viernes, 31 de agosto de 2007

La riqueza de la globalización


Aun cuando resulta reiterativo decirlo, la globalización, con el ciberespacio, arrasó, simbólicamente, con las fronteras de todos los países, grandes y pequeños, desarrollados o no, o en vías de desarrollo, como el nuestro, y no nos deja otra alternativa que entrar de lleno en ella.

Ya los tiempos que evocan bucólicos recuerdos de un pueblito alejado del resto del mundo pasaron, y hay que saber afrontar la realidad.

Esta mundialización tiene muchos y sobrados beneficios, si sabemos aprovechar su impetuosidad en la calidad de vida humana.

Hace no mucho, quizás 25 años, nuestros agricultores han sabido diversificar sus actividades y ya ven en otras fuentes, como el turismo o productos no tradicionales, como los minivegetales o el café de primerísima calidad y muy bien cotizado por lo que dejan mayores ganancias, pues los mercados internacionales se han abierto y ello, sin duda alguna, beneficia a todos estos nuevos productores y exportadores.

Desarrollo total. Hay que aprovechar las ventajas de la globalización económica y permitirnos salir de nuestros “solares” y mercaditos hacia otros países, donde nuestra producción es bien recibida y pagada. Debemos permitirnos ser un país totalmente desarrollado, sabiendo que nuestros productos son tan competitivos o más que los de cualquier otro país.

Debemos avanzar hacia la riqueza y no quedarnos ahí, como pulpería de pueblo, vendiendo al menudeo y hasta fiado con libreta.

¡Ya es hora de Costa Rica! Ya lo dijo el presidente Arias el 8 de mayo: “Dar la espalda a la integración económica, regresar al proteccionismo comercial y menospreciar la atracción de inversión extranjera constituyen, hoy por hoy, las vías más seguras para condenar a la juventud costarricense al desempleo y a Costa Rica al subdesarrollo. Constituyen, también, la forma más segura de desaprovechar el capital humano e institucional que ha acumulado el país en los últimos 50 años, que nos permite integrarnos exitosamente en la economía mundial...”.

Apoyo a esfuerzos. Por eso, si queremos pasar de país pobre, con tasas de desempleo altísimas y un ingreso per cápita errático, debemos apoyar los esfuerzos que el Gobierno quiere impulsar.

Y dejemos de poner oídos a la sarta de mentiras que, con sus consignas desgastadas y huecas, nos traen los políticos y sindico-políticos, a quienes solo sirve un país pobre y alicaído, para justificar su patética existencia.

¡Arriba, costarricenses!, que hoy está en juego no solo el bienestar de nuestros hijos y el propio, sino el de nuestros nietos y futuras generaciones, que nos agradecerán haber optado por el desarrollo y la prosperidad del país.

Por Wilbert Arroyo Álvarez
Tomado de la Nacióne

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