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14 diciembre 2024

"La mala costumbre" y "Emilia Pérez": El enemigo del feminismo es el patriarcado.

El enemigo del feminismo es el patriarcado. Pero de un tiempo a esta parte hay un grupo de personas que creen que hay otro enemigo y, en nombre del feminismo, buscan que una minoría que ha sido marginalizada y discriminada desde siempre (las personas trans) siga igual. 

El otro día leí una entrevista a Judith Butler -la famosa teórica del género- que atacaba a estas feministas anti-trans. Ayer, un artículo de Najat El Hachmi llamándola por ello manipuladora. Otro día, otro artículo en el que Owen Jones era atacado por Suzanne Moore, una histórica feminista a la que yo leía y admiraba en The Guardian, pero que lo dejó precisamente por no estar de acuerdo con la línea editorial del periódico sobre este tema. De ahí pasé a un podcast entrevista con dos Julies, a las que también yo leía y de las que aprendí: Bindel y Burchill, y a JK Rowling, que está también en esa misma línea. Son todas mujeres a las que respeto y que me influyeron: qué desastre todo. Y luego el congreso del PSOE, quitando letras  al LGTBQ+ por lo mismo. 

El enemigo del feminismo es el patriarcado, y nos hemos distraído. El enemigo se frota las manos: divide y vencerás.

Estos últimos días he terminado un libro y he visto dos pelis: "La mala costumbre", "Emilia Pérez" y la segunda la omito porque sería spoiler. Claramente "el género" (no sé cómo llamarlo) es El Tema últimamente. En este divague voy a hablar sobre todo del libro, pero creo que quien se anime a leerlo debería mirar antes el divague titulado "Los complejos factores que influyen en nuestras preferencias sexuales y nuestra identidad sexual". Sé que las personas trans no quieren ser medicalizadas, pero entender la biología no es medicalizar. A mí no me gusta el picante, el ruido y soy impaciente y todo eso tiene componentes biológicos como lo que mido, que tengo pelo liso y el color de mis ojos. Dediqué a las bases biológicas del comportamiento una serie llamada "Unique: La Nueva Ciencia de la Individualidad Humana"  el pasado noviembre que solo leyó Muinovello. 

Me pregunto si todas esas mujeres del primer párrafo conocen algo de las bases biológicas de nuestros comportamientos, en particular de la identidad sexual ("las feministas que creemos en la existencia del sexo", dice El Hachmi), y/o se molestan en leer libros como del que voy a hablar.  En fin, empiezo:

~~

Alana Portero
"La mala costumbre" es la primera novela de Alana S. Portero, una mujer trans a la que escuché en Carne Cruda hace un tiempo y, aparte de por recomendaciones de un par de amigos, por esa entrevista decidí leer su libro. Me gustó cómo articulaba un pensamiento de izquierdas muy claro ("clase obrera" decía!) no meramente el tema identitario enmarcado en novela-de-crecimiento, que ya daría como gran tema solo para una novela. Pero no: Portero creció en 
tremenda precariedad pero con la suficiente inteligencia como para no tragarse los discursos de la derecha de que otros (e.g. los inmigrantes) son los causantes de su miseria. Ella sabe quienes eran los culpables en su infancia y quienes lo siguen siendo ahora: con el gran éxito de su novela, ha salido de los contratos basura pero sigue volviendo a su piso de alquiler en Móstoles en metro + bus, tras haber estado en un photocall con Almodóvar y Dua Lipa. 

Un ejemplo de lo cañera que es la autora políticamente es la descripción de los padres de Alex, la niña trans protagonista de "La mala costumbre": son clase trabajadora de los que se han deslomado currando desde los 10 años. Metiendo horas en la fábrica sin conocimiento -y privándose así de tiempo con sus hijos- y fregando y restregando la mierda de una familia bien. Alex no esconde la rabia por esto, y por cómo llegan a la vejez, sus cuerpos destrozados y ella señala sin dudas: el responsable es el capitalismo. 
... [mi padre] proviene de generaciones enteras de hombres y mujeres que se han dejado el cuerpo en la faena. Sus piernas delgadas también contaban la historia de la malnutrición endémica de las familias que no han conocido otra cosa que trabajar así.
Nadie puede salir indemne de una vida entera dedicada a reventarse el cuerpo para mantener un hogar en pie. 
Eso sí, les queda el amor: durante toda la novela queda claro cuánto los quiere, y cuánto la quieren. Aunque esto no facilita que les diga lo que le está comiendo por dentro y destrozando la vida: Alex es a la vista de todos un niño, pero se siente niña. Sus padres tal vez hayan hecho alguna vez algún comentario despectivo sobre los homosexuales o similar, y Alex sabe que eso no es algo que pueda comentar con ellos. Ni con nadie: y ese es el problema. Que la "oscuridad, me iba creciendo dentro".

Verdaderamente hay que leer la novela para entender lo de "se siente niña": si al leer esto piensas "tonterías, una moda", seguramente es porque no has vivido un caso similar de primera mano, y que no te has molestado en vivirlo de segunda [e.g. ver "20 mil especies de de abejas" de Urresola, leer "Middlesex" de Eugenides, o a Jan Morris...]. Esta cita es de Morris:
Tenía 3 o 4 años cuando me di cuenta que había nacido en el cuerpo equivocado, y que debería ser realmente una niña. Recuerdo el momento bien, es el primer recuerdo de mi vida.
Todo lo que nos haga ver otras perspectivas, nos abre la mente, y de esta manera nos ayuda la ficción a vivir más vidas que la que nos ha tocado en (mala) suerte. Si cuando piensas en "se siente niña", automáticamente te viene a la cabeza "Frozen" y otras princesas, lazos, rosa y vestidos, no estás sol@. Pero la autora no se explaya en esto -aunque habla de su gusto por Madonna y demás- pero sí en un tema mucho más bonito: la sororidad. 

Pastas griegas
Alex crece en el barrio obrero de San Blas y allí asiste a las relaciones, que en muchos casos son redes de apoyo, que montaban las
 vecinas de su alrededor. Hay una escena salvaje que describe las reacciones de las mujeres de la escalera tras una de las palizas de un tipo a su familia: sabiendo de la indiferencia de la policía, cuando el bestia se iba, ellas pasaban a llevarle un caldito, a sentarse un rato con ella, a estar. Para Alex, las mujeres tenían una manera distinta de estar en el mundo y con la que ella claramente se identificó desde el primer momento. Esta sororidad es uno de los ejemplos que usa Portero para explicar la disforia de la protagonista; las razones son muchas más y mucho más complejas, pero siempre terminan en una: esto no es un capricho de un rato, esto no es un juego, ni siquiera es una elección. 

Portero es también muy feminista, y describe muy bien las humillaciones y desprecios que sufrimos las mujeres en el día a día, que a ella creciendo como niño le dolían: desde cosas pequeñas, como atiplar la voz para imitarnos diciendo algo de contenido bobo, o temas más bestias como un grupo de tipos que dicen que "preferirían un disparo a que se la metieran por el culo": "a todas las mujeres nos explotaba un desprecio así en la cara de vez en cuando, ese desdén por el individuo al que se penetra entendido como femenino y débil, dando a entender que era preferible morir que rozar la feminidad". Es jodido ser mujer: imagina mujer trans. 

Vivir en el cuerpo equivocado supone un sufrimiento continuo. Eso, antes de que nadie lo sepa: mirarte al espejo y odiar lo que ves, y es otro nivel de si no te gusta tu nariz o tus orejas. Odiar a nivel de identidad. De niña Alex empieza a jugar a maquillarse, siempre bajo cerrojo en el baño, con el temor de que alguien quiera entrar. "Vivir en el armario", como ella dice, lo hace todo mucho peor, pero cuando decide salir vestida de mujer en ámbitos donde nadie le conoce, entonces se lleva el tortazo de la sociedad. De toda su vida ha visto en el barrio a mujeres trans mayores que no se han podido dedicar a nada más que a trabajos marginales, generalmente la prostitución: ya he visto cómo las tratamos. El dolor que siente Alex está tan bien contado que no creo que ninguna de esas personas que las detestan y que hasta hacen monólogos de humor de ello no pudieran entenderlo si leen esta novela: 
La tristeza era cada vez más honda (...) no dejaba lugar para nada más. En los estudios era brillante, en todo lo demás un desastre. Imaginaba más que vivía pero no tenía dotes artísticas para sacar la pena, ningún desahogo me asistía, no sabía pintar mi desgracia ni se me ocurría escribirla para no dejar pruebas. (...) Escapaba sobre todo a través de la literatura, del cine y de la música. Era una espectadora de todo pero no podía a tocar nada.
No es un juego: hoy en día sabemos que los adolescentes con disforia de género tienen el más alto riesgo de suicidio. Van a tener que hacer ese viaje interior que no es nada fácil, pero si la sociedad continúa solo dejándoles únicamente los márgenes de la prostitución o el esperpento para vivir, va a haber más en las vías del metro:
Solo era otra maricona amargada, otra transexual derrotada demasiado pronto, otras travesti trágica, otra historia sin importancia a la que nadie querría ni sabría ayudar. Carne de las vías del metro. 
A la vez que trágica, la novela tiene momentos graciosos, sobre todo por las expresiones de la autora, que no sé si son suyas, o parte de cierto argot que desconozco: "maquillada como una capilla" , "la movida madrileña, esa cosa que daban por la tele" o "lo que la noche quiera hacer conmigo y yo con ella", y momentos formales muy bonitos, porque Portero viene de escribir poesía, y se nota:
de su inconmensurable desgracia hacían una caldera de furia 
vivo entre dos mundos, sin que nadie me espere en ninguno de los dos 
con la confianza propia de quien adora su cuerpo 
recorría las posibilidades de mi cuerpo de la peor manera 
Una frase que en su tranquilidad puso un clavo más en el armario y una costura más en mi cadáver andante.

Portero deja claro que las personas trans, como no podían (ahora pueden?) contar abiertamente a su familia lo que les comía por dentro, bien por miedo al rechazo o por "dar el gran disgusto" ("no le digas papá, que sabes que está del corazón"-esto es verídico), terminan haciendo familia con quienes creen que les van a aceptar como son. Se lo dice un camarero que conoce de adolescente: "estas son las fotos de mi familia, la que yo escogí, como vosotros tendréis una que ya os está buscando por ahí afuera". En el caso de nuestra prota son tres mujeres trans mayores del barrio, muy castigadas por la vida, pero a la que Alex miraba con fascinación y de las que aprendió muchas cosas, no solo prácticas, sino también emocionales. El cariño con el que Portero habla de esas mujeres que un día fueron prostitutas y luego fregaron escaleras -esos son los tipos de trabajos que les dejamos- es enternecedor. Y muy bonito cómo la protagonista cuida a la mayor de ellas en sus últimas semanas, con amor y gratitud. Al fallecer, le lava el cuerpo, le pone crema hidratante... me ha llevado a un momento personal y a la escena que mejor recuerdo de "La casa de los espíritus" de cuando una de las protagonistas hace estos rituales de la muerte con la tía Férula, que su marido -hermano de Férula-, había echado de casa. Esa es otra historia de sororidad y a modo de homenaje, Férula se llamó el personaje de uno de mis relatos.

La novela se escucha, y no solo por la música que le gusta a Alex, sino por "la eterna radial de fondo de los barrios obreros", y dice Portero que la novela no es estrictamente autobiográfica, pero todas escribimos desde lo que hemos vivido, en primera, o en tercera persona, del singular o plural. Yo querría pensar que lo que le pasa a Alex no le ha pasado a la autora, porque rompe el corazón desde la primera página, pero mucho me temo que sí. Y si no a ella, a gente con la que se ha cruzado por la vida. 

La combinación de la experiencia de Alex con el fuerte componente político es lo que más me ha gustado: Portero tiene la carga de rabia adecuada para escribir sobre este tema, que considera aún más importante que el tema de género: por ejemplo, habla de cómo la heroína destruyó su barrio en los 80, una manera de control más desde el poder hacia la clase trabajadora: "Varias generaciones de criaturas de la clase obrera crecimos así, imaginando mundos enteros en las nadas que podían terminar siendo nuestros lechos de muerte".

Y de la heroína que mató a muchos jóvenes de una generación al capo de un cártel de la droga en México, que tampoco se ha encontrado nunca en su piel, y que contrata a una abogada para que le ayude a un cambio de sexo. Este es el punto de partida del argumento -que sé suena enloquecido- de "Emilia Pérez", la última peli de Jacques Audiard. Y no solo eso, aún hay más: es un musical. 

Pero, milagrosamente, funciona: es una de esas pelis vibrantes, llenas de energía, con coreografías espectaculares, y un par de panoramas nocturnos del DF, "la ciudad de la eterna primavera", por las que merece verla. Y luego está el contenido, todos los temas en los que te hace pensar además del más aparente-en este caso los desaparecidos en México. Las feministas del primer párrafo dicen que las mujeres trans son impostoras que lo que quieren es meterse en cárceles de mujeres para seguir violando: aquí tenemos a una mujer trans que podría querer un cambio de sexo para cambiar su identidad para protegerse, y sin embargo, lo quiere porque, igual que Alex, igual que Jan Morris, y tantas otras, "es el primer recuerdo que tiene de su vida".

"La mala costumbre" y "Emilia Pérez" son ambas piezas políticas: combinan contarte el sufrimiento personal de dos personas que no han elegido y por tanto no tienen ninguna culpa de su situación, con otros asuntos más claramente sociales, en el caso del libro usando conceptos para algunos tan anticuados como "clase obrera". Lo personal es político, como decían en la segunda ola del feminismo, porque todas nuestras decisiones son, al cabo, políticas. 

Y el enemigo del feminismo es el patriarcado. 

23 octubre 2024

Bernardo, querido: Hoy hace veinte años de esa serendipia

De nuestro encuentro en medio de la nada boliviana hace hoy, 23 de octubre de 2024, justamente veinte años. Esto no lo sabíamos cuando a principios de septiembre nos wasapeamos como hacemos de vez en cuando y terminamos acordando que Bernardo iba a comprar un "tiquete" (una de las muchas palabras suyas que amo) Bogotá-Londinium para pasar unos días con nosotros. Hace poco que se fue y podría decir, si creyera en Freud y sus teorías que esto fue una "celebración in/subconsciente" de nuestros veinte años de amistad.

En 2004, cuando estuve medio año viajando por Latinoamérica, yo no sabía que existían los blogs, pero ese viaje podría de alguna manera remotísima ser el germen de d&d. Entonces yo escribía mi "cuaderno de bitácora" en documentos de word y los subía a un sistema muy aparatoso llamado "msn groups" que mandabas a los amigos y familia para que estuvieran al tanto de las aventuras. Llevábamos un portátil viejo sin conexión, y yo lo subía al grupo en cafés de internet: era esa época. Una de las personas que se leía ese diario era una tal Diva (que en aquella época aún no era Diva), una amiga de la facultad del Peda que, pasados unos años me dijo "por qué no montamos un blog", y hasta ahora. En aquella época, Di tampoco había nacido, y la autora de esos diarios era una tal "K".

Ahora, cuando Bernardo se ha ido, he vuelto a esos diarios de K a ver qué escribió de su primer encuentro con él, y me he encontrado esto:


La primera vez que alguien se refiere a Bernardo es como “el turista”, en el bus que espera en Potosí para salir hacia Uyuni. Espera no a llenarse, porque ya está hasta arriba, sino a q suba aún mas gente que se pasará horas de pie en el pasillo, mientras atravesamos el desierto. Alguna de esta gente se baja en medio de la nada, con sus hatillos de tela de colores, y nos preguntamos por qué eligen ese punto en concreto, y no 200 ms mas adelante, porque no hay nada parecido a una construcción o incluso árbol en todo el horizonte. Bernardo es uno de los cuatro turistas del bus (el último un rubio veinteañero que lee basura), y se sienta delante de nosotros, tras breve disensión con la señora q se sienta a su lado q exige ventanilla “pq le hace mal el viaje”. No identificamos su acento (está claro q nuestra tournée por las Américas no está aclarando algunos puntos clave), y él luego nos dice q tuvo problemas para entender el nuestro desde el asiento de delante. Igual en Latinoamérica mucha gente realmente no nos entiende (qué no les pasara a los tres especímenes descritos arriba q hablan keli).


 

En la parada técnica para tomar una sopa (que obvio) e ir al baño (la mujer señala la puerta y dice “campo”), el Pedalista y Bernardo se encuentran con las casualidades: los dos estudiaron en la misma universidad, y los dos opinan lo mismo de ella. Bernardo tuvo a bien abandonarla un año después de iniciar allí la carrera de periodismo, y seguir en Madrid, nada menos que en la década de los 60. Como bien diría Sábato, las casualidades no existen, y Bernardo, q pensaba pasar a Argentina directamente tras el tour por el Salar, decide cambiar el rumbo de su brújula y, cosas q pasan en los viajes, acabar con nosotros casi hasta Santiago. 


 

Bernardo nació en Manizales y vive en Bogotá. Estudió y vivió 7 años en España y conoce personalmente a periodistas famosos, por ejemplo a Maruja Torres - e incluso aparece en uno de sus libros (“Amor América”). Le digo que es una de mis articulistas favoritas y Bernardo opina que tiene mucho éxito entre las mujeres porque formalmente es atrevida y retadora. Bernardo nos cuenta q trabaja en una ONG en la que forman a periodistas trabajando en zonas de conflicto en Colombia. Ahora se toma dos meses de vacaciones para viajar por Chile y Argentina con una amiga que vive en Santiago. 

 

Bernardo se destapa como uno de esos gentleman de los que ya no quedan. No sabemos si es este detalle o sus ojos azules lo que hace que mujeres de todas las edades le pidan sus pantalones para entrar en minas, le saquen a bailar en karaokes casposos, le supliquen que nos quedemos a tomar un café con pastas en La Serena - todo esto pasa en los siguientes días. Bernardo solo se inmuta por Julia, acostumbrado como debe estar a estas lides, y sigue adelante con su ligero equipaje (solo una especie de macuto militar) y su chaleco de explorador. 
 

Resumir las conversaciones con Bernardo se me antoja imposible, porque los días que viajamos juntos (los tres, o con el heterogéneo grupo que formamos con los ingleses y Daniel el húngaro) los pasamos prácticamente hablando todo el tiempo. La situación en Colombia, el Opus Dei, Álvaro Mutis (más análisis de sus lectores), nuestra falta de cultura musical, Gabriela Mistral, la obsesión del día de Daniel, los tourist traps, Vargas Llosa, política, Bush, los chilenos, los bolivianos, García Márquez, "La mala educación" de Almodóvar, el Ampurdán… 


 

El día en el que Daniel y los ingleses se fueron, nos fuimos los tres de excursión al Valle del Elqui, en el q se vio de nuevo su afición por el detalle: compró los ingredientes para un picnic que nos marcamos en la tumba de Gabriela Mistral, con un vino chileno, q dicen ellos q estaba bueno (mi falta de cultura enológica se suma a mis muchas lagunas). Allí asistimos a una de esas conversaciones tan Bernardo, con una artista (o artesana) de un pueblo llamado Quebrada de Pinto. Vestida de vieja hippie, descalza con abalorios que ella misma hace para los pies, junto con reproducciones de fachadas de casas de su amado pueblo, nos cuenta cómo el Valle del Elqui es uno de los “cuatro lugares en el mundo tocados por un exceso de energía cósmica”. Junto con la Isla de Pascua, el Tíbet, y otro que no recuerda, este Valle ha sido tocado por la varita de los dioses, y es un placer vivir en él. Bernardo, con esta ironía tan tan fina q solo nosotros podemos empezar a atisbar, inquiere “Y desde hace cuánto que es usted tan afortunada de vivir aquí?” Nosotros esperamos que Bernardo pueda ir unos meses al Ampurdán, como amenaza, para poder disfrutar de más momentos tan Bernardo como estos". 


Mientras releo esto siento mucha nostalgia de aquel viaje: hasta de los internet cafés siento nostalgia! En aquellos meses por Latinoamérica conocimos a mucha gente y con varios de ellos seguimos en contacto  - y hasta nos hemos ido a navegar con ellos. Luego, de viaje en vacaciones anuales normales, ya no ha vuelto a ser lo mismo: no sé si era la edad o el hecho de "estar viajando" sin fecha de vuelta, porque gran parte de los que conocimos eran también gente en sus "gap year" - ese periodo extenso en el que se viaja con poco dinero y por tanto, te encuentras con los mismos en ciertos lugares. Recuerdo Latinoamérica como sus hoteles baratos con azoteas donde tender la ropa con montanias espectaculares al fondo, restaurantes de mesas corridas, excursiones de andar por casa, y sobre todo estos compas vagabundos -algunos han aparecido brevemente en el texto de arriba: ingleses, barceloneses, húngaros y un colombiano, por supuesto, Bernardo.



Desde aquel primer encuentro, hemos coincidido otras veces tanto aquí (él nos visitó hace  años, no recuerdo fecha exactamente pero a juzgar por las fotos, muchos) como en Colombia (estuvimos en 2006) y en otros lugares del mundo: una vez, pre-mini, nos vimos en Barna, cuando "la de los ojitos entornados" y cuando me presentó a Maruja Torres y otra en Madrid, donde anduvimos de tapas también con NáN. 



En esta visita ha conocido a Mini, se ha enamorado de Maidavale, ha ido al cementerio de Highgate a ver la tumba del Kamarada Karl y, por las noches, nos lo hemos pasado en grande hablando. Como espero haya quedado claro, es un gran conversador y lo mismo han opinado los amigos que han venido estos días a un par de cenas. Además del contenido, la forma es maravillosa: ese acento colombiano tan chulo con ese dominio del idioma me puede. Por ejemplo, nos reímos mucho con la expresión "querida". Bernardo dice cosas como "porque mi amiga tal es muy querida" y yo pensaba lo que estás pensando tú, lector español (si lee alguien de Latinoamérica será distinto), hasta que un día dijo: "sí, los vietmanitas son muy queridos", y ahí tuve que pararle y aclarar. Parece ser que una persona "querida" es alguien agradable, amable, bondadosa, afable -me hace mucha gracia. Otra gran expresión sobre las que llevamos dando vueltas veinte años es "dar papaya" y esta vez también han aparecido las "jirafas cuadradas" (lo que vienen siendo en la península, los perros verdes").

Los temas de conversación, ahora que he releído la entrada de hace años, han sido muy parecidos: por supuesto, política colombiana, española y mundial (curiosamente -pronto hará 20 anios- el 2 de noviembre de 2004 salió re-elegido Bush, así que hablaríamos de eso, igual que ahora de Harris-Trump), libros, psiquiatría, cine... hasta vimos una peli juntos en mi super-proyector (la imagen mayor, y no exagero, que cualquier sala pequeña de multicines) recomendada por él tras una conversación sobre los abusos de la Iglesia: "El Club" de Pablo Larraín, que ganó el Premio del Jurado de Berlín en 2015. Nos gustó: es opresiva y, para mí, como estar trabajando. Comentamos también aquella más reciente del director en la que Pinochet es un vampiro ("El conde", esta ganó el mejor guion en Venecia en 2023 y no me extraña). También nos contó historias suyas, anécdotas de familia, todo con mucha gracia e ironía. 

Y, por supuesto, viajes. A Bernardo le conocimos en el mayor de nuestros viajes y él ha estado en todos los sitios. Cuando le dijimos que este verano íbamos a Vietnam, él ya había estado hace 30 años recorriendo el país y Camboya en moto (y mandó fotos con una especie de mono amarillo). Cuando hablábamos del Transiberiano, él ya lo había investigado y concluido que no merece la pena. Hasta España conoce mejor que nosotros. Pero hoy, para terminar, me quedo con Nukus. 

Nukus en una ciudad de Uzbequistán, un lugar que, debido a esta conversación, pasará a mitológico en mi cabeza. Resulta que Bernardo leyó hace un tiempo una historia que le atrajo y es que un hombre llamado Igor Savitsky fundó un museo en 1966, que terminó siendo la  la segunda colección más grande de la vanguardia rusa en el mundo (después de la del Museo Ruso de San Petersburgo). Se llama (intenten mejorar este nombre): el "Museo Estatal de Artes de la República de Karakalpakstán". [Nota: también tiene arte popular karakalpako -grupo étnico turco originario de esta zona al noroeste de Uzbekistán. Esto lo pongo solo porque me fascina el gentilicio -y repito innecesariamente: karakalpako]. Igor comenzó a comprar arte prohibido por Stalin tras los años 30, todo el arte que no era realismo socialista era castigado. Por lo visto cogía un tren de tres días a Moscú y allí visitaba a las viudas de los artistas, les compraba las obras que tuvieran en el ático, y volvía a Nukus. La historia entera es fascinante y se puede leer en este artículo de Suzanne Moore en The Guardian. 

Desde que se fue Bernardo, con destino a nuestra península -luego seguirá viajando por Europa-, nos escribe whatsapps con artículos, algunos de conversaciones inacabadas. Tenemos que quedar en alguna parte del mundo para seguir con ellas. Cualquier lugar podría ser un cementerio en Chile, un bar de tapas en Madrid o Barcelona, un paseo en Kayak por el Orinoco... o en una explanada desolada frente al museo de Nukus, digo, el Museo Estatal de Artes de la República de Karakalpakstán.

Qué chula serendipia que hoy celebramos. Abrazotes, Bernie, que veinte años no es nada!

16 febrero 2024

"How to have sex" (Cómo NO tener sexo)

"How to have sex" es la ópera prima de la directora Molly Manning Walker que ganó el "Un certain regard" -para películas con diferentes tipos de visiones y estilos- en el Festival de Cannes. No sé si se ha estrenado en España, ni cómo habrán traducido el título: ¿"Cómo tener relaciones sexuales"?. Tal vez sería más adecuado titularla  "cómo no tenerlas".

Si eres madre o padre de adolescentes, tienes que ver esta peli. Si eres adolescente, más (le han puesto "certificado 15" precisamente, según dice la directora, para que la vean los chavales también). Nosotros no conseguimos persuadir a Mini para que la viera con nosotros: ¿estamos locos o qué, cómo iba a ver una peli con el sustantivo "sexo" en el título con sus padres? Fair enough, lo pillo, pero no es lo que ella creía: su padre y yo terminamos ambos la peli hechos polvo, tirando a en shock. Después me puse a leer obsesivamente sobre la directora, la peli, las críticas,  todo -así sobrellevo el desasosiego. No sé si ahora tengo algo más claro, por eso necesito escribirlo. [Nota: el otro día escuché a un entendido que decía que un truco para manejar el estrés es "tener un diario". Totalmente, y no hace falta darle el "publicar", se puede quedar en borradores]

Creta es una isla maravillosa, pero hay que quedarse en el oeste. Malia es uno de esos resorts espantosos para británicos en el este, que es la zona a evitar, divagante. A menos que tengas 16 y sea el verano que has terminado tus GCSEs (los exámenes nacionales que tiene Mini este mayo-junio) y vayas con tus amigas para celebrarlo. Esta es la situación de tres chicas que van a pasar "las vacaciones de su vida" y allí... les pasan cosas. 

Vemos todo desde los ojos de una de ellas, Tara, que es la menos lanzada y todavía sin experiencia sexual. Luego hay una que es gay y lista, y la tercera tirando a cabronceta. Hay cierta presión en forma de broma por parte de sus amigas, rollo "de esta semana no pasa", presión que se pone Tara en ella misma por pasar al club de los experimentados, porque esto la hará más aceptada, más -esa palabra- popular. 

Enseguida conocen a los vecinos de habitación en el hotel con los que se hacen panda para salir por la noche, hacer el burro en la piscina durante el día y, sobre todo, en ambas situaciones beber como maníacos, como yo solo he visto hacer a los británicos. La idea de esas vacaciones agota ya solo de pensarlo a alguien de mi edad (o el ir al "festival de Reading" que es otro rito-de-paso para los que terminan GCSEs y con el que adivinen quien lleva dando la brasa unas semanas). 

Molly Manning Walker, la dire
La directora, que tiene 30, pasó un montón de veranos a esa edad recorriendo distintos resorts del desfase por el Mediterráneo. En una entrevista cuenta que en Magaluf presenció algo que sale en la película y en ese momento yo creía que era ficción. Me averguenza pensar que esto ocurrió en Baleares, pero allí una discoteca prometió "a holiday" (unas vacaciones) a la chica que subiera al escenario a hacer más felaciones. Hubo una, por supuesto borracha bordeando lo comatosa que se metió 24 penes en la boca ante el público para, como si esta humillación no fuera suficiente, después escuchar la "broma" de que "a holiday" era un cocktail, que pasara por barra. Esto ocurrió en 2014.  En la peli, Tara observa al chico que "le gusta" de la habitación de al lado subir al escenario a que se la chupen. 

Tara se va de la disco aturdida y confusa, vaga por las calles, se encuentra con otro de los chicos de la habitación de al lado y termina teniendo su primera relación sexual en la playa con él. Por explicar el contexto,  él insiste en bañarse juntos y pese a que ella dice que no, él la coge en brazos y se meten, ella tiene frío, no está a gusto. Una vez fuera, se besan en una hamaca y él le dice "Sí?" y ella contesta "sí". Hasta ahí todo bien, pensará el lector, pero quien ve la peli, sabe que no es así y va a ser imposible explicar con palabras cómo esta actriz -Mia McKenna-Bruce- consigue con su lenguaje corporal y su actitud dejar claro que está más que ambivalente. Cualquiera con un mínimo de sensibilidad ante esta escena lo verá claramente. La vulnerabilidad de Tara atraviesa la pantalla y una quiere, como si fuera tu hija, protegerla, darle un abrazo. 

He contado dos escenas en las que se está hablando de consentimiento: la primera no es complicada, es evidente que personas bajo los efectos de sustancias no pueden dar su consentimiento ni en el escenario ni fuera de él. Pero tal vez esté más borroso que cuando alguien no está a gusto, ni siquiera "sí es sí". Esto último particularmente es rompedor porque hay gente a la que incluso el "solo sí es sí" les parece demasiado: aquí Manning Walker te está diciendo que hacer el tick-box del "sí/quieres/te apetece", y obtener un sí cuando la otra persona claramente no te está dando ninguna otra señal de que quiere estar ahí no sirve. Básicamente, una relación sexual solo debería ocurrir cuando no podéis quitaros las manos uno del otro. La peli -cuyo gran tema es las sutilezas y claro-oscuros del consentimiento- es presisamente sutil y compleja. A Tara no la viola un extraño en un callejón oscuro: la mayoría de las violaciones no ocurren con extraños en callejones oscuros. 

Hay una cosa que esta directora hace muy bien: juega con el sonido, con la jauría de las discos o de los chavales gritando en colchonetas en la piscina, que de repente se comienza a oír distorsionada, con mucho menor volumen, como si estuviera bajo el agua, y todo parece raro. Ese es el punto de vista de Tara y hay bastantes partes de la peli en la que Tara está en ese estado de semi-disociación, y el sonido te arrastra con ella.

Y temes por ella: en ese momento quieres decirle, Tara, no tienes que hacer nada que no te apetezca, no has de hacer lo que ves en el porno o lo que ha visto el tipo con el que estás. No eres un rollo por ello, ni siquiera por no meterte en la playa de noche (curiosamente, en las primeras escenas de la peli Tara se mete de noche con sus amigas): tienes que poder decirle al tipo "no quiero meterme contigo". Y luego, aunque te estés besando en la hamaca, puedes en cualquier momento decir que no, y que te dejen en paz sin acusaciones, sin reproches. Sobre lo de parar una relación sexual, hace a
ños debatimos en el divlog sobre el famoso relato del Newyorker publicado en 2017, en plena ebullición el concepto del consentimiento sexual. Se titulaba "Cat person" y si el otro día dije que terminé una novela de Highsmith con taquicardia, eso no fue nada con lo que experimenté leyendo "Cat Person". Ahí se entendía muy bien cómo a veces es difícil parar una relación sexual que te había apetecido hasta ese justo momento. Pero además, en "how to have sex", está claro que la mayoría de las chicas de 16 no tienen los recursos ni siquiera el vocabulario para decir lo evidente, "mira, lo siento, es que no quiero seguir", y no sentirse aguafiestas, uncool, un rollo, una estrecha, una cobarde. Solo es pasado el rato, cuando el tío camina solo varios pasos delante de Tara, como si se hubiera quitado de encima una necesidad fisiológica más, cuando Tara se da cuenta de que no quería eso. El sexo no es una necesidad como mear o vomitar: implica a otro, ding-dong. 

¿Se puede apuntar a los chicos en este caso? Son educados en una sociedad donde han de ser los que inician, los que insisten, los machotes, los que creen que "no" es "has de insisitir más". Eso, hace 30 años. Hoy, además de todo esto, está el porno: hay que actuar esos escenarios que, ya os lo digo, a la mayoría de las chicas no gustan. Nos da asco, nos duele, nos humilla. Habrá excepciones, claro, hay mujeres que ha comprado tanto la moto que se hacen creer que están liberadas por comerse 24 pollas en un escenario, pero eso no es liberación ni empoderamiento. La única liberación y el único empoderamiento es la que te da tu nónima a fin de mes.

A los que sí podemos apuntar sin ninguna duda es a tod@s aquell@s que rechazan que a sus hij@s se les "adoctrine" en el colegio con temas como la educación sexual que incluye las complejidades del consentimiento - claro que muchos de ellos entregan a sus hijos a la Iglesia Católica, la mayor Organización de Pedófilos del Planeta. Educación y más educación, tal vez un día, pero no vienen buenos tiempos. 

El consentimiento es algo escurridizo y complicado en teoría y más en la práctica. Requiere estar atento a lo que siente la otra persona -y que te importe- y no asumir que por haber pasado el ritual del "sí?" ya está todo bien. En esta peli se ve claramente cómo salir de una situación de esas no es fácil, igual que se entendió, por fin, que alguien puede entrar en shock en situaciones como las de "la manada". Creíamos que se había avanzado porque el "con esa minifalda se lo ha buscado" ya no sirve en un juicio, ni siquiera en la conversación de un bar, pero hay mucho que hacer. Y eso se hace en casa, en la escuela, con libros y con pelis como esta. 



12 febrero 2024

Tom Ripley (Patricia Highsmith, c'est toi?), el glamour del viaje en 1950 (sulla Costiera Amalfitana) y caracoles en el sujetador

 Nunca hasta ahora había leído a Patricia Highsmith: en mi mente era una escritora "de género", pertenecía a la sección thrillers de los aeropuertos. Sí, había visto "Extraños en un tren" y las versiones de "El talentoso Mr Ripley" de René Clément en 1960 ("A plein soleil") y de Anthony Minghella en 1999. Pero ni siquiera sabiendo que el protagonista, Tom Ripley, era un psicópata -no solo un interés profesional mío, el concepto tiene hasta distintivo en el divlog- me dió por leer a Highmisth. Hasta ahora. El denotante fue "Saltburn" , la peli de Emeral Fennel, de la que hice un divague cuyo mayor -tal vez único- mérito consistió en evitar el título del 99% de las críticas: ("Saltburn: Ripley se encuentra con Retorno a Brideshead"). Así fue como empecé con "The talented Mr. Ripley". 

Y, wow: hace tiempo que no terminaba un libro con palpitaciones -físicas, no metafóricas. Las dos últimas páginas las hice como si fuera yo, en lugar de Ripley, la que tiene que enfrentarse a la poli en la frontera. Esto me interesó mucho porque aseguro que durante toda la novela no sabía -y sigo sin saber- si quería que Ripley "ganara" o que le pillasen. No es inusual que una se identifique con los antihéroes (¿quién no quiere que Aníbal se coma al Dr. Chilton tras a escena final de "El silencio de los corderos"?): claro que sí, a veces vamos con el malo. Pero en el caso de Ripley, ¿con quién he ido? 

Mid-century glam en Amalfi:
qué puede ir mal?
Atención, el párrafo que sigue es un spoiler del final, pero no de la trama (no resumo novelas pero en este caso además sería particularmente aburrido por razones que se verán luego). Intento explicar mis elevadas pulsaciones: cuando leía no recordaba el final de la peli de Minghella (que es el del libro); de ella, solo recordaba a los actores, que se puso de moda aquel verano la ropa de los 1950s (como dictan las revistas de moda periódicamente cuando sale una peli - hasta de la "María Antonieta" de Coppola y todes nos compramos una peluca) y la maravillosa Costiera Amalfitana, donde fuí con Fashion dos años depués (no duden: con similar nivel de glamour, con ella ya se sabe). Sin embargo, recordaba perfectamente el final de "A pleno sol" que vi de niña o adolescente tal vez en "Sábado Cine": aquí a Ripley le pillan. Es interpretado por el guapérrimo Alain Delon y, aunque igual que en el libro mata a su amigo rico Dickie en un barco, aquí el cuerpo se enreda con la hélice y sale al final. Sé que me impactó porque aún recuerdo la imagen, la escena, tengo el fotograma del bulto envuelto bajo el barco aún en mi cabeza. Durante mi lectura no sabía que el director francés no quiso dejar la peli con un final tan sin enseñanza como hizo Highsmith, pero sí que hay más novelas de Ripley, luego se pueden sacar conclusiones. Será por estos recuerdos o por mi ambivalencia con Ripley, el final fue para mí algo de montaña rusa. 

Psicópata y guapo=
desaconsejo

Como digo, lo que más me ha atrapado del libro no es su trama, que en muchos momentos me ha parecido "maletines" ("entonces Fulanito va a nosedónde y le dice algo a nosequién y el pasaporte y el salvoconducto nosequé pasa con ellos"):  una serie de hechos encadenados (cine de acción) que a mí personalmente me aburren, aunque me hago cargo que son el esqueleto de la novela, la percha donde se cuelga algo más. Si ese algo más no me interesa o es inexistente, entonces la novela no es para mí. Prefiero una novela en la que no pase absolutamente nada, pero que formalmente me atrape, o bien que esos temas de fondo me toquen, antes que una que me cuente una series de hechos, una historia, sin más. El otro día leí un trozo de una carta de Evelyn Waugh a su mujer -tirando a brutal, pero qué cierta- que resume este principio: 

"Darling (...), do try to write me better letters. Your last, dated 19 December received today, so eagerly expected, was a bitter disappointment. Do realise that a letter need not be a bald chronicle of events; I know you lead a dull life now, my heart bleeds for it, though I believe you could make it more interesting if you had the will. But that is no reason to make your letters as dull as your life. I simply am not interested in Bridget’s children. Do grasp that.

Pero divago. Decía que esta novela tiene algún punto "maletines", pero se ha salvado por observaciones como estas: los contrastes entre Europa y América, porque según Highsmith, en el viejo continente el que haga frío en las casas se considera chic, no nos preocupa que el tapizado del sofá esté devorado por los gatos y nadie te ayuda por la calle. La panoràmica de la vida de los expatriados allì, el evidente servilismo y deferencia para con los americanos, los ingleses qe vestìan con ropa italiana mientras que los italianos presumìan de tweed inglés (que Ripley sospecha aún fabrican en la isla solo para vender a los extranjeros). Mientras avanzo en la lectura me planteo, ¿qué debía ser no ya solo viajar, sino irte a vivir a Italia en los 50? (o aún mejor, a una isla del Dodecaneso, como el libro que estoy leyendo ahora- divague próximamente en su quiosco). Hoy está todo masificado de gente molesta, chusma en el fondo como nosotras, porque de haber nacido en los 50 no habríamos tenido dinero para viajar. Tal vez por eso, los que lo hacían exudaban glamour, eran la élite. Hoy, con todo democratizado, nada tiene interés. 

(Una escena de la peli de Minghella, porque me encanta esta canción 
-aún más la versión de Yolanda-be-cool-, y porque me encanta la vida de estos tres)

Decía que se ha salvado por lo de arriba, por hacerme viajar a la Costiera Amalfinata de la época -que ya me pareció de las más bonitas del mundo en 2001, pero sobre todo por las descripciones de cómo opera un psicópata vintage. No he podido evitar leer la novela como si fuera una historia clínica y es en la psicología de Ripley donde mejor me lo he pasado. Tal vez esto no sea normal, pero es así: yo iba poniendo una "p" dentro de un círculo en los márgenes cada vez que me encontraba con la descripción de un rasgo o un comportamiento psicopático en Ripley. Tengo infinidad de ejemplos y es un tributo para Highsmith porque este libro se publicó en 1955, cuando vale, Hervey Cleckley ya había publicado su clásico "La máscara de la cordura" ("The mask of sanity: An Attempt to Clarify Some Issues About the So-Called Psychopathic Personality") en 1941, pero el conocimiento que se tiene hoy en día del comportamiento psicopático está años luz de aquella época -sobre todo si eres divagante y groupie de la sección con el distintivo "psicopatía"

Highsmith describe muy bien la naturaleza "errante" del psicópata en Ripley, su oportunismo ("Mr Greenleaf was such a decent fellow himself, he took it for granted that everybody else in the world was decent, too. Tom had almost forgotten such people existed") a la vez que casi patológicamente optimista ("algo saldrá, siempre surge algo"), su aburrimiento vital ("todo tan simple que le aburría"), su habilidad para mentir y fabular (y se obliga a representar la mentira para que creyéndosela él mismo, se haga más verosímil), el hecho de que no puede relacionarse profundamente con nadie, la continua búqueda de excitación (la anticipación mejor que la experiencia), su encanto superficial que usa para divertir a los demás. Hay un déficit de los psicópatas que se ve muy claro: en contraposición al resto de los mortales, no se arrepienten, no se lamentan por decisiones equivocadas. La mayoría tomamos decisiones basadas en el "anticipated regret" (o sea, anticipamos las consecuencias emocionales a futuro de una decisión que tomamos ahora, por tanto solemos tomar las decisiones de menor riesgo). Pero los psicópatas son incapaces de simular potentiales futuros y cómo se pueden sentir en esos futuros, por eso Ripley toma esas decisiones tan locas y en apariencia "valientes". En un punto dice "el riesgo es lo que lo hace divertido". Describe también muy bien un síntoma que los psiquiatras conocen bien, la desperzonalización ("se vio a él mismo como si estuviera fuera de sí mismo, viendo la escena") o un principio que la neurociencia está hoy en día demostrando con sus experimentos (eso de que si sonríes te sientes mejor): "If you wanted to be cheerful, or melancholic, or wistful , or thoughtful, or courteous, you simply had to act those things with every gesture". 

Pero no es un psicópata de libro: algunas veces experimenta ansiedad (aunque, en contraste con lo que se creía, hay nuevas investigaciones que están demostrando que algunos la sufren), y otras muchas no lo describe con la grandiosidad típica de la personalidad psicopática, sino más bien como un ser acomplejado y con sentimiento de inferioridad, aunque todo el tema de la clase social a la que él intenta aspirar no es utilizado por Highsmith en ningún momento como crítica social - que nadie espere encontrar ningún comentario político en la novela. Al principio, cuando está embarcado cruzando el Atlántico hacia Italia Ripley llora, se siente culpable y con miedo. En otros puntos, Highmisth dice que "se siente inseguro, se odia a sí mismo". De hecho, cuando después de haber hecho el papel de Dickie -su amigo rico al que se ha cargado y ha suplantado- , tiene que volver a hacer de Tom Ripley, lo odia: otra vez ser ese mediocre que no anda erguido y carece la confianza de Dickie, otra vez ese patético arribista. 

Todo esto me ha dado que pensar si a Highsmith, pese a haber intentado un retrato psicológico que es un cuadro al óleo, al final no le ha salido perfecto - o tal vez quería hablar de un tipo que no es psicópata pero que simplemente se quiere poco a él mismo y una cosa lleva a la otra? O un tipo que quiere la buena vida, y mata -sin acritud, no es nada personal- a quien se le pone de delante?
"He hated becoming Thomas Ripley again, hated being nobody, hated putting on his old set of habits again, and feeling that people looked down on him and were bored with him unless he put on an act for them like a clown, feeling incompetent and incapable of doing anything with himself except entertaining people for minutes at a time. He hated going back to himself as he would have hated putting on a shabby suit of clothes that had not been very good even when it was new. His tears fell..."
Esta descripción de Ripley que a ratos se cancelaba a sí misma me ha desconcertado y no solo por sus contradicciones, sino también porque Highsmith en ningún momento trata de reflexionar sobre sus motivos, la etiología de su comportamiento, sus sentimientos más profundos: ella describe lo que hace, y ya. Mientras leo, quiero sucumbir un poco en ese viejo placer culpable  de pensar que la autora se ha inspirado en sí misma para escribir a Ripley. Los psicoanalistas lo llaman "sublimación". 

Ahí donde la veis, Highsmith lleva
 unos cuantos caracoles 
en el sujetador
No he llegado a leerme el volumen de los diarios de Highsmith editado por Anna Von Planta en 2021 [se leyó más de ocho mil páginas y le ha quedado un resumen de más de mil, para que os quejéis de este blog], pero ya había oído anécdotas personales de la autora que involucraban caracoles -sus animales top de companía-, había visto "Carol" de Todd Haynes -basada en un relato suyo autobiográfico titulado "The price of salt". Highsmith era lesbiana, lo tuvo que publicar bajo seudónimo-, y me sonaba que era racista, antisemita, e incluso anti-feminista (que para una mujer gay no deja de ser una broma). 

Von Planta se encontró los diarios y notas en un armario y en ese texto se muestra cómo "la vida se filtró en su ficción". Para muchas de nosotras, leer "cómo se filtra la vida en la ficción" de alguien que te apasiona sería un sueño. Si ya enloquecemos con tener delante -detrás de un cristal de seguridad- un manuscrito de George Elliott... (más de esto otro día). Festival del fetichismo. 

Para muestra de su estado mental, en sus diarios escribe cosas como “I don’t really want perspective, except my own” o en 1954, "me estoy volviendo un poco rara, personalmente". Con esta me identifico plenamente: “One of those days when I made dinner. And I will say here and now: it’s not worth the trouble.”  Durante los años tuvo hordas de amantes [hacía ránkings en una tabla: qué hubiera hecho hoy con excel] pero muchas luego se casaron y odiaba a las mujeres que buscaban marido (se ve claramente su desdén por Marge, una de las protas de esta novela). Tampoco le gustaban los tipos diletantes, hijos de papá como Dickie, pero sentía debilidad por los antihéroes, los que vivían en los márgenes de la sociedad [“People dancing around the fringes of the law, living purely by skulduggery, are my delight!”], los seres confundidos sexualmente (el mar de fondo homosexual en Ripley es un clamor), los solitarios, los outsiders: o sea, ella misma. 

Muy atrapada por el tándem Highsmith-Ripley, caigo en el error que odiamos los que escribimos -que nos pregunten quién es quién-, el de pasar demasiado rato en internet mirando imàgenes de Amalfi y Positano, y el de encontrar algunas fotos de le sorelle sulle costiera de hace tannnto que podían bien ser los 50... 

Fashion et moi en Positano
circa 1954




22 enero 2024

"El largo adiós" de Raymond Chandler y mi último crush, Philip Marlowe

Hoy yo venía aquí a hablar de un libro, pero las cosas a veces no salen como se planean, y hoy -adivinen- ha sido uno de esos días. Total que me he metido en una pequeña disertación sobre la historia de la policíaca, he releído un relato que ya había leído como dos veces antes, he visto "The Big Sleep" y he terminado poniendo -como siempre- demasiadas citas del libro que me ocupa, "The long goodbye" (El largo adiós) de Raymond Chandler. En todo este proceso he disfrutado muchísimo, tanto como leyendo esta novela y empezando a conocer a Philip Marlowe, su protagonista. Pero sin más dilación comencemos con toda historia -como siempre salpicada de irrelevantes anécdotas personales que a nadie interesan- pero eso sí, con los títulos característicos de la amabilidad de esta casa.


Breve -en serio- nota histórica
Las primeras novelas policíacas son los clásicos del SXIX "The murders in the Rue Morgue" (1841) de Poe, la dickensiana "Bleak House" (1852) y "The moonstone" de Wilkie Collins (1868). No he leído las dos últimas, pero el relato de Poe lo leí en la adolescencia y luego ya en inglés cuando llegué a este país. Ahora la he tri (quién sabe si tetra)leído mientras escribía este divague -ni que decir tiene, sin recordar nada- y su deselance no me ha gustado; no sé qué me pareció las otras veces, voy a poner una nota para no releerla en la jubilación.

Pero no nos detengamos: en 1887 nació Sherlock Holmes y entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, claro, la "época dorada de la novela policíaca" con  Agatha Christie a la cabeza, a la que tod@s leímos a los 12 años como si se acabara el mundo, atrapad@s por la novedad del whodunit (quién lo hizo): aún recuerdo la sensacion de "guau" con los finales de uno titulado "La muerte de Roger Ackroyd" o del mismo "Telón", su póstuma. Qué inocencia, yo. 

En este whodunit el lector se somete al mismo proceso de deducción que el investigador para desentrañar el enigma, porque el autor te ha ido dejando pistas- aunque algunas veces era tramposa Christie y se sacaba algún as de la manga que no había revelado antes: eso daba mucha rabia.  Al final,  el Hércules Poirot de turno reune en una habitación -o vagón de tren- a todos los sospechosos, descubriendo al asesino con más o menos fuego artificial. 

Cosas más recientes: dos debilidades
Como última vuelta de tuerca del whodunit, esto: hace poco leí  "Apostillas a El Nombre de la Rosa" (maravilla). Aquí Umberto Eco explicaba que el grupo de experimentación literaria Oulipo había construído una matriz de todas las situaciones policíacas posibles, descubriendo que "aún no se ha escrito ningún libro donde el asesino sea el lector" (buá: no es genial?). Nota: Sopesé hacer un divague sobre ese breve "Apostillas" pero veía que con mis habituales disgresiones me iba a quedar más largo que a Eco. Ahora, si te gustó "El nombre de la Rosa" (novela negra o policíaca?) lo recomiendo: se puede leer o bien pedirme que haga el divague. 

Ah, y de repente me he acordado del más reciente whodunit que he leído y que recomiendo encarecidamente: "Sobre los huesos de los muertos" ("Drive your plow over the bones of the dead") de Olga Tokarczuk. Dale al enlace y verás.

Nace la novela negra: 1930
Volviendo a la línea del tiempo: llegamos a los años 30 y comienzan a aparecer autores pioneros del género de "novela negra", que publican en la revista estadounidense Black Mask. La negra es una  evolución de la policíaca en el sentido de que el gran tema no es la resolución del misterio, sino el retratar una sociedad compleja, sus substratos sórdidos, con personajes ambigüos moralmente, y en la que no hay buenos-buenos ni malos-malos.  Todo mucho más interesante: la novela negra es oscuridad. 

El primer famoso dectective privado es Sam Spade, de Dashiell Hammet. El estilo de Hammet es nuevo: la actividad criminal ocurre en una ciudad, "un mundo de señales desconectadas y extraños anónimos, con un lenguaje desnudo, a veces elegante, a través de los ojos del nada emocional nuevo héroe-detective". Ha nacido la ficción "hardboiled".

La ficción hardboiled
La hardboiled (no tiene traducción al castellano) es un género que comparte cosas con la policíaca y la negra antes citadas. El protagonista es un detective cínico y sin sentimentalidades, que ya no cree en nada tras todo lo que ha visto en los bajos fondos, particularmente el crimen organizado de la época de la Ley Seca, la corrupción y demás. 

Las publicaban en las "Pulp magazines" y si algo ha hecho Tarantino por ti, o por el público mainstream, es introducir el concepto de "Pulp fiction" ["pulp" viene, en concreto, del material de pulpa de madera barato en el que se imprimían las revistas]. 

Según Eddie Duggan, se diferencia de la novela negra en que en esta, el foco principal es interior: "desequilibro psíquico que lleva a auto-deprecio, agresión, sociopatía y la necesidad de controlar a los otros", mientras que en la ficción hard-boiled se pinta un fondo de corrupción social institucionalizada. Raymond Chandler refinó el género del hard-boiled hacia finales de los años 30 y escribió siete novelas, además de todos los relatos para esas revistas baratas de "Pulp fiction". 

De dónde viene Marlowe
Chandler había nacido en EE.UU. pero cuando su padre alcohólico les abandonó, su madre se volvió a su Inglaterra natal y vivieron en un barrio aquí cerca (Croydon). Un tío de Irlanda les apoyó "reluctantly" (me encanta esta palaba, "a regañadientes") y el niño Ray pudo ir a un prestigioso cole de chicos-solo, el Dulwich College,  en el que se formaron entre otros PG Wodehouse, Leslie Howard, Chiwetel Ejiofor y (ehem) Nigel Farage. Ya he hablado otras veces del sistema de "casas" de los colegios privados aquí: pues bien, una casa de Dulwich College se llama "Marlowe" y... cómo se llama el más famoso detective privado de la hard-boiled fiction? Sí: Philip Marlowe. 

"The Big Sleep" (El sueño eterno)
Esta fue la primera novela de Chandler y la más famosa, tal vez por la peli de Howard Hawks (1941) con Humphrey y Lauren. El viernes pasado me lancé a verla y como tenía reciente "El largo adiós" me sonó todo bastante familiar: muertos por doquier, la femme fatale que supongo como guiño a los clásicos se llama Carmen (Sternwood) y, por supuesto, Marlowe (nadie mejor que Humphrey, hay que decirlo), el detective privado que narra en primera persona.

 Eso sí, en un punto nos empezamos a perder (quién era quien?) y aunque el inglés de Bogart y en general el yanki de esa época no es lo más fácil de entender, no iban por ahí los tiros: ni aún tirando de wikipedia nos aclarábamos. Luego me reí mucho con que los críticos dijeron que era confusa e imposible de seguir (atención, el guión era de Faulkner) y con la siguiente anécdota: parece que en un momento Hawks y los actores no se aclaraban sobre si a un personaje lo habían matado o se había suicidado, y decidieron preguntarle al autor. Chandler dijo: "me pusieron un telegrama preguntando esto... que me maten si lo sé yo!". 

Suicide by glamour


Así se presenta Marlowe
Que la historia esté bien es lo de menos, a mí lo que me ha enamorado de este libro ("la novela negra más larga nunca escrita", dicen, casi 450 págs) es el personaje de Marlowe. Así se describe en un punto de la novela:
“I'm a licensed private investigator and have been for quite a while. I'm a lone wolf, unmarried, getting middle-aged, and not rich. I've been in jail more than once and I don't do divorce business. I like liquor and women and chess and a few other things. The cops don't like me too well, but I know a couple I get along with. I'm a native son, born in Santa Rosa, both parents dead, no brothers or sisters, and when I get knocked off in a dark alley sometime, if it happens, as it could to anyone in my business, nobody will feel that the bottom has dropped out of his or her life.”
Se hacen una idea. Cada vez que Marlowe se presenta diciendo "Name's Marlowe", me derrito. Todo su diálogo es ingenioso, macarra, retador, irónico, cínico. "Siempre encuentro lo que quiero, pero cuando lo encuentro, no lo quiero ya más". Vale, nene.

Ray posando en su papel
"escritor de hardboiled"


El mundo de los ricos
Otra cosa que me gusta de Marlowe es que no está muy interesado en la pasta, pese a moverse con las élites de Hollywood, que son los que compran sus servicios. Estos idiotas dicen cosas como "Soy rico, quién hostias quiere ser feliz?" o "los solíamos llamar sirvientes, ahora los llamamos ayuda doméstica. Me pregunto cuánto falta hasta que les llevemos el desayuno a la cama" (les traduzco al castizo: "cómo está el servicio"). 

Y Marlowe les contesta, desde su pasotismo vital: "no sé cómo se siente ser rico, pero desde luego usted no se lo está pasando nada bien".  Porque su "orgullo es el del hombre que no tiene nada más".  Mis favoritas son cuando les suelta algo que hoy piensa cada vez más gente (no, no todos, pero estos no leen D&D): "un hombre no hace la cantidad de dinero que usted tiene de ninguna manera que yo pueda entender" que viene a ser "no hay manera limpia de ganar cien millones dólares".  




Alma de soltería
Este desapego de lo material le hace mucho más libre en todos los aspectos. Hay hay un punto en el que una de estas millonarias que aparecen por ahí le ofrece matrimonio y él pasa. Aparte de que claramente es una de esas personas que han nacido para solteros, le dice que está "malcriado por la independencia" (así como ella lo está por el dinero)  y que no cree en el matrimonio: "para dos de cien personas el matrimonio es algo maravilloso; el resto, simplemente sobreviven". Obviamente las mujeres somos las culpables (recordemos, 1953) porque queremos demasiado territorio y a los pobres, con suerte, solo les queda una esquinita en el garage para colgar cuatro herramientas con las que jugar. No sé si Raymond había leído a Woolf, que solo quería el equivalente de esa esquinita, una habitación propia, para escribir. En serio: para que funcione un matrimonio hay que saber dejarse en paz un rato, por los dos lados. Ver series juntos no es medida del amor ni de nada: si uno prefiere leer o el origami, let it be. 




Almas libres
Y tal vez Chandlerl no había leído a Woolf, pero no sé si Irvine Welsh había leído a Chandler cuando escribió su gran comienzo -hoy, manifiesto- de Trainspotting ("Choose Life"), que tuve colgado de mi cocina un tiempo cuando era "joven" como alerta de lo que no quería ser, pero Chandler lo hace a su manera. De cómo habría sido la vida de Marlowe de no haber sido un alma libre (gracias, almas libres de internet, por todas estas citas ahí colgadas): 
“The other part of me wanted to get out and stay out, but this was the part I never listened to. Because if I ever had I would have stayed in the town where I was born and worked in the hardware store and married the boss's daughter and had five kids and read them the funny paper on Sunday morning and smacked their heads when they got out of line and squabbled with the wife about how much spending money they were to get and what programs they could have on the radio or TV set. I might even get rich - small-town rich, an eight-room house, two cars in the garage, chicken every Sunday and the Reader's Digest on the living room table, the wife with a cast-iron permanent and me with a brain like a sack of Portland cement. You take it, friend. I'll take the big sordid dirty crooked city.”
Ay, porque "ninguna trampa es mortífera como la que te pones a ti mismo".

Las descripciones
Hablan por sí mismas: 
"Era una hombre de mediana edad que para entonces ya había superado la pena y la ira".
"Era un tipo que hablaba con comas, como una novela dura",
"Era un hombre de cara delgada con una palidez sin interés" (en inglés se ve claro que lo que carece de interés es la palidez, que es lo que me gusta: "Uninteresting pallor". 
"He was the same long, thin, wiry piece of tired and expressionless humanity"

Una curiosidad: así se veía el teléfono en 1953
En serio, esto nunca me hubiera imaginado: 

"Hay algo compulsivo sobre el teléfono. Al hombre obsesionado por los artilugios (gadgets, no sé cómo traducir) de nuestra época le encanta, lo odia, le asusta. Pero siempre le trata con respeto, incluso cuando está borracho. El teléfono es un fetiche".

Fetiches? Esos teléfonos? Recuerdo el teléfono del salón de casa de mis padres (no el "góndola" color verdefeo que estaba en otra habitación): era negro, de rueda y exactamente como salen en las películas de cine negro. En aquella época no me gustaba (hoy sería pieza de museo, no me daba cuenta de que tal vez entonces también) y su última fase la pasó con un celo por detrás porque Fashion lo tiró al suelo (ahh, esa época en la que se rompía algo y si funcionaba, no se tiraba porque sí, como ahora). Al final lo cambiaron por uno rojo de teclas:  podría decir "uno feo de teclas", pero ya ha pasado también a ser chulo, de esas manera vintage ochentera. 

Los malditos psiquiatras
Y otra cosa viejuna que me ha encantado, por deformación profesional, es cuando se queja de tener psiquiatras en la policía. Me he reído mucho "los tíos escriben informes de 15 páginas!"... Ay... si supiera lo que vino luego con el "profiling" y demás... 
"You two characters being seeing any psychiatrists lately? (...) We've got two of them on the staff. This ain't police bussiness any more. It's getting to be a bracnh of the medical racket. They are in and out of jail, the courts, the interrogation rooms. They write reports fifteen pages long on why some punk of a juvenile held up a liquor store or raped a school girl (...). Ten years from now guys like Marty and me will be doing Rorschach tests and word associations instead of chins-up and target practice. When we go out on a case we will carry little black bags with portable lie detectors and bottles of truth serum"

Algo de metaliteratura
No soy de "tramas" (y mucho menos si son "tramas maletines": "entonces Carter habló con Roberts, que había llevado a Scott al escondrijo de McCarthur, con el alijo que..." ), como la que he explicado de la peli de Hawks que nadie se aclaraba. "The long goodbye" no es complicada pero además, otra de las cosas que ha contribuido a yo me enganche ha sido que uno de los personajes es escritor y hay muchas reflexiones metaliterarias. Por algo dicen que esta es su novela más autobiográfica, tal vez se identifica con el escritor alcohólico porque Chandler era ambas cosas. 

Sobre literatura, un par:
"La única salvación de un escritor es escribir" (qué bonito, y por supuesto esto también nos incluye a las blogueras fracasadas no publicadas)

Cuando habla del soporífero barrio de clase media al que se mudó el escritor, él mismo dice que era imposible que allí sobreviviese poque un escritor necesita estimulación: "no hay nada aquí aparte de una gran resaca morena; me refiero a la clase alta, claro".

Sobre el alcohol:
"Drunks with money are called "heavy drinkers"

"Mirar la vida a través de la niebla de una resaca". 

“Alcohol is like love,” he said. “The first kiss is magic, the second is intimate, the third is routine. After that you take the girl’s clothes off.”

Y sobre lo que cuesta dejarlo, y cómo te has de acostumbrar a una vida beige, en colores pastel:
"It takes about three years (...) Usually it does. It's a different world. You have to get used to a paler set of colors, a quieter lot of sounds. You have to allow for relapses. All the people you used to know well will get to be just a little strange. You won't even like most of them, and they won't like you too well.”
Flecos sueltos
Si vas a goodreads, hay páginas y páginas de citas de este libro. Cada una es mejor que la anterior y su contenido va desde la imagen evocadora, hasta la psicología barata, pero tan llena de ironía q solo los idiotas tomarán literal, pasando por la reflexión filosófica de la sociedad y el mundo.

"Nada parece más vacío que una piscina vacía". Esta imagen es maravillosa ya sola, pero más si pienso en el contexto en el que escribe (California, Lucía Berlín, fotos de polaroid de Valeria Luiselli) ...

Esta es la de Marshall St,
que puse el otro día llena

"Ninguna ciudad de frontera es otra cosa que una ciudad de frontera" 

"Cree que la ley está en ese libro de derecho"

"I don't have enough tiger inside me" 

"You  are not big, you are just loud"

"El crimen no es una enfermedad, es un síntoma"

"No puedes juzgar a la gente por lo que hacen. Si los juzgas, debe ser por lo que son".

"Mendy Menendez no discute con la gente. Mendy Menendez les dice" (un macarra hablando de él mismo)

"La clase de suerte que tienes cuando te importa todo un carajo".

“Time makes everything mean and shabby and wrinkled. The tragedy of life, Howard, is not that the beautiful things die young, but that they grow old and mean.”
Y, facilón, pero para terminar una de las más famosas

"Decir adiós es morirse un poquito"


Un largo adiós, Mr Chandler: en realidad, un hasta luego.