Para este Tema Polémico queremos abordar la situación de las pequeñas y medianas empresas (PYMES), que si bien pueden ser una importante forma de desarrollo empresarial, crecimiento económico y desarrollo que le permita a las personas salir de la pobreza, los diferentes gobiernos latinoamericanos no han sabido potenciar y más bien han obstaculizado su despliegue.
Se estima que las PYMES representan el 78% de las empresas de Latinoamérica, sin embargo el 80% no alcanza su desarrollo y muere antes de los cinco años a causa de diversos factores que generalmente están fuera de su alcance. Particularmente, en México se estima que de las 200 mil empresas que abren sus puertas cada año solamente 35 mil sobreviven dos años después. Por su parte, en Argentina, se considera que solamente el 7% de los emprendimientos llega al 2 año de vida y sólo el 3% de los emprendimientos llega al 5 año de vida. Finalmente en Chile, un estudio en el que se le dio seguimiento a 67.310 empresas creadas en 1996, indicó que el 25% de ellas desapareció en el primer año, un 17% en el segundo año, el 13% en el tercer año y un 11% en el cuarto año.
¿Qué pasa en Costa Rica? ¿Cuál es la tasa de muerte de las PYMES ticas? Desafortunadamente no existe información al respecto. El propio ente rector encargado de apoyar las PYMES (Ministerio de Economía, Industria y Comercio) desconoce la tasa de mortalidad de las mismas. No obstante y a juzgar por los datos proporcionados por el XVI Informe del Estado de la Nación con relación a las PYMES exportadoras, podemos concluir que su tasa de mortalidad es alta. El informe señala que únicamente 3 de cada 10 micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) que exportaban en 1998 se mantenían colocando productos en el exterior, en el 2008.[5]
Asumiendo que la tasa de mortalidad es alta, cabe preguntar, ¿cuáles son las causas de los altos niveles de fracaso de los nuevos pequeños emprendimientos en el país? Existen causas propias del modelo de desarrollo de estas nuevas empresas, asociadas a factores internos como la capacidad de gestión, sin embargo, el peso de las variables del entorno en donde operan y deben desenvolverse afecta en gran medida su evolución, pues se erigen como enormes barreras de entrada que dificultan su desarrollo, principalmente durante sus primeros años de vida.
Así, las cargas institucionales (relacionadas con permisos de operación, trámites de registro, regulaciones gubernamentales entre otros) afectan significativamente a las empresas, porque representan costos fijos importantes y desproporcionados, que las grandes pueden absorber, pero que son letales para las pequeñas. Asimismo, generan un ambiente de corrupción que perjudica al ambiente empresarial en general.
Desde la perspectiva empresarial, el efecto acumulativo de numerosas regulaciones y cargas administrativas generadas en múltiples instituciones y niveles de gobierno frena la capacidad de respuesta de los negocios, desviando los recursos de inversiones productivas, lo que a su vez implica una grave afectación para la entrada a los mercados, reduciendo además la innovación y la creación de empleo, dañando en definitiva el entorno empresarial.
Este es un grave problema que debe se enfrentado con el mayor sentido de urgencia, máxime si consideramos que las pequeñas y medianas empresas representan la mayor parte del parque empresarial en Costa Rica, generando empleo a gran cantidad de costarricenses y permitiéndoles innovar y producir riqueza. Mientras el Estado no comprenda eso, seguirá poniendo obstáculos a su desarrollo.
Se estima que las PYMES representan el 78% de las empresas de Latinoamérica, sin embargo el 80% no alcanza su desarrollo y muere antes de los cinco años a causa de diversos factores que generalmente están fuera de su alcance. Particularmente, en México se estima que de las 200 mil empresas que abren sus puertas cada año solamente 35 mil sobreviven dos años después. Por su parte, en Argentina, se considera que solamente el 7% de los emprendimientos llega al 2 año de vida y sólo el 3% de los emprendimientos llega al 5 año de vida. Finalmente en Chile, un estudio en el que se le dio seguimiento a 67.310 empresas creadas en 1996, indicó que el 25% de ellas desapareció en el primer año, un 17% en el segundo año, el 13% en el tercer año y un 11% en el cuarto año.
¿Qué pasa en Costa Rica? ¿Cuál es la tasa de muerte de las PYMES ticas? Desafortunadamente no existe información al respecto. El propio ente rector encargado de apoyar las PYMES (Ministerio de Economía, Industria y Comercio) desconoce la tasa de mortalidad de las mismas. No obstante y a juzgar por los datos proporcionados por el XVI Informe del Estado de la Nación con relación a las PYMES exportadoras, podemos concluir que su tasa de mortalidad es alta. El informe señala que únicamente 3 de cada 10 micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) que exportaban en 1998 se mantenían colocando productos en el exterior, en el 2008.[5]
Asumiendo que la tasa de mortalidad es alta, cabe preguntar, ¿cuáles son las causas de los altos niveles de fracaso de los nuevos pequeños emprendimientos en el país? Existen causas propias del modelo de desarrollo de estas nuevas empresas, asociadas a factores internos como la capacidad de gestión, sin embargo, el peso de las variables del entorno en donde operan y deben desenvolverse afecta en gran medida su evolución, pues se erigen como enormes barreras de entrada que dificultan su desarrollo, principalmente durante sus primeros años de vida.
Así, las cargas institucionales (relacionadas con permisos de operación, trámites de registro, regulaciones gubernamentales entre otros) afectan significativamente a las empresas, porque representan costos fijos importantes y desproporcionados, que las grandes pueden absorber, pero que son letales para las pequeñas. Asimismo, generan un ambiente de corrupción que perjudica al ambiente empresarial en general.
Desde la perspectiva empresarial, el efecto acumulativo de numerosas regulaciones y cargas administrativas generadas en múltiples instituciones y niveles de gobierno frena la capacidad de respuesta de los negocios, desviando los recursos de inversiones productivas, lo que a su vez implica una grave afectación para la entrada a los mercados, reduciendo además la innovación y la creación de empleo, dañando en definitiva el entorno empresarial.
Este es un grave problema que debe se enfrentado con el mayor sentido de urgencia, máxime si consideramos que las pequeñas y medianas empresas representan la mayor parte del parque empresarial en Costa Rica, generando empleo a gran cantidad de costarricenses y permitiéndoles innovar y producir riqueza. Mientras el Estado no comprenda eso, seguirá poniendo obstáculos a su desarrollo.