Se equivocaron las coordinadoras, los frentes y toda la restante legión del no, en planear la marcha para el lunes 26 de febrero.Dicha actividad tenía que haber sido el domingo 11 de marzo, por las siguientes razones.
1) Los domingos, como nos lo enseñaron en el catecismo, junto con el amor al prójimo, son fiestas de guardar. Para ese día quedan reservadas las conmemoraciones más importantes, y la marcha lo es.
2) Los domingos es cuando los costarricenses manifestamos nuestro fervor religioso. Y, si algo pudiera alcanzar en rango de solemnidad a ese fervor religioso, es el fervor cívico que se desprende de todas las manifestaciones vertidas en torno a la actividad del próximo lunes, desde la sublime proclama del Melico Salazar hasta las educativas pancartas exhibidas recientemente en el Congreso.
3) Si la marcha es domingo, no se obligaría a estudiantes y maestros a hacer lo que más les desagrada: perder clases, en el caso de los alumnos, y sacrificar la noble tarea de enseñar, en el caso de los docentes.
4) De igual forma, si marchan domingo, los trabajadores no tendrían que abandonar sus labores, lo que les es prácticamente intolerable (de paso, no habría motivo para que los patrones hagan rebajos de salario).
5) El próximo 11 de marzo es el clásico del futbol nacional: Saprissa y la Liga. ¿Qué mejor forma de demostrar la fortaleza del movimiento que hacerlo coincidir con ese partido? Cuando la patria llama a sus hijos, no hay clásico ni ninguna otra entretención dominical que valga. De hecho, los equipos jugarían a estadio vacío porque la conciencia y el deber ciudadanos se impondrían. Es decir, el referéndum y la democracia de la calle se trasladarían de la cancha a la avenida segunda.Marchemos el domingo 11 de marzo. Yo lo haría contra lo que no me satisface del TLC, por la pronta aprobación de las agendas complementarias y por que se privilegie la atención de los sectores que se vean perjudicados en alguna medida con el tratado.Pero igual marcharía contra el inmovilismo legislativo, contra la ineficiencia del sector público, contra los que siempre se oponen y nunca proponen, contra las gollerías sindicales, contra los líderes sin autoridad moral.Juanito Mora, tan mencionado estos días por bocas impuras, sin duda habría marchado un domingo.
Por Juan Fernando Cordero, tomado del periódico la Nación
1) Los domingos, como nos lo enseñaron en el catecismo, junto con el amor al prójimo, son fiestas de guardar. Para ese día quedan reservadas las conmemoraciones más importantes, y la marcha lo es.
2) Los domingos es cuando los costarricenses manifestamos nuestro fervor religioso. Y, si algo pudiera alcanzar en rango de solemnidad a ese fervor religioso, es el fervor cívico que se desprende de todas las manifestaciones vertidas en torno a la actividad del próximo lunes, desde la sublime proclama del Melico Salazar hasta las educativas pancartas exhibidas recientemente en el Congreso.
3) Si la marcha es domingo, no se obligaría a estudiantes y maestros a hacer lo que más les desagrada: perder clases, en el caso de los alumnos, y sacrificar la noble tarea de enseñar, en el caso de los docentes.
4) De igual forma, si marchan domingo, los trabajadores no tendrían que abandonar sus labores, lo que les es prácticamente intolerable (de paso, no habría motivo para que los patrones hagan rebajos de salario).
5) El próximo 11 de marzo es el clásico del futbol nacional: Saprissa y la Liga. ¿Qué mejor forma de demostrar la fortaleza del movimiento que hacerlo coincidir con ese partido? Cuando la patria llama a sus hijos, no hay clásico ni ninguna otra entretención dominical que valga. De hecho, los equipos jugarían a estadio vacío porque la conciencia y el deber ciudadanos se impondrían. Es decir, el referéndum y la democracia de la calle se trasladarían de la cancha a la avenida segunda.Marchemos el domingo 11 de marzo. Yo lo haría contra lo que no me satisface del TLC, por la pronta aprobación de las agendas complementarias y por que se privilegie la atención de los sectores que se vean perjudicados en alguna medida con el tratado.Pero igual marcharía contra el inmovilismo legislativo, contra la ineficiencia del sector público, contra los que siempre se oponen y nunca proponen, contra las gollerías sindicales, contra los líderes sin autoridad moral.Juanito Mora, tan mencionado estos días por bocas impuras, sin duda habría marchado un domingo.
Por Juan Fernando Cordero, tomado del periódico la Nación