lunes, 30 de abril de 2012
Tema Polémico: Ni de ricos a pobres, ni de pobres a ricos
miércoles, 25 de abril de 2012
Desde la tribuna: el gatito blanco y el gatito negro, relatos de la crisis económica
Hace algunos años, la ciencia económica se olvidó de los relatos acerca del ciclo económico. Las explicaciones debidas a la actividad de las manchas solares; las crisis de “inventarios” excesivos de bienes y una gran cantidad de hipótesis, fueron cayendo en descrédito cuando los teóricos del keynesianismo-algunos lo califican de bastardo- imaginaron que, con ajustes en las tasas de interés para “enfriar” una sobrecalentada economía o bien, bajas en las mismas tasas, para” calentar” cuando la economía estuviera ralentizada y con otros instrumentos de “afinamiento”, el ciclo económico se podía declarar, cosa del pasado. La realidad, sin embargo, ha sido testaruda y los ciclos económicos siguen golpeando.
Algunos economistas, nostálgicos aún, por la fe en el afinamiento económico gestionado desde el gobierno, dejaron de llamar a las depresiones así y ahora son recesiones, cuando no meros enfriamientos o resfríos. Sin embargo, los hechos recientes han revelado que el instrumental de “ajustes” no ha logrado superar el ciclo económico, ni las crisis episódicas, aunque aún se tenga el recato de no llamarlas depresiones.
Una característica de las depresiones, por otro lado, es que están precedidas de una burbuja, un alegrón o fiestón económico. El dinero sobra, el crédito abunda, las tasas de interés-precio del crédito-son muy bajas o nulas, incluso negativas. El endeudamiento y el gasto se estimulan. El ahorro es inconveniente y la riqueza se alcanza gastando y consumiendo todo lo posible, tanto desde el sector privado como, muy especialmente, desde el gasto público. El ahorro no es asunto de cigarras ni, mucho menos, de seres humanos. Paradójicamente, quienes predican, desde la macroeconomía, el consumo y desprecian el ahorro, se desgalillan contra el consumismo y la falta de austeridad personal.
Para la última crisis hay que hacer, al menos, una distinción. En los Estados Unidos de América, bajas tasas de interés, durante muchos lustros y el crédito abundante, inflaron los precios de viviendas de modo generalizado. Se supuso, además, que existían medios para que el crédito hipotecario de viviendas, no tuviera riesgos. Se elaboraron complicados modelos matemáticos y probabilísticos basados en distribuciones “normales”, para evaluar riesgos, en las que la probabilidad de eventos extremos, fue declarada improbable. Algunos autores de las hipótesis que llevaron a estos dislocados modelos, recibieron premios Nobel de Economía. Con ello, se daba sello de garantía a una fé ciega en las modelaciones de las finanzas modernas. Por otra parte, en Europa, el endeudamiento público, creció y creció, también con bajos costos y suponiéndose que, por tratarse de deuda soberana, carecía de riesgos, a pesar de la evidencia acerca de los incumplimientos históricos de los estados. Así, se daba por superado y obsoleto el ciclo económico, y se podía confiar en un mundo con pequeños resfríos económicos, casi libre de gripes y, totalmente, ajeno a los padecimientos de la pulmonía. Todo, eso sí, a pesar de la historia.
Para la crisis que aún vivimos y que, según algunos, ya ha sido superada, se han ofrecido tres relatos principales. De modo muy resumido, se presentan a continuación. El primero, responsabiliza a la intervención estatal en tasas de interés, crédito y a sus políticas e instituciones para el fomento del crédito hipotecario y el aseguramiento de riesgos. El segundo, responsabiliza a los bancos e instituciones financieras, a la avaricia y la desregulación. El tercero, a una larga y compleja combinación de factores provenientes del sector privado financiero y del gobierno.
Estos relatos no son irrelevantes. La trama de causalidad del segundo y tercero, ha prevalecido para efectos de nueva intervención gubernamental. “De una cosa se está absolutamente seguro: el gatito blanco no tuvo nada que ver en aquel desaguisado. Toda la culpa fue del gatito negro”, dice Lewis Carroll en su cuento “Alicia a través del Espejo”. Desechar, sin más, un rol protagónico del intervencionismo financiero del gobierno, el clientelismo y la demagogia, puede resultar muy caro. Este relato debe ser atendido, so pena de tropezar, nuevamente, con una testaruda realidad.
martes, 24 de abril de 2012
La columna de Carlos Federico Smith: el papel del empresario en el análisis económico: el análisis neoclásico (1 de 9)
En este primer comentario en particular, describo resumidamente cómo, bajo el llamado modelo neoclásico de análisis económico, se explica la condición de equilibrio del mercado. Dado el énfasis en la escuela austriaca, que indiqué emplearía en esta serie de comentarios, en cierto momento de este comentario haré referencias comparativas entre el modelo neoclásico y el austriaco.
En el siguiente ensayo, analizo con mayor detalle la concepción que el análisis económico austriaco hace del mercado, visto como un proceso, en vez de una descripción de un equilibrio generalizado, como lo expone el análisis neoclásico.
Mi tercer artículo expone brevemente el aporte del considerado fundador de la escuela austriaca, Carl Menger, en lo referente al papel del empresario en el proceso de mercado. Un análisis similar se hace en mi cuarto comentario, que en esta ocasión trata de la contribución a la teoría de la empresariedad del economista Ludwig von Mises. En un quinto ensayo, describo el aporte respectivo del economista Joseph Schumpeter, austriaco de nacionalidad, si bien, según el criterio de diversos historiadores del pensamiento económico, consideran que no forma parte propiamente del grupo de economistas de la escuela austriaca y más bien de los economistas neoclásicos Walrasianos (de Léon Walras, quien fue el primero que analizó y describió matemáticamente el equilibrio general de la economía). Lo incluyo por la importancia que, en mi opinión, tienen sus ideas acerca del papel del empresariado en el contexto de las ideas austriacas.
En mi sexto comentario me refiero con brevedad a lo aportado al respecto por el economista austriaco Israel M. Kirzner. Efectúo un análisis similar en mi séptimo artículo, en torno a la labor correspondiente del economista austriaco Ludwig Lachmann. En el octavo formulo lo que podría ser el aporte de Friedrich A. Hayek, también considerado sin duda como economista de la escuela austriaca, acerca del papel del empresario en el proceso de mercado. En un noveno artículo concluyo esta serie con un resumen didáctico -en lo posible- de los aportes de estos economistas austriacos (en que me permito incorporar a Schumpeter).
Un hecho que normalmente encontrará el estudiante universitario de la disciplina de la Economía, es lo que se conoce como el enfoque neoclásico, mediante el cual se interpreta el comportamiento de los actores económicos como simples entes que maximizan algún objetivo, sujeto a una serie de restricciones. La teoría neoclásica es una teoría acerca del equilibrio.
La mayor parte de los currículos de enseñanza de la Economía en las universidades actuales, comprenden lo que se conoce como el análisis neoclásico, en contraste con el de otras escuelas de pensamiento, que enfocan la enseñanza de manera diferente, como, por ejemplo, la escuela austriaca.
En la metodología neoclásica estándar, por ejemplo, se menciona la existencia de un consumidor quien, dadas sus preferencias, racionalmente busca hacer máxima su utilidad, sujeto a restricciones tales como un nivel de ingreso dado, así como un conjunto de precios de los diferentes bienes, que no son afectados por la cantidad que consuma de dichos bienes o servicios.
El consumidor escogerá aquella combinación de bienes y servicios, dados sus gustos, su nivel de ingresos y los precios de los diversos bienes, de forma tal que su utilidad es la máxima. Según lo que se podría llamar la regla de la maximización, ésta se logra cuando el ingreso monetario que posee el consumidor, es asignado entre los distintos bienes o servicios, de forma tal que el último colón que gasta en cada uno de los bienes que compra, genera la misma utilidad adicional. De esta forma, se dice que el consumidor está en equilibrio y que no variará el consumo de dicha combinación, a no ser que varíen sus gustos, sus ingresos o los precios de los bienes, pues, de hacerlo sin que estos hayan cambiado, quedaría en peores condiciones que antes.
En resumen, el consumidor maximiza su utilidad sujeto a una serie de restricciones tales como las indicadas. Se dice que, dadas esas limitaciones, logra estar en una situación de equilibrio.
Similarmente, el análisis neoclásico estándar se refiere a la maximización de los beneficios o utilidades o ganancias de las empresas en un mercado. Se dice que la regla que permite la maximización de las utilidades de un empresa, es aquella en que el ingreso marginal iguala al costo marginal, en donde se entiende por ingreso marginal al ingreso que la firma obtiene al vender una unidad adicional de su producción, en tanto que, por costo marginal, se refiere al costo adicional en que incurre una empresa, al producir una unidad más del producto. Se dice que, en el nivel de producción en que el ingreso marginal y el costo marginal son iguales, se está en una posición de equilibrio de la firma, tal que maximiza sus ganancias, pues algún otro nivel de producción diferente significaría que obtendría utilidades menores.
Evidentemente, estas explicaciones del equilibrio del consumidor y del productor son sumamente simplificadas, pero, para nuestros efectos, nos permiten destacar varios aspectos interesantes.
En primer lugar, nos muestra la situación de equilibrio que resulta del comportamiento del consumidor o del productor. Es decir, una en que los mercados están en equilibrio en cada uno y en todo momento. No nos explica cómo, a partir de una situación en que no hay equilibrio, se llega a una situación de equilibrio; es decir, no nos dice cuáles son las tendencias -la dinámica- que empujan o motivan la acción de los individuos para llegar a dicha situación de equilibrio. Por ello, se suele decir que, tanto el análisis de maximización de la utilidad del consumidor, como el de maximización del beneficio del productor, conducen a la existencia de un estado de equilibrio, en donde parece que todos los problemas interesantes ya han sido resueltos. Esto conduce a que, mientras bajo el análisis neoclásico, el énfasis es en el equilibrio resultante del proceso competitivo, en el enfoque austriaco la competencia es propiamente un proceso, en vez de un estado de cosas, el cual debe ser el objeto del análisis económico.
Al respecto señala Hayek:
“…el absurdo del proceso usual de empezar el análisis [de la competencia] con una situación en la cual todos los hechos se supone que son conocidos. Este es un estado de cosas que la teoría económica curiosamente llama “competencia perfecta”. No deja espacio alguno para la actividad llamada competencia, la cual se supone que ya ha hecho su tarea.” (Friedrich A. Hayek, New Studies in Philosophy, Politics, Economics and the History of Ideas, London: Routledge, 1978, p. 182. El paréntesis cuadrado es mío.)
En segundo lugar, dado que bajo el método neoclásico se tiene una descripción de las relaciones económicas, mediante la resolución simultánea de un sistema de ecuaciones, no es posible determinar la secuencia en que se forman los precios. Ello porque el modelo neoclásico asume que todas las variables existen simultáneamente; entonces, no es posible explicar cómo surge la causalidad de las variaciones en los precios. Lo importante del enfoque austriaco estriba, en este caso, en que ofrece una explicación del surgimiento de los precios, mediante los fines que la gente persigue actuando en el mercado, usando los medios que permitan lograrlo. En el enfoque austriaco es al actuar el individuo como se altera una constelación de precios vigente.
En tercer lugar, uno de los resultados presuntamente más útiles del análisis neoclásico es que se presta para la utilización de las matemáticas, Se supone que con ello es factible lograr una precisión necesaria deseable en el análisis económico, además de que facilita el tratamiento numérico de los temas económicos. En la jerga de las matemáticas, en el modelo neoclásico se trata entonces de maximizar una función objetivo, sujeta a una serie de restricciones, lo cual es muy tratable con el cálculo diferencial Newtoniano. Esto permite determinar simultáneamente un sistema de equilibrio general estático, método que fue rechazado por los economistas austriacos, quienes más bien enfatizaron que el objetivo de la disciplina de la economía era el de determinar las leyes fundamentales que definen los precios de mercado. Esto no lo podían hacer las matemáticas, puesto que esas leyes eran propias de la naturaleza humana: las matemáticas no pueden capturar lo que es esencial de la acción humana. Según los austriacos, para el individuo que economiza; esto es, que actúa en lo económico, los bienes tienen un valor que es enteramente subjetivo en su naturaleza. Es así cómo, al actuar, definen el valor. Parafraseando el poema, “se hace camino al andar”. Es sólo la acción lo que define el valor para el actor.
Esto lo expresa Hayek al escribir que:
“En lo que tiene que ver con las acciones humanas, las cosas son lo que la persona que actúa piensa que son… [y] a menos que podamos entender lo que la gente que actúa da a entender con sus acciones, cualquier intento de explicarlas… está destinado a fracasar.” (Friedrich A. Hayek, The Counter-Revolution of Science, Glencoe, Illinois: The Free Press, 1952, p.p. 44 y 53. La letra en cursiva es del autor y los paréntesis cuadrados son míos).
En un excelente y esclarecedor artículo de Sanford Ikeda, éste describe lo que son las características más importantes del equilibrio neoclásico del mercado y las cuales transcribo para concluir este primer comentario:
“1. Hay coordinación completa (expectativas que se refuerzan mutuamente) de los planes de los agentes individuales, en donde estos planes son también consistentes con las preferencias subyacentes, tecnología y recursos.
2. El comportamiento es ‘racional’ en el sentido de que, ceteris paribus, dada toda la información relevante, los agentes maximizan la utilidad, escogiendo los medios menos costosos para satisfacer sus preferencias dadas.
3. Todo cambio es predecible, dejando de lado la posibilidad del error, arrepentimiento y sorpresa genuinos.
4. Las pérdidas y ganancias económicas, siendo inconsistentes con el equilibrio, son inexistentes o efímeras.
5. Los precios de equilibrio prevalecen, asegurando la consistencia de planes entre los individuos y con los datos subyacentes.
6. Dados los costos de transacción, el mercado asigna los recursos hacia sus usos más altamente valorados.” (Sanford Ikeda, Subjectivism, en Peter J. Boettke, ed., The Elgar Companion to Austrian Economics, Northampton, Mass.: Edward Elgar Publishing Co., 1994, p. 28. La letra cursiva es del autor).
En mi siguiente comentario, haré un análisis similar de lo que se denomina el proceso de mercado en contraste con el equilibrio neoclásico.
Jorge Corrales Quesada
lunes, 23 de abril de 2012
Tema polémico: lo que le faltó decir a doña Laura sobre el Plan B en materia fiscal
A pesar que, en ASOJOD rechazamos totalmente las palabras de la Presidente y adversamos el nefasto aumento de impuestos que su Gobierno propuso, queremos aprovechar las palabras de doña Laura para darle un pequeño consejo. Eso sí, es un consejo gratuito y, por él, no esperamos una consultoría millonaria como las otorgadas a Procesos.
Doña Laura ha demostrado que no le preocupa el costo político de impulsar medidas impopulares. Sin importar que 75% de los ciudadanos estaba en contra del proyecto de Solidaridad Tributaria, según una encuesta publicada por La Nación; sin importar que su entonces Ministro de Hacienda, Fernando Herrero, y el entonces Director General de Tributación Directa, Francisco Villalobos, fueron cuestionados por presunta evasión fiscal y, como lo ha evidenciado su silencio hasta ahora, a pesar de que se destapara un escándalo que aparentemente alcanza a su Vicepresidente, Luis Liberman, a su Ministro de Educación, Leonardo Garnier y a su ex asesora, Flor Isabel Rodríguez, ella se ha empeñado en aumentarle los impuestos a los ciudadanos, detenida solo pero momentaneamente por la Sala Constitucional.
Si, como ella misma dijo, la situación actual de nuestro país obliga a impulsar medidas impopulares pero fiscalmente responsables, entonces le proponemos a doña Laura que, a la luz del Plan "B" en materia fiscal que explicó la semana anterior, se dedique con la misma “valentía”, a hacerle un bien a los tax payers: cierre instituciones, reduzca la planilla estatal (especialmente la planilla paralela que le cuesta miles de millones al Estado costarricense), muestre la firmeza prometida en campaña para atacar la corrupción y dele señales claras a los empresarios, nacionales y extranjeros, para que se decidan a invertir en nuestro país. Todo eso le faltó por decirlo durante la exposición de las medidas alternativas.
Señora Presidente, enfréntese a las organizaciones que han desangrado a los ciudadanos por décadas. Revise el laberinto institucional, que incluye a más de 343 entidades públicas, y plantee el cierre o venta de muchas de ellas que, como el Consejo Nacional de la Producción, la Fábrica Nacional de Licores, el Consejo Nacional para Investigaciones Científicas y Tecnológicas (o el Ministerio de Ciencia y Tecnología en su defecto), el Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, el Ministerio de Planificación, la Oficina Nacional Atómica, el Instituto Nacional de Innovación Tecnológica Agropecuaria, la Junta de Fomento Avícola, la Junta de Fomento Porcino, la Secretaría Ejecutiva de Planificación Sectorial Agropecuaria, la Dirección Nacional de Desarrollo de la Comunidad, el Consejo Nacional de Espectáculos Públicos, Instituto de Desarrollo Rural, Instituto de Fomento y Asesoría Municipal, Instituto Mixto de Ayuda Social, Instituto Nacional de Fomento Cooperativo, Academia Nacional de Ciencias, Comisión Nacional para la Defensa del Idioma, Oficina Nacional de Semillas, Comisión Nacional de Energía Atómica, Radiográfica Costarricense S.A., Correos de Costa Rica, Corporación Hortícola Nacional, Corporación Ganadera Nacional, Corporación Nacional Arrocera o Corporación Bananera Nacional, no generan ningún beneficio para los ciudadanos, excepto para aquellos que viven a costa de los tax payers.
Busque aliados en otras fuerzas políticas para que, mediante pactos, se consigan los votos necesarios en la Asamblea Legislativa para impulsar una política de reducción del Estado que, bien sabemos, está enredado en sus propios mecates con instituciones cuyas funciones son confusas, desfasadas, duplicadas o inútiles, con empleados que le cuestan mucho a la Hacienda Pública sin que su trabajo se traduzca en beneficio para los costarricenses. Enfréntese a los sindicatos, a las agrupaciones empresariales y todos aquellos que se empeñan en que los ciudadanos sigamos pagando por bienes o servicios que no recibimos. Elimine las consultorías que cuestan millones por trabajos que luego no se ven y que más parecen mecanismos de algunos para engrosar las cuentas de los amigos.
Líbrenos del pesado fardo que significa este sinnúmero de entidades y burócratas. Muestre el mismo empeño que la caracterizó con el impulso del PACquetazo de impuestos a toda costa, con procedimientos violatorios de la Constitución Política. Serán medidas impopulares pero fiscalmente responsables y le aseguro que, a pesar de las críticas y protestas de unos cuantos que se quedarán sin su medio para seguir viviendo a costa nuestra, los ciudadanos comunes y corrientes se lo agradeceremos por muchísimos años.
viernes, 20 de abril de 2012
Viernes de Recomendación
martes, 17 de abril de 2012
La columna de Carlos Federico Smith: más comercio, no menos comercio
Ojalá que el impacto de la exposición del presidente mexicano se haga sentir, en especial al observarse, con cierta desazón, como los gobiernos de otras naciones, Argentina, en particular, se empeñan en regresar, una vez más, a un pasado caracterizado precisamente por un crecimiento frustrado, del que su pueblo nunca logró despegar hacia niveles de bienestar más elevados. El gobierno de la pobre Argentina insiste en volver a prácticas proteccionistas del pasado, que hicieron que Argentina se convirtiera en un ejemplo de libro de texto, acerca de cómo hacer mal las cosas en lo que a política económica se refiere. Allá por la tercera década del siglo pasado, la discusión entre ciertos economistas era si Argentina o Australia -¿alguna de ellas?- llegaría a crecer a los niveles entonces disfrutados por las naciones industrializadas del hemisferio norte (Estados Unidos y Europa). Para algunos, Argentina, rica en tierras cultivables, inevitablemente se desarrollaría, en tanto que, para otros a quienes la historia terminó dándoles razón, Australia sí disponía de un marco institucional proclive al crecimiento de las instituciones de libertad, las cuales estimularían el aumento de su producción y del comercio internacional. Así fueron las cosas. Argentina aún hoy sigue siendo objeto del abuso de sus autoridades, quienes pretenden regresar a la malsana política fascista del proteccionismo económico. En tanto, Australia ya forma parte del elenco de naciones más desarrolladas en el mundo, desde hace buen rato.
El consejo (regañada, a mi modo de hablar) que le dio el presidente de México a su homóloga de Argentina, para que dejara de proseguir los caminos de la protección, de la involución, de un retroceso en el libre comercio, que apenas hace poco se tratado de poner en marcha, de volver a una exuberante regulación estatal, de limitar una propiedad privada, que es la única que puede asegurar el progreso económico, de frenar los estímulos positivos que tiene la competencia y de restringir la soberanía del consumidor, ojalá sea bien atendido por las autoridades argentinas. Digo ello teniendo en mente que, Dios lo quiera, si es que se le acata y pasado cierto tiempo, alguien escribirá acerca de los frutos que cosechó Argentina con su decisión de apostar por un curso de libertad económica: que la decisión libre que hipotéticamente tomó Argentina en favor de la libertad de comercio en el 2012, ya se haya traducido en un aumento en los ingresos de sus ciudadanos, al igual que como hoy lo disponen muchas naciones ricas, que en su momento escogieron ese camino
Brasil también parece estar en un proceso de elección entre el proteccionismo y su plena incorporación al comercio mundial. En ello se parece a Argentina, pero en realidad la situación es muy diferente. Creo que sólo es cuestión de tiempo para que Brasil se decante totalmente en favor del libre comercio, al darse cuenta plena de que el camino del proteccionismo es lo que precisamente le impide ser competitiva en los mercados internacionales. Brasil se ha ido beneficiando gradualmente del libre comercio internacional, de manera que conoce del enorme costo que significaría atrasar esa profundización eficiente de su integración económica y mucho más de tomar una decisión que signifique un retroceso en su política comercial aperturista. De abandonar esa ruta de progreso, que es el comercio internacional libre, sólo traería costos mayores para la ciudadanía brasileña, quien rápidamente se daría cuenta de ellos y demandaría electoralmente un cambio en una nación democráticamente madura, como Brasil.
El discurso del Presidente de México me ha puesto a pensar si en Costa Rica debemos darnos por satisfechos en cuanto al avance de nuestro proceso de apertura e integración al comercio internacional. Es cierto que, si uno lo mira retrospectivamente, lo que ha sido un planteamiento liberal claro y definido desde los años setentas en nuestro país y que empezó a llevarse a cabo en la práctica, a partir de mediados de la década de los ochenta, es mucho lo que hemos logrado. Pero no es suficiente. Falta bastante por hacer.
Se han firmado varios tratados de libre comercio, a partir de una decisión de apertura unilateral del país, al integrarse a la Organización Mundial de Comercio hace ya varias décadas. Dichos tratados ciertamente deben servir para ampliar la cobertura del libre comercio. Pero es importante que no nos llenemos de tratados de libre comercio impregnados con trabas proteccionistas. Por ello es oportuno el llamado del Presidente de México para que las naciones fortalezcan el libre intercambio mundial por medio de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Ello es especialmente apropiado en la actualmente difícil coyuntura que experimenta la economía mundial y cuya recuperación requiere de más comercio; no de menos comercio.
Creo que Costa Rica debe realizar una serie de ajustes a su proceso de apertura, que más que cambios radicales lo que necesita es de su refinamiento. Por ejemplo, es hora de reducir el proteccionismo vigente para ciertos sectores claves de la economía, que hoy sin duda constituyen un freno al dinamismo de las exportaciones. Así, el país ha mostrado tener éxito en los mercados internacionales en el caso específico de los productos lácteos, como para que hoy se tenga que seguir castigando a la ciudadanía nacional, la cual tiene que pagar un costo superior al 100% debido a los aranceles en las importaciones de esos productos. Es decir, pagamos más del doble del precio internacional vigente. Pero, también el proteccionismo arancelario a dicha industria hace que no se disponga del estímulo necesario, que permita que se convierta en una actividad competitiva y eficiente en los mercados internacionales. Esa eficiencia así frustrada es necesaria de lograr, si es que se quiere que esa actividad pueda competir en los mercados libres del mundo. La eliminación del proteccionismo le permitiría robustecerse competitivamente en los mercados internacionales y así dejar de jugar únicamente en mercados locales relativamente ineficientes y con muy poca competencia, para con ello poder dar el salto a niveles tal vez nunca antes soñados.
Algo similar puede estar sucediendo con el mercado doméstico de la carne de pollo, el cual no es casualidad que hoy esté casi en su totalidad en manos de transnacionales extranjeras. Éstas, acostumbradas a competir en los mercados internacionales no protegidos, podrían competir eficientemente si se les diera el acicate y, a la vez, aliciente de una apertura al libre comercio, en vez de disfrutar de un proteccionismo local, que solo les induce a vender más caro a un consumidor nacional cautivo. Con la reducción del proteccionismo, los costarricenses podríamos obtener más barato el pollo, al tiempo que los productores domésticos se verían incentivados a competir en los mercados internacionales, incluso frente a empresas de su misma propiedad, que ya están ubicadas en dichos mercados globales.
El proteccionismo es un instrumento que cultiva la ineficiencia. No sólo los consumidores, cuya satisfacción es el objetivo final de cualquier economía, debido a él se ven obligados a pagar mucho más por los productos que adquieren, sino que también se utilizan recursos escasos en una producción doméstica que podría alternativamente dedicarse a otros usos más eficientes, más rentables, en donde su competitividad no sea resultado del traspaso forzado de fondos que el estado hace de consumidores a productores por medio de la protección arancelaria. El arroz en Costa Rica es uno de los más caros en el mundo. Es tal el grado de protección y de sobreprecio interno, comparado con el internacional, que es de esperar que la Organización Mundial de Comercio obligue pronto a que el país desmantele esa infame y desmedida protección. Son ya muchas las naciones que se han quejado de ese alto costo del arroz en Costa Rica, debido al proteccionismo doméstico. Pero ante tan grave problema, las autoridades nacionales siguen como si nada estuviera pasando, a pesar de que es un producto que quienes relativamente más lo adquieren son los grupos de menores ingresos del país (hasta aquí llegó la llamada justicia social que suelen proclamar). Lo único que las autoridades internas hacen es buscar cómo, tal vez por arte de magia, se hace posible que un aumento de la competitividad interna catapulte a nuestros productores domésticos a competir cara a cara con los más eficiente productores internacionales. Eso nunca va a suceder en tanto el sistema actual continúe incentivando la producción doméstica protegida. Repito, la protección es enemiga de la eficiencia. El cambio no vendrá en tanto el proteccionismo continúe vigente. Los políticos domésticos que lo mantienen y promueven nunca lograrán que ese sector llegue a ser competitivamente eficiente. Esos políticos no pueden ir en contra de la buena economía, ni de las leyes de la física. Por eso el país no debe esperar tanto tiempo hasta que el TLC con Norteamérica o con algún otro país o bien por una definición de la Organización Mundial de Comercio, se nos obligue a rebajar el costo al consumidor, mediante una reducción del arancel proteccionista. A todas luces conviene que, de inmediato, el estado costarricense estimule una reducción gradual más intensa del arancel proteccionista vigente. No se puede ocultar el cinismo que significa cargar de costos a los más pobres, a fin de beneficiar a los que son más ricos gracias al proteccionismo.
Algo parecido sucede con el azúcar, pero, en este caso, la política actual en conjunto con las firmas de ciertos tratados de libre comercio, como el reciente con China, ponen en peligro a la producción doméstica que debe competir con la importada. Con la política comercial vigente, el productor doméstico de bienes finales que compiten con los importados, tendrá que seguir pagando más caro el insumo azúcar que incorpora en su producto final (existe una elevada protección efectiva al azúcar, es el nombre técnico de dicha política comercial). Por su parte, el exportados asiático hacia Costa Rica, al amparo del tratado de libre comercio en proceso de aprobación, está casi totalmente exento del pago de aranceles a su bien final, a la vez que no tiene que pagar un costo mayor por ese insumo azúcar, dado que puede conseguirlo a precios internacionales mucho más bajos que en Costa Rica. Tanto el consumidor costarricenses como el productor nacional que compite con el exportador extranjero, estarían mejor si pudieran adquirir más barato el azúcar doméstico, hoy más caro gracias al arancel proteccionista. Los primeros lo lograrían, como sucede siempre que es posible adquirir más y mejores cosas, de forma más barata, y los segundos, en cuanto a que podrían competir debidamente, bajo las reglas mundiales en juego, con el exportador extranjero en el mercado costarricenses; esto es, serían competitivamente más baratos, al estar en igualdad de condiciones de poder competir.
Hay otras áreas de nuestra economía, como ciertos monopolios y políticas de precios erradas, acerca de las cuales podríamos referirnos, pero será mejor hacerlo en otra oportunidad. Por el momento, es importante sacudir al país de la modorra provocada por el proteccionismo, que solo alienta la ineficiencia. Si tanto se habla en este gobierno de la necesidad de aumentar la productividad, pues que se tomen las medidas que estimulen su logro. La opción que parecen haber escogido algunas de nuestras autoridades es seguir patrocinando a los ineficientes, quienes de alguna manera viven del erario público a costa de todos nosotros. Y por supuesto que cobrándonos más caro de lo que podríamos tener que pagar.
No termino sin enfatizar la importancia que tiene la estabilidad macroeconómica, en especial en momentos en que en la economía doméstica parece que lo único que tiene importancia es ver cómo el gobierno agarra más plata, para poder gastarla, proveniente de todos los costarricenses. La verdad es que el déficit del gobierno central se debe a que éste gasta más de lo que recibe en impuestos. Por ello, ante la reacción del pueblo para que se ponga orden en ese desmadre fiscal, a los políticos de siempre y a los promotores de intereses sectoriales específicos, lo único que parece preocuparles, además de que no sean ellos a quienes se les vayan a cobrar los nuevos tributos, es ver qué gravámenes se elegirán para sustituir a los fracasados o bien cómo el gobierno se endeudará más, tanto en lo interno como en el exterior, aunque en ambos casos seremos todos los ciudadanos quienes tendremos que terminar pagando nuestra cuota de dicha deuda. En verdad no están dispuestos a entrarle a reducir el excesivo gasto público. Eso sí -ya los veremos- se nos ofrecerá un plato de babas como rebaja de un gasto público desaforado, todo con el pretexto de que es un tema propio de intocables. Eso es así, porque siguen creyendo que lo que la gente no quiere son los impuestos, cuando en realidad lo que busca es lograr un cierto grado de equilibrio entre esa gastadera gubernamental y lo que el estado toma de sus bolsillos.
Jorge Corrales Quesada
lunes, 16 de abril de 2012
Tema polémico: El debate de las drogas en la región.
viernes, 13 de abril de 2012
Viernes de Recomendación
miércoles, 11 de abril de 2012
Desde la tribuna: esperanza patriótica (la Sala Constitucional se trajo al suelo el PACquetazo)
Es la segunda vez que la Sala Constitucional determina que un Paquete Tributario (así fue en 2006) exhibe inconstitucionalidades inaceptables en su trámite. En ambas ocasiones se intentó sobrepasar la oposición con base en un trámite excepcional (el invento del 208bis, ocurrencia nacida a raíz del primer paquete, el de Abel Pacheco y ad láteres) y el resultado ha sido igual (el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra).
Pues bien, tal circunstancia nos permite establecer unas meditaciones y un paralelismo histórico curioso.
Juan Santamaría fue un Héroe en la lucha contra el filibustero que nos quería subyugar. Los angurrientos partidarios del Pacquetazo se han ensañado contra la oposición (al igual que los partidarios del Paquete de Abel), llamándolos filibusteros. Pero la historia se ha lucido y nos muestra que la resolución de la Sala es la tea que derrota a los nuevos filibusteros, los que pretenden subyugar a los costarricenses a punta de impuestos y exceso de gasto público.
Porque lo que ha quedado claro con la resolución de la jurisdicción constitucional es que el PLN (oficialismo), una mayoría del PAC (cuasioficialismo) con honrosas excepciones y algunos ad láteres (turecas) se confabularon para violar el derecho constitucional, el trámite legislativo, los derechos de los diputados, las normas que juraron cumplir y los principios republicanos. Por eso son filibusteros, porque no respetan la ciudadanía ni los principios jurídicos costarricenses.
La mayoría no manda per se, pensar eso es un error imperdonable. En una votación puede ser que la mayoría triunfe. Pero para llegar a ello deben respetarse principios, procedimientos, garantías y derechos. Si no hay respeto, entonces son meras vías de hecho, usurpaciones, violaciones, incumplimientos y hasta actos ilegales, inconstitucionales y antijurídicos. La resolución de la Sala deja claro que hay una clase política que está dispuesta a violar el Derecho para imponer un Pacquetazo tributario. Son incapaces de actuar según la reglas, porque no resisten la oposición, el debate, los trámites y los derechos ajenos.
Cuando este grupo filibustero irrespeta a la oposición, a un grupo de diputados y los principios constitucionales concernidos en un proceso legislativo, en realidad está irrespetando al pueblo costarricense. Es un hecho comprobado, reiteradamente comprobado.
¡Qué lástima todos los recursos desperdiciados en intentar violar el derecho ajeno! ¡Qué abuso utilizar tanto recurso público en una estrategia inconstitucional! ¡Qué mal un Ejecutivo y un grupo oficialista y de cómplices que no tienen respeto por el Derecho ni por los trámites constitucionales!
La realidad ha sido dura con algunos de ellos. Lo recién descubierto con el exministro de Hacienda y sus negocios y situaciones evidencia que no había legitimación en sus acciones ni en su discurso. No han convencido ni han sido correctos ni en la acción ni en la intención.
Por eso resulta una esperanza patriótica que celebremos a Juan Santamaría con tan tremenda derrota de quienes actuaron inconstitucionalmente. Esta resolución y algunas que ha tomado la Sala en relación con la falta de razonabilidad en algunas disposiciones de la Ley de Tránsito reafirman la esperanza patriótica de que no hay camino en nuestra sociedad para los filibusteros, aunque se disfracen de autoridades y pregonen buscar el bien común: han quedado retratados como lo que son.
Este 11 de abril será doble fiesta. Otra vez el fuego ha derrotado a los filibusteros. Otra vez el abuso del 208bis muerde el polvo de la derrota. Otra vez cae un Pacquetazo. ¡Viva Juan Santamaría! ¡Abajo el filibustero! ¡Viva la libertad!
Federico Malavassi Calvo
martes, 10 de abril de 2012
La columna de Carlos Federico Smith: persona privada y persona pública. El caso de los impuestos
“Los escritores políticos han establecido como máxima que, al concebir cualquier sistema de gobierno y fijar los diversos frenos y regulaciones de la constitución, debería considerarse a cada hombre como un pícaro que, en todas sus acciones, no persigue otro fin que el interés particular. Mediante este interés debemos gobernarlo y haciendo uso del mismo, sin que importen su avaricia y su ambición insaciables, obligarlo a cooperar para el bien público. Sin esto, dicen, en vano habremos de cantar las ventajas de ninguna constitución, y encontraremos al final que no tenemos para nuestras libertades o posesiones más seguridad que la buena voluntad de nuestros gobernantes; es decir, que no tendremos seguridad ninguna.” [David Hume, Ensayos Políticos, San José: Universidad Autónoma de Centro América, 1986, p. 101. La letra en cursiva es del autor].
No profundizaré en el caso concreto de la ausencia de declaraciones tributarias de miembros del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo, así como de ciertos políticos (y, según se dijo, La Nación haría una denuncia similar en el caso de miembros del Judicial). Allá los caraduras, quienes sólo alegan desconocer sus actos (No sé. No me acuerdo…Es un enredo que tengo). El asunto es lo suficientemente grave, como para que el ciudadano le ponga atención, más allá de los tres días de rigor exigidos en Costa Rica para tratar los escándalos de turno. Se había dicho de la entonces candidata a la Presidencia, que era “firme”, pero eso ha quedado tirado en la basura de la historia política criolla. La alcahuetería del jaloncito de orejas ha sustituido el ejemplo que debe provenir de la presidencia de la República.
El tema es importante, porque creo que es razón suficiente para que, ahora que el 208 bis recibió la bendición de la Sala Constitucional, los diputados quienes nos representan en el Parlamento, hagan valer de inmediato el consejo que antes transcribí de David Hume. Propongo una idea que creo que hará que “ese pícaro” se vea obligado “a cooperar para el bien público”. Es sencilla, es directa, adecuada al malestar de los ciudadanos por los hechos antes referidos. Tal vez con ella no tendremos que acudir al triste camino de no salir a votar, como justa forma de protesta ciudadana, ante el vergonzoso acto de prepotencia de algunos políticos. Ojalá que sea un “no voy a votar” y no otra cosa la que augura el profundamente serio malestar nacional.
La propuesta, en lenguaje no de jurista ni de político de oficio, sino de un ciudadano común y corriente, radica en exigir que todo ciudadano que legalmente aspire a un puesto de elección popular, ponga formalmente a disposición de los medios de comunicación (mediante los cuales la ciudadanía tendría conocimiento) las copias de sus declaraciones del pago del impuesto personal sobre la renta y de las sociedades anónimas de la cual haya formado parte, durante los últimos cinco años. Igual declaración pública deberá ser hecha por quienes sean designados para el cargo de Ministro, Vice Ministro, Magistrado, Contralor, Sub Contralor, miembro del Tribunal Supremo de Elecciones, Procurador de la República, Presidente Ejecutivo de entidades gubernamentales, al momento de hacerse público o formal su nombramiento o designación.
Esa práctica de adecentamiento de la cosa pública no es inusual en muchas democracias maduras. Por ejemplo, en las recientes elecciones primarias (ni siquiera en la final) para elegir candidatos a la presidencia de los Estados Unidos, los precandidatos republicanos se vieron obligados a presentar ante el público (la prensa) sus declaraciones del pago de impuestos sobre la renta. Lo hicieron, porque sabían que, de no hacerlo, la ciudadanía no votaría por ellos. Algo similar sucede en muchas naciones de Europa, en donde la transparencia electoral es la norma y no la excepción. Es más, creo que en Estados Unidos y en esas naciones europeas hacer públicos tales documentos no es un asunto de ley, sino de buena y sana costumbre. Buena y sana costumbre Humeana.
La razón fundamental detrás de mi propuesta radica en que con ella se obliga al aspirante a puestos políticos “importantes”, a que revele al público que va a votar por ellos, cuál ha sido su comportamiento en cuanto al manejo personal hecho del pago del impuesto directo más importante, que se supone debe efectuar con toda probidad.
¿Por qué hacer una diferencia en el trato que se le dé a la declaración de la persona pública, en tanto que a la persona privada no se le obligaría a hacerlo?
Por una razón muy poderosa: el político es quien nos pone los impuestos y también son los políticos los responsables de administrar los impuestos que pagamos; esto es, del gasto público. Por ello, en el campo tributario el político se convierte en un agente muy diferente de la persona privada, quien simplemente está obligada, en ciertas circunstancias, a pagar los impuestos. El primero -la persona pública- influye notoria y legalmente sobre la naturaleza de los impuestos (quienes pagan, qué montos, cuáles son las bases tributarias, las frecuencia del pago, el alcance de las multas y en todo tipo de procesos administrativos de declaraciones, cobros y hasta de dictar prisión si fuere el caso de una evasión delictiva), mientras que el segundo -la persona privada- es simplemente el objeto del cobro de esos gravámenes; esto es, no influye de manera alguna en la definición y puesta en práctica de las leyes que determinan los impuestos.
Por lo anterior, el comportamiento ético esperable del político en el campo de los impuestos es muy diferente de aquel esperado de los individuos privados. Si se quiere ver mi propuesta como un costo en el cual ahora va a incurrir el político, pues que así sea. El ciudadano privado ya tiene el costo de tener que pagar los impuestos (y no necesariamente lograr que se gasten bien esos fondos), pero también la ley le sanciona si evade el pago de los tributos; sanciones que varían según sea el grado de la hipotética violación de la ley. El mayor costo para la persona pública se debe simplemente a su capacidad de poder legislar, administrar, juzgar, definir (y gastar) toda la estructura tributaria legalmente impuesta sobre la ciudadanía. Nada de esto lo puede hacer la persona privada.
Además, hay otra razón poderosa en favor de mi sugerencia acerca de las declaraciones de impuestos de los políticos. Los votantes deseamos escoger personas probas y ejemplares (que den el buen ejemplo) para ocupar los principales cargos públicos. Probablemente es así porque el ciudadano asume que, si esos altos funcionarios son personas correctas, no le harán daño o el daño será menor. Pero para poder lograr que el deseo ciudadano de elegir gente honesta sea factible, se requiere que tenga la información adecuada. En este caso, ver que los impuestos son debidamente pagados por las personas públicas. Si se quiere analizar mi propuesta desde otro matiz, se trata de introducir un nuevo freno al poder; otra limitación al posible abuso del hombre pícaro, del cual nos hablaba David Hume.
Dado el rol que el político desempeña en el campo de los impuestos, el ciudadano, ante el conocimiento y la transparencia de las declaraciones que con mi propuesta harían los políticos, vería como un atributo encomiable el que esos políticos cumplan con todas las obligaciones que la ley impone en el campo tributario. Será un factor que estimule votar por un funcionario público, quien correctamente paga sus impuestos y no los evade.
Los ciudadanos tenemos el derecho de conocer acerca de las virtudes y los defectos de aquellos quienes tienen poder instrumentalizado sobre nosotros. Después de todo, los salarios que se les pagan por su gestión a políticos y servidores públicos, provienen fundamentalmente de dineros obtenidos privadamente con el trabajo, el esfuerzo y el ahorro de las personas privadas.
Las decisiones de los hombres públicos afectan muchos aspectos de nuestras vidas y es a cambio de ello que la ciudadanía tiene el derecho a forjarse juicios informados a cerca de los líderes que tienen. Esto es particularmente relevante en el caso de hombres públicos, quienes disfrutan del poder para efectuar cobros de impuestos a los ciudadanos y de disponer del uso de esos fondos así apropiados.
La información, que con mi propuesta los hombres públicos deben dar a los medios de prensa para que la transmitan a los ciudadanos, es un derecho básico de los ciudadanos. A eso se le suele llamar libertad de prensa. Es el derecho del ciudadano de estar debidamente informado acerca de temas de interés público, porque es de interés público conocer, si quien aspira a un cargo de elección o a quien se nombrará en un cargo público importante, satisface requisitos que muestran el verdadero y correcto carácter del funcionario público.
Cuando se acude a elecciones, en mayor o menor grado son decisiones que se toman con base en el carácter de los principales políticos involucrados. Es muy posible que mostrar una conducta evasiva en el pago de los impuestos, teniendo a la vez el poder de afectar los impuestos que se le cobran a los demás ciudadanos, no sólo expresa fragilidad de carácter, de viveza y argucia evasora, sino más que todo de soberbia en el ejercicio del poder. ¿Será que piensan que, por estar en las alturas del poder, son inmunes a las responsabilidades que tienen como cualquier otro ciudadano y que, por su carácter de persona pública, en lugar de ser ejemplos de comportamiento responsable, más bien creen estar por encima del bien y del mal y así actúan en consonancia?
Conocer de antemano, antes de una elección o de un nombramiento, acerca del comportamiento del pago de los tributos por los principales políticos que elegimos o se nombran, nos sirve para evitar el error de haber creído que elegimos o se nombró a quien dignamente se lo merecía, pero que, en verdad, era simplemente un pícaro de Hume y no un ciudadano ejemplar.
Hubo cierto tiempo en que se consideraba a los altos funcionarios públicos como ciudadanos ejemplares. Ello porque se asumía que con su conducta y méritos daban el ejemplo a seguir. Para verdades el tiempo… hoy algunos muestran no ser ciudadanos ejemplares. Incluso hay uno de los mencionados, deslizándose en su prepotencia, quien se solaza hablando de la inmoralidad de muchas otras personas, cuando la propia parece serlo mucho más. Antes de obligarnos a pagar más, primero pague lo que debe.
Vale la pena cerrar este comentario con una cita del apóstol cubano, que bien calza hoy para desnudar a los sepulcros blanqueados que hoy desfilan ante nuestros ojos y que ojalá no los olvidemos pronto. Son los impúdicos que nos quieren poner más y mayores impuestos, pero ellos no pagan los que deben de pagar.
“En plegar y moldear está el arte de la política. Sólo en las ideas esenciales de dignidad y libertad se debe ser espinudo, como un erizo, y recto, como un pino.”José Martí
Jorge Corrales Quesada
lunes, 9 de abril de 2012
Tema Polémico: "Janos" políticos
Jano era un Dios de la mitología Romana que se caracterizaba por tener dos caras. Pero parece que los eventos de las últimas semanas en nuestro país nos han mostrado que no sólo personajes mitológicos son capaces de poseer dicha cualidad, sino que nuestra pintoresca fauna política también puede ostentar dos caras. Por supuesto, como todos se imaginarán, nos referimos a las últimas noticias que han mostrado que altas figuras políticas del Gobierno prefieren no pagar sus impuestos, incluyendo a los titulares de Hacienda y Tributación Directa, todo ello al amparo y patrocinio de la Presidente de la República, cuya única firmeza y honestidad ha sido demostrada con su obcecada insistencia en meternos la mano en el bolsillo con su nefasto PACquetazo de impuestos.
Debemos admitir que dichos acontecimientos nos han llenado de júbilo. ¿Por qué? Ya estábamos cansados del juego maniqueo y simplista de la Administración. Todo un discurso legitimador del paquete de impuestos tendiente a satanizar como malos y perversos a aquellos que no encontramos propósito o beneficio alguno en seguir llenando de dinero al Estado para que sea administrado por gente que carece de uno de los más elementales valores: la coherencia. Ejemplo de esta táctica falaz es el mismo nombre del Proyecto: “Solidaridad Tributaria”. Para nuestros gobernantes, es injustificable que exista gente capaz de oponerse a algo tan puro y hermoso como la solidaridad.
Pero nosotros, en ASOJOD, pensamos muy diferente. Para el museo de la hipocresía quedarán las trilladas frases de ciertos personajes políticos que no han hecho más que moralizarnos para que paguemos más impuestos, que no han hecho más que advertirnos que para ser un país desarrollado debemos pagar como ricos. Hoy –gracias a La Nación– sabemos que ni ellos mismos creen ni practican sus disparates. Ni siquiera pueden hacer el pequeño esfuerzo de sostener su farsa cumpliendo con lo que predican.
Por eso, es que estos eventos han desnudado la vulgaridad de nuestros gobernantes, especialmente de aquellos que se dicen portadores del estandarte de la ética y la moral: el PAC. Denunciando la mentira, el engaño y la corrupción, este partido logró posicionarse en la arena política de Costa Rica. Pero su empeño a seguir apoyando a una banda de pillos institucionales como el PLN, solo muestra la verdad: son tan vulgares como aquellos de los que se separaron. Dime con quién andas y te diré quién eres, es una frase que aplica muy bien en estos momentos.
Pensamiento, palabra y acción, todos ellas juntas y en sintonía, esa es la única forma posible de vivir éticamente, cosa que no pareciera ser preocupación de muchos.