Durante la campaña electoral pasada tanto el megalómano de José
María Villalta como sus incautos seguidores, se quejaron de una supuesta
campaña del miedo orquestada por sus detractores. Según su parecer, eran
injustamente caricaturizados como chavistas. Desafortunadamente para el
heredero de Merino, su narrativa no se sostiene ante el filtro de la realidad.
Dos hechos sumamente significativos ocurrieron en los últimos
días, que retrata al partido del Villalta como la verdadera cloaca
antidemocrática que es. El primero de ellos fue la moción de censura que se
conoció en la Asamblea Legislativa para repudiar las amenazas a la prensa
esgrimidas por el eterno e inservible sindicalista Fabio Chaves. Como era de
esperar dicha moción no tuvo apoyo por parte de los legisladores del Frente
Amplio.
El segundo hecho vergonzoso que ha ejecutado esta agrupación
política (secta), es el silencio cómplice con la brutal dictadura de Maduro,
ante la infame condena del opositor venezolano Leopoldo López.
Ambos eventos desnudan de cuerpo entero a estos esbirros
chavistas, siendo que no cabe duda alguna que el Frente Amplio, de-frente no
hace nada, y que de amplio solo tiene el nombre, dado que sus posturas resultan
en nada representativas del sentir mayoritario de la población.