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lunes, 8 de agosto de 2011

Tema polémico: redistribución de la riqueza, mal de muchos y consuelo de tontos


No podemos dejar de insistir en el tema tratado la semana anterior, pues la famosa frase "serán impuestos que no pagarán ustedes sino que pagarán los que más tienen para dárselos a ustedes" graznada por la Presidente aun nos tiene atónitos. El día de hoy nos dedicaremos a tratar de explicar, desde distintos puntos de vista, cuáles son los errores de fondo de esa frase, que de pensamiento no tiene nada, pero de slogan tiene mucho. Empecemos:

ETICO- CULTURAL:
Lo primero que debemos aclarar es que en ASOJOD partimos de que los seres humanos son dueños de sí mismos. No pertenecen ni a Dios, ni al Estado, ni a la Sociedad, ni al Gobierno, ni al partido político ni a nadie más que a ellos mismos. De lo que se deriva que aquello que produce el hombre con su propiedad (mente-cuerpo) también le pertenece y cualquier intento de arrebatarle por la fuerza los frutos de su esfuerzo no es más que un robo.

Así las cosas, cuando se permite el robo institucionalizado -impuestos- dejamos de ser sociedad y civilización, esto es, división del trabajo especialización e intercambio, para convertirnos en una organización mafiosa. Precisamente, el segundo punto de donde partimos, es que cada individuo es un fin en si mismo, es el máximo valor, es un absoluto que debe ser respetado totalmente, siendo que no puede ser instrumentalizado para satisfacer las necesidades, deseos o caprichos de otros. Este es el verdadero humanismo, no aquel que pregonan algunos mal llamados progres. Humanismo que consiste en que las personas deben tratarse unas a otras a través de la cooperación (intercambio) y no por medio de la violencia (lucha de clases). Rand lo resumió muy bien al decir: “Sangre, látigos, cañones o dólares. Elegir... No existe otra opción y el tiempo apremia” En este sentido, sólo existen dos modos de tratarnos unos a los otro: la ética (voluntad, persuación e intercambio) o la antiética (robo, fuerza, violencia y amenaza).

Por último, el aspecto cultural se refiere a lo que Ortega y Gasset analizara en su Rebelión de las Masas. Precisamente, con este tipo de políticas públicas, los ciudadanos empiezan a olvidar que la civilización no se crea del aire y que este tipo de políticas destruyen los cimientos mismos que permiten la generación de la riqueza y el progreso. Es más, cada día que pasa se forman nuevas generaciones parasitarias, que sólo demandan derechos y prebendas, que lo único que desean es poner la mano y que el Estado (o sea los otros) les resuelva sus vidas y pague por sus facturas. Evidentemente, este proceder acaba con el tejido social, alimenta la pereza, la dependencia y la envidia, mientras que socava el emprendimiento, el honor y la responsabilidad.

ECONÓMICOS:
Este punto es muy simple: el dinero que toman por la fuerza los políticos para, supuestamente dárselos a otros más necesitados, deja de ser ahorrado e invertido. Son estas dos actividades las únicas que verdaderamente pueden mejorar de forma sostenida las condiciones de vida de los más necesitados y no la mera demagogia y las soluciones simplistas de nuestros mandatarios. Se necesita ahorrar para que haya inversión, en el momento en que se invierte se demanda más mano de obra, al demandar más mano de obra los salarios aumentan. De igual forma, con la inversión se obtienen mejores formas de producción, lo que permite que los consumidores puedan acceder a mejores precios, con lo que cada vez su dinero les rinde más (siempre y cuando el Estado no haga que el mismo desaparezca a través de la inflación). Esta es la única receta para el desarrollo, el resto es cuento chino.

Además, debemos recordar lo que ya decía el fallecido Milton Friedman, en el sentido de que existen 4 tipos de gastos, donde el más efectivo es aquel en donde una persona gasta su dinero en sí misma, esto por dos razones sencillas: la primera es que al ser su dinero tiene mayores incentivos para cuidarlo y darle un buen uso, y que al gastarlo en sí mismo sabe precisamente cuales son sus necesidades y preferencias. Mientras que la peor forma de gasto, es que alguien gaste el dinero de otro en una persona distinta a sí mismo, esto por las mismas razones expuestas anteriormente sólo que a la inversa. ¿Adivinen dentro de cual tipo se encuentra la resditribución?

Por supuesto, que el argumento de la Presidente es todavía más fácil de desvirtuar cuando agregamos circunstancias “reales”, como lo son: la corrupción, los grupos de presión, la búsqueda de rentas, la inoperancia burocrática, la mala administración y ejecución de políticas públicas, etc. Así que, guanacastecos, eso de quitarle a unos para dárle a ustedes no es tan cierto: los intermediarios siempre se dejan buena parte de los recursos. Y conociendo al Estado costarricense, si acaso les dejará las migajas.
CONCEPTUAL:

Para no pecar de extensos, y además por ser este un mero blog, no nos adentraremos en este punto sino que sólo los dejaremos señalado para que los lectores interesados puedan profundizar en ellos de así desearlo.

Lo primero que se debe apuntar es que, como bien señala Hayek, en “El Atavismo de la Justicia Social”, los procesos de orden espontáneo, como lo son la asignación de recursos dentro de un mercado, no pueden ser considerados justos o injustos, ya que los mismos no son diseñados o decididos por nadie. Pretender dotarlos de dichos calificativos es un mero antropoformismo ingenuo, que carece de tanto sentido como afirmar que un temblor fue bueno o malo.

Lo segundo que se debe recalcar, es que con la teoría del valor subjetivo las asimetrias de ingreso, respecto a las necesidades se vuelven inconmensurables. Para ponerlo en sencillo, conceptualmente hablando no se podría afirmar nunca con algún grado de certeza que por ejemplo Bill Gates “valora” menos un dólar extra que un indigente.

Todos estos puntos apenas son una pincelada acerca de la crítica que se le podría hacer a la majadería de la Presidente. Todavía quedan muchos cartuchos por quemar, no se desesperen amigos lectores.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Viernes de recomendación

Para este Viernes de recomendación, queremos compartir con ustedes un interesante texto de Antonio Argadoña, titulado "Orden espontáneo y ética: una sugerencia", donde se da una breve pero clara explicación de los postulados principales de la Escuela Austriaca, especialmente la teoría de la acción y la teoría del orden espontáneo.

Además, el autor realiza una serie de críticas constructivas a los postulados de este paradigma en función de la ética, con la intención de incorporar algunas consideraciones que, en su opinión, no estaban en los autores originales, para así perfeccionar los postulados austriacos.

sábado, 26 de enero de 2008

La verdadera virtud


El ateo es aquella persona que niega la existencia de dios, no por rebeldía o resentimiento, sino simplemente por la imposibilidad de conocerlo ante la falta de toda evidencia racional de su existencia. El ateo suele ser visto como un nihilista ético por aquellos que han logrado “conocer” a dios: alegan que, al fin y al cabo, si no hay un ser allá arriba que nos mire y nos castigue ¿por qué los seres humanos hemos de encontrar límite a nuestras acciones y deseos? Como Iván Karamazov decía en Los hermanos Karamazov, la célebre novela de Fiódor Dostoyevski: “si Dios no existe, todo es permitido”.

Por supuesto esta concepción es totalmente absurda, la negación de dios no lleva consigo la negación de la ética: no significa un cheque en blanco para obrar como se antoje. El ateo, a diferencia del hombre temerario a dios, es alguien que ha elegido sus valores por el valor mismo y no como una transacción comercial para obtener las llaves del cielo y librarse del infierno; el ateo elige su moral a partir de la razón, la escogencia y la comprobación, no a partir la obediencia y la revelación. Elige no por el miedo sino por la convicción. El ateo sabe bien que la virtud es un estado de constancia en la vida y no algo que se alcanza por el mero arrepentimiento durante los santos oleos.

Evidentemente el ateo es un hombre verdaderamente libre, pues actúa no para lograr la gracia de un ser superior ni su salvación en el paraíso, sino para si mismo. Al ser libre inmediatamente pesa sobre él la responsabilidad, una de las virtudes más detestadas por los hombres. Al ser responsable no tiene chivo expiatorio a quien culpar o deidad a quien acudir: todas las consecuencias de sus actos y omisiones, las buenas y las malas, son suyas única y exclusivamente, por lo que el ateo no busca refugio en frases vacías como: “si dios quiere”, “dios sabe porque hace las cosas” o “dios tiene cosas mejores preparadas para mí”. El ateo disfruta de este mundo plenamente porque sabe que el tiempo perdido jamás podrá ser recuperado, que lo dejado de vivir jamás podrá ser experimentado. El ateo tiene el reto de cultivarse plenamente en este mundo, de alcanzar sus metas en esta tierra ante la inexistencia de una segunda oportunidad más allá de la muerte.

Por todo ello el ateo tiene la difícil tarea de descubrir el arte de vivir, de no enajenarse de su realidad, de alcanzar la felicidad por sus propios medios en el hoy y en el ahora, sin acudir a seres fantásticos que le deparen la salvación. Ante esto ¿quién es el verdaderamente virtuoso?

Manuel Echeverría