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10 marzo 2024

"Cantos de sirena" de Charmian Clift, o mis hercúleos esfuerzos luchando con la Hidra

La mano es de Mini, 
intendando interceptar mi foto
Una periodista australiana que vivía en Londinium en los años 50 con su marido -también periodista, también australiano- y sus dos hijos pequeños, decidió dejar esa vida para irse a una isla griega, y escribió un libro, "Mermaid singing" ("Cantos de sirena"). 

Inspiro. 

No es de extrañar que la divaganta Elena Rius me lo recomendara (y también en su blog, aquí); lo que es más curioso son las coincidencias con la otra divaganta Mo: sin haberlo hablado lo empezamos a la vez, lo terminamos el mismo día y,  por lo que veo hoy mientras finalizo esto, vamos a publicar la crónica también, bang, justo hoy. Elena también me envió hace poco una entrevista a otra periodista, Dolores Payás, que se fue a vivir a Kardamily, siguiendo la estela de Patrick Leigh Fermor (y hasta vivió en su casa), y Mo me envía de vez en cuando casas "viejas y baratas" (el enlace es conia, pero puedo explicarlo todo-sigan leyendo) en cualquier punto de Grecia a ver si me animo a hacer lo que la prota del libro. O sea, todo esto deben ser los hados. 

Yo, en bolas, frente a la Hidra
En relectura me doy cuenta de que este divague no me ha quedado, seamos sinceras, precisamente sucinto. En mi defensa invocaré (más adelante se verá por qué) a la Hidra de Lerna, serpiente policéfala con cabezas humanas, que regeneraba dos por cada una que perdía o le era amputada. En algún punto he intentado amputar, y todo lo que conseguía era que le saliera otra; eso sí, me lo he pasado en grande escribiéndolo - y espero que eso se transmita. El caso es que más que crónica de libro, me ha quedado una especie de saga-cultural-y-familiar donde el Tema Subyacente Principal es aquel viejo -pero no por ello menos apreciado- vivir sin miedo, salvajemente, lo que dure. La frase de Humphrey Bogart en “Llamad a cualquier puerta”,  “Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver” parece hecha para estos personajes, que en realidad son personas. Para mí ha sido imposible no pensar en el final de los protagonistas durante su lectura- aunque yo no lo supe hasta la mitad. 

Porque Charmian Cliff, la periodista australiana, era muy guapa y hasta trabajó de modelo en su país natal durante su época de estudiante. Había nacido en 1923 y a los 19 se quedó embarazada por primera vez sin planearlo, dando a su hijo en adopción. Trabajó como periodista en Melbourne, estuvo un tiempo en el ejército y en 1947 se casó con el periodista y escritor George Johnston. Él había sido corresponsal de la Segunda Guerra Mundial y es autor de uno de los mayores clásicos australianos que yo desconocía, una trilogía autobiográfica (the “Meredith trilogy, el más famoso  "My brother Jack") que ayuda a entender el continente en nuestras antípodas -donde el 20% de la población desciende de convictos-, pero en el que es, según cuentan, particularmente duro con las infidelidades de Charmian. Pero no nos adelantemos.

En 1949 la pareja deja Australia por Londinium y aquí pasan unos años corriendo en la rueda como el hámster (esta palabra me hacer indefectiblemente reír cuando recuerdo que la Yaya los llamaba "gángsters"). Un día deciden lo que todos ansiamos pero que parece en aquella época era solo un sueño generalizado de periodistas ("I married into the island persuassion of journalists"): dejarlo todo e irse a una isla griega. Porque se dieron cuenta que, cuando llegaban de trabajar de la máquina trituradora que era Fleet St. y por fin tenían este ratito mágico que yo uso para escribir el blog y ellos para hacer escritura creativa decente, estaban "demasiado cansados o borrachos" para nada. Esto, mezclado con ideas existenciales como que “cuando cumplías 40, se podía calcular tu futuro y estabas clavando una barra más a tu jaula, y ahora las barras estaban tan juntas y eran tan numerosas que no podías ver fuera de ella más,  o recordar cómo era el cielo o si quedaba alguien en el mundo que aún pudiera andar libre", hicieron el resto. .

Eligen Kálimnos, una de las islas del Dodecaneso norte (enfrente de la costa turca: "el amanecer que sale dorado por detrás de Turquía", describe) porque tiene una historia que puede merecer la pena contar: aquí el motor de la economía son los buceadores que buscan esponjas. Cada año, estos “hombres locos” se embarcan por siete meses y se van allende los mares -tan lejos como el norte de África- a tirarse a pulmón y nadar, nadar, nadar hacia abajo, con todas sus consecuencias. De hecho, la isla está llena de hombres discapacitados por este trabajo de altísimo riesgo. Yo pasé fugazmente por Kálimnos hace dos veranos: venía en un ferry guagua que paraba por todas las islas del Dodecaneso, desde Kos de camino a Léros. [Nota: buscando el enlace me he colgado mirando ese divague -en particular las fotos- y ahí cuento el criterio para elegir islas, a veces basado meramente en el horario de "Dodecanesan Seaways"]. Ahora creo que si hubiera leído este libro, habría seguro parado en Kálimnos (¿No os pasa que cuando disfrutáis de un libro el lugar donde ocurre -ese otro personaje- suele apetecer muchísimo?), soy así de mitómana, aunque Léros me encantó.

Hay dos aspectos que me han encantado de la novela: el primero,  cuando la autora cuenta ramificaciones de su decisión, qué supone romper con todo y seguir tu sueño,
 "sois un par de románticos - les dice un amigo- pero aunque viviréis para arrepentirnos de esta locura, creo que aunque las sirenas están mudas, es necesario para todo el mundo, una vez en la vida, bajar al mar y esperar y escuchar", 
lo que significa el verdadero nomadismo, el no pertenecer, el no tener más raíces que su propia curiosidad y su valentía, porque ellos no tienen casa en ningún lugar del mundo, algo que los griegos en Kálimnos no pueden entender, 
"nuestras posesiones portables, nuestro alojamiento pasajero. No es para nosotros el registro civil, los muebles de la abuela, el panteón familiar"
el vértigo, el vacío de una vida de autómatas,
"Cómo explicarle que estábamos hartos de la civilización, hartos del asfalto y la televisión, que habíamos perdido el norte y sentíamos una especie de vacío que no habíamos podido llenar con bienes materiales. Habíamos acudido a Kálimnos en busca de una fuente, una maravilla o una señal que nos reafirmara en nuestra humanidad"
Pero aún así, la dificultad, por mucho que lo desees, de parar. En la cita siguiente se puede entender el nivel de la prosa de Clift -que reconoce que ciertos rasgos de la personalidad de una no se pueden dejar nunca atrás, e.g. ella se preocupaba por todo, y se sigue preocupando,
"all the nervous years of pace without rest, of struggle without fulfillment, of taxicabs and telephones and the inexorably circling fingers of a thousand clocks spinning our lives away"
Eso sí, una no puede evitar pensar que todas estas reflexiones se hacen desde el privilegio. Y no hablo solo del económico, no es que tuvieran mucho dinero, pero sí contaban con un “capital cultural” que te permite lanzarte a esas aventuras y no salir demasiado malparado. Los trabajadores de las fábricas, de los callcenters, de la limpieza, nunca han podido seguir “los sueños de periodista” que describe Clift. A ratos me parece injusta su descripción de Londinium: en varios momentos en la novela recuerda la ciudad -reciben una factura impagada del gas que les gusta porque es el recordatorio regular de lo que dejaron atrás- que sí, es una máquina trituradora de carne, pero también es maravillosa a partes iguales, incluso si no tienes mucho dinero. Siempre me choca la gente que dice lo contrario, que para ser feliz aquí hay que estar continuamente consumiendo las miles de ofertas que te da la ciudad. Qué pena quien no sabe valorar un día frío y soleado de Marzo,  a rebosar de árboles en flor de todo tipo y color, por calles que nunca terminan de casita en casita maravillosa - si tienes bici, música y un libro en tu mochila, ya es apoteosis, no hace falta más.

Una última nota sobre la experiencia del emigrante: cuando una llega a un país extranjero, se pone un mapa enorme del país en la pared. No pregunten por qué, habrá mil razones, pero todo el mundo lo hace, durante un tiempo. Clift también: un mapa de azul y amarillo brillante, lo imagino con los deditos del Peloponeso y sus seis mil islas -de las cuales solo 227 están habitadas. Miro el googlemaps de la zona por enésima vez: yo habré estado como en 15 (ya que preguntan: mi favorita? no podría decir, aparte de que tiene que ser Itaca) . Así que hay cinco mil y pico islas o islotes desiertos esperándote.

Y soy predecible pero, por supuesto, el otro factor que me ha atrapado han sido las descripciones físicas de la isla, que te transporta directamente a Grecia, tan necesario mentalmente en esta época tan negra:
"las pequeñas islas flotando mágicamente sobre un océano índigo, los cipreses tiesos en contra del cielo temprano de las mañanas, las cúpulas rosas, los ejes de azafrán por las columnas, los tres burros en la colina un mediodía, vadeando por flores encarnadas...",

"conventos sobre los olivos en las montañas",

"nos despertábamos cada mañana con los sonidos y el olor a mar, y fotos enmarcadas en blanco de barcos y montañas y nubes y cielo". 

los azules, de los que yo he escrito tanto, nada que ver con su descripción espectacular:
"Chorio, like Pothia, is mostly blue, with a few houses painted yellow ochre, a few white. The touches on window-shutters and doors of pink and lime and cinnamon and grey are nothing short of miraculous. The blues range from the merest brightening of stark white, like a blue-rinsed sheet, to a thick, rich ultramarine. The variations on this one colour seem to be infinite, and combined with the subtle differences of wall textures, shapes, levels and the weathering effect of the sun, the blue sometimes produces fantastic optical illusions, particularly as the streets as well as the houses are covered with a thick coating of paint. Stairs melt into walls, corners curve, pavements swell into domed ovens. Sometimes there is no line of demarcation between house and sky, and walls soar up and thin out into pure atmosphere or the sky sweeps down to your feet, solidified with two pink windows and a pot of red carnations drawn on.  The black-clad women are exclamation points against the blue (...)"
Kálimnos desde arriba

Habla de una experiencia siempre maravillosa que es subir cuanto puedas y ver el mar desde arriba. Esto es así en todo lugar pero como la costa griega es tan escarpada y con tantas montañas alrededor, es muy fácil ver el mar a vista de dron, ser cartógrafa un rato. Clift sube a través de campos de limoneros, por un camino casi vertical en zig-zag y alucina de la paz que se vive allá arriba, el silencio. Siempre me parece que las personas ahí abajo se vuelven para el que está arriba hormiguitas y te preguntas, algo así como cuando miras las estrellas: ¿por qué se afanan tanto? qué más da todo? Luego, bajas, y eres una de ellas. 


Todas soniamos con esta foto
Por supuesto, hay pulpos colgados secándose, mujeres (yayás) de negro, curas ortodoxos de atrezzo, laderas con olivares, estrellitas que brillan en el mar a mediodía. En un punto, mirando un paisaje un personaje dice "Esto es lo que debería ser la vida", y todos sabemos a lo que se refiere: de esos momentos va la vida. 

Shane y Martin, los hijos
Además de todas las observaciones de la isla y de su vida familiar, tenemos unos fogonazos de lo que debe ser sacar a tus hijos de “una vida normal”, para que pasen su infancia allí. Por ejemplo, si hace buen día, se paraba el colegio y se iban todos a bañar o a hacer un picnic, porque sí, hay que aprender, pero sobre todo aprender a ser feliz, a saber apreciar que este es un momento especial, tal vez único, y hay que bebérselo tal que así. En otro momento, los niños quieren un conejo y un vecino se pregunta, “¿para qué quieren un conejo? ¿No tienen unas vistas que ni Rockefeller podría comprar?” (también hay disquisiciones culturales sobre este animal que los anglosajones no conciben comer, pero… no sigo). La libertad de esa vida: “¿dónde está Shane?” y un paisano dice que “volvía de nadar hace media hora...estará en casa de quiensea”. No es tan lejano esto para los que “teníamos pueblo” de niños: en Vetustilla, ese lugar, te podías perder por horas, y nadie se preocupaba enfermizamente como ahora, que tenemos que saber dónde están los niños en cada momento. Siempre digo que me da mucha pena las infancias actuales, que ven y experimentan el mundo por primera vez a través de sus pantallas y por ellas, el resto les vamos observando. Influyó esta vida en la sensibilidad de sus hijos? Las fotos que incluyo de los ni
ños las he sacado de la web dedicada a Martin, que terminó siendo poeta, y que tuvo una vida casi tan “al filo” como sus padres. Merece la pena entrar a ver las fotos, o incluso la cronología de sus viajes -físicos y mentales- si al terminar este divague te has quedado con más ganas de vivir-fuera-de-la-norma. 

Cole en isla griega-
uno de ellos es Martin


Luego están las descripciones más antropológicas, las que hablan de una filosofía de vida como el "den peirázeii" (δεν πειράζει) o "avrio", que viene a ser, “no pasa nada!” o "mañana" -epicureismo en vena. [Nota: tras tantos años de ir a Grecia he aprendido, gracias a este libro que “barakaló”, la palabra que más uso cuando estoy allí (significa un número de cosas desde por favor, gracias hasta de nada o lo que se dice cuando se contesta el teléfono) realmente es parakaló (Παρακαλώ!). Traidoras las oclusivas]. Habla de la “falta de privacidad” de los griegos: siempre está su casa llena de gente, o se les unen en sus paseos. Su conclusión es que este es un concepto imposible en Grecia, porque igual que en la antigua Roma tenían sus villas privadas, en la antigua Grecia era todo lugares comunitarios, como los templos o los teatros. 

Durante la novela cuenta muchas más tradiciones, como la "koliva" -lo que se hace ritualmente durante un tiempo cuando muere gente- pero también queda claro que, como sociedad tradicional, el machismo es terrible. Muchas mujeres se bañan en lo que hoy conocemos como burkini ("un camisón de cuello cuadrado") o si una chica se queda embarazada sin casarse, el padre se desentiende porque "los hombres de Kálimnos no quieren objetos dañados, aunque hayan hecho ellos el daño".

El tema de la dote ("prika") me ha parecido espeluznante.  Es un drama que nazca una niña, porque es la mujer quien tiene que traer al matrimonio la casa, los muebles, la ropa de cama y manteles, menaje y frecuentemente una cantidad de dinero también. La cantidad de la prika  depende de “cuánto juzga que vale su virilidad” el novio. Y “su virilidad es lo único que tienen que traer al matrimonio”, dice Clift. Este párrafo me indigna tanto que no sé por dónde tirar sin caer en el exabrupto.  Supongo que en la propia España en la que crecí he visto reductos de esto: en Vetustilla de la Torre, ese lugar, había una costumbre en la que supe nunca participaría llamada "la manta", que consistía en que si una chica del pueblo (o veraneanta) salía con un "forastero", este tenía que dar una cantidad a “la peña” (el grupo de jóvenes), que luego se bebían. Recuerdo era en esa época de “forma irónica”, pero se hacía- así que con un sonrisa también irónica, no queda otra que rechazar las tradiciones sin sentido, aunque te hagan impopular. Otro ejemplo: una amiga tuvo a su madre bordándole sábanas y a ella "le hacía ilusión". En casa teníamos sábanas bordadas por generaciones, yendo tan atrás como aquella con las iniciales de la madre de la Yaya, pero afortunadamente el ciclo no llegó a nosotras.

Pero con el pago de la dote,  las cosas no habían hecho más que empezar para las pobres chicas: la sociedad de Kálimnos a mediados del SXX era similar en su trato a las mujeres con muchas sociedades que tristemente conocemos aún hoy en día. Tras la noche de bodas, la madre del novio miraba la sábana y podía pedir al "despotis" (obispo, me encanta esta palabra en griego) la anulación del matrimonio. Desde ahí comenzaba una carrera reproductora en la que la pobre tendrá un hijo por año tanto tiempo como pueda, "esclavizada a su especie". Tras el parto, la mujer no puede ir a la iglesia en 40 días, porque es impura, y nadie debe elogiar al bebé o le pasará el mal de ojo, todo racional y edificante. Una se plantea la fuerza de la biología, la esclavitud de la especie de la que habla Clift porque, cual es la razón para seguir perpetuamente este ciclo de embarazo-parto-puerperio y vuelta a empezar, algunas superando los diez hijos, cuando con tu pareja no compartes nada más que la cama y la mesa? Porque así son las relaciones allí. Luego, cuando ellos emigran, ellas no les siguen, ni al principio ni más tarde. Los hijos, sí, ellos tendrán también que emigrar, pero las hijas permanecerán en esa roca que es Kálimnos. 

Pero hay una esperanza: la menopausia, eso que nos preocupa ahora y levantamos pesas para no perder masa muscular. La mujer griega que ya está sin dientes ni forma, “emerge liberada del fardo de su cuerpo y su sexualidad como la bruja sabia”, con vara y todo: la gorgona (que en mitología eran tres: Stheno, Eurylae y Medusa). Uno de sus amigos le dice en la taberna, "no te engañes, ellas, las gorgonas, son las que mandan aquí, a nosotros solo nos quieren para que les hagamos hijos y que salgamos a trabajar" (pobrecitos). Porque Clift es  la primera mujer en pisar la taberna en Kálimnos y es un alien. Clift describe estas fases de las vidas de estas mujeres como si fuera una viajera en el tiempo: ella está en otra época, o tal vez en otro planeta.

Se puede decir que aquí acaba mi crónica de “Mermaid Singing” y que debería dejar la siguiente parte del divague para cuando lea el próximo libro de Clift, “Peel me a lotus”, basado en su vida en la isla de Hidra. Esto es lo que haría una bloguera razonable, o alguien con un mínimo sentido de la edición y la mesura. En mi equipo del trabajo tenemos una máxima para reírnos que es “Less is more”, pero no sé si habían notado que yo tiendo a ser del tipo de persona “More is more” en esto de la escritura, y para qué luchar contra la propia naturaleza. Total que, quien quiera tomarse un té o un Lorazepam ahora, que lo haga, pero que vuelva, porque la historia que sigue cierra el párrafo dramático del principio sobre “la vida que vivimos peligrosamente” y mucho más. 

Al final de la flechita roja, Hidra;
al final de la amarilla, Kálimnos

Tras ese año en Kálimnos y la escritura conjunta de Clift y Johnston de “The Sponge Divers” (“Los buceadores de esponjas”) (1955), la familia se pasa a vivir a  Hidra. He incluido este peque
ño mapa casero para que se vea la localización: Hidra (flechita roja) está a 90 minutos en barco de Atenas, al final de la península de la Argólida, una isla naturalmente más "civilizada" y menos remota que Kálimnos (flechita amarilla). En nuestro verano en el Peloponeso en 2015 estuvimos en una islita de al lado de Hidra mucho más pequeña llamada Spetses que no nos gustó particularmente porque, aunque no se permiten coches, estaba llena de motos ruidosas que no paraban un momento.. En Hidra, desde una ley de 1950 no se permite nada que tenga ruedas (solo las bicis en menores de 12 años y en invierno) por aquello de "preservar el espíritu tradicional de la isla", y solo les quedan los pobres burritos que cargan con lo que les echen. A mí el burro es un animal que me causa mucha ternura y pena: es el hermano pobre y feo del caballo y su vida ("burro de carga") ha sido siempre terrible. Me imagino que hoy en día en Hidra cargarán con maletas Samsonite de los turistas, y no puedo esperar a que los de los derechos de los animales les digan que vale ya de la broma. Claro, Hidra es un sitio silencioso y lleno de paz, que nos encanta (pero lo de los burros y las no-bicis no) y ha atraído desde hace mucho a escritores y artistas. Así que no es de extrañar que aquí acabara el tándem Clift-Johnston, su hijo Martin y su hija Shaun,  y el tercero Jason que nació aquí. En Hidra pasan otros nueve años antes de volver a Australia en 1964 (en su década en Grecia, Clift y Jonhston publicaron 14 libros entre los dos). 

Charmian y Leonard en Hidra

En Hidra conocen a Leonard Cohen que describió a la pareja como "inspiracional". Cohen había dejado Montreal con una beca de escritura, y mientras lo intentaba (lo del escribir) en Hampstead -no es mala plaza, con Londinium ahí a sus pies desde la Heath- conoció a la mujer de un artista griego que tenía una casa de 40 habitaciones donde te podías encontrar a los sospechosos habituales de la Grecia de mitad de siglo, Lawrence Durrell y Patrick Leigh Fermor y también Henry Miller o Cyril Connolly. Por lo visto cuando llegó Cohen con sus 25 años, el ama de llaves no le dejó entrar ("no queremos más judíos aquí") pero el entonces poeta le echó un maleficio porque la casa se quemó hasta sus cenizas el añio siguiente. Con rechazos a Leonard.
"The house by the well",
donde vivieron en Hidra


Los que le "adoptan" para que escriba en su terraza son Clift y su marido, que se compraron "la casa enfrente del pozo". Llevaban la típica vida bohemia llena de intensidad, de picos y valles, de escritura, de alcohol. Dijo Leonard: “They drank more than other people, they wrote more, they got sick more, they got well more, they cursed more, they blessed more, and they helped a great deal more. They were an inspiration.” 

Esta es la cocina de la casa de Hidra

... y aquí con amigos


Y la canción que le inspiró Hidra a Cohen es "Bird on a wire". Polly Sansom que en 2020 publicó una ficción literaria sobre este grupo de artistas en Hidra ("A theatre for dreamers") se pregunta en este artículo (de donde he sacado parte de este divague) si Clift y Cohen tuvieron un affair. Este y otros fueron relatados tal vez “de manera determinada pero también  cruel” (dice Paul Daley, en otro artículo más de mi documentación, yo no he leído la trilogía) por Johnston en su trilogía-autoficción. Parece que Johnston había quedado incapaz de tener erecciones por una tuberculosis, andaría por los 50 y Clift,  que había sufrido que él se liara con su secretaria en Londinium, tenía once menos. Así que se puede especular sobre esa relación, pero no olvidemos quién estaba también en los 60 en Hidra: ¿a alguien le suena una tal Marianne? 

Charmian Clift, George Johnstone, Marianne Ilhsen y Leonard Cohen

Marianne Ilhsen era una noruega guapísima a la que había dejado su marido, Axel Jensen "el Jack Kerouac noruego" por una pintora, con el bebé de ambos. La vida de Jensen daría para otro divague, un rico viva-la-vida que usaba a Marianne precisamente como burro de carga - recordemos, la vida en Hidra era idílica pero no fácil-, y que seguramente no estará muy contento desde el infierno viendo que ha pasado a la historia no por sus libros y su desfase vital, sino por ser el marido de Marianne, la musa de Cohen, que cuando terminaron le escribió la famosa "So long Marianne". Ahora, una nueva cabeza de la hidra se me podría ir aquí contando historias de esos dos, pero la voy a cortar de cuajo, tranquilidad.

 Clift y Martin en Hidra

Pero vamos a por la última cabeza. Sin embargo, fue cuando los Clift-Johnston volvieron a Sydney cuando el drama griego comenzó de verdad (“Bohemian tragedy” es el título del artículo de Polly Samson, que ojalá se me hubiera ocurrido a mí). Clift siguió escribiendo con mucho éxito en el "Sydney Morning Herald" y es descrita como "radical y proto-feminista". Sin embargo, llena de ansiedad ante la publicación del libro de su marido ("Clean straw for nothing")  en el que relataba sus infidelidades tal vez (repito, no lo he leído) con excesivo celo por el detalle, Clift se suicidó. Era 1969 y tenía sólo 46 años. Johnston murió de esa tuberculosis un año después y sus dos hijos mayores, con los que he pasado tantos ratos en "Mermaid singing" tampoco tuvieron mejor suerte: Shaun siguió los pasos de su madre en lo del suicidio.  Martin, el poeta, murió alcoholizado a los 42. De aquella familia luminosa buscando aún más luz en islas del Egeo solo queda Jason, el que nació allí. 

Días de vino, Grecia y rosas


So long, Charmian, 
qué bonita foto
La guarida de la Hidra era el lago de Lerna en el golfo de la Argólida, y bajo sus aguas había una entrada al Inframundo que la Hidra guardaba. Hércules la mató y aquí estoy, con un esfuerzo hercúleo, intentando matar/terminar este divague que me ha hecho conocer más a este país que tengo en mi corazón a través de los ojos de una mujer que lo tenía también. Espero que Charmian esté, desde el inframundo, observando estas líneas mías con las que espero dar ganas a cualquier divagante que por aquí pase a no atarse al mástil y escuchar y seguir esos cantos de sirena porque "es necesario para todo el mundo, una vez en la vida, bajar al mar y esperar y escuchar".

So long, Charmian...





17 diciembre 2017

100 anios de marketing sobre salud pública y la Navidad

He estado mirando un poco para atrás en el divlog-no como Oscar Wilde, que siempre llevaba su diario encima para tener algo fascinante que leer, sino para intentar entender mi evolución en esto de las Navidades. Como este blog empezó en Diciembre, hay bastantes divagues con el tema navideño. Mi conclusión-tras este descenso a los infiernos-es que cada anio me voy radicalizando más, y, aunque me gusta volver a las vetustas para ver a la familia y los amigos (y seguir los múltiples rituales de diversión vetústicos ya descritos aquí), lo del potlach navidenio, que en 2009 me limito a describir, ahora cada vez me toca más la moral. Cada vez menos soporto comprar por comprar, necesitar tener el último aparato, estar a la moda. Igual que Woody Allen veía "praderas con un semental" en aquella peli, yo lo que veo son vertederos y vertederos llenos de plástico. El anio pasado ya salí del armario y os presenté a Discrooge.

Lo de la comida es otro exceso: yo entiendo que es, parece ser, otro ritual "necesario", pero no puedo soportar ver tirarse la comida.Evidentemente, esto es por mi educación y afortunadamente en mi familia, todo pasa a tupers y se va comiendo, pero sé que mucha gente (por no hablar de supermercados) tiran comida sin ningún rubor. Casualmente, hoy he caído en una exposición virtual que os enlazo aquí sobre los 100 último anios de carteles de propaganda gubernamental sobre salud pública. No tiene desperdicio, para entender las actitudes en el contexto histórico en el que ocurrieron. 

Era dificil elegir, uno para colgaros pero al final, por lo de arriba, me he decidido por este. Eran consejos que se les daba a la gente durante la guerra mundial, cuando había racionamientos y se dejó de importar comida en la isla (donde el 70% era hasta entonces importada). El cartel es, de todas formas, rabiosamente actual. 

Comida
1. Cómprala con criterio
2. Cocínala con cuidado
3. Usa menos trigo y carne
4. Compra producto local
5. Sirve lo justo
6. Usa lo que quede

No la malgastes!


Me gustaría que lo incluyeran en cualquiera campania de Navidad de 2017!





08 julio 2016

"Estar sentado es el nuevo fumar"

 Hace un tiempo, encontrándome yo en el estado mental conocido como "pelín estresada, agotada, odio-a-todo-el-mundo-estoy-llena-de-mezquindad", mis seres queridos sugirieron/animaron/empujaron a que hiciera eso tan saludable que es correr. Hay que hacer ejercicio. Pero si ya nado un día por semana. Hay que hacer más. Mira que parque tan lindo tienes ahí enfrente de casa: venga, a correr.

Una maestra escocesa, rodeada de niños obesos [inciso: la Yaya decía a veces: "no es gordo, es fati" y yo no sé de dónde sacó la expresión "fati", a no ser que exista algo similar en catalán: ya sabemos que hay una conexión inglés-catalán en la palabra carrot-carrota]. Vuelvo, estaba en la maestra escocesa a la que se le ocurrió que los pequenios piranias comenzaran caminando y terminaran, tras varios días, corriendo una milla diaria. La iniciativa fue un éxito y se extendió por muchos coles, incluso en el extranjero, donde no rebozan y fríen las barritas de Mars, como hacen en Escocia (tal vez mi próximo país de adopción, oh dear).

Así que, si una panda de fatis lo han conseguido, Di, tú también, ya vas a ver. Y así inicié mi carrera en el mundo del correr.

Confesión: ya era aversa, aunque de adolescente era bastante deportista-sin molestarme en desarrollar ninguna técnica en particular, pero daba el pego. Pero el deporte me aburre inmensamente, y desde luego necesito algo que hacer con mi cabeza que no sea dejarla sola a su aire. Quién se quiere quedar a solas con sus pensamientos? El lector del blog entenderá por qué yo no. Y además, qué deporte? Nadar ya que me encanta el agua y la bici porque es emocionante (a ratos). Pero correr?

Alguna vez ya he dicho que, antes de mudarme a Londinium, mientras buscábamos casa, mi primer recuerdo de mi barrio fue el triángulo invertid de parque que tenemos con gente corriendo por él. Estamos hablando del anio 2002: mucha gente corría, pero aún no existían los "runners". Así que ver a gente correr bordeando el Common hacia la puesta de sol era incluso bonito, podrían haber sido atrezzo del ayuntamiento local para atraer gente a la zona, o de las inmobiliarias, para atraer compradores.

Han pasado 14 anios y ahora, ese mismo parque está plagado de "runners". He dicho plagado, de plaga-plagae. Literalemente, no hay una hora del día -o la noche, lo aseguro- en la que mires por la ventana y no veas a alguien corriendo. Y efectivamente, el primer día que bajo a hacer mi milla ahí están todos: hordas de corredores superequipados venga a dar vueltas al triángulo escaleno.

Cinta de Moebius, divagantes.
Yo lo intento, y el primer día, entre correr y andar consigo hacer la milla. Cuando termino, estoy tan gruniona o más que cuando he empezado. Porque claro, he bordeado el parque pero en mi cabeza ha ocurrido lo verdadaderamente terrorífico:  he estado surfeando por la Cinta de Moebius en barrena sobre toda la gente a mi alrededor, como yo, escapando de un "stress" en lugar de encararlo.Todo ello sazonado con imágenes vívidas de la cantidad de "corredores" que me rodean (si estáis leyendo: os odio!).

Porque oiga, hoy quien no ha corrido una maratón no es nadie. Vamos, que una madre del cole que me dijo que había corrido media, me dieron ganas de hacerle un "pff" a la vez que agitaba una barra rebozada de Mars ante su careto. Tengo tantos conocidos cuya vida ha sido transformada por el virus del correr... Mi misma junior, una chica de veintitantos que se pasa toda la semana de guardia, el finde se va a correr la maratón de Ginebra, y el lunes está en el curro como una rosa (vale, esto es envidia: mi cuerpo fenecería ya solo con la semana de noches siendo primera en guardia, no metamos la maratón aquí). Eso sí, ya ha empezado a dudar: "hablé con gente en el avión que venían de la maratón, y están locos... han corrido ya 100 maratones, y no pueden parar, y solo hablan de eso... un aburrimiento".

Luego mi suegra, me habla de un amigo del Peda que "está tan delgado" porque no para de hacer triatlones y escaladas y mandangas. Y yo pienso: ah, es así como presentan hoy en día las crisis de mediana edad? O tal vez las de pareja? Porque mira que mola irte a "entrenar" cuando los ninios están haciendo los deberes, la cena y el banio.

Me meto en el Journal de Cardiología de Nueva Inglaterra, o similar, y me encuentro con dos estudios que dicen que si correr no es bueno, que si más de dos horas semanales, mal, por no hablar de las maratones que son directamente Lo Peor pal cuerpo. Yo esto ya lo sabía: solo hay que ver lo envejecidos que están (O es que son los cuarentones los que más corren?).

Sigo con mi milla unos días más: el existencialismo se hace insportable. Ya no es que me caigan mal los que corren, es que a ratos les desprecio (como si fueran votantes del PP todos-ajos! ajos!-, o del Leave-ristra!), e incluso siento flashes de odio. Fantaseo con la conversación en el avión que vuelve de Ginebra lleno de coleccionistas de maratones, a los que arengo a que rompan sus cadenas, o bien conmigo en el metro con uno de estos runners, que me ensenian sus apps del correr, y su botella ergonómica, y me hablan de lo que les desestresa correr, y yo les hablo del libro al que tengo ganas de volver.


"Aún sigues corriendo?", pregunta uno en el trabajo, preocupado. 

"Mira,-le espeto- el otro día oí que el estar parado es el nuevo fumar, quien no hace ejercicio está estigmatizado. Pues yo digo: correr es la nueva religión, lo que hay que hacer. De repente, todo el mundo habla de eso. Todo el mundo, es exagerado. Me dan ganas de echar a correr".

El sábado voy a la piscina, con mi MP3, lleno de música que haría bailar a un vasco. Yo salgo del agua siempre lista para irme clubbing, tal es la energía. Y mientras nado, tengo una revelación: qué me gusta hacer a mí que envuelva ejericio? BAILAR! Así que me iré al parque por las tardes con mis cascos a hacer precisamente eso. Y cómo fastidiaré a los runners que pasen por alí, con su cara seria concentrada y virtuosa, desgranando su rosario de millas/pulsaciones/calorías/nivelesdeglucosa diarias.

Al día siguiente recibo un email. "Funky moves", la clase de baile que hace Mini, ofrece sesiones para senioras de una edad (dicen "mamás funky") en el quiosco de la música del parque durante el verano. Te darán unos cascos y... no sé que más... Mi primera clase es mañana.Wacth this space.




06 junio 2016

Si toleras esto, tus hijos serán los siguientes ("If you tolerate this, then your children will be next", de los Manic Street Preachers)

La banda galesa izquierdosa "Manic Street Preachers" escribió esta cancion en 1998 (del album This is my Truth Tell me Yours), inspirada por un cartel de propaganda de la Guerra Civil que decía exactamente eso: "Si toleras esto, tus hijos serán los siguientes". La banda quiso homenajear a los brigadistas internacionales galeses que fueron a España a luchar por la libertad.

 Yo no me había parado a escuchar esta canción y no tenía ni idea de que este título tenía este origen. Más bien pensaba en aquella famosa frase de Martin Niemoller:
  

«Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a por mí,
no había nadie más que pudiera protestar.»




Es la misma idea, y aunque hayan pasado tantos años, cada vez es más actual. Qué estoy tolerando hoy, qué estamos tolerando hoy que nos vendrá a morder mañana?



11 abril 2013

Toc, toc...

Hola Divagantes.

Con la cabeza gacha me atrevo a aparecer de nuevo. Vuelvo al redil.

Me encuentro el fuego encendido. Gracias Di por mantener la llama. Gracias a los que preguntabais por mí.

Aunque no os lo parezca, requiere cierto valor regresar. Lo he intentado en otras ocasiones pero no lo he hecho.

Pedir perdón por la ausencia sería demasiado vanidoso por mi parte.

No tengo excusas. Simplemente no me apetecía, no se me ocurría, no me salía.

Hoy lo he hecho. Pero no sé si lo haré de nuevo. Sin compromisos.

Todo debe fluir, Cada cosa lleva su tempo.

Durante unos meses mi vida ha sido muy intensa y lo sigue siendo, así que nada de promesas.

Le doy a publicar.



23 octubre 2012

Mi crisis de los 30

Hace unas semanas mi co-Diva habló de la crisis de los 40 -así en general, no personalmente- y fue un éxito de crítica y público. Tras leerlo, como muchas veces ocurre en este divlog (nos retroalimentamos), decidí escribir algo sobre MI crisis, no de manera general, sino lo que me pasó a mí, moi, me, personalmente, no a los 40, sino a los 30. Este divague se quedó en borradores, en parte porque es buy personal y en parte porque entonces vi "Liberal Arts" (la peli), que tocaba precisamente estos temas. Por fin, aquí estoy.

Tenía 29 años. Todo iba tirando hasta que una serie de "life events" cayeron de golpe en la olla y entonces... booom, estalló. Una vez que estás en el marrón, te documentas: esto que me pasa es solo a mí? Amigas de la infancia, estáis tan felices? Compas de curro, cada uno a los vuestro? Por qué me siento entre el cacareado "angts" adolescente y un trastorno ciclotímico? A ver qué dice Mr Google: "La crisis de los 30 es un proceso típicamente femenino  que tiene que ver con la maternidad". Claro, cómo no? Qué somos las tías sino úteros andantes? Acaso no es un hecho que nuestro mundo se reduce a tener o no tener hijos?

A los 29 llevaba ya unos años trabajando y todo iba muy bien. Había pasado las pruebas que en este país te acreditan como miembro del club de tu profesión, y ya no tenía más exámenes que estudiar por las noches. Había que seguir aprendiendo, sin la presión de que te evalúen. Idílico. Pero por primera vez en mi corta carrera profesional, me empiezo a aburrir en el trabajo: el principio del fin. Y vivo en una ciudad dos horas al norte de Londinium que siento ya no tiene nada más que ofrecer.

Tras años de estudiar y organizar tu vida, vacaciones y demás alrededor de una mesa con libros, revistas y notas, de repente la realidad cae sobre tu cabeza con todo lo que has perdido para ganar otras cosas, y todo lo que no has hecho por ser casi parte de esa mesa. Y cuando por fin tienes un momento para hacer algo similar a la reflexión, te entran las prisas: La vida, de repente, pasa a ser una locomotora entre el sopor del día en un trabajo que no te crees y el frenesí de las noches, una maratón del tirón versus los 100 metros lisos en dosis regulares.

Miras a tu alrededor y la gente de tu edad comienza a tener hijos. Los remiras y lo confirmas: son las antípodas de lo que yo quiero en mi vida. No es que esta gente desapareciera de la "party scene" de la que me había esfumado yo por los exámenes -fck** the party scene-... era en lo que se convertían. No encontraba a nadie que me inspirase, que fuese remotamente un embrión de mi yo-adulto (29 años y vida de teenager, piso de estudiante-este era el poster que tenía en mi salón). Ahora, muchos años después y más sabia, sé que me equivocaba: esa gente ya eran distintos a mí o a lo que yo quería ser antes de tener hijos, y ahora que yo tengo a Mini no me he convertido en ellos. Ni en mi madre. Esto es el secreto mejor guardado, pero si alguna veinteañera lee esto alguna vez, debería saberlo. Claramente a los 29 yo desconocía esta gran verdad, y seguía en la mitad de mi propia maratón personal. 

Cuando tu cuerpo está en condiciones óptimas para los 100 metros lisos diarios, tienes que llenar tu mente. Cuando tu cuerpo está en condiciones óptimas para reproducirse, tu mente está siendo llenada, o en otro sitio. Dicen que Descartes con la dualidad mente-cuerpo está totalmente superado, pero en mi caso, los dos entes viajaban a distinta velocidad. Y no hay nada que puedas hacer más que, en mi caso,  esperar a ver si tu cabeza tiene a bien dejar el complejo de Peter Pan que la ha secuestrado (desde nacimiento), y comience a pensar como una ciudadana (del mundo) responsable.

Pero, esperar no es algo que se haga sentada. En mi caso, esperar siempre va a ocurrir haciendo. Problem solving, primer objetivo: salir del agujero profesional (que hoy suena a utopía, cuando la gente se desespera por mantener un trabajo). Y salir fue Londinium: la City me dió no solo otra manera de practicar mi trabajo más intereante, abierta  y seria, sino que además se dió a ella misma. Nunca le agradeceré lo suficiente a este lugar (mi "Un lugar en el mundo", si alguien aún no ha visto la peli de Aristarain, que corra) el que me sacara del pozo en el que me estaba ahogando (cuán dada soy al melodrama si me suelto un rato, disculpen). Ni a la poca gente que estuvo allí, cuando todo se hundía (venga, mas madera!). 

Londinium y esa gente me ayudaron a hacerme las preguntas adecuadas en torno al "qué vida quiero llevar?". Los mejores asesores nunca te darán las respuestas, sino que te señalarán el camino donde están tus preguntas.



18 octubre 2012

En la vida no hay guión

Después de la breve introducción de ayer al concepto de "artes liberales", hoy por fin puedo hablar de "Liberal Arts", la película. Su director, Josh Radnor ganó el Sundance con su otra (primera) peli "happythankyoumoreplease", que, como en esta, también escribió y protagonizó. Si alguien está ya empezando a pensar en Woody Alen, no va desencaminado.

Pero si alguien tras el póster cree que sabe de lo que va la peli (chicoconocechica) tal vez vaya algo más desencaminado. En fin, que chicosíconocechica, vale, pero no es el tema de la película. Para mí hay otros dos grandes hilos conductores.

Uno de ellos, directamente me hace dar saltitos sobre la butaca. El amor, la pasión, la locura por los libros. Siempre digo que en la literatura y en el cine y en el arte y en la vida buscamos identificaciones (sea por filia o fobia), pero cuando uno de los personajes ama los libros y su parafernalia tanto como una, entonces es ya imposible quitarse la sonrisa de la cara. La literatura inunda el guión, y de repente te ves en cada toma: siempre con un libro en la mano (en mi caso, en el bolso, "por lo que pueda pasar", y eso que en este país hay pocos ascensores de los que quedarse colgada), emocionándote cuando un desconocido te dice que su libro de cabecera es el mismo que el tuyo o volviendo al mito del profe que te enseñó a caminar senderos perdidos de las novelas y que por ello, le estarás eternamente en deuda, aunque él no lo sepa. Porque el prota estudió English (literatura inglesa) "para asegurarme de que sería totalmente in-empleable" (unemployable).

Me viene a la cabeza una conversación genial, de esas que todos hemos tenido: ?Para qué se lee? Qué es lo que todos esos patéticos libros de vampiros o de porno para mamás (curiosamente, mi entrada de "50 sombras de Grey/50 shades of Grey" es de las más visitadas recientemente y casi de toda la historia del divlog: Help!) dan a millones de lectores? Por qué la gente lee basura teniendo todavía tanta literatura con mayúsculas por leer, libros que no abarcaremos ni con varias vidas? Esta conversación, que alguna vez hemos tenido aquí, ocurre en la peli, y el "pasarlo bien" se esgrime, a la vez que acusaciones de esnobismo, o de "hay que educar el gusto". Hay gente que no tiene oído musical, otra no puede bailar, otros incapaces de cocinar, y otros, señores, no tienen oído literario. Es así. Es mi explicación a que la gente disfrute con las sombras de Grey y sean incapaces de pasar de la primera página de "Mrs Dalloway".

No solo los libros, es que... hay tantas cosas en la cinta que he vivido, pero, como dicen los protagonistas, sin guión. "La vida no está guionizada, vamos improvisando todo el rato". Hay una relación que va creciendo con cartas, cartas escritas a mano, para las que hay que molestarse en buscar un sobre, poner un sello, y echarlas al buzón. Esto, enmedio de un párrafo grande que la gente lee en diagonal no será apenas visto... pero, ts, ts, un secreto: yo me enamoré con cartas. Escribiéndolas y leyéndolas. Pero más arriesgado, porque ahora el personaje escribe copiando lo que ha sido su borrador en la pantalla, pero "en mi época" (que tal vez era la tuya, divagante), escribíamos saltando al vacío, a tumba abierta, con el boli sobre el folio en blanco. Wow: ahora da vértigo. 

Y de qué se habla en estas cartas con un amigo del que vas descubriendo que quieres más? (por lo menos más y más cartas, búsqueda obsesiva en el buzón, el antiguo refrescar la inbox). Pues por ejemplo, de la música que el otro te ha grabado (en aquellos años -y en los de Nick Hornby-véase "High Fidelity"-, grababamos cintas). En la peli hay una secuencia en la que el prota va caminando por las calles de Nueva York con la música barroca que le han grabado de fondo y con ella va re-descubriendo la ciudad. Ver tus calles de siempre con semejante banda sonora hace cambiarlo todo: la gente es más guapa, las estatuas te tienden su mano, la vida te sonríe. Ehem.. tal vez no lo esté explicando del todo bien, pero la escena es mágica. Ahí va...


Hasta aquí el primer tema, o más en concreto, MI primer tema. El segundo, aunque tal vez primero, es el crecer, el no querer crecer (quien lo probó, lo sabe-atención a mi próximo divague), la nostalgia ("lo que me gustaba de estar en el College era esa sensación de que cualquier cosa era posible, luego sales y... la vida pasa"), el cambio de rol en distintas etapas vitales. Esta encrucijada está representada en distintos estadios vitales: la jubilación a la que se resiste uno, el ser un adulto contra el que forcejea otro. "Nadie se siente nunca como un adulto, es el sucio secreto de la vida", dice el jubilado. Y ahí pienso en mis esperas a la puerta del colegio donde me veo como una cría al lado de toda esa gente enfundada en coches enormes y recetas y normas y formalismos, y la mayor parte de ellos serán cronológicamente tal vez más jóvenes. Pero me siento como el jubilado: con la actitud de una adolescente, improvisando en una obra donde toda esa gente mayor que me rodea tiene guión y yo no.  

Pero si alguna vez nos obligan a tener script, chicas, yo de mayor quiero ser Professor Fairfield, interpretada genialmente por Allison Janney. No solo por la cátedra de literatura (que también), sino porque deja a la misma Anne Bancroft  en "El Graduado" como una aprendiza. La nueva frase de cabecera es "no te pongas cómodo" - para entenderla: "Liberal Arts", en un cine cercano a usted...




09 agosto 2012

Ultimo día de guardería de Mini

Y una vez escrito el título, déjenme gritar.
                                         AGHRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR


Ya.

Esa adorable baby, esa mostruosa toddler, esa "cuándo-sale-la-mala" hija tiene la fiesta de despedida (la famosa leaving-do) de la guarde maniana, jueves 9 de Agosto. Después de tres anios y tres meses de asistencia a este santolugar, a ese nunca suficientemente loado servicio (guarde del trabajo: a ratos esto parece un nórdico país civilizado, si no fuera por su precio exorbitante), mi baby va a decir adiós a las cuidadoras (aka "the adults", Mini dixit, pero en castellano esto de "adults" nos suena a peli sueca) y a sus amigos. Ayer fuimos a comprar las tartas para los ninios y las latas de galletas (chocolate y shortbread, y felicitaciones, he logrado evitar la lata con forma de símbolo Londinium 2012) para "los adults", y Mini iba con las revoluciones a 11. "Tres mordías", me dice. "Qué es mordías, Mini?"  "Mordías, mordías!!!" repite frustrada.... "ahhh-ya caigo- tres días más o three more days... no me mezcles el inglés con el castellano".

Maniana, jueves 9 no podré divagar (en realidad tampoco hoy, estoy procastinando), porque estaré terminando La Maleta Más Difícil del Mundo, o cómo empacar para dos semanas potencialmente glaciares y la última bajo la palmera. No había dicho que me voy de vacaciones?

No es que lo haya ocultado activamente, es que hasta hace nada, nadie sabía dónde íbamos a parar. Los destinos vacacionales suelen ser una mezcla de recomendaciones, lecturas, fantasías extranias que ya no recuerdas de dónde vienen.  Y este anio nuestro objetivo ha ido cambiando como solo puede cambiar un destino desde tu sofá. De esto ya tenemos historia: todo planeado para ir a Nepal hace unos anios, la guía sobre la mesilla y entonces, un email de una amiga del Peda que nos intenta animar con sus fotos: mujer blanca soltera con mochila de 50 kgs, botas de trekking, y una cuesta del 10 de fondo. Nos miramos y supimos: NO. Aún tengo la guía, impoluta, en la balda.

En este viaje, la primera noche de planificación en este sofá desde donde escribo estuvimos en Namibia, pasamos a Sudáfrica, reconsideramos Boston y alrededores. La segunda noche surfeábamos en California, y este destino se quedó con nosotros durante unas semanas. Tanto es así, que dimos la brasa a diversos amigos que han visitado, o que viven por allá en busca de ideas. Vuelo a Vancouver e ir bajando.

De repente, un cambio de planes por imponderables, y acabamos en el siguiente destino: Islandia. Qué bien: siempre hemos querido ir a Islandia, un país como no hay otro, el  país del fuego y el hielo, los géiser y, lo que más me interesa, las aguas termales, y el Blue Lagoon. Maravilloso. Compramos la guía, y en este mismo sofá me adentro en las páginas de fotos introductorias tituladas "23 cosas que no hay que perderse". Un géiser, bien, Reijavik, vale, nosequé lago, mmm... y las tres últimas páginas, TRES, (o sea, más de 10 fotos, más de 10 cosas que no perderse) son FOTOS DE PAJARRAKOS! Horribles gaviotas de distintas especies, y oiga, que hay que leerse la letra pequenia, porque los joputas atacan, y hay que llevar un palo, o un paraguas para cuando se lanzan en picado. En fin, que nunca pensé que pondría una foto de pájaros en el divlog, y estos son los menos feos que he encontrado. Islandia is no more.

El Peda va, resignado, a devolver la guía. No puede explicar que han sido los pajarrakos, hay frikis por ahí que están por el birdwatching y también atacan. Nueva reunión en el sofá,  yo sigo pensando que las islas griegas necesitan un empujón. Venga, el anio que viene me dejan volver a Grecia, pero  por cambiar, un amigo recomienda Escandinavia. "Tenéis ciudades muy bonitas donde podéis pasear, y tomar tés, aparte de una naturaleza impresionante". Bien, lo compramos, sobre todo porque hay vuelos directos a la palmera en la peninsula, donde la última semana veremos a la Yaya y padres.

Así que el viernes 10 es Oslo (para el que hasta ayer no teníamos ni hotel) y desde allí... qui lo sá. Parece que tiraremos hacia el oeste, pero con los Pedalistas en su verdadero medio-the road-esto es una incógnita que depende de variables tan pintorescas como quién conocen en una parada de bus.

Pero divago: todos estos circunloquios ocurren porque no quiero encarar la verdad. Maniana es el último día de guarde de Mini, y cuando volvamos de estos periplos tendremos que Mini empieza el colegio. Y yo maniana quiero comportarme en la guarde, y no hacer de madre llorona que cierra una etapa de su hija. Para disimular, les contaré que los pájaros son los peores embajadores del turismo islandés.

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PS:  Tenéis la llaves del divlog para regar y dar vuelta. En realidad, no hay llaves, es un blog okupado (Gracias NáN), y me encantará que siga así en nuestra ausencia. Si de repente descubro que los trenes nórdicos son tan primermundistas como deberían (wifi, mesitas y entertainers infantiles) igual podré colgar alguna cosa (di-postales), para que la okupación se entretenga. Pero a saber. Os echaré de menos, y seguro que sufro ese proceso de otros anios de sentir que el blog es un suenio. Volver y encontrarlo aquí es siempre una gozada. 

Un abrazo divagantes, nos vemos.

di