Para este Tema polémico, queremos abordar los sucesos acontecidos en los últimos días respecto a la actuación de grupos de estudiantes de las diferentes universidades estatales, los cuales repudiamos vehementemente, por representar un claro desprecio a la libertad, al respeto por los derechos de los demás estudiantes y el incumplimiento al compromiso que todos ellos tienen para con los tax payers que pagan sus estudios.
La universidad no debe ser un claustro, sino que debe ser un espacio abierto de debate. La universidad es, por antonomasia, universal y, por tanto, no debe existir un criterio único que deba ser aceptado como doctrina, sino que debe primar el libre debate, la competencia de ideas y visiones sobre la realidad. La libertad de cátedra, que funge como derecho elemental de la docencia se define precisamente como la libertad de enseñar y debatir sin verse limitado por doctrinas instituidas.
Sin embargo, en Costa Rica estos principios tan elementales están por demás, lejos de ser reales. En ASOJOD hemos sido profundamente críticos del status quo en las universidades públicas del país, porque consideramos que hace mucho tiempo se alejaron de los principios que deben regir a una universidad abierta. Los últimos acontecimientos, a raíz de la negociación del Fondo Especial para la Educación Superior (FEES), confirman nuestras conjeturas.
El pasado 26 de agosto, las principales universidades públicas fueron literalmente asaltadas por las Federaciones de “estudiantes” y por los más corroídos sindicatos universitarios. Su consigna es negarse a aceptar el acuerdo al que llegaron los Rectores con el Gobierno, al considerar que la los habían "traicionado". Sus exigencias -aumento del 13%- distan mucho de lo conseguido -aumento real de presupuesto del 7% más la inflación en el 2011 y el 2012- y reflejan cuán separados de la realidad están, aunque eso no les ha impedido organizar manifestaciones, protestas, bloqueos y hasta toma de algunos edificios por la fuerza, con capuchas y consignas que se asemejan a las de una revolución.
Como consecuencia, y en aras de de asegurar la integridad y seguridad de todos los miembros de la comunidad universitaria frente a la amenaza que representan los propios "estudiantes", la Rectora de la Universidad de Costa Rica ordenó suspender las clases y desalojar todos los demás edificios en días pasados.
Para hoy lunes 30 de agosto, a las 10 a.m., se tiene planificada en la Universidad de Costa Rica una marcha en “Apoyo a la Señora Rectora” que representa la fiel señal del populismo académico, la total complacencia, la falta de liderazgo y la perdida del norte que recorre las casas de educación superior, pero sobre todo, la ausencia de autocrítica.
Lo anterior, nos dibuja el triste escenario de nuestra realidad académica. El espacio asignado para el estudio y la investigación fue tomado como campo de batalla de unos cuantos que sueñan con irse a las montañas para iniciar su propia revolución. Pero esto no es lo peor. Lo más difícil de asimilar es la complacencia con que, históricamente, se ha tolerado a estos grupos de intolerantes que encontraron en muchos profesores y autoridades universitarias a sus propios paladines. ¿No ha utilizado la Rectora a estos mismos grupos para llamar a la manifestación?, ¿no ha marchado ella a su lado tantas veces, unidos en su causa común?, ¿cómo explicar tanta incongruencia?
Lucem Aspicio es una consigna de humildad intelectual. Es la búsqueda de conocimiento a partir de la aceptación de nuestra ignorancia. Sin embargo, muchos tergiversan el lema al considerarse los poseedores del conocimiento. Estos grupos de “estudiantes”, “profesores” y “autoridades universitarias”, se proclaman la luz de sabiduría que debe iluminar al resto de la población ignorante, carente de todo sentido crítico para liberarse de sus mentales enajenadas por gobernantes y medios de comunicación. Se presentan ante otros como los poseedores monopólicos de la conciencia social, de la criticidad, de la racionalidad, de la solidaridad y de la bondad.
Tanta arrogancia intelectual se refleja en el mismo Estatuto Orgánico de la Universidad de Costa Rica, donde se señala que su propósito es
Queda manifestado entonces que los iluminados universitarios detentan la información necesaria para determinar cuáles transformaciones necesita el país y tienen la capacidad para interpretar el significado del bien común, la verdadera justicia social, el desarrollo integral, y demás valores igual de relevantes. Los demás, no son más que borregos que deben seguirlos y, en ocasiones, autoinmolarse para la consecución de valores "superiores".
Vale la pena recordar a Karl Popper, quien decía que
La sentencia popperiana nos demuestra, lamentablemente, que las Universidades estatales han fallado.
La universidad no debe ser un claustro, sino que debe ser un espacio abierto de debate. La universidad es, por antonomasia, universal y, por tanto, no debe existir un criterio único que deba ser aceptado como doctrina, sino que debe primar el libre debate, la competencia de ideas y visiones sobre la realidad. La libertad de cátedra, que funge como derecho elemental de la docencia se define precisamente como la libertad de enseñar y debatir sin verse limitado por doctrinas instituidas.
Sin embargo, en Costa Rica estos principios tan elementales están por demás, lejos de ser reales. En ASOJOD hemos sido profundamente críticos del status quo en las universidades públicas del país, porque consideramos que hace mucho tiempo se alejaron de los principios que deben regir a una universidad abierta. Los últimos acontecimientos, a raíz de la negociación del Fondo Especial para la Educación Superior (FEES), confirman nuestras conjeturas.
El pasado 26 de agosto, las principales universidades públicas fueron literalmente asaltadas por las Federaciones de “estudiantes” y por los más corroídos sindicatos universitarios. Su consigna es negarse a aceptar el acuerdo al que llegaron los Rectores con el Gobierno, al considerar que la los habían "traicionado". Sus exigencias -aumento del 13%- distan mucho de lo conseguido -aumento real de presupuesto del 7% más la inflación en el 2011 y el 2012- y reflejan cuán separados de la realidad están, aunque eso no les ha impedido organizar manifestaciones, protestas, bloqueos y hasta toma de algunos edificios por la fuerza, con capuchas y consignas que se asemejan a las de una revolución.
Como consecuencia, y en aras de de asegurar la integridad y seguridad de todos los miembros de la comunidad universitaria frente a la amenaza que representan los propios "estudiantes", la Rectora de la Universidad de Costa Rica ordenó suspender las clases y desalojar todos los demás edificios en días pasados.
Para hoy lunes 30 de agosto, a las 10 a.m., se tiene planificada en la Universidad de Costa Rica una marcha en “Apoyo a la Señora Rectora” que representa la fiel señal del populismo académico, la total complacencia, la falta de liderazgo y la perdida del norte que recorre las casas de educación superior, pero sobre todo, la ausencia de autocrítica.
Lo anterior, nos dibuja el triste escenario de nuestra realidad académica. El espacio asignado para el estudio y la investigación fue tomado como campo de batalla de unos cuantos que sueñan con irse a las montañas para iniciar su propia revolución. Pero esto no es lo peor. Lo más difícil de asimilar es la complacencia con que, históricamente, se ha tolerado a estos grupos de intolerantes que encontraron en muchos profesores y autoridades universitarias a sus propios paladines. ¿No ha utilizado la Rectora a estos mismos grupos para llamar a la manifestación?, ¿no ha marchado ella a su lado tantas veces, unidos en su causa común?, ¿cómo explicar tanta incongruencia?
Lucem Aspicio es una consigna de humildad intelectual. Es la búsqueda de conocimiento a partir de la aceptación de nuestra ignorancia. Sin embargo, muchos tergiversan el lema al considerarse los poseedores del conocimiento. Estos grupos de “estudiantes”, “profesores” y “autoridades universitarias”, se proclaman la luz de sabiduría que debe iluminar al resto de la población ignorante, carente de todo sentido crítico para liberarse de sus mentales enajenadas por gobernantes y medios de comunicación. Se presentan ante otros como los poseedores monopólicos de la conciencia social, de la criticidad, de la racionalidad, de la solidaridad y de la bondad.
Tanta arrogancia intelectual se refleja en el mismo Estatuto Orgánico de la Universidad de Costa Rica, donde se señala que su propósito es
"obtener las transformaciones que la sociedad necesita para el logro del bien común, mediante una política dirigida a la consecución de una verdadera justicia social, del desarrollo integral, de la libertad plena y de la total independencia de nuestro pueblo".
Queda manifestado entonces que los iluminados universitarios detentan la información necesaria para determinar cuáles transformaciones necesita el país y tienen la capacidad para interpretar el significado del bien común, la verdadera justicia social, el desarrollo integral, y demás valores igual de relevantes. Los demás, no son más que borregos que deben seguirlos y, en ocasiones, autoinmolarse para la consecución de valores "superiores".
Vale la pena recordar a Karl Popper, quien decía que
“todo intelectual tiene una responsabilidad muy especial. Tiene el privilegio y la oportunidad de estudiar. A cambio, él le debe a la sociedad el compromiso de representar los productos de su estudio en el modo más simple, claro y modesto que pueda. Lo peor que pueden hacer los intelectuales -el pecado capital- es intentar erigirse en grandes profetas por encima de los demás seres humanos e intentar impresionarlos con filosofías enredadas. Quien no puede hablar con sencillez y claridad debería quedarse callado hasta que pueda hacerlo.”
La sentencia popperiana nos demuestra, lamentablemente, que las Universidades estatales han fallado.