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viernes, 29 de agosto de 2014

Viernes de recomendación

Para esta ocasión, queremos compartir con ustedes un breve pero interesante artículo de Eneas Biglione  sobre la realidad de Venezuela a partir del maniático proyecto del Socialismo del Siglo XXI, titulado "La Venezuela de Hugo Chávez: petrodólares, narcóticos y populismo".

miércoles, 26 de febrero de 2014

Desde la tribuna: secuestro de posibilidades

Poco a poco, los Estados van cayendo en ruina y postración.  Ello no es casualidad.  El clientelismo y el modo impropio en que han rebasado sus posibilidades jurídicas ha ido transformando la gestión en un atentado contra la libertad.

Los presupuestos públicos son incapaces de alcanzar las promesas electorales y el clientelismo político.  ¡No hay plata que alcance! Ello lleva a un exceso de gasto, a un irracional aumento de la burocracia y a una fatal inercia que va concentrando giros y actividades en la mano estatal. Cada vez más personas dependen de los presupuestos públicos, pues todo el mundo anda tras las rentas de los presupuestos.

Las garantías constitucionales de libertad han sido irrespetadas sistémicamente, a través de diversos pretextos, eufemismos y trampas:  el impuesto sobre la renta, los deberes públicos que chocan con la libertad, malas interpretaciones del bien común y así sucesivamente.

Algunos de quienes impulsan esta fatal tendencia son fascistas, estatólatras y enemigos de la libertad.  Otros tienen miedo de la libertad, tanto la propia como la ajena.  Pero una buena parte son inescrupulosos buscadores de rentas públicas, promotores del clientelismo político y demagogos. 

Poco a poco los presupuestos públicos ahogan las sociedades, impiden el desarrollo y pujan por más impuestos, más intervención y más Estado. Es un ciclo que lleva a la pobreza general, al desabastecimiento, al desestímulo de la inversión privada, a la fuga de capitales y cerebros, a la migración de empresas y demás posibilidades.

Algunos creen que se trata de un tema meramente ideológico y que tal tendencia es una opción política, no entienden que tal modo de vida y desorganización lleva la ruina sin remedio.  Otros piensan que aprovechándose primero toman ventaja, pero ello es cierto solo en corto plazo, pues a largo plazo la sociedad entera se arruina.  Y muchos políticos creen que pueden arbitrar el asunto y reparten mentira y gollerías a diestra y siniestra, creyendo como aprendices de brujos que luego podrán desfacer el entuerto. Lo que no entienden unos  y otros es que están violentando la libertad, el recto sentido de los derechos, cercenando la vida de las sociedades y jugando con fuego.

Federico Malavassi Calvo

lunes, 13 de enero de 2014

Tema Polémico: ¿Que ofrece Villalta?

El tema del que más se habla hoy en día es el proceso electoral así que es de esperarse que muy probablemente nuestros temas polémicos por lo menos de las próximas tres o cuatro semanas tengan que ver con temas electorales. El día de hoy hablaremos sobre el ascenso de José María Villalta en las encuestas de los últimos dos meses.
José María Villalta se presenta como un político relativamente nuevo y diferente ante un electorado cansado de los políticos tradicionales y desesperanzados consecuencia de los numerosos actos de corrupción que se han evidenciado en los últimos años. Los ciudadanos están tan desesperados de ver caras nuevas que muchos estarían dispuestos a darle su voto cualquiera con tal de que demuestre que no ha tenido ningún tipo de injerencia con los gobiernos del pasado. 
En ASOJOD por supuesto que comprendemos y compartimos la desilusión de los ciudadanos ante tanto abuso del poder, sin embargo, nos gustaría que la gente comprenda que si bien es cierto el hecho de que el gobernante no sea corrupto es un requerimiento fundamental no es ni debe ser nunca el único punto a considerar a la hora de tomar una decisión ante las urnas. Tan importante como la honestidad son, por ejemplo, las ideas que este candidato propone.
¿Y qué propone José María Villalta? Pues un Estado cada vez más grande y más entrometido en las vidas de todos. Es obvio para los que nos leen con cierta regularidad que nadie de los que escriben en este blog comparte ese modo de pensar. En muchos años de escribir todas las semanas hemos evidenciado reiteradamente como esas ideas populistas, intervencionistas, socialistas de Villalta lo único que causan es más pobreza, más corrupción y más inseguridad.
Por ejemplo, hablemos de corrupción pues todo el discurso de este personaje está centrado en este tema.  Es absurdo hablar de manos corrupción y al mismo tiempo pretender tener un Estado cada vez más grande y regulador. La práctica siempre ha dejado en evidencia que entre más regulación, intromisión y permisos del Estado hay mayor corrupción, favores y clientelismo. Es imposible controlar a todos los que controlan y ¿luego quién controla a los que controlan? Como lo henos explicado en muchas ocasiones, si queremos que haya menos corrupción es fundamental que hay cada vez menos Estado. 
Otro tema, el empleo. El desempleo es probablemente uno de los principales males que aquejan a los costarricenses. Sin empleo será imposible reducir los niveles de pobreza e incrementar los salarios en el corto, mediano y largo plazo ¿Y qué propone Villalta? Nada serio. Todo lo contrario, sus propuestas de aumentar los años de cesantía, aumentar el salario mínimo, regular precios, poner barreras al comercio, garantizar seguridad alimentaria y otras son como la receta perfecta para crear cada vez más desempleo. 
Por esto y mucho más consideramos que el rumbo para el país que propone Villalta está totalmente equivocado. Villalta no ofrece casi nada bueno.

lunes, 1 de agosto de 2011

Tema polémico: ¿idiotez, populismo o ambos?


El pasado 25 de julio, durante las celebraciones de un aniversario más de la Anexión de Nicoya a Costa Rica, la Presidente de la República, Laura Chinchilla demostró su verdadera cara ante los costarricenses.

Para ganarse los aplausos del público, como los mejores populistas, invocó el güipipia y sacó la lista de promesas que, por supuesto, no cumplirá. Pero no se sorprendan, amigos lectores, pues no será la primera vez que esto suceda con Laura. De hecho, en su propia campaña, manifestó que no impuslaría nuevos impuestos mientras no se reactivara la economía. Por sus palabras el día de la celebración en Nicoya, podríamos pensar que tiene la fantasía de que "en nuestro país ya no hay crisis". Quizá si su incompetente Ministro de Comunicación le hubiese pasado un simple periódico o algunas estadísticas como las del Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), habría evitado tremendo desaguisado.

Como si fuera poco, Chinchilla se lavó las manos por su pésima gestión y le echó la culpa a la oposición. Recordemos que también los nazis y los comunistas soviéticos gustaban mucho de practicar esa técnica de culpabilizar al "otro" por todos los problemas y, posteriormente, pedir su exterminio. No en vano doña Laura está, desde ya, pidiendo a los ciudadanos que ignoren las voces de "los necios líderes de la oposición".

Pero la lista de sandeces no acaba ahí. Ante las exigencias de los guanacastecos por el incumplimiento de las promesas de campaña, Chinchilla se dejó decir que tenían que exigirle a los Diputados que aprobaran los impuestos que ella está pidiendo porque -idiotez digna de salir publicada en los Record Guinness-, "serán impuestos que no pagarán ustedes (los guanacastecos presentes en el acto), sino que pagarán los que más tienen para dárselos a ustedes".

Muchos dirán que eso no es idiotez, que es puro populismo. Tienen razón, pero en ASOJOD si creemos que hay algo de idiotez en las manifestaciones de la Presidente, toda vez que sus premisas se asientan en el cáncer cultural del redistribucionismo. Tanto para ella como para la gran mayoría de los políticos, es legítimo redistribuir la riqueza que unos ganan para otorgársela a otros que no la tienen. Basan su justificación en el criterio de necesidad: "como necesito, merezco", sin entrar a reflexionar verdaderamente cuál es la virtud que tienen esos necesitados para recibir el premio. Si lo hicieran, utilizando argumentos morales, notarían que esas personas no han hecho nada para merecer la riqueza de quien la ha producido a partir de su esfuerzo, trabajo, creatividad, habilidad o talento.

Ella es de los que creen que el Estado, mediante más impuestos y más gastos, puede dinamizar la economía. Nada más alejado de la realidad. Esos impuestos que, según la mandataria, pagarán los ricos y no los pobres, son ficciones muy comunes entre esos que suben a la silla de Zapote y que, quizá por sentirse tan altos, pierden el oxígeno necesario para el funcionamiento de sus neuronas. Es obvio que un sistema progresivo como el costarricense genera un obstáculo enorme para generar riqueza: ¿quién va a querer producir más dinero si tendrá que pagarle más al Estado? También genera un incentivo perverso para los free riders: ¿para qué trabajar y esforzarse si el Estado siempre me dará lo que le pido?. Pero también hay otro gran problema con esto: el dinero que se le quite a los ricos para dárselo a los pobres -si es que se les traslada y no queda en los intermediarios políticos- no crea más riqueza, pues esos pobres lo usarán para satisfacer necesidades básicas mientras los ricos tendrán menos para invertir, consumir o ahorrar. Más impuestos significa menos posibilidades de generar empleo, de innovar, de invertir, es decir, de generar riqueza. Menuda solidaridad la del Gobierno de Laura Chinchilla.

Hay mucho de populismo en todo esto. Exaltar a la masa para ganar sus vítores, prometerle lo imposible, culpar al "enemigo común", etc. Pero también de idiotez, como ya lo expusimos. El problema de fondo es que esta idiotez no es exclusiva de los políticos. Es más, la mayoría de ellos solo aprovecha la oportunidad que le da un sinnúmero de idiotas que creen lo que les dicen y que dan su voto para escoger el arma con el que los matarán.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Cuestionar a los parásitos


La degradación moral de una sociedad tiene muchos síntomas. Pero misteriosamente algunos prefieren apuntar su artillería buscando culpables en retorcidos ámbitos, cuando en realidad las explicaciones están a la vuelta de la esquina, mucho más cerca de lo que creemos.

Y es que hemos naturalizado el concepto de que muchos, demasiados deben esforzarse, trabajar y producir, generando riqueza, para que otros, sin hacerlo puedan gozar de los beneficios del mérito ajeno. Estamos rodeados de parásitos, y lo más grave del caso es que nos estamos acostumbrando a ello. Convivimos a diario con gente que ha elegido la más fácil, la de no hacer, la de dejar que otros lo sostengan, la de victimizarse responsabilizando a cuanto monstruo real o imaginario tenga a su alcance.

Que los beneficiarios directos de ese magnífico negocio de vivir del esmero ajeno, aprueben esta actitud generalizada no debe sorprender. Después de todo, maximizan su propia ecuación. Mínimo sacrificio, largamente compensado por cuantiosas ventajas recibidas sin más merecimiento que el de autodefinirse como postergados, minusválidos y mártires del sistema.

Lo paradigmático, es que los esquilmados, los que se esfuerzan, los que han elegido el camino más complejo y agotador, pero más honroso por cierto, se hayan acoplado tan mansamente y acepten con tanta condescendencia esta nueva moralidad impuesta, convirtiéndose en verdaderos esclavos.

Los creadores, los que están dispuestos al riesgo, los que trabajan de sol a sol, poniendo en ello no solo su esfuerzo físico, sino fundamentalmente su cerebro, su ingenio y talento, su preocupación y compromiso, se vienen resignando a esa nueva posición, la de los expoliados, esos que trabajan para que otros disfruten de su empeño.

Hasta que punto hemos perdido el norte en esto, que quienes crean riqueza y producen, no solo son exprimidos, sino que además son fuertemente criticados, convirtiéndose en el blanco preferido de las ideologías dominantes.

Los parásitos han ganado la más importante de las batallas: la moral. Nos vienen convenciendo que son merecedores de este presente, que este es el camino adecuado, y que los esquilmados deben, además, aplaudir esta modalidad. Están ganando la contienda intelectual, al punto que ningún partido, movimiento político, ni sectores de la intelectualidad, se anima a cuestionar en voz alta, en público, esta atrocidad sistémica y estructural que ni siquiera propone retirarse progresivamente y ya ni precisa justificar su transitoriedad como en otros tiempos.

Cuando alguien intenta objetar esta realidad, lo hace con culpa, pisando como en terreno minado, eligiendo las palabras justas para no decir lo políticamente incorrecto. Definitivamente nos vienen torciendo el brazo, al punto de acallarnos. Nos están convenciendo de que lo moralmente adecuado es que algunos trabajen duro, para que otros disfruten de los frutos del esfuerzo ajeno.

Con esa lógica, no solo han conseguido la aceptación popular de que los que más tienen los deben sostener económicamente, sino que además deben hacerlo sin chistar. La represalia es automática y la amenaza constante es ser considerados indecentes, insensibles, avaros y ambiciosos. Es que los aprovechadores no admiten cuestionamiento alguno a su forma de vida.

Y a no equivocarse, cuando hablamos de parásitos no solo nos referimos a los que reciben la dádiva estatal del eufemístico concepto de las políticas sociales, también hablamos de los pseudoempresarios que viven de la prebenda y crecen a la sombra de los favores públicos, a los que han elegido como medio de vida a la política para financiarse con puestos públicos, porque son incapaces de triunfar en sus profesiones u oficios y a los buscadores de privilegios que pululan por doquier.

Alguna vez Ayn Rand dijo “El hombre que produce mientras los demás disponen de su producto es un esclavo“, y un poco más profundamente valdrá recordar otra de sus reflexiones “Nada nos es dado en la Tierra. Todo lo que necesitamos debe ser producido. Y aquí el ser humano afronta su alternativa básica, la de que puede sobrevivir en sólo una de dos formas: por el trabajo autónomo de su propia mente, o como un parásito alimentado por las mentes de los demás. El creador es original. El parásito es dependiente. El creador enfrenta la naturaleza a solas. El parásito enfrenta la naturaleza a través de un intermediario."

El escenario es difícil no porque ellos vengan ganando la disputa, sino porque los que financian esta fiesta con su esfuerzo han decidido callarse, entregarse dócilmente, casi como esclavos, asumiendo que deben trajinar incansablemente no solo para sí mismos, sino también para mantener este perverso sistema que se profundiza cotidianamente sin indicios de modificar su rumbo un solo centímetro.

Habrá que juntar coraje para dar la batalla donde corresponde, en el campo de las ideas, perdiéndole el miedo a los fantasmas, a las corporaciones y al intimidante poder del discurso hegemónico.

Será importante tomar fuerzas, y para ello es relevante asumir quienes están haciendo lo correcto, y quienes no. Porque los parásitos podrán seguir esquilmando a la sociedad por algún tiempo, le podrán quitar sus recursos, sus esfuerzos, vivir de sus talentos e inteligencia, y al mismo tiempo criticarlos con vehemencia. Lo que no podrán obtener nunca de ese modo es dignidad, respeto y autoestima. Eso solo se consigue cuando se tiene integridad moral.

Por algún lado debemos empezar. Tal vez sea buena idea, al menos dejar de aplaudir a los parásitos. Ellos también se alimentan de la aprobación de todos. Señalarlos con un dedo puede ser el camino. Identificarlos todos los días en vez de adularlos puede ser un primer paso. Tal vez sea hora de cuestionar a los parásitos.

Alberto Medina Méndez

martes, 6 de octubre de 2009

En Vela


Mientras Brasil, de la mano de Lula, se yergue como líder en América Latina, en alas de la paz, la democracia, el deporte y el desarrollo económico y social, como quedó plasmado en Copenhague, el viernes anterior, Hugo Chávez, que pretendió serlo con la fementida Alba, se hunde en el descrédito y el miedo. El tragicómico usurpador de Bolívar y saqueador de la riqueza petrolera de Venezuela, es hoy el delirante líder de un régimen intervencionista y narcoterrorista. La amenaza real e inmediata para América Latina.

Sus tentáculos ya están en Costa Rica mediante su patético embajador, Néstor Pineda, conocido en autos, instrumento ideal de Chávez para mofarse de nuestro pueblo, cuyo único logro ha sido rodearse de un grupo de acólitos: “educadores”, comejenes de sacristía, políticos, entrevistadores universitarios y otras yerbas, prontos a firmar documentos para justificar la violación de la libertad de expresión y de los derechos humanos en Venezuela. Este comisario diplomático estableció aquí, el martes pasado, la llamada “Base de paz”, como en Cuba y Nicaragua, extensión de las “casas bolivarianas”, para atacar al Gobierno de EE. UU. y, por supuesto, al gobierno de Uribe por el pecado enorme de combatir en su suelo el narco y el terrorismo.

He aquí la reedición a todo vuelo del lenguaje orwelliano; esto es, de la corrupción de las palabras y de los conceptos, propio del marxismo-leninismo, en la era del imperio soviético y sus colonias. Así “Base de paz” en Costa Rica significa, ni más ni menos, que “base de violencia e intervencionismo”, financiada por Chávez y endosada por un grupo de “siervos menguados” ticos, quienes, según Pineda, lo visitaron para comunicarle que querían “un Chávez en Costa Rica”. Los esponsales de unos ticos serviles y baratos, y de un agente de Chávez, que usa su investidura diplomática para intervenir en los asuntos internos de Costa Rica.

Esta intervención llegará a su clímax en nuestra actual campaña política. No habrá terceras cajas, transportadas, como en Honduras, en aviones venezolanos, sino “bases de chequeras”, ya instaladas. Para el candoroso Vinicio Cerezo, expresidente de Guatemala, estas presunciones o temores son paranoia chavista, como dijo en Radio Universitaria. Quienes han visto y leído, y saben lo que Costa Rica es y significa, este anuncio del embajador de Venezuela y las proclamas desenfadadas de su coro de ticos representan un llamado oportuno al pensamiento y a la acción en nuestro Estado de Derecho. Para algunos ticos, reconocidos por su campaña, desde el 2005, contra la institucionalidad democrática y el proceso electoral, esta es la última oportunidad. “Costa Rica necesita un Hugo Chávez”. El embajador de Venezuela ha sido transparente.

Julio Rodríguez

miércoles, 2 de septiembre de 2009

En Vela


Al calor del Fideicomiso Agrícola (Fidagro) y luego de Reconversión Productiva, 40 diputados condonaron deudas por unos 8.000 millones de colones a un grupo de pequeños, medianos y grandes agricultores, sabedores unos de la regalía e ignorantes otros. De nada valió la oposición del Ministro de Agricultura, del Sistema de Banca para el Desarrollo y del Colegio de Ingenieros Agrónomos. El criterio técnico no cuenta.

He aquí un surtidor de enseñanzas. Primero, definitivamente, el problema de nuestros entuertos morales, legales y técnicos no es la Constitución Política. La evasión de la realidad se llama esquizofrenia. Segundo, los emprendedores sin los contralores son tan nefastos como los contralores sin los productores. No se hace chocolate sin cacao y sin la mirada vigilante del cocinero contralor. Tercero, La Nación reaccionó de inmediato y puso el grito en el cielo en la sección editorial y, como en muchas otras ocasiones, a lo largo de su historia, le rindió un beneficio al país. ¿Verdad que la prensa profesional e independiente funciona en una democracia? Por algo la odian y la temen.

Cuarto, la crisis actual es de pensamiento crítico, pues, al parecer, la razón es una facultad innecesaria. A ninguno de los 40 diputados se le ocurrió la pregunta elemental: ¿quiénes son los condonados o favorecidos? Algunos quizá creyeron que una condonación es una feria de condones, como esos que se reparten en Costa Rica a lo loco, sin ninguna explicación moral previa. Quinto, si el problema no fue mental, fue de corrupción (negligencia, irresponsabilidad, favoritismo, clientelismo, etc.).

Sexto, el problema no es de ahora. Es de muy vieja data. ¿Se acuerdan de los seguros de cosechas en aquellos tiempos en los que los críticos de ahora callaron? A la sombra de la ayuda a los agricultores, sin control, sin asesoramiento y sin sanción, se han botado océanos de dinero. No basta andar con sombrero, a lo Zelaya, para ser agricultor. Séptimo, nada más fácil, rentable políticamente y cómodo que repartir lo que no es de uno. En esto ha consistido en Costa Rica, en ciertos sectores, hacer política por décadas y décadas. Al calor de la banca nacionalizada, se amasaron fortunas.

Octavo, nada más productivo que explotar la envidia, el odio y los buenos sentimientos. El comunismo se montó sobre una galaxia política de igualdad social. Entre nosotros tenemos expertos en la materia envueltos en la bandera nacional. Noveno, ¿no ha sido el escándalo sindical de Japdeva mucho más costoso que las condonaciones de este cuento? Décimo, el cinismo es el coronamiento de la corrupción. SOS: comienza la campaña política.

Julio Rodríguez

lunes, 31 de agosto de 2009

Tema polémico: ¡Qué cuento!


Para este Tema polémico, quisiéramos plantear a siguiente interrogante: si usted le presta diez millones de colones a una persona, bajo el compromiso de que se lo devuelva después de cierto plazo, pero llegado el momento, esta persona le dice que no le va a pagar, ¿usted le diría que se vaya tranquilo y haga de cuenta que no ha pasado nada?

La verdad encontrar a alguien que realice semejante acto debe ser algo difícil, pero no es algo criticable si lo hace con su propio dinero. Después de todo, cada quien hace lo que quiere con sus recursos. Ahora bien, ¿qué tal si esta persona presta una gran suma, digamos que alrededor de ocho mil millones de colones, dinero que no es suyo sino de varias personas y, al final, cuando llega el momento de cobrar, le termine condonando la deuda?. Usted posiblemente diga que esto es una locura o un acto de total irresponsabilidad, por cuanto la gente no puede andar prestando dinero que no es suyo y luego, sin más, perdonar las deudas.

Pues bien, esto es lo que nuestros "Padres de la Patria" trataron de hacer el pasado 25 de agosto del 2009. Durante la sesión plenaria, la Asamblea Legislativa aprobó un proyecto de ley que buscaba la condonación de deudas de “agricultores” por la nada despreciable suma de ocho mil millones de colones. Estos “agricultores” tenían una deuda con el Fideicomiso para la protección y el fomento agropecuario para pequeños y medianos productores, (FIDAGRO) y con algunos de los recursos de Reconversión Productiva, los cuales pasaron a manos del Sistema de Banca para el Desarrollo.

El argumento para semejante alcahuetería se basa en el “razonamiento” de que son créditos incobrables y que su condonación haría justicia con estas personas que se han visto golpeadas por diversos factores, como las condiciones climáticas adversas que afectan la producción, o que no cuentan con la información de mercado para colocar sus cosechas con éxito. En fin, excusas y más excusas, todas irracionales.

Pero la fiesta no para aquí: resulta que, en la lista de quienes recibirían el perdón de sus obligaciones, se encuentran personas que podrían no ser pequeños o medianos productores agrícolas, población a la cual el proyecto busca beneficiar. Por ello, un día después, nuestros serios, responsables y sensatos legisladores detuvieron el avance del proyecto y solicitaron devolverlo a una comisión para estudiar la información de los "agricultores". En cualquier banco, quien apruebe un préstamo y luego decida no cobrar, muy posiblemente sería despedido de inmediato. Pero en nuestro "Estado Social de Derecho", nada más se le da una palmadita en la espalda y se "investiga".

Esto de las condonaciones no es una historia nueva. El Fondo Nacional de Contingencias Agrícolas (FNCA), creado para pagar pérdidas de agricultores por el clima en noviembre de 1983, asumió deudas que tenían estos con los bancos. En 1995 se ordenó su liquidación, pero en agosto de 1997 no se había logrado aplicar, por lo que, al final, el FNCA pagó las deudas. La pérdida estimada fue entre los 2.ooo y 3.ooo millones de colones.

El 30 de noviembre del 2004, los diputados aprobaron que el Instituto de Desarrollo Agrario (IDA) condonara ¢433 millones en multas y tasas. El 4 de febrero del 2005 se conoció que el Consejo Nacional de Producción (CNP) reservó ¢2.724 millones por incobrables del Programa de Reconversión Productiva. En febrero del 2005, los diputados autorizan al IDA a perdonar ¢3.500 millones en multas e intereses a morosos en el pago de parcelas.

El 26 de abril del 2006 los diputados ordenan a Infocoop perdonar ¢372 millones a Coopesilencio. El 3 de junio de ese mismo año, se conoció que el CNP perdió ¢2.215 millones en un proyecto de plátano y otro de raíces tropicales. El 26 de agosto del 2006, el CNP anunció que estuvo a punto de perder ¢6.300 millones en Reconversión y que solo 30 de 158 proyectos califican como sanos.

Como se puede ver, el cuento de la lastima y el pobrecito es de larga data en Costa Rica. Es, por así decirlo, parte de nuestra idiosincrasia político-económica. Sin embargo, en ASOJOD consideramos que no es un recurso valido para aceptar tanta alcahuetería por parte de los “padres de la patria”, y que, a todas luces, este es un acto de populismo electoral, donde los zánganos del Estado han sacado provecho de los recursos de todos los costarricenses. ¿O ahora resulta que nosotros somos culpables de la existencia de sequías o inundaciones? ¿Será que estamos moralmente obligados a llenar nuestras alacenas de determinados productos agrícolas que no necesitamos o no queremos, solo para que algunos no quiebren?

La próxima victima de estos parásitos de los recursos públicos será sin lugar a duda, el Sistema de Banca para el Desarrollo, diseñado para "financiar proyectos productivos a personas que no son sujeto de crédito". ¿Por qué tanta seguridad en ASOJOD? Porque el hecho de que esas personas no sean sujeto de crédito nos dice que no tienen para pagar sus deudas y no hay que ser un genio para imaginarse que si su proyecto falla, el dinero de los tax payers se irá a la cañería. Pero, queremos aclarar, aún cuando el proyecto sea exitoso y la persona pague sus deudas, el principio perverso no se borrará: unos haciéndose responsables por el éxito o fracaso de otros.

Una y otra vez la historia nos propina un golpe contra la realidad, y nos recuerda lo que sabíamos, pero tercamente hemos ignorado: que el Estado no debe meterse a desempeñar el papel de regulador de las actividades productivas, pues sus actos, en vez de ayudar distorsionan el funcionamiento de las relaciones económicas entre los individuos y, sobre todo, que nos debemos basar en reglas sencillas para la sana convivencia en sociedad aplicables en cualquier ocasión de nuestra vidas, entre ellas: que si pido algo prestado lo debo devolver, y si no lo devuelvo debo pagar por las consecuencias de mis actos, en fin que la responsabilidad es individual y no se le puede trasladar a otros.

miércoles, 28 de enero de 2009

Obama ganó el primer round


¡Pobre Hugo Chávez! Tras contemplar las primeras medidas tomadas por el presidente estadounidense Barack Obama, el líder populista venezolano y sus discípulos en Latinoamérica deben estar pensando: "Contra [George W.] Bush estábamos mejor''.

En sus primeros días en la Presidencia, Obama ordenó el cierre de la prisión de la base naval de Guantánamo, Cuba, en el término de un año, firmó un decreto que prohíbe torturar a los prisioneros de Estados Unidos en cualquier parte del mundo, abrió los registros de la Casa Blanca para hacer su Gobierno más transparente, y reiteró de diversas maneras el mensaje de su discurso inaugural dirigido a los demagogos antiestadounidenses, de que "sus pueblos los juzgarán por lo que sean capaces de construir, no por lo que destruyan''.

Al revertir algunas de las políticas de Bush que más alentaron el sentimiento antiestadounidense en el mundo entero, Obama ha empezado a moverle el piso a Chávez y a otros demágogos aspirantes a presidentes vitalicios que han construido sus carreras políticas culpando a Estados Unidos por el atraso de sus países.

Obama ganó el primer round. Los ha puesto a la defensiva. De repente, les resulta difícil recitar su cartilla de improperios contra un presidente joven, afroamericano, que con frecuencia tiene índices de aprobación más altos en sus propios países que ellos mismos.

Hasta el dictador cubano Fidel Castro --el máximo maestro del arte de usar a Estados Unidos como chivo expiatorio de las falencias de su país --trata a Obama con guantes de seda. En una columna la semana pasada, Castro dijo que no duda de la "honestidad'' de Obama, aunque agregó que todavía es muy temprano para evaluarlo.

Ahora bien, si Obama quiere renovar el liderazgo de Estados Unidos en las Américas, como prometió durante la campaña, debería adoptar las siguientes medidas adicionales --algunas de las cuales ya están siendo estudiadas por sus colaboradores-- antes de la Cumbre de las Américas que se llevará a cabo en Trinidad Tobago el 17 de abril:

* Antes de llegar a su primera cumbre internacional en Londres, el próximo 2 de abril, Obama debiera proponer la inclusión de Brasil y México en el "Grupo de los 8''. Este grupo, que se reúne todos los años para tratar de solucionar los problemas más graves del mundo, está constituido por Estados Unidos, Japón, Rusia, Canadá, Italia, Alemania, Francia y el Reino Unido.

* Anunciar la designación de un Enviado Especial a las Américas, que tenga acceso directo a Obama. El cargo fue desempeñado por el ex jefe de gabinete y compañero de kindergarten de Bill Clinton, Mack McLarty, durante el gobierno de Clinton, pero fue descontinuado por Bush.

* Tomar medidas que permitan a los estadounidenses usar sus seguros de salud en hospitales del extranjero. Eso ayudaría a solucionar la crisis de los servicios de salud estadounidenses, contribuiría a reducir el déficit presupuestario de Washington, y representaría una enorme inyección de dinero para las industrias de la salud y el turismo en Latinoamérica.

* Debería concretar la promesa de campaña de reducir la dependencia estadounidense del petróleo extranjero y crear una "Alianza Energética de las Américas'', dando fondos y asistencia técnica para las industrias exportadoras de combustibles alternativos de toda Latinoamérica. Eso ayudaría a todos (salvo a Chávez, claro, que vive del petróleo).

* Pedirle al Congreso la aprobación de acuerdos de libre comercio con Colombia y Panamá. Obama se opuso al acuerdo con Colombia durante la campaña, pero ahora podría firmar algunos acuerdos laterales y respaldarlos activamente.

"El continente busca un cambio de tono, pero también busca ciertas acciones específicas'', me dijo Eric Farnsworth, vicepresidente de la Sociedad de las Américas, con sede en Nueva York, quien es coautor de un nuevo informe sobre La construcción de una agenda hemisférica de crecimiento que incluye algunas de estas ideas. "Obama debería aprovechar la oportunidad de la Cumbre de las Américas para crear desde el principio una atmósfera positiva''.

Mi opinión: estoy de acuerdo. Si lo hace, Obama desarmará aún más a Chávez, Castro y a otros mandatarios narcisistas-leninistas de la región.

Obama podría inspirarse en lo que dijo la semana pasada el encargado de negocios estadounidense en Bolivia, Krishna Urs, después de que el presidente Evo Morales afirmara, sin evidencias, que Washington está conspirando contra su gobierno. Urs, quien estaba en la audiencia, se marchó de la sala, y más tarde exigió que el gobierno boliviano "deje de usar a Estados Unidos como una ficha en su política interna''.

Obama podrá exigir que los líderes extranjeros sean juzgados por lo que construyan --y no por lo que traten de culpar a Washington-- si sigue siendo visto en el resto del mundo como un líder bien intencionado, y creíble.

A juzgar por sus primeros días en la Casa Blanca, empezó muy bien.
Andrés Oppenheimer

miércoles, 17 de diciembre de 2008

El poder y el delirio: todos a las balsas


Enrique Krauze es un especialista en caudillos. Krauze es un gran historiador mexicano que ha puesto bajo la lupa a estas peculiares criaturas. ''Hay gente pa'tó'', decía el torero. Pudo darle por las arañas o los escorpiones, pero le dio por los caudillos. Y es bueno que así sea. El caudillismo es una patología endémica en América Latina y entenderla es una manera de tratar de evitarla o, al menos, de aprender a sobrevivirla, aunque hasta ahora no se conoce otra cura que salir corriendo hacia las balsas al primer síntoma de que ha llegado un tipo a salvarnos.

Prácticamente todos los países de este pobre mundillo nuestro latinoamericano han padecido a los caudillos. Son esos tipos palabreros y carismáticos, tuteadores de Dios, que cuando estamos en crisis se encaraman en una tribuna, seducen a las masas, se apoderan de la casa de gobierno, hacen trizas las instituciones, agotan el tesoro, nos endeudan hasta las orejas, se declaran indispensables, se eternizan en el poder y, como no se están quietos, y están llenos de iniciativas extravagantes, agravan hasta la locura todos los problemas que existían antes de la aparición de ellos en un carro de fuego.

En el siglo XX los dos caudillos más emblemáticos y pintorescos de América Latina han sido el argentino Perón y el cubano Fidel Castro. Perón murió en 1973, pero como el peronismo tiene algo de tablero de Ouija, Perón sigue dando guerra por medio de una variopinta descendencia ideológica que incluye gente de rompe y rasga a la derecha de Gengis Khan y a la izquierda de Lenin. Fidel Castro no ha conseguido morirse todavía, pero lo ensaya tesoneramente desde el verano de 2006, cuando se le amotinaron en los intestinos unos divertículos al servicio de la CIA que lo han dejado flaquito y turulato, como esos viejitos locos que uno ve riéndose y hablando solos en todos los pueblos españoles.

Hugo Chávez, en fin, es hijo de Fidel Castro y nieto de Juan Domingo Perón. Enrique Krauze acaba de filiarlo con total precisión en un brillante libro que, desde ya, se convierte en lectura indispensable para todo aquel que se empeñe en la ingrata tarea de tratar de comprender a la América Latina de nuestro tiempo. La obra se llama El poder y el delirio, la publicó Tusquets en España, y es un estudio a fondo de Venezuela y de Hugo Chávez, lo que inevitablemente precipitó a su autor a mezclar la historiografía con el ensayo, el periodismo, la entrevista y el psicoanálisis, porque sólo así, con una mirada poliédrica, como de mosca, se puede abordar de manera inteligible un drama tan complejo e irracional como el venezolano.

El asunto es muy importante. Aunque Hugo Chávez es un personajillo de cuarta categoría, una especie de Idi Amin Dada de Sabaneta, conecta muy bien con una amplia zona de América Latina que pertenece a esa misma liga --la del populismo mágico que compra y vende conciencias con dinero público, hasta que las conciencias y el dinero se acaban--, y a base de petrodólares está creando su imperio ideológico a una sorprendente velocidad. A diferencia de su padre Fidel, que en enero cumplirá cincuenta años al frente del negocio de mandar, en su larga vida de tirano intervencionista sólo pudo colonizar a Nicaragua, y apenas durante una década, Chávez ya cuenta con Bolivia, Ecuador y Nicaragua bis, mientras se afila los dientes ante el probable triunfo del chavismo en El Salvador dentro de pocos meses.

¿A dónde irá a parar este fenómeno? Descartarlo porque es una cosa disparatada no parece sensato. Mussolini y Hitler, bien mirados, eran también un par de payasos intoxicados con las más absurdas teorías y eso no les impidió seducir a las muchedumbres y organizar el peor matadero de la historia. Hay países, hasta ahora, que parecen inmunes al chavismo (Chile, Costa Rica, Panamá, Uruguay, Colombia, tal vez México, en general los que el embajador norteamericano Manuel Rocha llama ``América Uno''), pero el resto del continente puede sucumbir a esta enfermedad y arruinar con ello a un par de generaciones tontilocas. Francamente, no es mucho lo que puede hacerse. Por lo pronto, sentarse a leer cuidadosamente El poder y el delirio, cruzar los dedos de que no nos toque, e ir fabricando una balsa, que fue lo que se le ocurrió al avispado Noé cuando se olió que iba a comenzar a llover.

Carlos Alberto Montaner

jueves, 4 de diciembre de 2008

Sin palabras


Hoy La Gaceta publica el expediente 17,209, "Creación del Día Nacional de las Personas Trabajadoras Domésticas", propuesto por el diputado Carlos Gutiérrez.

sábado, 29 de noviembre de 2008

El infame diputado Gutiérrez


Diputado Carlos Gutiérrez:

Hace un tiempo usted pidió el voto de la gente para ser un diputado libertario. ¿Entendió bien? libertario! Usted se comprometió a defender los ideales de la libertad. Usted repartió calcomanías con la frase "No más Impuestos" y se quejó del exceso de regulaciones.

Téngalo por seguro de que la mayoría de votos para usted no se debieron a su exquisita erudición o a su amplísima fama. Se debieron a que en usted la gente vio un peón para la causa de la libertad.

Al mejor estilo del demagogo, una vez llegado a la Asamblea, usted ha hecho lo contrario. Ha defendido impuestos. Ha incluso propuesto nuevos tributos! Y hoy... Hoy nuevamente ofende y resiente a los auténticos libertarios no solo por su apoyo a limitarle la jornada a las empleadas domésticas, sino encima a jactarse de ello, haciendo dudosa gala de una ignorancia total sobre los más elementales principios, no digamos liberales, sino económicos.

Pedirle a un vulgar populista como usted la hidalguía de renunciar será totalmente inútil. Pero no lo será la denuncia más indignada que por este medio se deja patente ante la fechoría de su gestión.

Señor Gutiérrez, usted es el peor diputado de la historia del Movimiento Libertario y una vergüenza para la causa.

domingo, 9 de marzo de 2008

Letras de cambio


El tema de los gobiernos “neopopulistas” latinoamericanos, tocado en esta columna la semana pasada, causa reacciones pasionales, a juzgar por los comentarios que he recibido durante estos días. Como el espacio es limitado, no se puede analizar este tema con la profundidad debida, sino apenas esbozar algunos aspectos básicos.

Un concepto erróneo de muchos es pensar que la culpa de todos los males que existen hoy en día en Latinoamérica se deben a las políticas llamadas “neoliberales”, y que, si han surgido líderes “neopopulistas”, es por los procesos liberalizadores de los ochenta y noventa. La verdad, ningún país de la región se puede considerar 100% liberal.

En algún grado, mayor o menor, las políticas de corte intervencionista persisten en casi todos los gobiernos de la región. En Costa Rica, por ejemplo, existen instituciones públicas dedicadas a actividades tan diversas, que van desde programas para la ayuda a los pobres hasta la fabricación de licores. En el medio, existen casi 400 instituciones, de las cuales muchas fueron creadas para beneficiar a grupos de interés muy específicos, y otras, si bien no fueron creadas con ese fin, hoy en día se las ha apropiado algún grupo. Así, la persistencia de instituciones populistas en los países de la región ha acabado en un deterioro de la distribución de los ingresos (a favor de los favorecidos) y una agudización de la pobreza, con el lógico descontento de la población.

Otro concepto erróneo es pensar que, si los países desarrollados adoptan políticas intervencionistas, eso justifica que los países sub-desarrollados hagan lo mismo. Cuando se es un país rico, con un nivel de ingreso suficientemente alto para cubrir las necesidades básicas y más, el efecto negativo sobre la distribución y el ingreso de este tipo de medidas es mucho menor. Vemos cómo Europa y EE. UU. protegen fuertemente a los agricultores con cargo a los consumidores.

Estos pagan precios más altos por los productos agrícolas sin quejarse demasiado, ya que los alimentos representan una proporción muy baja de su consumo total. Pero adoptar medidas proteccionistas en países en desarrollo, donde las necesidades básicas alimentarias aún no han sido cubiertas satisfactoriamente es ilógico y contraproducente. Es obligar a las familias más pobres a pagar precios más altos por sus alimentos, que representan la mayor proporción de sus escasos ingresos.

Estos ejemplos ponen en evidencia cómo muchas de las medidas de corte intervencionista adoptadas en Latinoamérica están hechas para favorecer a grupos específicos de la sociedad, en contra del beneficio de la mayoría. Son medidas populistas porque ayudan a unos pocos en contra de muchos, que empeoran la distribución del ingreso y perpetúan la pobreza.

Luis Mesalles

jueves, 24 de enero de 2008

En Vela


Decíamos que si, en verdad, se impone y fructifica el proyecto del MEP para enseñar a pensar en escuelas y colegios, nos libraríamos de muchos males. Atreverse a pensar, ponerse a pensar –gráfica expresión– y pensar rectamente. He aquí la cuestión y, a la vez, el gran déficit de nuestro sistema educativo.

Hace unos años, vino a Costa Rica Fernando Savater, quien insistió, al hablar de la educación, de la reconquista de la razón, del raciocinio, primeramente como arma de supervivencia, como insumo indispensable de la prudencia (pensar antes de hablar y de actuar), autodefensa frente al embuste y la demagogia, escudo contra las metidas de pata y el ridículo, iluminación para la voluntad. ¿Cuántos disparates y horrores habríamos evitado aquí si el arte de razonar hubiera arraigado y florecido en escuelas, colegios y universidades?

¿Qué son, en nuestro país, los accidentes de tránsito en las carreteras, sino la renuncia a la razón, el triunfo de la sinrazón y de la estupidez? Así lo muestran el exceso de velocidad, el sobrepasar a otro vehículo en curva, el furgón que se abalanza contra vía, el falso adelantamiento y el trago más otro trago más otro… En lo que va del año ya casi llegan a mil los partes por ebriedad. Las muertes, las lesiones, la orfandad, la viudez no dejan lección alguna.

Un diputado, urgido por su líder y asesorado por encargados de imagen y abogados, presentó recientemente un proyecto de ley para intervenir políticamente el Ministerio Público. El ridículo fue históri- co. La abdicación de la razón pues ni se tuvo en cuenta lo elemental: el efecto bumerán. Y ¿qué decir del TLC? Académicos, políticos y profesionales aseguraron que Costa Rica perdería el agua potable, que “se llevarían” la isla del Coco, que se esfumaría el aguinaldo, que se construirían fábricas de armas, que era posible una renegociación, que se montaría un negocio ilegal de órganos, que se amputaría el territorio nacional y que el TLC pecaminoso nos alejaría de Dios… Conclusión: la razón debe retornar a las escuelas, colegios y universidades.

Y no podía faltar el futbol. ¿No son, acaso, los errores mentales la causa principal de los mediocres espectáculos y de los fracasos? Tampoco China. Un personaje dijo: “China es potencia mundial sin TLC”. Y con más razón todos aquellos que, apremiados por un cargo público, no se formulan la pregunta elemental: ¿Tendré yo condiciones básicas para este cargo o esta curul?

Pongámonos a pensar rectamente… por espíritu de supervivencia y de solidaridad humana. Una campaña firme y sostenida en un mundo descaminado.

Julio Rodríguez

lunes, 31 de diciembre de 2007

Absurdo antiamericanismo


Hoy, los políticos populistas latinoamericanos muestran un rabioso antiamericanismo. Más que rencor, les mueve su afán de denigrar del capitalismo, al que culpan de todas las miserias. Los populistas denuncian que Estados Unidos se aprovecha de los pueblos pobres. Por eso, “los países pobres son cada día más pobres y los países ricos cada día más ricos”. Para estigmatizar al capitalismo desentierran el viejo y errado dogma marxista de la explotación, aunque éste se aplicaba originalmente a individuos y no a las naciones. Así ignoran 100 años de gigantescos adelantos logrados por el capitalismo y la inmensa mejoría del nivel de vida de los trabajadores donde hay libertad económica y libre competencia.

Los marxistas entonces cambiaron su virulenta fórmula, aceptando que si bien los trabajadores de países ricos mejoraron su nivel de vida, esta mejoría se logra a expensas de los países pobres. La explotación se trasladó de los trabajadores a las naciones. Los países pobres eran cada vez más pobres debido a que los países ricos eran cada vez más ricos. Al principio, el anticapitalismo y el odio a los “países ricos” incluían a las naciones europeas, pero desde los años setenta, tanto la izquierda radical como la extrema derecha, concentraron su rencor en los Estados Unidos, su capitalismo y política “imperialista”.

El paradigma contrario, el americanismo, nació en el siglo XVII, cuando desembarcaron los peregrinos en Plymouth. Esa nueva colonia era comunista, toda su producción se almacenaba en un depósito común para que la autoridad política la distribuyera a cada uno de acuerdo a sus necesidades, según el principio marxista “de cada uno de acuerdo a su habilidad, para cada uno de acuerdo a su necesidad”. Así, pronto los colonos sufrieron hambre y comenzaron a morir. Por fortuna, pocos años después abandonaron el sistema comunista y cada colono tendría derecho sobre los frutos de su propio trabajo.

Desde que se instaló la propiedad privada, los colonos de Plymouth Rock prosperaron y nunca más padecieron hambre y miseria. La nueva nación adoptó muy pronto los derechos de propiedad, la economía creció y se robustecieron los deseos de libertad que más tarde confluyeron en la Revolución Americana. La esencia del americanismo se definió en la Declaración de Independencia de 1776 que afirmó el principio revolucionario de que todos los hombres nacen con iguales derechos a “la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad” y que los gobiernos son creados solamente para defender estos derechos fundamentales del ciudadano.

Desechando prejuicios delirantes, lo que realmente importa es revivir el americanismo, la defensa de los valores universales de la libertad, la vida y la propiedad que traen prosperidad y esperanzas a los pueblos y atacan en su misma raíz la miseria y la opresión.

Por Porfirio Cristaldo Ayala

lunes, 24 de diciembre de 2007

Bolivia secuestrada, quebrada y salvaje


El secuestro: Bolivia se encuentra invadida por oscuros personajes, que se despliegan dentro del escenario oficialista, en forma ofensiva y humillante para sus ciudadanos. El gobierno regaló la soberanía del estado. La guardia personal del presidente está formada por esbirros venezolanos y cubanos, que informan a Chávez de todo lo que hace el servil mandatario.
¿A Evo Morales lo están protegiendo o manipulando? La respuesta es obvia, el hombre no tiene la capacidad de pensar por sí mismo. Bolivia está secuestrada por los comunistas, que enviaron asesinos para controlar el país y adiestrar a grupos afines, de manera que puedan desarticular las protestas populares opositoras, que cada vez son más frecuentes y multitudinarias.

¿Por qué un presidente que se considera el auténtico representante de las mayorías, y que en su exacerbado etnocentrismo se rebela contra todo lo foráneo, acude a extranjeros para gobernar? ¿Por qué Morales no se apoya en su propia gente? Sencillamente, porque conoce a los suyos, y sabe que son tan poco fiables como él.

Los indigenistas vociferan contra 500 años de dominio criollo, pero no tienen problema en dejarse comandar por un paranoico ególatra venezolano. El gobernante aimara habla de no someterse a intereses imperialistas, pero nadie se arrodilló tan despreciablemente como él ante otro estado. Chávez es el presidente de Bolivia, Morales no es más que la fachada.

La quiebra: El líder cocalero, en su diminuto mundo intelectual, no percibe las consecuencias de sus viscerales decisiones. Rompió con el FMI y el Banco Mundial. Nadie quiere hacer negocios con Bolivia. El aislamiento que el presidente-campesino ha logrado ocurrió en tiempo récord. El país está marginado de cualquier proyecto productivo de importancia.

Una de las compañías mineras más grandes del globo, que tenía planificado invertir cientos de millones en el altiplano boliviano, prefirió colocarlos en Pakistán y perder 15 millones de dólares que gastaron en prospecciones, antes que trabajar con Morales. Consideran que la nación asiática es más segura, pese a la guerrilla islamista en el sur del país, la presencia de Al Qaeda, los conflictos políticos internos y la disputa con India sobre Cachemira.

Las medidas tomadas por el régimen autocrático, que incluyen la confiscación de los hidrocarburos, la elevación de los impuestos a los mineros, la redistribución de tierras privadas, el asalto a los ingresos de los gobiernos regionales, la imposición de una caricaturesca Asamblea Constituyente integrada por analfabetos, que se escondieron en un cuartel para aprobar de forma sigilosa e ilegal una constitución marxista-indigenista, que restringe las libertades económicas, son rechazadas por el pueblo.

El salvajismo: La población pensante empieza a reaccionar, demandando su derecho a vivir en la cordura y la legalidad. Los enfrentamientos entre los estudiantes de la Universidad de San Francisco Xavier y los represores neocomunistas, en la ciudad de Sucre --que es la legítima capital de Bolivia y cuna de los próceres que dieron nacimiento a la independencia sudamericana del colonialismo virreinal-- son un aliento de esperanza para la nación, y demuestra que Chuquisaca mantiene vibrante su histórico espíritu libertario.

Desde que Evo Morales asumió el poder 22 meses atrás, se acreditó 27 muertos y más de 300 heridos. Sus desaforados paramilitares, los campesinos de Achacachi --un poblado de sanguinarios aimaras que visten ponchos de color rojo, y que alguna vez fueron acusados de canibalismo-- degollaron a dos perros vivos, entre risas y vítores amenazantes. En su sádico show, advirtieron que ese es el futuro que les espera a los opositores. El salvajismo de los indígenas comienza a asustar.

Ante los abusos del régimen y el desmoronamiento de la democracia, seis de los nueve gobernadores del país declararon la desobediencia civil, que ha pasado a convertirse en resistencia civil movilizada. Los eventos van cobrando envergadura y las posibilidades de diálogo con un presidente que no tiene cerebro ni corazón, son nulas. El departamento (provincia) de Santa Cruz ha convocado a partir del 3 de diciembre, a una huelga de hambre general e indefinida en todo el país. La situación es impredecible. Bolivia necesita de un líder con conocimientos políticos, carisma, experiencia, inteligencia, y fundamentalmente coraje, que según Aristóteles es la primera de las cualidades humanas, porque garantiza las demás. Ninguno de los dos partidos opositores cuenta con él, o ella.

Por José Brechner

viernes, 7 de diciembre de 2007

Finalmente lo callaron: Se hunde el socialismo del siglo XXI


Primero el rey lo mandó callar. Ahora los venezolanos acaban de hacer lo mismo. Los dos fenómenos, además, están relacionados. La Corona española goza de una inmensa simpatía en América Latina. En todas las ceremonias de toma de posesión de los nuevos presidentes, invariablemente las figuras más aplaudidas son Felipe y Letizia, que suelen ser los representantes de España. Cuando Juan Carlos, desesperado por la locuacidad patológica de Chávez, indignado por su infinita falta de educación, le exigió que cerrara la boca, creó, sin proponérselo, el más formidable eslogan contra el aprendiz de dictador, y le dio a la oposición el impulso que necesitaban los estudiantes universitarios para vencer la apatía y llevar al pueblo a las urnas nuevamente. Contrariando el viejo cuento, esta vez fue el rey quien gritó que el campesino lerdo iba en cueros.

Las consecuencias de esta derrota de Chávez son enormes. Aparentemente, lo que estaba en juego era la aprobación de una constitución cercana a la que rige en Cuba (inspirada, por cierto, en la legislación stalinista de 1936), pero, en realidad, se jugaba algo mucho más importante: el destino del llamado Socialismo del siglo XXI y los delirantes planes de conquistar América Latina para la causa del colectivismo autoritario. Ahora se sabe que los venezolanos no quieren ser arrastrados hacia el comunismo dentro de su patio, y mucho menos costear la onerosa aventura de convertir a Venezuela en la URSS de nuestro tiempo.

Los mandamases cubanos, seguramente han tomado buena nota de este descalabro. Ya entienden que no pueden contar indefinidamente con el opulento subsidio venezolano, calculado hoy en cuatro mil millones de dólares anuales. Esos cien mil barriles de petróleo que todos los días llegan a Cuba, en algún momento dejarán de fluir, y la Isla sólo tiene reservas para 17 días, lo que los obligaría a un feroz racionamiento de la energía eléctrica, peor que el que sufrieron a principios de la década de los noventa. Los rusos y los angolanos, sí, están dispuestos a vender petróleo, pero siempre que les paguen la factura, y ese improductivo sistema es incapaz de generar las exportaciones que se requieren para hacerle frente a unos gastos muy elevados, porque incluyen el ochenta por ciento de los alimentos y medicinas que la sociedad necesita importar para poder sobrevivir.

Todo esto sucede con un Fidel Castro moribundo, que insiste en postularse al Parlamento para seguir siendo presidente mientras sea capaz de respirar, aunque ya sin otro objetivo que impedir cualquier cambio que se intente introducir en Cuba en la dirección del modelo Chino o vietnamita, como defienden, sotto voce, su hermano y casi toda la nomenklatura. Según la versión oficial, Castro está dando la batalla contra la muerte. La verdad es que embiste contra la inevitable reforma económica, pero si antes pretendía sostener su desastrosa estructura productiva enquistándose en el presupuesto venezolano, como hizo en su momento con la URSS, ese proyectado saqueo ya no es posible durante mucho más tiempo.

Para Evo Morales la noticia también es un mazazo. Su gobierno es el más débil del eje chavista. La derrota del venezolano lo sorprende en medio de una fraudulenta operación en la que, escondido en los cuarteles, intenta forzar una nueva constitución que le permita reelegirse. Tiene en contra medio país geográfico y étnico. Si Chávez no pudo imponer su voluntad, mucho menos podrá él frente a la aguerrida oposición que lo adversa. Hace unos meses, Chávez advirtió que si Morales era derrocado por el ejército o por levantamientos civiles, las tropas venezolanas acudirían en su defensa. Chávez, tras la derrota electoral y la oposición del general Raúl Baduel, ya no puede confiar en sus Fuerzas Armadas. Se sabe que la noche del referéndum le dijeron que no respaldarían ningún pucherazo.

En Ecuador, con otra intensidad, ocurre un fenómeno parecido. El presidente Rafael Correa, uno de los pocos amigos personales de Chávez en la región, basado en su tremenda popularidad, intenta refundar el país para manejarlo a su antojo con una vieja visión cepaliana de la economía, trufada con la anacrónica y nociva influencia de la Teología de la Liberación, pero probablemente la experiencia venezolana le sirva como un factor de moderación. De la misma manera que hasta hace unos días parecía que la izquierda chavista era el futuro del continente, la percepción que ahora se generaliza es la contraria: el socialismo del siglo XXI será un fenómeno efímero.

Pero es dentro de Venezuela, naturalmente, donde la derrota de Chávez genera mayores turbulencias. El chavismo está mucho más cerca de ser una banda primitiva que un partido moderno. El poder descansaba sobre el mito de la invencibilidad del líder adorado, y ese mito se acabó en la madrugada del lunes cuando anunciaron la victoria del no. El chavismo no ha logrado convertirse en un movimiento político organizado, más allá de una turbamulta que aplaude a su caudillo, mientras unos cuantos cortesanos se asocian para delinquir a la sombra del poder. Si Chávez deberá abandonar la presidencia en el 2013, ¿quién lo sustituye y cómo se elige al nuevo candidato? Ahora comienza esa agónica lucha por la sucesión y la consecuente fragmentación del grupo.

En la oposición hay también una recomposición importante. El factor más novedoso es la aparición en la escena política de los estudiantes demócratas, verdaderos héroes en la derrota de Chávez, con tres de sus brillantes portavoces como primeras figuras, y quizás con Jon Goicoechea como la más vistosa de ellas. Quedan vivos Manuel Rosales, gobernador de Zulia, Julio Borges, el líder de Primero Justicia, y Enrique Mendoza, muy activo en la acción tras bambalinas en respaldo del rechazo a Chávez. Sin embargo, la figura clave, a partir de ahora, quizás sea el enigmático general Raúl Baduel, quien en el 2002, tras el golpe militar, hizo lo indecible por devolverle la autoridad a Hugo Chávez, y ahora se ha movido con el mismo éxito en la dirección contraria. Si el general decide aspirar, será un personaje al que hay que tomar en cuenta. En todo caso, la oposición democrática necesita contar con un candidato único para resistir al chavismo, más o menos como los chilenos de la Concertación tuvieron que ponerse de acuerdo para derrotar a Pinochet.

Lamentablemente, todavía es muy prematuro para hablar de la herencia que dejará el chavismo. Al teniente coronel le queda mucho por destruir mientras permanezca en Miraflores haciendo discursos cantinflescos, regalando dinero y cometiendo disparates, pero su paso por la historia venezolana ya ha sido como el de Atila por donde galopaba su caballería. En medio del río de petrodólares más impresionante que ha recibido Venezuela a lo largo de la historia, el país padece un terrible desabastecimiento de artículos de primera necesidad, miles de empresas se han visto obligadas a cerrar las puertas, centenares de miles de venezolanos educados han tenido que emigrar, y las calles de las principales ciudades se han transformado en el peor matadero latinoamericano.

Desde 1999 a la fecha, más de cien mil venezolanos han sido asesinados por delincuentes comunes, y apenas un cinco por ciento de esos crímenes ha podido llegar a los tribunales. Hoy el país está infinitamente peor gobernado, y la sociedad mucho más crispada, que en 1998, cuando Venezuela, de una manera insensata, se entregó en manos de un aventurero ignorante cuya mejor credencial es que en 1992 había intentado acabar a tiros con el sistema democrático. Tal vez, cuando termine este triste episodio, ésa sea la única herencia positiva que deje el chavismo: para que una nación prospere y triunfe, hay que saber elegir. Los venezolanos, parece, están aprendiendo.

Por Carlos Alberto Montaner

martes, 4 de diciembre de 2007

Los empresarios y la nueva Guerra Fría


Hace casi medio siglo, Fidel Castro y el Che Guevara proclamaron la doctrina del internacionalismo revolucionario. Se concretaba en una frase mil veces repetida por ellos: “el deber de todo revolucionario es hacer la revolución en cualquier parte del mundo”. Cuba, pues, tan celosa en su soberanía, siempre dispuesta a denunciar a cualquier país o grupo que se atreviera a ayudar a los demócratas cubanos de la oposición, proclamaba, en cambio, su derecho a intervenir en cualquier país para promover su modelo político por cualquier procedimiento, incluida la violencia armada.

La doctrina, según todos los síntomas, hoy tiene discípulos convencidos y muy activos. A fines de 2007 la Asamblea Nacional de Venezuela, el parlamento de ese país, asignó 250 millones de dólares del presupuesto del año próximo para fomentar la revolución bolivariana en el exterior. Ese dinero irá a las manos de los grupos chavistas y a las organizaciones de izquierda que siguen las ideas propuestas por el eje cubano-venezolano-boliviano, popularmente conocidas como “el socialismo del siglo XXI”. Para que se tenga una idea del impacto potencial de ese dinero, vale la pena recordar que una campaña política presidencial en cualquier país centroamericano cuesta unos quince millones de dólares aproximadamente.

¿En qué consisten esas ideas del llamado Socialismo del siglo XXI?¨

* Es, en esencia, retomar paulatinamente la fórmula del colectivismo estatista en el terreno económico y en suprimir progresivamente las libertades democráticas en el campo político, como se observa en Venezuela y Bolivia, o como acontece en Cuba desde hace casi medio siglo.

* Es la vuelta al Estado-empresario, pese a la horrenda tradición de corrupción, despilfarro, nepotismo e ineficiencia que dejó a su paso por la historia latinoamericana del siglo XX.

* Es el control de precios y salarios dictado por funcionarios tan arrogantes como ignorantes, convencidos de que saben lo que hay que producir, cómo hay que producirlo, quién debe consumirlo y en qué condiciones.

* Es la pulverización paulatina de la sociedad civil y de sus estructuras espontáneamente generadas a través del tiempo, sustituyéndolas por organizaciones estabularias concebidas para encerrar a la sociedad con el objeto de controlarla eficientemente.

* Es la militarización creciente de las personas, incardinándolas en milicias civiles dedicadas a la vigilancia y la coerción.

* Es la demolición total de las estructuras institucionales republicanas, con los clásicos tres poderes que se equilibran para limitar la autoridad de los gobernantes.

* Es el abandono del pluripartidismo y su sustitución por un partido único que hará metástasis por el cuerpo social contaminando y corrompiendo todo lo que toque y controle.

* Es una variante del modelo militarista islámico que Nasser y Gadaffi ensayaron en el Medio Oriente, donde el caudillo militar o civil se vincula con las masas para guiarlas a su antojo por medio de la correa de transmisión de las Fuerzas Armadas, con el apoyo propagandístico constante de los medios de comunicación previamente controlados.

* Es la construcción de enemigos artificiales, como Estados Unidos o Europa Occidental, para tratar de galvanizar a la sociedad detrás de esa corriente de odio disfrazada de nacionalismo.

* Es, en general, el rechazo visceral al Occidente próspero, impulsado e instrumentado por las técnicas de propaganda del viejo comunismo de la Guerra Fría, más los procedimientos de legitimación populista diseñados por Fidel Castro, con esos batallones de médicos, maestros y deportistas, con los que fabrica una hábil operación de relaciones públicas y mercadeo político denominada “misiones” a la manera del catolicismo tradicional.

* Es la organización de turbas paramilitares que intimiden a la sociedad mediante el uso de pogromos para someterlas a la obediencia y hacer abortar cualquier brote de rebeldía.

* Es el modelo de “solidaridad orquestada”, forjado para suscitar respaldo internacional, desarrollado por la KGB en los tiempos en que la URSS experimentaba un fuerte espasmo imperial y necesitaba proyectar su imagen en el exterior.

* Es la constitución de un bloque anti occidental, remedo de la guerra fría, que preconiza la hostilidad al primer mundo y sueña con su liquidación eventual.

* Es la asociación internacional con el radicalismo islámico para atacar los intereses de Occidente, calumniando, de paso, a Israel y a los judíos en una franca campaña antisemita.

* Es el respaldo a las narco guerrillas comunistas sudamericanas o a cualquier violento movimiento radical, como se desprende de las excelentes relaciones que existen entre el gobierno de Hugo Chávez y las FARC colombianas.

* Es un híbrido folclórico y vistoso, muy simpático para los ojos de los progres del primer mundo, con ingredientes de Juan Domingo Perón, de Getulio Vargas, de Velasco Alvarado, alusiones a Lázaro Cárdenas y a los corridos de la revolución mexicana, camisetas del Che, retratos de Sandino, y confusas referencias a ideólogos de distintos calibres como Antonio Gramsci, Norberto Ceresole, Marta Harnecker, Heinz Dieterich, Noam Chomsky, James Petras y otros elucubradores de esa cuerda delirante que continúa reivindicando el marxismo con una total indiferencia a la devastadora experiencia producida por la puesta en práctica de esas ideas erróneas durante el doloroso siglo XX.

* Es, en suma, la mayor cantidad de comunismo soviético que permiten las circunstancias tras la desaparición de la URSS, pero ahora con su centro operativo situado en el eje Caracas-La Habana, como explicó el canciller cubano Felipe Pérez Roque en un discurso pronunciado en Venezuela en diciembre de 2005.

El nuevo Moscú


En efecto, en ese texto se resumían con toda claridad las conclusiones a que habían llegado Fidel Castro y Hugo Chávez tras sus largas y frecuentes conversaciones. La URSS y los comunistas europeos habían traicionado la causa de la revolución marxista-leninista y se habían entregado al cruel capitalismo occidental capitaneado por el imperio norteamericano. Ya no se podía esperar nada de ellos, así que el foco central de la revolución mundial se trasladaba a América Latina, concretamente al eje La Habana-Caracas, al que poco después se agregaría La Paz. Por otra parte, dentro de la evaluación que hacían de las circunstancias internacionales, ese eje estaba obligado a expandirse para poder sobrevivir. Había, claro, diferencias con relación al análisis tradicional marxista-leninista. Esta vez la revolución mundial no llegaría de la mano de una gran huelga general dirigida por el Partido Comunista, como suponían Marx y Lenin, ni de las guerrillas campesinas, como proponía Mao, ni tampoco de la creación de un foco insurreccional urbano-rural, como sucedió en la Cuba de Fidel y del Che, sino arribaría por métodos electorales democráticos, como ocurrió en la Alemania nazi de los años treinta o previamente en la Italia fascista de Benito Mussolini. La estrategia era utilizar los resortes de la democracia representativa para desarmarla desde dentro y vaciarla de contenido ideológico.

También existía otra diferencia: el tiempo que tomaría el proyecto revolucionario era mucho más dilatado. Había que llegar al poder por medio de las urnas y redefinir constitucionalmente las relaciones entre el Estado y la sociedad, demoliendo, de paso, las instituciones republicanas y su sistema de equilibrios y contrapesos concebido para limitar la autoridad de los gobernantes. Todo el poder recaería en las manos de un enérgico caudillo que gobernaría en nombre del pueblo, legitimando su gobierno por medio de medidas asistencialistas de corte populista capaces de seducir a las capas más necesitadas con una mezcla caritativa de sopa boba, como la que se dispensaba a los mendigos en los monasterios de la Edad Media, y operaciones de catarata, mientras se utilizaba al ejército o a cuerpos paramilitares como instrumento de su incontrolada autoridad.

Una nueva guerra fría


Estamos, pues, en una nueva versión de la guerra fría. Tras la Segunda guerra mundial, la URSS se lanzó a la conquista de una buena parte de Europa y desarrolló un proyecto de dominio planetario en el que invirtió grandes recursos, ya fuera directamente con sus tropas, como sucedió en Afganistán, o ayudando a los partidos comunistas y a los grupos subversivos locales de todas partes, logrando tan grandes y graves éxitos que, a principios de la década de los ochenta, parecía inevitable el triunfo del comunismo en el mundo.

Pero, como sabemos, las cosas ocurrieron de otro modo. Ante este espasmo imperial de los soviéticos, a fines de los cuarenta, durante la presidencia de Harry Truman, espoleado por las reflexiones del diplomático George Kennan, el gobierno de los Estados Unidos creó lo que se llamó la estrategia de contención. Cada centímetro disputado por los soviéticos o sus aliados en China, Grecia, Malasia, Berlín, Corea del Sur, Vietnam, Guatemala, Cuba, El Salvador, Nicaragua, etc., sería defendido con más o menos éxito, utilizando para ello una amplia variedad de instrumentos de lucha, desde la ayuda masiva (el Plan Mashall), la propaganda y la información políticas (Radio Free Europe, Radio Liberty), hasta la creación de la OTAN y el uso de tropas o de acciones encubiertas de la CIA.

La razón final de esa estrategia era, si se quiere, muy simple: Estados Unidos no podía sobrevivir como nación independiente, gozando del sistema que libremente se había dado a partir de 1776, en un mundo gobernado por los comunistas de manera creciente. Defender la democracia y la libertad en cualquier lugar del mundo o, simplemente, resistir el embate de los regímenes comunistas, era una manera de preservar la libertad en Estados Unidos. Así pensaban todos los presidentes norteamericanos, desde Truman, Eisenhower, Kennedy (muy especialmente Kennedy), hasta George Bush, padre, el gobernante al que le tocó presenciar en la Casa Blanca el derribo del muro de Berlín y la disolución de la URSS a partir de 1989, hace ya casi 20 años. La contención había dado resultado. Estados Unidos, en síntesis, había ganado la Guerra fría.

Desde la perspectiva norteamericana, pues, ese episodio había terminado. La URSS se transformó en Rusia, una nación sin apetencias de conquista en la que rige una forma brutal y primitiva de capitalismo, y los satélites europeos se convirtieron en los mejores aliados de Washington, mientras China y Vietnam evolucionaron en una dirección parecida. Sólo quedan algunos manicomios comunistas ortodoxos, como Corea del Norte y Cuba, pero demasiado débiles y demasiado desacreditados para poner en riesgo a estados Unidos. Son sólo anacrónicas molestias en vías de extinción, no peligros serios, distinción que suele hacer Manuel Rocha, ex embajador de Estados Unidos en Bolivia y gran experto en la zona.

Entre los verdaderos peligros que acechan a Estados Unidos en el primer cuarto del siglo XXI no está el socialismo preconizado por Chávez, sino el terrorismo islámico, la proliferación nuclear y el tráfico de drogas hacia el país. El venezolano sólo pasaría a ser considerado realmente peligroso si se convirtiera en un cómplice evidente y de esas tres actividades consideradas muy lesivas para la seguridad nacional de Estados Unidos. Mientras tanto, sólo es un folclórico demagogo dedicado al insulto y a las payasadas, mientras le vende regularmente a su archienemigo americano el diez por ciento del petróleo que Estados Unidos importa.

Una guerra asimétrica


Conocer esta percepción norteamericana, acertada o errónea, es clave para los latinoamericanos. De Washington no van a partir iniciativas consagradas a derribar a Chávez ni a oponerse firmemente a su socialismo del siglo XXI. No es una prioridad para Estados Unidos. Venezuela es un suministrador de petróleo poco fiable, pero USA va disminuyendo paulatinamente su dependencia de este vendedor. Cuando llegó Chávez al poder, provenían de Venezuela el 16% de las importaciones. Hoy ese porcentaje se ha reducido al diez, mientras USA, paralelamente, ha aumentado de forma notable sus reservas para enfrentarse a un eventual recorte de suministro del crudo venezolano. Por otra parte, la prolongada huelga de PDVESA en el 2002 demostró que no era difícil encontrar otras fuentes sustitutas. El precio, sí, aumentará un poco, pero no en una proporción que la opulenta sociedad norteamericana no pueda afrontar.

En suma: ese disparate, el chavismo, es una calamidad que afecta, en primer término, a los latinoamericanos, y son ellos, los demócratas de ese continente, y los defensores de las libertades económicas y políticas, quienes deben crear el muro de contención frente al castro-chavismo para impedir que su influencia crispe y empobrezca aún más a las sociedades de esta zona del mundo.

El problema, naturalmente, es que ningún grupo político que ocupe el poder, y ningún gobernante con nombre y apellido, tienen un interés especial en asumir ese riesgo y enfrentarse a las bien apertrechadas izquierdas locales. Repasemos brevemente a los principales actores:

* Felipe Calderón, que ganó la presidencia combatiendo al chavismo atribuido a López Obrador, una vez instalado en Los Pinos dejó de atacar a Chávez y le lanzó un ramo de olivo. Se siente demasiado débil para abrir otro frente.

* El mismo fenómeno se observa en el Perú de Alan García. Tras una campaña contra Humala ferozmente antichavista, el líder aprista prefirió hacer las paces con el venezolano.

* Álvaro Uribe, pese a tener el apoyo del 70% de los colombianos y de ser inmensamente respetado, no puede arrastrar a su país a un choque con Hugo Chávez por dos razones. Primero, porque el venezolano puede multiplicar su hoy no tan discreto apoyo a las narco guerrillas comunistas y complicar aún más la situación en la enorme frontera que comparten los dos países; y, segundo, porque Venezuela es el primer destinatario de las exportaciones colombianas y Chávez puede decretar la interrupción de las relaciones comerciales entre los dos países

* El ecuatoriano Rafael Correa, mientras tanto, ganó las elecciones declarando sus simpatías chavistas y su aprecio por las ideas intervencionistas de esa cuerda política, modelo de relación entre la sociedad y el Estado en el que parece respaldarlo la abrumadora mayoría de sus compatriotas.

* Los países centroamericanos y República Dominicana tienen un acuerdo petrolero con Venezuela, ligeramente favorable en el aspecto financiero, que no desean sacrificar, ni tampoco quieren exacerbar demasiado a los grupos chavistas locales. En el caso de El Salvador, sus dirigentes están conscientes de que, con la asesoría y el dinero venezolanos, los viejos comunistas del FMLN pueden ganar las próximas elecciones y devolver el país a la incertidumbre de los años ochenta. Nicaragua, por otra parte, está gobernada por un presidente sandinista, con minoría en el Congreso, que ya forma parte del cónclave chavista, aunque la realidad política de su país le impide adoptar las medidas recetadas por el eje Caracas-La Habana.

* Argentina y Uruguay, pese a ser mucho más ricos que Venezuela, han sido objetos de la millonaria beneficencia bolivariana destinada a comprar influencias.

* Lula da Silva tal vez sienta cierto rechazo instintivo por Chávez como persona, pero hay una complicidad ideológica de fondo, sumada a la tradicional indiferencia brasilera hacia los asuntos políticos latinoamericanos.

* Sólo queda un Chile muy preocupado por la alianza entre Venezuela y Bolivia, que incluye la asistencia militar del primero al segundo y las constantes intromisiones de Chávez en el viejo pleito entre los dos países, pero el gobierno de la señora Bachelet, como antes el de Ricardo Lagos, han optado por rearmar calladamente a sus fuerzas armadas, a la espera del peor de los escenarios posibles, y a nadie en ese país le pasa por la cabeza la idea de construir un muro internacional de contención democrática capaz de hacerle frente a la arremetida chavista. Los chilenos saben que están solos.

La última línea defensiva


Si el gobierno norteamericano, los líderes políticos, y los gobiernos latinoamericanos no se atreven a defenderse de este peligro, ¿quién puede hacerlo? Sólo queda una opción disponible: la sociedad civil de cada uno de los países colocados bajo la mirilla de los chavistas, y, dentro de esa vasta red de instituciones y organizaciones, los empresarios. Sólo quedan los empresarios.

¿Por qué los empresarios? Porque son los que más tienen que perder en el orden material, y porque el socialismo del siglo XXI, como ocurría con el comunismo del siglo XX, está encaminado a reducir y limitar hasta la extenuación los derechos de propiedad, a debilitar progresivamente el mercado hasta hacerlo irrelevante, a impedir o frenar el comercio internacional, y a darle al Estado un rol absolutamente hegemónico como productor de bienes y servicios, planificador y regulador de todas las actividades empresariales que consigan sobrevivir.

Son los empresarios los que tienen que defenderse y defender a la sociedad, porque son los que tienen la información esencial y no ignoran que todos esos experimentos dirigistas y colectivistas sólo conducen a la destrucción del capital material y del capital intangible, a la inflación, al atraso tecnológico, a la erosión de las clases medias, al estancamiento, al autoritarismo, a la pérdida de libertades, y a un aumento exponencial de las fricciones entre los distintos grupos y estamentos que componen el tejido social, reduciendo los niveles de confianza entre las personas, y entre las personas y las instituciones, clima moral que impide el desarrollo armónico de los pueblos.

Los empresarios saben que con ideas del vecindario socialista, o social fascista, el peronismo destruyó la base productiva de la Argentina, y el país, que en 1930 estaba en el pelotón de avanzada del primer mundo, pasó a ser una nación rezagada y pobre cada vez más alejada de la proa del mundo. Saben que Velasco Alvarado, con fórmulas parecidas, mezcladas con el militarismo dictatorial convencional, arruinó severamente a Perú, y algunos sectores, como la agricultura, nunca pudieron recuperarse. Saben que los sandinistas en los años ochenta acabaron con el relativo ímpetu empresarial nicaragüense y devolvieron el país a los niveles de producción de cuatro décadas anteriores. Saben que la Cuba previa a Castro, pese a todas las imperfecciones de su sistema político, era uno de los países más y mejor desarrollados de América Latina, hasta que el castrismo se apoderó de las riendas de la economía y pulverizó y dispersó a los sectores empresariales.

En otras palabras: los empresarios, los creadores de riqueza, conocen los horrores del socialismo real, no el de los manuales de la secta; tienen memoria de los efectos nocivos de las falacias cepalianas diseminadas en los años cincuenta; del demostrado error keynesiano de usar el gasto público para modular la economía; del disparate de la Teoría de la dependencia propagado por Fernando Henrique Cardoso cuando era un ideólogo del intervencionismo, análisis del que felizmente se despojó cuando le tocó gobernar a los brasileros. Los empresarios, en suma, tienen muy presentes las devastadoras consecuencias del gobierno chavista, creador de una vasta e improductiva masa de estómagos agradecidos a los que compra su respaldo político con dádivas, creando la paradoja de los pobres rentistas, una enorme legión de gentes infelices que viven paralizadas por las migajas que les lanza el Estado, sin otro estímulo laboral que el de poner la mano, mientras cada día más y más empresas se ven obligadas a cerrar como resultado de los controles y candados a las que las someten.

Por la otra punta del mismo fenómeno, por la punta exitosa, los empresarios también están al tanto de las historias de los países que en las últimas décadas consiguieron abandonar el subdesarrollo y convertirse en naciones del primer mundo, industrializadas y prósperas, cada una con sus características, pero todas coincidentes en la necesaria apertura al exterior, en el requisito de prudencia en el manejo de los factores macroeconómicos, control de la inflación, inversiones sustanciales en educación y salud, políticas públicas sensatas, primacía del mercado, protección de los derechos de propiedad, fortalecimiento del Estado de Derecho, y sostenimiento del empresario y de la persona emprendedora como ejes y factores principales de la creación de riquezas. Es decir: exactamente la receta opuesta al viejo y fallido modelo que proponen Chávez, Castro y sus tercos seguidores, personas dispuestas a chocar mil veces con la misma piedra.

¿Pueden los empresarios diseñar una estrategia de lucha y enfrentarse en el plano cívico al reto que significa el chavismo para defender inteligentemente las libertades políticas y económicas? No lo sé, pero lo que me parece evidente es que, si no lo hacen ellos, nadie asumirá ese papel, y es mucho lo que pueden perder, pero más aún lo que perderán las naciones en las que viven y crían a sus hijos. En esta batalla, sencillamente, se juegan la fortuna, la estabilidad y la felicidad colectiva. No librarla sería una peligrosa irresponsabilidad.

Por Carlos Albero Montaner

sábado, 1 de diciembre de 2007

Venezuela al borde del precipicio


El ambiente venezolano se le está complicando a Hugo Chávez. A pesar de que el precio del barril de petróleo se acerca a los 100 dólares, los venezolanos confrontan creciente escasez de alimentos y demás productos esenciales. Debido a absurdos controles de cambio y de precios, a la ineptitud y desbordada corrupción burocrática, al acoso sufrido por los productores nacionales y la lentitud de los servicios portuarios, por primera vez en la historia venezolana se sufre tal escasez. El faltante más notorio es la leche para los niños y éste apenas es el prólogo del chavismo estalinista.

Como al gobierno se le viene encima una crisis fiscal de inmensas proporciones, acaba de implantar un impuesto a las transacciones financieras: 1,5% sobre cada cheque emitido por las empresas. En los sectores que operan bajo precios fijados por el gobierno, como los colegios privados, la distribución de gasolina, gas licuado, medicinas y alimentos esenciales, éste nuevo impuesto significa la desaparición de más empresas e industrias pequeñas y medianas.

Según estadísticas de la Confederación Venezolana de Industriales, de 11.000 industrias que existían en Venezuela en 1998, quedan menos de 7.000.

Y cada día más venezolanos se preguntan para qué sirven los controles de precios y de cambio cuando desde hace años sufren una de las peores inflaciones del mundo, como lo reporta la revista The Economist. En depreciación de la moneda, sólo su amigo Robert Mugabe, presidente de Zimbabwe, le gana a Chávez. La otra pregunta es ¿para qué les sirve el petróleo, que supuestamente desde enero de 1976 pertenece a todos los venezolanos?

En enero habrá una nueva moneda (con tres ceros menos), que el gobierno llama “bolívar fuerte”. Chávez asegura que con la nueva moneda los venezolanos podrán comprar más, pero sucederá lo contrario. Una fuerte devaluación está en ciernes, aunque siga aumentando el precio del petróleo.

Mientras los venezolanos confrontan tantas calamidades, Chávez sueña con encabezar una confederación de naciones latinoamericanas, entromete funcionarios, militares y dólares venezolanos en entidades gubernamentales de Bolivia, Nicaragua, Argentina y Ecuador, ofrece refinerías petroleras por donde quiera que viaja y amenaza con medidas aún más radicales contra quienes pretenden producir, distribuir o prestar algún servicio a la población venezolana. En estos días, Chávez está celebrando el retiro de ExxonMobil y Shell de América del Sur, empresas que hace medio siglo tenían cuantiosas inversiones en Venezuela, por lo que entonces las exportaciones venezolanas representaban 60% del comercio petrolero internacional.

Hoy todo apunta a una crisis sin precedentes. Por eso su apuro en realizar el referendo el 2 de diciembre para aprobar su nueva Constitución, la número 27, a imagen y semejanza de la que oprime salvajemente a los cubanos.

Chávez está seguro de ganar el referendo porque –como sucede en todos los países comunistas– la oposición vive bajo serias amenazas, cada día él ejerce mayor control sobre la radio y televisión, manipula como quiere al Consejo Nacional Electoral, el registro de electores es un secreto de estado para que nadie pueda investigar ni comprobar irregularidades (muertos y fantasmas que votan, cubanos y otros extranjeros reciben cédulas venezolanas apenas llegan al país), el sistema electrónico de votación es inauditable y cuenta con cómplices de amplia experiencia en conteos fraudulentos.

Además, muchos opositores no votarán porque la reforma propuesta irrespeta descaradamente los fundamentos de la Constitución vigente, la cual señala que los derechos ciudadanos, como el voto, la libertad de pensamiento, de expresión y de asociación, el debido proceso, la libre iniciativa, la competencia, la propiedad del fruto del trabajo y la libertad de estudiar no son negociables, no se pueden limitar ni están sujetos a votaciones por mayorías incidentales.

Contrario a la propaganda oficial, Chávez es el gobernante venezolano que a lo largo de nuestra historia menos se ha parecido físicamente, culturalmente e ideológicamente a Simón Bolívar.

Por Carlos Ball