido le parece una gran idea, porque tienen mucho más espacio (principalmente en la cocina) y, sobre todo, el sitio es tan saludable para los ninios: una comunidad pequenia, donde todos se conocen, no como la ciudad que nunca duerme, siempre llena de peligros.

Al poco tiempo de estar en Stepford, Joanna descubre que no tiene nada que ver con la comunidad aquella tan saludable, en concreto con las mujeres, que son todas muy extranias. La manera de vestir, su obsesión con la última receta, tener la casa sin una mota de polvo... parece que en 1975 estas mujeres representaban el ideal de lo que todo hombre querría tener en su casa. Joanna, junto con la única chica díscola de Stepford (otra más o menos recién llegada) empiezan a interactuar y a averiguar más cosas de estas mujeres. Y hasta aquí puedo leer, pero es una peli de terror.

The Stepford wives se rodó en plena "segunda ola" del feminismo. La "primera ola" había ocurrido a finales del SXIX y comienzos del XX. Su lucha era por la igualdad derribando obstáculos legales (derecho a la educación, el empleo, de propiedad, leyes relacionadas con el matrimonio etc). Luego vinieron las sufragistas, y siguiendo sus pasos un 8 de Marzo muy frío salió este divague. Ahora que sufro una sobredosis de "Mary Poppins" (Robert Stevenson, 1964), gracias a Mini, aniadiré que me encanta que la madre de los ninios sea sufragista, y realmente representa muy bien lo que éstas eran: mujeres de clase media-alta, que se lo podían permitir.

La "segunda ola" del feminismo llegó en los 60, como respuesta al boom económico tras las guerras, en los que se intentaba volver a un sistema patriarcal. Los temas se extendieron a la familia, la sexualidad, la igualdad en el trabajo, derechos reproductivos (la píldora se lanza en 1961). Simone de Beauvoir había escrito "El segundo sexo" en 1949 y Betty Friedan "The feminine mistique" en 1963, clásicos del feminismo. Esta era terminó a principios de los 80 con las luchas ideológicas sobre posicionamiento en temas sexuales. La "tercera ola" empezó en los 90, pero esa es otra historia.

Así que, en pleno 1975 (declarado anio de la mujer por las Naciones Unidas) se estrena The Stepford Wives. Hoy es una película de culto, y ser una "Stepford wife" es ya un concepto: aquella mujer que responde a las expectativas que la sociedad (dirigida por hombres) espera de ella, y aquí cada uno que aniada lo que crea conveniente. Como decía ayer en mi comentario, hay ciertas expectativas que, aunque me puedan parecer esto y aquello, como se limitan a la esfera estrictamente privada, me dan igual. Sin embargo, hay pocas de estas: una puede tener dos dedos de frente y decidir no hacerse un implante en las tetas aunque la sociedad te bombardee con este tipo de mensajes. Pero hay muchas máss decisiones que parecen privadas pero que afectan al resto de las mujeres.

El tema del cuidado de los hijos es una de ellos. La sociedad decide qué mensajes mandar depende de su momento económico: cuando interesa que las mujeres vayan a las fábricas porque los hombres están en la guerra (1940s), entonces las guarderías están muy bien. Cuando los hombres vuelven de la guerra y hacen falta puestos de trabajo 1950s), entonces hay que quedarse en casa horneando pasteles y dedicada únicamente al cuidado del bebé. Ahora, el mensaje es claro: facilitemos que la mujer se quede en casa (digamos que es lo deseable) en lugar de repensar todo el sistema, que fue pensado basándose en que uno (digo una) se quedara en casa contando los minutos frente al horno. La mujer que decide quedarse en casa ahora toma una decisión que nos afecta a las que decidimos volver a trabajar. Somos menos, se legisla menos, hacemos menos ruido, las cosas siguen igual.

Las Stepford wives aún existen, y siguen dando mucho miedo, son aún de pellícula de terror (aunque el remake de la Kidman fuera una comedia-no, no hace gracia). Hoy he ido a tomar un té con un grupo de gente del círculo-Peda y había una familia a la que no conocía. Sólo sabía que ella había dejado su trabajo para cuidar de su hijo, y luego de su hija y que el marido trabaja en un banco de inversión (total, para qué vas a trabajar?) Al llegar, aún sin sentarnos, tras un "Qué tal?" totalmente aséptico, ella se lanza, delante de todos: "Muy bien, mira, pues buscando al tercero".

Mmm, no es un poquito demasiada información, chata? O te has sentido en la obligación de justificar tu horno de magdalenas? O es que eres una Stepford wife? (miedo).

13 abril 2010

Érase una vez... los insumisos

En un país muy lejano, hace muchos muchos años, querida Mini, hubo un grupo de gente que soñó con otro mundo y, arriesgando muchas cosas, lucharon por conseguirlo. Y, como otras veces, mereció la pena. Desde que David ganara la batalla a Golliat, estas historias de gente pequeña que se une para conseguir algo se han repetido a lo largo de la historia. Porque, ¿sabes, Mini? “La unión hace la fuerza; Coopera y vencerás”. Son más que frases. 

 Antes de conocer al Aitá, la Ma se empezó a interesar por un grupo de chavales que decían que no creían que la guerra fuera la manera de solucionar los problemas, y que no se debían crear problemas para alimentar las fábricas de la guerra. Para que todos lo oyeran, estos chicos diseñaron una estrategia, que es como cuando tú pones un taburete para alcanzar la estantería del baño donde la Ma tiene su crema hidratante, aquella que te gusta abrir, meter los dedos y embadurnar lo que toque. 

 La crema hidratante que estos chicos querían conseguir no estaba tan a su alcance. Resulta que en aquella época, todos los chicos de 18 años tenían que pasar un año aprendiendo qué hacer en una supuesta guerra. Al final era todo mentira, porque lo que hacían era estar de campamentos unas semanas (donde los que habían sido infelices de pequeños porque sus padres no les habían querido como debían, aprovechaban para hacer infelices a los demás) y el resto del año diversas labores tan edificantes como ser chóferes de los militares que tenían más estrellitas en su chaqueta. Igual que tus estrellas de portarte bien: esos militares se habían portado muy bien en su mundo belicoso. 

 Hubo un grupo de chicos que dijo que no iban a participar de este teatro porque era rídiculo. Otros, porque su conciencia no les permitiría matar si viniese una guerra. Algunos, porque empuñarían un arma con los zapatistas, pero no con el ejército. Hubo tantas razones como personas, pero todos tenían en común, de una manera u otra, el rechazo del militarismo. 

 La manera como posicionaron el taburete para hacerse con la crema fue también diferente. Hubo unos que se hicieron “objetores de conciencia” y asumieron las labores sustitutivas que el gobierno estableció en lugar de “la mili”. Estas tareas que, como Ixo Rai cantaba, se podían resumir así: "Sólo hay trabajo si te haces objetor / Trabajas gratis pa'la administración". 

 Pero hubo otros cuyo plan fue más arriesgado, entre los que se incluye el Aitá. Ellos pensaban que, haciendo estos trabajos, en el fondo se estaba legitimando el sistema (este concepto no lo entenderás hasta dentro de muchos años, pero aquí lo dejo, esperándote). Y decidieron no someterse, y por eso se llamaron "insumisos". Al negarse a hacer la prestación, eran juzgados y encarcelados, y asumían el castigo al estilo Gandhi, que era un señor indio que estudió Derecho aquí cerca de casa, en UCL y que para defender su causa usó la Resistencia No Violenta (es la técnica que tú utilizas cuando no quieres irte de los columpios, y te pones de rodillas colgada de mi mano) y la Desobediencia Civil ("Quit India"), que ha inspirado también a otros movimientos. 

Los insumisos no consiguieron su objetivo final: la abolición de los ejércitos. Pero juntos dieron y dimos un primer pasito muy importante. Y es que juntarte con tus amigos para dar estos primeros pasitos siempre merecerá la pena.

 Buenas noches, chiquitina, chuiks, chuiks.

27 marzo 2010

M.I.L.F.

Anoche tocó fiesta de "It's not good-bye, it's Au Revoir". Como los divagantes recidivantes saben, voy durante seis meses a trabajar con otro equipo, para ampliar experiencia, ver cómo se hacen las cosas en otros sitio... todo eso. Si pudiera haberme ido de puntillas, lo habría hecho, pues aún me quedan síntomas de estrés postraumático de la última vez que cambié de trabajo, hace varios años. Aquella vez la fiesta ocurrió en el recinto donde trabajábamos, el Pedalista hizo su legendaria tortilla de patata (siempre la estrella de la noche, la tortilla) y yo perpetré una sangría que, pese a las sabias instrucciones de Tíovin, dejar todo macerando por una noche y selecto vino de tetra, no se la pudieron terminar ni los propios ingleses. Y eso es mucho decir.

Pero lo que de verdad odio de esas fiestas es a la gente diciéndote lo lista, divertida, trabajadora que eres, y cuánto te van a echar de menos. Aunque sea verdad. Luego alguien (o varios si no hay suerte) hacen un speech. A mí me encanta la tradición oral británica, que nos da mil vueltas a los hispánicos, pero no cuando soy el objetivo. Los speech siempre están cargados de humor, ironía, cariño, mala leche: en las bodas son lo más, averiguas cosas de los que se casan que no sabías. Es entrañable, pero cuando eres tú a la que todo el mundo mira porque el de al lado -ya un poco bajo los efectos- está diciendo que eres la versión diosa-olímpica de tu campo, entonces no sabes dónde meterte.

Cuando tú haces el speech, has de usar la regla número uno en estas islas -y que después de estos años se encuentra ya en el espeso de mi sangre: la self-deprecation. Has de reírte de ti misma, meterte contigo misma, ser cruel contigo misma... y hacerles reír. Realmente, siendo Di, encontrar esos momentos es juego de niños.

Pero ayer fue todo mucho más fácil. Al salir del trabajo fuimos a "The Dog's House", el pub de cerca del curro. No hubo speeches, lo cual me hizo feliz. Hubo muchas risas y acusaciones de abandono (en especial M., mi enemigo griego, que "no me habla" desde que anuncié que me iba). Hubo declaraciones de exaltación de la amistad excesivas, que iban aumentando en su excesividad a medida que envejecía la noche y la concentración etílica en vena de los participantes. Cuando se iban, grandes abrazos y más manifestaciones, mirándonos a los ojos, de cuánto nos queremos, lo bien que trabajamos juntos y lo que nos vamos a echar de menos (pero pronto habrá una noche de karaoke, lo prometemos). Lo curioso es que todo es verdad: son un equipo con el que me lo he pasado pipa... lo que nos hemos reído en medio del stress terrible de este trabajo.


Pero lo más curioso que me dijeron ayer, ya hacia el final de la noche, cuando todos los gatos son pardos, es lo que da el título al divague de hoy "Listen, Di: you are a M.I.L.F."


Wow. They've made my week.

08 marzo 2010

Sobresaturada

Según la wikipedia "Una Solución Sobresaturada corresponde a aquella que contiene disuelto una cantidad de gramos de soluto mayor a la que corresponde para una solución saturada. La solución saturada es aquella en la cual sólo se distingue una fase y no sobra cantidad sólida de soluto. Las soluciones sobresaturadas son inestables, ya que basta sólo con agregar una pequeña cantidad de soluto o la agitación de la solución para provocar la preparación del exceso de soluto. El líquido circundante que queda después de esta separación corresponde a una solución saturada"

Siguiendo la definición anterior, yo antes era la solución (la líquida me refiero). No lo sabía pero lo era. Tenía trabajo, pocas preocupaciones, pocas responsabilidades, pareja pendiente de mi, podía viajar sin importarme el destino etc...

Sin embargo de un tiempo a esta parte, la vida se me ha complicado o me la he complicado yo. Digamos que el soluto es lo que ha aumentado y poco a poco me lo he ido di-luyendo, di-solviendo o mejor di-solventando: trabajo, más trabajo, polluelos, mis labores, las suyas, las nuestras, mis preocupaciones, las suyas, las nuestras, deberes etc... Poco a poco he pasado de solución a di-solución concentrada y después cuando el soluto ha llegado hasta un punto en el que ya no puedo absorber más, me he dado cuenta que estaba saturada. Ahí todavía existía el necesario equilibrio.

Sin embargo, yo, que me creo superwoman, he hecho de tripas corazón y he cambiado de actitud como una solución cambia de temperatura y así he podido admitir algo más de soluto, hasta que me doy cuenta de que estoy sobresaturada. ¿Cómo lo sé? Muy fácil, me he vuelto inestable, me precipito. Cualquier cosa me hace saltar, llorar, gritar o procrastinar. ¿Qué me perturba? Puede ser una pregunta de mi polluela cuando escribo el post, o que mi madre vaya el médico, o que alguien no me llame, o que por enésima vez mi pollito escribe "guebos" tal cual, con un par de ídems, o porque Consuerte no encuentra la mantequilla en la nevera aunque la tenga delante, o quizá porque me acuerdo de mis seres queridos que están lejos o de los que simplemente no están, o porque tengo que tomar decisiones sin controlar para nada la situación, los factores... En fin, que todavía tengo a los solutos en fila esperando para disolverse en mí y yo, la agitada di-solución estoy hasta el infinito y más allá. Llegado a este momento y como no puedo asimilar más solutos, se van precipitando al fondo, los voy acumulando en forma de cristales que se me clavan en el momento menos esperado, recordándome que están ahí.

Tengo que encontrar un modo de relajarme. Visto que estamos a marzo y mi propósito de enmierda como siempre, no ha funcionado, tengo que encontrar la vía de escape, porque si no todo lo que encontrarán de mí será un poco de líquido circundante...


¡¡¡¡Feliz día a todas las Di-soluciones sobresaturadas!!!!

03 marzo 2010

¿Esponja o tamiz? Dos tipos humanos.

"A veces lo que sueño creo que es verdad, y lo que me pasa me parece que lo he soñado antes... Además, lo que ha pasado no está escrito en ninguna parte y al fin se olvida. En cambio, lo que está escrito es como si hubiera pasado siempre" (Elena Fortún, Celia en el colegio)

Esta frase de un libro inicia otro, "Caperucita en Manhattan" de Carmen Martín Gaite. Y la razón por la que inicia también mi divague de hoy es por la parte que me toca, con la que me identifico: mi manía, tal vez obsesión, de intentar que no se me escapen ciertos momentos. De intentar guardar en mi memoria aquello que me ha dado felicidad aquí y ahora, allí y entonces.

Esto me lleva a un nuevo capítulo de mis "tipos humanos": la persona-esponja y la persona-tamiz. Un esponja es aquel cuya vida consiste en absorber, tragar, chupar, aprehender información, y ahí se queda. Un buen esponja puede leer, ver películas, viajar, escuchar música (todas o alguna de ellas, y más). Un esponja puede ser una enciclopedia andante, si tiene buena memoria, o síndrome de Asperger, o bien ir olvidando.

Una persona tamiz es aquella que puede hacer todo o parte de las actividades citadas arriba, pero además necesita procesarlo y sacarlo de alguna manera. Un esponja se queda con lo visto/oído/sentido, mientras que un tamiz tiene que hacer algo con ello. Creo que muchos blogueros somos tamices. Procesamos el día, lo que nos pasa, lo leído, lo visto, y lo ponemos sobre el teclado.

Yo empecé con esto del tamicismo cuando era niña y escribía en esos diarios con candado que te regalan en la comunión. Más tarde, si leía un libro o veía una peli que me apasionaba, muchas veces escribía "una crónica", que era una especie de reseña para mí, con lo que me iba a quedar del libro cuando todo se me hubiera olvidado. Alguna vez puede que torturase a algún amigo con la reseña adaptada, y alguna vez esto dió lugar a conversaciones interesantes. También escribía muchas cartas, y de hecho así es como logré que se enamoraran de mí.

Pero donde la Di-tamiz alcanza cotas insuperables es en los viajes. Desde que recuerdo, he llevado un diario de viaje. Al principio eran unos cuadernos de Din A5 de espiral, de distintos colores. Ahí me escribí Escocia, Brasil, y tantos otros. Justo antes de partir para nuestra aventura latinoamericana, apareció un portátil en uno de esos sorteos de la entonces empresa del Peda. Se trataba de uno de esos IBMs primitivos que ya nadie quería, pero que nos hizo un gran papel. Tan viejito era el pobre que no se podía conectar a internet ni le iba la batería.

Lo primero implicaba grabar lo escrito en disquettes (si, tenia disquetera!) y lo segundo, tener que escribir siempre colgada de un cable, pegada a la red eléctrica. Os preguntaréis para qué necesitaba los disquettes, y es que en los meses que viajamos por Latinoamérica escribí lo que debía ser el embrión de este blog (cuando aún no existían los blogs). Escribía por las noches, grababa en un cutredocu de word, y al día siguiente, en los cibercafés, entre emails y prensa, colgaba los divagues en un grupo de msn que ya ni existe. Diva ganó mi corazón ya entonces siendo la seguidora número uno (ella ya maquinaba este blog, o algo).

Para el tema del cable, una imagen vale más que mil palabras. Imaginad a la prebloguera-Di en la estación de buses de Tulúm (México) escribiendo en una esquina, con su IBM conectado a un enchufe que, haciendo oídos sordos a cualquier norma de seguridad e higiene, tenían los mexicanos ahí aparente, enmedio de una pared. Pero es que a medida que avanzaban por el país, descubrieron los pedalistas que en muchas estaciones había enchufes a ras de suelo (¿para los aspiradores?), donde montábamos nuestro campamento durante las largas esperas hacia otra ciudad.

Y es que un viaje sin diario no debe ser lo mismo: para mí sería un auténtico dolor el no poder, al final del día, sentarme un rato a pensar sobre la pantalla todo lo que he visto y conocido (y aquí tuvisteis un ejemplo). Por no hablar de las fotos. Cómo dejar a los vaivenes de la memoria, esa embustera, las imágenes que nos han hecho abrir las pupilas y erizado la piel. Por supuesto que la cámara no puede captar siempre la inmensidad de lo que ves (por eso me gustan menos los grandes edificios que los mercados caóticos), pero a veces, puede incluso mejorar una realidad, u ofrecernos otra que nos haga soñar que hubo un día que aquello lo vivimos.

Los tamices procesan, juegan con la información, la hacen suya y producen algo diferente, que está abierto a la crítica o a la alabanza, algo mejor, peor, eso da igual. Los esponjas se quedan con la información para ellos, para siempre, no se manchan. Unos son hombres de acción, otros se quedan en las ideas.

Pero las ideas solas, sin praxis, nunca han cambiado nada.

Nunca han movido el mundo.